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S13. Sociolingüística.

Juan C. Martínez
Objetivos.


Conocer la historia y principales rasgos de la evolución de las
lenguas de la península.

Conocer fenómenos de lenguas en contacto.

Entresacar ideas para componer los temas 7 y 8.
Índice
Tema 7. Las lenguas de España. Formación y evolución. Sus variedades dialectales.

La Hispania prerromana.

Romanización.

Arabización.

El castellano.

El catalán.

El gallego.

El astur-leonés.

El aragonés.

El aranés.

El euskera.
Índice
Tema 8. Bilingüismo y diglosia. Lenguas en contacto. La
normalización lingüística.

Lenguas en contacto.
– Sustrato superestrato y adstrato.
– Lingua franca, pidgin, sabir y criollo.
– Lenguas fronterizas.
– Interferencia, transferencia, convergencia.
– Préstamos.
– Mezcla de códigos.

Bilingüismo y diglosia.

La normalización lingüística.
La hispania prerromana.
De estas lenguas prerronamas
nos han llegado ciertos rasgos
y palabras que han
sobrevivido a la romanización.
Por ejemplo:

Del celta el sufijo -iego y -
osco, así como la lenición.

Del vasco la existencia de 5
vocales, la aspiración de la
h inicial o palabras como
izquierda o bacalao.

De alguna de las lenguas
prerromanas (¿íbero?
¿celta? ¿euskera?) el
patronímico -ez (Menéndez
Pidal)
La romanización.

El latín que trajeron los legionarios romanos es lo que se conoce como latín vulgar, con
lo que ya poseía características que lo diferenciaban claramente del clásico, por
ejemplo una reducción de casos o el uso de la preposición a ante CD de persona.
Entre la división diatópica del latin peninsular sabemos que la bética era la variedad
más conservadora, mientras que la tarraconense era la más innovadora.

Tras la caída del imperio romano la falta de un ente unificador hace que la división
dialectal se acentúe y acelere. Se da un estadio lingüístico de transición entre el latín y
las lenguas romances. Es la época visigoda en la que se da un protorromance en el
que en castellano se iguala b y v, dispongan las e y las o breves y se introducen
múltiples términos como guerra, yelmo, Álvaro, Elvira...
El castellano. Período arcaico (hasta el s. XII).
Desde el s. X y hasta la reforma alfonsí del XIII, se da lo que conocemos como período arcaico del
español. La progresiva expansión militar y, consecuentemente, geográfica de los pueblos cristianos
llevaron sus modalidades lingüísticas desde el norte peninsular hacia el sur. La expansión militar de
Castilla convirtió el castellano en una koiné que sirvió de idioma de transición entre dialectos con fines
diplomáticos y comerciales, lo que llevó a las lenguas vecinas a retroceder, ello explica la expansión “en
cuña” del reino de Castilla, arrinconando al leonés y al aragonés.
En esta época los romances peninsulares carecían de una fijación normativa, por lo que coincidían en el
tiempo formas de diferentes estadios de evolución, con abundantes dobletes, ultracorrecciones, etc.
Entre las características del castellano de la época podemos citar la existencia de una -e final tras r, s, l, n,
d o z o la pervivencia de la f- inicial latina.
En la primera mitad del siglo XI Sancho el Mayor introduce la reforma cluniaciense, que prefería la
universalidad de la romania frente a los particularismos regionales. De este modo cae la escritura
visigótica frente a la carolingia, que sustituye la grafía k por c, por ejemplo. El influjo ultrapirenaico
propagará la apócope extrema hasta 1272. Según Lapesa, las causas de estos cambios, entre otras hay
que buscarlas en la importancia que adquiere el Camino de Santiago, la abundancia de enlaces reales, la
inmigración procedente de Francia y la intercomunicación literaria entre trovadores y juglares, hablantes
de occitano, francés, etc.
El castellano. Período alfonsí (s. XII-XIV).
Sienta las bases del castellano moderno. Este rey sustituye el latín como
lengua oficial por el castellano, que se convierte en lengua de cultura, en gran
parte gracias a la Escuela de Traductores de Toledo y a la cancellería, que
reivindicaba el “castellano drecho”. El castellano se convierte en la lengua de
la épica, mientras que para la lírica se prefiere el gallego o el provenzal.
Quizá el mayor aporte del sistema alfonsí a la lengua fueron las mejoras
sintácticas, cuidando la expresión de conceptos a través de subordinadas, con
nuevos nexos y locuciones conjuntivas, nuevo léxico técnico y culto, etc.
Además fija las grafías que perdurarán hasta el s. XVI, condena la apócope
extrema por galicismo, etc.
El castellano. Período prehumanista (s. XV).
Se introduce literariamente a través de Dante, Petrarca y Bocaccio. Este influjo
italianizante compite ya con la influencia caballeresca y cortesana francesa. Una de
las causas de ello son las campañas militares en Italia por parte del reino de
Aragón, ya que Alfonso V conquista Nápoles en 1443 y estas campañas posibilitan
el contacto con la literatura italiana. Además con el matrimonio de los Reyes
Católicos en 1469 se dio un progreso en la producción literaria y escrita. Con el uso
de la imprenta se multiplican las traducciones de los clásicos, como la Eneida o el
Omero romançado de Juan de Mena (la Ilíada) y se posibilita una difusión más
amplia. La antigüedad ya no es tanto ejemplo moral como modelo de perfección.
En cuanto a la influencia lingüística es más evidente en sintaxis, donde el gerundio
y la oración de relativo se sustituyen por el participio de presente latino (Fortuna
triumphante) y se trastoca fuertemente el orden de la frase a imitación del latino con
el verbo al final.
El castellano. Período preclásico (1474-1525).
Las letras se introducen definitivamente en las cortes, se renuevan universidades y se traen
docentes italianos y humanistas en general. Se publica la gramática de Nebrija, donde se
promueve la naturalidad selecta renacentista y se reprueban los latinismos ajenos al
español. El descubrimiento de América convierte a España en potencia mundial, y la rápida
castellanización del rey Fernando de Aragón hace que el castellano sea considerada lengua
de prestigio.
En esta época se resuelven muchas de las dudas de la etapa anterior: cae la t final a favor
de d, la conjunción y sustituye a e o et, desaparece cualquier resto de verbos acabados en -
edes, -ades o -ides, sustituidos por -éis, -áis o -is respectivamente. Sin embargo la mayor
diferencia estriba en el reajuste de las sibilantes: de las seis sibilantes, establecidas en tres
pares (sorda/sonora) se pierde precisamente esta oposición, ensordeciéndose todas y
quedando en tres fonemas: el predorsodentoalveolar africado sordo /ts/ (similar al sonido
que hacemos al chistar), el apicoalveolar fricativo sordo /s/ (como la s actual) y el prepalatal
fricativo sordo /∫/ (como la sh inglesa). El sonido africado se fricativizó, y en Andalucía y
Canarias y, con el descubrimiento, también en América se asimiló a la apicoalveolar y se
confundió con ella.
El castellano. Siglos de oro (XVI-XVII).
Junto al auge espectacular de todo lo español, surge un incremento del estudio
de la lengua por toda Europa. Sin embargo, este auge incluye elementos que
ya son el origen de una profunda crisis: la expulsión de los judíos y los
moriscos afectó al tejido productivo, mientras que el integrismo religioso hace
que tengan que emigrar numerosos intelectuales, como los traductores de la
biblia al castellano o los humanistas y erasmistas castellanos.
En las zonas donde la predorsodentoalveolar no se había asimilado a la
apicoalveolar, aquella adelantó su pronunciación precisamente para
diferenciarse de esta y evolucionó a la interdental actual /θ/. En cuanto a la
prepalatal se retrasó su pronunciación velarizándose y dando lugar a la
actual /X/, determinando el estado actual de las sibilantes en español.
Sintácticamente el surgimiento de barroco conlleva una ruptura del orden
natural de la frase tan buscado durante el renacimiento.
El castellano. Siglo XVIII.
Con la fundación de la RAE se producen una serie de retoques en
la correspondencia entre fonemas y grafías que fija el castellano
actual. Por ejemplo, se fija la caida de ss por s, y de ç en favor de
c ante e o i y z ante a o u. También se determina que ph, th y ch
para los fonemas /f/, /t/ y /k/ respectivamente desaparezcan en
favor de f, t y c. Además qu se limita ante e e i desapareciendo la
forma quatro frente a cuatro. La influencia de la ilustración y el
romanticismo conlleva la introducción de muchos términos
relacionados con las ciencias, la política y la economía.
El castellano. Siglo XX.
En el siglo XX se ha venido tendiendo a la corrección de
acentuaciones hiáticas y a la reducción de grupos extraños, como
oscuro por obscuro o sicología conviviendo con psicología.
También en la última norma de la RAE se eliminan algunas tildes
diacríticas y, aunque no se condena su existencia, se recomienda
no utilizarlas. Es el caso de los pronombres demostrativos (éste,
etc) o del adverbio sólo.
El castellano. Variedades dialectales.
Nos encontramos con hablas de tránsito como el navarro y el riojano, que presentan
algunas características que los asocian al antiguo leonés o al gallego. Por ejemplo:
mantienen el grupo consonántico mb, como en palomba, conservan la f inicial latina
(facer), etc. También poseen rasgos que los diferencian de otras modalidades:
conservan la l implosiva (salicem > salce no evoluciona a sauce) y se pronuncia la
vibrante múltiple como fricativa sorda. Se considera al riojano como un conjunto de
hablas de tránsito entre el navarro, el aragonés y el español norteño.
Al igual que el riojano, el extremeño se considera un conjunto de hablas de tránsito
entre el leonés y el andaluz, por lo que se divide en dos zonas:
Cáceres es más dada a soluciones leonesas y arcaismos, como la pronunciación
de la s sonora intervocálica, el cierre de e y o finales en i y u, o el mantenimiento
del grupo mb latino.
Badajoz toma más rasgos propios del andaluz como la aspiración en /h/ de /X/ o la
confusión de líquidas implosivas (arma por alma).
El castellano. Variedades dialectales.

El murciano es también un conjunto de hablas de transición entre


el catalán y valenciano, el castellano y el andaluz. De hecho es
propio del murciano, por influencia del aragonés y el catalán la
palatalización de l inicial o el mantenimiento de grupos iniciales
con l latinos, como clau de clavem. Tiene como meridionalismos la
aspiración y pérdida de s implosiva o la confusión de líquidas. Se
debe al mozarabismo la no diptongación (novo por nuevo) o la no
sonorización de las intervocálicas latinas (acachar por agachar).
El castellano. Variedades dialectales.

En cuanto a las variedades diatópicas, las meridionales comparten una serie de rasgos
caracterizados, entre otros por la particular evolución de las sibilantes, ya que asimilan la
predorsodentoalveolar y la apicoalveolar, con lo que las seis sibilantes originarias, se reducen a
dos. Además aspiran la h procedente de f inicial latina, la s implosiva y la velar /X/. También se
produce la aspiración de consonante ante nasal (/pienna/ por /pierna/).

El español de Canarias fue llevado allí por inmigrantes en el s. XV mayoritariamente, y de allí a
América. Presenta como características propias la fricativización de la palatal africada sorda
(muchacho > muyayo), el trueque del pronombre nos por los o los usos de haber por tener o de
ser por haber, quizá por arcaismo debido al aislamiento insular. Por supuesto también hay una
fuerte presencia de guanchismos.

En andaluz la caida de la s implosiva o final provoca la apertura de la vocal anterior en oriental,
mientras que en occidental se produce una aspiración con reduplicación de la consonante
siguiente. También es habitual la sustitución de ustedes por vosotros, pero manteniendo la
concordancia con la segunda persona (ustedes os venís).
El catalán. Características.

El catalán es el resultado de la evolución del latín en el extremo


nordeste peninsular. El catalán es una lengua que históricamente
ha mantenido estrecho contacto con el provenzal y el gascón, con
el que todavía hoy mantiene una intercomprensión. Esta lengua no
diptonga las e ni o breves latinas. Además estas vocales en
posición final átona caen, no aspira la f inicial latina, palataliza los
grupos cl (oculum > ull) o ly (paleam > palla). Tiene en común con
el castellano la monoptongación de au (aurum > or) o la
palatalización de nn (annum > any).
El catalán. Historia.
Ya desde el s. X los copistas latinos intercalan algunas palabras en catalán, pero los textos completos más
antiguos son el Forum Iudicum y las Homilíes d’Organyà, ambos del s. XII. Ya en este siglo caen los artículos ipse
e ipsa (es y sa) en favor de el y la, excepto en las islas Baleares, donde todavía hoy se conservan. La literatura
catalana está fuertemente influida por el provenzal de Languedoc, especialmente en la lírica hasta el s. XV. A partir
del s. XV, con la unión de la Corona de Castilla y la de Aragón y la castellanización de la corte se ve truncado el
siglo de oro de las letras catalanas, con figuras como Ausiàs Marc, Jordi de Sant Jordi o Joanot Martorell, que
influyeron profundamente en la literatura castellana. A partir de ese momento comienza un período de decadencia
que culminará en el s. XVIII con los Decretos de Nueva Planta por los que se prohíbe la lengua. En el s. XIX,
gracias al movimiento romántico surge la llamada renaixença. En el s. XX se crea el Institut d’Estudis Catalans y
con la normativización de Pompeu Fabra se abre la puerta a una normalización que comienza en la segunda
república con su reconocimiento como lengua cooficial. Sin embargo, tras la guerra civil se prohíbe cualquier
manifestación pública en catalán, ya que Franco consideraba las lenguas vernáculas como una amenaza a la
unidad de España. Tras la transición la lengua recupera la cooficialidad y su uso académico, aunque en la
actualidad está en una situación de diglosia con respecto al castellano.
Existen dos grandes zonas dialectales: el catalán oriental y el occidental, separados por una isoglosa marcada por
la fonología de las vocales átonas: mientras que en oriental sólo existen tres por el cierre de la o abierta y la
cerrada en u y la apertura de las e abierta, la cerrada y la a en una neutra /ə/, en occidental el sistema consta de
cinco vocales, con la i, la u, la e, la o y la a. En posición tónica ambos sistemas constan de siete vocales.
Actualmente se percibe cierta desunión entre tres estándares: el Balear, el Catalán y el Valenciano, cada uno de
ellos acentuando las diferencias más que las similitudes que remiten a un tronco común.
El gallego. Características.
Es el resultado de la evolución del latín en el noroeste de la
península ibérica. La romanización de esta zona fue tardía, y el
celta actuó como sustrato de ésta. Además allí el latín llegó
procedente de la Bética que era la variedad más conservadora, lo
que explica que el futuro romance también lo sea. Se caracteriza
por la caída de la l inicial de los artículos (os, as, etc), la pérdida
de n intervocálica con nasalización de la precedente (lunam > lua),
o palatalización de los grupos iniciales pl, cl y fl (chover, chave y
chama), por ejemplo. Comparte con otros romances la
conservación de f inicial latina o el uso del artículo ante el
posesivo.
El gallego. Historia.
El rey Alfonso VI (s. XI) convierte Galicia en un condado, y las tierras al norte del Miño se las
entrega a su hija Urraca y las del sur a Teresa. Esta frontera será la que posteriormente divida
Portugal de Galicia. Estas comunidades empiezan a diferenciarse de modo definitivo en el s.
XV, pero hasta entonces existía una modalidad común que se extendía por Galicia, zonas
conquistadas de Portugal, oeste de Asturias y noroeste de León.
El gallego fue la lengua de la lírica hasta el s. XV. A partir de este momento, las diferencias con
el castellano y el portugués van aumentando: el gallego tiene siete vocales, frente a nueve del
portugués, la interdental existe en gallego, pero no en portugués, etc.
Al igual que con el catalán en el s. XV se produce una progresiva castellanización de la
sociedad que inicia una decadencia que perdurará hasta el movimiento romántico en el s. XIX,
cuando se produce el Rexurdimiento. No obstante el movimiento no dio los resultados previstos
debido a la falta de conciencia sociolingüística del hablante, producto de los altos niveles de
analfabetismo. En 1906 se crea la Real Academia Gallega y durante la segunda república se
inicia una efervescencia truncada por la victoria franquista. En la transición se le reconoce el
estatus de lengua cooficial, aunque al igual que el catalán, está en una situación de “lengua B”,
diglósicamente hablando, con respecto al castellano
El astur-leonés.
El asturleonés es un habla que no ha conseguido el estatuto de lengua
oficial, a pesar de ser un derivado del latín con características propias como
por ejemplo la diptongación de e y o breves latinas ante yod (viengo),
conservación de f inicial latina, la no reducción de los diptongos ie, ei y ou
(queiso, cousa, castiello…), la palatalización de l inicial (llobu), o el paso de
illum a lo (lo llobu).
Se da en zonas del este de Galicia, Asturias, oeste de Cantabria y León y en
partes de Zamora, Salamanca e incluso Cáceres. Dialectalmente se divide en
tres grandes zonas: el occidental con fuerte influencia gallega mantiene los
diptongos ei y ou; el oriental con mayor fuerza del castellano, por lo que
pierde la f inicial latina; y el central que es la más pura, a pesar de que no
cuente con una gran cohesión, salvo en el bable, o leonés hablado en
Asturias.
El aragonés.
El antiguo dialecto románico aragonés pervive hoy en los valles
pirenaicos, especialmente en las zonas tradicionalmente más aisladas,
como en el Chistén (Gistain en francés). Este arrinconamiento se debe
al fuerte influjo del castellano, que acabó con el prestigio que tuvo,
incluso como lengua literaria desde el s. XI. Mantienen la f inicial latina,
diptongan e y o breves ante yod o conservan el artículo lo como
evolución del illum latino. También palatalizan la g y j iniciales (Juan >
Chuan, chente, choven, o caen las – e finales (puen o fuen en lugar de
fuente o puente). No hay que confundir el aragonés, lengua histórica
derivada del latín con el baturro, dialecto del castellano hablado en
Aragón, caracterizado por el cambio de acentuación, la metátesis o el
uso intensivo del sufijo -ico.
El aranés.

En cuanto al aranés es el occitano hablado en territorio español,


concretamente en el valle de Arán por unos 7000 hablantes.
Alcanzó el estatus de oficialidad en 2006 al ser reconocido en el
Estatut de Catalunya, a pesar de que ya era lengua vehicular en la
enseñanza desde 1984. Entre sus características están la
vocalización de l final en u (culturau), la desaparición de n
intervocálica (lua), la metátesis de la r (craba), etc.
El euskera.
Ea un pueblo prerromano cuya lengua ha conseguido pervivir hasta hoy. Su origen aún está por
esclarecer y su extensión tradicional era sensiblemente superior a la actual (Arán significa valle
en euskera, lo que nos hace pensar que allí se hablaba esta lengua). Como ya hemos
comentado su influencia como substrato y adstrato sobre el castellano son importantes
(aspiración de f inicial, sistema vocálico, etc.)
Ya en las glosas emilianenses encontramos algunas palabras sueltas en esta lengua, sin
embargo el vasco no empieza a ser conocido hasta el s. XVI. La identificación con su lengua es
tal, que Euskalherria significa, literalmente, pueblo que habla vasco. Sin embargo la falta de una
norma ha hecho que esta lengua presente una enorme fragmentación que en ocasiones ha
llegado a dificultar la intercomprensión entre los diferentes dialectos. La represión franquista fue
especialmente dura en Euskadi con su lengua en el punto de mira, lo que la llevó a su práctica
desaparición. Con la transición se crea una norma unitaria, el euskera batúa, o euskera unificado
y se crea la Real Academia de la lengua Vasca. El papel del lingüista Koldo Michelena ha sido
fundamental en este proceso. El euskera batúa toma como modelo las autoridades de la
literatura labortana sobre una base de navarro-guipuzcoano frente al purismo del s. XIX. Su
presencia en ámbitos socioculturales es satisfactoria, aunque está fuertemente identificada con
un componente político.
Lenguas en contacto.
El contacto de lenguas es un hecho universal. En el mundo existen unas seis mil lenguas y tan
sólo doscientos estados, por lo que irremediablemente en algunos países se hablan varios
idiomas.
En la mezcla de lenguas puedan darse distintas situaciones:

Hay mantenimiento lingüístico cuando ninguna de las lenguas en contacto sufre grandes
cambios.

Si una de ellas invade ámbitos de uso de la otra y la hace desaparecer se produce una
sustitución lingüística.

Si de las dos lenguas en contacto surge una nueva, se da la fusión o amalgama de lenguas.

Si el uso de las dos lenguas se alterna en determinadas circunstancias, hablamos de
conmutación, concepto que incluye al bilingüismo y la diglosia.
Los contactos lingüísticos se estudian tanto diacrónicamente (por ej. la sustitución tiene que ver
con la acción de superestrato y sustrato, como en el caso de las lenguas prerromanas y el latín
peninsular) como sincrónicamente (caso de la conmutación).
Sustrato, superestrato y adstrato.
Los fenómenos de sustrato, superestrato y adstrato son el resultado del contacto de
lenguas a lo largo del tiempo y el espacio.
La incluencia de sustrato, la forman las características que un idioma desaparecido
deja en la lengua de sustitución, por ejemplo el patronímico celta -ez en el castellano.
El superestrato, define la influencia de una lengua que, teniendo dominios propios,
invade otros sin imponerse en ellos, aunque dejando algunos rasgos gracias a su
superioridad militar. Por ej., el árabe o las lenguas germánicas influyen en el latín
peninsular.
El adstrato, designa la relación de dos lenguas que, por razones de proximidad o
vecindad, se influyen mutuamente. Por ejemplo: los préstamos al español de lenguas
cercanas como italianismos, galicismos, etc. En este sentido debemos hacer notar que
el concepto de cercanía se diluye con el uso de las tecnologías de la información,
siendo cada vez más común la influencia de adstrato de lenguas que no tienen
dominios físicos cercanos.
Lingua franca, pidgin, sabir y criollo.
La necesidad de intercambio entre culturas diferentes ha llevado en todo tiempo a
buscar soluciones comunicativas.
La lingua franca sirve para propiciar el intercambio comunicativo entre poblaciones de
diferentes lenguas. Se trata de un idioma o variedad idiomática ya existente que, por
diversas razones, se convierte en lengua de contacto entre distintas comunidades. El
latín en su momento y el inglés hoy son ejemplos de linguas francas.
El sabir o pidgin incipiente tiene un valor de intercambio restringido, pues nace
vinculado al comercio, para favorecer las transacciones. Su gramática no está bien
definida, permite yuxtaposiciones de palabras. Cuando el proceso de mezcla no se da
entre lenguas, sino entre variedades de una misma lengua, el resultado es una koiné.
Si lo que se mezclan son lenguas, se obtiene el pidgin incipiente. El término pidgin
procede de la pronunciación en cantonés de bussiness, negocio en inglés. El pidgin-
english o inglés hablado en los puertos de China formado por vocablos ingleses
adaptados al sistema gramatical chino es la lengua mixta que da nombre a la categoría.
Lingua franca, pidgin, sabir y criollo.
El pidgin elaborado es una lengua completa procedente de una hibridación o mezcla de elementos
de distintas procedencias lingüísticas que compite en igualdad con los idiomas nacionales, con
posibilidades de desarrollar una literatura de prestigio. Se crea a partir de dos o más lenguas con
necesidades de comunicación que no poseen ninguna variedad en común. Hay algunos que pasan
por la fase de sabires o pidgins incipientes. Otros, sin embargo, se convierten rápidamente en pidgins
extendidos, como el papiamento.
Los pidgins, por definición, no tienen hablantes maternos. Son soluciones sociales, no individuales,
caracterizadas por normas de aceptabilidad. Cuando se convierten en lengua principal o única,
cuando tienen hablantes nativos, entonces ya son criollos, como el de las Antillas, que da nombre a la
categoría.
Al principio, la mezcla cultural y racial era considerada como motor de creación de pidgins, sabires y
criollos. Pero se comprobó que la separación de hablantes y variedades lingüísticas es más
determinante, pues las lenguas mixtas han proliferado donde predominó el comercio de esclavos.
En África del Sur se originó un criollo, el afrikáans, a partir de la lengua de los amos, el holandés. Sin
embargo, en la América hispana, por el trato de provincias que dio España a las colonias, casi no hay
pidgins. Ni los hay en lugares de intensa mezcla lingüística, como Bruselas, o las legaciones
diplomáticas. Sí los hay, en cambio, en antiguas colonias de Francia, Holanda, Portugal e Inglaterra.
Lenguas fronterizas.

En zonas de frontera se pueden encontrar distintas situaciones:


desde el bilingüismo en que las dos lenguas en contacto se
conservan inalteradas hasta la creación de variedades fronterizas
a partir de las lenguas-fuente. Un ejemplo es el uruguayo-
brasileño, mezcla de español de Uruguay y de portugués de Río
Grande do Sul (Brasil), a veces incomprensible para los
monolingües de uno y otro país.
Interferencia, transferencia y convergencia.
Uriel Weinreich define el concepto de interferencia como desvío de la
norma en alguna de las lenguas de los bilingües por influencia de otra.
Reserva los términos lengua-fuente (F) para la que produce las
interferencias y lengua-objeto (O) para la que las recibe.
Las interferencias, que pueden ser fonológicas, gramaticales o léxicas,
introducen elementos foráneos y obligan a reorganizar modelos en todos
los niveles de la lengua.
En vez de interferencia, el lingüista Clyne propone el concepto de
transferencia, que define como el influjo de una lengua sobre otra que
produce estructuras agramaticales. Por tanto, en la transferencia hay dos
premisas: desvío de la norma y resultado agramatical. Si el resultado es
gramatical, entonces hablaríamos de convergencia, no de transferencia.
Préstamos lingüísticos.
Los préstamos lingüísticos son tipos de interferencia léxica y existen en
todas las lenguas. Se producen por contacto, sea directo o diferido. Son
más propios de zonas urbanas y se usan (o deberían usarse) donde no
existan palabras de la lengua propia. Suelen adaptarse fonéticamente al
sistema de adopción. La asignación de género se hace según las reglas
de la lengua de acogida.
Los préstamos pueden ser positivos y contribuir a la modernización
lingüística y al acrecentamiento del caudal léxico por importación. Pero
también pueden empobrecer la lengua receptora si se introducen
innecesariamente y sustituyen unidades propias o si son muy
abundantes o se usan como palabras-cita, sin adaptación fonética ni
morfológica.
Mezcla de códigos.

En algunos lugares se produce una mezcla de códigos. Se trata de


la mezcla de dos lenguas en el mismo discurso, como en el habla
hispana de Nueva York “Le dio un heart-attack”. En general, la
lengua materna de los inmigrantes cuando llevan muchos años en
el extranjero se ve muy afectada.
Bilingüismo.
Las primeras definiciones de bilingüismo se refieren a su uso individual por personas que
emplean de forma alternada dos lenguas o social, que es el uso habitual de dos lenguas
en una misma región.
Lázaro Carreter, en su Diccionario de términos filológicos, vinculó el bilingüismo a la
capacidad que posee un individuo o comunidad de poder usar normalmente dos idiomas.
No se trata del mero uso de dos lenguas, sino también de las circunstancias en que la
elección de una u otra se produce y de la forma del contacto entre ellas; y, por supuesto,
de la capacidad del hablante para expresarse mejor o peor en alguna de ellas.
Weinreich situó el bilingüismo en la perspectiva de la mezcla de lenguas y del
plurilingüismo, fijándose en la dimensión social del fenómeno. Para él, el bilingüismo se
produce cuando dos o más lenguas son utilizadas alternativamente por las mismas
personas sin que la alternancia sea equilibrada, es decir, que habría lenguas dominantes y
dominadas, lo que nos llevaría al concepto de diglosia que veremos más adelante.
Bilingüismo individual.
El hablante bilingüe puede pertenecer a una comunidad monolingüe, bilingüe o plurilingüe. En las
comunidades multilingües, los hablantes cambian de una lengua a otra igual que los monolingües
cambian de estilo, adaptándose a la situación comunicativa.
La elección de una u otra lengua, en principio, es arbitraria, pero en la práctica puede estar regida
por determinaciones de tipo social o institucional.
Karmele Rotaetxe propone una clasificación tripartita para el bilingüismo individual:

De comprensión, en el que el bilingüe comprende dos lenguas, pero solo se expresa en una.

De comprensión y expresión, cuando comprende y usa las dos lenguas.

De comprensión, expresión y pensamiento, que es un bilingüismo completo, activo y
coordinado.
Hockett denominó sesquilingüismo al bilingüismo pasivo que se da entre hablantes de lenguas
distintas pero parecidas, como el español y el portugués. Este contacto de lenguas es solo de
capacidad lectora y puede darse en los individuos, sin que la comunidad entera sea
sesquilingüista. La base del sesquilingüismo es que la recepción lingüística requiere menos
habilidad que la producción.
Bilingüismo social.
La acumulación de hablantes bilingües en un territorio convierte al bilingüismo en hecho social.
Los individuos no se convierten en bilingües por azar, sino porque se encuentran en una
situación familiar o social que impulsa a ello. De manera que hay relación causa-efecto entre
sociedades e individuos. Las perspectivas psicológica y sociológica son, así, solidarias.
Todo esto nos lleva a pensar que las relaciones entre lenguas en las zonas bilingües siempre
son delicadas y dan lugar a modelos más o menos conflictivos de convivencia. El bilingüismo
ideal consistiría en la utilización indistinta de dos lenguas en cualquier contexto.
En cuanto a los tipos de bilingüismo social, hay principalmente dos: el bilingüismo instrumental,
en que se utiliza una de las dos lenguas con fines pragmáticos (la relación con los otros); y el
integrativo, que añade al uso pragmático una identificación cultural con la lengua utilizada.
En España se ha avanzado hacia el bilingüismo integrativo con la Constitución y los estatutos
de autonomía, pero históricamente ha habido momentos de diglosia o de bilingüismo
conflictivo, puesto que en determinados momentos la utilización de lenguas no castellanas fue
reprimida por el poder, por ej., con la Ley Moyano de 1857, que obligaba a impartir la
enseñanza en castellano.
Diglosia
El helenista Pernot fue el primero en acuñar, en francés, el término diglosia para
aplicarlo a la Grecia clásica. En 1959, Charles Ferguson lo refirió a la situación
lingüística en la que existen una variedad alta (high variation), culta, utilizada en la
comunicación formal y una variedad baja (low variation), popular, de uso coloquial y
familiar, relegada a la oralidad. Para Ferguson la diglosia se producía dentro de la
misma lengua, como ocurrió en Grecia con el griego clásico y el demótico, en Roma
con el latín culto y el vulgar, o en el Islam con el árabe clásico y el popular. Pero otros
lingüistas, como Gumper y Fishman o Badia i Margarit, han ampliado el concepto al
observar que la diglosia también se puede dar entre entre estándar y criollo, como en el
caso del francés y el criollo de Haití, o incluso entre lenguas diferentes.
La diglosia es un caso de extrema contracción funcional que sucede en un territorio
cuando diferentes modalidades de una lengua se especializan en unas determinadas
funciones de uso, privilegiándose una sobre la otra. Usos que están muy relacionados
con la diafasía, o estilo adecuado a un contexto, y con la diastratía, o grado de
instrucción o estrato social del hablante.
Diglosia
La diglosia es un concepto social, pero tiene repercusiones individuales en los hablantes. Un bilingüe es
capaz de expresarse en dos lenguas oralmente y por escrito, aunque una de ellas predomine en un
momento dado o en una etapa concreta de la vida. Pero un diglósico no tendrá la misma facilidad para
expresarse en ambos idiomas y dará a cada uno una función diferente. La diglosia tiene mucho que ver con
el prestigio y el contexto sociopolítico. En función de ello, se establece la distribución de sistemas en
determinados ámbitos, se imponen relaciones de dominación, imposición, restricción o prohibición, creando
un código dominante y otro restringido. Uno es demonizado, incluso se reniega de él, es utilizado solo en
usos orales, es lo que Badía i Margarit denomina autoodio. El otro, sacralizado, se enseña en la escuela, es
la lengua del gobierno y los tribunales, de la literatura y el arte; se usa para fines formales, religiosos y
ceremoniales. La lengua prestigiada acaba siendo el código de lo oficial, es la variante del prestigio y del
poder, y por eso despierta anhelo lingüístico, porque poseerla significa acceder a los cargos políticos,
culturales, religiosos, etc. Si no se interviene mediante los procesos de normativización y normalización que
veremos más adelante lo más probable es que se produzca un fenómeno de sustitución lingüística y
desaparezca la variante desprestigiada.
El miedo a la muerte lingüística justifica las campañas o reacciones puristas, miedo que tiene su
fundamento ya que, de las seis mil lenguas que existen en el mundo, aproximadamente la mitad
desaparecerán en los próximos años. Muchas de ellas sobrevivirán como lenguas amenazadas o
minoritarias. Tan solo hay diez o doce dominios lingüísticos que tienen asegurada su pervivencia, el
hispánico entre ellos.
Relaciones entre bilingüismo y diglosia
Fishman amplió el concepto de diglosia aprendido en Ferguson,
considerando que no tenía por qué producirse solamente entre
variedades de una misma lengua. Para él, en la diglosia podían
entrar dos o más lenguas y no era necesario que el código B
estuviese constituido por registros o variantes de A. Podía incluso
tratarse de lenguas completamente distintas, como en el caso del
vasco y el castellano, utilizadas en contextos bien diferenciados.
Esta concepción amplia de la diglosia como contacto de lenguas,
de lenguas y dialectos, de variedades lingüísticas o de registros
diferenciados, utilizados con un criterio claro de diferenciación
funcional, permite suponer que el fenómeno diglósico está
presente en todas las comunidades lingüísticas.
Ventajas del hablante bilingüe.
Se ha hablado de los peligros del bilingüismo temprano en la escuela y sus efectos supuestamente
perniciosos, alegando, por ejemplo que impide la identificación del niño con la lengua comunitaria,
produce pérdidas de identidad, retrasa la socialización y lleva a la aparición de un seudo-
analfabetismo por interferencia de una lengua en otra.
Sin embargo, es de destacar ciertas ventajas corroboradas por la observación directa de alumnos
bilingües en las aulas. El verdadero bilingüe tiene facilidad para utilizar dos lenguas distintas y, más
aún, para pasar fácilmente de una lengua a otra en el pensamiento y la dicción sin necesidad de
traducir, con lo que se demuestra que su proceso mental es independiente de la expresión verbal.
El bilingüe que es capaz de separar perfectamente las dos lenguas utilizadas no tiene problemas
para construir su identidad y sin embargo tiene mayor facilidad para aprender nuevas lenguas.
Balkan demostró, ya en 1970, que los niños sometidos a educación bilingüe pueden conseguir un
desarrollo intelectual al menos igual, sino superior, al obtenido por niños de educación monolingüe.
El estudio de Balkan tenía que ver con la errónea creencia de que, por manejar dos lenguas, el
bilingüe no podría alcanzar la misma capacidad en cada idioma que el monolingüe. Lo que sí se
detecta es que, puesto que aprender dos lenguas supone un esfuerzo suplementario, el bilingüe
puede sufrir un retraso inicial respecto al monolingüe, pero sin condicionar el nivel lingüístico
posterior que pueda alcanzar.
La normalización lingüística.
La normalización lingüística es un proceso mediante el cual una
lengua elabora su norma de prestigio y consigue un uso
normalizado en todos los ámbitos de la vida. El éxito del proceso
requiere la colaboración de todos, hablantes e instituciones, y
aceptación de todos, pues difícilmente se puede imponer. El
proceso de normalización suele producirse en zonas con una
situación de diglosia que quieren evolucionar hacia un modelo de
relaciones bilingües entre las lenguas habladas en el territorio.
La normalización lingüística.
El primer paso para la normalización de una lengua es su estandarización, loo que puede
ocurrir de dos modos:

Koinización: el término procede de un trabajo de Siegel que cuenta el proceso de
establecimiento de una koiné, o mezcla de subsistemas lingüísticos, tales como dialectos
regionales o literarios. Por ejemplo, el castellano de la Reconquista, según la tesis de López
García, era una koiné, lengua de contacto o intercambio que, en expresión de Alvar, todos
los hablantes aceptaron como la mejor de las lenguas, por las conveniencias que reportaba.
La aceptación de la koiné se produce por un movimiento natural de los hablantes,
impulsado por la necesidad de comunicación. Cuando el proceso no se da entre dialectos,
sino entre lenguas, en vez de una koiné, obtenemos un pidgin.

La estandarización o normativización, al contrario de la koinización, no es un proceso
natural, sino directo y deliberado para crear un lenguaje común, un standard a partir de los
dialectos. Es el caso del euskera batua. La reforma de una lengua supone una acción
consciente y deliberada sobre ella para adecuarla a las necesidades de su tiempo. El
reformador es un legislador que hace política lingüística, plantea la situación y da unas
pautas para resolverla.
La normalización lingüística.
La estandarización puede producir rechazos, pues homogeneiza aportando una idea
de corrección lingüística, correlativa de la de superioridad sociocultural. Tiene
mucho que ver con el prestigio, que a su vez crea situaciones de diglosia. El
prestigio dicta qué es lengua o dialecto, cuál la norma, qué idiolecto tiene mayor
consideración social. Él determina clases dominantes y dominadas, culturas fuertes
y débiles, literaturas valiosas o nulas... Pero la idea de prestigio no es estable.
López Morales señala que, cuando el dominio lingüístico es amplio, como ocurre en
inglés, el campo de acción del prestigio se percibe dentro de unos límites concretos.
Por ejemplo, el estándar de la BBC funciona en Inglaterra, pero no en Nueva York.
En el caso del español, el léxico y la fraseología varían de América a España.
La estandarización tiene, pues, fuertes implicaciones sociales; además, como
resultado de un consenso, ejerce una función positiva: la de mantener la unidad del
idioma, incluso extendido por tan vasta superficie como el español
El proceso de normalización

Dentro del proceso de normalización distinguimos varias fases:


La fase de koinización, que lleva a crear una koiné como lengua de intercambio,
eliminando rasgos particularistas, regularizando y simplificando paradigmas.

La fase de estandarización o normativización, que lleva a seleccionar una de las
variedades lingüísticas comunitarias como modelo, homogeneizando la lengua
con vistas a su expansión territorial y oficialización administrativa, educativa, etc.

La fase de extensión de la lengua estándar, convertida de modo definitivo en
variante prestigiosa, modélica y correcta.
El proceso de normalización

La última fase culmina el proceso y lleva a que la lengua sea usada diariamente en
cualquier ámbito de uso, pero para que ello sea posible se debe cultivar el código.
Su acrecentamiento lingüístico y estético con una producción artística de calidad
que aumente su prestigio es una pieza capital en el proceso de normalización.
Lo que acabamos de exponer vale para cualquier lengua oficial, pues todas han
sido normalizadas y convertidas en oficiales de la misma manera, tanto en zonas
monolingües como bilingües. Sin embargo, cuando la normalización se produce en
un área diglósica, donde más de una lengua es oficial, el proceso tiene
connotaciones diferentes. Su inicio se vincula al deseo de frenar el avance de la
lengua dominante, evitando la sustitución de la lengua minorizada, cuyo uso tanto
oral como escrito se quiere potenciar. El contacto de lenguas es aquí conflicto
lingüístico. El medio de superación de aquel es un proceso de legislación y
planificación lingüística para que la diglosia se convierta en bilingüismo.
Bibliografía específica.
Tema 7

Alarcos Llorach, Emilio (1986): Fonología española. Madrid: Gredos.

Alvar, M. (1979). Dialectología hispánica. Madrid: Akal.

López García, A. (2004) Babel airada: las lenguas en el trasfondo de la supuesta
ruptura de España. Barcelona: Biblioteca Nueva.

Navarro Tomás, Tomás (1990) Manual de pronunciación española. Madrid: CSIC.

Lapesa, Rafael (1981) Historia de la lengua española. Madrid: Gredos.

Menéndez Pidal, Ramón (1968) Manual de gramática histórica española.Madrid:
Espasa.
Bibliografía específica.
Tema 8
BALKAN, L. (1979). Los efectos del bilingüismo en las aptitudes intelectuales. Madrid:
Ed. Marova.
BADÍA, A. (1977) “Lenguas en contacto: bilingüismo, diglosias, lengua en convivencia”,
en Comunicación y lenguaje. Madrid: Ed. Karpos.
FERGUSON, Ch. (1974) “Diglosia”, en Antología de estudios de etnolingüística y
sociolingüística. Universidad de México D. F.
FISHMAN, J. (1988) Sociología del lenguaje. Madrid: Cátedra.
LÓPEZ GARCÍA, Á. (1985) El rumor de los desarraigados. Barcelona: Anagrama.
MARCOS MARÍN, F. (1983): “La planificación lingüística”, en Abad, F. y García Berrio,
A. (coord.), Introducción a la Lingüística. Madrid, Alhambra Universidad,
MEDINA LÓPEZ, J. (1997): Lenguas en contacto. Madrid: Ed. Arco/Libros.
ROTAETXE, K. (1990) Sociolingüística. Madrid: Síntesis.
WEINREICH, U. (1963): Languages in contact. París: Ed. Mounton.
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