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TEMA 5: LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA

1. CONCEPTO, NATURALEZA Y ALCANCE DEL DERECHO A LA OBJECION DE


CONCIENCIA
1.1. Concepto
Podemos definir la objeción de conciencia como un derecho o una cláusula que en atención a
la conciencia del sujeto le permite a éste eludir el cumplimiento de determinadas obligaciones
jurídicas (o contractuales) o de las sanciones que pueden imponerse a causa del
incumplimiento.

La Constitución reconoce el derecho a la objeción de conciencia pero no con carácter general.


Se reconoce en el art. 30.2 CE el DERECHO A LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA AL SERVICIO
MILITAR como una causa de exención al servicio militar. Este precepto ha caído en desuso,
aunque sigue en vigor, porque el servicio militar ya no está vigente en España. En caso de que
se diera el servicio militar obligatorio este derecho pasaría a estar plenamente vigente.

Por tanto el derecho a la objeción de conciencia militar es un derecho constitucional y que está
en vigor pero que está suspendido en su ejercicio.

En España existe el derecho a la objeción de conciencia al aborto reconocido con carácter legal
(no en la Constitución) en la Ley 2/2010 de Salud Sexual y reproductiva y de interrupción
voluntaria del embarazo, reconocido en el art. 19 de la ley.

El Derecho a la objeción de conciencia al aborto junto con el derecho a la objeción de


conciencia al servicio militar son las únicas que tienen alcance legal (aborto alcance legal, y el
servicio militar constitucional). Las demás modalidades de objeción de conciencia que no
están reconocidas legalmente, sino que las reconoce la jurisprudencia.

La teoría del profesor José María González del Valle hace una importante reflexión diciendo
que “cuando se invoca el cumplimiento de la ley en el ejercicio del derecho a la objeción de
conciencia no cabe hablar de objeción de conciencia en sentido estricto sino de un derecho
reconocido legalmente”. En definitiva solo se puede hablar de objeción de conciencia en
sentido estricto cuando la modalidad de que se trate de objeción de conciencia no está
reconocida legalmente (se está ejerciendo un derecho reconocido en la ley y no se puede
hablar de objeción de conciencia en sentido estricto).

La objeción de conciencia da lugar a verdaderos conflictos, que deben ser resueltos en sede
jurisdiccional, cuando el individuo arriesga, porque no tiene garantizado ese derecho
legalmente. Sin embargo cuando los términos del derecho a la objeción de conciencia están
plasmados en la ley entonces no se da lugar a conflictos.

Por tanto, expresamente solo están reconocidos los derechos a la objeción de conciencia al
servicio militar y al aborto. Los Tribunales, el TC y el TS, han reconocido en determinadas
ocasiones que del art. 16 CE se deriva el reconocimiento del derecho a la objeción de
conciencia con carácter general, es decir, que cualquier modalidad de objeción de conciencia
está amparada en el art.16 CE. Sin embargo también el TC ha dicho lo contrario.

Conclusión Respecto al derecho a la objeción de conciencia que no aparece de carácter general


en la CE por lo que hay que plantearse cuál es la naturaleza de este derecho y en este caso la
jurisprudencia es vacilante puesto que hay sentencias jurisprudenciales de distintos tribunales
que entienden que el derecho a la objeción de conciencia tiene alcance constitucional y que
tiene naturaleza de derecho fundamental según esta jurisprudencia la objeción de conciencia
es una especificación del derecho de libertad de conciencia del art. 16 CE y que por lo tanto
cuando alguien alega la objeción de conciencia está ejerciendo un derecho fundamental.

Sentencias que defienden que el Derecho a la Objeción de Conciencia está amparado por el
art. 16 CE:

Tenemos dos sentencias del TC, una del 28 abril de 1982 y otra de 11 abril del 1985. Esta
última resuelve un recurso de inconstitucionalidad de la ley del aborto que planteaba como
motivo de inconstitucionalidad y es que no se observara la objeción de conciencia al aborto. El
TC decía que se podía haber reconocido en esa ley de desprotección del aborto pero que no
era necesario, no hace falta porque el derecho a la objeción de conciencia se deduce o ya es
reconocido con carácter general en la CE, concretamente en el art. 16.

Sentencias que defienden lo contrario, que el Derecho a la Objeción de Conciencia no tiene


carácter constitucional:

Otras sentencias del TC han hecho expresa la tesis contraria como las sentencias de 27 de
octubre de 1987 160 y 161/ 1987 de la objeción de conciencia al servicio militar.

- En la sentencias 160 se niega que el derecho a la objeción de conciencia tenga alcance


constitucional. Dice que la objeción de conciencia solo está legitimada porque lo
establece el art. 30.2 CE y aclara que el art. 16.1 no sería suficiente para amparar el
derecho a la objeción de conciencia.
- La sentencia 161 dice que la objeción de conciencia no está reconocida como derecho
de alcance general en nuestro ordenamiento, y añade que ni lo está ni puede estarlo
porque implicaría la negación misma del Estado. Es decir implicaría que los individuos
pudieran usar la OC en cualquier situación. Esta última ha sido la que se impuesto
últimamente y generalmente las sentencias que sostienen la primera tesis son las que
resuelven a favor del derecho a la objeción de conciencia.

Hay sentencias que dicen que si se deriva y otras que no, dependiendo de los distintos casos
que se plantean a los tribunales. Por tanto, dependiendo de si se defiende una u otra tesis, las
consecuencias de seguir uno u otro planteamiento son diferentes:

En el caso de que se defiende que el DOC tiene alcance constitucional, es decir, que se deriva
del art. 16CE, los casos de objeción de conciencia deben ser tratados como un conflicto entre
un deber jurídico y un derecho fundamental.

En el caso de que no se derive entonces el conflicto que se plantea es totalmente diferente.

2. TIPOS DE OBJECION DE CONCIENCIA


La objeción de conciencia al cumplimiento de determinados deberes civiles como por
ejemplo la objeción de conciencia al servicio militar, la objeción de conciencia al juramento,
etc.

La objeción de conciencia al cumplimiento de obligaciones laborales  El profesor González


del Valle dice que esta no es exactamente objeción de conciencia porque no tiene su origen en
la ley sino en un contrato. En todo caso, este tipo de objeciones da lugar a consideraciones
distintas.
3. LA OBJECION DE CONCIENCIA EN EL ÁMBITO SANITARIO
Se da un gran número de supuestos en los cuales se alega la objeción de conciencia, como por
ejemplo al aborto, a farmacéuticos sobre la venta de píldora del día después, a recibir
determinados tratamientos médicos (este generalmente planteado por los testigos de Jehová).

3.1. La Objeción de Conciencia al aborto


Se plantea en principio en el ámbito laboral, es decir, se incluye de cierta forma en las
modalidades de objeción de conciencia laboral, dirigido contra el cumplimiento de
obligaciones asumidas libremente en un contrato por el individuo. Se plantea por los médicos
que, alegando motivos de conciencia, se podrían oponer a realizar o colaborar en una práctica
de aborto lo que para ellos consiste en una obligación

La objeción de conciencia al aborto presenta una particularidad que es que existe o entra en
juego con un tercer elemento, es un derecho constitucional; el derecho a la vida, entendiendo
que el feto debe ser objeto de protección.

n España, hasta 1985 el aborto era un delito y lo sigue siendo salvo que se cumplan
determinadas circunstancias previstas en la ley que introduce una serie de casos en los que se
despenalizaba el aborto;

- El aborto terapéutico
- El aborto eugenésico
- El aborto ético (dentro del límite de las primeras 12 semanas a consecuencia de una
violación previa denuncia).

Por tanto, con la Ley Orgánica 9/1985 se introdujo un bis en el CP donde la conducta abortiva
se despenalizaba en tres situaciones:

El aborto terapéutico se produce cuando sea necesario para evitar un peligro de la vida de la
embarazada con su consentimiento.

El aborto eugenésico se podrá dar cuando existan daños en el feto tiene un límite de 24
semanas.

“Se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas, siempre
que el aborto se practique dentro de las veintidós primeras semanas de gestación y que
el dictamen, expresado con anterioridad a la práctica del aborto, sea emitido por dos
especialistas de centro o establecimiento sanitario, público o privado, acreditado al
efecto, y distintos de aquel por quien o bajo cuya dirección se practique el aborto.”

El aborto ético se producirá cuando el embarazo sea causa de una violación dentro del límite
de las 12 primeras semanas.

El TC, respecto a esta regulación de la ley 9/1985, argumentó que no era necesario el
reconocimiento de la objeción de conciencia al aborto porque se deduce directamente del art.
16 de la CE.

Esto era así hasta el 2010, ya que en ese mismo año se aprueba la Ley Orgánica 2/2010, de 3
de marzo, de Salud Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo. En
esta ley se reconoce EXPRESAMENTE LA OBJECION DE CONCIENCIA AL ABORTO.
En el artículo 14 de la ley 2/2010 se regula la interrupción del embarazo a petición de la mujer:

Artículo 14. Interrupción del embarazo a petición de la mujer.

“Podrá interrumpirse el embarazo dentro de las primeras catorce semanas de


gestación a petición de la embarazada, siempre que concurran los requisitos
siguientes:

a) Que se haya informado a la mujer embarazada sobre los derechos,


prestaciones y ayudas públicas de apoyo a la maternidad, en los términos que
se establecen en los apartados 2 y 4 del artículo 17 de esta Ley.
b) Que haya transcurrido un plazo de al menos tres días, desde la información
mencionada en el párrafo anterior y la realización de la intervención.”

Se establece en el art. 14 la interrupción libre del embarazo sobre las primeras 14 semanas y
se exige que se informe a la embarazada por las prestaciones y ayudas públicas que se le
darían a la embarazada. Además, deben mediar 3 días entre que se otorgue esa información y
se lleve a cabo el aborto.

Hay excepciones a la regla general, es decir, fuera del plazo del art. 14. Se encuentran
establecidas en el art. 15, donde se establece la posibilidad de interrumpir el embarazo por
causas médicas en tres circunstancias:

- Cuando en las primeras 22 semanas haya riesgo de la embarazada


- Cuando en las primeras 22 semanas siempre que exista riego en el feto.
- En cualquier momento cuando se detecten anomalías de la vida del feto.

Artículo 15.

“Excepcionalmente, podrá interrumpirse el embarazo por causas médicas cuando concurra


alguna de las circunstancias siguientes:

a) Que no se superen las veintidós semanas de gestación y siempre que exista grave
riesgo para la vida o la salud de la embarazada y así conste en un dictamen
emitido con anterioridad a la intervención por un médico o médica especialista
distinto del que la practique o dirija. En caso de urgencia por riesgo vital para la
gestante podrá prescindirse del dictamen.
b) Que no se superen las veintidós semanas de gestación y siempre que exista riesgo
de graves anomalías en el feto y así conste en un dictamen emitido con
anterioridad a la intervención por dos médicos especialistas distintos del que la
practique o dirija.
c) Cuando se detecten anomalías fetales incompatibles con la vida y así conste en un
dictamen emitido con anterioridad por un médico o médica especialista, distinto
del que practique la intervención, o cuando se detecte en el feto una enfermedad
extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico y así lo
confirme un comité clínico.”

El artículo 15 de la ley 2/2010 ya no recoge el aborto ético, a diferencia del artículo 14 de esa
misma ley.

Por tanto en esta ley se reconoce expresamente el derecho a la objeción de conciencia al


aborto. Lógicamente el que objeta es el profesional sanitario, y así lo dice el art. 19.2 donde se
establece que los profesionales sanitarios tendrán el derecho a ejercer la objeción de
conciencia.

Del art. 19.2 de la LO 2/2010 se extraen las siguientes conclusiones:

- Se reconoce el derecho a la objeción de conciencia y a la práctica de la interrupción


voluntaria del embarazo, pero se reconoce UNICA Y EXCLUSIVAMENTE AL PERSONAL
SANITARIO, es decir, solo pueden ejercerlo los médicos, enfermeros, auxiliares, etc.,
pero no pueden ejercerlo el personal administrativo. Por ejemplo, un Tribunal belga
reconoció el derecho a la objeción de conciencia a los técnicos eléctricos que fueron a
reparar un aire acondicionado a un clínica donde se realizaba el aborto, y alegaron
objeción de conciencia.
- No cualquier médico tiene el derecho a la objeción de conciencia, sino únicamente
AQUELLOS QUE ESTÉN DIRECTAMENTE IMPLICADOS EN LA PRÁCTICA DE LA
INTERVENCION DE LA INTERRUPCION.
- El derecho se ejerce con carácter individual. Eso implica que, por ejemplo, un servicio
de ginecología del hospital X no puede declarar objeción de conciencia. Solo pueden
hacerlo los INDIVIDUOS y además ANTICIPADAMENTE Y POR ESCRITO. Tendrán que
manifestarlo previamente y con carácter general (no caso por caso) en aras de
salvaguarda del servicio.
- El personal sanitario, incluso los objetores, deberán prestar atención a las mujeres
antes y después de la intervención, por ejemplo: prepararla para el quirófano. La
razón es que la objeción de conciencia afecta únicamente al momento de la
intervención no antes ni después de ésta, por lo tanto aquellos objetores de
conciencia deberán atender a la paciente antes y después del aborto; incluso en
relación con patologías que tengan su origen en la intervención.
- En relación con el servicio no supra menoscabo alguno, se aclara que si el servicio
público no puede atender el caso, se reconoce a la mujer el derecho de acudir a un
centro privado con el compromiso escrito de aportar la aportación.

Por tanto, el contenido del art. 19.2 es bastante coherente con la doctrina de los tribunales
inferiores que han venido justificando esta ley.

En esta ley no se reconoce de modo expreso el derecho a la vida, también insiste la


jurisprudencia en que el hecho de ejercer la objeción de conciencia no puede conllevar
consecuencias laborales, esto tampoco lo reconoce el art. 19.2. Estas dos cosas opinan algunos
que sería necesarias que estuvieran plasmadas aun así sigue siendo bastante coherente.

Es importantísima esta ley del aborto del 2010 porque a diferencia de lo que ocurría en la
legislación anterior se recoge el derecho a la objeción de conciencia a practicar abortos y las
medidas para garantizar la prestación de los servicios de salud. El TC se ha manifestado en
varias ocasiones en sentencias hacia la objeción de conciencia al aborto, lo que hacían estas
sentencias era aclarar que este derecho se deduce directamente del art. 16 CE y que por tanto
no era necesario que en esa ley se hiciera mención al derecho a la objeción de conciencia. En
todo caso, en esta primera ley del 85 no se hacía referencia al derecho pero el TS lo reconocía
a pesar de no estar en una ley. Y no podemos hablar de objeción de conciencia en sentido
estricto cuando está reconocida legalmente, pero esto sólo es así en el de asistencia
obligatoria al servicio militar. Se reconoce en esta ley la objeción de auxiliares sanitarios… pero
no a los administrativos o a los técnicos), al personal directamente implicado en la realización
del aborto (al personal del quirófano y no a la gente que atiende en planta, sólo personal
directamente implicado en el aborto) y se reconoce siempre que el acceso a la interrupción y
la calidad existencial no resulten menoscabados (art. 19.2) por la objeción de conciencia. El
rechazo a la colaboración en la interrupción se trata de una decisión individual y además
requiere una manifestación con anterioridad y por escrito. Se aclara que el personal sanitario
que declare este derecho deberá prestar atención médica antes y después de la interrupción
voluntaria del embarazo. Se prevé también que si el servicio público no hay personal sanitario
suficiente para llevar a cabo el aborto se reconoce el derecho de la mujer a asistir a otro centro
sanitario para que le pueda ser practicado el aborto y para ello deberá contar previamente con
el compromiso escrito de la entidad sanitaria en la que se encuentre de abonar la prestación
(en palabras del 19.2). Anteriormente los tribunales iban creando una jurisprudencia respecto
al aborto y según esta se establecía que la objeción de conciencia tendría como límite la
existencia de un grave e inminente peligro para la vida de la madre, lo cual es cierto que no
queda suficientemente expresado en la regulación actual.

Caso del menor testigo de Jehová: el TS dice que si se hubiera tratado de un adulto hubiera
otorgado el derecho de libertad religiosa y la objeción de conciencia pero que al tratarse de un
menor en ese conflicto que se plantea debía seguir el derecho a la vida sobre el de libertad
religiosa. La posición de garante de los padres no quedaba afectada ni por el hecho de haber
pedido asistencia médica ni por el hecho de que el menor se opusiera a que se le practicase la
transfusión y ni siquiera se veía modificada su posición de garante por la posición de garante
del tribunal por ello se considera que existe delito de homicidio de comisión por omisión en
atenuante de obcecación. Aunque luego en otra sentencia posterior el TC les absuelve.

3.2. Objeción de conciencia y tratamientos médicos


En estos supuestos, nos encontramos con el rechazo, por motivos de conciencia, de
tratamientos médicos para sí mismo o para sujetos jurídicamente dependientes del sujeto
objetor.

Su análisis no puede ceñirse a la sola perspectiva de la libertad religiosa y de conciencia. Entran


en juego otros derechos, tales como el derecho a la integridad física, el derecho a la intimidad
personal y familiar, o el derecho que corresponde a los padres en relación con la educación y
modos de vida de los hijos. Al producirse una objeción de conciencia en ese ámbito, esos
derechos deben armonizarse con dos intereses públicos de primer orden: el interés del Estado
en preservar la vida y la salud de sus ciudadanos, y el interés en mantener la integridad ética
de la profesión médica, cuyo objeto es procurar la salud de quienes se confían a su cuidado.

Del derecho comparado se extrae esta posible clasificación de supuestos:

1. Tratamiento médico en sujeto mayor de edad (tratamientos salvíficos o en situación


de vida o muerte):

Un sujeto con capacidad judicialmente completada o con pérdida de facultades  Se ha de


estar al juicio emitido antes de entrar en esta situación; se intenta descubrir cuál hubiera sido
ese juicio, o bien el Estado asume la tutela, en favor de la vida, de esa persona.

Un sujeto en pleno uso de sus facultades y capaz:

- Sin menores dependientes: o bien se ha aplicado la doctrina del “falso conflicto”, o


bien se ha respetado hasta el final la decisión, al entender que no hay intentio sese
occidendi.
- Con menores dependientes: normalmente se impone el tratamiento médico salvífico,
al estimar que se produce un perjuicio grave en el futuro de los menores
dependientes, por los que el Estado tiene el deber de velar.

2. Tratamiento médico en menor de edad

Aspectos civiles: es decir, la imposición de un tratamiento médico en el menor de edad contra


la voluntad de los padres o tutores, retirando por tanto con carácter temporal la custodia o la
patria potestad a los mismos. Debemos distinguir:

- Tratamientos salvíficos o situaciones de vida o muerte: los tribunales y leyes no


dudan en retirar la patria potestad o la custodia temporalmente, si la situación de
peligro para la vida es inminente.
- Tratamientos no salvíficos: los criterios no son uniformes. Habrá que estar a la
necesidad del tratamiento, sus características, las repercusiones en el ámbito familiar y
en el futuro desarrollo de la vida del menor... Se suele también tomar en cuenta la
opinión del menor, si éste puede emitirla.

Nos planteamos aquí la responsabilidad criminal de los padres cuando su negativa, por razones
de conciencia, ha producido la muerte del hijo necesitado de tratamiento médico. La
jurisprudencia italiana ha contestado afirmativamente respecto de dicha responsabilidad. Por
su parte, la jurisprudencia norteamericana durante un cierto tiempo adoptó una posición
ambigua ante estos supuestos. Los Tribunales sostenían que las creencias religiosas no
generan causas de exculpación criminal y, simultáneamente, se mostraban reacios a
condenar a los padres objetores que, aun infringiendo las leyes penales por motivos de
convicción moral, facilitaban a sus hijos todos los medios de curación que su conciencia les
permitía. Esta posición ambigua ha dado paso a otra de firme condena.

En el Derecho español, la normativa básica sobre esta cuestión remite a la Ley 41/2002, de 14
de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en
materia de información y documentación clínica. En su artículo 2 la ley establece dos
principios:

- El paciente o usuario tiene derecho a decidir libremente, después de recibir la


información adecuada, entre las opciones clínicas disponibles
- Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los
casos determinados en la Ley. Su negativa al tratamiento constará por escrito. La
expresión de la voluntad del paciente a favor de un tratamiento médico se verifica
jurídicamente a través del consentimiento informado (artículo 8).

Las “instrucciones previas” del artículo 11 de la misma Ley son también relevantes respecto a
la objeción de conciencia a tratamientos médicos. Recordemos que el documento de
instrucciones previas es aquel por el que una persona mayor de edad, capaz y libre, manifiesta
anticipadamente su voluntad, con objeto de que ésta se cumpla en el momento en que llegue
a situaciones en cuyas circunstancias no sea capaz de expresarlos personalmente, sobre los
cuidados y el tratamiento de su salud o, una vez llegado el fallecimiento, sobre el destino de su
cuerpo o de los órganos del mismo. El otorgante del documento puede designar, además, un
representante para que, llegado el caso, sirva como interlocutor suyo con el médico o el
equipo sanitario para procurar el cumplimiento de las instrucciones previas. Sin embargo,
resulta importante subrayar que, conforme a la Ley que se reseña aquí, no serán aplicadas las
instrucciones previas contrarias al ordenamiento jurídico, a la “lex artis”, ni las que no se
correspondan con el supuesto de hecho que el interesado haya previsto en el momento de
manifestarlas. Por tanto, la oposición a un tratamiento médico por parte del paciente no
siempre conduce inevitablemente a la inacción por parte del personal médico.

La jurisprudencia española ha analizado la responsabilidad del juez que ordena, ante la


negativa de un adulto capaz o de los padres de un menor, la aplicación de un tratamiento
hemotransfusional. El auto del Tribunal Supremo de 26 de septiembre de 1978 determina que
es válida la actuación de un juez que autoriza transfusión de sangre a una menor en peligro de
muerte. El Tribunal Supremo, en auto de 22 de diciembre de 1983, señala igualmente válida la
actuación de un juez permitiendo la transfusión de sangre a un mayor de edad contra el
consentimiento de su cónyuge, entendiendo que la salud es límite del ejercicio de la libertad
religiosa.

Igualmente, resulta relevante la Sentencia del Tribunal Constitucional 154/2002, de 18 de julio,


sobre condena de los padres por homicidio (artículo 138 en relación con el artículo 11 del
Código Penal) en caso de fallecimiento de menor de edad a su cargo. En esta sentencia, el
Tribunal Constitucional afirma lo siguiente: “la expresada exigencia a los padres de una
actuación suasoria o que fuese permisiva de la transfusión, una vez que posibilitaron sin
reservas la acción tutelar del poder público para la protección del menor, contradice en su
propio núcleo su derecho a la libertad religiosa yendo más allá del deber que les era exigible
en virtud de su especial posición jurídica respecto del hijo menor. En tal sentido, y en el
presente caso, la condición de garante de los padres no se extendía al cumplimiento de tales
exigencias”.

La afirmación del Tribunal Constitución debe completarse, a efectos prácticos, con la actuación
que para estos supuestos prevé la Circular 1/2012 de la Fiscalía General del Estado, conforme a
la cual:

a. Un menor de edad maduro (de 16 y 17 años que no tenga su capacidad judicialmente


completada, el menor emancipado y el menor de menos de 16 años cuando, a criterio
del facultativo, tenga suficiente madurez para consentir) se niega a la transfusión de
sangre u otra intervención médica con grave riesgo para su vida o salud, en casos en
los que los representantes legales son favorables a que se realice la misma. En este
caso, el médico podrá, sin necesidad de acudir al Juez, llevar a cabo la intervención.
b. Un menor maduro rechaza la práctica de una transfusión u otra intervención con grave
riesgo para su vida o salud, apoyando los representantes legales su decisión. En estos
casos debe el médico plantear el conflicto ante el Juez de Guardia, directamente o a
través del Fiscal, sin perjuicio de que, si concurre una situación de urgencia, pueda sin
autorización judicial llevar a cabo la intervención, amparado por la causa de
justificación de cumplimiento de un deber y de estado de necesidad.
c. Un menor maduro presta su consentimiento a la intervención, siendo los
representantes legales los que se oponen. En este supuesto no existe un conflicto
entre los deseos y opiniones del menor y sus derechos a la vida y la salud, por lo que
debe estarse a la capacidad de autodeterminación que la ley reconoce al menor
maduro, pudiendo el médico aplicar el tratamiento sin necesidad de autorización
judicial.
d. Los representantes legales del menor sin condiciones de madurez no consienten la
intervención, generando la omisión de la misma, riesgo grave para su vida o salud. El
médico no puede aceptar la voluntad de los representantes del menor, pues se
encuentra en una posición de garante respecto de su paciente. Por ello habrá de
plantear el conflicto ante el Juzgado de Guardia, bien directamente o a través del
Fiscal, para obtener un pronunciamiento judicial. No obstante, en situaciones urgentes
puede el médico directamente aplicar el tratamiento frente a la voluntad de los
padres, estando su conducta plenamente amparada por dos causas de justificación:
cumplimiento de un deber y estado de necesidad.

En conclusión respecto a la objeción de conciencia a recibir determinados tratamientos


médicos. EL TC dice que prima el derecho de libertad religiosa sobre el derecho de la vida del
menor. El TC plantea dos cuestiones: analiza si se puede exigir de los padres que convenzan al
menor o el hecho de que hubieran autorizado por ellos mismos la práctica de la transfusión. Lo
que hace es examinar si las acciones que el TS exige a los padres para poder entender que han
faltado a su posición de garante, eran necesarias o no para defender el derecho a la vida y no
lo discute el TC diciendo que es preponderante el derecho a la vida y dice que la efectividad del
derecho a la vida no había quedado impedida por la actitud de los padres porque estos desde
el primer momento no se habían opuesto a la práctica de la transfusión y dice el TC que no se
ha acreditado que el hecho de que hubieran tratado de convencer a su hijo hubiera resultado
eficaz y también dice que existían otras medias menos gravosas que hubieran permitido la
transfusión.

3. LAS OBJECIONES DE CONCIENCIA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO


En España este tema no ha causado conflictos entre la ley y la conciencia, en cuanto que la
asignatura de religión estaba presente en los planes de estudio pero de manera optativa.

En la actualidad con la introducción de la asignatura en la Educación Primaria, Secundaria y


Bachillerato de la asignatura Educación para la Ciudadanía que se introdujo en la Ley 2/2006
de 3 de mayo de Educación, y no en cuanto a la asignatura cuya idea provenía de una
recomendación del Consejo de Europa, sino en cuanto al contenido del temario de ésta, que
supone un adoctrinamiento en cuestiones morales sobre los que corresponde a los padres
decidir, y cuyo derecho está tutelado en la propia Constitución, en el art. 27.3 que dice que “
los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que los hijos reciban la
formación religiosa y moral que éste de acuerdo con sus propias convicciones”.

Está claro, a la vista de las numerosas objeciones de conciencia presentadas por padres que se
niegan a que sus hijos estudien esta asignatura, que la materia que la integra vulnera este
derecho constitucional, el legislador ha introducido diferentes temas relaticos a la conciencia
moral, a los diferentes modelos de familia, a la salud reproductiva, a la orientación sexual, a las
relaciones humanas, a las fuentes de moralidad que contradicen los principios éticos de
muchas familias y suponen un intromisión ilegítima en su derecho.

La resolución de estos conflictos dista de tener una uniformidad. Tribunales de Cataluña y


Asturias rechazan la objeción y de Andalucía y La Rioja la aceptan, incluso el TS la rechazó en
cuatro de sus sentencias, aunque dicta líneas de neutralidad ideológicas de las que tiene que
ser objeto la enseñanza de esta asignatura, el TS cambia de línea argumental en sentencia
posterior afirmando que ésta va en contra del derecho de los padres a educar conforme a sus
convicciones.

Esta cuestión ha llegado al Tribunal Europeo de los Derechos Humanos y es uno de los que está
más presente en la actualidad.
Dentro de este tema cabe señalar la obligatoriedad de la ley del respeto de horarios de oración
de diferentes confesiones religiosas.

Conclusión en la objeción de conciencia de la asignatura de ciudadanía  Se deniega esta


modalidad partiendo de la base de que los art. 27.2 y 5 de la CE prevén la intervención delo
Estado en la materia educativa. El TS admitiendo que constituyen un límite a dicha
intervención del Estado en materia educativa, dice que la intervención del Estado no sólo tiene
la finalidad de garantizar la transmisión del conocimiento sino también la finalidad de ofrecer
instrucciones sobre los valores necesarios del funcionamiento del valor democrático tanto de
la escuela pública como de la privada. Así el TS rechaza esta objeción de conciencia por:

1. Contrariamente a lo planteado por los padres, la CE no establece con carácter general


un derecho de objeción de conciencia y ese eventual derecho no tiene sentido como
tampoco el art. 30.2. Añade que la libertad religiosa tiene como límite el derecho de
los demás y el interés público y resultaría incompatible con el 9.1 CE.
2. Dice que el TC en su jurisprudencia a excluido estos argumentos y deja la puerta
abierta a que no se quite que en circunstancias excepcionales no pueda admitirse la
objeción de conciencia.

4. OTRAS MODALIDADES DE OBJECIÓN DE CONCIENCIA RECONOCIDAS EN


ESPAÑA
4.1. Objeción de conciencia al cumplimiento de determinados deberes
civiles
La doctrina recoge otras formas de objeción de conciencia que existen pero menos habituales:

4.2. La objeción de los funcionarios a celebrar matrimonios entre


homosexuales
Los recursos de inconstitucionalidad planteados no han sido aceptados y niegan la objeción de
conciencia en estos casos. No hay objeción de conciencia respecto a la celebración de
matrimonio homosexual en el registro civil. No es posible por la sumisión al principio de
legalidad y que por ello no pueden dejar de cumplir lo que la ley establece a no ser que haya
una autorización expresa, lo que provocaría que no hubiese objeción de conciencia en sentido
estricto puesto que la ley reconocería ese derecho.

El TS es rotundo al negar el derecho de objeción de conciencia que se plantea a la expedición


de un matrimonio homosexual.

4.3. La objeción de conciencia a participar o formar parte en mesas


electorales
El derecho a LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA A PARTICIPAR O FORMAR PARTE EN MESAS
ELECTORAL es, ya sean motivos religiosos o no y que constituye el art. 143 de la Ley Electoral
que sería delito no presentarse, no formar parte de la mesa electoral. El problema se plantea
respecto de aquellos individuos que quieren hacer patente o visible su negación y que esa
negación obedece a objeciones de conciencia. La jurisprudencia ha tendido a no admitir la
objeción de conciencia como un motivo para librarse de formar parte de una mesa electoral,
es decir como una excusa, pero hay dos sentencias del mismo tribunal muy próximas en el
tiempo del TS 29 septiembre de 1993 y la otra es de 15 de octubre de 1993 que resuelven
supuestos aparentemente idénticos pero de distinta manera:
- STS de 29 de septiembre de 1993, se entiende que no hay delito eventual porque no
hay dolo penal y se admite el derecho a la objeción de conciencia y se atiende al hecho
de que el individuo ejecuta su derecho de libertad ideológica y no hay voluntad de
vulnerar ley ninguna. Por tanto se absuelve al recurrente ya que su actitud está basada
en la objeción de conciencia.
- STS de 15 de octubre de 1993, y días después, en la segunda dice que hay delito
electoral y se refiere a que está en juego el orden público. Se considera como límite
único a la libertad ideológica y religiosa por lo que la jurisprudencia a partir de ahí
tiende a entender que existe delito electoral y no atender a los supuestos de objeción
de conciencia.

Otras sentencias como la STS de 28 de diciembre de 2007 posterior se confirma la existencia


de delito electoral como excusa para no formar parte de la mesa electoral. Hay otra de 6 de
diciembre de 1997.

4.4. La objeción de conciencia a formar parte de un jurado


No se reconoce el derecho de objeción de conciencia a formar parte de un Jurado . Pero la ley
del jurado incluye una interpretación laxa del precepto y se viene interpretando: que no se
reconoce de modo expreso pero si se viene aceptando que aquellos que planteen la objeción
de conciencia puedan relevar su puesto del jurado. Se ha venido reconociendo pero no ha
sido confirmado por los tribunales. Además también están expuestos los derechos de la
persona juzgada.

En la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1985 prevé excepciones pero no la de la objeción de
negarse por razones religiosas o ideológicas, estas estarán resueltas por los tribunales. Nuestra
legislación no incluye la objeción de conciencia, como en los países anglosajones, para los
curas y obispos. Una minoría catalana consiguió que se consiguiera una abstención de
participar en el jurado (art. 27.7 de la ley del jurado) y la praxis ha dado un contenido amplio.

4.5. La objeción de conciencia al juramento


LA OBJECIÓN DE CONCIENCIA AL JURAMENTO QUE NO SE PLANTEA EN TÉRMINOS
RELIGIOSOS, SINO A LA JURA DE LA CONSTITUCIÓN con referencia a algunos partidos de
cargos públicos que se han negado a jurar o prometer la CE.

La objeción a prestar juramento que el legislador ha resuelto en diferentes disposiciones, y que


dice que puede ser sustituido por una promesa que estaría ya en el ámbito del honor
personal, no en el de la Divinidad.

En las primeras legislaturas en España se objetó una posible objeción de conciencia ala
Juramento o promesa que es obligatoria en el acceso a los cargos públicos. En la primera
época, El TC en sentencia del 25 de enero de 1985 no admitía la objeción de conciencia al
juramento de la CE. Los que no juraban la constitución y por ello no se le daba el acta de
diputado alegaban objeción de conciencia al juramento de la CE. El TC en una primera
instancia no admitió esta modalidad de objeción de conciencia partiendo de la distinción
entre:

- El deber de los ciudadanos en general que es un deber de abstenerse de vulnerar la CE


- El deber de los poderes públicos que además de eso tienen la obligación de acatar la
constitución y deben proceder al juramento. Se les exige un poder positivo de acatar la
constitución.
Se precisa en la sentencia de 1985 que el acatamiento a la constitución no implica la
conformidad con su contenido. Por tanto, se resta importancia de los que supone el
acatamiento de la CE y eso sirve como justificación de la propia CE “no implica adhesión al
contenido de la misma el jurar o prometer la CE”. Esta posición, con posterioridad, se solventó
y después de varias sentencias al final se acabó dando por buena y que en la actualidad se
suele utilizar esta fórmula de: “por imperativo legal si juro y si prometo pero no porque esté
de acuerdo con lo que establece la CE”. El TC entiende que lo que se exige es una expresión
que ni limite, ni condicione el juramento en sí y por tanto se admite la utilización de esta
fórmula “por imperativo legal”.

4.6. La objeción de conciencia fiscal


También ha sido descartada por los tribunales, aunque en ningún caso se ha planteado de
forma general sino “una parte que estará dedicada. Por tanto la Objeción de conciencia fiscal
se ha planteado de forma muy selectiva. Se trata es de forma selectiva, es decir, no pagar en su
totalidad sino no pagar en los impuestos el porcentaje que el contribuyente está destinado a
gastos militares.

La STSJCV de 23 de enero de 2013 se alude a que Los tributos tienen destino universal. La
objeción de conciencia fiscal queda fuera del ámbito del Pacto internacional de derechos
civiles y políticos de naciones unidas, y existe un principio fiscal que es el de no afectación
tributaria y por ello se excluye que un individuo pueda decidir que lo que teóricamente va algo
concreto pueda no pagarlo.

La STS de 11 de mayo de 1988 rechaza la OCF de los gastos militares de un individuo que había
donado estos a una fundación: que rechaza el recurso de un hombre que había detraído de su
cuota tributaria lo que él entendía que iba destinado a gastos militares y alegaba que había
realizado un donativo a CARITAS por esa cantidad y el TS desestimó el recurso de este señor y
le hizo tributar con el correspondiente recargo.

El auto de inadmisibilidad del TC de 1 de marzo de 1993 en el que Se refiere al carácter


excepcional del art. 30.2. y el TC se niega la posibilidad de establecer fórmulas alternativas a
este tratamiento fiscal puesto que relativizaría de los mandatos jurídicos y el TC dice que
eventualmente los ciudadanos pueden hacer expresas mediante su voto ese tipo de
exigencias. Es decir, tienen la posibilidad de votar a partidos políticos con ideales que
defiendan eso. Se ha rechazado de modo general la vigencia de la objeción de conciencia
fiscal.

4.7. Rechazo a la simbología religiosa en lugares públicos


Este tema también es de rigurosa actualidad, son conocidos la prohibición del velo en las
escuelas francesas o el caso Lautsi, sobre el crucifijo. De ésta última es de la que tenemos
sentencias en España que avalan la objeción o buscan una línea de conformidad a la cuestión.

No debemos de olvidar la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, sobre el caso
Lautsi italiano, que avala la presencia del crucifijo, al considerar que no viola el derecho a la
libertad de conciencia, sin duda la opinión de este Tribunal entrará en conflicto con otras
creencias religiosas tan actuales en la sociedad plural.

MIRAR LAS SENTENCIAS DEL PRIMER EXAMEN PARA ESTE APARTADO

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