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Trabajo Antropología Moral

Daniel Gómez Rodríguez

La Ética de Spinoza.
La relevancia de su pensamiento en la
antropología actual.
ÍNDICE

0. Introducción p.2

1. Parte I. Los géneros de conocimiento p.2-16


a. Bases previas
b. Primer género de conocimiento
c. Segundo género de conocimiento. Las nociones comunes
d. Tercer género de conocimiento
e. Ética como ética de la inmanencia. Sobre la idea de Dios
f. El bien y el Mal

2. Parte II. Aportaciones de otros autores p.16-20


a. K. Evers
b. Donald W. Pfaff
c. R. Bartra

3. Parte II. Acción racional y democracia p.20-21

4. Bibliografía p.22

1
0. Introducción

Este proyecto es un análisis de la obra de Spinoza y cómo tiene su valor


todavía en el pensamiento actual. A partir de sus géneros de conocimiento, Spinoza
ha generado un debate dentro de las disciplinas relacionadas con las neuronas y la
ética, por ello el trabajo se estructura en tres partes, la primera siendo un recorrido
por las partes más importantes de Ética demostrada según el orden geométrico de
las cosas para afirmar los conceptos relevantes de la obra del autor tales como;
potencia, nociones comunes, alegría/tristeza, bien/mal o inmanencia; para poder
elaborar luego unas comparativas resumidas con autores modernos que
fundamentan su teoría en una lectura por el pensamiento de Spinoza, la segunda
parte es entonces un resumen y comparativa de las lecturas importantes de:
Kathinka Evers, Roger Bartra y Donald W. Pfaff. Finalmente la tercera parte es el
aspecto político de la obra de Spinoza, relacionando las nociones comunes del
segundo género de conocimiento con lo escrito por Spinoza en el Tratado político
para poder entender la importancia de la acción racional.

1. Parte I. Los géneros de conocimiento


a. Bases previas

En la obra Ética demostrada según el orden geométrico Spinoza trata tres


niveles distintos de conocimiento, sobre los cuales cualquier ser humano puede
avanzar, estos son los tres géneros de conocimiento, los cuales divide como:
género de conocimiento de las pasiones o afecciones (1), el género de la razón o
nociones comunes (2) y el de la sabiduría y beatitud (3). Estos géneros se
caracterizan porque no son entidades teórico-abstractas ajenas a la experiencia,
sino que son manera de ser en la existencia.

Antes de profundizar dentro de cada uno de los géneros de conocimiento


hay que destacar el concepto de potentia (potencia) dentro del pensamiento de
Spinoza. La potencia es aquello que deriva de todas las facultades humanas

2
(entendimiento, mente-cuerpo, razón, etc.), y no es la posibilidad aristotélica, sino
que Spinoza utiliza el concepto como actividad, es decir, Spinoza la entiende como
la esencia activa de algo por la cual se producen los efectos inherentes a su
naturaleza.

A su vez, los tres géneros de conocimiento tienen su fundamento en las


ideas que se generan de la relación mente-cuerpo. El ser humano, según Spinoza,
está constituido tanto por cuerpo (sustancia de extensión) como por mente
(sustancia de pensamiento), pero destacando que no es una construcción de dos
entidades completamente distintas, dicho de otra manera, para Spinoza, la unión
de cuerpo y de mente debe ser pensada como una unidad, no como suma de las
sustancias de extensión y pensamiento. De esta manera podemos ver que Spinoza
descarta el dualismo. La mente (mens) es una manera de pensar el cuerpo por
extensión, no es ni una sustancia ni un receptáculo, sino que es la idea del cuerpo.
Por ende, a lo que se refiere Spinoza con mens es a la percepción o concepción que
el humano tiene del cuerpo a través de los estados que lo afectan. Por lo tanto, se
puede entender la idea de cuerpo como un concepto creado por la mente, ya que
esta es pensante. La mente es una manera de pensar el cuerpo, y es en esta
afirmación donde reside el punto principal de la relación entre cuerpo-mente. Para
Spinoza, toda cosa posee una esencia formal que expresa su realidad y una esencia
objetiva que es la idea de esa realidad, así la esencia objetiva de la mente es la idea
del cuerpo y se distingue de la esencia formal del cuerpo en cuanto señala la
realidad material. La cosa y la idea de la cosa remiten a la misma cosa, es decir,
para Spinoza la mente está unida al cuerpo como una idea a su objeto.

Un aspecto clave en Spinoza, en confrontación a autores como Descartes,


es la conciencia que tenía de que el cerebro de alguna manera era el órgano recto
de la mente, y que tenía conexión con el cuerpo, una idea que criticaba de manera
directa a la “glándula pineal” de Descartes. Y esto a pesar de que Spinoza no tenía
recursos ni conocimientos acerca del sistema neuronal del cerebro humano, y aún
sin los medios para demostrarlo, Spinoza ya tenía en cuenta el proceso de conexión

3
entre cuerpo y mente que sucede en el interior de un cerebro (“sano”, un cerebro
con equilibrio psicosomático)

b. Primer género de conocimiento

El primer género de conocimiento es aquel en el que las ideas son


concebidas por el cuerpo, es el género de conocimiento de las afecciones. Una
afección o pasión se define como la conducta causada por causas exteriores, donde
la mente no actúa, pues Spinoza afirma que: “nuestra mente obra ciertas cosas,
más padece ciertas otras; a saber, en tanto que tiene ideas adecuadas
necesariamente obra ciertas cosas, y en tanto que tiene ideas inadecuadas
necesariamente padece ciertas otras “1 , esas ideas inadecuadas de las que habla
Spinoza son las causas exteriores, causas que pueden hacer disminuir nuestra
perfección y por ende la potencia. Esto es lo que hace que experimentemos
pasiones, el hecho de que la limitación de nuestro cuerpo genere que este tenga
ideas inadecuadas, y es este aspecto el que Spinoza va a destacar a la hora de definir
nuestra experiencia con Dios, pues Dios siempre actua por ideas adecuadas, es el
ser infinito, nosotros como humanos no tenemos esa cualidad, somos seres que
tenemos ideas inadecuadas en las cuales perdemos o ganamos potencia, al menos
en este primer género.

Como Dios es el único ser infinito, las ideas del primer género de
conocimiento son absolutamente finitas por su causa, esto quiere decir, que
podemos incluir dentro de la definición de afección y pasión que estas desaparecen
instantáneamente. Un ejemplo de ello puede ser el picor del polen que puede
producir un estornudo, sin embargo, tras el estornudo este picor desaparece, no
existe. De esta manera, las afecciones solo se pueden padecer de forma pasiva y
que muestras las afecciones de nuestro cuerpo, unas ideas que son en su causa pero
que son sin memoria. Vivir en este primer genero de conocimiento es vivir en el
presente más puro, sin la concepción de futuro o de pasado.

1Spinoza, B. Ética demostrada según el orden geométrico (traducción. Pedro Lomba),


Madrid: Trotta, 2020, Parte III, Proposición I.

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Sin embargo, hace falta algo que nos permita entender como aumentamos
y como disminuimos nuestra potencia, pues estas ideas inadecuadas solo nos
permiten actuar de manera que disminuya nuestra potencia o que mantengamos su
estado, pero no que aumentemos, y para ello Spinoza habla de dos pasiones
específicas. En la parte tercera de Ética demostrada según el orden geométrico,
Spinoza define los afectos de alegría y tristeza, y dice: “entenderé por alegría una
pasión por la que la mente pasa a una mayor perfección; por tristeza, en cambio,
una pasión por la que aquella pasa a una perfección menor. Además, al afecto de
la alegría, referido simultáneamente a la mente y al cuerpo, lo llamo placer o
regocijo, al de la tristeza, en cambio, dolor o melancolía” 2. De esta manera,
Spinoza utiliza la alegría y la tristeza para representar la mayor y la menor
potencia, y la potencia para Spinoza la esencia del ser humano, es decir, un deseo
de crecer y de mejorar en lo que se es, de recrearse a uno mismo. La alegría y la
tristeza son entonces el recurso al que llega Spinoza cuando se plantea la búsqueda
de la potencia que corresponde en acto al modo humano, y son estos dos afectos
lo que le permiten dejar de buscar a ciegas, creando ahora los límites de la
búsqueda, pues mayor es alegría y menor es tristeza. Para llegar a este punto,
Spinoza entiende que “el deseo de crecer” que supone la potencia puede surgir
tanto de ideas adecuadas como de ideas inadecuadas según los grados de
conocimiento, y además, como nuestra tendencia humana es a imaginar más que
entender, el humano va a tender a la idea inadecuada. Si aún sabiendo que
movernos a través de la razón es lo que nos permite llegar a un mayor
entendimiento de las cosas (y ser activos y libres), tendemos a hacer de forma
natural lo contrario, entonces el “deseo de crecer” pasa a ser lo que entiende por
“pasiones”, es decir, nos convierte en pasivos.

A esto último es donde Spinoza relaciona en la parte tercera el concepto de


afectos, esto sucede en un aspecto analizado en una situación “ideal”, sin
perturbaciones, pero en el mundo cada individuo tiene que interactuar con otros,

2 Ibid., Parte III, Proposición XXI escolio.

5
por lo que las potencias se ven afectadas por causas externas, y son estas causas
externas las que cambian nuestra potencia. Si estamos rodeados de una comunidad,
como somos una especie social, nuestras potencias suman, y por ello estamos
alegres, mientras que si nos enfrentamos a situaciones de confrontación o división
nuestras potencias restan y por lo tanto nos ponemos tristes. Spinoza destaca que
las pasiones no son unívocas, no tienen una única dirección antropológica
negativa, sino al contrario, hay antropológicamente una condición alegre de suma
y de solidaridad entre los seres humanos, solo que el desarrollo metafísico de las
religiones de la propiedad privada a perturbado esa relación natural de
cooperación. Por otra parte, es entendible entonces la proposición XVIII de la parte
cuarta, pues en ella Spinoza ve que “el deseo que surge de la alegría, en igualdad
de circunstancias, es más fuerte que el deseo que surge de la tristeza” 3, pues el
deseo que surge de la alegría o solo se define por la potencia humana, sino también
por la potencia de la causa externa, ya que es un deseo que se ve aumentado por el
propio afecto de la alegría, mientras que el deseo de la tristeza se ve reducido por
el mismo motivo, por el afecto de la tristeza, así que solo puede definirse por la
potencia humana. De esta manera la alegría y el amor son siempre buenos mientras
que la tristeza y el odio son malos, trayendo consigo que todo pensamiento que
provoque tristeza es malo, pues disminuye nuestra potencia, como el pensamiento
sobre la muerte, y por lo tanto, con la misma regla, todo pensamiento que cause
alegría es bueno porque provoca que aumente nuestra potencia.

En resumen, el primer género de conocimiento puede definirse como el


género donde la existencia es padecer, y por ende Spinoza entiende que “el
conocimiento del primer género es la única causa de la falsedad; en cambio, el del
segundo y el tercero es necesariamente verdadero”4

3 Ibid., Parte IV Proposición XXVIII.


4 Ibid., Parte II Proposición XLI.

6
c. Segundo género de conocimiento. Las nociones comunes.

Frente a ese primer género de conocimiento donde el conocimiento lo


adquirimos por la experiencia que sufre nuestro cuerpo, Spinoza plantea que el
segundo género debe de ser un salto de lo pasional a lo racional, pero donde la
razón no se encuentra en su mayor posibilidad de uso, es decir, aún no se encuentra
en el tercer género. De esta manera, las ideas del segundo género expresan sobre
la naturaleza de sus causas una relación explicada por una noción común entre la
idea y la propia causa, dicho de otra manera, entre la idea y lo que ideamos.
Pasamos de padecer porque soy quien tiene la afección a una relación que me hace
padecer. Esa relación es una noción común, es decir, es la idea de algo que está en
mí y está en el cuerpo externo que me afecta, es la noción de una propiedad común
a nuestro cuerpo y a los cuerpos exteriores, es la primera idea de comunidad o idea
de lo común. Podemos ver que el conocimiento del segundo género es un
conocimiento deductivo, y que toda deducción es la producción de una idea a partir
de otra con la que tiene carcterísticas comunes, es decir, las nociones comunes.
Spinoza, en el Escolio II de la proposición XL segunda parte diría:

“A partir de signos, por ejemplo, a partir de que al oír o leer ciertas


palabras recordamos cosas y formamos ciertas ideas similares a aquellas
por cuyo medio imaginamos esas cosas. En lo sucesivo, a estos dos modos
de contemplar las cosas los llamaré conocimiento de primer género,
opinión o imaginación. Por último, a partir de que tenemos nociones
comunes e ideas adecuadas de las propiedades de las cosas, llamaré a este
[modo de contemplar las cosas] razón y segundo género de conocimiento”5

En esta cita Spinoza nos muestra como hace una conexión entre este primer
género y las nociones comunes del segundo, es decir, “hay ideas o nociones
comunes a todos los hombres [, que podríamos corregir por “humanos”]. Pues
todos los cuerpos concuerdan en ciertas cosas, las cuales deben ser percibidas por

5 Ibid., Parte II, Proposición XL, Escolio II.

7
todos adecuadamente”6 y además, si lo sumamos a la conclusión a la que llega en
el corolario de la siguiente proposición en el cual complementa afirmando que “el
alma es tanto más apta para percibir adecuadamente muchas cosas cuanto más en
común tiene su cuerpo con otros cuerpos”7. Por consiguiente, el primer género
percibe ideas inadecuadas que brotan de la imaginación, un tipo de conocimiento
que causa la falsedad y la confusión, pero en el segundo (y tercero) el conocimiento
es verdadero necesariamente. Este salto al segundo género sucede cuando aquello
que percibimos confusamente en el primer género de conocimiento lo sometemos
a interrogación, es decir, hace un esfuerzo por reconocer y distinguir las diferencias
y la falsedad, y es cuando nos interrogamos cuando se forman las nociones
comunes de las que hemos hablado. “No hay ninguna afección del cuerpo de la
que no podamos formar algún concepto claro y distinto “8, y como un afecto es la
idea de una afección del cuerpo, debe implicar un concepto claro y distinto.

Por ende, en el segundo género de conocimiento descubrimos que es a


través de la experiencia y la razón que por medio de afecciones descubrimos
relaciones comunes entre nuestro cuerpo y cuerpos exteriores, relaciones que nos
llevan a ideas que sí son adecuadas, y a nociones comunes, alejándonos de la pobre
percepción del primer género y sus ideas inadecuadas, es decir, hemos pasado del
primer género al segundo (1 > 2). Y es más aún, porque en este tipo de situación
de pasar del primer género al segundo genera un sentimiento de alegría, es decir,
cuando encontramos algo con lo que tenemos una relación común nos alegramos,
por lo que aumentamos potencia y nos muestra como hemos pasado de una idea
inadecuada a una adecuada, nos llenamos de alegría nuestra potencia aumenta a la
par que nuestra capacidad de conocer. Spinoza nos muestra como todo en su teoría
tiene una relación constante, el conocer no nos hace estar alegres, que es lo que
nos permite aumentar de potencia. Así, una vez que hayamos formado nociones

6
Ibid., Parte II, Proposición XXXVIII, Corolario.
7 Ibid., Parte II, Proposición XXXIX, Corolario
8 Ibid., Parte IV, Proposición IV.

8
comunes tendremos claridad y conocimiento sobre nuestros afectos que nos
colocarán en transición hacia el tercer género de conocimiento.

No obstante, el segundo género de conocimiento es peligroso a la par de


indispensable, y esto pues existen en este género tanto ideas de primer género
como de segundo en una misma mente, y es esta coexistencia la que no permite al
segundo género de conocimiento tener la verdad absoluta. Este problema gira
principalmente en torno al concepto de “interés”, esto debido a que en este segundo
género las primeras ideas a las que accedo son unas nociones comunes más
particulares y menos generales, en este primer momento me tengo a mí mismo
como protagonista de la relación que es idea en mi mente y algún otro cuerpo
eterno, son ideas autorreferenciales y necesarias para la subsistencia de mi
personas, y como yo soy aquel principal beneficiario el interés del que hablamos
debe de definirse más concretamente como “autointerés”. Por otra parte, las ideas,
en tanto que adecuadas y razonables, son fuente de buenos encuentros y
afecciones, per que no implican ningún conocimiento de la esencia ni propia ni
ajena, por lo que suponen una contradicción, son fuente de afecciones dichosas
pero sin conocimiento de la esencia dichosa, lo cual se puede entender como que
nos afectan manteniéndonos ignorantes sobre ello, y paradójicamente es la razón
de este segunda género de conocimiento la que aún nos mantiene ignorantes. Las
nociones comunes no pueden satisfacernos pero sí llevarnos al exceso, implican
placer, pero no júbilo, Spinoza lo afirmaría así en la Parte IV de la Ética en las
proposiciones XLII y XLIII, estableciendo que “el placer puede tener exceso y ser
malo”9. Por ende, Las nociones comunes del segundo género de conocimiento
implican la dicha de la existencia, de las parten que nos forman en la existencia
(placer) pero no implican la dicha de la esencia, y justo por tal característica de las
nociones comunes es que aquellas más particulares son en su totalidad finitas, de
la misma manera que lo es la propia existencia.

9 Ibid., Parte IV, Proposición XLIII.

9
He aquí donde Spinoza pone la línea divisoria entre el segundo y tercer
género de conocimiento, a primera vista puede parecer que estos dos últimos
géneros ya pertenecen a la razón, abandonando las pasiones y que deben de
parecerse , sin embargo, el segundo género de conocimiento es un principio por
donde debemos comenzar para alcanzar la plenitud de la razón y del conocimiento,
es una parada inevitable en el progreso del entendimiento, pero a su vez puede
suponer un estanque donde se detiene el devenir de la sabiduría.

d. Tercer género de conocimiento

El problema del autointerés puede parecer muy común, pues es notable en


nuestro día a día que vivimos rodeados de la necesidad de satisfacerse a uno
mismo, sin embargo, existe un tercer género de conocimiento, y para acceder a él
necesitamos de unas nociones comunes que no sean particulares, debemos de
superar tales nociones a favor de unas nociones comunes más generales y que
tengan un valor más universal. Estas ideas adecuadas más generales corresponden
a la universalidad del entendimiento que no está ligada a la finitud de mi propio
cuerpo, pudiendo alcanzar la infinitud misma del modo infinito mediato al que se
refieren y expresan. Estas nociones comunes más generales pretenden explicar
desde lo más ínfimo a lo incomensurable, de esta manera, las nociones comunes
que permiten el acceso al tercer género de conocimiento son infinitas y son un
primer paso para acceder a las ideas en el modo eternidad. No obstante, la propia
infinitud es la causa de ser abarcadas por una mente, pues nadie puede conocerlo
todo, a través de estas nociones comunes universales que expresan el
entendimiento de todo aquello que es en la naturaleza. Aún las nociones comunes
más universales, que expresan la composición y descomposición de nuestro propio
cuerpo, pueden ellas mismas afectarnos y generar tristeza, en tanto todas las
nociones comunes son ideas de una relación, pero ninguna de ellas es idea de la
esencia. He aquí el tercer género de conocimiento, pues las ideas del tercer género
de conocimiento son ideas de la esencia en sí, pues nos alejamos completamente
de comprender solo el cuerpo, ahora nos movemos hacia una comprensión del

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entendimiento por el cual se obra y se es en la existencia. Estas ideas dejan de ser
infinitas, pues dejan de ser nociones comunes universales, son eternas debido a su
causa, y son únicamente tres: la idea del Yo, la idea de Dios y la idea de naturaleza.

En el tercer género de conocimiento es donde encontramos la mayor


estabilidad mental posible, conseguimos un nivel mayor de empatía y afinidad con
la naturaleza y el resto de seres. Esto en parte porque es el género de conocimiento
donde la potencia solo se suma, nunca resta, y donde nos entrontramos con la
posibilidad de creencia religiosa. Esta creencia religiosa en Spinoza está marcada
por su pensamiento en el que distingue la religión falsa de la religión verdadera.
La religión falsa es la dogmatica, es decir, la religión cristiana de su época, mal
considerada como verdadera: La religión verdadera es aquella que no es
incompatible con la razón, que suma y es cooperativa. Además de que Spinoza
afirma que la fuente de la ética es la razón, y la fuente de la razón es Dios, por lo
que la existencia sergura de la moralidad es la existencia de Dios. Todo esto nos
muestra porqué es el en tercer género de conocimiento que aparecen las creencias
religiosas, pues Spinoza entiende que hay que alcanzar la máxima potenica para
entender la verdadera religión.

Retomando las tres ideas del tercer género de conocimiento: el Yo, Dios y
naturaleza; vemos que las tres ya no son afecciones o conocimientos infinitos, no
son ideas que puedan incluirse como ideas inadecuadas del primer género de
conocimiento o nociones comunes (partuculares o universales) de segundo género,
son lo que Spinoza define como sabiduría intuitiva, intuición que surge de la
máxima expresión y potencia de la esencia misma. El tercer género de
conocimiento se muestra como una victoria del conocimiento sobre la ignorancia.
Conocer una idea de este género implica conocerlas todas, es decir, la primera de
ellas es el Yo, ya que al igual que las ociones comunes, el entendimiento de estas
ideas parte de mí, ademas de que la idea de Yo es menos complicada que la esencia
de Dios y de naturaleza, a pesar de que las tres son esencialmente la misma, y solo
pueden diferenciarse por matices. Nos encontramos entonces con una diferencia

11
entre el segundo y el tercer género, el segundo género de conocimiento es
erudición, especialmente si hablamos de las nociones comunes universales, por lo
que la mayoría de conocimiento pertenece a este segundo género, sin embargo este
es infinito y no son los conocimientos mismos mientras que el tercer género son
aquellas ideas que comprenden de la esencia, ideando, como la idea del Yo, que
produce satisfacción cuado obramos y nos conduce a una satisfacción infinita con
la naturaleza como causa. Esta es a mayor diferencia entre erudición y sabiduría,
entre conocer y comprender, conocemos por nociones comunes del segundo
género y comprendemos por comunión esencial de las ideas del tercer género, he
aquí que conocer no pueda signifiicar comprender.

e. Ética como ética de la inmanencia. Sobre la idea de Dios.

A pesar de que Spinoza muestra un carácter contrario a la religiosidad


(como religión falsa), en el escolio de la penúltima proposición de su obra Ética
demostrada según el orden geométrico, reconoce el papel esencial y fundamental
que ocupa la religión. Spinoza deja de mostrar la necesidad y la prohibición de la
creencia, desligándose de ambas, por lo que termina anticipándose y superando
dos propuestas como la kantiana y la nietzcheana. De esta manera, Spinoza
revindicaría en tal escolio el concepto de religión, trayendo a acotación lo que
concibe como la verdadera religión, es decir, una religión alejada de los dogmas y
compatible con la acción racional.

En primer lugar, Spinoza critica y desmiente la necesaria existencia de Dios


como fundamento de la ética que encontramos en la filosofía moral de Kant. En
Kant, el bien y el mal tienen un principio metafísico, pues entiende que en este
aspecto los humanos somos seres racionales por decisión divina, y por ende, hacer
uso de esta para distinguir el bien o el mal parte de lo divino, mientras que en
Spinoza las ideas de bien y de mal pueden sostenerse sin necesidad de una idea
divina, ya que su base se encuentra en lo psicosomático, lo divino de Kant es ahora
en Spinoza un fundamento material. Por otro lado, Nietzsche es lo opuesto,

12
rechazando totalmente la idea de Dios y cualquier derivable del dualismo
platónico, sin embargo, Spinoza superaría la idea de Nietzsche, pues este se
encontraría con la deslegitimización de la imposición de normas orales sobre los
individuos, Spinoza supera este muro al no depender de Dios, en tanto que como
su ética no necesita de la necesidad de Dios, tampoco le afecta su inexistencia, por
lo que obrar bien es necesario aún sin la imposición de cualquier Dios. En la
proposición XLII de la parte quinta, última de todas, Spinoza afirmaría que: “La
beatitud no es el premio de la virtud, sino la virtud misma; ni gozamos de ella
porque coerzamos nuestras concupiscencias, sino que, por el contrario, porque
gozamos de ella podemos coercer nuestras concupiscencias”10, y con ello culmina
con una idea que puede parecer opuesta a las proposiciones que le precede, que
podemos entender empiezan desde la proposición XXI. Spinoza tiene entonces un
hilo conductor, el cual es que podemos pensar nuestra mente más allá de los limites
que pone el cuerpo, por lo que culmina con la idea de que en el estado de máxima
potencia lo que estamos es en comunión con Dios, y según Spinoza, esto significa
que estamos en comunión con la naturaleza. Lo que hace Spinoza no es olvidar su
argumento acerca de la necesaria unión de cuerpo y mente, sino que pretende
sustituir a la metafísica con su nueva propuesta. En esta propuesta ya no hay una
angustia existencial y un miedo a la finitud debido a la concepción de un “más
allá”, sino que gracias a unos recursos de la naturaleza que son esencialmente
inmanentes es que conseguimos la calma. De esta manera construye lo que ya dijo
en la proposición XXIII acerca de que “la mente humana no puede ser destruida
absolutamente con el cuerpo sino que de ella permanece algo que es eterno” 11, y
así es que Spinoza muestra que la esencia del cuerpo se concibe a partir de un tipo
de eternidad, una eternidad que sucede gracias a que el individuo vive la
experiencia de su corporeidad aumentando su potencia y llegando al tercer estado
de potencia, separándose de la temporalidad del cuerpo.

10
Ibid., Parte V, Proposición XLII, demostración.
11 Ibid., Parte V, proposición XXIII, demostración.

13
Spinoza resulta ser una especie de sustituto hacia la metafísica, o como
mínimo esa es la intención de su propuesta, él pretende “hacer metafísica” según
sus propias proposiciones y logrando los mismos resultados. Podemos ver
entonces que a pesar de estas últimas proposiciones de la obra, si son bien
entendidas, este no renuncia nunca a su posición material, y por ello esa beatitud
de la que habla no es más que el estadio de la perfección humana, lo equiparable a
la felicidad máxima, y por ende, un sentimiento. Es una propuesta de tipo
psicosomático donde primero es necesaria la superación de la pasividad para pasar
del primer al segundo estadio gracias a la relación que hacemos con los otros, y
cuando esta relación de comunión surge no solo con la humanidad sino con la
existencia, es entonces cuando logramos la mayor perfección y felicidad, llegamos
al tercer estadio, a la comprensión de nosotros mismos como finitud que representa
la sustancia infinita.

f. El Bien y el mal

Para poder desarrollar el tema del bien y el mal en Spinoza, en


recomendable fijarse en ciertos aspectos previos tratados en la Ética demostrada
según el orden geométrico. En la proposición IX de la tercera parte, el autor
entiende que el ser humano se encuentra inclinado hacia su propia conservación,
es decir, la mente humana hace un esfuerzo por mantenerse y conservarse a sí
misma, esto a través de la voluntad. Por otra parte, el cuerpo, que es distinto de la
mente, es partícipe de este acto por buscar el placer, lo denominado “apetito”, un
apetito que puede ser duradero, y por tanto deseo. De esta manera, nosotros no
queremos algo, ni lo deseamos, porque sea bueno, sino que entendemos que algo
es bueno porque lo deseamos. Spinoza consigue invertir el orden de la ética más
tradicional hasta su momento, el bien ya no determina nuestro apetito o deseos,
sino nuestro deseo determina lo que esta bien, ese es el nuevo carácter del “bien”.
Por consiguiente, la mente y el cuerpo son los encargados de determinar el bien.

14
Por otro lado, Spinoza en la proposición treinta y nueve de la tercera parte
relaciona bien y mal con amar y odiar, dicho de otra manera, cuando un ser humano
ama a otro, deseará inferir bien en este, sin embargo si lo odia, solo procurará
causarle algún tipo de mal. Podemos ver que la unión entre sujetos es lo que causa
mayor bienestar al ser humano, esto porque nos produce el mayor bien, pues las
inclinaciones naturales que tenemos son la mejor forma de lograr superar nuestra
necesidad de apetito. El bien y el mal están esencialmente relacionados con las
relaciones entre sujetos, y en el escolio de la misma proposición nos especifica que
en esto, bien es la alegría y mal la tristeza. Las emociones tienen un fuerte vínculo
con la concepción ética de bien y mal. No obstante, es necesario matizar estos
conceptos, y por ello necesario el concepto de servidumbre que desarrolla en el
prólogo de la cuarta parte. La servidumbre se presenta como aclaración ante una
posible idea egoísta de bien y de mal en el humano que suponga un relativismo
moral, se muestra la servidumbre como la obligación de un sujeto para actuar
según lo opuesto a sus intereses, en contra de su alegría. La naturaleza no tiene un
fin en sí misma en tanto causa primera, por lo que los fines tienen que ligarse con
la expectativa humana de la naturaleza, la expectativa que satisface nuestros
deseos, y de la misma manera ocurre con el bien y el mal, por lo que Spinoza
comprende que lo bueno es aquello que sabemos que nos acerca al modelo de
naturaleza humana que nos proponemos, y que lo malo es aquello que nos lo
impide, demostrando que la perfección humana va relacionada según aumente o
disminuya su potencia. Bien y mal no son más que conceptos útiles para nombrar
los comportamientos deseables e indeseables, saber que aumenta y que disminuye
nuestra potencia.

El bien y el mal entonces quedan determinador y ligados a la alegría y la


tristeza, en la octava proposición de la cuarta parte se muestra como Spinoza
entiende que la ética depende de lo que siente el sujeto, el bien y el mal son
consecuencia del paso que se da de la pasividad a la acción racional, y por ello está
muy vinculado a la alegría y la tristeza, practicar el bien suma potencia y practicar
el mal resta. Por ende, como el ser humano es un ser social quiere por naturaleza

15
practicar el bien para poder conseguir el bienestar propio, y con ello sumar
potencia. Por lo tanto, Spinoza no hace más que alejar su ética de los absolutos,
mostrando como la ética tampoco es relativa sino que encuentra su verdadero
culmen en la experiencia de la vida.

2. Parte II. Aportaciones de otros autores


a. K. Evers

En la obra de Spinoza hemos hecho un recorrido por los distintos géneros


de conocimiento y como esto esta directamente y sustancialmente relacionado con
el aumento de potencia de un ser humano, esto puede verse casi como un
planteamiento de superación del humano basada en la felicidad como método de
aumento de potencia para sumar al mundo. Por otro lado, Kathinka Evers en su
obra Neuroética plantea una visión del cerebro puede chocar directamente con
ciertas características de la teoría spinoziana. Evers entiende el cerebro como
emocional de manera consciente y como activo de manera autónoma, lo que no
nos deja tildar a este deseo consciente de realizar acciones elegidas y controladas
libremente, de esta manera es que Evers destaca en la obra la importancia del libre
albedrío como estructura neuronal fundamental, Kathinka Evers lo establece como
que:

“los seres humanos pueden actuar como agentes libres y responsables al


tiempo que están causalmente determinados de manera contingente e
influidos por procesos no conscientes que no están totalmente fuera de
alcance de control consciente; y asimismo, que es posible interpretar que
las neurociencias, más que hacer pesar una nueva amenaza sobre nuestras
ideas inalienables de libre albedrío y de responsabilidad personal, vienen
a aportar un apoyo empírico a esta teoría filosófica”12

12 Evers, K. Neuroética, Madrid: Serie Conocimiento, 2011, p.112.

16
Otro aspecto que podemos dar cuenta en Evers es su preocupación por e
problema del control voluntario y cómo el cerebro puede llegar a efectuar sus
elecciones. Este modelo de Evers viene a ser que podemos ejercer un control
voluntario y consciente sobre ciertas influencias que no lo son y que actúan sobre
nuestro comportamiento. Ella entiende que es posible la concepción del libre
albedrío como la capacidad de adquirir un poder causal combinado con la
capacidad de actua sobre el uso de dicho poder. Por otra parte, Evers entra dentro
de la moralidad a través de la neuroética, y en la obra entiende que:

“El conocimiento neurocientífico puede profundizar la comprensión que


tenemos de quiénes somos y de la manera en que funcionamos en cuanto
criatura neurobiológicas y sociales. Puede contribuir a explicar los
mecanismos del juicio normativo, así como la manera en que ese juicio ha
evolucionado. También puede mejorar nuestra capacidad para resolver los
problemas sociales, así como nuestra capacidad para mejorar nuestra
salud mental, física y social, y nuestros sistemas de educación.”13

Por lo tanto, este nuevo planteamiento ético de Evers no se aleja tanto de la


propuesta de Spinoza, pues al final, ese conocimiento neurocientífico que Evers
dice nos permite conocernos a nosotros mismos es comparable a el camino que
Spinoza plantea entre los géneros de conocimiento, pues cuando uno se encuentra
en e primer género de conocimiento conoce las pasiones y afecciones de su cuerpo,
para luego pasar al segundo género y conocer mediante nociones comunes
particulares que progresivamente pasarán a ser más generales y universales, ese
paso de primer al segundo género (1>2) muestra cómo Spinoza también tuvo en
cuenta que entendernos a nosotros mismo y las nociones comunes al resto era la
clave para un avance ético en la evolución. Vemos que Spinoza no estaba tan
equivocado, en la obra de Evers incluso habla al respecto de los problemas
aportaciones de la neuroética a la sociopolítica, entendiendo que “ la naturaleza
dinámica del cerebro y el espíritu humano, la tensión emocional y la lucha de poder

13 Ibid., p.150.

17
que nos define, incluso a nivel neuronal, y la medida en que podemos actuar sobre
sus resultados, fueron otros tantos temas centrales a lo largo de [la obra de
Evers]”14, y se puede ver cómo esto no tiene mucha diferencia con el planteamiento
del autointerés del segundo género de conocimiento que plantea Spinoza, donde la
lucha de poder de la que habla Evers puede ser ese paso y esa lucha entre pasar de
unas nociones comunes particulares que nos hacen más egoístas a unas nociones
comunes generales y universales.

Esta nueva manera de entender el cerebro de Evers y la neuroética no


existían en la época que Spinoza propuso su ética, no obstante, el filósofo no estaba
tan equivocado, o mejor dicho, no estaba tan alejado de las nuevas propuestas,
pues el discurso neuroético de Evers corrobora lo que un día propuso Spinoza, a la
medida que controlamos nuestras emociones somos capaces de comportarnos de
manera racional y de aportar a nivel social en una comunidad, escogiendo una
felicidad mucho mayor y más longeva. Ambos condicen, aún con el tiempo entre
ellos, que hay que sumar potencia en el mundo, y que hay que hacerlo
distinguiendo entre afecciones y razón, evitando que las primeras nos guíen.

b. Donald W. Pfaff

Otro autor relevante en Donald W. Pfaff con su obra El cerebro altruista


donde establece un análisis sobre la evolución del humano en el cual pone énfasis
en el altruismo. En la obra remarca que el altruismo es un aspecto determinante
debido a que en el momento que podeos lleva a cabo una acción desinteresada
simplemente hacemos uso de ello, no lo pensamos de manera lógica o matemática,
lo reducimos a actuar de manera más generosa. Asimismo, Pfaff entiende que
nuestro cerebro tiene métodos para avisarnos en el caso de que estemos por la labor
de hacer una acción que no nos acerca a ser mejores personas. Hay que entender
que basándonos en este desinterés y en esta especie de cortesía innata Pfaff muestra
de qué manera el funcionamiento del cerebro recompensa nuestra conducta ética

14 Ibid., p.185.

18
y sirve a lo objetos mayores de la evolución, Pfaff tiene la idea de que nos basamos
en evitar hacer que perjudiquen a los demás. Para poder sumar potencia en esta
ética El cerebro altruista muestra una combinación de contención y acción, y
también la “habilidad” (innata pero con ciertos grados) de imaginar en qué
escenarios se necesita nuestra ayuda.

La teoría de Pfaff puede relacionarse con la ética de Spinoza en tanto que


Pfaff entiende que somos naturalmente buenos y que aquello que hacemos nos
debe proporcionar alegría para que sumemos en el mundo, lo cual es prácticamente
idéntico a la teoría de Spinoza y sus géneros de conocimiento, donde la alegría
también es la suma de potencia. El único detalle entre autores es el descubrimiento
del cerebro a nivel neuronal, que por época Spinoza desconocía, no obstante el
paso del primer género de conocimiento al segundo también pasa por ser
“altruista” ya que Spinoza entiende que es el paso en el que empezamos a
determinar la importancia de las nociones comunes que compartimos con el resto
de humanos. Pfaff afirma la importancia de Spinoza en su obra, y esto se refleja
en la importancia de la felicidad y el altruismo de las acciones, pero añadiendo que
las neuronas son parte esencial del proceso, haciendo en El cerebro altruista un
cierto nivel de análisis neuronal que acompaña el hilo que retoma de Spinoza sobre
la alegría y el altruismo para la suma de potencia

c. R. Bartra

La propuesta de Roger Bartra acerca de este tema ético se encuentra en su


obra Antropología del cerebro, esta propuesta en la que la autoconciencia es una
función extendida al cerebro como una red de la naturaleza cultural. Bartra analiza
la dificultad moderna del análisis y entendimiento de la conciencia en términos
científicos y se adentra en la aclaración del sistema de señalización que de manera
bidireccional conecta con los sistemas neuronales con la información cultural. Para
ello Bartra pretende en la obra convencer a los neurocientíficos de que el cerebro
no genera representación semántica. La Antropología del cerebro tiene el mérito

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de presentar una teoría híbrida que se adentra desde la antropología a la
neurociencia.

3. Parte III. Acción racional y democracia

La obra de Spinoza en cuanto a términos políticos se encuentra es Tratado


teológico-político y en Tratado político. La estructura es que en la Ética trata el
punto de vista ético donde demuestra que la sociedad y el Estado son necesarios
para realizarnos en plenitud, el Tratado teológico-político trata la visión religiosa
del Estado, donde quiere demostrar cómo es que la religión libera al Estado, y en
Tratado político trata los aspecto puramente políticos, sin otros puntos de vista,
donde plantea que hay que coordinar la libertad individual con la seguridad del
Estado, para poder alcanzar una democracia que sume y no una tiranía y ausencia
de paz.

A nivel político Spinoza entiende que la razón es el eje más importante a


tener en cuenta, pues un humano que se guía por la razón es más libre en el Estado,
un Estado que entiende es regulativo y que obliga a cumplir ciertas leyes a sus
ciudadanos. El Estado toma valor en Spinoza como lo tiene para un filósofo
contractualista, es decir, funciona porque sin estas normas no existiría una
comunión, sin embargo debemos de ser racionales y alcanzar la máxima potencia
posible si queremos hacer uso de nuestra máxima libertad. Ahora bien, la
democracia y el valor que le da Spinoza a este sistema está directamente
relacionado con el segundo género de conocimiento, donde Spinoza habla de
interés propio que generamos con las primeras nociones comunes que nos aparecen
cuando pasamos del primer género al segundo, las nociones comunes de 1<2 que
son particulares y no han alcanzado aún el nivel universal. Por consiguiente,
Spinoza le daba un valor a la democracia y aceptaba este sistema, pero
reconociendo que es un sistema que se puede corromper fácilmente si no existe
virtud en los humanos que lo administran. De esta manera, Spinoza construye su
pensamiento político entendiendo que la imaginación y las pasiones del primer

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género de conocimiento conducen a los humanos al odio mutuo, es decir, la
pérdida constante de potencia de todos con todos, y que es por ello que se necesita
de una especie de contractualismo, necesitan de una sociedad que los una para que
puedan sumar potencia, una sociedad que está regida por normas necesarias que
deben ser normas de la razón y donde nadie se someta al interés particular sino a
uno común.

Spinoza construye un tipo de acción que debe de reforzar este pensamiento,


y este tipo de acción racional comienza desde ese planteamiento de las nociones
comunes. Las nociones comunes, por las que se define la razón, son comunes a
todos los hombres, y por ello es que la razón tiene poder, pues es capaz de dirigir
las pasiones y afecciones comunes, ya que sus ideas son afectos activos, por ello
el humano político se guía por la razón, y por ello Spinoza construye una acción
racional para explicar su política.

La sociedad se constituye por el impulso de las pasiones y la guía de la


razón, dicho de otra manera, el Estado definido como comunidad y estructurado
por la unión de cada humano es lo que Spinoza entiende que debe llamarse
democracia, y es que la democracia la define como la asociación general de los
hombres, que posee colegialmente el supremo derecho a todo lo que puede, lo que
viene a significar que la democracia de Spinoza no es una simple forma de
gobierno sino que es la esencia del Estado que nos aleja del odio y tristeza a favor
de una alegría y comunidad que nos garantice potencia.

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Referencias
- Spinoza, B. (2020) Ética demostrada según el orden geométrico
(traducción. Pedro Lomba), Madrid: Trotta.
- Evers, K. (2011) Neuroética, Madrid: Serie Conocimiento.
- Pfaff, D.W. (2017) El cerebro altruista, Barcelona: Herder.
- Bartra, R. (2014) Antropología del cerebro, Madrid: Pre-textos.
- Spinoza, B. (1986) Tratado político (Traducción e introducción de Atilano
Domínguez), Madrid: Alianza.

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