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ARGUEDAS: UN ESCRITOR

COMPROMETIDO
Su escritura plasmaba la realidad que vivió, sintió, sufrió y gozó. La realidad del
conflicto de dos culturas opuestas, encontradas, controversiales, y a la vez, dos
realidades en proceso de fusión, o mejor, de entrega incondicional…

José María Arguedas fue un escritor, etnólogo, antropólogo y profesor peruano cuyo prolífico trabajo presenta el
problema de la confrontación cultural, educativa y económica entre los indígenas y los terratenientes en el siglo XX.
Con ese fin, en sus obras ha visibilizado la interculturalidad conflictiva, que mediante su fuerza literaria evidenció el
sufrimiento indígena. Ante esta realidad conflictiva, también planteó alternativas en el campo de la educación
peruana, que permitan superar las peripecias de los indígenas. El indigenista peruano no solo resaltó la confrontación,
sino pretendió demostrar la realidad de los indígenas, quienes no tenían valoración étnica ni lingüística. Así,
Arguedas, fue el medio de diálogo entre los indígenas y sus explotadores, en el marco de la interculturalidad como
proyecto.

La vida y la obra literaria y social de José María Arguedas está enmarcada en los hechos sociales y políticos
significativos del Perú en los primeros 60 años del siglo XX: un mundo de contradicciones, integraciones-
desintegraciones, ambivalente ante una aspirada modernidad en medio de idealismos capitalistas y socialistas, de
pueblos que poco a poco se van convirtiendo en híbridos, donde se mezclan costumbres, lenguajes, culturas,
explotado y explotador, la lucha por la supervivencia y el capital, que va labrando la entrada del Perú ancestral a la
modernidad incipiente de lo urbanístico e industrial, formándose cordones de miseria que se convierten en focos de
conflictos y luchas sociales.

Todo ese proceso que se fue gestando en el Perú desde finales del siglo XIX y en la primera mitad del siglo XX,
donde los habitantes de la sierra –el mundo indígena y campesino– y los habitantes del litoral –el mundo
hispanizado, dueño del poder en todas sus facetas, de habla hispana– que hasta entonces habían estado en cierta
forma demarcados como explotados y explotadores, dueños de las tierras y sirvientes de ellas, marginales e
integrados, míticos y protectores de la naturaleza contra destructores de la misma, colonizadores y colonizados, todos
estos aspectos, construyen en el Perú movimientos de reivindicación, de integración, de hacer conocer al mundo de la
sierra quechua como una parte importante para el desarrollo social, político y económico.

Pero a la vez, las resistencias del mundo hispánico del litoral y de los asentados en la sierra, que ven amenazados sus
privilegios, precipitan una serie de conflictos sociales y políticos que paulatinamente, a través del todo siglo veinte, se
transforman en un estado de hibridez cultural, política, social y económica.

José María Arguedas nace en la sierra, en Andahuaylas, Perú, el 18 de enero del año de 1911. Su madre, Victoria
Altamirano Navarro, murió tres años después; su padre, Víctor Manuel Arguedas Arellano, fue un abogado que
ejerció como juez, un poco errante por su oficio, alcohólico e inestable emocionalmente. Al morir la madre en 1914,
Arguedas pasa al cuidado de su abuela paterna Teresa Arellano, y de sus tíos Rosa y José Manuel, hasta 1917. Su
familia hispánica y en cierta forma terrateniente.

Su padre le influye modelos del mundo occidental hispánico. Es criado de los 6 a los 10 años por una comunidad
indígena quechua donde adquiere su lenguaje e introyecta su cultura –que la sigue conservando, profundizando y
defendiendo durante toda su vida, hasta creer que es parte de ellos–, desde allí pretende integrarse al mundo hispánico
y católico de los colegios y las universidades en las cuales se forma y posteriormente trabaja.

Esos mundos peruanos plagados de contradicciones y luchas se convierten en el mundo personal y literario de José
María Arguedas. No hay obra de él que no refleje la realidad que observó, experimentó y vivió, pero al mismo tiempo
la llenó de ficción con maestría literaria, dejando un rastro permanente de su sufrimiento existencial personal,
autobiográfico, hasta el 28 de noviembre de 1969 cuando se disparó en su cabeza para morir cuatro días después.

En varias oportunidades declaró Arguedas que vivió su primera infancia con una sensación de abandono, de maltrato,
compensado en parte por su relación de aprecio, admiración y temor hacia su padre, y la comunidad indígena que lo
acogió y le impregnó de su cultura.

Hay polémica entre los estudiosos de Arguedas en cuanto unos sustentan que él definitivamente se convirtió en un
indígena quechua comunitario; otros refieren que, aunque se compenetró con dicha cultura, aprendió su lengua y en
cierto modo vivió por pasajes como ellos, nunca fue totalmente un indio quechua, sabía que lo amaban, pero al
mismo tiempo lo consideraban un blanco inmerso en ellos.
Esta doble caracterización cultural –marcada por las formas de pensar y el lenguaje de dos etnias– que formó durante
su infancia y su adolescencia fueron factores fundamentales en la orientación existencial de su vida, en sus relaciones
sociales, políticas y culturales, plasmada en toda su obra literaria y antropológica. Expectativas, proyectos,
frustraciones y desesperanzas recorren la vida de Arguedas en su conflicto de coexistencia en dos mundos
aparentemente diferentes e irreconciliables, vertidos desde sus primeros escritos y su novela Yawar fiesta, hasta su
última novela inconclusa autobiográfica El zorro de arriba y el zorro de abajo.

Convivir con los indios comuneros Utec-pampa, que se diferenciaban de otras etnias indígenas por incorporar un
sentido especial de felicidad y libertad compenetrados con la naturaleza –a la cual defendían ante la amenaza
devastadora del hombre occidental que invadía sus terrenos y se asentaba en ellos para destruir y someter tanto a
campesinos como indígenas– marcó el sentido de pertenencia de Arguedas a dicha etnia, su defensa y su lucha contra
el hombre blanco occidental tanto de la serranía como del litoral peruano.

CONTEXTO LITERARIO Y CULTURAL

La obra de Arguedas se debatió entre dos mundos completamente diferentes, con características propias e historias
propias. El mundo del litoral costeño lo atormentó por la destrucción y la degradación del hombre, mostrada en la
política, en la industria, en la miseria, en el individualismo opresor, que transcribe y representa en sus obras.

Le dolió, además, la incorporación de los indígenas quechuas al mundo del litoral con la paulatina pérdida de su
lengua, sus costumbres, su fraternidad y todo aquello real y fantasioso del mundo andino. Una fantasía de una unidad
nacional impregnó su pensamiento, donde la miseria y la explotación no fueran la constante del peruano.

Pero sus escritos no solamente revelan el conflicto social de dos comunidades opuestas y contradictorias, también
revelan esa misma lucha en su interior psíquico, en su proceso de ser, porque el mismo vivió ese mismo proceso de
partir de lo indígena quechua a la urbe hispanizada, y en ello encontró incomprensiones, violencia, agresión,
desprecio, burla. La pérdida constante del sentido de su vida y la pérdida del placer por actuar en un mundo que
sentía que no le pertenecía y la necesidad de estar en ese mundo a la vez, combatiéndolo, lo precipitaban a sus crisis
creyendo que había vivido en vano.

Arguedas parte de la literatura testimonial narrando las experiencias de su infancia, tanto su integración al mundo
cultural indigenista quechua como de las vivencias de su discriminación y el maltrato del que fue objeto en infancia.
Su posterior proceso de integración al mundo hispano-parlante y las nuevas formas de ser marginado y discriminado,
pero a la vez sus lecturas y sus inicios escriturales, le dan el sentido de esa realidad externa que le había sido ajena,
asimilándola y criticándola con esa gran capacidad de intuición y comprensión que poseía. Podríamos decir que fue
un gran hermenéutico de la realidad, tanto de su mundo interior como exterior.

La reflexión crítica de su pasado y del trascurso de la vida pudo haberlo llevado a acumular una gran carga
existencial que no deseaba llevar, no la soportaba, que las satisfacciones producidas ya no le interesaban ni las
deseaba en el momento actual, quería vaciarse, sin sentimientos de reproche, pero sí de desesperanza; el suicidio era
buena opción para volver al vacío, a la nada.

Conclusion

Arguedas fue un intelectual que luchó contra la desigualdad entre los peruanos. Así, permitió colocar en la agenda de
la discusión nacional el problema de las diferencias sociales, culturales y económicas entre estos. Y más entre aquella
gente que habiendo sido dueña de las tierras del Perú, fueron despojadas inmisericordemente. Sin embargo, este
hecho no significó ningún indicio de lucha confrontacional que haya conllevado a la liquidación de alguna de las
partes, sino que motivó la reflexión entre los peruanos para buscar un diálogo de las partes comprometidas en la
problemática. Aun cuando años después se haya encendido la llama del enfrentamiento bélico que desangró a los
peruanos.

En el campo de la educación, Arguedas trazó el sendero pedagógico que hoy se continúa en el Perú. Es decir, una
educación intercultural que rescate a los niños bilingües hacia la educación formal del país, iniciando de la enseñanza
de la lectura y la escritura en su propia lengua. Antes de este planteamiento, en el Perú se había transgredido la
educación de los ciudadanos quechua-hablantes, al someterlos al aprendizaje de la alfabetización en una lengua muy
ajena a la suya. Así, por centurias se había provocado una larga tradición de frustración de los peruanos hablantes del
quechua, quienes no accedían fácilmente a la educación pública del país.

BIBLIOGRAFIA:
https://www.tandfonline.com/doi/full/
10.1080/26390043.2014.12067780

o Alemany Bay, Carmen. Cronología de José


María Arguedas, 1992, Revista Anthropos, No.
128: 27-29
o Arguedas, José María. (2011) El zorro de
arriba y el zorro de abajo. Buenos Aires:
Editorial Losada.
o Arguedas, José María. Cómo me hice escritor.
Revista de Literatura Tokapu, Nos. 2-3 febrero

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