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Resumen Ética de Spinoza

Historia de la Filosofía Moderna I (UNED)

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Resumen Ética de Spinoza


La arquitectónica geométrica de la Ética descansa enteramente sobre el
concepto de sustancia. Descartes había definido a la sustancia como "...una
cosa que existe de tal modo que para existir no tiene necesidad más que de sí
misma..." ,2 y postula así tres sustancias: el pensamiento, la extensión y Dios.
Pero se le ha señalado en las segundas objeciones a las Meditaciones
metafísicas que, según su propia filosofía, tal definición de sustancia es
aplicable sólo a Dios, puesto que éste es causa de todo ente, tanto de su ser
como de su existencia continua. El pensamiento y la extensión no podrían ser
sustancias ya que habrían de carecer de causa para ello. Descartes salvó
parcialmente el problema tipificando la sustancia: una es la sustancia infinita
que no es creada por nada, y otras las sustancias finitas, sólo creadas por
Dios. La solución es parcial, puesto que para salvar el dualismo Descartes
abre la equivocidad en el término; sustancia se dice de muchas maneras. La
filosofía de Spinoza puede leerse como una respuesta a esta objeción, ya que
mantiene la definición pero afirma una única sustancia, la infinita o divina,
Dios. Con todo, no debe pensarse a Spinoza como un cartesiano más. Son
más las diferencias que las similitudes, y cabe recordar que su filosofía se alza
justamente en oposición a la de Descartes.

La primera parte de la Ética expone la relación entre Dios y el universo. La


tradición sostuvo que Dios es trascendente al universo y que lo creó según
una razón que no es necesaria: podría así haber creado un universo diferente
si hubiera querido. Spinoza niega estas afirmaciones. De acuerdo con Spinoza,
Dios se identifica con el universo natural. Lo que esto significa, como con
otras tantas afirmaciones de Spinoza, está sujeto a discusión. Spinoza afirma
que las cosas que componen o están en el universo, seres humanos incluidos,
son “modos” de Dios. Los modos o afecciones representan los accidentes de
la única sustancia, Dios; por lo tanto, todo ser humano u otra cosa del
universo es, en algún sentido, dependiente de Dios. La naturaleza de esta
dependencia se encuentra en disputa. Algunos intérpretes sostienen que los
modos son propiedades de Dios, en el sentido tradicional. Otros sostienen que
los modos son los efectos de Dios. En todo caso, los modos son, también,
lógicamente dependientes de la esencia de Dios, en tanto cada suceso se
sigue de la naturaleza de Dios al igual que –usando el ejemplo de Spinoza- de
la esencia del triángulo se sigue que sus ángulos sean iguales a dos ángulos
rectos. Dado que Dios debe existir necesariamente acorde a su propia
naturaleza, no hay ningún suceso que pudiera haberse evitado; y, si un
destino particular de algún modo particular es determinado por Dios, no hay
escapatoria a ello. En términos de Spinoza: “Una cosa que ha sido
determinada por Dios para producir un efecto no puede hacerse a sí misma
indeterminada.” La creación divina del universo no es una decisión divina, no
está motivada por ningún propósito.

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La segunda parte de la Ética se concentra en la mente y el cuerpo humanos.


Spinoza ataca varias proposiciones cartesianas: (1) que el pensamiento y el
cuerpo son sustancias distintas y se afectan una a otra; (2) que conocemos
mejor nuestro pensamiento que nuestro cuerpo; (3) que nuestros sentidos son
confiables; (4) que pese a haber sido creados por Dios, podemos cometer
errores cuando afirmamos la verdad, en virtud de nuestra voluntad libre, de
una idea que no es clara y distinta. Spinoza niega cada una de estas
proposiciones. Respecto de (1), argumenta que el pensamiento y el cuerpo
son una única cosa pensada de dos maneras distintas. La naturaleza en su
totalidad puede ser descrita en términos de pensamientos o de cuerpos. Sin
embargo, no podemos mezclar estas dos maneras de describir las cosas,
como Descartes hace, y decir que el pensamiento afecta al cuerpo o
viceversa. Más aún, el autoconocimiento del pensamiento no es fundamental;
éste no puede conocer sus propios pensamientos mejor de lo que conoce
cómo su cuerpo actúa en relación a otros cuerpos. Además, no hay diferencia
entre contemplar una idea y pensar que ella es cierta; y la voluntad no es
libre de ninguna manera. La percepción sensorial, a la cual Spinoza llama
“conocimiento del primer tipo”, es completamente incierta, ya que refleja más
cómo nuestros propios cuerpos funcionan que las cosas como
verdaderamente son. Podemos, además, tener un tipo de conocimiento
preciso llamado “conocimiento del segundo tipo”, o “razón”. Éste engloba el
conocimiento acerca de las características comunes a todas las cosas, e
incluye principios de física y geometría. Se puede tener, además, un
“conocimiento del tercer tipo”, o “conocimiento intuitivo”. Éste es un tipo de
conocimiento que, de alguna manera, relaciona cosas particulares con la
naturaleza de Dios.

En la tercera parte de la Ética, Spinoza argumenta que todas las cosas,


incluyendo a los seres humanos, se esfuerzan por persistir en su ser. Esto se
suele interpretar en el sentido de que las cosas intentan perdurar tanto como
puedan. Spinoza explica cómo este esfuerzo (“conato”) subyace a nuestras
emociones o afecciones (amor, odio, alegría, tristeza, y otras). Nuestra mente
es a veces pasiva y a veces activa. Es necesariamente activa en tanto
contiene ideas adecuadas, mientras que mientras tenga ideas inadecuadas,
es necesariamente pasiva.

La cuarta parte, “De la esclavitud humana”, analiza las pasiones humanas, las
cuales Spinoza ve como aspectos del pensamiento que nos conducen al
exterior para buscar lo que nos da placer y rehuir lo que nos da dolor. La
“esclavitud” a la que se refiere es la dominación de estas pasiones o, en sus
propias palabras, “afecciones”. Spinoza examina cómo los afectos, cuando no
son controlados, pueden atormentar a la humanidad, y hacer imposible a ésta
vivir, uno junto a otro individuo, en armonía.

La quinta parte, “De la libertad humana”, argumenta que la razón puede


gobernar los afectos en la búsqueda de la virtud; la cual, para Spinoza, es la

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autopreservación. Solo con la ayuda de la razón los humanos podrán


distinguir las pasiones que verdaderamente ayudan a la virtud de aquellas
que son perjudiciales a ella. Gracias a la razón es que podemos ver las cosas
como realmente son, sub species aeternitatis, “bajo el aspecto de la
eternidad”. Y, dado que Spinoza trata a Dios y a la naturaleza de forma
indistinguible, conocer las cosas es conocer mejor a Dios. Entendiendo que
todas las cosas son determinadas por la naturaleza a ser como son, podemos
alcanzar la tranquilidad racional que mejor aporta a nuestra felicidad, y nos
libera de ser conducidos por nuestras pasiones.

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