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ORLANDO IBARRA CASTRO

INSTITUTO BIBLICO
COMUNIDAD CRISTIANA EL CAMINO

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

1 NO TENDRAS DIOSES AJENOS DELANTE DE MI 5 HONRA A TU PADRE Y A TU MADRE

2 NO TE HARAS IMAGEN NI NINGUNA SEMEJANZA DE LO 6


QUE ESTE ARRIBA NO MATARAS
3 NO TOMARAS EL NOMBRE DE JEHOVA EN VANO 7 NO COMETERAS ADULTERIO

4 ACUERDATE DEL DIA DE REPOSO PARA SANTIFICARLO 8 NO HURTARAS

9 NO HABLARAS CONTRA TU PROJIMO


FALSO TESTIMONIO
10 NO CODICIARAS LA CASA DE TU PROJIMO

DEUTERONOMIO 5
Llamó Moisés a todo Israel y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y decretos
que yo pronuncio hoy en vuestros oídos; aprendedlos, y guardadlos, para
ponerlos por obra.
2 Jehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb.
3 No con nuestros padres hizo Jehová este pacto, sino con nosotros todos
los que estamos aquí hoy vivos.
4 Cara a cara habló Jehová con vosotros en el monte de en medio del
fuego.
5 Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para declararos la palabra
de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al
monte.
ORLANDO IBARRA CASTRO
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En el Antiguo Testamento vemos que Dios quiso establecer un pacto con el pueblo de
Israel. Quería bendecir a este pueblo y glorificarse por medio de ellos. Como todo pueblo
y toda nación en este mundo, Israel necesitaba estructura y orden. Una de las formas
como Dios proveyó esto fue estableciendo lo que hoy conocemos como los Diez
Mandamiento.
Después de haber salido de Egipto, Israel llegó al lugar en el desierto donde está el Monte
Sinaí. Durante tres días Dios ordenó a Moisés a preparar el pueblo porque quería
descender sobre ellos y establecer su pacto. Cuando el pueblo estuvo listo para estar en
su presencia, Dios se manifestó en forma de fuego. Dice el capítulo 19 de Éxodo que el
monte entero estaba cubierto en humo y temblaba violentamente. El pueblo, asustado,
estaba abajo del monte con Moisés y Aarón frente a ellos, esperando escuchar lo que Dios
iba a decir. Ese día Dios estableció la lista de reglas que hoy conocemos como los Diez
Mandamientos. Dios también los escribió en dos tablas y se los dio a Moisés.
El pueblo había entrado en un pacto con Dios y Moisés le ordenó que escuchara,
aprendiera y obedeciera sus estatutos. Los cristianos también han entrado en un pacto
con Dios (a través de Jesucristo) y deben ser sensibles a lo que Dios espera de ellos. La
triple orden que Moisés dio a los israelitas es un consejo excelente para todos los
seguidores de Dios.
Oír: es absorber y aceptar información acerca de Dios.
Aprender: es comprender su significado e implicaciones.
Guardar: es llevar a la práctica todo lo que hemos aprendido y comprendido.

Las tres partes son esenciales para una creciente relación con Dios.

Propósito:
Nos enseña que ÉL es el único Dios a quien hemos de amar, adorar y servir
Para proteger nuestra dignidad y libertad de realizarnos como hijos de Dios
El mundo religioso está lleno de personas que creen que pueden salvarse guardando estos
preceptos. La Biblia dice lo contrario y afirma que nadie será salvo guardando los Diez
Mandamientos. Entonces, la ley no fue dada para salvarnos, sino para convencernos de
nuestros pecados y entonces mostrarnos nuestra necesidad de Cristo. “Ya que por las
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obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la
ley es el conocimiento del pecado”. (Romanos 3:20) Para ser justificados ante Dios, sólo
confiamos en Cristo como aquel que cumplió la ley en su vida de obediencia, y en su
muerte de castigo, como el sustituto y representante de los creyentes. “Sabiendo que el
hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo...” (Gálatas
2:16)
Los Diez Mandamientos son las reglas o normas de justicia tanto para los creyentes como
para los incrédulos.
Son un reflejo de la naturaleza y el santo carácter de Dios. Cuando la Biblia dice: “Sed
santos porque yo soy santo”, no se puede definir la palabra santo sin referirse a los
preceptos morales resumidos en los Diez Mandamientos. El pecado se define en términos
de la violación de los preceptos morales de la ley. “Todo aquel que comete pecado,
infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”. (1 Juan 3:4) Los
inconversos aún tienen la ley de Dios escrita en sus conciencias, y ellos serán juzgados y
condenados en el día del juicio según la luz que tienen. (Romanos 2:11-16)

Los Diez Mandamientos sirven para conducirnos a la manifestación práctica del amor.
“Y este es el amor, que andemos según sus mandamientos”. (2 Juan 6) El problema básico
del incrédulo es que no ama a Dios. Por lo tanto, es enemigo de Dios; no se sujeta a sus
mandamientos, ni le puede agradar. (Romanos 8:7-8) Al contrario, el creyente ya ama a
Dios porque ha sido cambiado por Él; ahora quiere agradarle y servirle; quiere ser
semejante a Él. El creyente encuentra en los Diez Mandamientos mucha ayuda porque los
mandamientos le enseñan como manifestar su amor. Los primeros cuatro mandamientos
significan: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu
mente”. (Mateo 22:37) Los otros seis mandamientos gobiernan la relación entre nosotros
y el prójimo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende
toda la ley y los profetas”. (Mateo 22:39-40)

Aplicación Personal

1. ¿Tiene usted un corazón resentido hacia Dios, como tenían los israelitas en el tiempo de
Malaquías? Ellos dijeron: ¿“Qué aprovecha que guardemos su ley”? (Malaquías 3:14)
2. ¿Tiene usted un corazón cambiado? ¿Ha sido convencido por la ley de su condición
perdida? ¿Está arrepentido ahora y creyendo en el Señor Jesucristo como su único y
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suficiente Salvador? “Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y
sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al
mundo...” (1 Juan 5:3, 4)
3.Nuestro señor Jesucristo no vino a darnos unos nuevos mandamientos por el
contrario nos explica a fondo los que ya existen (sermón del monte) se encarga
entonces detalladamente que entendamos la intención del padre cuando dio sus leyes
( monte Sinaí).
4.el señor Jesús nos enseña que debemos cuidar las motivaciones de nuestro
corazón , y que en nuestras palabras esta el poder de la vida y de la muerte con esto
confirmando que las palabras pueden llegar a ser nocivas debemos ser sabios al
usarlas
5.tener cuidado del enojo ; el estar enojados con nuestro hermano no nos deja
llegar a la presencia de Dios y es estorbo para adorar a Dios en el altar.

Aplicación en la Sociedad
Vivimos en una época de relativismo cultural. El secularismo ha convertido a la moralidad
en una preferencia personal.
El pecado, la maldad y las afrentas son palabras que han perdido todo significado en un
mundo donde no hay verdades absolutas. Pero en cambio, la crítica a las acciones
depravadas es condenada por su fanática falta de tolerancia.

2. No tendrán otros dioses delante de Mí…


Adoramos dioses falsos cuando nuestros héroes no son elegidos por sus valores sino por
su riqueza. Idolatramos a las personas ricas y buscamos tener vidas que llenarán nuestra
cuenta bancaria pero que dejarán nuestro espíritu vacío.
Inculcamos en nuestros hijos el objetivo del éxito, y luego lo definimos de forma tal que
los deja espiritualmente insatisfechos.
Si comparamos los salarios de nuestros educadores y nuestros líderes espirituales con los
de los grandes empresarios, las estrellas del mundo del deporte y las figuras famosas del
espectáculo, entonces podremos discernir con gran facilidad qué se valora más en el
mundo hoy en día.
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Creer en Dios requiere que rechacemos todos los falsos dioses de nuestra sociedad, que
sólo buscan callar la voz de nuestra conciencia y las emociones de nuestra alma.
El floreciente mundo de la tecnología no ofrece ni descanso ni tiempo para introspección.
El ataque incesante de emails, mensajes de texto y la navegación por internet son ‘armas
de distracción masiva’.
Hace falta mucho coraje para desafiar a una cultura que valora la promiscuidad sexual y
que glorifica la obsesión con la pornografía. Nuestra sociedad le enseña a nuestra
juventud a creer que el placer físico es el mayor bien que hay y que ser sexualmente
atractivo es más importante que el carácter, la inteligencia y que cualquier otro logro
humano. Desde el sexo casual hasta las uniones adúlteras, el mundo contemporáneo ha
cambiado el séptimo mandamiento por el libertinaje y la inmoralidad, teniendo que pagar
el inmenso costo de hogares destruidos, fantasías incumplidas y el sufrimiento que surge
de violar las leyes divinas que Dios nos enseñó para alcanzar la verdadera felicidad.
El chisme es como una cloaca social para los oídos. Sin embargo, nuestra cultura lo
convierte en el principal objetivo de la prensa y en un tema constante de nuestras
conversaciones. Para la Torá era más que un pecado: era una enfermedad, una
enfermedad similar a la lepra que requería que los culpables fueran castigados con
aislamiento.
Siempre es buena idea recordar el famoso aforismo de Eleanor Roosevelt: “Las grandes
mentes discuten sobre ideas, las mentes promedio discuten sobre eventos y las mentes
pequeñas discuten sobre personas”.

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