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La Ética de Spinoza.
La relevancia de su pensamiento en la
antropología actual.
ÍNDICE
0. Introducción p.2
4. Bibliografía p.22
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0. Introducción
2
(entendimiento, mente-cuerpo, razón, etc.), y no es la posibilidad aristotélica, sino
que Spinoza utiliza el concepto como actividad, es decir, Spinoza la entiende como
la esencia activa de algo por la cual se producen los efectos inherentes a su
naturaleza.
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entre cuerpo y mente que sucede en el interior de un cerebro (“sano”, un cerebro
con equilibrio psicosomático)
Como Dios es el único ser infinito, las ideas del primer género de
conocimiento son absolutamente finitas por su causa, esto quiere decir, que
podemos incluir dentro de la definición de afección y pasión que estas desaparecen
instantáneamente. Un ejemplo de ello puede ser el picor del polen que puede
producir un estornudo, sin embargo, tras el estornudo este picor desaparece, no
existe. De esta manera, las afecciones solo se pueden padecer de forma pasiva y
que muestras las afecciones de nuestro cuerpo, unas ideas que son en su causa pero
que son sin memoria. Vivir en este primer genero de conocimiento es vivir en el
presente más puro, sin la concepción de futuro o de pasado.
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Sin embargo, hace falta algo que nos permita entender como aumentamos
y como disminuimos nuestra potencia, pues estas ideas inadecuadas solo nos
permiten actuar de manera que disminuya nuestra potencia o que mantengamos su
estado, pero no que aumentemos, y para ello Spinoza habla de dos pasiones
específicas. En la parte tercera de Ética demostrada según el orden geométrico,
Spinoza define los afectos de alegría y tristeza, y dice: “entenderé por alegría una
pasión por la que la mente pasa a una mayor perfección; por tristeza, en cambio,
una pasión por la que aquella pasa a una perfección menor. Además, al afecto de
la alegría, referido simultáneamente a la mente y al cuerpo, lo llamo placer o
regocijo, al de la tristeza, en cambio, dolor o melancolía” 2. De esta manera,
Spinoza utiliza la alegría y la tristeza para representar la mayor y la menor
potencia, y la potencia para Spinoza la esencia del ser humano, es decir, un deseo
de crecer y de mejorar en lo que se es, de recrearse a uno mismo. La alegría y la
tristeza son entonces el recurso al que llega Spinoza cuando se plantea la búsqueda
de la potencia que corresponde en acto al modo humano, y son estos dos afectos
lo que le permiten dejar de buscar a ciegas, creando ahora los límites de la
búsqueda, pues mayor es alegría y menor es tristeza. Para llegar a este punto,
Spinoza entiende que “el deseo de crecer” que supone la potencia puede surgir
tanto de ideas adecuadas como de ideas inadecuadas según los grados de
conocimiento, y además, como nuestra tendencia humana es a imaginar más que
entender, el humano va a tender a la idea inadecuada. Si aún sabiendo que
movernos a través de la razón es lo que nos permite llegar a un mayor
entendimiento de las cosas (y ser activos y libres), tendemos a hacer de forma
natural lo contrario, entonces el “deseo de crecer” pasa a ser lo que entiende por
“pasiones”, es decir, nos convierte en pasivos.
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por lo que las potencias se ven afectadas por causas externas, y son estas causas
externas las que cambian nuestra potencia. Si estamos rodeados de una comunidad,
como somos una especie social, nuestras potencias suman, y por ello estamos
alegres, mientras que si nos enfrentamos a situaciones de confrontación o división
nuestras potencias restan y por lo tanto nos ponemos tristes. Spinoza destaca que
las pasiones no son unívocas, no tienen una única dirección antropológica
negativa, sino al contrario, hay antropológicamente una condición alegre de suma
y de solidaridad entre los seres humanos, solo que el desarrollo metafísico de las
religiones de la propiedad privada a perturbado esa relación natural de
cooperación. Por otra parte, es entendible entonces la proposición XVIII de la parte
cuarta, pues en ella Spinoza ve que “el deseo que surge de la alegría, en igualdad
de circunstancias, es más fuerte que el deseo que surge de la tristeza” 3, pues el
deseo que surge de la alegría o solo se define por la potencia humana, sino también
por la potencia de la causa externa, ya que es un deseo que se ve aumentado por el
propio afecto de la alegría, mientras que el deseo de la tristeza se ve reducido por
el mismo motivo, por el afecto de la tristeza, así que solo puede definirse por la
potencia humana. De esta manera la alegría y el amor son siempre buenos mientras
que la tristeza y el odio son malos, trayendo consigo que todo pensamiento que
provoque tristeza es malo, pues disminuye nuestra potencia, como el pensamiento
sobre la muerte, y por lo tanto, con la misma regla, todo pensamiento que cause
alegría es bueno porque provoca que aumente nuestra potencia.
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c. Segundo género de conocimiento. Las nociones comunes.
En esta cita Spinoza nos muestra como hace una conexión entre este primer
género y las nociones comunes del segundo, es decir, “hay ideas o nociones
comunes a todos los hombres [, que podríamos corregir por “humanos”]. Pues
todos los cuerpos concuerdan en ciertas cosas, las cuales deben ser percibidas por
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todos adecuadamente”6 y además, si lo sumamos a la conclusión a la que llega en
el corolario de la siguiente proposición en el cual complementa afirmando que “el
alma es tanto más apta para percibir adecuadamente muchas cosas cuanto más en
común tiene su cuerpo con otros cuerpos”7. Por consiguiente, el primer género
percibe ideas inadecuadas que brotan de la imaginación, un tipo de conocimiento
que causa la falsedad y la confusión, pero en el segundo (y tercero) el conocimiento
es verdadero necesariamente. Este salto al segundo género sucede cuando aquello
que percibimos confusamente en el primer género de conocimiento lo sometemos
a interrogación, es decir, hace un esfuerzo por reconocer y distinguir las diferencias
y la falsedad, y es cuando nos interrogamos cuando se forman las nociones
comunes de las que hemos hablado. “No hay ninguna afección del cuerpo de la
que no podamos formar algún concepto claro y distinto “8, y como un afecto es la
idea de una afección del cuerpo, debe implicar un concepto claro y distinto.
6
Ibid., Parte II, Proposición XXXVIII, Corolario.
7 Ibid., Parte II, Proposición XXXIX, Corolario
8 Ibid., Parte IV, Proposición IV.
8
comunes tendremos claridad y conocimiento sobre nuestros afectos que nos
colocarán en transición hacia el tercer género de conocimiento.
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He aquí donde Spinoza pone la línea divisoria entre el segundo y tercer
género de conocimiento, a primera vista puede parecer que estos dos últimos
géneros ya pertenecen a la razón, abandonando las pasiones y que deben de
parecerse , sin embargo, el segundo género de conocimiento es un principio por
donde debemos comenzar para alcanzar la plenitud de la razón y del conocimiento,
es una parada inevitable en el progreso del entendimiento, pero a su vez puede
suponer un estanque donde se detiene el devenir de la sabiduría.
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entendimiento por el cual se obra y se es en la existencia. Estas ideas dejan de ser
infinitas, pues dejan de ser nociones comunes universales, son eternas debido a su
causa, y son únicamente tres: la idea del Yo, la idea de Dios y la idea de naturaleza.
Retomando las tres ideas del tercer género de conocimiento: el Yo, Dios y
naturaleza; vemos que las tres ya no son afecciones o conocimientos infinitos, no
son ideas que puedan incluirse como ideas inadecuadas del primer género de
conocimiento o nociones comunes (partuculares o universales) de segundo género,
son lo que Spinoza define como sabiduría intuitiva, intuición que surge de la
máxima expresión y potencia de la esencia misma. El tercer género de
conocimiento se muestra como una victoria del conocimiento sobre la ignorancia.
Conocer una idea de este género implica conocerlas todas, es decir, la primera de
ellas es el Yo, ya que al igual que las ociones comunes, el entendimiento de estas
ideas parte de mí, ademas de que la idea de Yo es menos complicada que la esencia
de Dios y de naturaleza, a pesar de que las tres son esencialmente la misma, y solo
pueden diferenciarse por matices. Nos encontramos entonces con una diferencia
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entre el segundo y el tercer género, el segundo género de conocimiento es
erudición, especialmente si hablamos de las nociones comunes universales, por lo
que la mayoría de conocimiento pertenece a este segundo género, sin embargo este
es infinito y no son los conocimientos mismos mientras que el tercer género son
aquellas ideas que comprenden de la esencia, ideando, como la idea del Yo, que
produce satisfacción cuado obramos y nos conduce a una satisfacción infinita con
la naturaleza como causa. Esta es a mayor diferencia entre erudición y sabiduría,
entre conocer y comprender, conocemos por nociones comunes del segundo
género y comprendemos por comunión esencial de las ideas del tercer género, he
aquí que conocer no pueda signifiicar comprender.
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rechazando totalmente la idea de Dios y cualquier derivable del dualismo
platónico, sin embargo, Spinoza superaría la idea de Nietzsche, pues este se
encontraría con la deslegitimización de la imposición de normas orales sobre los
individuos, Spinoza supera este muro al no depender de Dios, en tanto que como
su ética no necesita de la necesidad de Dios, tampoco le afecta su inexistencia, por
lo que obrar bien es necesario aún sin la imposición de cualquier Dios. En la
proposición XLII de la parte quinta, última de todas, Spinoza afirmaría que: “La
beatitud no es el premio de la virtud, sino la virtud misma; ni gozamos de ella
porque coerzamos nuestras concupiscencias, sino que, por el contrario, porque
gozamos de ella podemos coercer nuestras concupiscencias”10, y con ello culmina
con una idea que puede parecer opuesta a las proposiciones que le precede, que
podemos entender empiezan desde la proposición XXI. Spinoza tiene entonces un
hilo conductor, el cual es que podemos pensar nuestra mente más allá de los limites
que pone el cuerpo, por lo que culmina con la idea de que en el estado de máxima
potencia lo que estamos es en comunión con Dios, y según Spinoza, esto significa
que estamos en comunión con la naturaleza. Lo que hace Spinoza no es olvidar su
argumento acerca de la necesaria unión de cuerpo y mente, sino que pretende
sustituir a la metafísica con su nueva propuesta. En esta propuesta ya no hay una
angustia existencial y un miedo a la finitud debido a la concepción de un “más
allá”, sino que gracias a unos recursos de la naturaleza que son esencialmente
inmanentes es que conseguimos la calma. De esta manera construye lo que ya dijo
en la proposición XXIII acerca de que “la mente humana no puede ser destruida
absolutamente con el cuerpo sino que de ella permanece algo que es eterno” 11, y
así es que Spinoza muestra que la esencia del cuerpo se concibe a partir de un tipo
de eternidad, una eternidad que sucede gracias a que el individuo vive la
experiencia de su corporeidad aumentando su potencia y llegando al tercer estado
de potencia, separándose de la temporalidad del cuerpo.
10
Ibid., Parte V, Proposición XLII, demostración.
11 Ibid., Parte V, proposición XXIII, demostración.
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Spinoza resulta ser una especie de sustituto hacia la metafísica, o como
mínimo esa es la intención de su propuesta, él pretende “hacer metafísica” según
sus propias proposiciones y logrando los mismos resultados. Podemos ver
entonces que a pesar de estas últimas proposiciones de la obra, si son bien
entendidas, este no renuncia nunca a su posición material, y por ello esa beatitud
de la que habla no es más que el estadio de la perfección humana, lo equiparable a
la felicidad máxima, y por ende, un sentimiento. Es una propuesta de tipo
psicosomático donde primero es necesaria la superación de la pasividad para pasar
del primer al segundo estadio gracias a la relación que hacemos con los otros, y
cuando esta relación de comunión surge no solo con la humanidad sino con la
existencia, es entonces cuando logramos la mayor perfección y felicidad, llegamos
al tercer estadio, a la comprensión de nosotros mismos como finitud que representa
la sustancia infinita.
f. El Bien y el mal
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Por otro lado, Spinoza en la proposición treinta y nueve de la tercera parte
relaciona bien y mal con amar y odiar, dicho de otra manera, cuando un ser humano
ama a otro, deseará inferir bien en este, sin embargo si lo odia, solo procurará
causarle algún tipo de mal. Podemos ver que la unión entre sujetos es lo que causa
mayor bienestar al ser humano, esto porque nos produce el mayor bien, pues las
inclinaciones naturales que tenemos son la mejor forma de lograr superar nuestra
necesidad de apetito. El bien y el mal están esencialmente relacionados con las
relaciones entre sujetos, y en el escolio de la misma proposición nos especifica que
en esto, bien es la alegría y mal la tristeza. Las emociones tienen un fuerte vínculo
con la concepción ética de bien y mal. No obstante, es necesario matizar estos
conceptos, y por ello necesario el concepto de servidumbre que desarrolla en el
prólogo de la cuarta parte. La servidumbre se presenta como aclaración ante una
posible idea egoísta de bien y de mal en el humano que suponga un relativismo
moral, se muestra la servidumbre como la obligación de un sujeto para actuar
según lo opuesto a sus intereses, en contra de su alegría. La naturaleza no tiene un
fin en sí misma en tanto causa primera, por lo que los fines tienen que ligarse con
la expectativa humana de la naturaleza, la expectativa que satisface nuestros
deseos, y de la misma manera ocurre con el bien y el mal, por lo que Spinoza
comprende que lo bueno es aquello que sabemos que nos acerca al modelo de
naturaleza humana que nos proponemos, y que lo malo es aquello que nos lo
impide, demostrando que la perfección humana va relacionada según aumente o
disminuya su potencia. Bien y mal no son más que conceptos útiles para nombrar
los comportamientos deseables e indeseables, saber que aumenta y que disminuye
nuestra potencia.
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practicar el bien para poder conseguir el bienestar propio, y con ello sumar
potencia. Por lo tanto, Spinoza no hace más que alejar su ética de los absolutos,
mostrando como la ética tampoco es relativa sino que encuentra su verdadero
culmen en la experiencia de la vida.
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Otro aspecto que podemos dar cuenta en Evers es su preocupación por e
problema del control voluntario y cómo el cerebro puede llegar a efectuar sus
elecciones. Este modelo de Evers viene a ser que podemos ejercer un control
voluntario y consciente sobre ciertas influencias que no lo son y que actúan sobre
nuestro comportamiento. Ella entiende que es posible la concepción del libre
albedrío como la capacidad de adquirir un poder causal combinado con la
capacidad de actua sobre el uso de dicho poder. Por otra parte, Evers entra dentro
de la moralidad a través de la neuroética, y en la obra entiende que:
13 Ibid., p.150.
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que nos define, incluso a nivel neuronal, y la medida en que podemos actuar sobre
sus resultados, fueron otros tantos temas centrales a lo largo de [la obra de
Evers]”14, y se puede ver cómo esto no tiene mucha diferencia con el planteamiento
del autointerés del segundo género de conocimiento que plantea Spinoza, donde la
lucha de poder de la que habla Evers puede ser ese paso y esa lucha entre pasar de
unas nociones comunes particulares que nos hacen más egoístas a unas nociones
comunes generales y universales.
b. Donald W. Pfaff
14 Ibid., p.185.
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y sirve a lo objetos mayores de la evolución, Pfaff tiene la idea de que nos basamos
en evitar hacer que perjudiquen a los demás. Para poder sumar potencia en esta
ética El cerebro altruista muestra una combinación de contención y acción, y
también la “habilidad” (innata pero con ciertos grados) de imaginar en qué
escenarios se necesita nuestra ayuda.
c. R. Bartra
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de presentar una teoría híbrida que se adentra desde la antropología a la
neurociencia.
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género de conocimiento conducen a los humanos al odio mutuo, es decir, la
pérdida constante de potencia de todos con todos, y que es por ello que se necesita
de una especie de contractualismo, necesitan de una sociedad que los una para que
puedan sumar potencia, una sociedad que está regida por normas necesarias que
deben ser normas de la razón y donde nadie se someta al interés particular sino a
uno común.
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Referencias
- Spinoza, B. (2020) Ética demostrada según el orden geométrico
(traducción. Pedro Lomba), Madrid: Trotta.
- Evers, K. (2011) Neuroética, Madrid: Serie Conocimiento.
- Pfaff, D.W. (2017) El cerebro altruista, Barcelona: Herder.
- Bartra, R. (2014) Antropología del cerebro, Madrid: Pre-textos.
- Spinoza, B. (1986) Tratado político (Traducción e introducción de Atilano
Domínguez), Madrid: Alianza.
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