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Bases constitucionales
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LECCIÓN 1 de 5
Bases constitucionales
La forma representativa, republicana y federal en que se ha organizado el gobierno de nuestro país exige que
los códigos procesales y la legislación orgánica de toda la nación, así como también aquellos códigos y
legislaciones provinciales, deben adecuarse a los principios constitucionales establecidos en la República
Argentina.
Las bases constitucionales que todo ordenamiento jurídico nacional o provincial debe respetar consisten en
juicio previo, juez natural, inviolabilidad del derecho de defensa en juicio1, igualdad2, acceso a la justicia
(derivado del principio del juez natural) y duración razonable del proceso (fenómeno moderno).
[1] Artículo 18. (1994). Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación.
[2] Artículo 16. (1994). Constitución de la Nación Argentina. Honorable Congreso de la Nación.
Estas bases constitucionales deben verse reflejadas y protegidas en los códigos de procedimiento.
No todos, ya que algunos derivan de otros principios que sí están expresados y otros
son fenómenos modernos que ha ido desarrollando la jurisprudencia internacional.
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LECCIÓN 2 de 5
Sobre el principio de duración razonable como garantía del debido proceso, es necesario aclarar que el plazo
razonable constituye un concepto abstracto e indeterminado, de creación jurisprudencial, que no se
convierte en números fijos de días, semanas, meses o años, porque en ese caso estaríamos ante un plazo
legal.
Un proceso que transcurre en el tiempo de forma desmedida es injusto, a pesar de que se cumplan las
demás condiciones. En tal sentido, el tiempo se convierte en un derecho a que los conflictos judicializados
sean resueltos con razonabilidad temporal.
En materia penal, el asunto se encuentra largamente tratado y analizado, pues, está en juego el derecho a la
libertad ambulatoria de las personas y, por lo tanto, se requiere que los imputados tengan resuelta su
situación procesal en un tiempo oportuno y que no sean mantenidos indefinidamente en un estado de
incertidumbre. En tal sentido, las convenciones internacionales receptan expresamente la vinculación de la
garantía del debido proceso con la existencia de un plazo razonable de duración del proceso penal.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó una apelación interpuesta por el Estado
Nacional en contra de una sentencia que lo condenó a la reparación de daños y perjuicios
provocados al actor por la privación de su libertad en virtud de la prisión preventiva
dispuesta en su contra así como la duración irrazonable –más de veinte años– del juicio
penal que se le siguió. Entendió, la Corte, que los magistrados que intervinieron en la causa
incurrieron en una morosidad judicial manifiesta, grave y fuera de los términos corrientes
que establecen las normas procesales, por lo que la duración del proceso por más de dos
décadas violó de forma ostensible las garantías del plazo razonable y del derecho de
defensa del imputado, incurriendo el Estado Nacional –demandado luego– en un
incumplimiento o ejecución irregular del servicio de administración de justicia a su cargo,
[3] CSJN, in re: “Mezzadra, Jorge Oscar c/ EN M. Justicia y DDHH s/ daños y perjuicios”.
En el mismo sentido, pueden leerse otros fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN):
“Poggio, Oscar Roberto c/ EN-Mº de Justicia y Derechos Humanos s/ daños y perjuicios”4, y “Rizikow,
[4] Poggio, Oscar Roberto c/ EN-Mº de Justicia y Derechos Humanos s/ daños y perjuicios.
Pero, en materia civil, la cuestión no ha sido tan sencilla de resolver. La jurisprudencia ha debido expedirse, e
incluso se ha llegado hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que dispuso algunos
criterios orientadores para saber cuándo ha dejado de ser “razonable” la duración de un proceso civil. Es
decir, no es sencillo definir cuándo estamos ante una duración “no razonable” de un proceso. Y para esto, la
Corte Interamericana de Derechos Humanos ha ayudado a deslindar la cuestión con algunas pautas
generales. En primer lugar, haremos un breve resumen de la causa en la que tuvo oportunidad de expedirse:
Esta última etapa duró 1 año, 9 meses y 5 días hasta el pago efectivo de la obligación6.
En el fallo que finalmente emitió la Corte Interamericana, se consideró que el objetivo primordial por el que la
víctima interpuso la demanda en el fuero civil era obtener la indemnización por daños y perjuicios y, por lo
tanto, para efectos de un análisis del plazo razonable, debe considerarse culminado dicho proceso una vez
que ese fin se materialice. La corte consideró que el lapso correspondiente a la etapa de ejecución de la
sentencia judicial con el fin de realizar efectivamente el cobro de la indemnización hacía parte del proceso y
debía tomarse en cuenta para analizar el plazo razonable, es decir, 12 años y tres meses, aproximadamente.
La solución dada hoy puede verse reflejada en las garantías y derechos de la Constitución de la Nación
Argentina7, así como de las convenciones internacionales ratificadas por Argentina, como el Pacto de San
[8] Convención Americana sobre Derechos Humanos. (1969). Pacto de San José de Costa
En cuanto a la complejidad del asunto, existen algunos criterios que podrán reflejarla:
la complejidad de la prueba;
Para analizar las características o naturaleza del proceso bajo análisis –civil ordinario–, en la legislación
interna argentina se debieron estudiar las previsiones del artículo 319 del Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación9 y se llegó a la conclusión de que este es un proceso regular en el ámbito civil, por lo que, en
principio, no tiene ningún trámite o naturaleza especial que justifique una demora de 12 años.
[9] Art. 319. Disposiciones generales. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación.
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Generalmente, era tomado como punto de partida para la evaluación del plazo razonable el día en que se
acude a la jurisdicción competente, es decir, la interposición de la demanda. Y se lo tendrá por concluido al
ser notificada la sentencia definitiva. Pero también deben incluirse en este concepto todas las apelaciones
que la legislación permita. Sin embargo, la CIDH amplió el punto de finalización al entender que, en el
proceso civil, cuando se procura obtener la indemnización por daños y perjuicios, no puede considerarse
culminado dicho proceso hasta tanto dicho fin no se materializa. De esta manera, el plazo se extiende hasta
la etapa de ejecución de la sentencia judicial con el efectivo cobro de la indemnización. Pues, en definitiva,
la finalidad de un proceso en el que se pretende una indemnización mal podría considerarse culminado
antes de obtener efectivamente el cumplimiento de dicha indemnización.
La Corte Interamericana de Derechos Humanos reitera su propia jurisprudencia e indica que son diversos los
criterios para determinar la complejidad del proceso:
El tiempo transcurrido desde la violación. En el caso Furlán, calcularon que pasó un poco
menos de 2 años desde el accidente hasta el inicio de la acción en contra del Estado. Entiende
la CIDH que ese no es un plazo considerablemente extenso en comparación con la duración
posterior de todo el proceso.
En primer lugar, se debe tener en cuenta que en Argentina el proceso civil es eminentemente dispositivo.
Predomina la voluntad de las partes, quienes fijan y determinan el objeto litigioso y aportan el material de
conocimiento. De conformidad con el principio de congruencia, el juez debe fallar dentro de los límites
fijados en la controversia por la voluntad de las partes. Así es que el tribunal de alzada tampoco podría
modificar la sentencia impugnada si no ha mediado un recurso. La novedad radica en que la CIDH flexibiliza
ese principio al entender que el Estado, en ejercicio de su función judicial, ostenta un deber jurídico propio,
por lo que la conducta de las autoridades judiciales no depende ya de manera exclusiva de la iniciativa
procesal de la parte actora de los procesos.
En el proceso civil el juez tiene el deber de dirigir el procedimiento, manteniendo la igualdad de las partes,
procurando el cumplimiento de los plazos procesales, vigilando que la tramitación de la causa responda al
principio de economía procesal evitando la paralización del proceso y decidiendo las causas en tiempo.
Gozan de amplias facultades en la dirección del proceso. En el caso Furlán presentado, la Corte
Interamericana consideró que se observa una actitud pasiva del juez en algunas etapas procesales.
Concluyó que la actividad de la parte interesada no fue la causante directa de la dilación, por lo que no fue
desvirtuada la falta de diligencia que las autoridades judiciales tuvieron en relación con los términos o
plazos establecidos por el proceso civil. Es decir que la autoridad judicial no procuró en forma diligente que
los plazos procesales se cumplieran.
Si el paso del tiempo incide de manera relevante en la situación jurídica del individuo, resultará necesario
que el procedimiento avance con mayor diligencia a fin de que el caso se resuelva en un tiempo breve.
indefinidamente10.
Actualmente, se han ido estableciendo cambios con mecanismos tendientes a fijar límites y parámetros
temporales más concretos para la actividad normativa. Un ejemplo de ello ha sido la introducción de la
oralidad en el proceso civil de 14 jurisdicciones: Provincia de Buenos Aires, San Luis, Formosa, Mendoza,
Santa Fe, Entre Ríos, Tucumán, Santiago del Estero, jueces del fuero civil nacional con asiento en la Ciudad
de Buenos Aires, San Juan, Chaco, Tierra del Fuego, Córdoba y Chubut.
Asimismo, el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación cuenta con el programa Justicia 2020
con algunos objetivos específicos, por medio del cual se busca la generalización de la oralidad civil en los
juicios de conocimiento en materia civil y comercial para que se tramiten a través de dos audiencias, ambas
dirigidas personalmente por el juez: audiencia preliminar, orientada a conciliar, depurar prueba y organizar la
actividad probatoria; y audiencia de vista de causa, videograbada, donde se concentran todas las pruebas;
luego de lo cual el juez dicta la sentencia.
Los avances de nuestro país son palpables en cuanto a la materialización del principio de duración
razonable del proceso.
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Referencias
Artículo 319. (1981). Disposiciones generales. Código Procesal Civil y Comercial de la Nación. Honorable
Congreso de la Nación.
Convención Americana sobre Derechos Humanos. (1969). Pacto de San José de Costa Rica. Organización
de los Estados Americanos.