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El documento resume las obligaciones de los estados y particulares en relación con los derechos humanos según la jurisprudencia de la Comisión Interamericana. Los estados tienen la obligación de respetar, proteger, promover y asegurar los derechos humanos. También deben investigar violaciones para evitar la impunidad. Los estados pueden ser responsables por violaciones cometidas por agentes estatales o particulares si no cumplen con su deber de protección.
El documento resume las obligaciones de los estados y particulares en relación con los derechos humanos según la jurisprudencia de la Comisión Interamericana. Los estados tienen la obligación de respetar, proteger, promover y asegurar los derechos humanos. También deben investigar violaciones para evitar la impunidad. Los estados pueden ser responsables por violaciones cometidas por agentes estatales o particulares si no cumplen con su deber de protección.
El documento resume las obligaciones de los estados y particulares en relación con los derechos humanos según la jurisprudencia de la Comisión Interamericana. Los estados tienen la obligación de respetar, proteger, promover y asegurar los derechos humanos. También deben investigar violaciones para evitar la impunidad. Los estados pueden ser responsables por violaciones cometidas por agentes estatales o particulares si no cumplen con su deber de protección.
A propósito de las obligaciones enunciadas con anterioridad, la Comisión
Interamericana sostiene lo siguiente: La obligación de respetar se define por el deber del Estado de no injerir, obstaculizar o impedir el acceso al goce de los bienes que constituyen el objeto del derecho. Las obligaciones de proteger consisten en impedir que terceros interfieran, obstaculicen o impidan el acceso a esos bienes. Las obligaciones de asegurar suponen asegurar que el titular del derecho acceda al bien cuando no puede hacerlo por sí mismo. Las obligaciones de promover se caracterizan por el deber de desarrollar condiciones para que los titulares del derecho accedan al bien. Otra obligación del Estado que no debe excluirse en el ámbito de la seguridad ciudadana y los derechos humanos es el esclarecimiento judicial de las conductas ilícitas o punibles para suprimir su impunidad y evitar su repetición. La impunidad de los hechos que constituyen violaciones a los derechos humanos sólo genera la repetición de la violencia criminal o el fenómeno del delito y provoca una total indefensión a las víctimas. En este sentido, el accionar del Poder Judicial o de los Tribunales tiene una función fundamental no sólo para ordenar la reparación a las víctimas, sino disminuir con sus resoluciones esa violencia o la ejecución de las conductas ilícitas o punibles. La Convención Americana reconoce que: • los derechos humanos a la vida (artículo 4), • a la integridad personal (artículo 5) y • a la libertad (artículo 7), entre otros, están vinculados con la seguridad ciudadana. El artículo 1 de la Convención Americana determina que: Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social. Esta disposición ha sido examinada por la Corte Interamericana en múltiples ocasiones y ha señalado que: La protección de la ley la constituyen, básicamente, los recursos que ésta dispone para la protección de los derechos garantizados por la Convención, los cuales, a la luz de la obligación positiva que el artículo 1 contempla para los Estados, de respetarlos y garantizarlos, implica, como ya lo dijo la Corte, el deber de los Estados partes de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos. (Caso Velásquez Rodríguez Vs. Honduras, 1988) Respecto del significado de las obligaciones positivas (o de hacer) atribuidas al Estado en materia de derechos humanos, el artículo 2 de la Convención Americana establece que: Si en el ejercicio de los derechos y libertades mencionados en el artículo 1 no estuviere ya garantizado por disposiciones legislativas o de otro carácter, los Estados partes se comprometen a adoptar, con arreglo a sus procedimientos constitucionales y a las disposiciones de esta Convención, las medidas legislativas o de otro carácter que fueren necesarias para hacer efectivos tales derechos y libertades. Este precepto ha sido interpretado por la Corte Interamericana de la siguiente manera: […] el deber general del artículo 2 de la Convención Americana implica la adopción de medidas en dos vertientes: por una parte, la supresión de las normas y prácticas de cualquier naturaleza que violen las garantías previstas en la Convención, y por la otra, la expedición de normas y el desarrollo de prácticas conducentes a la observancia de dichas garantías. Más aún, esta adopción de medidas se hace necesaria cuando hay evidencia de prácticas contrarias a la Convención Americana en cualquier materia.(Caso Castillo Petruzzi y otros Vs. Perú,1999) Para analizar la responsabilidad del Estado por conductas de sus agentes o de particulares, se estudiarán los criterios sostenidos por la Corte Interamericana: La jurisprudencia o los criterios de la Corte Interamericana son obligatorios para México, pues el 16 de diciembre de 1998, aceptó la competencia contenciosa del Tribunal Interamericano, por lo que sus sentencias, independientemente si México fue parte o no de la controversia, deben ser observadas por todas las autoridades públicas del Estado nacional mexicano; sirve de apoyo a lo anterior, aunque por analogía, la jurisprudencia número 21/2014, consultable en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, Tomo I, Libro 5, Abril de 2014, p. 204, cuyo rubro dice lo siguiente: JURISPRUDENCIA EMITIDA POR LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. ES VINCULANTE PARA LOS JUECES MEXICANOS SIEMPRE QUE SEA MÁS FAVORABLE A LA PERSONA. Es bien conocido que las personas bajo la jurisdicción del Estado pueden ver sus derechos humanos comprometidos por conductas atribuidas a agentes estatales o servidores públicos y particulares, las cuales al no ser esclarecidas por resoluciones del Poder Judicial o los tribunales, generan la responsabilidad del Estado por incumplir su obligación de ofrecer protección judicial; en el caso de las personas en situación de vulnerabilidad, la responsabilidad estatal surge por la falta de medidas de prevención del daño que pueden ocasionar las conductas de agentes del Estado o de particulares. La interpretación del artículo 1.1 de la Convención Americana es esencial para determinar si la violación de los derechos reconocidos en ésta se puede atribuir al Estado mexicano en todo su alcance. El artículo en comentario impone al Estado las obligaciones de respeto y garantía de los derechos humanos, por lo que la violación de éstos puede ser atribuida a la acción u omisión de los agentes estatales. De acuerdo con el Derecho Internacional General o Público, el Estado responde por los actos u omisiones de sus agentes realizados bajo el amparo de su cargo, aunque se excedan en el cumplimiento de sus funciones o tareas o actúen fuera de su competencia. La responsabilidad del Estado se funda en cualquier acto u omisión de agentes estatales o servidores públicos, independientemente de su jerarquía, que violen la Convención Americana, y se genera simultáneamente con el hecho ilícito internacional atribuido al Estado. Para determinar si se ha producido una violación a la Convención Americana, a diferencia del derecho penal interno, es suficiente que exista una obligación del Estado en materia de derechos humanos y que haya sido incumplida por éste.(Saavedra, 2011). Por otra parte, es conveniente recordar que puede generarse una responsabilidad internacional del Estado por actos violatorios de derechos humanos cometidos por terceras personas o particulares, en el marco de la obligación del Estado de garantizar el respeto de esos derechos en las relaciones entre particulares. En este sentido, la Corte Interamericana ha declarado que la: […] responsabilidad internacional puede generarse también por actos de particulares en principio no atribuibles al Estado. [Las obligaciones erga omnes de respetar y hacer respetar las normas de protección, a cargo de los Estados Partes en la Convención,] proyectan sus efectos más allá de la relación entre sus agentes y las personas sometidas a su jurisdicción, pues se manifiestan también en la obligación positiva del Estado de adoptar las medidas necesarias para asegurar la efectiva protección de los derechos humanos en las relaciones inter‐ individuales. La atribución de responsabilidad al Estado por actos de particulares puede darse en casos en que el Estado incumple, por acción u omisión de sus agentes cuando se encuentren en posición de garantes, esas obligaciones erga omnes contenidas en los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana. (Caso de la Masacre de Mapiripán Vs. Colombia, 2005) En otra oportunidad, la Corte Interamericana determinó que las masacres cometidas por particulares pueden atribuirse al Estado si éste tenía, en el caso específico: 1. conocimiento de una situación de riesgo real e inmediato para una persona o grupo de personas, y 2. posibilidades razonables para evitar o suprimir ese riesgo; precisamente en el Caso de la Masacre de Pueblo Bello Vs. Colombia, sostuvo que: […] para la Corte es claro que un Estado no puede ser responsable por cualquier violación de derechos humanos cometida entre particulares dentro de su jurisdicción. En efecto, el carácter erga omnes de las obligaciones convencionales de garantía a cargo de los Estados no implica una responsabilidad ilimitada de los Estados frente a cualquier acto o hecho de particulares, pues sus deberes de adoptar medidas de prevención y protección de los particulares en sus relaciones entre sí se encuentran condicionados al conocimiento de una situación de riesgo real e inmediato para un individuo o grupo de individuos determinado y a las posibilidades razonables de prevenir o evitar ese riesgo. Es decir, aunque un acto, omisión o hecho de un particular tenga como consecuencia jurídica la violación de determinados derechos humanos de otro particular, aquél no es automáticamente atribuible al Estado, pues debe atenderse a las circunstancias particulares del caso y a la concreción de dichas obligaciones de garantía. (Sentencia, 2006). En este criterio jurisprudencial, la Corte Interamericana hace notar que un acto, omisión o hecho de un particular que tenga como consecuencia jurídica la violación de determinados derechos humanos de otro particular, no puede atribuirse al Estado de manera automática, sino que debe atenderse a las circunstancias del caso y a la concreción de las obligaciones de garantía de los derechos humanos en las relaciones entre particulares (es decir, si el Estado tenía conocimiento de una situación de riesgo real e inmediato y podía adoptar medidas para evitarla o suprimirla).