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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

(Universidad del Perú, DECANA DE AMERICA)


FACULTAD DE PSICOLOGÍA

Curso: PSICOLOGÍA CLÍNICA Y DE LA SALUD


Prof.: Ps. EMIR G. VALENCIA ROMERO

ANAMNESIS*

1. ENFERMEDAD O PROBLEMA ACTUAL


Un gran error sería, indiscutiblemente, el comenzar el interrogatorio por cualquier cosa que no
fuera la enfermedad actual. El paciente viene por sus síntomas y de ello quiere hablar. La
mejor manera de empezar, es pues, permitiéndole explayarse acerca de ellos. La primera
pregunta será:
a) ¿Qué le pasa?
El paciente comienza entonces a enumerar sus síntomas. Precisamos:
b) ¿Desde cuándo está Ud. enfermo?
El enfermo tiene la tendencia a responder, no con la fecha en que su enfermedad comenzó,
sino con la de la primera vez que por ella buscó un médico. Insistimos entonces:
c) ¿Estaba Ud. bien, completamente bien, antes de esa fecha?
Es entonces cuando el enfermo recuerda que ya antes había comenzado a sentir algo. Es el
momento de preguntar:
d) ¿Recuerda Ud. cuando sintió el primer síntoma?
Ello es importante. No nos contentemos con una fecha:
e) ¿Dónde estaba Ud. cuando lo sintió? ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué había hecho ese día? ¿El
anterior?
Estas preguntas llevan al enfermo a situarse en el momento del comienzo. Generalmente nos
dan los datos precisos respecto a coincidencias cronológicas (infecciones, intoxicaciones,
traumatismo, factores psíquicos, emociones, cambios de situación, etc.). En ese momento
provocamos una pequeña conversación tratando de ubicar al hombre en la situación en la que
la enfermedad comenzó. Creemos que ello es realmente importante.
f) ¿Qué hizo entonces?
Esta pregunta nos informará sobre la primera actitud del paciente frente a la enfermedad. ¿No
le dio importancia? ¿Le dio tanta que abandonó el trabajo, se puso en cama, etc.? ¿Cuál fue el
primer tratamiento y sus resultados? Es necesario obtener aquí detalles, de la actitud no sólo
del enfermo, sino de sus familiares, jefes, médicos, etc.
g) ¿Cómo siguió?
Debe tratar de obtener todos los datos posibles, con fechas sobre tratamientos, mejorías,
recaídas; tratando de precisar, en el caso de que estas últimas hubieran ocurrido, las
condiciones en las que cada una se presentó. Ello permite muchas veces establecer interesantes
paralelismos entre factores exteriores y enfermedad.
En muchos casos consideramos útil completar esta parte de la anamnesis con una distribución
cronológica especial. Dividimos la página en dos columnas, colocamos en la de la derecha los
factores importantes de la vida del paciente y en la de la izquierda la evolución de la
enfermedad. Ello es interesante en caso de afecciones que evolucionan por faces, que pueden
estar ligados a factores ambientales (asma, fiebre del heno, paludismo, úlceras
gastroduodenales, órgano neurosis, etc.).

2. ACTITUD FRENTE A LA ENFERMEDAD


He aquí un tópico que un clínico olvida casi siempre y que nos parece importante. La actitud
del paciente ante su dolencia es decisiva, no sólo para el conocimiento de su personalidad y
para el diagnóstico, sino para la conducción y el éxito del tratamiento.
a.- ¿A qué cree usted que se debe su enfermedad?
Las preguntas a este interrogante son realmente ilustrativas, posiblemente nada hay que
nos diga más sobre los conceptos del enfermo acerca de su esquema corporal, sobre sus
creencias, temores, supersticiones, etc., constituyen su versión de la enfermedad, quizás
más importante, desde muchos puntos de vista, que la del clínico.

b.- ¿Cómo cree usted que podría curarse?


He aquí una pregunta, sugerida por Alfredo Adler, que creemos interesante. Adler asegura
que, considera la enfermedad (él se refiere a la enfermedad nerviosa, pero en nuestra
opinión ello puede hacerse extensivo en parte a todas las enfermedades) como huida frente
a los problemas que la realidad plantea, la respuesta a esa interrogante generalmente nos
indica precisamente lo que el enfermo no quiere hacer, de lo que está huyendo.

La experiencia nos ha confirmado ampliamente ese punto de vista, es de todos los días
escuchar de la boca de los que padecen de neurosis de renta: “Lo que haría al volver a
trabajar inmediatamente” por ejemplo.

3. HISTORIA FAMILIAR
a) ¿De dónde es Ud.?
Registrar precisamente el sitio de nacimiento.
b) ¿Vive su padre?
Si la respuesta es afirmativa. ¿Cuántos años tiene? ¿Es sano? ¿Qué enfermedades ha tenido?
¿En qué trabaja? ¿Qué carácter tiene? ¿Bebe mucho?
Si la respuesta es negativa. ¿A qué edad murió? ¿De qué? ¿Cuántos años tenía Ud. entonces?
¿Estuvo Ud. con él cuando murió? ¿Qué enfermedades tuvo antes? ¿Qué carácter tenía?
¿Bebedor?
c) ¿Vive su madre?
Iguales preguntas.
d) ¿Tiene Ud. hermanos?
En caso afirmativo interrogar por cada uno de ellos cronológicamente y anotar los datos
numerando los hermanos. Para cada uno de ellos repetir las preguntas arriba indicadas,
añadiendo si viven.
¿Soltero o casado? ¿Hijos? ¿Dónde están ahora? ¿Desde cuándo?
e) ¿Ha conocido Ud. a sus abuelos?
Iguales averiguaciones.
f) ¿Han habido enfermos nerviosos en su familia?
¿Tíos, primos, etc.? ¿Suicidas? ¿Personas raras? Hay una gran tendencia a negar esos
antecedentes. Si existen, tratar de conocer detalles.
Como resultado de este interrogatorio el médico debe tener una idea que la completará con las
siguientes preguntas, destinadas a estudiar esa familia “dinámicamente”.
g) ¿Ha vivido siempre con sus padres?
Es fácilmente comprensible que si el paciente, ha sido sacado tempranamente del seno
familiar todas las condiciones cambian. Si la respuesta es negativa:
h) ¿Por qué?
Consignar detalles de las causas para la separación, el tiempo, etc. Así como de las personas
con que el paciente vivió, investigando acerca de ellas en la misma forma que acerca de los
familiares.
i) ¿Cómo ha sido Ud. criado? ¿Engreído o educado severamente?
Es la mejor manera de averiguar las condiciones de la “constelación familiar” y de la vida
infantil del paciente. En ese momento se fomenta una conversación que permite comprender
el ambiente como interrelación dinámica, orientándola hacia la obtención
de los siguientes datos:
¿Ha sido castigado? ¿Mucho? ¿Por quién? ¿Por qué? ¿Cómo reaccionaba a los castigos?

Ps. Emír G. Valencia Romero. Psicología Clínica y de la Salud. UNMSM.


¿Quién lo engreía más? ¿A quién quería más el paciente, a su padre o a su madre?
Generalmente la respuesta es aquí: “A ambos”. Debe insistirse, con una sonrisa: “Si claro, pero
hay una pequeña diferencia”. Si la ha habido, ¿por qué?
¿A quién prefería su madre? Una sonriente insistencia nos permitirá rectificar el dato.
j) ¿Cómo se llevaba Ud. con sus hermanos?
Rivalidades, rencillas, cercanía. ¿A cuál prefería, por qué?
k) ¿Estaba Ud. contento en su casa?
Esto nos permite obtener una visión sintética de la situación y sobre todo de la reacción del
paciente ante esa situación.
l) ¿Cómo se llevaban sus padres?
Rencillas, celos, dificultades de toda clase y su repercusión sobre el paciente.

4. ACTITUD PARA CON LA FAMILIA


Es este un tópico de real interés ya que su conocimiento nos informa, no sólo sobre la
personalidad del paciente, sino sobre la actuación familiar con sus complejas reacciones y
posibilidades.

He aquí la pregunta que usamos para iniciar el interrogatorio:


a.- ¿Con quién vive usted?
Ella es importante porque nos permite apreciar la estructura de la constelación familiar;
averigüemos:
1.- Si el paciente es soltero. ¿Vive con padres? En caso negativo: ¿por qué?, ¿con quién
vive?, ¿Por qué?
2.- Si es casado ¿Vive con padres?, ¿Con la familia de su esposa? En caso afirmativo: ¿Por
qué?
3.- ¿Con qué otras personas vive? ¿Por qué?
b.- ¿Vive usted Tranquilo en su casa?
Estudiamos la dinámica de la vida familiar en una conversación que nos permita
interiorizarnos en los detalles de esa interrelación.
c.- ¿Dónde vive usted?
Sepamos las condiciones materiales de vida, lo que al mismo tiempo nos informará
indirectamente sobre la distribución del dinero y nos permitirá apreciar la actitud del
paciente frente a sus deberes familiares.
d.- ¿Qué relaciones tiene usted, con el resto de su familia?
e.- ¿Qué hacen sus hijos?

Importante para apreciar proyectos, esperanzas, preocupaciones, resentimientos, etc. Este


grupo de interrogantes deben dejarnos con una clara idea sobre la vida actual del enfermo en
todo su valor psicosocial.

5. INFANCIA Y NIÑEZ
Con esta sección comenzamos en su evolución psicobiológica.
1) ¿Qué clase de niño era Ud.?
Tímido, agresivo, retraído, juguetón, obediente, rebelde, caprichoso, etc.
2) Datos de la evolución.
¿Embarazo y parto normales? ¿Alimentación de pecho? ¿Artificiales? ¿Por qué? Fecha del
destete y reacción a él. En relación a esto debe suscitarse también una conversación que nos
informe sobre gustos y costumbres particulares y preferencias. ¿Rechazo de alimentos?
Reacción de la familia.
3) Datos del desarrollo psicosomático.
¿A qué edad caminó? ¿A qué edad habló? ¿Enfermizo?
4) Síntomas neuróticos.

Ps. Emír G. Valencia Romero. Psicología Clínica y de la Salud. UNMSM.


Para averiguarlos debe usarse cierta técnica. Las preguntas corrientes provocarían negativas o
respuestas vagas. He aquí lo que aconsejamos: ¿Hasta qué edad se orinó en la cama?,
alrededor de ese tema averiguar la manera como el control de los esfínteres fue obtenido.
¿Ha tenido pesadillas? Terrores nocturnos y reacción de los padres ante ellos. ¿Hasta qué edad
se chupo el dedo? ¿Se comió las uñas? ¿Ha tenido pataletas? ¿Por qué motivo? ¿Masturbación
infantil? ¿Fantasías sexuales? ¿Otras particularidades?

6. EDUCACION
a) ¿A qué edad fue al colegio?
Alrededor del tema permitirse también una pequeña conversación. Al ir a la escuela el niño
enfrenta por primera vez la realidad “social”. Fuera del ambiente familiar, debe realizar su
primera real adaptación. Sus reacciones son pues, importantísimas. Si ellas no quedan
definidas en el curso de la conversación, debe aclararse:
b) ¿Le gustaría ir a la escuela? ¿Por qué?
c) ¿Tenía muchos amigos?
¿A qué jugaba? ¿Tenía tendencia de ser líder o a seguir a los otros? Investíguese las
características de la reacción social.
d) ¿Terminó la instrucción primaria?
¿A qué edad? Si no lo hizo, ¿por qué? Sígase paso a paso la historia educacional (instrucción
media, universidad), precisando fechas. He aquí algunas preguntas complementarias: ¿Qué
materia prefería? ¿Por qué? ¿Qué hubiera querido ser? ¿Por qué?
e) ¿Ha seguido estudiando después de abandonar el colegio?

7. TRABAJO
Sígase la biografía del enfermo averiguando, en una secuencia natural, las actividades
seguidas al abandonar los estudios.
a) ¿Cuál fue su primer trabajo?
¿Le gustaba? ¿Porqué lo eligió? ¿Cuánto tiempo estuvo en él? ¿Por qué lo abandonó?
Averígüese lo mismos de las sucesivas ocupaciones del paciente hasta la actualidad.
Investíguese las condiciones de trabajo (enfermedades profesionales).
b) ¿Le gusta su trabajo actual? ¿Por qué?
c) ¿Está Ud. contento con él? ¿Por qué?
d) ¿Cuáles son sus aspiraciones?
e) ¿Cuánto gana actualmente? ¿Está contento con su salario?
Coméntese aquí cordialmente las condiciones de vida. Investíguese la actitud del sujeto frente
a ellas; despístense preocupaciones económicas, tensiones emocionales, traumatismos
psíquicos, etc.
En esta forma hemos hecho en realidad una pequeña biografía del paciente. Lo hemos seguido
paso a paso desde su infancia hasta el momento que lo vemos por primera vez, ya que la vida
familiar, la educación y el trabajo son las etapas fundamentales de la evolución individual.
Hay lago, sin embargo, que debemos tener presente y que muchas veces se desliza entre otros
datos, sino estamos preparados a tomarlo en cuenta: los cambios de residencia del enfermo.

8. CAMBIOS DE RESIDENCIA
El conocimiento de ellos, aparte de suministrarnos datos importantes sobre los ambientes
biológicos en los que el paciente ha vivido y su relación con la presente o antigua patología
(zonas palúdicas, enfermedades tropicales paso de la altura a la costa, etc.), nos ofrecen otra
información igualmente importante. Para obtenerla, no olvidemos las siguientes preguntas:
a) ¿Cuándo salió Ud. por primera vez de su ciudad natal?
b) ¿Por qué hizo ese viaje?
Ello nos da datos precisos sobre la personalidad en su relación al medio.
c) ¿Cómo le fue en su nueva residencia?

Ps. Emír G. Valencia Romero. Psicología Clínica y de la Salud. UNMSM.


Cuya respuesta nos informa sobre la capacidad de adaptación del enfermo a situaciones y
ambientes nuevos.
Estas preguntas deben repetirse si el paciente ha cambiado más de una vez de residencia.
Entremos luego a investigar otros aspectos de la vida del ser humano que tenemos enfrente.
Para ello el orden del interrogatorio es importante. Aconsejamos el siguiente, que la
experiencia nos ha demostrado válido.

9. ACCIDENTES Y ENFERMEDADES
Comenzamos por la averiguación de los accidentes ocurridos y demos a ellos más importancia
que el considerarlos solamente desde el punto de vista de sus efectos sobre la salud. Los
modernos conocimientos sobre la” predisposición a accidentarse”, o al “hábito de
accidentarse”, nos preparan para conocer el tipo de personalidad en la que los accidentes no
ocurren “por accidente”, sino que tienen una razón de ser enraizada en las características
personales mismas. Averigüemos pues, en relación con cada uno de los accidentes:
condiciones de ocurrencia, especialmente en relación al momento psicológico en el que
tuvieron lugar, reacciones ante ellos, invalideces, etc.
Pasamos luego al interrogatorio sobre las enfermedades padecidas durante toda la vida. Este
se diferencia del corriente en que se da importancia, no sólo a los procesos patológicos que ha
“sufrido” el paciente, sino a su reacción a ellos, a su actitud frente a las adaptaciones obligadas.
No necesitamos insistir en la importancia de ello para el estudio de la personalidad en acción.
Por supuesto que nos contentamos de obtener cuadro sintomatológicos claros.
En los enfermos hombres terminamos esta parte con la averiguación de datos concernientes a
las enfermedades venéreas, lo que nos prepara el camino para entrar fácilmente en la
investigación siguiente.

10. VIDA SEXUAL


Esta es por supuesto la parte más difícil del interrogatorio. Y es difícil en realidad (la
experiencia de enseñar lo ha aprobado) más que por la resistencia que el paciente pueda tener
para hablar de ella, por la resistencia consciente o inconsciente que el médico mismo presenta.
Si el médico tiene frente a los problemas del sexo una actitud sana y comprensiva (lo que
naturalmente implica la misma actitud frente a sus propios problemas en esa esfera), el
interrogatorio no es difícil. Ante un benevolente interés, que no se modifica durante toda la
entrevista, ante una naturalidad sana, que permite tratar el tema como cualquiera de los otros,
no solo el enfermo o la enferma no se resisten, sino que cooperan gustosamente. En nuestra
organización social el tabú del sexo impide que tanto hombres como mujeres tengan
oportunidad de hablar seriamente de este tema con alguien. Por otra parte, el sólo hablar de
sus problemas o sus preocupaciones brinda tranquilidad y desahogo. Es corriente ver que
pacientes de ambos sexos, una vez roto el hielo, se explayen ampliamente, “abran su corazón”
y digan agradecidos al final: “nunca hable de cosas, doctor, con nadie y me ha hecho mucho
bien decírselas”.

Naturalmente que ello no puede producirse si la actitud del médico, no sólo la que pretende
sino la que auténticamente tiene, no es claramente la justa: una benevolente comprensión
amistosa y segura. Si hay inseguridad, falsa vergüenza, curiosidad malsana, “picardía”,
interés extra médico, ello bloquea inmediatamente al paciente, que lo percibe a través de todas
las caretas que se quiera usar para disimularlo. Aquí, como siempre, el ser médico, es decir, el
estar guiado por un auténtico cariño hacia nuestros semejantes y un sincero deseo de
ayudarlos, el hacerlo en una forma madura y noble, es la mejor llave para penetrar en lo más
intimo de su vida.
Si el interrogatorio ha sido conducido aquí correctamente el paciente ha perdido ya la
inseguridad de los primeros momentos y “simpatiza” con el médico, está pues dispuesto a
responder a sus preguntas lo mejor que puede, pero aún en las condiciones más favorables, es

Ps. Emír G. Valencia Romero. Psicología Clínica y de la Salud. UNMSM.


necesario “romper el hielo”. Para ello la experiencia nos ha enseñado una técnica que creemos
eficaz. Es naturalmente, distinta frente a hombres o mujeres.

A. EN LOS HOMBRES:
Hecha de propósito como final las preguntas sobre las enfermedades venéreas, es fácil pasar,
como complementaria, a la siguiente:
a) ¿Ha sido Ud. muy mujeriego?
Generalmente ella en realidad no es prácticamente útil. No sirve sino de introducción, de
preparación para las siguientes:
b) ¿Cuándo tuvo Ud. los primeros conocimientos sexuales?
Generalmente se recuerdan los de la adolescencia. Debemos guiar al enfermo hacia
recuerdos previos, episodios infantiles. ¿Tuvo curiosidad por cuestiones sexuales?
¿Presenció actividades de ese género? ¿Cuándo se apercibió de la diferencia entre los
sexos? ¿Qué pensó de ella? ¿Qué creía acerca de “dónde vienen los niños? ¿Del
matrimonio? Trataremos de reconstruir la actividad infantil frente a esos problemas, así
como la manera como la familia los enfrentó.
c) ¿A qué edad comenzó a masturbarse?
Si ello no ha sido ya dicho espontáneamente durante la conversación anterior la pregunta
debe plantearse en esa forma. Es ingenuo el interrogar: ¿Se ha masturbado alguna vez?. Es
casi una invitación a la negativa. Ese pequeño detalle de técnica es importante. Hemos
visto casos en los que el enfermo negó masturbarse, al médico que le tomaba la historia
clínica en privado, para confesarla con detalles durante un interrogatorio en clase, durante
una presentación.
Aunque no podemos ahora detenernos en el tema, debemos decir algunas palabras en
conexión con esta pregunta. Ella es hecha especialmente para conocer la actitud del
enfermo frente a la masturbación. Creemos que esa práctica, en nuestro ambiente, es un
fenómeno normal en la pubertad, sin embargo esta acompañada generalmente de un
profundo sentimiento de culpa y de la convicción de que es horriblemente dañina. Se
establece pues, en el espíritu del adolescente una lucha entre el deseo y esos sentimientos,
con la correspondiente sobrecarga emotiva, que es la que produce una serie de síntomas.
Sin negar la dinámica más profunda de esas reacciones, sobre las que ahora no podemos
detenernos, podemos afirmar que muchas de las neurosis de los adolescentes, neurosis
generalmente clasificadas por el médico como anemias, “debilidad”, “trastornos del
crecimiento”, etc. y tratados con fósforo, calcio, hierro y vitaminas. Debemos tratar de
averiguar cómo comenzó el paciente a masturbarse, frecuencia de las prácticas, fantasías
que la acompañan y tiempo que continuaron.
No preguntamos nunca: ¿Hasta cuándo se masturbó? Sino:
d) ¿se masturba todavía algunas veces?
Lo que no sólo nos dará la respuesta justa, sino que nos informará sobre la actitud actual
del paciente frente a esa práctica. En caso de una respuesta afirmativa investiguemos
detalles. La próxima pregunta debe hacerse también en la forma siguiente:
e) ¿Fue su primera relación sexual con un hombre o con una mujer?
Es la mejor manera de provocar la confesión de prácticas homosexuales. Si la respuesta es
con una mujer, se puede insistir: ¿Había tenido Ud. prácticas sexuales con hombres? ¿Las
ha tenido Ud. después? En caso afirmativo, averiguar detalles.
f) ¿Cuándo tuvo Ud., esa primera relación sexual?
¿Con quién fue? (Prostituta, enamorada, sirvienta, etc.) ¿Cómo fue? (Impulsado por los
amigos, por propia iniciativa, seducido, etc.) ¿Cómo le pareció?
g) ¿Cómo ha continuado Ud. con sus prácticas sexuales?
Es aquí la oportunidad para una conversación en la que el enfermo describa su historial
sexual hasta la fecha. Anótese características de ellas: sobre bases comerciales,
sentimentales, de aventuras pasajeras, affaires más o menos serios, etc.

Ps. Emír G. Valencia Romero. Psicología Clínica y de la Salud. UNMSM.


h) ¿Cómo son ellas en la actualidad?
Lo que nos permite preguntar: ¿Es Ud. muy excitable sexualmente? ¿Cada cuánto tiempo
tiene Ud. relaciones sexuales?, y luego la investigación de todos los datos concernientes a
variantes sexuales y problemas en conexión con el acto mismo (eyaculación precoz,
impotencia, etc.) ¿Cómo se siente Ud. después de cada relación sexual?
La práctica nos ha enseñado el dejar para una segunda parte un diferente enfoque del
interrogatorio que completará los datos ya obtenidos.
A causa de nuestra educación y ambientes socio-sexuales, que actualizan mecanismos
muy bien estudiados por los psicoanalistas, nuestros hombres separan, más o menos
definitivamente, dos tipos de mujeres la que se ama “espiritualmente” y la que se desea.
Esa aberración en cuyo estudio no podemos entrar ahora, nos obliga a dividir, pues el
interrogatorio en dos partes. La primera es la ya descrita, vamos a entrar a la segunda.
i) ¿Ha sido Ud. muy “enamoradizo”?
Ello nos descubrirá las características de la personalidad en su relación con el otro sexo.
Tímido, "don juan”, voluble, persistente, insatisfecho, etc.
j) ¿Cuál ha sido su primer amor? ¿Por qué se enamoró?
¿Cuánto tiempo duró ese episodio? ¿Hasta dónde llegaron en sus relaciones? ¿Por qué y
cómo terminaron? Reconstrúyanse en lo posible este episodio, que es siempre importante.
k) ¿Otros amores?
Iguales preguntas, que nos darán una idea clara de la manera como el enfermo encara este
aspecto de su vida, así como los traumatismos emocionales que pudieran haber ocurrido y
la reacción a ellos.
l) Matrimonio
En el curso de este interrogatorio se llega, si el enfermo es casado, a tocar el tema de su
matrimonio. Es interesante averiguar en este caso con más detención que en los demás
detalles del proceso. ¿Cómo conoció a la mujer que fue su esposa? ¿Por qué le gusto?
¿Cuánto tiempo la enamoró?, y una pregunta fundamental:
m) ¿Por qué se casó?
La respuesta a esta interrogante es sorprendentemente fructífera en información
relacionada, no sólo con el matrimonio en sí, sino con la personalidad del enfermo. Desde
el que nos responde: “Porque quería a mi novia”, hasta el que confiesa “me obligaron a
hacerlo”, pasando por el que afirma: “Necesitaba a alguien que me cuidará”, casi cada
individuo tiene su razón para haber dado paso tan fundamental en su vida.
n) ¿Se pelea Ud. mucho con su esposa?
No caigamos en el error tan común de interrogar: ¿Cómo se lleva Ud. con su señora?,
porque la respuesta obligada será: “bien”. Planteada la pregunta en la forma que
propugnamos nos permite obtener datos más ciertos. Averígüense las causas de los
disgustos, la importancia de ellos, etc., hasta llegar a un concepto claro acerca de la real
situación familiar; dejemos hablar al enfermo de sus problemas y demostremos simpatía
por ellos.
o) ¿Tiene Ud. hijos?
Si no, ¿por qué? ¿Medidas anticonceptivas? ¿Cuáles? ¿En caso de respuesta afirmativa:
¿Cuántos?, obténgase detalles acerca de los embarazos, partos, abortos, así como la
evolución de los hijos hasta la actualidad.
p) ¿Cómo se entiende Ud. sexualmente con su esposa?
Nos lleva a averiguar de desarmonías sexuales. ¿Frigidez? ¿Falta de satisfacción sexual?
¿Variantes sexuales?
q) ¿Tiene Ud. aventuras fuera de su matrimonio?
Sea afirmativa o negativa la respuesta, interróguese ¿por qué?; trate de obtener una idea
clara de lo que esas aventuras significan, las preocupaciones que causan , etc.
r) ¿Qué piensa Ud. de las mujeres?

Ps. Emír G. Valencia Romero. Psicología Clínica y de la Salud. UNMSM.


Esta pregunta final nos da la oportunidad de conocer la actitud del enfermo frente al otro
sexo, índice tan importante de la personalidad.

B. EN LAS MUJERES
Las dificultades de esa parte del interrogatorio frente a mujeres no son mayores si, es bien
conducido. Generalmente para “romper el hielo”, comenzamos con una pregunta clave:
a) ¿A qué edad comenzó a menstruar?
A las mujeres en general, les agrada explayarse sobre los detalles de su función sexual;
continúe:
b) ¿Estaba Ud. preparad a o se asustó cuando se le presentó por primera vez?
De esta, manera entramos de una manera natural, en la investigación de la sexualidad
infantil. Si la paciente no estaba informada acerca de la menstruación, preguntamos: ¿No
sabía nada al respecto al sexo antes? Si ya lo estaba, ¿cómo lo supo?, insistiendo luego
sobre las preguntas anunciadas respecto a la sexualidad infantil en el interrogatorio de los
hombres.
c) ¿Cómo ha sido su menstruación?
Averigüe caracteres de cronología y presentación. Si la paciente es soltera, averigüe sobre
períodos de amenorrea; ello nos dará una impresión clave si observamos turbación,
enrojecimientos, duda. Ante una negativa, no insistamos.
Preguntamos luego, bien solamente:
d) ¿Ha tenido muchos enamorados?
¿Siempre los ha tenido?
e) ¿Cuándo tuvo el primero?
Continúe el interrogatorio sobre la pauta ya trazada. En un gran porcentaje de los casos,
dadas las condiciones ya establecidas, la enferma habla más o menos francamente confiesa
su exploración en el campo psicosexual.
Si no lo hace pueden usarse algunas preguntas, que hechas a tiempo, nos brindarán
información. Una de ellas es: ¿es Ud. afectuosa, o fría?; si hay resistencia manifiesta a
responder, tomamos una actitud considerada: “Perdone que insista en estas preguntas,
pero son necesarias para comprender perfectamente su caso. Ud. sabe que muchas veces
un detalle basta para orientar un diagnóstico. Naturalmente que si Ud. prefiere no hablar
de ello…” Si la enferma prefiere “no hablar de ello” podemos estar seguros de que “hay
algo” de lo que no quiere hablar y lo tendremos en cuenta.
Si la enferma es soltera.
f) ¿Tiene Ud. enamorado ahora?
Se repite el interrogatorio ya explicado.
Si es casada se investiga, como en el caso de los hombres, las características del proceso
hasta el casamiento, repitiendo la pregunta:
g) ¿Por qué se casó?
Luego nos será fácil seguir.
h) ¿Cómo le impresionó su noche de bodas?
Continuando luego con una conversación que nos lleve al conocimiento de los detalles,
incluidos en los párrafos n, o y p del interrogatorio masculino. En el caso de infidelidad
matrimonial, que las mujeres confiesan más fácilmente que los hombres, pueden
preguntarse:
i) ¿No ha pensado que podría ser feliz con otro hombre?
¿No lo ha intentado?, si puede hacerse esa pregunta manteniendo una actitud benevolente
y comprensiva, ello nos dará información sobre affaires extramatrimoniales y sobre la
actitud de la enferma acerca de ellos.
Terminaremos con:
j) ¿Qué piensa Ud. de los hombres?

Ps. Emír G. Valencia Romero. Psicología Clínica y de la Salud. UNMSM.


Como se habrá notado, damos mucha importancia al interrogatorio sobre la vida sexual de
nuestro pacientes; la experiencia nos ha enseñado que ello es indispensable. Piense lo que
quiera sobre las teorías psicoanalíticas, lo cierto es que el desequilibrio de una
personalidad se refleje directamente en su actividad psicosexual, lo que puede servirnos
de índice para el conocimiento de Los problemas que esa personalidad enfrenta y sobre su
manera de resolverlos.

11. HABITOS E INTERESES


a) ¿Qué hace usted cuando no trabaja?
Es importante conocer las aficiones del individuo, sus diversiones, sus hobbies, la manera
como emplea el tiempo fuera del trabajo. Si lee, ¿qué clase de libros? ¿por qué?; si va al
cine ¿qué películas prefiere? ¿por qué? Si practica deportes ¿Cuáles? Si no hace nada ¿por
qué? ¿En qué ocupa sus días libres?
b) ¿Tiene usted amigos?
¿Íntimos? ¿Qué hace en compañía de ellos? Si no los tiene, ¿por qué?
c) ¿Es usted religioso?
En nuestro ambiente casi todos los son. Averigüemos hasta donde ello es verdad.
d) ¿Bebe usted mucho?
No nos contentemos con respuestas como: “regular”, o “como todos”. Precisemos:
Aperitivos, bebidas en comidas, fuera de ellas, en fiestas, a menudo, le causa daño, etc.
e) ¿Fuma mucho?
Numero de cigarrillos por día.
f) ¿Otras drogas?
Café, té, drogas (difícilmente confesadas).
g) ¿Qué ideas políticas tiene?
Aquí hay que aclarar generalmente que nuestro interés es puramente profesional.
h) ¿Concepciones filosóficas?
No se trata de buscar erudición, sino saber los principios a los que el paciente ajusta su
conducta, sea o no consciente de ellos constituye su filosofía.

12. SUEÑOS
Indispensable complemento según nuestra opinión, de una anamnesis bien conducida, una
investigación de los sueños nos provee de una inapreciable información sobre sus
preocupaciones, complejos y actitudes.
a.- ¿Duerme usted bien?
Si, no, ¿Porqué?
b.- ¿Tiene usted pesadillas?
En caso afirmativo, hágase que el enfermo las relate y anote, si es posible, sus propias
palabras.
c.- ¿Sueña usted?
Muchas veces la respuesta es negativa, hay resistencia inconsciente a recordar sueños ante
el médico. Insistimos ¿nunca? Generalmente de esa manera obtenemos datos. Algo que
ocurre muy a menudo es que el paciente recuerda: “sueño docto pero no recuerdo que”.
Insistimos también: “no recuerda ningún sueño? ¿ninguno?, cuénteme cualquiera. Es muy
raro el caso en que no hemos podido obtener un relato y cuando más trabajo nos ha
costado, más interesante es el sueño obtenido.

Con esto hemos terminado el interrogatorio, que si ha sido bien conducido, nos dará una
idea clara de la personalidad en su relación con el ambiente y nos permitirá encarar, con las
otras partes de la historia clínica; el diagnóstico, el pronóstico y la terapia en función del
hombre como tal.

(*) Adaptado de: SEGUIN, C. La Historia Clínica. La Anamnesis Psicosomática.


Ps. Emír G. Valencia Romero. Psicología Clínica y de la Salud. UNMSM.

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