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APETITOS Y PASIONES

El tema de los apetitos y las pasiones fue estudiado por diversos filósofos de la
antigua Grecia, pero quien logró un estudio más acertado y profundo de este
tema, fue Santo Tomas de Aquino. Esto se vio inmortalizado en diversos
escritos, pero especialmente en la II parte de su obra más póstuma, la Suma
Teológica.

CONOCIMIENTO Y AFECTIVIDAD (APETITO)


La vida psíquica del hombre incluye el conocimiento y el apetito o afectividad. Estos
son los fenómenos fundamentales de la vida psíquica de un ser humano y están
íntimamente ligados; pero son procesos diversos y poseen características propias.
Ambos procesos o actividades pueden tener diversas intensidades al mismo tiempo y
respecto de los mismos objetos: podemos conocer mucho un objeto y amarlo poco, y
conocerlo poco y amarlo mucho.
Santo Tomas distingue las dos reacciones fundamentales de un ser consciente con
respecto del mundo de la siguiente forma: El conocimiento consiste en dejarse invadir
por el objeto y captarlo en sí de un cierto modo. La apetición, inclinación o tendencia,
consiste en ir hacia un objeto que se presenta como bueno de un modo u otro. Por
otra parte, cada una de estas reacciones puede efectuarse en dos planos que
llamaremos sensible e intelectual según que el objeto sea concreto e individual o
abstracto y general.

Entonces, si hablamos del conocimiento, decimos que este tiene 2 funciones


psicológicas
principales:

1. El conocimiento sensible, que comprende todos los actos de conocimiento


de un objeto concreto: sensación, imaginación, memoria, al que se une la
conciencia sensible.

2. El conocimiento intelectual, que comprende todos los actos que versen


sobre un objeto abstracto: la idea, el juicio y el razonamiento, al que se une la
conciencia intelectual que es reflexiva.
Se dice que están íntimamente ligados porque necesitamos el conocimiento del
bien para poder apetecer algo. Porque nadie ama ni puede amar lo que
desconoce totalmente.
CLASIFICACIÓN DE LOS APETITOS EN GENERAL
1. Apetito natural: Inclinación consiguiente a la naturaleza de una cosa, se
despierta espontáneamente, es simplemente ejecutar o cumplir un movimiento
sin conocer el objetivo al que tiende. Estos son innatos, inscritos de algún
modo en la naturaleza misma del ser. Ej. Inclinación de las piedras hacia el
centro de la tierra. Se da en todas las cosas y es recto, o sea, no se equivoca,
puesto que el objeto es el término del apetito.

2. Apetito elícito: Se despierta como resultado de un conocimiento previo. Se


dirige hacia lo que "parece bueno" para el sujeto que conoce (aunque puede
ocurrir que dicho "bien" no era lo que uno esperaba o que perjudique mi
naturaleza). Este tipo de apetito se clasifica según el tipo de conocimientos que
el sujeto tiene del fin
perseguido y según la naturaleza del objeto. En este sentido, tenemos a los
apetitos sensitivos y apetitos intelectivos.

a. Apetito sensitivo: Tendencia que sigue o deriva del conocimiento de los


sentidos y se dirigen a un objeto concreto. Existe en los animales (racionales
e irracionales).
b. Apetito intelectivo: Inclinación consiguiente al conocimiento del intelecto o
sea, tiene por objeto el bien concebido de un modo abstracto por la
inteligencia. Solo existe en los hombres.

El apetito sensitivo es más perfecto que el natural, porque implica el


conocimiento de algún bien particular. El intelectivo es el más perfecto, porque
se extiende a todo bien (bien universal), y porque es el único capaz de obrar
libremente.

La principal diferencia entre el apetito sensitivo y el intelectivo es que, el objeto


propio del apetito sensitivo es el bien material y concreto conocido antes por
medio de los sentidos; el apetito intelectivo tiene como objeto propio el bien
universal, pre-conocido mediante el intelecto.

LAS DOS FACULTADES DIVERSAS DEL APETITO


SENSITIVO
a) Apetito concupiscible: Trata de la tendencia hacia un bien percibido por
los sentidos como placentero o deleitable, y a rehuir lo nocivo.
b) Apetito irascible: Trata de las tendencias que mantienen al hombre en
tensión hacia bienes que son difíciles de conseguir.

En simples palabras, ambas potencias o facultades se refieren al movimiento


del hombre hacia el bien, pero la presencia actual o intencional del objeto
valorado implica movimientos diferentes hacia él. Así, mientras comer algo rico
nos alegra, cocinar algo que nos gusta implica un esfuerzo y una tensión que
sólo encontrará su finalidad una vez que el alimento que imaginamos nos deleite
con su presencia actual en el paladar.
PASIONES
Habiendo entendido todos los términos anteriormente desarrollados, podemos
desarrollar las PASIONES.
En la actualidad se suele utilizar el término “pasión” de forma despectiva, cuyo
significado hace referencia a un movimiento desenfrenado en la afectividad
sensitiva. Sin embargo, este solo era un término que se usaba en la antigüedad para
lo que hoy conocemos como “emoción”. Entonces, debemos entender que los
términos pasión y emoción se usan en el sentido amplio de movimientos de la
afectividad sensible, a fin de evitar confusiones. Santo Tomás define las pasiones
como actos del apetito sensitivo, acompañados por especiales transmutaciones o
cambios corporales. Y enseña que esos actos son buenos o malos según su
conformidad o disconformidad con la razón. Como ya se mencionó anteriormente,
las pasiones son los actos del apetito sensitivo Santo Tomás explica que en toda
pasión entran dos elementos esenciales:

a) El elemento quasi-formal: Es el movimiento de la afectividad sensitiva (la


experiencia psíquica de atracción o repulsión). Ej. En la ira, el deseo de venganza.

b) El elemento quasi-material: Más conocida como inmutación corporal, la cual es


la actividad biológica que acompaña a dicha experiencia psíquica. Ej. En la ira,
ardor de la sangre junto al corazón.
Como el ser humano consta de un elemento esencial-formal (el alma), y de un
elemento esencial-material (el cuerpo); entonces, se entiende que la pasión es un
acto mixto, que implica un elemento psíquico y un elemento somático.

CLASIFICACIÓN DE LAS PASIONES


Entre las pasiones, unas son actos del apetito concupiscible, y otras del irascible;
unas versan sobre el bien, y otras sobre el mal; y esos objetos pueden ser
considerados diversamente (como presentes o como ausentes, como sencillos o
como arduos, como términos de acceso o como términos de alejamiento…)
El criterio clasificatorio de Santo Tomás se toma en primer lugar del objeto de la
tendencia (bien o mal), y en segundo lugar del tiempo (ahora o después).

a) Pasiones del deseo o apetito concupiscible:


I) Amor: inclinación o tendencia general hacia el bien.

II) Odio: tendencia a rechazar el mal.

III) Deseo o concupiscencia: inclinación hacia el bien, no poseído todavía.

IV) Aversión: rechazo del mal.


V) Gozo: agrado y reposo de la tendencia con respecto al bien ya poseído.
VI) Dolor o tristeza: corresponde a la posesión de un mal sensible -dolor- o de un
mal espiritual -tristeza-.
En relación con el bien considerado en sí mismo, existe el amor. Si no
poseemos el bien, o si está ausente, el amor es deseo. Si el bien está
presente, poseído, hay delectación o goce. Esta afirmación implica, lo que
por otra parte, es evidente, que el amor es el fundamento del goce, dicho de
otro modo, que la posesión de un bien que se ha dejado de amar no
proporciona ningún goce. En relación con un mal considerado en sí mismo está el
odio. Si el mal está ausente, lo contrario del deseo es la aversión. Si el mal está
presente, lo contrario del goce es el dolor o la tristeza.

b) Pasiones del impulso o apetito irascible:

I) Esperanza: tendencia hacia un bien difícil, pero alcanzable.

II) Desesperanza: inclinación hacia un bien arduo, pero concebido como


inalcanzable.

III) Temor: rechazo ante un mal ausente, pero inevitable.

IV) Audacia: rechazo ante un mal ausente, pero evitable.

V) Ira: rechazo del mal presente.

El primer movimiento es el amor del bien considerado en sí mismo; es el resorte


de todo lo que sigue. Por el hecho mismo de que el bien es amado, el obstáculo que
de él nos separa aparece como un mal y se convierte en objeto de odio.
Simultáneamente se despiertan el superable o insuperable, nace la esperanza o la
desesperación. Cada una de ellas da lugar a un desarrollo paralelo. La esperanza
engendra la audacia: salimos al paso al obstáculo; después la cólera, en el momento
en que lo abordamos, y por último la delectación, cuando hemos vencido el
obstáculo y poseemos el bien.
Paralelamente, la desesperación engendra el temor: retrocedemos ante el
obstáculo. No hay movimiento de cólera porque no llegamos a estar en contacto
con el obstáculo. El temor engendra directamente la tristeza porque no poseemos
el bien deseado.
Los manuales tomistas exponen el siguiente esquema que permite ver con más
claridad la
división y relación que existe entre los conceptos que hemos expuesto
anteriormente.
LAS PASIONES EN PARTICULAR

I. La pasión del amor


En este capítulo intento explicar el amplio tema del amor, siguiendo la guía del
Aquinate en sus diversos escritos. Concentro mi estudio en el estudio del amor de
orden sensitivo o en el amor-pasión, y sólo en relación a éste hablaré también
sobre otras clases de amor.
La definición del amor. Notan los filólogos que las palabras amor y madre parecen
tener el mismo origen. Son palabras onomatopéyicas o imitativas, provenientes de
las voces Amma y Mamma, usadas por los niños al "mamar”
Según su definición general y usual el amor es una actividad efectiva multiforme. Y
esto puede venir de múltiples objetos que den o reciban amor.
Dios ama a todos, el hombre ama a sus iguales o inferiores y los animales aman a
sus crías, y así sucesivamente.
El autor de la divina comedia dice en su último verso “El amor que mueve el sol y
las demás estrellas” indicando que el amor mueve todas las cosas.

Santo thomas de Aquino estudia abiertamente la definición del amor en la summa


theologia examinando el amor sensitivo y después del amor volitivo
En otros lugares se menciona la Aquinate como el amor innato que se identifica
como el apetito natural y se da en todas las cosas. Y a este amor se le añade otro
amor como el elicito que es el movimiento afectivo a los objetos conocidos como
buenos.
El apetito natural es impropiamente dicho porque este implica el movimiento a
algún objeto y solo implica en una entidad ordenada naturalmente hacia otra.
Se confirma en la filosofía del lenguaje como cuando decimos que el perro ama la
carne. Y el hombre de la sabiduría.
En sentido estricto el amor es un apetito del ilícito que se refiere al bien presente.
Es esencial en el amor la "unión afectiva” con el bien amado, y esa unión se refiere
tanto al bien ausente como presente. Y está en si no es el amor, sino el efecto en sí.
Para entender bien lo dicho debemos distinguir tres clases de “u n i ó n " en el
amor:
1) la unión o la unidad que es causa del amor, y esa unidad puede ser
sustancial
(como cuando uno se ama a sí mismo), o unidad de semejanza (como en el amor a
otras personas);
2) la unión que constituye esencialmente el amor, o la unión según la
“coaptación
afectiva”

3) la unión que es un efecto del amor, o la unión real con el objeto amado.
Así pues, el bien conocido puede producir en el apetito concupiscible: a) un
impacto
de "información” o de simple complacencia hacia el mismo, y eso es el amor inicial.

Ante todo podemos distinguir tres géneros de amor :


1) El amor natural o innato
2) El amor sensitivo.
3) El amor volitivo
CONCLUSIONES

La vida psíquica del hombre está compuesta por los apetitos y


el conocimiento. El apetito puede ser tanto natural como
consciente, el primero corresponde a un movimiento
inconsciente que un sujeto realiza obedeciendo las leyes de la
naturaleza, y el segundo, es un movimiento producido por un
conocimiento previo; este conocimiento puede provenir
tanto de los sentidos (apetito sensitivo) como del intelecto
(apetito intelectual). Finalmente, el apetito sensitivo puede
ser concupiscible o irascible; estos dos se diferencian en que,
el primero tiende hacia un bien placentero inmediato, y que el
segundo, hacia un bien difícil de
conseguir.
Los actos de los apetitos sensibles vendrían a ser las famosas
pasiones, actualmente conocidas como emociones. Una
característica importante de estas es que producen
alteraciones corporales, como el temblor corporal al sentir
temor de algo. Santo Tomás de Aquino diferenció once
pasiones; seis de estas pertenecen al apetito concupiscible, y
las otras cinco, al apetito irascible. En el primer grupo
encontramos al amor, odio, deseo o concupiscencia, aversión
o fuga, alegría o gozo y dolor o tristeza. Y en el segundo grupo,
a la esperanza, desesperación, temor, audacia e ira.

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