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Discursos sobre la primera década de Tito Livio Libro I, I
este bosquejo mío que, si no me proporciona alal¡anzas, , r,¡rrlr,r, ( irrsir(lo en muchas provincias y ciudades arirtir-l
tampoco debería acamearme injurias. r1r .n r, r lt" r)o tcner vefdadero conocimiento de la hislo i
,
-- Considerando además cuánto honor se t¡ibuta a la anti- ., ,1, r(, { \tr':r('f. al leerla. su sentido. ni gozar dei sabor
¡ güedad, y cómo, muchas veces (por no hablar de otros infi- .1il¡ ¡ i! rr'il:t. l)c donde nace que muchos lectOres se com-
r nitos ejemplos), un fragmento d. ,.,.ru estatua antigua ha ¡,1,r,, rr .rl ,s,'uchar aqueila variedad de sucesos que contie-
: sido adquirido a alto precio para tenerlo consigo, honrar la rr, rr l,r'nsiu cle ningún modo imitarlos, juzgando Taimita-
i casa y hacedo copiar por los que se .o-plu..n en aquel , i,,rr rr' r,,,,lilícil, sino imposible, como si el cielo, el sol, los
arte, y cómo éstos se esfue¡zan luego, con gfan industría, en , I' rr rrt(':,, l<rs hombres, hubieran variado sus movimien-
representado en todas sus obras, y viendo por otra parte r,, .r (,r,lt'rr y sus potencias desde los tiempos antiguos.
que las valerosísimas acciones que, como la historia nos I rr, rrr n(l(), ¡rrres, alejar a los hombres de este error, he juz-
muestra, llevaron a cabo en los reinos y repúblicas antiguas r..r,l, rrr'r ,'s,rlio escribir sobre todos los libros de Tito Livio
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los reyes, capiranes, ciudadanos, legisladores y demás htm- ,lr, , l';rrr ¡roclido sustraer alainjutia del tiempo, patama-
bres que trabajarcnpor su patria, son más a menudo admi- ,rrl',r,rr 1,, t¡rrc me pafece necesario, según mi conocimiento
radas que imitadas, hasta el punto de que cada uno huye de ,1, 1.r,, , ,,:,rs ar-rtiguas y modernas, paralamejor inteligencia de
los más significantes trabajos, sin que quede ningún signo
'.. ,1, rrroclo que quienes lean esas aclaraciones mías pue-
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de la antigua virtud¡no puedo por menos que maravillarme .l.rl rr,.r:. f ,it'ilmente extraer aquella utilidad por la que debe
y dolerme juntament-e.ff con mayor l,r ,, ,rr';t r.'l conocimiento de la historia. Y aunque esta em-
-otirro cuando veo
que en las disputas civiles entre ciudadanos, o en las enfer-
t,r, r r,(;r rlifícil, sin embargo, con la ayuda de los que me
medades, se recure siempre a los remedios que los anti- l,,n ,urrnir(lo a tomar esta carga sobre mis hombros espero
guos juzgaron convenientes y ordenaron; porque las leyes ll, .,rl.r tlt' tal manera que a los otros les quede breve cami-
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civiles no son otra cosa que sentencias dadas por los anti- rr¡, l',rr,r ,onclucirla a su destino.
guos jurisconsultos, las cuales, recogidas en códigos, ense_
ñan a juzgar a nuestros jurisconsultos actuales. Ni tampoco
la medicina es otra cosa sino las experiencias hechas por lo, | ( r:rlt:s hayan sido siempre los principios
antig.uos médicos, sobre las que fundan los actuales sus jui- ,1, , rr;rlt¡uier ciudad y cuál fue el de Roma.
. cios_",Sin embargo, cuando se mata de o¡denar la república,
, de mantener el estado, gobernar el reino, organizai el ejér- I , r'. r lr rt' Iccn cuál fue el origen de la ciudad de Roma, qué
j cito y llevar a cabo la guerra, juzgar alos súLditos o acre- l, ,.r,,l,r,lolcrs y qué ordenamiento luvo, no se maravillan de
: centar el imperio, no se encuentra príncipe ni república que ,lr, r,rnl¿r virtud se mantuviese por muchos siglos en tal ciu-
recurra a los ejemplos de los antiguos. Ero pro..d., en mi ,l.r,l, rri liurpoco de que, más tarde, el imperio se añadiese a
, opinión, no ranto de la debilidad a que ha conducido al r r, ¡,rrblica. Y hablando en primer lugar de su nacimien-
mundo la presente religión, o del mal que el ocio y la ambi-
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r,r rlr1,1r que todas las ciudades son edificadas, o por los
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Discu¡sos sobre la primera década cle Tito Livio
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ción de las leyes2. Ya que los hombres obran por necesidad r,l.r,l ' r!,1,'rncl¿ por las leyes, que nacieron hombres exce-
o por libre elección, y vemos que hay mayor virtud allí don- lr Irr,.ilrroS, y, si sus nombres no hubieran sido arrebatados
de la libertad de elección es menor, se ha considerado si se- 1,,,r I r ;rrligiicclad, veríamos cómo merecieron más alaban-
ría mejor elegir para la edificación de las ciudades lugares ., , ¡,,, A1,' jrrrrclro Magno y muchos otros de los que pefma-
estériles para que así los hombres, obligados a ingeniárse- r¡¡
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¡ lr( ,i('() cl recuerdo. Y quien hubiera observado el reino
las, con menos lugar para el ocio, viviesen más unidos, te- ,1, l',,rlt;ur, y el orden de los mamelucos y de su ejército, an-
niendo, por la pobreza de7lugar, menos motivos de discor- r, . , lr' t lr rc luera desbaratado por el Gran Turco Salír, hu-
dia, como sucedió en Ragusa y en muchas otras ciudades I ¡r' | .r \1rst() cuánto se ejercitaban los soldados, y hubiera co'
edificadas en semejantes sitios; elección que sería sin duda rr,¡r l¡lrr t'rr la práctica cuánto temían el ocio a que podía
la más sabia y útil si los hombres estuviesen satisfechos de , , ,,',1, r, illc:s la benignidad del país, si no 1o hubieran evita-
vivir por sí mismos y no anduvieran buscando sojuzgar a , 1, , , ,rr l, v.'s severísimas.
otros. Por tanto, ya que los hombres no pueden garantizar ,\lrrro, pues, que es más prudente elección establecerse
su seguridad más que con el pode¡ es necesario huir de esa ,,, 1,r1,,:rles fértiles, siempre que esa fertilidad se reduzca a
esterilidad de la tierra y asentarse en lugares muy fértiles, 1,, , ,l, lrirlos límites mediante las leyes. Así, queriendo Ale-
donde, pudiendo ensancharse, gracias al ubérrimo terreno, 1,r,,,1r,, Magno edificar una cíudad para su gloria, llegó el
puedan también defenderse de los asaltantes, y someter a rr ,
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('cto Dinócrates y le mostró cómo podía construirse
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cualquiera que se oponga a su grandeza. En cuanto al ocio ,, rl t' t'l rlonte Athos, lugar que, además de ser fuerte, po-
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que pudiera traer consigo la abundancia del lugar, se deben ,lr.r l;rlrr-arse de tal modo que se diese a la ciudad forma
ordenar las cosas de modo que las leyes impongan esa nece- lrrn:rr1r, lo que sería algo maraviiloso y raro, digno de su
sidad que el sitio no impone, imitando a aquellos que fue- 1,r,rn,lcza. Y preguntándole Alejandro de qué vivirían los
ron sabios y vivieron en lugares amenísimos y fértiles, aptos lr.rlrirrrntes, respondió que no lo había pensado, así que el
para producir hombres ociosos e inhábiles para todo vir- r r 1, :;t' r'ió y, dejando ranquilo el monte, edificó Nejandtia,
tuoso ejercicio, que, para obviat los daños que podría cau- , l, ,r r, Ic las gentes se quedarían a vivir de buen grado por la
sar la amenidad del país mediante el ocio, impusieron la , rl lr r('z¿ de la tierra y por la comodidad del mar y del Nilo'
obligación de ejercitarse a los que habian de ser soldados, \ (luien, según esto, considere la fundación de Roma, si
de modo que, por tales órdenes, llegaron a ser mejores sol- r, ,r ril a Eneas por su padre fundador, la pondrá entre aque-
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clados que los de aquellos lugares naturalmente ásperos y 11.,. ciudades edificadas por los forasteros, y si a Rómulo,
estériles. Entre éstos se cuenta el reino de los egipcios, en el , nr lc las edificadas por los nativos, pero, en cualquier caso,
cual, aunque el país es amenísimo, pudo tanto aquella nece- l.r vcrá siempre con un origen libre, sin depender de nadie,
2. Es sabido que Maquiavelo uriliza el término <<virrud> (uirtit) en el I Sclim I, cabeza del Imperio otomano, que conquistó Egipto a prin-
sentido de aptitud política y virtudes cívicas. , rf ios del siglo xvr.
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