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“Más vale adquirir sabiduría que oro; más vale adquirir inteligencia
que plata” (Proverbios 16:16, NVI).
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Así que no vamos a hablar hoy de cómo hacer dinero, sino
de la sabiduría que necesitamos para manejar nuestro dinero, y
que nuestro dinero no nos maneje a nosotros. Y esto es así por
dos razones:
1. Dios es la sabiduría y quiere que lo busquemos a él.
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas
estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33, RVR1960).
2. Tener dinero y no tener sabiduría para manejarlo, es
peor que no tener dinero.
Hablemos de plata
El dinero es un tema tabú. El dinero es ensuciado en su
reputación y se lo aleja de los temas espirituales. Históricamente
el dinero ha estado alejado de los púlpitos por ser considerado
un tema no espiritual.
Pero la forma en la que manejemos nuestro dinero habla
mucho de nuestro estado espiritual. Porque una vida
desordenada desde lo material es reflejo de un desorden
espiritual.
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Un cristiano que ha nacido de nuevo, que tiene una
fervorosa vida espiritual, que se esfuerza por no cometer errores,
que tiene disciplina, dominio propio, que tiene humildad, y
busca sabiduría, necesariamente tiene que poder mostrar una
vida, mínimamente, ordenada. Ordenada en la armonía de su
hogar, en su vínculo con su familia, esposa, hijos, ordenada en
sus tiempos, en su agenda, y por supuesto, ordenada desde lo
económico. No digo que tiene que ser rico o millonario, pero al
menos, ordenado.
Y se los voy a demostrar con el versículo.
“¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena
conducta sus obras en sabia mansedumbre” (Santiago 3:13, RVR1960). -
“Vive bien, vive sabiamente, vive humildemente. Es la forma en la que
vives, no la forma en la que hablas, la que cuenta” (Santiago 3:13, MSG).
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Esmirna
“Yo conozco tus obras, tus sufrimientos, y tu pobreza (aunque en
realidad eres rico). Sé cómo te calumnian los que dicen ser judíos, pero que
en realidad no son sino una sinagoga de satanás. No tengas miedo de lo que
vas a sufrir, pues el diablo pondrá a prueba a algunos de ustedes y los
echará en la cárcel, y allí tendrán que sufrir durante diez días. Tú sé fiel
hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tenga oídos, que
oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: El que salga vencedor, no sufrirá
el daño de la segunda muerte” (Apocalipsis 2:9-11, RVC).
Los que conocen los primeros tres capítulos de
Apocalipsis, saben que los mensajes a las siete iglesias suelen
contener algunos reproches a algunas iglesias. Pero en el caso de
Esmirna, nada les reprocha Jesucristo. NADA. Y eso ha hecho
que la tomamos de modelo. Entonces, si Esmirna era pobre,
nosotros debemos ser pobres también.
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cristianos perdían sus trabajos porque el gobierno los odiaba.
Perdían sus posesiones porque el gobierno no los protegía. Los
creyentes en Esmirna pagaron un precio alto por seguir a Jesús.
Sufrieron por su fe. No debemos buscar las pruebas y los
sufrimientos, pero cuando éstos vienen, sepamos que Dios tiene
un propósito.
Eran pobres (gr. ptojeia: indigentes). La consecuencia
lógica de vivir bajo persecución es la pobreza. La forma en que
el griego describe a los creyentes en Esmirna es, “los más pobres
de los pobres”. Es posible que algunos no tuvieran ni siquiera
dos monedas. El gobierno no los protegía de los ladrones y al
igual que a muchos otros creyentes, les habían robado sus
propiedades y posesiones
Estos creyentes eran pobres según las normas del mundo,
pero espiritualmente ricos. ¿Por qué? Porque había que
permanecer en la fe sufriendo todo esto. ¿Cuántos de nosotros
permaneceríamos en la fe si sufriéramos eso? Los de Esmirna
tenían una fe poderosa.
EN GENERAL: En la mayoría de los casos de la iglesia
primitiva, los creyentes sufrían persecución y POR ESA
CAUSA, eran pobres. PORQUE NO HAY OTRA CHANCE.
Bajo persecución se es pobre.
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Los creyentes de Esmirna, y en general, de la iglesia
primitiva, eran tan pobres desde lo material, pero tan ricos desde
lo espiritual, que hemos acabado por espiritualizar la pobreza.
Ahora, no es que fueran espirituales porque eran pobres,
sino que eran espirituales porque A PESAR DE SER POBRES
Y DE SUFRIR PERSECUSIÓN, mantenían la fe.
Los mártires de la iglesia primitiva son los responsables de
que hoy nosotros creyéramos en Cristo. Ellos regaron con su
sangre la semilla del evangelio. Les debemos mucho a esos
primeros cristianos. Le debemos a Cristo nuestra salvación, pero
le debemos a los primeros cristianos el haber conocido a Cristo.
Ahora, cada uno de nosotros, les puedo asegurar, somos
millonarios al lado de los creyentes de Esmirna.
Y aquí es donde entramos en el tan polémico tema de la
teología de la prosperidad. Los que critican la teología de la
prosperidad critican que se diga que “Dios me debe prosperar”.
Y yo también critico eso. Porque Dios no le debe nada a nadie
ni debe nada. Solo es deudor de sí mismo, de ser fiel a él mismo.
Teología correcta: en ausencia de persecución, un cristiano
debe prosperar.
Fundamento:
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“Los bendijo Dios y les dijo: «Fructificad y multiplicaos; llenad la
tierra y sometedla; ejerced potestad sobre los peces del mar, las aves de los
cielos y todas las bestias que se mueven sobre la tierra.»” (Génesis 1:28,
RVR1995).
El plan de Dios para la humanidad era ser fructíferos y
llenar toda la tierra. Esto nunca dejó de ser el plan de Dios.
Lo que ocurrió con el pecado es que Dios introdujo un plan
adicional, el plan de salvación, pero este plan nunca dejó de estar
vigente. Esta es la voluntad de Dios.
Deuteronomio 28 es un listado de bendiciones materiales
que son la consecuencia de obedecer a Dios.
“Gozarás de todas estas bendiciones si obedeces la voz del SEÑOR
tu Dios: Serás bendito en la ciudad y serás bendito en el campo. Te
bendecirá con muchos hijos, y bendecirá tus campos con buenas cosechas. Las
crías de tus animales serán benditas y tus terneros y corderos serán benditos.
Tu canasta y tu tazón de amasar serán benditos. Serás bendito en todo
tiempo y en toda actividad” (Deuteronomio 28:2-6, PDT).
Si la Biblia dice “Gozarás de todas estas bendiciones si
obedeces la voz del SEÑOR”, ¿en qué momento se nos ocurrió
que no tenemos derecho de gozar de esas bendiciones si somos
obedientes?
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Si obedecemos a la Palabra de Dios, el resultado es la
prosperidad. Salvo que nos toque, por voluntad y soberanía de
Dios, sufrir por la palabra de Dios, porque Dios nos ha llamado
específicamente a eso. Salvo que eso ocurra, la consecuencia de
obedecer a Dios es mostrar con nuestras vidas el resultado.
En términos generales, Dios quiere mostrarle al mundo que
sus hijos viven bien haciendo las cosas bien, y no como en el
mundo, que viven bien haciendo trampa, con fraude,
ventajismo, etc. Dios quiere mostrar que puedes prosperar aun
cuando resignas el 10% de tus ingresos a la iglesia. Dios quiere
mostrar que puedes prosperar aun cuando dedicas buena parte
de tus bienes a ayudar a los necesitados.
“El SEÑOR te hará ir a la cabeza, no al final; siempre estarás en
la cima y no en el fondo. Esto sucederá si tú escuchas los mandamientos que
el SEÑOR tu Dios te manda hoy y los obedeces cuidadosamente”
(Deuteronomio 28:13, PDT).
Esto sucederá si escuchas los mandamientos. Es por eso,
que en la iglesia tenemos que hablar de dinero, porque la Biblia
tiene muchos mandamientos acerca del manejo del dinero, y por
lo general no los tocamos.
Es el plan de Dios que seamos prósperos.
Es el plan de Dios, es lo que él tiene pensado. No es su
obligación. Es, más bien, el desafío que nos ofrece.
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Si hacemos lo que Dios nos manda en su palabra, el
resultado más probable es la prosperidad, salvo una tragedia, una
prueba permitida por Dios.
La voluntad de Dios no es el desierto, es la tierra
prometida.
Ahora, qué pasa. Pasa que si no tenemos una adecuada
doctrina del dinero en la iglesia, termina pasando lo que pasó
con Laodicea.
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No tenían fuente de agua por lo tanto ésta se llevaba de
unas fuentes termales calientes que estaban a unos 10 kilómetros
hacia el sur. El agua era caliente en su vertiente, pero cuando
llegaba a Laodicea ¡estaba tibia!
Los creyentes en Laodicea eran tibios.
Los creyentes de Laodicea no eran fríos y esto muestra que
habían sido nacidos de nuevo. Sin embargo, con el pasar del
tiempo, su amor cambió de caliente a tibio. Se parecían a las
aguas de su ciudad. Era caliente cuando salía de la vertiente,
pero se entibiaba a lo largo del trayecto. Cuando llegaba a la
ciudad era tibia. Quizá la causa por la que se entibiaron los
creyentes de Laodicea fueron a las preocupaciones por los
negocios. La ciudad era famosa por su comercio y su riqueza.
Es posible que la preocupación por las riquezas ahogara su vida
espiritual, como lo anticipó Jesucristo en la parábola del
sembrador. Por eso les dije al principio: tener dinero y no tener
sabiduría, es lo mismo que la nada, porque en definitiva, perdés
lo más valioso, que es tu vida espiritual.
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¿Cómo es la GENTE TIBIA?
¿Hay gente tibia en la iglesia hoy en día?
Ellos no se oponían a Jesús, pero no se le acercaban.
Algunas veces asistían a la iglesia. (Si hoy no vas a la iglesia
para ver el partido es porque sos rico, porque tenés televisión y
cable, que si no tuvieras, vendrías a la iglesia, y seguro a orar
para que Dios te de tele y cable). Ricos, amigos nuevos, golf.
Algunas veces pagaban sus diezmos.
De vez en cuando oraban.
No eran ni demasiado malos, ni demasiado buenos. Nadie
los acusaba de ser demasiado espirituales.
Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos;
y serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de
mosto. (Proverbios 3:9-10. RVR1960).
¿Dice “honra a Dios con tus bienes” y serás super pobre
pero super espiritual? No.
Ahora, la pregunta es: ¿Cómo puedo honrar a Dios con mis
bienes si no tengo bienes? Esto no significa que el que no tiene
bienes no puede honrar a Dios. Los pobres de Esmirna, así
como los perseguidos de Nigeria o de Irán honran a Dios con
algo mucho más excelso que sus bienes, lo hacen con su vida.
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Pero no todos tendremos el sumo honor de ofrecer nuestra
vida como ofrenda por el evangelio. Algunos, apenas tendremos
el honor de ofrecer nuestros bienes.
Entonces, ¡vaya si precisamos una acabada doctrina del
dinero!
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La única manera que existe en el planeta para desarrollar
dominio propio: Ayuno.
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El agente más poderoso para generar conducta de
prosperidad es el diezmo.
¿Por qué? Porque el diezmo te obliga a no gastar todo tu
ingreso.
El diezmo tiene como objetivo servir y honrar a Dios, pero
subsidiariamente, educa nuestro presupuesto, porque nos obliga
a acomodar todos nuestros gastos de manera que no consuma
todo lo que entra. Una vez que tenemos el hábito del diezmo en
nuestro presupuesto, será menos difícil comenzar a ahorrar. Y la
prosperidad llega cuando nos tomamos nuestro ahorro con la
misma seriedad con la que nos tomamos el diezmo.
Sea como sea tu situación: NO MENOSPRECIES TU
CAPACIDAD DE AHORRO, POR PEQUEÑA QUE SEA.
Hay gente que como lo que puede ahorrar mensualmente le
parece una insignificancia, no lo hace. Esa gente no prospera
nunca.
Si tienes la disciplina espiritual de ayunar, entonces
desarrollarás dominio propio. Si tienes el dominio propio
desarrollado para aguantarte de no hacer ciertas cosas, te podrás
aguantar de no gastar. Si te aguantas de no gastar, vas a ahorrar.
Y si ahorras, vas a tener oportunidades de invertir. Y si inviertes,
vas a prosperar.
No le creas al slogan de la tarjeta de crédito que te dice:
GASTÁ QUE LA VIDA ES AHORA. No.
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La vida no es ahora. La vida es lo que haces hoy por tu
futuro.
Si pudrís la raíz hoy, pudrís el árbol de mañana.
“Lo que fácilmente se gana, fácilmente se acaba; ahorra poco a poco, y
un día serás rico” (Proverbios 13:11, TLA).
“Así como el rico gobierna al pobre, el que pide prestado es sirviente
del que presta” (Proverbios 22:7, NTV).
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la pobreza si el mismísimo Señor Jesucristo dijo que siempre
habría pobres? Eso es porque la fórmula existe, pero nadie la
aplica.
Miren:
“Al final de cada siete años, perdonarás las deudas que otros tengan
contigo. Se hará de esta manera: Cualquiera que le haya prestado dinero a
otro israelita, le perdonará la deuda. No intentará que le pague, porque un
tiempo de perdón de deudas ha sido anunciado en honor del SEÑOR.
(…). De esa manera no habrá gente pobre contigo, porque el SEÑOR te
dará muchas bendiciones en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da”
(PDT Dt 15:1-4).
Cada siete años, Dios mandaba condonar toda deuda. Y
termina diciendo: De esa manera no habrá gente pobre contigo.
O sea, Dios sabía bien que las deudas terminan generando
pobres, por eso mandaba perdonar las mismas cada siete años.
Es más, para evitar la concentración de la tierra, Dios mandaba
devolver las tierras a las familias originales cada cuarenta y nueve
años.
Levanten la mano y repitan conmigo: LA DEUDA ES
UNA FÁBRICA DE POBRES, ME VOY A MANTENER
ALEJADO DE DEUDAS. AMÉN
Todo préstamo es malo.
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Dios es un Dios de orden
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba
desordenada y vacía (…)” (Génesis 1:1-2, RVR1960).
¿Y qué hizo Dios? Dios ordenó todo. Y Dios quiere que
ordenes tu presupuesto.
Todo tiene que tener su lugar en el presupuesto.
El diezmo tiene su lugar. La ofrenda debe tener su lugar. Y
el ahorro también.
Hay personas que dicen que prefieren no ahorrar y
ofrendar lo que ahorrarían. Es una noble intención, pero lo que
acaba ocurriendo es que, al no ahorrar, no prosperan, pero
tampoco es que terminen ofrendando mucho más. Y si no
prosperan, tampoco es mucho lo que pueden ofrendar, así que
tal afirmación es una trampa en sí misma.
En realidad, detrás de esa frase se encuentra la debilidad de
la persona en cuanto a que no tiene aun el carácter suficiente
para aguantarse de no gastar y ahorrar. Como son gastadores, y
les cuesta aguantarse, como les cuesta el dominio propio, usan
de este tipo de excusas.
Pero lo cierto es que DIOS QUIERE QUE TU
AHORRES, aun a costa de que eso significa que vas a ofrendar
un poco menos.
Como se dijo: Todo tiene que tener su lugar en el
presupuesto.
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Planifica tus ofrendas. Que tus ofrendas no sean algo que
decides en el momento, cuando vienes a la iglesia, con lo que
tienes a mano.
Fortalecernos patrimonialmente nos permite servir mejor a
Dios hoy, y que nuestras siguientes generaciones también lo
puedan hacer.
Cuánto mejor patrimonialmente me halle yo, mejor voy a
poder servir a Dios. ¿Puede servir a Dios una persona que
trabaja de domingo a domingo porque está endeudada? ¿Puede
servir a Dios una persona agotada físicamente porque la
necesidad lo obliga a tener dos trabajos?
Sin duda que sí, pero no me van a negar que es mejor servir
a Dios con otro nivel de confort. Y que sin el yugo de la deuda y
sin el cansancio de la esclavitud laboral, se sirve mucho mejor a
Dios. Y Dios quiere una iglesia patrimonialmente fortalecida
para cumplir sus objetivos de ayudar al prójimo y extender el
evangelio.
Durante años tuvimos iglesias orando para que Dios algún
día tocara el corazón de algún empresario que largara un cheque.
Ya es tiempo de que dejemos ese modelo de oración y que
comencemos a tener iglesias fuertes que con los fondos que
aportan sus miembros logran llegar a más.
Pero para eso, necesitamos miembros patrimonialmente
fortalecidos.
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Herencia
Uno de los temas importantes es la herencia. Es importante
lo que hacemos, pero también lo que dejamos. La herencia
puede ser una bendición o una maldición. Siempre vas a dejar
herencia. Quieras o no. Si no dejás herencia material, vas a dejar
herencia de otro tipo. ¿Por qué no dejaste herencia material?
¿Falta de hábitos? ¿Imponderables? ¿Crisis? ¿Imposibilidad real?
¿Fatalidad?
¿Qué heredamos? Qué recibimos y qué vamos a heredar?
“Cuando alguno muriere sin hijos, traspasaréis su herencia a su hija.
Si no tuviere hija, daréis su herencia a sus hermanos; y si no tuviere
hermanos, daréis su herencia a los hermanos de su padre. Y si su padre no
tuviere hermanos, daréis su herencia a su pariente más cercano de su linaje,
y de este será; y para los hijos de Israel esto será por estatuto de derecho”
(Números 27:8-11, RVR1960).
Estatuto de derecho. El núcleo de lo que está diciendo es
“a alguien le tenés que heredar lo que tenés”.
A mayor luz, mayor responsabilidad. Ahora que te conté
esto, te traigo un versículo que te va a poner en aprietos.
“La casa y las riquezas son herencia de los padres; Mas de Jehová la
mujer prudente” (Proverbios 19:14, RVR1960).
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De nosotros, los padres, tiene que venir la casa y la riqueza.
La persona que se va a casar con nuestros tiene que venir de
Dios.
La gente suele decir que los hijos son nuestra herencia,
pero eso no es cierto. Nuestros hijos son herencia de Jehová.
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del
vientre” (Salmos 127:3, RVR1960).
Debemos heredarles la casa y la base económica para que
continúen con la vida, de la forma en que los antiguos
acumulaban una cosa llamada tesoro familiar, el que aumentaban
para pasarlo a la siguiente generación. Ese tesoro era lo que el
líder de la familia tomaba cuando, por causa de una calamidad,
tuviesen que emigrar. Con eso, iniciaban de nuevo en otro lado.
Esto es algo que deberíamos enseñarlo en el momento en
que recibimos a Jesucristo, para que nos dé el tiempo para poder
cumplirlo. Yo tengo dos hijas, significa que delante del Señor
soy responsable de dejarle dos casas.
No sé si llegaré, pero lo que sí tengo claro es que tengo que
dejarles a mis hijas una base superior a la que nosotros recibimos
de nuestros padres. Y debemos educarlas a ellas para que ellas
administren adecuadamente lo que les vamos a dejar para que
ellas les dejen una base aun superior a nuestros nietos.
Si aprendemos esto, deberíamos organizarnos de tal
manera de algo dejarle a nuestros hijos. Y no solo dejarle algo a
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nuestros, sino establecer la tradición de que cada generación
debe resguardar lo que recibió de la anterior y pasarle una
herencia aumentada a la siguiente.
No es “Dios proveerá”. Dios piensa generacionalmente.
Esto exige, de parte de nosotros, tener el carácter de
privarnos de un montón de cosas para poder acumular para la
generación siguiente. Y esto es contracultural, porque nuestra
cultura no nos invita a privarnos de nada, sino a disfrutar de
todo. La cultura de hoy es la gratificación inmediata.
“Una mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a
Eliseo, diciendo: Tu siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo
era temeroso de Jehová; y ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos
por siervos” (II Reyes 4:1, RVR1960).
El tipo se muere y deja una deuda. Tipo temeroso de Dios,
profeta, ministro, pero no tenía sabiduría para manejar el dinero.
Y ahí les dejó un lío a la viuda y a los huérfanos.
Tu fortaleza patrimonial te permitirá a ti servir mejor a
Dios, y permitirá a tu siguiente generación servir mejor y más.
Hay casos de personas que han atravesado tanta dificultad
que no han podido dejar una herencia material, pero han
aplicado estos principios y le han dotado a sus hijos de las
herramientas para que ellos sí generen su patrimonio.
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LA GENTE EXITOSA HACE DE FORMA
CONSTANTE LO QUE OTROS HACEN DE FORMA
OCASIONAL.
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