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Como seres humanos nacemos sabiendo qué, cuándo y cuánto comer. Un bebé sabe
exactamente cuándo necesita alimento y cuándo no. Tenemos un sistema demasiado
sensible que secreta grelina a nivel estomacal cuando necesitamos comer, así como
colecistoquinina a nivel intestinal cuando consumimos grasas y proteína para que sintamos
saciedad. Entonces, ¿por qué es que llegamos a desarrollar trastornos de la conducta
alimentaria?
1. Educar hacia un consumo de todos los grupos de alimentos sin excluir ninguno. Consumir
tanto carbohidratos que aportan energía, como proteína y grasas.
2. Tener hábitos alimenticios que nos ayuden a procurar nuestra salud física.
3. Identificar señales de hambre física contra hambre emocional. Enseñar a detectar que el
hambre física es gradual, puede esperar, está abierta a más opciones y no genera
emociones mientras que, el hambre emocional es urgente, es específica, no es suficiente
comer y generará culpa entre otras emociones.
4. Dar herramientas para poder manejar esa hambre emocional. Estar al pendiente de qué
está sucediendo alrededor del acto de comer emocionalmente. Herramientas como mindful
eating, journaling, terapia, meditaciones, regulación de sistema nervioso y emociones.
5. Respetar las señales de hambre y saciedad, ante todo. Comer cuando tengas hambre y
parar de comer cuando sientas saciedad, por encima de cualquier regla de “tener que
acabarse el plato.”
Conclusión.