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TEPT com ple j o e n viole n cia de gé n e r o.

( A com plex PTSD in dom est ic violence.)

FUENTE: I NTERPSI QUI S. 2006; ( 2006)

La u r a Fá t im a Ase n si Pé r e z ( * , * * ) ;

M a r io Ar a ñ a Su á r e z ( * ,* * * ) .

( * ) Psicólogos Clínicos y Forenses

( * * ) Responsable de la Com isión Jurídica del COP en Alicant e

( * * * ) Sociedad Cient ífica ACAPI - PSI CONDEC, Direct or

---------------------------------------------------------------------------------------------------------

PALABRAS CLAVE: TPET Com plej o, Violencia de género, Diagnóst ico, Padecim ient o, Test im onio.

KEYWORDS: Com plex PTSD, Dom est ic v iolence, Diagnosis, Suffering, Test im ony.)

Re su m e n

En est e t rabaj o se expone el recorrido t erapéutico y la hist oria vit al resum ida de una m uj er
víct im a de violencia dom ést ica sin result ado de m uert e física. Junt o a ello, se present a el
recorrido efect uado por la propia t erapeut a, en búsqueda de un diagnóst ico que perm it iera
capt ar la t ot alidad de los sínt om as. Finalm ent e, se encuent ra que Trast orno por Est rés
Post raum át ico Com plej o, a pesar de no est ar reconocido aún en el Manual Diagnost ico DSM,
es un subt ipo válido para la definición de est e cuadro de Violencia Dom ést ica.

Abst r a ct

This paper ex poses t he t herapeut ic rout e and t he vit al hist ory sum m arized of a wom an,
vict im of dom est ic violence wit hout result of physical deat h. Close t o it , present s t he pat h
effect ed by t he own t herapist , in search of a diagnosis t hat was allowing t o cat ch t he t ot alit y
of t he sym pt om s. Finally, t hinks t hat t he Com plex Post Traum at ic St ress Disorder, in spit e of
not being recognized st ill in t he Diagnost ic Manual DSM, is a valid subt ype for t he definit ion
of t his descript ion of t he Dom est ic Violence.

I n t r odu cción

En est e t rabaj o se expone el recorrido t erapéutico y la hist oria vit al resum ida de una m uj er
víct im a de violencia dom ést ica sin result ado de m uert e física. Com o profesional que ha
efect uado int ervención clínica en est e caso - la prim era aut ora - , se expone la dificult ad con
la que se t ropieza a la hora de exponer en dist int os am bit os y est am ent os, el padecim ient o
real encont rado en est a pacient e; así com o las et apas de im pot encia, dudas y desazón,
recorridas a lo largo de la at ención clínica prest ada a la víct im a, las circunst ancias que
acom pañan a la revisión del caso, para la present ación j udicial del t est im onio solicit ado y la
propia confección de est e art ículo que, hum ildem ent e, present am os a su consideración.
Br e ve de scr ipción de l ca so

Pacient e de 35 años de edad que acude a consult a hace dos años, refiriendo m alest ar
psicosom át ico general. Pront o aparece, t ras est e padecim ient o inicial, la exist encia de un
hist orial de agresiones físicas y psíquicas cont inúas por part e de su m arido, de las que
t am bién ha sido víct im a su hij o m ayor, desde el nacim ient o.

Hum illaciones, insult os, vej aciones, golpes, grit os, que han exist ido desde el m om ent o de la
convivencia – hace ya seis años - , y ha ido en progresivo aum ent o, desde el nacim ient o del
hij o m ayor. Act ualm ent e, cuent a est e m at rim onio con dos hij os, de 5 y 3 años de edad.
Exist ió relación de noviazgo de varios años de duración.

Al quedar em barazada la esposa, el m arido decide que su m uj er abandone el t rabaj o para


‘hacerse car go de la casa y los niños’, disponiendo el m at rim onio de una sit uación económ ica
solvent e.

Al nacer el prim er hij o, el abuelo pat er no ‘se hace cargo de los gast os’, proponiendo al
m at rim onio que ‘por cuest iones legales’ com pren una vivienda, y se ponga a nom bre de la
esposa, la cual incorpora part e del dinero de ent rada en la com pravent a.

Desde ese m om ent o, la esposa depende económ icam ent e del m arido, y de la fam ilia de est e.
Al cual, define com o ‘sobr eprot egido’, y al que ‘t odo se le j ust ifica’, en su fam ilia.

De la m ism a form a, la fam ilia del m arido ‘con bast ant e éxit o’, ‘t om a part e en las decisiones
acerca de los niños, la educación, y la organización fam iliar de la parej a’.
Const a, según ella, diagnóst ico psiquiát rico del m arido, dual: t rast orno obsesivo com pulsivo
severo, con poca conciencia de enferm edad y t rast orno narcisist a de la personalidad.

Pert eneciendo él, a una fam ilia de alt a solvencia económ ica, la cual ha asum ido los gast os
económ icos del act ual m arido, desde la adolescencia.

La pacient e, hij a única, no cuent a en la act ualidad con una red de apoyo personal, fuera de
la fam ilia de su m arido; de la cual depende, en m ayor m edida, desde que abandonó su
ant erior t rabaj o, por m ot ivos m at rim oniales.
Sus padres viven, hum ildem ent e, en lugar alej ado, at ravesando hist óricam ent e, dificult ades
económ icas.

En t r e vist a , cu e st ion a r ios, y dia gn óst ico

Accede a consult a, a propuest a de su m arido, quien – adem ás - , la culpabiliza - según refiere


- , principalm ent e en los m om ent os de perdida del cont rol de su conduct a violent a, y del
m alest ar general que aquej a a la pacient e, de form a que su est ado de salud, ha alcanzado
niveles de pr eocupación – t am bién - para el rest o de la fam ilia.

Tras realizarse Ent revist a clínica, con indagación en su Hist oria Personal, se decide, en
prim er lugar, aplicar los siguient es cuest ionarios de screening, por su econom ía t em poral [ 1] .
Reflej am os las punt uaciones en inst rum ent os, en dist int os m om ent os de la int ervención:

a.- ) Cuest ionario de Análisis Clínico, CAQ; Punt uación: Decat ipos superiores a 8 en escalas
1,3,4,6,7, y PS.

b.- ) Cuest ionario de Ansiedad Est ado- Rasgo, STAI ; Punt uación: 9E / 7R.

c.- ) I nvent ario de Depresión de Beck, BDI ; Punt uación: 49 al inicio de la int ervención,
alcanzó 13, rebrot ó a 39 t ras una agresión.

Post eriorm ent e, a part ir de la coherencia en el relat o referido por la pacient e, se acuerda
aplicar los siguient es I nvent arios para evaluar la exist encia e incidencia de Traum a y
Violencia, a pesar de su redundancia [ 2] inst rum ent al:
a.- ) Escala de Gravedad de Sínt om as del TEPT , diseñada por Echeburúa. Punt uación: dobla
el punt o de cort e, a lo largo de t odo el proceso de int ervención t erapéut ica.

b.- ) Escala de Traum a, de Davidson. Punt uación superior a 40, a lo largo de t odo el proceso
t erapéut ico.

c.- ) Escala de Severidad de la Violencia cont ra las Muj eres, adapt ada, de Marshall. Punt úa 83,
sobre 184, al inicio de la int ervención.

d.- ) I nvent ario de Malt rat o Psicológico de Muj eres, de Tolm an, adapt ada por Silva. Punt úa
142, sobre 268, al inicio de la int ervención.

Es int eresant e, a nuest ro j uicio, señalar el proceso de expresión y confirm ación que se
genera y form ula la pacient e, a part ir de la lect ura de cada ít em ; com ienza a considerar, ella
m ism a, la exist encia de una sit uación vit al que adquiría coherencia en la exist encia de un
pat rón de agresión.

Com o est im ación diagnóst ica, se considera, en prim er lugar, la presencia de un cuadro
Ansioso- Depresivo con sínt om as de desesperanza, baj a aut oest im a, sensación de
incom pet encia, subordinación, dependencia, aislam ient o social, dificult ades en sueño,
irrit abilidad y dism inución de apet it o, y som at izaciones, int erferidor en su act ividad cot idiana
ordinaria, de form a pronunciada.

De la m ism a form a, la presencia de fases y et apas de m alest ar diferenciado y asociado a


agresión ext erna, referidos – sucesivam ent e - , configuran un cuadro de indefensión [ 3] ;
concordant e con un t rast orno por est rés post raum át ico en m uj er m alt rat ada [ 4] .

Que podría est ar j ust ificando la exist encia de docilidad y dependencia, conj unt am ent e a
inm ovilización e im pot encia – por desconfianza [ 5, 6, 7,8] - ant e la sit uación de m alt rat o
percibido, y sufrido, durant e años; a pesar de la posible exist encia de solapam ient os [ 9] ,
t am bién a nuest ro j uicio, secundarios – en est e m om ent o - en prioridad y at ención.

Respect o a est e cuadro TEPT, se est im ó suficient e – para t erapia - la exist encia de un crit erio
A en la sit uación descrit a por la pacient e, a part ir de la percepción de incont rolabilidad [ 10]
personal, por agresión deliberada y sost enida en su ent orno conyugal, capaces de generar
por sí solos, un m alest ar idént ico o superior [ 11] a las cat ást rofes consideradas ext rem as.

I n dica cion e s bá sica s de la t e r a pia

Coincidim os con Labrador y Rincón [ 4] en la dificult ad de elegir con claridad qué t rat ar, por
donde em pezar, en est as sit uaciones de violencia dom ést ica, sobre t odo en la fase
t erapéut ica inicial, del ‘proceso’ o ‘ecuación de violencia’ [ 12,13] , donde la ‘casi t ot alidad’ de
la vict im as dom ést icas m anifiest an que ‘creían’ que los act os previos, ‘no eran t an dañinos’
[ 14] , por una ‘percepción de acept ación y t olerancia a la violencia’ asum ida de form a
im plícit a, en t odo el ent orno [ 12] .

No est am os, por t ant o, ‘sólo’ ant e ‘m ediadores cognit ivos’ [ 15, 16] , en est as ‘sit uaciones’ en
‘presencia de ot ros’ [ 17] que, generalm ent e, no part icipan en los procesos de int ervención o
t erapia [ 18] .

Com o fase previa a las señaladas por Walker [ 19] para el inicio de la t erapia, opt am os por
facilit ar recom endaciones para la búsqueda de prot ección no sólo hacia ella, sino t am bién
para sus hij os, a part ir de facilit ar de form a indagat oria, la expresión de sus sent im ient os y
circunst ancias vit ales percibidas com o am enazant es.

Desm ont ar la influencia e int eracción de los com ponent es en la ‘ecuación de violencia’,
facilit ó la expresión em ocional, aum ent ó su capacidad de com prensión y explicación de los
hechos vit ales en los que había est ado inm ersa de form a ‘adapt ada’ social y fam iliarm ent e.
Trabaj ar en procesos de asert ividad, aut oest im a, y sus repercusiones en el est ado de ánim o
y bienest ar físico, llevó a la pacient e – de form a aut ónom a e independient e - a la búsqueda
de soluciones legales, y laborales, con reform ulación de sus conduct as vit ales habit uales,
hast a la fecha.

Ciclos de de n u n cia y r e con cilia ción

Tras la revisión de sus est rat egias com port am ent ales, en el avance de la int ervención
t erapéut ica discont ínua recibida, la pacient e - señalam os nuevam ent e la aut o- int rospección
realizada a part ir de los ít em s en cada cuest ionario - se plant ea la posibilidad de solicit ar la
separación m at rim onial.

Present a denuncia, t ras una de las últ im as agresiones, que origina la act ivación de los
disposit ivos j urídicos exist ent es, decret ándose para su m arido, orden de alej am ient o.

A part ir de est e m om ent o, com ienza una dinám ica de presión fam iliar, círculo social
vinculado a la fam ilia, abogado y ot ros, que logran cuest ionar la decisión de denuncia
adopt ada, ant e la posibilidad de ‘ingreso en prisión’ de quien ha sido su esposo.

A la insist encia en el perdón, le sucede una prim era ret irada de denuncia, un nuevo ej ercicio
de presión, nueva denuncia, separación, regreso a la convivencia, nueva ret irada de
denuncia, increm ent o const ant e de la desazón y desest ruct uración de la pacient e, que no
alcanza a frenar la velocidad, ni la ‘com prensión’ de los acont ecim ient os a los que est á
expuest a.

En una de est as fases, se m ant iene una de las denuncias; que finaliza en Sent encia
condenat oria para el m arido, dict ándose guarda y cust odia de los hij os favorable a la esposa.

La ‘sanción’ im puest a, inferior a dos años de cárcel, sust it uye el ingreso en prisión por un
curso de reeducación- reinserción puest o en funcionam ient o por la Audiencia Provincial.

Tras un año de separación, la pacient e evoluciona favorablem ent e y a supuest a propuest a de


ot ro profesional, decide com unicarse con el padre de sus hij os, ‘para m ej orar la
com unicación’ con su hij o m ayor, que at ravesaba por dificult ades escolares. Deciden, a part ir
de est e m om ent o, que el padre los niños regrese al pueblo- y dom icilio - donde vivió durant e
el periodo m at rim onial.

Tras un m es de convivencia, un nuevo ciclo de hum illaciones, vej aciones, y agresión


com ienza. Ant e las insist encias del padre de sus hij os, at ravesando la pacient e uno de est os
ciclos de presión – con nueva agresión física incluida - , acuden a Not aría para efect uar un
cam bio en la t it ularidad de la propiedad de la vivienda, que la pacient e, rubrica.

Post eriorm ent e, acude de nuevo a Not aría, solicit ando la anulación del cont rat o firm ado;
present ando denuncia post erior en el Juzgado de Guardia.

Te r a pe u t a , t e st igo e x pe r t o

La pacient e acude nuevam ent e a consult a, present ando un est ado de em bot am ient o,
confusión y bloqueo, con visible afect ación em ocional- conduct ual; solicit a colaboración
t est im onial de la t erapeut a, ant e Juzgado, en la denuncia cursada.

Un papel de t erapeut a com o t est igo expert o, ‘fuent e de prueba’ [ 20] , solicit ado - de
m om ent o - por la pacient e, que requiere explicar est os com port am ient os com o ‘result ados’
[ 20] prot ot ípicos en t raum at ización sost enida, a nuest ro j uicio, exige una profundización en
la sint om at ología que debe considerar las dist int as fases de un proceso de afect ación y
desest ruct ur ación, no reconocidos suficient em ent e ni de form a específica, para est e t ipo de
casos, en los Manuales Diagnóst icos DSM.

El uso de t erm inología y concept os de caráct er t écnico, t ienen efect o com o ‘valoración’ o
apreciación ‘probat oria’ – en el j uzgador y en el rest o de los operadores j urídicos que
int ervienen en el proceso - , m ás allá del papel asignado original - y aparent em ent e - en el
proceso j udicial, al t erapeut a, en un prim er m om ent o.
Ent endem os que adem ás de const it uir una fuent e de prueba, el t est im onio aport ado por el
profesional t erapéut ico, puede repercut ir en el análisis concurrent e de los hechos para la
adquisición de la cert eza, j udicial, que m ot ivará la sent encia; com o t est igo de cargo - en est e
caso - , ya part icipe en alguna de las fases de inst rucción, o direct am ent e en el act o de la
vist a o j uicio.

Com o part e de las dist int as piezas probat orias pract icadas en el proceso, previam ent e,
puede desvelar – y crear - en el m om ent o de su com parecencia en j uicio, cont radicciones en
los propios I nform es Periciales.

De haber sido requerido en una fase previa, puede det erm inar el alcance del encargo pericial;
o, caso de est ar ya present ado el Dict am en, condicionar las afirm aciones cont enidas - parcial
o t ot alm ent e – en ellos.

De est a form a, ent endem os, el t est im onio del t erapeut a, logra superar - en ocasiones - la
relevancia, el papel – y poder - j udicial asignado al perit o.

Especialm ent e cuando est a int ervención clínica t iene un origen ext erno a los disposit ivos
inst it ucionalizados act uales, para est e fenóm eno de violencia dom ést ica.

Para ello, necesit a apresar , el t erapeut a, la t ot alidad del funcionam ient o de su pacient e, y
expresarlo de form a cohesionada, coherent e y nít ida, ant e los profesionales que operan en el
cont ext o Just icia.

D ia gn óst ico, ve r su s fe n óm e n os psico- j u r ídico- socia le s

Est a labor, result a especialm ent e int ensa, cuando est am os ant e fenóm enos psico- j urídico-
sociales com plej os que no se rest ringen en su present ación y repercusión, al cont ext o
exclusivo de la int ervención t erapéut ica, com o es el caso de la violencia dom ést ica.

En est e ‘organigram a de decisiones en búsqueda de ayuda’ [ 21] , com probem os, que est a
víct im a accede a consult a por un problem a dist int o, para post eriorm ent e alcanzar el aut o-
reconocim ient o de la exist encia de un ent orno gener ador – y pot enciador - de desazón y
‘desest ruct ur a psíquica’ [ 18] .

Una ‘violencia em ocional’ t radicionalm ent e m it ologizada [ 15,16, 22, 23, 24] , cuyos efect os
necesit arían, en est e caso, quedar argum ent ados, y desvelados, en sede j udicial.

Cuando encont ram os que la falt a de inst it ucionalización, y las propias caract eríst icas del
fenóm eno com plej o – violencia dom ést ica – han facilit ado oscilaciones en la asist encia y
cont inuidad de las prescripciones acordadas en consult a; en función del m om ent o en que se
ha ido encont rando la víct im a, en cada uno de los recorridos efect uados en est os ‘circuit os’
[ 15,16] de agresión que se repit en, independient em ent e de la conduct a que haya ofrecido la
pacient e.

Est a aleat oriedad en la agresión – no m eram ent e física - , aparent a un caráct er de


im predecibilidad. Sin em bargo, suele reducirse la focalización, para sost ener est e argum ent o,
al m om ent o exclusivo en que se pr esent a la agresión física; pero observada
longit udinalm ent e, adquiere un caráct er de ret orno cont ínuo, esperable, a pesar de la
inexist encia de acont ecim ient o ‘especial’ que pudiera suponer algún t ipo de perj uicio para el
agresor [ 25] .

La ‘exposición prolongada a est resores t raum át icos int erpersonales’ [ 26] surgió, en est e caso,
en el m ism o act o de las prim eras sesiones de int ervención, det rás de los sínt om as de
afect ación profunda que m ot ivó – con connivencia del ent orno - , su prim er acceso a t erapia.
Careciendo, por ot ra part e, de int eracción en conduct as de agr esión conj unt as, la búsqueda
de los ‘parám et ros’ del t rast orno que efect ivam ent e present a est a m uj er, const it uyen ‘m ucho
m as’ que un ‘agregado’ de sínt om as [ 26] de los reconocidos hast a ahora para el T.E.P.T. en
el DSM- I V- TR.
Un cu a dr o dia gn óst ico: TETP com ple j o

Est a búsqueda de una explicación capaz de sost ener y fundam ent ar su sint om at ología, y
evidenciar el pat rón de conduct as y variables en int eracción que part icipan en la generación
del daño que realm ent e encont ram os en est a pacient e, nos im pide det enernos en la act ual
confección del DSM.

Tal es así que una am algam a general de m asoquism o, dependencia, y depresión, com o las
propuest as [ 26] para ‘t raum at ización fem enina’ en violencia dom ést ica [ 27] , parece reflej ar
un descript or explicat ivo suficient e para definir la conduct a general que hem os encont rado –
longit udinalm ent e - en est a pacient e.

La exist encia de oscilaciones en la regulación del afect o, alt eraciones en at ención y


conciencia, percepción del sí m ism a, som at izaciones y alt eración del sist em a de significados,
podría ser un cuadro diagnóst ico que clarificara no sólo la prim era asist encia al Not ario, sino
la acept ación del regreso del esposo a la convivencia, y el silencio de est a pacient e, que es
capaz de descubrir su est ado en t erapia, y a pesar de ello, no regresar a la m ism a, hast a que
lo necesit a, con verdadera urgencia.

Re fe r e n cia s bibliogr á fica s

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