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2.2. LA ROMANIZACIÓN
En el año 409 los pueblos germanos invaden la península desde los Pirineos:
suevos, vándalos, alanos y visigodos acaban imponiéndose; no obstante se romanizan,
abandonan su lengua y utilizan el latín dialectal. El latín deja de ser lengua oficial.
Comienza la disgregación lingüística y la evolución diferenciada del latín en cada
territorio hace que surjan las lenguas penínsulares. Las lenguas germánicas dejan
también unas cuantas palabras, muchas relacionadas con el campo de la guerra:
guerra, espía, guardia, bandera, yelmo…
En el año 711 los árabes llegan a la Península, desde entonces las lenguas
peninsulares se diferencian aún más. Se cifran en 4000 las palabras que nos dejan:
aceite, alféizar, almohada, azufre, azúcar, alcoba, alcalde… Nace el mozárabe, que era
el habla de los cristianos que vivían en territorio árabe.
Entre los siglos X y XIV, durante la Baja Edad Media, el castellano avanzaba a
impulsos de la Reconquista y se iba imponiendo, el castellano era una lengua innovadora por
lo que era muy bien acogida allá por donde iba. Aparecen en el siglo XI las primeras
manifestaciones literarias Poema de Mío Cid, Auto de los Reyes Magos. En el siglo XII el
español es impulsado por el rey Alfonso X “El Sabio” que realiza una importante labor con las
Escuelas de Traductores, se trata de promover el castellano como vehículo de cultura. Hacia el
siglo XIII se abre el camino de Santiago con Francia y comienzan a llegarnos algunos galicismos.
En el siglo XV los Reyes Católicos luchan por la unidad política, lingüística y religiosa. El
descubrimiento de América en 1492 supone un enriquecimiento de nuestra lengua, llegan del
nuevo continente indigenismos: cacao, tabaco, caimán, patata… En este mismo año aparece la
Primera Gramática de la Lengua Castellana de manos de Antonio de Nebrija. En el siglo XVI, la
influenza de Italia, cuna del Renacimiento, se deja notar, nuestra lengua acoge italianismos
como lira, florín… En los siglos XVI y XVII se produce un gran auge en las letras españolas,
estamos en el Siglo de Oro, la lengua española es una lengua de prestigio gracias al
florecimiento de la literatura española (Garcilaso, Fray Luis, Góngora, Quevedo, Lope,
Cervantes…). En el siglo XVIII nace la Real Academia de la Lengua Española (1713), aparece el
primer Diccionario de Autoridades (1726-39), la Ortografía (1741) y la Gramática (1771).
Aunque el castellano sigue en continua evolución, son pocas las diferencias entre el español
del siglo XVIII y el actual. En los siglos XIX, XX y XXI lo más llamativo será, sin duda, el aluvión de
anglicismos que ha invadido nuestra lengua.
Sus rasgos característicos y que lo alejan claramente del español normativo son:
b) La zona de las hablas meridionales, aunque las fronteras no están claras ni bien
definidas, correspondería al área de extensión del castellano hacia el sur de la Península y
Canarias, con rasgos más innovadores y claramente relacionados con los del español de
América.
-El andaluz
- Yeismo: reducción de ll y y; uso correcto de los pronombres átonos la, le, lo;-
Arcaísmos y arabismos (fuego, lumbre; alcancía, hucha).
-El canario
El español hablado en las islas Canarias muestra todos los rasgos de las variedades
meridionales: la aspiración de la s final de sílaba, y de la j castellana la confusión de r y l finales
de sílaba, además del yeísmo. El canario comparte con el andaluz occidental el seseo y el uso
de la forma ustedes, con la tercera persona del verbo (ustedes ven) en lugar de la forma
castellana vosotros. El español de Canarias de hecho ha actuado como puente entre las
hablas andaluzas y el español de América, claramente relacionado con las variedades
meridionales. En el canario encontramos americanismos (papa, guagua) y portuguesismos
como millo maíz o fechar cerrar y palabras de origen guanche como baifa (cabra).