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Universidad Pedagógica Nacional 

Licenciatura en Filosofía 
Seminario de filosofía moderna
Baruch Spinoza. El Orden Geométrico De Las Cosas. P 158-181 
Erik Mauricio Caicedo Rios 

Los afectos y las reflexiones de Spinoza para nuestras vidas

Teniendo claridad de los tres afectos primitivos, (deseo, alegría y tristeza) me


propongo realizar una inmersión en los movimientos que se desprenden de dichas
afecciones. En primer lugar, estas tres afecciones se entienden como afectos
inmanentes al ser, podría afirmarse que son causa formal de los demás afectos
que se desprenden de ellos y que son puestos en relación con el ser desde lo
exterior y desde su interioridad misma.
En ese sentido, el ser humano no puede ser más allá de sus propias afecciones,
solo se puede definir desde lo que lo afecta ya sea desde su cuerpo, ya sea desde
su alma, ya sea desde las dos. Está es una tesis fundamental en el cuerpo
filosófico de la ética de Spinoza. En este texto se dará énfasis en los modos de
afección, que afectos se dan en el cuerpo y en el alma desde lo exterior y desde lo
inmanente a la constitución de los cuerpos.
Los cuerpos pueden ser afectados en infinidad de formas, y dos cuerpos
diferentes pueden ser afectados por el mismo afecto en grados diferentes, de ahí
la multiplicidad de correlaciones que se dan dentro de un mar de afecciones que
en todo momento están presentes desde lo universal hasta lo particular y
viceversa. “El cuerpo humano (...) es afectado de muchísimos modos por los
cuerpos exteriores. Por tanto, dos hombres pueden ser afectados de diversa
manera al mismo tiempo, y (...) de diversa manera por uno y el mismo objeto.”
(Spinoza, 2010, p.159)

El Deseo

Conviene subrayar que, en Spinoza, por lo menos en la 3ra sección de la ética, se


puede entrever una especie de polisemia dentro de la significación del deseo, que
está ligado tanto a las pasiones como a la potencia del ánimo, en una suerte de
movimiento que puede venir desde la negatividad o desde lo que lo potencia.
Aunque en la Ética se recalca el deseo como el apetito con la conciencia de él
mismo, en este apartado, al parecer, se da una significación más abierta del
deseo. 

Pues por afección de la esencia humana entendemos cualquier constitución de su


esencia, ya sea innata, ya se conciba por el atributo del solo pensamiento, ya por
el de la sola extensión, ya se refiera a ambos a la vez. Aquí entiendo, pues, con el
nombre de deseo cualesquiera, tendencias del hombre, impulsos, apetitos y
voliciones, que, según la diversa constitución del mismo hombre, son diversos y no
rara vez tan opuestos entre sí que el hombre es arrastrado en diversas direcciones
y no sabe a dónde dirigirse. (Spinoza, 2010, p.169-170)

El deseo como conatus se esfuerza por que el ser permanezca, y la manera


adecuada de permanecer, desde la filosofía vitalista de Spinoza, es dejarse
afectar por la alegría, conducirse hacia ella, dejarse seducir e interpelar por ella.
Pero, creo que las cosas no son tan así, o por lo menos no se dan de esa medida
y de esta forma, de una manera tan exacta. Dado que, como bien lo indica la cita
anterior, el ser humano es arrastrado (afectado) en diversas direcciones (múltiples
formas) y no tiene en todo momento plena conciencia de sus afecciones.
Podríamos colocar como ejemplo; las falsas creencias desde lo religioso, o la
manipulación de los medios desde lo político, en donde, desde lo exterior se causa
una suerte de heteronomía (pérdida de la voluntad) que podría considerarse como
pérdida del juicio. En todo caso, poder discernir acorde como lo dicta el conatus de
perseverar en el ser y potenciarlo a través de la alegría, podría decirse que está
bastante distante de las realidades, dado que, estamos más bien extraviados en el
presente y dirigidos hacia afectos concernientes a la tristeza, que a los afectos de
la alegría. Sin embargo, según nuestro autor, la naturaleza de la sustancia primera
es la perfección y la totalidad de sus atributos o modos, o formas tienden hacia
dicha perfección.

Las Pasiones

Las pasiones en Spinoza están cargadas de negatividad y, aunque son parte de la


naturaleza del ser, no le generan mayor movimiento positivo, por no decir que nulo
movimiento, pero que se dan, y también se da, que las pasiones surgen desde el
deseo, la alegría y la tristeza. La pasión se juzga como el padecer, y se padece en
tanto que el ser es afectado por ideas inadecuadas, en relación con cuerpos
exteriores a él. En la demostración de la proposición 56 se dice:

La alegría y la tristeza y, en consecuencia, los afectos que de éstas se componen


o de éstas se derivan, son pasiones. Ahora bien, nosotros padecemos
necesariamente en cuanto que tenemos ideas inadecuadas; y, en cuanto que las
tenemos, sólo padecemos; esto es, sólo padecemos necesariamente en la medida
en que imaginamos, o sea, en cuanto que somos afectados por un afecto que
implica la naturaleza de nuestro cuerpo y la naturaleza del cuerpo exterior. De ahí
que la naturaleza de cada pasión debe ser necesariamente explicada de manera
que en ella se exprese la naturaleza del objeto por el que somos afectados [.]
(Spinoza, 2000, p 164)

Las pasiones pueden llegar a recaer en deseo inmoderado como lo es en el caso


de los excesos de todo tipo, y que en gran medida provienen de afectos positivos.
“En efecto, por gula, ebriedad, lujuria, avaricia y ambición no entendemos otra
cosa que el amor o el deseo inmoderado de comida, bebida, cópula, riquezas y
gloria” (Spinoza, 2000, p.165). Este deseo inmoderado, es en consideración
siempre de su relación con los objetos exteriores, y por tanto, no significa que  sea
inamovible, por ejemplo, en el caso de la gula, por medio de un control de la
afección o mejor dicho de la pasión, un adecuado manejo de la ingesta de
alimentos se puede redireccionar, dado que permanecer para el ser es el deseo
que mueve el conatus, la comida nos alimenta, nos da aliento y es una necesidad,
el afecto que se debería suceder sería el de la alegría de satisfacer el hambre y
así poder perdurar, esto sería potenciar el ánimo.

Potencia de ánimo

La potencia de ánimo como bien lo indica el enunciado se da desde los afectos que
favorecen la realización del ser, son todos los movimientos que se surgen a través de la
potencia del ser, que es dirigido hacia una mayor perfección Sin ser una afección, si es un
punto hacia donde los afectos que privilegian una mayor perfección tienen tendencia.
Continuando con el ejemplo de la gula, la templanza jugaría el favor de moderar en favor
del direccionamiento del afecto a la perfección y no al contrario, de la pasión
desenfrenada, que lo que generaría sería impotenciación, la afección que se produce
desde la potenciación del ser por el alimento sería la alegría y el deseo.

las fluctuaciones del ánimo

Este punto es de vital importancia a mi parecer, pues es en donde se da cuenta de


esos tránsitos que se pueden dar desde las pasiones y la potencia del ánimo; por
un lado, las pasiones, son ideas inadecuadas que generan el afecto de la tristeza,
por otro lado, la potencia del ánimo genera afecciones que direccionan la alegría;
la tristeza imprime impotencia al ser, lo aleja de la perfección, por el contrario, la
alegría genera mayor perfección, un acercamiento a la perfección.
el alma se mueve y se potencia por medio de afectos que generan alegría, por el
contrario, desde la tristeza el alma no se inmuta, desaparece toda potencia de
acto, se diluye. Desde el punto de vista espinosista es muy interesante el hecho
de ver como todo sufre de afecciones de modo distinto y en sentidos distintos,
unos afectos nos mueven y por el contrario otros y los mismos nos impotencian,
nos estancan, dependiendo la naturaleza del cuerpo, del ser y de lo que afecta
desde el exterior al interior. Pero, puede que se dé en medio de estas
fluctuaciones un uso adecuado de dicha fluctuación, diría yo, que podría llegarse
ha domar por ejemplo los excesos; el deseo inmoderado. Los modos en que nos
afectamos de manera negativa, no se solidifican en el afecto, puesto que pueden
bien fluctuar, variar, y desde allí, hay movimiento Si la voluntad se pudiera
disponer de manera adecuada se podría cambiar el sentido de la afección. Desde
un desbordamiento de pasiones se podría llegar a domesticar, por llamarlo de
algún modo, dichas afecciones que se envuelven en tristeza impositiva, y lograr un
giro que potencie nuestra alma, que está dispuesta para ser afectada de manera
positiva por naturaleza.

 (...)suelen proceder de un objeto que es causa eficiente de ambos afectos. Pues


el cuerpo humano se compone de muchísimos individuos de diversa naturaleza, y,
por tanto, puede ser afectado de muchísimos y diversos modos por uno y el mismo
cuerpo. Y, al revés, como una y la misma cosa puede ser afectada de muchos
modos, también podrá afectar de diversos modos a una y la misma parte del
cuerpo. Por todo lo cual fácilmente podemos concebir que uno y el mismo objeto
puede ser causa de muchos y contrarios afectos. (Spinoza, 2000, p. 139)

Dualidad en la fluctuación de los afectos

A mi modo de entender la filosofía de Spinoza, y con esto no quiero decir que sea
la adecuada, los afectos se conforman en una especie de dualismo que se da bajo
la concatenación de los afectos, como también por la ontología del ser (alma -
cuerpo). Aunque somos representación de una única sustancia, somos modos de
ella, al parecer, lo que precede en la naturaleza del ser humano tiende a ser una
dualidad, deseo puede ser alegría o tristeza y pasar de la una a la otra alejándose
de su potencia o actuando en su potencia.

(…), se sigue que nosotros estamos por naturaleza constituidos de tal suerte que
creemos fácilmente las cosas que esperamos y difícilmente, en cambio, las que
tememos, y que las valoramos más o menos de lo justo. Y de aquí han surgido las
supersticiones, cuyos conflictos sufren en todas partes los hombres. No creo, por
lo demás, que merezca la pena mostrar aquí las fluctuaciones del ánimo que
nacen de la esperanza y del miedo, ya que de la sola definición de estos afectos
se sigue que no se da esperanza sin miedo ni miedo sin esperanza (…); y porque,
además, en la medida en que esperamos o tememos algo, lo amamos u odiamos.
Y, por tanto, todo lo que hemos dicho del amor y del odio, podrá cada uno aplicarlo
fácilmente a la esperanza y al miedo. (Spinoza, 2000, p.159)

Es interesante observar que, en esa posible dualidad, desde las bases de la ética
de Spinoza, el alma se va a querer esforzar y querer mover en el sentido de la
perfección en todo momento, se procura una fuerte inclinación filosófica de una
perspectiva vitalista, que se da al optar por adecuarse a las afecciones que le
causen alegría y muevan su deseo a conseguir la perfección, en el sentido de ser
modos de una única sustancia que es perfecta en si misma.

Me surgen preguntas como; si el ser humano es por naturaleza egoísta, envidioso


y de más, y el alma por naturaleza tiende a la alegría, de donde se genera la
potencia del alma, ¿dicha naturaleza egoísta puede ser vista de una manera
positiva? si es así; la envidia, el egoísmo, la idolatría y demás afectos ¿pueden ser
catalogados como potenciadores del alma y por lo tanto generar un camino a la
perfección?

Referencias

 Spinoza, B. (2000). La Ética Demostrada Según El Orden Geométrico De Las Cosas. Madrid:
Editorial Trotta, S.A., 2000. P 158-181

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