Podríamos comenzar cuestionando si también el pensador griego admitiría la demostración
tomista de la existencia de Dios. En efecto, en varios pasajes de su obra se refiere Aristóteles a un “motor inmóvil” que sería responsable del inicio del movimiento. Al margen de todo esto, parece difícil aceptar que Aristóteles esté pensando en el dios de Tomas de Aquino, por ello es preferible dejar de lado la discusión teológica, para encontrar otras muchas similitudes entre ambos filósofos. En concreto, nos fijaremos en tres ámbitos de su filosofía: la teoría del conocimiento, la metafísica y la ética. En teoría del conocimiento, ambos autores defienden un empirismo moderado y combinado con la capacidad del entendimiento y la razón. Se encuentran así a medio camino entre el racionalismo cartesiano o platónico, y el empirismo radical que aparece en autores como Ockham o David Hume. Tanto para Aristóteles como para Santo Tomás, los sentidos y la razón deben colaborar en la construcción del conocimiento. En segundo lugar, también su concepción metafísica está marcada por los puntos en común. Ya no se trata solo de que Tomás de Aquino utilice frecuentemente terminología claramente aristotélica (materia, forma, potencia, acto, sustancia…) sino que, además, viene a defender el mismo realismo con el que el discípulo de Platón atacara a su maestro. Esto se deja notar claramente en el problema de los universales, como hemos comentado antes: para Santo Tomás, el universal existe dentro de la cosa, y se podría identificar con la forma aristotélica. Por último, son también muchos los paralelismos entre las propuestas éticas de ambos autores: la santo Tomás es también una ética teleológica, siendo la felicidad el fin último del ser humano. Igualmente, también aparece un enfoque aristotélico de conceptos centrales como la virtud, la prudencia o la justicia. La gran diferencia será que todas las ideas aristotélicas serán teñidas de trascendencia en la versión de Tomás de Aquino. De este modo, la felicidad consistirá, por ejemplo, en la contemplación de Dios, o la ley ética natural aparecerá también fundamentada en la naturaleza divina. Se podría decir que la ética tomista es la ética aristotélica cristianizada. En conclusión, habría que resaltar la importancia del pensamiento de santo Tomás, no solo por ser uno de los filósofos más importantes del medievo, sino también por la influencia que su pensamiento ha ejercido en toda la modernidad. Si bien la filosofía moderna implica una crítica a la religión y a muchas de las ideas medievales, es innegable la importancia de santo Tomás por haber sido capaz de sintetizar en su obra toda una forma de pensamiento centrada principalmente en la religión. Tanto es así, que si miramos muchos de los intentos actuales de demostrar la existencia de Dios podemos encontrar, de un modo u otro, algunas de las ideas de Tomás de Aquino, cuya vigencia es innegable, al menos si tenemos en cuenta que abordó de cara muchas de las preguntas últimas propias de todo ser humano, que algunos filósofos después han rechazado por considerarlas imposibles de resolver de un modo racional. Una propuesta para encontrar seas soluciones es la filosofía tomista, y tarea nuestra el seguir discutiendo sus ideas.