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Hombres de Dios

Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la
cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
(1 Timoteo 6:11,12)

El apóstol Pablo le escribe al joven Timoteo y entre muchas cosas que sacudieron
el corazón de éste joven predicador fueron las palabras que acabamos de leer: Oh
hombre de Dios. ¿Quién era Timoteo? Un joven que empezaba su ministerio,
alguien que sentía día tras día la indignidad de estar en el ministerio y que no
acababa de asombrarse que el Señor lo hubiese puesto en obra tan extraordinaria
como lo es la Obra de Dios.

Timoteo era hijo de una señora que se había casado con un griego y como
resultado había nacido él. Un muchacho en el cual se pusieron los ojos del más
grande misionero de todos los tiempos, el gran apóstol Pablo, el cual le había dicho
que le acompañase en su viaje misionero porque él creía que Dios le podía usar.

Los días y meses habían pasado, ahora Timoteo estaba a cargo de la Iglesia cuando
recibe una carta del apóstol Pablo. Entre todas las cosas que le escribe le dice: Mas
tú, oh hombre de Dios. Sin duda alguna que esto le hizo sentir un escalofrío desde
la cabeza hasta los pies, le hizo sentir un peso más grande de responsabilidad ya
que alguien de mucho respeto le estaba llamando hombre de Dios. Por muchos días
resonarían en sus oídos y en su corazón las palabras que había leído en esa carta,
pues el título más honroso que se le puede dar a un hombre es: Hombre de Dios.

Hay muchos hombres de negocios, hombres de mundo, hombres de letras, hombres


de política, hombres de finanzas, hombres de deporte. Hay muchos hombres de
farándula, pero hay muy pocos hombres de Dios. La iglesia debe estar con toda
piedad y clamor pidiendo al Señor constantemente: Señor, danos hombres de Dios.

¿Quiénes son los que van a detener la inmoralidad? ¿Quiénes son aquellos que van
a señalar el camino de la verdad? ¿Quién va a enseñar a la familia la humildad, la
sencillez, el honor, el respeto y las virtudes? ¿Quiénes son los que van a proclamar
el nombre glorioso de Jesucristo? ¿Quiénes son los que van a advertir a las
multitudes acerca del pecado? ¿Quiénes van a señalar la diferencia entre lo que es
de Dios y lo que no es de Dios? ¡No serán los políticos! ¡No serán los hombres de
negocios! ¡Serán los hombres de Dios!
¿Quién era Timoteo? Un muchacho, un chiquillo que nadie daba un centavo por él,
quizá un acomplejado, un tímido, tal vez alguien que nadie esperaba que
sobresaliera, pero tenía una abuela y una madre que le transmitieron la fe, le
enseñaron la piedad, la fe sincera, no fingida, le guiaron al límite de sus fuerzas.

En el AT los hombres de Dios estaban entre los profetas, sacerdotes y príncipes de


las tribus del pueblo de Israel. En el NT las puertas se abren de par en par para que
cada uno de los creyentes sean hombres de Dios.

2 Timoteo 3:16,17 señala: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.
Quiere decir que toda persona que es instruida, enseñada, corregida por la Palabra
de Dios es un hombre de Dios.

Voy a mencionarles tres cosas que son las que caracterizan al hombre de Dios.

1.- EL VARÓN DE DIOS ES CONOCIDO POR LAS COSAS DE LAS QUE HUYE
1 Timoteo 6:11
Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
paciencia, la mansedumbre. ¿De qué huye un varón de Dios?
2 Timoteo 2:22
Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de
corazón limpio invocan al Señor.

1.1.- La primera cosa de la que un hombre de Dios debe de huir es:


De las pasiones.

Hermanos, la sociedad está siendo presa de sus desenfrenadas pasiones. ¿Qué


quiere decir eso? Que debemos tener sumo cuidado de las cosas que estamos
recibiendo, porque la mayoría de las cosas alimentan las pasiones de la carne.

Este mundo es presa de satanás, dice la Biblia que satanás es el príncipe de este
mundo. Les puedo asegurar que Dios no está conduciendo Telemundo, ni TV
Azteca, ni Televisa, Dios no está gobernando los programas, satanás es quien les
dice a esos programadores: Pon esto ahora, pon esto otro. satanás es quien está
detrás de todo esto.
Debemos tener cuidado hasta de la educación que se le dan a nuestros hijos. Las
escuelas y la educación no es lo que hace que un hombre huya de las pasiones, con
tanta sexualidad pervertida que se enseña. Los padres deben enseñar a sus hijos a
huir de las pasiones. En las escuelas ni siquiera nos dejan que estudiemos la Biblia.

Hay una influencia demoníaca, satánica y diabólica detrás de cada una de las
organizaciones de este mundo; este mundo está penetrado y compenetrado con
toda la intención de satanás para arrebatar a la gente de la fe, de la piedad, de las
buenas obras, de la santidad, de la pureza, de la humildad y de todas esas cosas que
son buenas. Las cosas más indispensables, las más elementales de la vida como
son, el respeto, el amor y la obediencia están siendo arrebatadas de nuestros hijos
desde las caricaturas hasta las universidades.

Huye de las pasiones juveniles, huye, porque están por todas partes por todos
lados. No hemos venido a este mundo para pasarla bien, no estamos de vacaciones,
un día vamos a tener nuestra eternidad para descansar, aquí estamos para escapar
de las garras del diablo y forjar hombres para Dios que anuncien el Evangelio de
Jesucristo, que es la única esperanza.

La gente está muriendo y, ¿saben a dónde se van? directo al infierno, a menos que
Cristo sea su Salvador. Y ¿saben por qué? porque no hay hombres de Dios que
prediquen el Evangelio.

1.2.- La segunda cosa de la que un hombre de Dios debe de huir es:


Del amor al dinero.
1 Timoteo 6:10
Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron
de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.

¿Saben por qué los jóvenes no asisten a las iglesias en nuestros días? Porque su
anhelo es el dinero, les importa más ganar dinero. La mentalidad de la gente es que
debes estudiar para ganar dinero. No se van al campo misionero porque no hay
dinero, no se consagran al Señor Jesucristo para vivir vidas puras porque no hay
dinero, el mundo sí se los ofrece; hay más dinero haciendo cosas chuecas, hay más
dinero transgrediendo la ley, hay más dinero haciendo las cosas fáciles.

Pero el hombre de Dios huye del amor al dinero. Debemos quitarnos la mentalidad
de inculcar hombres de dinero para el día de mañana. Dios puede darnos dinero, Él
tiene todo el oro del mundo en Sus manos, pero esa no es la razón por la cual
estamos aquí, Dios bendice y nos provee del dinero para vivir.
2.- EL VARÓN DE DIOS ES CONOCIDO POR LAS COSAS QUE SIGUE

2.1.- Primero, sigue la justicia

¿Qué es la justicia? Es el sincero deseo de hacer lo correcto en todo tiempo. El


varón de Dios no pregunta ¿cuánto me vas a pagar por hacer eso? Pregunta ¿es
correcto eso? No pregunta ¿qué gano con esto? Antes él pregunta ¿es correcto lo
que me estás pidiendo que haga?

Este mundo está tan lleno de cosas injustas que estamos hasta la coronilla de tanta
corrupción, de tanta injusticia. La justicia sale torcida y no solo en nuestro país
sino en el mundo entero y los hombres de Dios que siguen la justicia están
escaseando. Enseñemos a hacer lo correcto.

2.2.- En segundo lugar, sigue la piedad

Mientras la justicia es lo que uno hace, la piedad es lo que uno es, es lo interno de
la justicia. Justicia es hacer lo correcto. Piedad es lo que uno tiene dentro, correcto
o incorrecto. Una persona de piedad va a hacer las cosas justas.

Sigue la justicia, sigue la piedad, no nos preocupe solamente lo que hacemos sino
lo que somos. A Dios le importa más lo que eres que lo que haces, porque una vez
que eres justo, harás lo correcto. Muchas veces no hay compatibilidad con lo que
hacemos y con lo que somos porque por un momento podemos hacer cosas buenas,
pero pronto se va a revelar lo que realmente somos.

2.3.- En tercer lugar, sigue la fe

La fe es lo que uno tiene. Hay muy pocos que siguen la fe. Nuestra fe debe
distinguirnos en todo y por todo. En carencias, en necesidades, en enfermedades y
en problemas. Un varón de Dios es aquel que sigue la fe, que crece en la fe, que
procura la fe y escoge el camino de la fe. Siempre confía en lo que Dios dice,
siempre depende de lo que Dios dice, y la Palabra de Dios es lo que produce fe.

2.4.- En cuarto lugar, sigue el amor

El amor es lo que uno da. Cuando dice que sigue el amor está hablando del amor a
Dios, no el amor apasionado de este mundo, no el amor erótico que el mundo
ofrece, está hablando del amor de Dios, el amor por Dios y el amor en Dios.
El amor a Dios es el primer y más grande mandamiento y debemos preocuparnos
mucho por amar a Dios.

Hoy en día se proclama mucho del amor; hay que amar a todo mundo. Hay que
amar a los árboles, hay que amar a los delfines, a los tigres, a las ballenas y a
muchos otros animales que están en peligro de extinción. Así como amas a los
homosexuales, ama a los gusanos, a las lombrices, a los caracoles. Pero cuando
dices: Yo amo a Dios. La misma gente nos señala como fanáticos. ¿Qué es lo que
pasa? Amen a todo, menos a Dios. Este mundo se encuentra de cabeza.

2.5.- En quinto lugar, sigue la paciencia

La paciencia es lo que uno lleva. ¿Qué sería de nosotros si no hubiera hombres que
predicaran con paciencia la Palabra de Dios?

Doy gracias a Dios por ustedes que se mantienen fieles al Señor, pero más de uno
pisa con sus hechos lo que predicamos. ¿Y saben qué? Dan ganas de dejarlo todo,
tantos años predicando y enseñando la Palabra de Dios para que los hermanos
sigan en sus caprichos, no vale la pena.

Pero el hombre de Dios sigue la paciencia. Papá, predica tu fe en el Señor con


paciencia. La paciencia da fruto. ¿De qué sirve lo que predicamos? De mucho,
porque habrá alguno que siga fiel. La Palabra de Dios promete no volver vacía.

2.6.- También sigue la mansedumbre

Así como la paciencia es lo que uno lleva, la mansedumbre es lo que uno puede. El
varón de Dios tiene que ser manso. Cristo dijo: Aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón. ¿Quién fue Moisés? El hombre más manso de toda tierra. Si
hay algo que distingue al varón de Dios es su mansedumbre.

3.- EL VARÓN DE DIOS ES CONOCIDO POR LAS COSAS POR LAS QUE PELEA
1 Timoteo 6:12
Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado,
habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.
Judas 3
Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha
sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una
vez dada a los santos.
¿Por qué cosas peleamos? El varón de Dios pelea la buena batalla, no pelea por
más terreno en el vecindario, no pelea por las cosas livianas pasajeras de este
mundo, el varón de Dios pelea por la fe, contiende por la fe, pelea por la justicia,
por la rectitud, por el amor de Dios, por la santidad y por las cosas que valen la
pena. Pelea la buena batalla de la fe.

Muchos pelean el territorio del narcotráfico, un puesto en el gobierno para ganar


más dinero y no para servir a la gente, pelean por posición en la educación, en la
cultura y en las artes. El varón de Dios pelea la batalla de la fe porque eso es lo
único que va a permanecer.

Cuando se agrede el nombre de Cristo, ¿te duele? ¿Defiendes la fe? ¿O se pueden


burlar de Cristo o de la Biblia y de los hermanos delante de ti? Entonces no eres un
varón de Dios, porque el varón de Dios pelea la batalla de la fe.
No quiero decir que agarres a golpes a las personas blasfeman, sino que haya una
voz que defienda la fe.

Vean ustedes las cosas que el mundo defiende: la homosexualidad, los derechos de
no sé quién y ¿quién defiende la fe? Dios no puede bendecir a un país que se pierde
en la idolatría, hipocresía e inmoralidad, porque la bendición viene de arriba.

¿Cuál es la esperanza para los países, para las generaciones? y ¿Dónde está la
esperanza para nuestras generaciones venideras? ¿Saben dónde? En los varones de
Dios. ¿Cuál es el anhelo de tu vida? ¿Por qué sacas la espada? ¿Cuáles son las
cosas que ves como agresivas y peligrosas delante de ti? Eso te distingue entre un
varón de Dios y un varón del mundo.

Hacen falta varones de Dios, vamos a criarlos, vamos a enseñarles. Los ataques y
agravios en contra de la Palabra de Dios van a encontrar oposición solamente
cuando se encuentren con un varón de Dios que defienda la fe.

Para ser un varón de Dios hay que ser decidido y valiente. El día de mañana que
nuestros hijos al vernos partir a la presencia del Señor puedan decir mi papá era un
varón de Dios y en vez de ponerle cruces y en vez de escribirle en el epitafio
descanse en paz, mejor que diga en la lápida: Aquí reposa un varón de Dios.

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