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Evocaciones

P o r
ante unos
A g u s t í n
berberechos
R e m c r
M onoiogo euocaiivo de vuestra carne jugosa se des-
prenden unas frescas bocana-
(Pero seremos nosotros los das de! mar que os cobija.
que únicamente hablemos. Aun- Ai hallaros ahora en el Pla-
que en toda evocación intervie- ta opulento y generoso, ha cam-
nen, más voces que u n a . . . ) biado vuestra ingenua presencia.
¡ Quién iba a decirnos que La concha — cuna y sepulcro
volveríamos a encontrarnos, hu- — ha desaparecido. Una salsa
mildes y cordiales berberechos 1 inquietante os adoba y adultera.
I Y en Buenos Aires 1 Seguís siendo berberechos, sin
El mundo es bien pequeño, con duda, pero, como aquel mozo me-
la agravante de que hay pocas dio calvo y canoso ,no parecéis
esperanzas de que crezca. A na- los mismos de otros tiempos...
da ni a nadie, puede darse un [Y, sin embargo, yo sé que no
adiós definitivo. Ni siquiera a os molesta vuestra culinaria
los difuntos, de quienes uno se transformación I
despic» con formalidad auste- Al trasponer los mares, vues-
Decoración ra, se eS'tá seguro de no volver a tro destino se ha engrandecido,
tropezárselos. Con un poco de se ha aristocratizado. Acostum-
No se oye música alguna en buena voluntad puesta alrededor brados a ser ingeridos en Gali-
este bar señoril y confortable. de una mesita, se vuelve a tra- cia con la mecánica rutina de lo
No debe haber orquesta. Pero, bar relación con los idos. Y si cuotidiano, por gentes de forzo-
por si acaso, no intentemos ave- no co'.i los reclamados, con los sa parquedad gastronómica, ¡qué
riguarlo. Toda indagatoria^ pue- otros idos que os acompañan en emoción no experimentaréis al
de acarrear engaños. Digámos- el tecleo del velador... .íentirr; próximos a los labios
lo en inglés, para mayor cla- ¡ Ah, modestos y sabrosos diestramente pintados de las
ridad : "Ask no questions and berberechos, camaradas siempre damas porteñas! i Imaginasteis
you'll be told not lies". presentes en tantas de mis di- lo que la delectación de esas bo-
gestiones laboriosas! cas aromatizadas representa?
Ausentes largos años de la
ciudad amada, nos sentimos un Cuando, agazapados en las Ya no sois el marisco común
tanto mohínos y abandonados en- arena; húmedas de las gallegas y barato que se extrae sin in-
tre la concurrencia del local. playas, erais extraídos por ¡as terés y se consume sin honores.
No conocemos a nadie. _ Nadie rapazas fornidas y saludables, Ahora merecéis un mimo gusta-
repara en nosotros. Quizá aquel I soñasteis por ventura cruzar a tivo de mujercitas adorables. Si
camarero, medio calvo y cano- la otra orilla del mar inmenso? las vieran, al saborearos, estre-
so, sea el mismo que en otras En la cuna pródiga de Gali- mecerse placenteramente, ¡qué
épocas, cuando tenía una enca- cia, la muelle, sois ¡oh, berbe- sonrisa de socarrón asombro se
britada cabellera rubia, nos ser- rechos !, el marisco menos orna- dibujaría en las bravas mozue-
vía sil consultarnos... mental y complicado, el crustá- las que entre las rocas os re-
ceo más tosco, la cenicienta de buscan 1
Mucha gente. Bastantes mu-
jeres. Predominan las de ori- la fauna submarina, el "croque" Porque a la par que con des-
gen sajón. A las porteñas se desvalido y plural. lumbramiento por sus galas y
las distingue por su mayor ele- Sois el alimento de! pobre, belleza, las contemplarían con
que limita a vosotros los man- cierta lástima estupefacta.
gancia, y porque todas son igual-
mente elegantes. Y es que todas jares afrodisíacos que el Océa- Y es que pensarían que si a
van vestidas de la misma for- no sirve a la gula de las gen- vosotros, proletarios, como ellas,
ma. Los mismos bellos colores, tes. Por sólo unas monedas, os del mar nativo, dispensaban esa
las mismas admirables hechuras, adquieren, y la unidad que re- acogida "señoronas" de tal fus.
idénticos sombreros y zapatos. gula vuestra venta, no es la do- fe, ¿qué alborozado fervor es-
cena ni el centenar, sino el ces- tomacal no les causaría el co-
Todo muy chic, pero muy uni- nocimiento de vuestros herma-
forme. La armonía está bien, to ambiguo y multiforme. Vi-
vís llana y obscuramente. Las nos mayores, de la vieira ultra-
siempre que no sea demasiado exquisita, del percebe quinta-
perfecta... marea.i os arrojan, indefensos y
a montones, a las playas, y lue- esenciado, de la maravilla impo-
Tenemos la sensación de que nente de h centolla, del sutil
las mujeres son ahora menos jó- go, al emprender el camino fa-
tal hacia las fauces del Hom- morruncho, y de todos, en fin,
venes que antes. Mas quizá pro- esos mariscos que Dios ha crea-
voque nuestra impresión pesi- bre, lo hacéis, como escribe el do para darnos cabal idea de su
mista el hecho, tan amargo, de periodista porteño, en el más inagotable magnanimidad?
que lo mismo nos ocurre a nos- franciscano de los anónimos.
otros. Pero sois de una grata y mo-
derada suculencia, y, en compli-
Con el cóctel, sutilmente en- cidad con el limón, alcanzáis a
marañado, nos sirven las indi- constituir como un eco de vues-
gestas amenidades de siempre. tras encopetadas parientes, las
Maníes, papas, empanaditas... ostras. Y si es verdad que ja-
Pero, no. Hay una innovación. más albergáis en vuestro seno la
El comestible neologismo se perla problemática, en cambio
exhibe en un plato de cristal. Lo
exploramos. ¡ Son berberechos I
Ya no nos sentimos tan solos.
Ya conocemos a alguien en el
bar señorial y confortable. | Con-
versemos, pues, berberechos ami-
gos 1

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