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EL ASILO

Uno de los términos más relevantes de estos últimos años en el marco de las relaciones
internacionales, es el asilo político. Casos como el de Edward Snowden, acusado de alta
traición por el gobierno de los Estados Unidos por haber filtrado información de
‘’seguridad nacional’’ y asilado en Rusia desde el 2013, cobraron protagonismo en las
portadas de los principales diarios internacionales de los últimos años.
El origen de la palabra asilo proviene del griego “asylos», que significa templo
inviolable o sitio donde nadie puede ser molestado. Aunque en un principio el término
asilo tenía connotación religiosa, por ser los templos los lugares donde se amparaban a
los asilados, con el pasar de los años evolucionó a la definición moderna de asilo
político.
El asilo político está regulado bajo el marco del derecho internacional público y los
derechos humanos. El artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos menciona lo siguiente: ‘’En caso de persecución, toda persona tiene derecho a
buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país’’. En el sistema interamericano,
existen otros instrumentos jurídicos que lo regulan como: el artículo 27 de la
Declaración Interamericana de los Derechos del Hombre, la Convención de Montevideo
sobre Asilo Político en 1933 y la Convención sobre Asilo Territorial de 1954.

¿Qué son las solicitudes de asilo?

Un solicitante de asilo es aquel cuya petición de refugiarse en un determinado país aún


no ha sido procesada. Cada año, cerca de un millón de personas piden asilo en otros
países. Los sistemas nacionales de asilo determinan quién necesita protección
internacional.

Cuando se trata de movimientos masivos de refugiados en una guerra o conflicto


armado, no será necesario hacer entrevistas personales a cada solicitante de asilo para
cruzar la frontera. Estos grupos se llaman refugiados ‘prima facie’.

Qué es entonces el asilo político?

El asilo político es únicamente el que se concede a una persona desterrada o que ha


huido de su país por motivos políticos.

Es el caso de los refugiados españoles que huyeron tras la Guerra Civil por ser


contrarios al régimen político.

Entre los solicitantes colombianos en España, también hay casos que pueden ser
considerados como asilo político: “El perfil de las personas que piden asilo es variado,
pero hay desde quienes alegan persecución por motivos políticos, como jueces,
abogados, defensores de derechos humanos, sindicalistas a otros que han salido del país
huyendo de la extorsión”, dice María Jesús Vega, portavoz de ACNUR en España.

¿Por qué confundimos asilo político con asilo?


La generalización del término “asilo político” frente a “asilo” está mucho más extendida
en España que en el resto del mundo. Ambas palabras se utilizan como sinónimos
erróneamente, es probable que porque su uso se hiciera popular en nuestro país tras la
Guerra Civil española.
Un dato curioso es el hecho de que el término de “asilo político” en España tiene
muchas más búsquedas que “asilo”, mientras en el resto del mundo apenas llega a un 10
%.

La historia del concepto de asilo

El término “asilo” nace del griego “asylos", que significa templo inviolable o sitio
donde nadie puede ser molestado. Todo apunta a que su origen está en los
primeros pueblos nómadas, quienes acogían a los extranjeros que huían de su territorio
por motivos varios como símbolo de hospitalidad.

Durante mucho tiempo, el asilo se usó para proteger a las personas que no querían
someterse la rigidez de las leyes de sus pueblos y buscaban zonas seguras donde
refugiarse.

Más tarde, Grecia reconoció el asilo como una entidad en sí misma al que asignó dos
funciones básicas:

 Asilo territorial, que tenía lugar en las ciudades.


 Asilo religioso, en templos y zonas sagradas.

 ¿Quién puede pedir asilo en otro país?
 Según la Ley Reguladora del derecho al asilo, pueden pedir asilo en otro país
aquellas personas en condición de refugiados. La Convención de Ginebra de
1951, reconoce como refugiado a:
 “Toda persona que, debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de
raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas, pertenencia a determinado
grupo social, de genero u orientación sexual, se encuentra fuera del país de su
nacionalidad y no puede o, a causa de dichos temores, no quiere acogerse a la
protección de tal país”.
 Cuando alguien pide asilo en otro país no se convertirá en refugiado hasta que su
petición se resuelva positivamente.
 Mientras tanto, los solicitantes no podrían ser devueltos, expulsados o
extraditados y debe evitarse su detención, según el derecho internacional,
aunque Hungría ha creado leyes contrarias a la propia legislación europea para
llevar a cabo detenciones masivas en sus fronteras.

Definición del asilo político

Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el asilo es una
práctica mediante la cual un Estado garantiza la protección, el amparo y la asistencia de
aquellas personas que han huido de su país de origen debido a una persecución por
motivos políticos, como su ideología o su afiliación a un partido político. Cabe resaltar
que en algunas literaturas académicas también es conocido como ‘’asilo territorial’’.
A lo largo de la historia, diversos ex presidentes se han acogido a la figura del asilo
político. Uno de los casos más resientes es el asilo otorgado por Nicaragua al ex
presidente salvadoreño, Mauricio Funes, en el 2016. En el plano local, el caso más
emblemático, es el asilo político concedido por Colombia al ex mandatario Alan García
Pérez en 1992.  
Diferencia con el asilo diplomático
El asilo diplomático es una práctica muy común entre países latinoamericanos y tiene su
base en la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954. Es el asilo político otorgado a
personas en lugares consideras por el derecho internacional como extensiones
territoriales, por ejemplo: misiones diplomáticas, embajadas, consulados o buques de
guerra anclados en puertos extranjeros. Casos como el de Julian Assange, un activista
de la libre información por internet y fundador de WikiLeaks, al que Ecuador le otorgó
asilo político en su embajada en Londres, calzan con la definición de asilo diplomático.
En una época tan convulsionada como la actual, es necesario recordar que el asilo
político y diplomático en un derecho humano que tiene como fin la protección de la
vida, la integridad física y la libertad del perseguido político. Un Estado tiene el deber
moral de brindarlo, siempre y cuando la solicitud de asilo cumpla con lo estipulado por
los tratados internacionales y su legislación interna. 
El asilo y su relación con crímenes internacionales

El asilo es una institución en virtud de la cual se protege a individuos cuya vida o


libertad se encuentran amenazadas o en peligro, por actos de persecución o violencia
derivados de acciones u omisiones de un Estado. Uno de los supuestos de tal figura es el
asilo político, que ha sido especialmente desarrollado en América Latina. Los Estados
han aceptado, a través de diversas fuentes del derecho internacional, que existen
limitaciones al asilo, conforme a las cuales dicha protección no puede ser concedida a
personas respecto de las cuales hayan serios indicios para considerar que han cometido
crímenes internacionales, tales como crímenes de lesa humanidad (concepto que incluye
la desaparición forzada de personas, torturas y ejecuciones sumarias), crímenes de
guerra y crímenes contra la paz.

Conforme al artículo 1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, los


Estados tienen la obligación de prevenir, investigar y sancionar toda violación de los
derechos reconocidos por la Convención. La CIDH ya ha manifestado que la evolución
normativa del derecho internacional público ha consolidado la jurisdicción universal, en
virtud de la cual, cuando los órganos de la jurisdicción penal nacional no quieran o no
puedan cumplir con la función de investigar y sancionar dichos crímenes
internacionales, cualquier Estado tiene autoridad para “perseguir, procesar y sancionar a
quienes aparezcan como responsables de dichos crímenes internacionales, aún aquellos
cometidos fuera de su jurisdicción territorial o que no guarden relación con la
nacionalidad del acusado o de las víctimas, puesto que tales crímenes afectan a la
humanidad entera y quebrantan el orden público de la comunidad mundial”.[1] La
Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura, y la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas, contemplan expresamente que
los Estados parte de dichas Convenciones deberán tomar las medidas necesarias para
establecer su jurisdicción sobre los delitos previstos en dichos instrumentos, cuando el
presunto delincuente se encuentre en el ámbito de su jurisdicción, y no proceda su
extradición.

De acuerdo con las consideraciones anteriores, la Comisión Interamericana debe


señalar que constituye una total desnaturalización de la institución del asilo el otorgar
tal protección a personas que abandonen su país para eludir la determinación de su
responsabilidad como autores materiales o intelectuales de crímenes internacionales. La
institución del asilo supone que la persona que pide protección es perseguida en su
Estado de origen, y no que es apoyada por éste en su solicitud.

En tal virtud, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en ejercicio de


la atribución que le confiere el artículo 41(b) de la Convención Americana, recomienda
a los Estados miembros de la OEA que se abstengan de otorgar asilo a presuntos autores
materiales o intelectuales de crímenes internacionales.
En 1990 la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), Oficina Regional de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) y Organismo Especializado de la
Organización de los Estados Americanos (OEA), auspició la Conferencia Regional para
la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en América Latina, donde la CIDH
participó como co-patrocinadora y en la cual se adoptó la Declaración de Caracas.[1]
La Declaración de Caracas también establece estándares de protección en materia de
derechos humanos y salud mental. Con relación a la atención psiquiátrica señala “[q]ue
los recursos, cuidados y tratamientos provistos deben salvaguardar, invariablemente, la
dignidad personal y los derechos humanos y civiles [y] propender a la permanencia del
enfermo en su medio comunitario…”. En esta Declaración también se recomienda que
las legislaciones de los países se ajusten “…de manera que aseguren el respeto de los
derechos humanos y civiles de los enfermos mentales”.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó en 1991 los Principios para
la Protección de los Enfermos Mentales y para el Mejoramiento de la Atención de la
Salud Mental (Principios de Salud Mental). Estos principios son considerados como el
estándar internacional más completo y detallado en lo que se refiere a la protección de
los derechos de las personas con discapacidad mental y constituyen una guía importante
para los Estados en la tarea de delinear y/o reformar los sistemas de salud mental.

La CIDH tomó conocimiento de la Resolución CD.40.R19, aprobada por el Consejo


Directivo de la OPS/OMS el 26 de septiembre de 1997, en la que este Organismo
exhorta a los Estados miembros a que se esfuercen por mejorar la legislación que
protege los derechos humanos de las personas con discapacidad mental.
De acuerdo a la OPS/OMS,al Centro de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y a
la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas las libertades
fundamentales y derechos más frecuentemente violados en hospitales psiquiátricos
incluyen el derecho a ser tratado con humanidad y respeto, el derecho a una admisión
voluntaria, el derecho a la privacidad, la libertad de comunicación, derecho a recibir
tratamiento en la comunidad, derecho a proporcionar consentimiento informado antes
de recibir cualquier tratamiento y el derecho a recurrir a un tribunal independiente e
imparcial que determine la legalidad de la detención en un hospital psiquiátrico.
La Comisión ha verificado que en las Américas, los usuarios, sus familiares, personal de
salud mental, abogados, jueces y demás personas involucradas en la promoción y
protección de la salud mental tienen un conocimiento limitado de los estándares
internacionales y normas convencionales que protegen los derechos de las personas con
discapacidad mental y además que estos estándares y normas convencionales no han
sido, en la mayoría de los casos, incorporados en las legislaciones nacionales.
En abril de 1999, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos aprobó el Informe
N° 63/99 con relación a un paciente mental,en el cual se señala que es pertinente utilizar
estándares especiales para determinar si se ha cumplido con las normas convencionales
en casos que involucran a prisioneros o pacientes mentales recluídos en hospitales
psiquiátricos por ser considerados un grupo especialmente vulnerable. En este informe,
la CIDH interpretó las normas de la Convención Americana que consagran el derecho a
la integridad personal, el derecho a la vida y el derecho a la protección judicial a la luz
de los Principios de Salud Mental. La CIDH, en el mismo informe, coincidió con la
postura de la Corte Europea de Derechos Humanos, según la cual el estado de salud de
la víctima es un factor relevante al momento de determinar si se inflingieron penas o
tratamientos inhumanos o degradantes y por lo tanto concluyó que el encarcelamiento
de una persona con discapacidad mental bajo condiciones deplorables y sin tratamiento
médico puede llegar a constituir tratamiento inhumano o degradante, prohibido por el
artículo 5(2) de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS,


RECOMIENDA:

A los Estados
1. Ratificar la Convención Interamericana para la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación de las Personas con Discapacidad, adoptada por la Asamblea General de
la OEA el 8 de junio de 1999, cuyos objetivos son la prevención y la eliminación de
todas las formas de discriminación contra las personas con discapacidad física o mental
y propiciar su plena integración en la sociedad.

2. Tomar medidas de carácter legislativo, judicial, administrativo, educativo y de otra


índole para diseminar por medios apropiados y dinámicos [entre autoridades
gubernamentales, ONGs, profesionales de salud mental, abogados, jueces y otras
personas involucradas en la promoción de políticas de salud mental] los estándares
internacionales y normas convencionales de derechos humanos que protegen las
libertades fundamentales y derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales
de las personas con discapacidad mental.
3. Reformar las leyes existentes en materia de salud mental o discapacidad en
general y, si éstas no existen, crear leyes que garanticen el respeto de las libertades
fundamentales y los derechos humanos de las personas con discapacidad mental y sus
familiares, incorporando en las mismas los estándares internacionales y las normas
convencionales de derechos humanos que protegen a las personas con discapacidad
mental.

4. Promover e implementar a través de legislación y planes nacionales de salud


mental la organización de servicios comunitarios de salud mental cuyos objetivos sean
la plena integración de las personas con discapacidad mental en la sociedad y la
participación de organizaciones profesionales, asociaciones de usuarios y familiares,
sus amistades, organizaciones de asistencia social y otros miembros de la comunidad en
la rehabilitación del paciente mental.
5. Promover a nivel de sus Defensorías de los Habitantes u Ombudsman la creación
de iniciativas específicas para la defensa de los derechos humanos de las personas con
discapacidad mental.
6. Adoptar las medidas que sean necesarias para que en todas las instituciones de
salud mental se expongan los derechos del paciente mental en lugares visibles tales
como salas de espera, servicios de admisión y otros lugares frecuentados por familiares
y pacientes.
7. Apoyar la creación de organismos que supervisen el cumplimiento con las normas
de derechos humanos en todas las instituciones y servicios de atención psiquiátrica
cuyas actividades involucren a pacientes, sus familiares, representantes de los pacientes
y personal de salud mental.
8. Establecer mecanismos de concientización, educación pública (preparación y
divulgación de material educativo, tales como folletos, afiches, videos, etc.) y acciones
tendientes a combatir la estigmatización y discriminación de las personas con
discapacidad mental, a través de organizaciones estatales y ONGs, de conformidad con
los estándares internacionales y normas convencionales que protegen a estas personas.
A los usuarios y sus familiares:

1. Que estén conscientes de que las personas con discapacidad mental tienen los
mismos derechos y libertades fundamentales que el resto de los seres humanos y que
existen principios internacionales que protegen a estas personas, especialmente debido a
su particular condición de vulnerabilidad e impotencia.

El asilo político: un Derecho Humano


Uno de los términos más relevantes de estos últimos años en el marco de las relaciones
internacionales, es el asilo político. Casos como el de Edward Snowden, acusado de alta
traición por el gobierno de los Estados Unidos por haber filtrado información de
‘’seguridad nacional’’ y asilado en Rusia desde el 2013, cobraron protagonismo en las
portadas de los principales diarios internacionales de los últimos años.

El origen de la palabra asilo proviene del griego “asylos», que significa templo
inviolable o sitio donde nadie puede ser molestado. Aunque en un principio el término
asilo tenía connotación religiosa, por ser los templos los lugares donde se amparaban a
los asilados, con el pasar de los años evolucionó a la definición moderna de asilo
político.

El asilo político está regulado bajo el marco del derecho internacional público y los
derechos humanos. El artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos menciona lo siguiente: ‘’En caso de persecución, toda persona tiene derecho a
buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país’’. En el sistema interamericano,
existen otros instrumentos jurídicos que lo regulan como: el artículo 27 de la
Declaración Interamericana de los Derechos del Hombre, la Convención de Montevideo
sobre Asilo Político en 1933 y la Convención sobre Asilo Territorial de 1954.

Definición del asilo político


Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, el asilo es una
práctica mediante la cual un Estado garantiza la protección, el amparo y la asistencia de
aquellas personas que han huido de su país de origen debido a una persecución por
motivos políticos, como su ideología o su afiliación a un partido político. Cabe resaltar
que en algunas literaturas académicas también es conocido como ‘’asilo territorial’’.

A lo largo de la historia, diversos ex presidentes se han acogido a la figura del asilo


político. Uno de los casos más resientes es el asilo otorgado por Nicaragua al ex
presidente salvadoreño, Mauricio Funes, en el 2016. En el plano local, el caso más
emblemático, es el asilo político concedido por Colombia al ex mandatario Alan García
Pérez en 1992.

Diferencia con el asilo diplomático

El asilo diplomático es una práctica muy común entre países latinoamericanos y tiene su
base en la Convención sobre Asilo Diplomático de 1954. Es el asilo político otorgado a
personas en lugares consideras por el derecho internacional como extensiones
territoriales, por ejemplo: misiones diplomáticas, embajadas, consulados o buques de
guerra anclados en puertos extranjeros. Casos como el de Julian Assange, un activista
de la libre información por internet y fundador de WikiLeaks, al que Ecuador le otorgó
asilo político en su embajada en Londres, calzan con la definición de asilo diplomático.

En una época tan convulsionada como la actual, es necesario recordar que el asilo
político y diplomático en un derecho humano que tiene como fin la protección de la
vida, la integridad física y la libertad del perseguido político. Un Estado tiene el deber
moral de brindarlo, siempre y cuando la solicitud de asilo cumpla con lo estipulado por
los tratados internacionales y su legislación interna.
El asilo político o diplomático es el derecho que tiene toda persona a no ser extraditada
de un país a otro que lo requiera por razones de un juicio político que se le esté
siguiendo.

Este es un derecho internacional que es mencionado en el artículo 14 de la Declaración


Universal de los Derechos Humanos (1948). "En caso de persecución, toda persona
tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país".
El asilo político o diplomático ha sido definido por distintos intelectuales y
políticos:

- Javier Valle Riestra lo define como "la potestad que tienen nuestras sedes
diplomáticas, buques, naves y aeronaves oficiales de proteger y no entregar a un
perseguido por la justicia o la policía del Estado extranjero. El Perú califica en estos
casos la condición de Asilado Político. Mientras el Estado no de una calificación
definitiva, el perseguido está tutelado provisionalmente".

- Alberto Ulloa “como una antigua práctica internacional que cubre bajo una soberanía
extranjera a los perseguidos por delitos políticos, cuya persecución, representa casi
siempre, la expresión de rencor antes que la de la justicia”.

- Marcial Rubio Correa refiere que "el asilo es una situación jurídica de protección que
otorga un Estado (estado asilante), a una persona que lo solicita (perseguido político y
luego asilado), porque en otro Estado ( Estado territorial) sufre persecución política que
pone en peligro su vida, su libertad o su integridad física, psíquica y espiritual".

Este puede ser pedido por la persona, que considera estar bajo persecución política, al
país en el que se encuentra, la sede de embajadas o consulados, la residencia del
embajador o los buques de guerra anclados en puertos extranjeros.

Por otro lado la Declaración Americana de los Deberes y Derechos del Hombre, en su
Artículo 27° dice "Toda persona tiene derecho a buscar y recibir asilo en territorio
extranjero, en caso de persecución que no sea motivada por delitos de derecho común y
de acuerdo con la legislación de cada país y con los convenios internacionales"

Por su parte, el artículo 36° de la Constitución Política del Perú considera lo siguiente:
"El Estado reconoce el asilo político. Acepta la calificación del
asilado que otorga el gobierno asilante. En caso de expulsión, no se entrega al asilado al
país cuyo gobierno lo persigue".

Además, debido a las convenciones diplomáticas, las embajadas o consulados, la


residencia del embajador o los buques de guerra anclados en puertos extranjeros son
considerados como extensiones del territorio de los países a los que representan y por lo
tanto, no pueden ser intervenidos policial o militarmente a menos de declararse una
guerra.
FACULTAD DE ESTADO

Si bien toda persona tiene derecho a buscar asilo en cualquier país o embajada, su
concesión es una facultad exclusiva de los Estados. Es decir, el Estado tiene la facultad
de conceder o denegar el pedido de asilo.

En caso de aceptar el pedido de asilo, el Estado tiene la obligación de procurarle el


mejor ambiente posible para que el asilado pueda subsistir y desarrollarse como ser
humano. De ser denegado, el Estado puede proveer un salvoconducto para que llegue a
otro país, siempre que su embajada o consulado no se encuentre dentro del territorio del
país que solicita la extradición o en el que se esté dando la presunta persecución
política.
El caso más reciente de este supuesto es el de Julian Assange, fundador de la web
Wikileaks, quien se encuentra asilado en la embajada ecuatoriana en Inglaterra, desde el
martes 19 de junio de 2012, hace 7 años.
Perú le otorgó asilo político a Manuel Rosales El Gobierno se pronunció a favor del
líder opositor venezolano, quien acusa al gobierno de su país de persecución. Tweet
Perú le otorgó asilo al líder opositor venezolano Manuel Rosales, quien afirma que es
un perseguido político del gobierno de Hugo Chávez y enfrenta una orden de captura
por cargos de corrupción.
“El Gobierno peruano, fiel a una tradición histórica y a su compromiso con el derecho
internacional, ha decidido darle el asilo al ciudadano venezolano Manuel Rosales”, dijo
en forma escueta el canciller ante la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.
García Belaunde precisó que el asilo se concedió por razones humanitarias, según
detalla la agencia Andina. Ante este anuncio, el congresista Luis Gonzales Posada dijo
que la decisión no debe servir para maltratar las relaciones bilaterales que existen entre
Perú y Venezuela. “Siempre he manifestado nuestro respeto a Venezuela, país donde se
encuentran 120,000 peruanos, y no podemos confundir este tema con asuntos que
tengan como objetivo perturbar y oscurecer las relaciones”, acotó. En ese sentido,
precisó que el Perú ha mantenido siempre al tope la bandera del asilo. “Y en este
momento tenemos en el país más de 500 refugiados de diferentes partes del mundo, de
tal manera que el Perú sí es una tierra de libertades”, dijo.
Por su parte, la congresista de Unidad Nacional, Lourdes Alcorta, felicitó la decisión
del Gobierno y aclaró que si bien el asilo para Rosales es un tema difícil, pues trae
complicaciones, no tiene que afectar los vínculos con Venezuela. García Belaunde había
adelantado que la relación entre Perú y Venezuela no se verá afectada por el pedido de
asilo del político del líder opositor Manuel Rosales.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Artículo 14 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (1948)
Artículo 18 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión
Europea de 2007
Petición de interpretación del fallo de 20 de noviembre de 1950 en el caso
relativo al derecho de asilo Fallo de 27 de noviembre de 1950 en Naciones
Unidas. Resúmenes de los fallos, opiniones consultivas y providencias de la
Corte Internacional de Justicia 1948-1991. Naciones Unidas, Nueva York 1992,
p. 24.
Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados
http://proteo2.sre.gob.mx/tratados/ARCHIVOS/DERECHO%2 0DE%20LOS
%20TRATADOS%201969.pdf
GUERRERO VERANO, Martha Guadalupe. “Los refugiados y el derecho de
asilo en el contexto internacional” en Revista del Instituto de Investigaciones
Jurídica de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis
Potosí No. 1, Segunda época, julio – diciembre 2010, San Luis Potosí, MÉXICO
2010.
IMAZ, Cecilia, “El asilo diplomático en la política exterior de México”, en
Revista Mexicana de Política Exterior, 40 - 41 Otoño - Invierno 1993
Instituto Matías Romero. Revista Mexicana de Política Exterior Números 40 –
41, IMRED, México, Otoño - Invierno 1993.
CNDH. Derechos y obligaciones de los extranjeros en México. Serie Folletos,
México 1991. Defensoría del Pueblo. Preguntas y respuestas sobre el Derecho
Internacional Humanitario. Folleto. Diario Oficial de la Federación, martes 17
de julio de 1990.
ANEXO

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