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2
contenido
Sinopsis .............................................................................................. 4
Uno ..................................................................................................... 5
Dos ................................................................................................... 10
Tres ................................................................................................... 15
Cuatro ............................................................................................... 23
Cinco ................................................................................................. 30
Seis ................................................................................................... 39
Siete .................................................................................................. 42
Ocho ................................................................................................. 49
Nueve ................................................................................................ 52
Epílogo .............................................................................................. 65

3
sinopsis
Un paso más significaría una muerte segura.
Tal vez no en el sentido de la mortalidad de Reya, pero significaría la
muerte absolutamente de su moral, sus valores... su matrimonio.
Sabiendo todo esto, Reya todavía toma la decisión de dar un paso
adelante, hacia los brazos de Cam.
Hacia los brazos de una muerte segura.

Saint de Colleen Hoover hace parte de la antalogía de Bookworm


Box, One More Step, conformada por otras veinticinco autoras.
Cada historia es diferente.
Ninguna historia está relacionada.
Lo único que tienen en común, es la frase de partida.

4
uno

U
n paso más significaría una muerte segura.
Tal vez no en el sentido de la mortalidad de Reya, pero
significaría la muerte absoluta de su moral, sus valores... su
matrimonio.
Sabiendo todo esto, Reya todavía toma la decisión de dar un paso adelante, hacia los
brazos de Cam.
Hacia los brazos de una muerte segura.

Miro fijamente las frases que acabo de escribir, sabiendo que


probablemente las borraré mañana tan pronto me despierte. Así es como
todo este libro ha llegado tan lejos. Todo lo que escribo un día es borrado
al siguiente.
Nunca voy a terminar esto. A este ritmo, estaré atrapada en esta
5
cabaña durante todo un mes. No es que estar atrapada en esta cabaña
sea una tortura de ninguna manera. Me gusta la soledad. Siempre me ha
gustado. Por eso la alquilo varias veces al año, para poder escapar a la
orilla de un lago privado en el campo y despojarme de la piel de
Sacramento. Esto evita que sucumba a la culpa de cambiar la vida de
campo con la que crecí por la ciudad.
Bebo el resto del vino y decido terminar la noche, pero mi ordenador
empieza a sonar. Miro la llamada entrante y me siento aliviada al ver que
es Candice, mi compañera de crítica. Mi mejor amiga. Ambas nos
metimos en esta carrera de escritoras al mismo tiempo hace unos cinco
años. Y durante cinco años, nos hemos salvado mutuamente de alejarnos
de la carrera no menos de una docena de veces.
Respondo a su videollamada, y aunque solo llevo tres días encerrada
en esta cabaña, es un alivio ver un rostro familiar. Yo estoy en California
y ella en Nueva York. Es casi medianoche aquí, pero ella luce muy
despierta en mi pantalla.
—¿Está todo bien? —pregunto—. Es medianoche aquí.
—Todo está bien —dice ella, su voz demasiado alegre dada la hora
que es—. Acabo de escribir Fin. Necesitaba que alguien me felicitara.
—¡Felicidades! —digo, entendiendo su emoción ahora. Ha estado
trabajando en ese libro durante seis meses, así que me alegro mucho por
ella. La envidio un poco, pero estoy feliz.
—Gracias —dice—. ¿Quieres llevar esta conversación a un en vivo?
—No lo sé —digo—. ¿Qué tan mal me veo?
—No podrías verte mal ni si lo intentaras —dice Candice—. Bien, voy
a fusionar nuestras pantallas e iremos en vivo en diez segundos.
Paso mis dedos por debajo de mis ojos para limpiar cualquier
residuo de rímel. Nuestros lectores están acostumbrados a vernos en
medio de la noche, así que nos conocen en nuestros peores momentos.
Candice y yo éramos terribles con las redes sociales cuando empezamos,
pero una vez que comenzamos a tener nuestras discusiones sobre
nuestro proceso de escritura en los videos en vivo, ha tenido un gran
impacto en nuestro número de seguidores. A los escritores les gusta
vernos porque las cosas que decimos validan las luchas por las que
pasan, pero a los lectores también les gustan nuestras discusiones en
vivo porque reciben adelantos de nuestros libros mucho antes de que se
publiquen. Supongo que, en cierto modo, es un bonus a aquellos a los
que no les importa un spoiler o dos.
—En vivo en tres segundos —dice Candice. 6
Salto y enciendo la luz de la cocina para que mi pantalla no esté tan
oscura. Justo cuando me siento de nuevo, estamos en vivo. Cuando
empezamos a hacer esto, se sentía un poco incómodo. Pero ahora
hacemos en vivos tan a menudo, a veces dos veces por semana, que es
algo natural. La mayoría de las veces olvido que la gente nos está
mirando. Simplemente siento como si estuviera hablando con Candice
cara a cara.
—¿Cómo va la escritura? —pregunta Candice.
Me encojo de hombros.
—No estoy llegando a ninguna parte. He estado en la cabaña del lago
tres días y tengo una página hecha.
—¿Necesitas hablar sobre eso?
—Estaba a punto de irme a la cama cuando llamaste. Ya apagué mi
cerebro por la noche.
Candice gime.
—Esperaba un capítulo o dos. Quiero leer sobre el policía caliente
antes de ir a la cama.
Yo sonrío.
—Qué linda eres. Pero ambas sabemos que el libro es
completamente irreal hasta ahora.
—Eres demasiado dura contigo misma, Megan.
—Soy mi peor crítico.
Ella pone los ojos en blanco.
—¿Al menos ya decidiste los nombres de los personajes?
—Hasta ahora sí. Cameron es el policía caliente. Se hace llamar
Cam. La chica será Reya.
—Cam y Reya —dice—. Me gustan. ¿Sigue siendo un triángulo
amoroso?
—Hasta ahora sí. No lo sé. Puede que lo cambie.
—No, no, no —dice, inclinándose hacia la cámara—. Me prometiste
un triángulo amoroso. Nunca has escrito un triángulo amoroso.
—Es difícil escribir algo que nunca has experimentado.
—Y una mierda —dice—. Tu último libro fue sobre una mujer que
se enamoró del veterinario de su perro y tú ni siquiera tienes un perro.
—Exactamente —digo—. Y varias reseñas dijeron que no era
realista.
Candice sacude la cabeza.
—En primer lugar, deja de leer tus reseñas negativas. Segundo…
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cada reseña negativa llama al libro poco realista. Es un término de moda
para las críticas negativas. Yo personalmente pensé que era muy realista.
—Tú tampoco tienes perro —señalo.
Candice se ríe.
—Touché.
Ojalá creyera en las numerosas reseñas de cinco estrellas por
encima de las negativas, pero tristemente, parece que me centro en las
negativas más que Candice.
—Tal vez deberías tener una aventura para que puedas realmente
darle al blanco en las emociones de tus personajes en este libro —dice
Candice burlonamente—. Encuentra un hombre casado que te recuerde
a Cam el policía caliente y acuéstate con él.
Me río, pero también me da un poco de vergüenza que lo haya dicho
delante de quien sabe cuántos lectores.
—¿Dónde voy a encontrar un policía caliente mientras estoy recluida
en medio de la nada?
Candice sonríe.
—Tal vez deberías ir a un lugar un poco menos apartado. Empieza
a escribir en los Starbucks. A los policías les encanta el café.
—Tal vez deberías irte a dormir —sugiero—. Es tarde en Nueva York.
—Hay doscientas personas haciendo preguntas —dice—. Dormiré
después de que contestemos algunas. —Comienza a hojear las preguntas
que aparecen en nuestras pantallas. Sus ojos se iluminan cuando ve una
que le llama la atención—. Aquí hay una buena —dice—. Esta persona
dice: ¿Crees que un escritor necesita experimentar personalmente una
situación antes de ser capaz de capturar cómo un personaje respondería
realmente?
Candice mira a la cámara expectante, indicando que quiere que yo
responda a esta. Me inclino hacia atrás en mi asiento y cruzo los brazos
sobre mi pecho mientras pienso en la pregunta.
—Espero que no —digo con un suspiro—. Pero como dice el dicho,
“Escribe lo que sabes”. Me pregunto si yo podría describir mejor las
emociones y reacciones si hubiera vivido las cosas sobre las que escribo.
Creo que todos los escritores se cuestionan esa parte de sí mismos.
—Yo no lo cuestiono —dice Candice. Lee otra pregunta—: Si se les
diera la oportunidad, ¿alguna de ustedes experimentaría de buena gana
las cosas por las que sus personajes están pasando en los libros que están
escribiendo?
Candice inmediatamente asiente con la cabeza. 8
»Diablos, sí. Yo acabo de terminar un libro sobre un jugador de
hockey que se enamoró de su agente. Cuenten conmigo. ¿Qué hay de ti,
Megan?
También asiento. Un sórdido romance con un chico guapo no suena
tan mal.
—Por supuesto. Haría cualquier cosa para ser mejor escritora.
Candice pasa a la siguiente pregunta. Respondemos cuatro o cinco
más, pero ella las acorta. Creo que puede notar que no estoy en esto
ahora mismo. Normalmente es más fluido, pero esta noche sigue
repitiendo cosas para mí porque mi capacidad de atención no está
cooperando.
No sé si estoy agotada o no estoy de humor para esto ahora mismo,
pero no puedo concentrarme en el en vivo. No dejo de pensar en nuestra
conversación y me pregunto cómo sería experimentar realmente las cosas
sobre las que escribo.
En mi último libro, el perro de doce años de mi protagonista murió.
Hice todo lo posible por ponerme en el lugar del personaje, para describir
las emociones que una persona sentiría en esa situación, pero no soy una
gran amante de los perros. Era difícil sentir empatía con un personaje
devastado por la pérdida de una mascota. Y como era una novela
romántica, escatimé en el dolor por la mascota y me sumergí de cabeza
en la relación del personaje con el veterinario que conoció.
Fui juzgada en las reseñas por los amantes de los perros.
Varios de ellos dijeron que era obvio que no tenía una mascota.
Si hago de este libro con un triángulo amoroso, ¿pasará lo mismo?
¿Los lectores dirán que es obvio que nunca he tenido una aventura?
Estos pensamientos siguen en mi mente cuando Candice termina el
video. Les digo a los lectores buenas noches, y luego a ella. Cierro mi
portátil y apago las luces. Compruebo las cerraduras de las puertas y me
dirijo a mi dormitorio.
Espero que mañana sea un día más productivo, pero tengo la
sensación de que mi crítico interno se va a asegurar de que no lo sea.

9
dos
dos noches después

M
e siento en la cama y me quito la mascarilla de los ojos.
Mi corazón está latiendo fuerte y salvaje.
No estoy segura de qué me despertó, pero fue lo
suficientemente fuerte como para sacudirme de un sueño
profundo.
Estoy tratando de orientarme cuando noto las luces. Están
parpadeando a través de las ventanas de mi habitación, rojas y azules,
iluminando las paredes.
Hay una ventana directamente detrás de mi cabecera, así que miro
hacia afuera, tratando de tener una idea de lo que está sucediendo fuera
de la cabina, pero las luces provienen del patio delantero. Mi habitación
está al costado de la casa, así que las luces son todo lo que puedo ver. 10
Un fuerte golpe en la puerta me hace estremecer y me saca de la
cama.
Me pongo la bata y agarro mi teléfono. Los golpes vienen de la puerta
principal.
Miro la hora en mi teléfono. Solo es medianoche. He dormido dos
horas. Normalmente no me acuesto tan temprano, especialmente cuando
estoy aquí en la cabaña, pero han pasado dos días desde que hice el en
vivo con Candice y no he podido escribir nada desde entonces. He estado
durmiendo más de lo que he estado escribiendo.
Enciendo la luz del porche delantero y miro por la mirilla. Hay un
policía a unos metros de mi puerta. Tiene el cuello girado y está mirando
por encima del hombro, hacia su patrulla.
Su auto está aparcado en la carretera, justo delante de la cabaña.
Las luces son tan brillantes detrás de él que no puedo ver nada más allá
de su silueta.
¿Qué está sucediendo?
Quito el seguro, pero dejo la cadena en su lugar y abro la puerta
unos centímetros.
Ser escritor viene con una constante sensación de desconfianza, sin
importar el uniforme que una persona pueda llevar. Demasiados giros en
la trama pasan por mi cabeza para no asumir lo peor en cada situación.
Por lo que sé, este tipo podría estar haciéndose pasar por policía solo para
que yo le abra la puerta.
Cuando el policía escucha que la puerta se abre, dirige su mirada a
la mía. No puedo ver bien sus rasgos con todas las luces detrás de él y el
sueño todavía en mis ojos, pero puedo decir que no es el tipo de policía
que come donas y café para el desayuno todas las mañanas. Es alto y
musculoso y de repente me siento mal vestida con este camisón.
No tengo ni idea de por qué está aquí, pero una parte de mí está
agradecida, porque si tuviera que ponerle un rostro a Cam el policía
caliente, sería este.
El policía levanta una placa y la miro lo suficiente para notar el anillo
de bodas en su dedo anular.
—Siento molestarla, señora. Soy el oficial Nathaniel Saint.
Miro fijamente su placa lo suficiente como para leer su nombre.
Llevo mi mano a mi garganta mientras guarda su placa.
Puedo sentir mi corazón golpeando contra la palma de mi mano.
No sé si es el tono áspero de su voz lo que hace que mi corazón se
acelere aún más, o si es la realización de que esto no es un sueño. De
verdad hay un policía en mi puerta en medio de la noche, lo que solo
puede significar que algo malo ha sucedido.
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Mis pensamientos se dirigen inmediatamente a mi familia. ¿Le ha
pasado algo a alguien? ¿Está aquí para darme malas noticias?
Como si pudiera sentir mi inquietud, los bordes de su voz se
suavizan cuando dice:
—No hay nada de qué preocuparse. Hubo un accidente en la calle
hace una hora. Solo tengo un par de preguntas si no le importa. Es
protocolo.
Suelto una respiración de alivio sabiendo que todos están a salvo.
Asiento y quito la cadena de mi puerta.
Me doy cuenta de que después de abrir la puerta y ser recibida por
una brisa fresca, estoy, de hecho, mal vestida. Me envuelvo con los brazos
y asiento hacia la cocina, invitando al oficial a entrar. Él es al menos doce
centímetros más alto que yo.
—¿Qué clase de accidente? —pregunto y me paro a unos metros de
la puerta.
Da un paso dentro de la casa, pero se queda cerca de la puerta. No
puedo evitar preguntarme cuántos años tiene. Tengo veintinueve y
parezco de veintinueve, un par de años más o un par de años menos.
Pero es difícil de decir con él. Podría ser más joven que yo. Podría ser diez
años mayor. Tiene la amabilidad en sus ojos de alguien que no ha sido
expuesto a demasiada dureza, pero eso también podría ser una expresión
entrenada para alguien en su profesión.
Tomo algunas notas mentales porque definitivamente lo usaré como
inspiración para Cam. Es como si los cielos se hubiesen abierto y dejado
caer a este policía en mi porche.
No he tenido ganas de escribir desde hace dos días, pero al ver a este
tipo en carne y hueso me dan ganas de acabar con esta interacción para
poder ir directamente a mi portátil.
Los ojos del oficial escanean la habitación por un momento antes de
caer sobre mí.
—¿Conoce a un hombre llamado Don William Puttman?
Sacudo la cabeza. El nombre no me suena.
Parece un poco aliviado cuando lo hago. Su postura se relaja y se
apoya en el marco de mi puerta.
—Hubo una persecución policial que terminó a unos cincuenta
metros de su entrada. —Él asiente hacia el camino—. Hemos asegurado
la escena, pero vamos a tener oficiales alrededor, posiblemente en su
propiedad, durante la próxima hora. Solo quería pasar y hacerle saber
que no hay nada de qué preocuparse. Y por supuesto para ver si hay una
razón por la que la víctima se dirigía en esta dirección. Pero como usted
12
no lo conoce…
—¿Víctima? —pregunto.
El oficial asiente con la cabeza.
—Sí, señora. Fue suicidio.
Me envuelvo la mano alrededor de mi estómago y suelto una
respiración.
¿Alguien se acaba de suicidar a cuarenta y cinco metros de mi
entrada?
—Puede que necesitemos una declaración —dice—. Pero no tenemos
que conseguirla esta noche. Puedo enviar a un oficial para que lo haga
mañana, si no le importa. Es el protocolo, pedimos a los tres ocupantes
de esta carretera la misma información.
—Sí —digo, asintiendo—. Está bien. Estaré aquí todo el día.
—Gracias, señora. —El oficial inclina su sombrero y comienza a
girarse. Pero entonces se detiene y me mira—. ¿Está aquí sola?
Odio esa pregunta.
No hay una buena manera de responderla. Puede que sea un policía,
pero también es un hombre y un completo desconocido.
Mentiría y diría que tengo un esposo en el dormitorio, pero no estoy
segura de que mentirle a un policía cuando hay un cadáver a quince
metros de mi puerta sea muy inteligente. Pero admitir que estoy sola ante
un completo desconocido tampoco es inteligente.
Debe ver la preocupación en mi rostro porque habla antes de que
pueda responder.
—No es que asuma que no pueda cuidarse a sí misma. Pero… solo
sea cautelosa. Si tiene conversaciones con la gente de los alrededores,
asegúrese de dar la impresión de que no está aquí sola. Use un anillo de
bodas cuando salga.
Este pueblo siempre me ha parecido muy atractivo. La forma en que
este tipo está hablando es todo menos eso.
—¿Debería preocuparme? ¿Esta es una mala zona?
Mira hacia el patio, a las luces intermitentes, y luego hacia mí.
—Ningún lugar es perfecto. —Vuelve a inclinar el sombrero—. Siento
interrumpir su noche. Estaremos en contacto mañana. —Se dirige a las
escaleras, pero me encuentro corriendo tras él.
—Espera —digo.
Se da la vuelta cuando llega al último escalón y me mira. No sé por 13
qué me fui tras él. Solo me siento… asustada. Este hombre aparece para
decirme que un tipo se ha suicidado, y ahora se va, ¿y se supone que
debo volver a dormir?
—No hay mucho más que pueda hacer aquí —dice—. Me necesitan
de vuelta en la escena. Me aseguraré de que haya más ojos en su casa
esta noche. Estará bien.
Una lenta ráfaga de viento me rodea. Me abrazo más fuerte para
ocultar el estremecimiento. No me gusta la sensación que está
acumulándose en mi estómago. Siempre me he sentido segura aquí, pero
los últimos minutos me han dejado asustada por estar sola.
—Está bien —susurro con un asentimiento. Es completamente poco
convincente. El policía puede ver a través de mi preocupación.
Vuelve a subir las escaleras y saca algo de su bolsillo. Me da su
tarjeta de negocios. Dice Detective Nathaniel Saint en la parte superior, y
tiene una dirección de correo electrónico y dos números de teléfono en la
parte inferior.
—No quise preocuparla. El número de arriba es mi celular. Si
necesita algo, no dude en llamarme.
—Gracias —digo, apretando la tarjeta contra mi pecho.
—¿Cuánto tiempo va a estar aquí? —pregunta—. Me aseguraré de
que un oficial pase por aquí un par de veces por noche.
—Estaré aquí por un par de semanas.
Me mira fijamente un momento, sus ojos buscan en los míos una
explicación de por qué una mujer de mi edad estaría encerrada en una
cabaña sola tanto tiempo.
—Soy escritora —digo—. Me quedo aquí un par de veces al año.
Normalmente en el mes antes a la fecha límite.
Levanta una ceja, impresionado.
—Escritora —dice—. ¿Qué clase de libros escribe?
—Suspenso romántico.
—¿Cómo te llamas?
Quiero decirle que me llamo Reya. El impulso de fingir que soy mi
personaje es muy fuerte ahora mismo, pero le doy mi nombre real en su
lugar.
—Megan Andrews.
Puedo ver el tic de su labio cuando sonríe.
—Estaré en contacto mañana, Megan Andrews.
Lo veo caminar a lo largo de mi camino de entrada hasta que es
tragado por las brillantes luces de la patrulla. 14
Cierro la puerta y pongo el seguro, y luego me apoyo en ella. Miro la
tarjeta que tengo en la mano. Nathaniel Saint. Incluso su nombre es sexy.
Él definitivamente podría ser Cam.
A pesar de la hora, voy directamente a mi portátil y abro el
documento. Recuerdo todo lo que puedo sobre el detective Nathaniel
Saint.
Termino escribiendo durante dos horas seguidas.
tres

H
oy me despierto preguntándome por el detective Nathaniel
Saint.
¿Tiene un apodo o la gente lo llama Nathaniel?
¿Lo llaman Nathan?
¿Nate?
¿Detective?
Llámenlo como lo llamen, lo he estado esperando todo el día,
esperando que volviera a aparecer para que tome mi declaración. Pero
son casi las seis de la tarde y no he sabido nada de él ni de ningún otro
oficial.
Tal vez decidieron no pedir declaraciones a los residentes. Tal vez se
dieron cuenta de que era una pérdida de tiempo cuando el caso parecía
estar abierto y cerrado. 15
Ese pensamiento me decepciona porque tengo varias preguntas de
investigación que me gustaría hacerle. Me imaginé que si iba a tener un
policía para mí durante unos minutos, podría utilizarlo y obtener
respuestas de primera mano a algunas de las preguntas que mi libro ha
planteado desde anoche.
Tal vez debería enviarle un mensaje de texto, para ver si alguien
sigue planeando venir.
Saco la tarjeta que me dio y le envió un mensaje a su celular.
Hola. Soy Megan. ¿Todavía necesitan una declaración mía?
Me responde inmediatamente.
Lo siento. Hoy hemos estado cortos de personal. Si no es
demasiado tarde, puedo pasar de camino a casa.
Suena bien. Si tienes unos minutos mientras estás aquí, tengo
algunas preguntas sobre algunas escenas del libro que estoy escribiendo.
Podría beneficiarme mucho si usara el cerebro de un policía.
Soy todo tuyo. Estate allí en una hora.
La emoción me invade cuando leo el último texto. Soy todo tuyo.
Inmediatamente me apresuro a mi habitación para cambiarme de
ropa. Me avergüenza admitir que ya me he cambiado de ropa tres veces
hoy, anticipando que él podría volver. No suelo traer nada bonito cuando
me escondo en una cabaña. La única cosa que tengo que no grita
TRATANDO DE SER LINDA es un vestido veraniego podría pasar por algo
sencillo.
Me lo pongo y elijo ir descalza. Me recojo el cabello en un moño
desordenado y me pongo el maquillaje suficiente para darme brillo, pero
no lo suficiente para que parezca que me he maquillado. Paso el resto de
la hora en la mesa de la cocina, formando preguntas que puedo hacerle
para que no parezca que me inventé una excusa para traerlo de vuelta
aquí.
Pero honestamente, daría cualquier cosa por volver a verlo,
simplemente por razones egoístas. Escribí varios capítulos anoche
después de que se fuera. No tenía idea de que ponerle un rostro real a un
personaje pudiera ser tan motivador.
Saber que Cam ahora se basa en alguien que existe realmente ayuda
a minimizar mi temor de que la gente llame a este libro poco realista. No
puede ser irreal si estoy escribiendo las reacciones de Reya hacia Cam
basadas en mis reacciones al detective Nathaniel Saint.
Cuando él finalmente llama a la puerta, me paro del otro lado de
esta y cuento hasta treinta. Quiero que parezca que estoy preocupada.
Intento mantener un rostro serio cuando abro la puerta, pero me 16
sorprende verlo sin uniforme. Hago exactamente lo que me dije que no
haría.
Lo miro de arriba abajo.
Mis ojos lo escanean de pies a cabeza y luego vuelven a subir.
Sorprendentemente, luce aún mejor sin el uniforme. Lleva vaqueros
descoloridos con algunas salpicaduras de pintura, y una camiseta que
tiene un puño en alto y la palabra Gonzo impresa a lo largo de la prenda.
Una camiseta de Hunter S. Thompson. Me pregunto si eso fue
deliberado.
—Bonita camisa —digo, manteniendo la puerta abierta.
Sonríe, pero no revela si la camisa literaria fue intencional.
Su edad es más fácil de precisar durante el día que anoche.
Definitivamente es más viejo que yo, pero no por mucho. Tal vez cuatro o
cinco años, lo que lo pondría en sus treinta y tantos.
—¿Dormiste algo después de que me fui? —pregunta él, entrando en
la cabaña.
—No mucho, pero estoy bien. ¿Y tú?
—Nada, pero estoy bien —dice.
No sé si la sonrisa con la que habla es intencionada, pero parece
seductora. No sé qué hacer con eso. Normalmente devuelvo cuando se
trata de coquetear, pero este hombre lleva un anillo de bodas. No
coqueteo con los hombres de otras mujeres.
Pero mi personaje Reya, sí lo hace.
Así es como su aventura con Cam comienza en el libro. Ella se aferra
a cada sonrisa coqueta que él le da.
Parte de mí se pregunta cuánto podría escribir esta noche si me
saliera de mi propia piel por un rato y tratara de convertirme en Reya. Si
me permitiera convertirme en mi personaje, podría inspirarme y cumplir
con mi plazo.
El detective Nathaniel Saint hace un lento giro en la cocina,
admirando los altos techos de la cabaña.
—Siempre me he preguntado cómo luce el interior de este lugar —
dice—. Es la cabaña más bonita de todo el lago.
—Por eso me quedo aquí —digo—. Tiene las mejores vistas.
—¿No es de dos pisos? Parece de varios niveles desde el exterior.
—No. Solo uno. Todas las habitaciones tienen techos así de altos.
Trae sus ojos de vuelta a los míos.
—Es bonito. 17
Asiento.
Ninguno de los dos habla por un momento. El silencio entre nosotros
se hace más denso.
—¿Cómo te llaman? —pregunto—. ¿Nathaniel? ¿Nate?
—Saint, en realidad.
—Saint —digo en un susurro. Ese sería un mejor nombre para el
personaje que Cam. Cambiaría el nombre en mi libro, pero eso podría ser
demasiado raro. Cam ya está resultando lucir igual que este tipo. No
puedo hacer que su nombre sea el mismo también.
—Entonces —digo—. ¿Necesitas una declaración mía?
Saint me mira fijamente en silencio por un momento.
—Ya no. Cerraron el caso. Está todo en cámara, no hay nada que
discutir. —Se apoya en la isla de mi cocina y cruza las piernas por los
tobillos. Él es tan impresionante sin esforzarse que me siento fuera de mi
elemento.
¿Pero Reya se sentiría fuera de su elemento?
—Si no necesitas una declaración, ¿por qué estás aquí? —pregunto.
—Dijiste que necesitabas usar mi cerebro.
Oh, sí. Eso dije.
Asiento y trago el grueso bulto de mi garganta. No recuerdo una sola
pregunta que quisiera hacerle ahora que está parado frente a mí, y no
quiero mirar mi lista como una aficionada.
Me invento una pregunta, solo para no parecer tan patética.
—¿Por qué llevas un uniforme si eres un detective?
—Es un pueblo pequeño. Solo hago trabajo de detective cuando se
me necesita. La mayoría de las veces patrullo y tengo que ir de uniforme.
Asiento, pero no tengo otras preguntas para seguir con eso. Me
mastico el labio por un momento incómodo mientras trato de pensar en
otra.
—Tengo una confesión —dice.
—¿La tienes?
Asiente.
—No dormí anoche, pero no tuvo nada que ver con mi trabajo.
No tengo ni idea de a dónde va con esto.
—¿Por qué no pudiste dormir?
—Te busqué en Google —dice, sin rodeos—. Vi muchos de tus videos
en vivo. 18
Me cubro el rostro con la mano.
—Oh, Dios. Esos no.
Se ríe.
—Tú y tu amiga… cómo se llama…
—Candice.
—Sí. Muy entretenidas.
Llevo mi mano a mi pecho sonrojada.
—¿Viste el de hace unas noches?
Asiente lentamente.
—Sí. Dijiste que estabas escribiendo un libro sobre un policía.
—Síp.
—Un policía caliente si recuerdo bien.
Puedo sentir el calor subiendo de mi cuello hasta mis mejillas.
—Síp —digo—. Pero para ser justos, ese video fue grabado dos
noches antes de conocerte.
Él sonríe, y puedo sentir esa sonrisa deslizándose justo en mi
estómago.
—¿Realmente crees que la experiencia te haría mejor escritora?
No puedo creer que haya visto ese video. Estoy mortificada. Pero
también… un poco intrigada de que esté aquí preguntándome sobre ello.
—Tal vez —digo—. Tiene sentido. Estoy segura de que cuanta más
experiencia tengas como policía, con el tiempo te convierte en un mejor
policía.
—Cierto.
—No sé por qué en la escritura sería diferente —digo—. Si realmente
viviera algo de mis personajes, probablemente podría hacerlo más realista
al ponerlo en palabras en el papel.
Saint rompe nuestra mirada y mira hacia abajo a sus brazos que
están doblados sobre su pecho. Está mirando su mano izquierda. Su
anillo de bodas, específicamente. Empieza a girarlo con el pulgar.
Me pregunto si es un movimiento distraído o si está pensando en lo
que Candice y yo hablamos en el en vivo. Sobre cómo tal vez debería
acostarme con un policía casado para que mi escritura sea más realista.
Tal vez por eso está aquí…
—Este libro en el que estás trabajando —dice, trayendo sus ojos de
vuelta a los míos—. ¿Dijiste que los nombres de los personajes 19
principales eran Cam y Reya?
Me encanta que haya prestado tanta atención al video.
—Sí.
—¿Qué cosas le pasan a Reya en el libro que nunca has
experimentado?
Santa mierda. Esta conversación de verdad está yendo allí.
Necesito una bebida.
Camino alrededor de él y tomo una copa del gabinete.
—Necesito vino para esta conversación —digo. Me doy la vuelta y lo
enfrento—. ¿Quieres un poco?
Se encoge de hombros.
—Tomaré una copa.
Saco una botella de vino abierta de la nevera y nos sirvo a ambos
media copa. Me giro la vuelta y le doy la suya. Ahora estamos más cerca,
uno frente al otro. Yo apoyándome en el fregadero y él en la isla de la
cocina, pero nuestros pies están a pocos centímetros de distancia. Él
bebe a sorbos su vino, manteniendo su mirada fija en la mía todo el
tiempo.
Yo no bebo tan delicadamente del mío. Doy un gran trago y luego
pongo la copa en la encimera a mi lado. Miro fijamente a la copa en vez
de a Saint.
—Reya es joven —digo—. Veintitrés. No tiene experiencia. Cam es
un policía, como ya sabes. —Por fin vuelvo a poner mis ojos en los
suyos—. Cuando Reya y Cam se encuentran, la atracción entre ellos es
intensa. Pero él está casado.
Saint asiente lentamente. Toma un sorbo de su vino de nuevo, y
luego lleva la copa contra su pecho.
—¿Cómo hace sentir eso a Reya?
—Celosa —digo inmediatamente—. Decepcionada.
—¿Se conocen muy bien? —pregunta.
—No, para nada.
—Así que esta atracción… ¿es solo física?
—En este punto… sí.
No tengo ni idea de lo que está pasando aquí.
¿Estamos hablando de nosotros? ¿O está realmente interesado en la
historia? 20
Ahora que he estado imaginando a Cam como a Saint en mi cabeza,
es difícil separar las dos cosas. Como escritora, es una sensación extraña.
Estar tan cerca de una versión de la vida real de tu personaje.
Tomo otro trago. Respiro tan fuerte que puedo oírlo. Estoy segura de
que Saint también lo hizo.
—¿Cómo empieza su aventura? —pregunta.
Esta vez trago visiblemente.
—Un beso —digo—. La atracción es demasiado para Cam. Él ama a
su esposa, pero nunca ha sentido una atracción física tan fuerte por
nadie como por Reya. Así que una noche… cuando él está en casa de
Reya por negocios… la besa. Pero en medio del beso, se siente culpable,
así que se aleja de ella y sale furioso de la casa.
—¿Sale furioso?
Asiento.
—Cam es un alma torturada.
Saint asiente.
—¿Y eso nunca te ha pasado? ¿Un hombre casado nunca te ha
besado?
Sacudo la cabeza.
—No —digo en voz baja—. Y ahora me siento atascada cuando trato
de escribir la reacción de Reya. —Tomo un sorbo de mi vino y luego
continúo—. ¿Cómo reaccionaría Reya después de eso? ¿Se enfadaría con
Cam por besarla, aunque ella lo quisiera? ¿Lloraría porque él se fue
furioso? ¿O se sentiría triunfante como si hubiera ganado?
Saint inclina su cabeza, sus ojos se entrecierran sobre mí.
—Eso suena como algo que tendrías que experimentar antes de que
pudieras realmente expresar las emociones.
—Exactamente —digo.
Nos miramos fijamente por un momento tranquilo. Mi corazón
podría estar latiendo más rápido en este momento que cuando me
despertó en medio de la noche con las luces de la policía.
Saint tira de su labio inferior y lo mastica por un momento. Quiero
reírme porque es un movimiento tan clásico en las novelas que escribo.
Me pregunto si se da cuenta de eso.
Hay un zumbido repentino e intrusivo que hace que Saint se ponga
de pie. Saca el teléfono de su bolsillo y se queda mirando la pantalla. Me
mira directamente a mí.
—Es mi esposa —dice.
21
Trato de no dejar que se vea la decepción y bajo mi copa de vino.
—Probablemente deberías contestarle.
Saint también pone su copa de vino en el mostrador a su lado.
—Tienes razón. Debería contestar.
Pero no lo hace.
En lugar de eso, arroja el teléfono sobre el mostrador y luego cierra
la brecha entre nosotros. Pone una mano detrás de mi cabeza y presiona
su boca contra la mía.
Ocurre tan de repente e inesperadamente, que suelto un jadeo.
Su lengua se desliza dentro de mi boca y me provoca escalofríos
instantáneamente. Me presiono contra él justo cuando sus labios se
cierran sobre los míos. Sabe a menta y a Merlot, e inmediatamente sé que
así describiré la boca de Cam cuando describa este beso en el libro.
Su teléfono sigue zumbando en el mostrador y me encanta que haya
elegido este beso en lugar de contestar su llamada. Al menos tenía razón
sobre ese sentimiento. Reya se sentiría un poco triunfante.
Tal vez tenía razón sobre todos los sentimientos, porque también me
siento culpable ahora mismo.
El teléfono deja de sonar, y cuando lo hace, el único sonido en la
cocina es la boca de Saint en la mía y el gemido que su beso saca de mí.
Presiona una mano contra la parte baja de mi espalda, y en cuanto pongo
mis palmas contra los lados de su cuello, su teléfono empieza a zumbar
de nuevo.
Se aparta de mí y con un suspiro presiona su frente contra la mía.
Jadeo en busca de aire porque ningún beso nunca me ha dejado tan sin
aliento. Tan afectada. Abro mis ojos, pero los suyos siguen cerrados.
Su teléfono sigue sonando.
Mueve su cabeza a un lado de mi cabeza para que su boca esté justo
sobre mi oído.
—Lo siento —susurra.
Se aparta. Agarra su teléfono.
Y se va.
La puerta se cierra de golpe detrás de él y nunca me he sentido más
sola en esta cabaña que ahora. Él me llenó de tantos sentimientos, solo
para arrancarlos en casi el mismo momento.
Deseo. No sé por qué. Más que ese beso. Más que su coqueteo. Más
que ese sentimiento triunfante.
Escucho el crujido de la grava bajo sus neumáticos cuando se aleja
de la casa, e incluso después de varios minutos de haberse ido, sigo de 22
pie en el mismo lugar, tocando mis labios con la punta de los dedos.
La reacción que más me sorprende en este momento es mi sonrisa.
Si hubiera escrito el primer beso de Reya y Cam anoche, nunca hubiera
pensado que sonreiría después de que se fuera como lo hizo.
Pero estoy sonriendo.
Voy directo a mi portátil y lo abro. Por segunda noche consecutiva,
escribo más de lo que normalmente escribo en una semana.
cuatro

H
an pasado tres días desde que Saint me besó.
El día después del beso, la escritura estuvo genial.
Escribí varios capítulos, e incluso reescribí algunos del
principio del libro para que Cam se pareciera más a Saint.
Pero ayer fue un día de escritura lenta, y parece que hoy va a ser
otro día igual que ayer.
Anoche hablé con Candice, pero no le conté lo del beso. Nunca se lo
diré a nadie. Eso es definitivamente algo que quiero mantener
extremadamente privado. Siempre he sido una persona reservada.
Escribo bajo mi nombre real, pero es un nombre común, así que nunca
me he preocupado demasiado de que mi vida personal sea revelada a mis
lectores. Saben muy poco de mí. Tengo la versión de mí misma que doy
a los lectores, pero ninguno sabe si estoy saliendo con alguien, casada o
soltera o si soy madre. No doy nada más allá de lo que escribo y quiero
que siga siendo así.
23
Por eso, por mucho que confíe en Candice, nunca le contaría de mi
beso con Saint.
Pero por mucho que lo que hicimos se sintiera como una infidelidad,
también se sintió como una investigación en cierto modo. Como si tal vez
Saint me estuviera ayudando a superar un obstáculo.
Obviamente, besar a alguien más nunca sería perdonado por un
cónyuge basado en la excusa de que fue por investigación, pero seguro
que hace más fácil perdonarme a mí misma con esa excusa. Siento muy
poca culpa. No sé qué dice eso de mí.
De hecho, siento tan poca culpa, que empiezo a preguntarme hasta
dónde puedo llevar esto con Saint. Cam y Reya se han besado en el libro,
pero tengo problemas para escribir sobre la relación que desarrollan
porque nunca he tenido sentimientos por un hombre casado. Nunca me
he sentido como la otra mujer. Hay muchas maneras en que una relación
con un hombre casado se diferencia de una relación más tradicional. No
solo no podrías hacerlo público, ni siquiera con tus amigos más cercanos,
sino que tendrías que hacer un gran esfuerzo para mantenerlo en
privado.
¿Cómo se sentiría eso? ¿Amar a un hombre que solo puede amarte
a tiempo parcial?
He estado mirando mi pantalla durante una hora. La tarjeta de Saint
está en la mesa junto a mi computador. He estado en guerra conmigo
misma sobre si llamarlo o no.
Llego a un acuerdo conmigo misma.
Le enviaré un mensaje de texto.
Tengo en cuenta que su esposa podría ver este mensaje, así que lo
mantengo profesional.
Soy Megan. Tengo una pregunta de investigación si tienes tiempo para
ello.
No me responde tan rápido como la última vez. Miro el teléfono un
momento… esperando que aparezcan los puntos. No aparecen.
Miro fijamente a mi computador durante varios minutos,
preguntándome si no debería haber enviado el mensaje. Sé que no
debería haberlo enviado. Pero me siento más decepcionada porque no me
haya contestado enseguida que culpable por haberlo enviado.
Necesito ocuparme, así que voy a la cocina a prepararme la cena y
dejo mi teléfono en la mesa. Hago una ensalada y pechuga de pollo asada.
Me como toda la comida mientras miro patéticamente mi teléfono.
Supongo que realmente se arrepiente de ese beso. 24
Llevo mi plato al fregadero y empiezo a enjuagarlo, pero casi lo dejo
caer cuando oigo el zumbido de mi teléfono. Cierro el agua y corro hacia
mi teléfono. Puedo sentir un remolino de emoción rodando por todo mi
cuerpo cuando veo que es una respuesta de Saint.
¿Estás teniendo un bloqueo de escritor otra vez? Estaría más
que feliz de ayudar. ;)
Santa mierda. Incluso añadió un guiño.
No me esperaba eso. Ni siquiera esperaba que me respondiera, pero
esa respuesta prueba que ambos estamos en la misma página después
de ese beso hace un par de días.
Sí, supongo que se podría decir eso. Escribí varios capítulos después
de que te fuiste la otra noche. Pero hoy estoy atascada.
¿Qué te está deteniendo?
No estoy segura de saber cómo se siente ser la otra mujer. No tengo
ni idea de cómo describir las cosas entre Cam y Reya porque no tengo ni
idea de cuán a menudo ella estaría pensando en la esposa de él o en el
futuro de su relación cuando están juntos.
¿Cam y Reya están enamorados?
Sí. Muy enamorados.
Entonces ¿te estás preguntando cómo dos personas que están
enamoradas pasarían una noche normal juntos, cuando uno de
esos personajes está casado?
Sí. Exactamente eso.
Suena como si necesitaras experimentar eso de primera mano.
Supongo que la investigación solo puede llegar hasta cierto punto.
La experiencia ha demostrado ser útil en el pasado reciente.
Sería grosero de mi parte no ayudarte. Puedo estar allí en una
hora.
Te lo agradecería.
Dejo calmadamente mi teléfono sobre la mesa, pero mi reacción es
cualquier cosa menos calmada en este momento.
Quiero gritar. Toda esta situación es una locura. Ni siquiera puedo
creer que me haya involucrado con este tipo, pero de nuevo… es para
investigar.
Eso es todo. Investigación.
¿Cuánto tiempo puedo seguir diciéndome eso?
Solo tengo una hora antes de que llegue. Una hora para ducharme, 25
secarme el cabello, cepillarme los dientes, hacer la cama y limpiar dos
días de completa pereza.
Paso la mayor parte de la siguiente hora preocupándome más por
mi aspecto que por el estado de la cabaña. Para cuando termino de lavar
los platos, Saint está caminando por la entrada. Me bebo la copa de vino
que he estado tomando durante la última hora, y luego espero hasta que
lo escucho tocar la puerta antes de ir abrirla.
Esta vez está de nuevo en uniforme, pero tiene una muda de ropa
en sus manos. Estoy mirando la ropa cuando dice:
—No tuve tiempo de ir a la estación a cambiarme. ¿Te importa si me
cambio aquí?
Sacudo la cabeza y señalo detrás de mí.
—El baño está por esa puerta.
Ni siquiera espera a que lo invite a entrar. Solo sonríe con esa
sonrisa diabólica y luego da un paso adelante, poniendo una mano
alrededor de mi cuello. Sus labios se encuentran con los míos y me saluda
con un beso, como si este tipo de saludo fuera perfectamente familiar
entre nosotros. Mantiene su boca sobre la mía mientras me hace
retroceder dos pasos, y luego cierra la puerta de una patada detrás de él.
—Solo puedo quedarme una hora —dice contra mi boca.
No tengo ni idea de si está en el personaje ahora mismo. Estoy
empezando a confundirme. Me saludó como Cam saludaría a Reya en
este momento de su relación. Como si un beso fuera completamente
esperado. Ese no fue un saludo que Saint me daría en circunstancias
normales, estoy casi segura de eso.
Pone su ropa en el mostrador y camina hacia mi refrigerador y saca
una botella de vino. Toma la copa de la que yo estaba bebiendo y la llena,
lo desliza por la isla hacia mí. Luego saca otro vaso del estante y lo llena
para sí mismo.
—¿Qué tal estuvo tu día, Reya? —pregunta, usando el nombre de mi
personaje en vez de mi nombre real. Trato de morder mi sonrisa cuando
me doy cuenta de que él está completamente en el personaje ahora
mismo. Me llevo la copa a la boca y sonrío.
—Estuvo bien —digo—. ¿Cómo estuvo el tuyo, Cam?
Se acerca a mí y es tan alto que tengo que inclinar la cabeza hacia
atrás cuando está frente a mí. Me toca la barbilla con el dedo.
—No he dejado de pensar en ti —susurra, justo antes de poner su
boca sobre la mía.
Buen Dios. Siento como si mis rodillas fueran a doblarse por este
beso. 26
Cuando se aleja, dice:
—Ahora vuelvo.
Se dirige al baño a cambiarse de ropa, y no puedo hacer nada
mientras espero. En realidad, estoy nerviosa por esto. ¿Espera que finja
que estoy enamorada de él? ¿Va a fingir que está enamorado de mí?
No tengo ni idea de lo que pasará después, pero estoy llena de
expectativas. Especialmente sabiendo que puede quedarse una hora.
Solo ha estado aquí unos minutos y ya siento que tengo suficiente
material para escribir varios capítulos más.
Cuando sale del baño, pone su uniforme y su pistola sobre mi mesa.
La miro fijamente mientras camina hacia mí. Me rodea con sus brazos y
me levanta sin esfuerzo hasta que estoy sentada en la encimera frente a
él. Se coloca entre mis piernas y desliza sus manos por mis brazos
mientras lleva su boca a mi cuello.
Me está dando mareo.
Cierro los ojos e inclino mi cuello hacia un lado cuando sus labios
se encuentran con mi piel. Estoy cubierta de escalofríos y llena de
curiosidad.
¿Saint es siempre así? ¿Tan… en control?
¿Es así con su esposa?
Trato de sacar ese pensamiento de mi mente porque él está aquí
ahora mismo. Su boca está en mi cuello. Me concentro en eso.
Me concentro en lo lento que su lengua se desliza contra mi piel.
Me concentro en su mano izquierda, y en cómo serpentea alrededor
de mi muslo mientras sube mi pierna por su cintura.
—Dime algo —susurra.
—Mhmm —murmuro.
—¿Qué clase de tipo es Cam?
Abro los ojos, pero Saint sigue besándome el cuello. Si está
preguntando por Cam… ¿significa que me está besando como Saint ahora
mismo?
Dios, espero que sí.
—Él es… —Suspiro cuando la lengua de Saint se acerca a mi oído.
Apenas puedo formar un pensamiento con la forma en que me está
haciendo sentir—. Es bueno, pero es tosco en los bordes. Es controlador.
Celoso. Tiene temperamento.
Saint se retira lo suficiente para poder mirarme a los ojos.
—No le haría daño a Reya, ¿verdad? 27
—Nunca. Está locamente enamorado de ella. Intenta hacer lo mejor
para protegerla.
—¿Intenta? —pregunta, con las cejas fruncidas—. ¿Eso significa que
no siempre tiene éxito?
Sacudo la cabeza.
—No siempre.
Saint frota su pulgar sobre mi labio inferior mientras me mira
fijamente a la boca. Me encanta cómo me mira. Quiero sacar mi portátil
y describirlo ahora mismo. Tengo miedo de no recordar la completa
plenitud que siento bajo su mirada si espero a escribirlo hasta que se
haya ido.
—¿Algo malo le sucede a Reya en tu libro?
—Sí —susurro. Normalmente no me gusta arruinar las tramas de
mis libros, pero dudo que Saint vaya a leerlo.
—¿Qué sucede?
—Un hombre irrumpe en su casa en medio de la noche.
Los ojos de los Saint se estrechan con preocupación.
—¿Le hace daño a Reya?
—Casi —admito—. La saca de la cama. La ata. Ella está aterrorizada
porque no sabe lo que va a suceder.
—¿Conoce al hombre?
—Ella no sabe. Está demasiado oscuro en su casa como ver sus
rasgos.
—¿Por qué irrumpe en su casa? ¿Va específicamente a por Reya?
—No. Reya es abogada. Tiene evidencia en su casa que este
personaje está tratando de encontrar.
Saint pasa el dorso de sus dedos por mi mejilla mientras hablo.
Parece tan interesado en mis respuestas, que hace que me pregunte si
planea recrear esta escena. ¿Es por eso que se lo estoy diciendo? ¿Porque
parte de mí espera que lo haga?
Eso sería llevar las cosas demasiado lejos. No estoy segura de estar
dispuesta a ir tan profundo para investigar.
—¿Qué sucede después? —pregunta él.
—El tipo encuentra los papeles. Deja a Reya atada. Pero Cam
aparece y la encuentra una hora después.
Saint se inclina hacia adelante, rozando ligeramente mis labios con
los suyos. 28
—Este libro suena intrigante.
—Espero que termine siendo exactamente eso.
Sonríe y luego me besa. Y al igual que durante nuestro primer beso,
su teléfono comienza a vibrar. Ni siquiera se aleja. Solo me besa más
profundamente, ignorando la llamada entrante.
Con cada vibración de su teléfono, me empuja más fuerte contra él
como si tratara de ahogar el ruido con mi toque.
—Deberías contestar —susurro, alejándome.
Ambos sabemos que es su esposa.
Se aleja a regañadientes de mí y saca el teléfono de su bolsillo. Se
dirige hacia la puerta principal y toma la llamada afuera.
Lo observo a través de la ventana. Se agarra la nuca mientras habla
con quien esté al otro lado de la llamada.
Me pregunto cómo se llama ella. Cuánto tiempo llevan juntos.
¿Tienen hijos?
La llamada no dura mucho tiempo.
Se dirige hacia la casa, así que me alejo de la ventana. Cuando
vuelve a entrar, su expresión es de arrepentimiento. Pasa por delante de
mí y toma su uniforme. No dice una palabra. Solo me agarra el rostro con
una mano y me besa, casi de forma posesiva.
Luego se va.
Me quedo sin palabras, sola en la cocina.
No sé lo que acaba de pasar, ocurrió tan rápido.
¿Era eso parte de su acto? Estoy confundiendo la realidad y la
ficción. ¿Estaba haciendo lo que pensaba que Cam haría en esa
situación?
¿O Saint se sintió lo suficientemente culpable después de esa
llamada como para irse sin decir una palabra?
No tengo ni idea de estaba pasando en su cabeza, así que todo lo
que puedo hacer es concentrarme en lo que está pasando en la mía. Llevo
mi computador al dormitorio conmigo, llena de nuevas ideas y nuevos
sentimientos y nuevos pensamientos.
Escribo hasta que me duermo.

29
cinco

M
e quedé dormida con mi portátil en el pecho.
Puedo sentirlo cuando trato de darme la vuelta,
así que lo empujo lejos de mí, al otro lado de la cama.
Me llevo la almohada al pecho y trato de volver a
dormirme, pero algo se siente extraño. La casa está demasiado silenciosa.
Demasiado oscura.
Abro los ojos y mi enfoque se dirige automáticamente a la puerta del
dormitorio. Hay una sombra llenando la puerta, y tan pronto como la veo,
la ansiedad pesa sobre mi pecho.
Nunca he estado tan aterrorizada. Abro la boca, pero es como en
esas pesadillas donde no sale nada.
Inmediatamente busco mi celular.
La figura se abalanza hacia delante y suelto un grito mientras me 30
lanzo rápidamente al otro lado de la cama.
No soy lo suficientemente rápida.
Un brazo firme se envuelve alrededor de mi tobillo y tira de mí. Me
desliza al otro lado de la cama y pierdo mi agarre en el celular.
Las lágrimas llenan mis ojos.
Mi cuerpo está lleno de una adrenalina que nunca había sentido.
Intento recordar todo lo que aprendí en clases de defensa personal, pero
no tengo tiempo para pensar antes de que me arrastren fuera de la cama.
Una mano cubre mi boca para amortiguar mis gritos.
Por favor que sea Saint. Por favor que sea Saint.
No sé por qué espero que sea Saint haciendo esto. Incluso si ha
llevado nuestro pequeño juego demasiado lejos al aparecerse aquí para
asustarme en medio de la noche, aun así, sus acciones me aterrorizarían.
Y es completamente inexcusable.
Pateo mis pies contra el piso mientras me arrastra, tratando de
agarrar algo para poder encontrar apoyo. Él se mueve demasiado rápido
y es demasiado fuerte para que yo me aleje.
La casa está tan oscura, más oscura de lo normal. Me doy cuenta de
que han cortado la electricidad cuando me arrastra a la cocina y puedo
ver que ninguna de las luces de los electrodomésticos están encendidas.
Todas las persianas han sido cerradas.
Quien sea que esté detrás de mí quita la mano y aprovecho la
oportunidad para tratar de averiguar lo que está pasando.
—¿Saint? —Mi voz está temblando mientras un sollozo me atraviesa.
Dos brazos me rodean ahora, sosteniendo los míos en su lugar—. Saint,
por favor. —Intento girar la cabeza para mirarlo, pero el que esté haciendo
esto me empuja el rostro hacia delante con fuerza. Su mano permanece
en mi mandíbula mientras lleva su boca a mi oreja.
—Joder. No. Te. Muevas.
Me colocan en una silla. Ni siquiera puedo decir si era la voz de
Saint, lo que me aterroriza aún más. Intento saltar de la silla, pero no soy
lo suficientemente rápida. Sus manos están alrededor de mis muñecas.
Coloca cinta adhesiva sobre mi boca.
Tira de mis brazos detrás de mí, y no suavemente. El dolor se
extiende por mi brazo y hombro. Grito, pero la cinta amortigua los ruidos
que intento hacer mientras mis manos están atadas en el respaldo de la
silla.
La cuerda está tan apretada en mis muñecas que siento que me
quema la piel.
31
Doy un par de patadas antes de que él pueda agarrar mis pies el
tiempo suficiente como para atarlos a la silla. Las lágrimas salen de mis
ojos cuanto más tiempo pasa y menos control tengo.
Esto de verdad está sucediendo.
No hay manera de que Saint deje que este juego llegue tan lejos.
Estoy sufriendo dolor real.
Por primera vez desde que me desperté hace unos minutos, siento
que mi vida está en peligro.
Mi cuerpo se congela y trato de detener las lágrimas, porque quién
quiera que sea esta persona, ya no me está agarrando. Necesito calmarme
para poder pensar en cómo salir de esto. La cuerda y los nudos son
suficientes para hacerme inútil. Estoy tan atada a la silla que no puedo
mover las manos o los pies sin que la cuerda se me entierre en la piel.
Escucho cosas estrellarse detrás de mí. No sé lo que está haciendo.
Escucho los cajones abrirse y cerrarse de golpe y rezo para que no esté
buscando un cuchillo.
Después de varios minutos de intentar escuchar los ruidos que hace
para poder anticipar su siguiente movimiento, la puerta se abre.
No se cierra.
Puedo sentir la brisa del exterior entrando en la casa detrás de mí.
No escucho más que pequeñas ráfagas de viento y mi propia histeria
silenciosa durante varios minutos.
Cierro los ojos y rezo. No he ido a la iglesia en mucho, mucho tiempo,
pero rezo lo suficiente para compensar todos los servicios que me he
perdido. Rezo para que él se haya ido y no regrese. Rezo para poder
liberarme.
Rezo para sobrevivir a esto.
Rezo por lo que se sienten como horas, pero estoy segura de que solo
ha pasado una fracción de hora. Empiezo a mover las muñecas para ver
si hay alguna forma de liberarme cuando oigo pasos regresar. Mi ritmo
cardíaco, que hace poco comenzó a calmarse, inmediatamente se acelera.
—¿Megan?
Abro los ojos al sonido de la voz de Saint. Hay preocupación por la
manera en que dijo mi nombre. Escucho la puerta principal abrirse aún
más y Saint está inmediatamente a mi lado. Él ve que estoy atada, así
que corre a un cajón en busca de un cuchillo. Regresa y corta la cuerda,
y solo con verlo aquí me hace llorar más que cuando me estaban
arrastrando por la casa.
No hay razón para que se haya aparecido aquí a esta hora de la
32
noche.
Ninguna en absoluto.
Él hizo esto.
Cuando mis manos están desatadas, Saint empieza a trabajar en la
cuerda alrededor de mis pies. Me arranco la cinta de la boca, e
inmediatamente me pongo las manos en la boca y sollozo aún más fuerte.
—Megan, estás bien —dice él tranquilizadoramente—. Estoy aquí.
Estás a salvo. —Siento que la cuerda se desprende de mis tobillos.
Empiezo a patearla para alejarla de mí.
Saint me ayuda a ponerme de pie, pero justo cuando va a envolverme
en sus brazos, me alejo de él. Lo empujo con fuerza. No quiero que me
toque.
No puedo creer que él pensara que yo estaría bien con esto.
Corro a mi habitación y luego cierro de golpe la puerta del baño una
vez que estoy dentro. Enciendo el interruptor de luz, pero no pasa nada.
Él cortó la energía de la casa.
Abro el agua de la ducha, tratando de calmarme, pero siento que
podría tener un ataque de pánico. Me quito la ropa y me meto en la
ducha, jadeando para respirar. Dejo que el agua caliente me golpee por
un minuto, esperando que me calme, pero no lo hace.
Luego, cuando las luces milagrosamente se encienden de nuevo, eso
tampoco me calma. Es solo prueba que Saint fue el que las apagó en
primer lugar.
Varios segundos después de que la energía se vuelve a encender,
Saint toca suavemente a la puerta del baño.
—Vete… de aquí —digo entre sollozos. Intento sonar enfadada, pero
mi voz no es más que una voz asustada en este momento.
Escucho que la puerta del baño se abre y mis piernas comienzan a
temblar.
—Megan —dice, su voz es relajante. Hace muy poco para aliviar el
miedo en mí o el dolor en mis muñecas—. Megan, lo siento. Pensé…
—¿Pensaste que quería que me atacaras? —grito a través de mis
lágrimas—. ¿Estás jodidamente loco?
Lo escucho suspirar fuertemente.
Aprieto mis ojos para cerrarlos. ¿Le pedí que hiciera esto?
No. No lo hice.
Todo lo que hice fue contarte sobre el libro. Eso no fue una invitación
33
para entrar en mi jodida cabaña.
¿Pero él asumió que eso era lo que quería? ¿Una invitación?
¿Lo confundí?
Ni siquiera sé qué pensar.
Ni siquiera sé si tengo derecho a estar enfadada con él por hacer
esto. ¿Yo quería inconscientemente que esto sucediera?
Me apoyo en la pared de la ducha, completamente confundida y
todavía llorando.
¿Siquiera puse el seguro en la puerta anoche?
No lo hice.
Justo después de que Saint se fue, llevé mi portátil a mi habitación
y escribí hasta que me dormí.
En todas las noches que he estado en esta cabaña, nunca he dejado
la puerta sin seguro.
Mis manos están cubriendo mi rostro cuando escucho que la cortina
de la ducha se retira. Ni siquiera puedo mirarlo. Estoy enfadada.
Avergonzada. Todavía un poco aterrorizada.
—Dios, Megan —dice, su voz llena de remordimiento—. Lo siento
mucho.
Mantengo mis manos en mi rostro porque sigo llorando, pero me
sorprendo cuando lo siento entrar en la ducha. Me sorprende aún más
cuando sus brazos me envuelven suavemente y puedo sentir que todavía
lleva su ropa. Está en la ducha conmigo, empapándose, pero me sostiene
contra su pecho.
Por mucho que quiera golpearlo ahora mismo, quiero que me
sostenga aún más.
Tal vez esto no fue más que una terrible falta de comunicación.
—Anoche —dice—, pensé que me estabas pidiendo que…
Sacudo la cabeza para interrumpirlo.
—Lo sé —susurro.
Alejo las manos de mi rostro y las envuelvo alrededor de él,
presionando mi mejilla contra su camisa mojada.
—No sé si esto es lo que te estaba pidiendo. Lo que hemos estado
haciendo… es confuso. Apenas te conozco, y luego esto…
Me da un beso en la cabeza y luego me sostiene en silencio durante
varios minutos. 34
Después de que mis lágrimas se han calmado, finalmente me alejo
de su pecho y lo miro. Sus ojos están llenos de remordimiento. Pone una
mano en mi rostro y frota su pulgar bajo mi ojo, limpiando el rímel que
se ha esparcido de todo el llanto
—Lo siento —dice sinceramente.
Asiento.
—Está bien. Solo… asegúrate de que realmente esté pidiendo que
hagas algo antes de que lo hagas de ahora en adelante.
—Está bien. Lo prometo. —Ahueca mi mejilla y pregunta—: ¿Quieres
que me vaya?
Inmediatamente sacudo la cabeza. Sé que me aterrorizaba de él hace
unos minutos, pero ese no era él. Era el personaje que estaba
interpretando. La escena que más o menos le pedí que recreara. No puedo
culparlo por eso.
—No te vayas —digo—. Yo solo… no quiero fingir esta noche.
Saint asiente, y luego me lleva de vuelta a su pecho.
—Está bien. Seamos nosotros mismos.
Después de lo que acaba de suceder, esa frase no debería hacerme
sentir bien, pero lo hace. Esas palabras envían una calidez a través de mí
que no esperaba que él me hiciera sentir de nuevo después de eso.
No puedo estar enfadada con él por algo que sin querer le sugerí.
Las luces están encendidas, y aparte de unos pocos besos, no estoy
segura de haber experimentado lo suficiente con este hombre como para
sentirme cómoda estando completamente expuesta a él. No tengo ni idea
de cómo salir de esta ducha sin que sus ojos estén en mí.
Es como si pudiera leer la situación con total claridad. Aleja sus ojos
de mí y busca en la ducha una toalla que descansa en un gancho cercano.
La envuelve a mi alrededor y luego me besa suavemente antes de salir de
la ducha.
Se quita la camisa mojada y me mira como si no supiera qué hacer
con ella. Salgo de la ducha y me meto en el armario para buscarle una
toalla.
—Te secaré la ropa. Una toalla es lo más cercano que tengo a algo
que te quede.
Salgo del baño y espero a que abra la puerta y me entregue su ropa.
Cuando lo hace, la llevo al cuarto de lavandería y meto su ropa en la
secadora. 35
En cierto modo, siento que tengo el control ahora mismo. No puede
irse hasta que su ropa esté seca, así que al menos sé que tendrá que
quedarse más tiempo que las dos últimas veces que ha estado aquí.
Saint está en la cocina cuando salgo de la lavandería, con la toalla
atada a su cintura. Está poniendo una tetera en la estufa.
—¿Quieres un poco de té? —pregunta, dándome la espalda.
—Me encantaría. —También sigo usando nada más que una toalla,
pero a diferencia de Saint, tengo cosas que puedo vestir.
Me pongo la bata que llevaba la noche que él apareció por primera
vez aquí. Me sentí expuesta delante de él, pero ahora que no lleva nada
más que una toalla, siento que si uso demasiado me haría sentir
demasiado vestida.
Voy al baño y me tomo unos minutos para reagruparme. Me miro en
el espejo, y mi cabello es un espantoso desastre mojado. Lo seco y luego
lo amarro en la parte superior de mi cabeza. Cuando voy a poner el
secador de nuevo en su cajón, veo mi botella de Xanax. Suspiro de alivio,
abro la botella y trago una píldora.
Cuando salgo de la habitación para reunirme a Saint en la cocina,
él está sirviendo dos tazas de té.
Saint sin camisa es exactamente como describí a Cam en el libro.
Músculos ondulados en la espalda, cintura estrecha, piel bronceada y
lisa.
Pero voy a necesitar reescribir cómo describí sus brazos. Ahora que
conozco la asombrosa fuerza que tienen, sé que lo que he escrito no le
hace justicia. Luché con todo lo que tenía, y él reaccionó como si yo no lo
estuviera intentando. Saber que usaría esa fuerza para protegerme es
reconfortante.
Saint desliza mi taza de té hacia mí. Doy un sorbo y cierro los ojos
porque finalmente me siento tranquila. El Xanax está haciendo efecto y
es exactamente lo que necesitaba después de lo que sucedió.
Cuando abro los ojos, Saint me está observando mientras toma un
lento sorbo de su té.
Quiero hacerle tantas preguntas, pero una parte de mí prefiere el
misterio que lo rodea. Sé muy poco sobre él, aparte de su nombre y su
ocupación. Pero si hago demasiadas preguntas, las respuestas podrían
contradecir todas las formas en que he construido su carácter en mi
mente.
Él pone su té en el mostrador, luego me quita la taza de las manos
y hace lo mismo. Desliza sus manos por mi espalda hasta que sus dos 36
manos me agarran el trasero, luego me levanta y me pone en el mostrador
junto a la estufa.
Toma mi mano y mira mi muñeca, luego levanta mi otra mano y
hace lo mismo. Pasa sus pulgares por mis muñecas. Están rojas donde
la cuerda se enterró en ellas.
—¿Te hice daño?
Sacudo la cabeza.
—Estoy bien.
Inclina la cabeza, estrechando los ojos como si no me creyera.
—Sé honesta.
Sacudo la cabeza.
—Estoy bien. Estaré bien.
Mi respuesta parece convencerlo lo suficiente. Estoy siendo honesta.
Puede que mañana tenga moretones en las muñecas y tobillos, pero no
es nada serio. Ya me han hecho moretones peores durante el sexo. No es
como si él hubiese intentado herirme intencionadamente. Él solo estaba
haciendo su mejor intento para seguir con el juego de roles que empecé.
Al menos creo que yo lo empecé.
Ni siquiera estoy segura de quién lo empezó.
De cualquier manera, no quiero parar. Quiero más de esto, más de
él. Tengo tantas cosas que quiero escribir ahora que él está aquí. Y
aunque no quiero repetir lo que sucedió antes, empiezo a apreciar que
haya sucedido. Siento que todo lo que escriba en el libro será
absolutamente exacto gracias a Saint.
Puedo ver el calor detrás de sus ojos cuando me mira, pero me gusta
que no esté presionando por más. Estoy segura de que está dejando lo
que sea que venga a continuación dependa de mí.
Levanto una mano y arrastro mi pulgar sobre su labio inferior, luego
me inclino hacia adelante y lo beso. Incluso su beso es vacilante. Me deja
decidir qué dirección quiero que tome el beso, así que le meto la lengua
en la boca.
Ahora está entre mis piernas, y su toalla deja muy poca barrera
entre nosotros, por lo que lo siento endurecerse casi instantáneamente.
Envuelvo mis piernas a su alrededor y es entonces cuando me quita
el control del beso. Él acuna mi cabeza con sus manos y profundiza el
beso, tirando de mí hasta el borde del mostrador, de modo que él está
prácticamente sosteniéndome.
Dejo que mi cabeza caiga hacia atrás mientras él arrastra su boca
por mi garganta. Cierro mis ojos, mareada bajo su toque. 37
Siento sus dedos en el dobladillo de mi bata.
—¿Puedo? —susurra.
Levanto la cabeza y lo miro, y luego asiento en silencio.
Sus ojos caen a mi pecho, y entonces desata la bata. Me levanto un
poco mientras la quita y la aparta. La arroja sobre su hombro, soltando
un pequeño jadeo mientras me mira, y luego pasa sus dedos por el centro
de mi pecho.
No puedo evitar mirar su anillo de bodas mientras su mano se mueve
para sostener mi pecho.
¿Mis pechos son más bonitos que los de su esposa?
¿Yo soy más bonita que su esposa?
Él toma mi pezón en su boca y empuño su cabello, presionando sus
labios contra mí con más fuerza. Chupa mi pecho sin dejar rastro de la
dulzura que había mostrado desde que salí de la ducha.
El lado hambriento de él se ha apoderado de mí, y su boca de repente
está toda sobre mí, en ambos pechos, luego en mi cuello, y luego de vuelta
a mi boca. Apenas puedo seguir el ritmo de las partes de mí en las que
está tan concentrado antes de pasar a otra parte de mí.
Me levanta del mostrador y me sostiene contra él, una mano
envuelta en mi espalda baja y la otra ahuecando mi trasero mientras su
lengua está en mi boca.
Me alegro de que me tenga en brazos porque creo que estoy
demasiado mareada para caminar.
Me deja caer en el sofá, se quita la toalla y se coloca sobre mí. Sucede
tan rápido, que no puedo verlo bien para determinar si esto va a doler o
no.
Nunca había tenido el tipo de sexo que tienen las mujeres en los
libros que escribo. Todos los hombres con los que he estado han sido de
tamaño regular, así que siempre he tenido que imaginar cómo sería ser
follada por un hombre tan grande que realmente duela.
Tan pronto como envuelvo mis piernas alrededor de él, está claro
que ya no tendré que imaginarlo. Puedo sentir el intimidante tamaño de
él frotándose contra mi muslo.
Cuando se reposiciona para poder empezar a deslizarse en mí, me
estremezco.
—Relájate —susurra, su boca está rozando la mía—. Pronto
olvidarás el dolor. Lo prometo. —La dulzura de su voz junto con la mirada
tranquilizadora de sus ojos me hace convertirme en una masilla debajo 38
de él.
Empieza a empujar el resto de sí mismo dentro de mí, y cierro los
ojos, saboreando cada segundo de esto. Presto atención al dolor, al
placer, a los ruidos que ambos hacemos. Me imagino cómo voy a describir
esto cuando lo escriba todo.
Doloroso, pero saciante.
Sensual, pero brutal.
Encontramos nuestro ritmo casi instantáneamente, y dejo de pensar
en cómo describirlo. Todo lo que puedo pensar es en lo bien que se siente.
Esos pensamientos se mezclan ocasionalmente con la preocupación por
el estado actual de mi moral, pero esa preocupación es fácil de ocultar
cuando Saint me besa.
Podría acostumbrarme a esto.
Tanto.
Ese pensamiento me aterroriza.
seis

S
aint se fue de la cabaña a las cuatro de la mañana.
Antes de irse, me folló de nuevo, en mi cama.
No sé dónde le dijo a su esposa que estaba anoche,
posiblemente trabajando en un turno nocturno, pero dijo que
volvería esta tarde.
Por eso me confunde que llamen a mi puerta. No hay forma de que
sea de tarde, nunca duermo hasta tarde. Pero están tocando fuerte y el
sol está en lo alto. Abro los ojos a la fuerza lo suficiente para mirar mi
teléfono. Son poco más de las nueve de la mañana.
¿Por qué regresó?
Me quito las sábanas y me pongo el camisón. Me acerco a la puerta
de mi habitación y la abro, protegiendo mis ojos del brillo de la sala de
estar. Miro hacia la ventana que da al patio delantero y dejo de caminar
inmediatamente. 39
Ese no es el auto de Saint.
Es el auto de Michael.
Mierda.
Mierda, mierda, mierda.
¿Qué hace él aquí? ¿Trajo a las chicas?
No puedo creerlo.
Nunca vienen aquí cuando estoy escribiendo.
Justo cuando me dirijo a mi habitación para asegurarme de que no
haya nada de Saint, Chloe pone sus manitas alrededor de los ojos y
presiona su rostro contra la ventana.
—¡Mami! —grita ella. Se aleja de la ventana, señalando hacia
adentro—. ¡Papi, veo a mami!
Michael está mirando por la ventana ahora. Me saluda.
—¡Sorpresa! —grita él.
Camino tan despacio como puedo hacia la puerta. Miro a mi
alrededor, esperando que no haya nada que le revele a Michael que he
pasado la última semana fingiendo que no estoy casada.
¿Qué he hecho?
Se supone que Saint debe volver hoy. Necesito enviarle un mensaje
de texto lo antes posible y hacerle saber que no se aparezca.
Mis manos están temblando cuando alcanzo la cerradura de la
puerta. Cuando la abro, Chloe y Andi pasan junto a su padre y ambas
me abrazan. Las abrazo, porque las semanas en las que estoy en la
cabaña son las más difíciles del año para mí, al estar lejos de ellas. Pero
me eso permite escribir mis libros mucho más rápido para poder pasar
más tiempo con mis hijas cuando estoy en casa.
Me arrodillo y las arrastro para darles un mejor abrazo.
—¡Vinimos a sorprenderte! —dice Andi, saltando arriba y abajo.
Miro a Michael y me obligo a sonreír.
—Ya veo.
Se desliza a nuestro alrededor, justo cuando me paro de nuevo. Se
inclina para dar un beso.
—Lo siento —murmura—. Insistieron en que no te lo dijera.
—Está bien —digo, esperando que mi reacción sea bastante
convincente—. Necesitaba el descanso.
Michael tiene dos bolsas de comida. Las pone en el mostrador y se
dirige a la puerta principal. 40
—Vamos a hacerte la cena —dice—. Voy a buscar el resto de los
comestibles. —Él vuelve a salir y yo alejo a las chicas de mí.
—Mami necesita cambiarse de ropa —digo—. Ustedes dos
comiencen a guardar la comida.
Son demasiado jóvenes para saber cómo guardar los alimentos. Andi
tiene cuatro años y Chloe cinco. Michael y yo las tuvimos seguidas,
esperando que fuera más fácil para nosotros pasar los años más difíciles
de una sola vez.
Andi lleva una silla al mostrador porque no es tan alta como Chloe.
Comienzan a escarbar en las bolsas. Miro por la ventana de la cocina y
veo como Michael llega a su auto. Corro al dormitorio y agarro mi teléfono.
Abro el chat con Saint y le envío un mensaje rápido.
Hagas lo que hagas, por favor no vuelvas hoy aquí.
Arrojo mi teléfono a la cama y me quito el camisón.
Escucho el zumbido de su respuesta justo cuando me estoy
poniendo una camisa. Agarro mi teléfono y leo el texto.
¿Está todo bien?
No quiero mentirle. Nunca me ha preguntado si estoy casada, así
que no hay nada por lo que deba molestarse. Además, él también está
casado. Lo entenderá. Probablemente incluso se sentirá aliviado.
Mi esposo e hijas acaban de llegar.
Borro los mis mensajes y termino de vestirme. Meto mi teléfono en
el bolsillo trasero para que Michael no se vea tentado a mirarlo. Salgo del
dormitorio, justo cuando Michael entra en la cocina con el resto de la
comida.
Chloe se acerca a mí y sostiene sus manitos debajo de su barbilla.
—Mami, ¿podemos meternos en el jacuzzi?
—¿Por favor? —ruega Andi.
Asiento y miro a Michael.
—Vamos a meternos en el jacuzzi. ¿Quieres unirte a nosotras?
Haré lo que sea para fingir que soy una buena esposa y madre, y no
el terrible ser humano que he sido esta última semana.

41
siete

M
ichael está de pie en la cocina haciendo la cena. Él ve el
auto antes que yo. Yo estoy sentada a la mesa, armando
un rompecabezas con las niñas.
Me pongo rígida cuando lo veo. Un auto negro, sin
marcas. Me imagino que muy parecido a cómo sería el auto de un
detective.
Mi sangre se siente como si fuera drenada de mi cuerpo cuando veo
a Saint salir del vehículo.
¿Qué está haciendo aquí?
Empiezo a entrar en pánico internamente. Puedo sentir la sangre
llegando a mis oídos. Michael se dirige a la puerta y quiero gritarle para
que no responda, pero mi voz queda atascada en mi garganta.
Saco a Andi de mi regazo tan pronto como Michael dice:
—Hay un oficial de policía afuera.
42
Camino hacia la puerta con Michael y miro por la ventana. Saint
está caminando lentamente alrededor del auto de Michael. Me mantengo
a distancia de Michael porque tengo miedo de que escuche los latidos de
mi corazón.
Michael abre la puerta y es como si pudiera ver todo mi matrimonio
desmoronándose a mi alrededor.
¿Por qué otra razón Saint estaría aquí?
Michael sale al porche. Yo me quedo congelada en la puerta.
Saint mira a Michael, y luego a mí. Él lleva su uniforme completo en
este momento. Su mandíbula es dura, su expresión enfocada en mí.
—Siento molestarlos, amigos —dice Saint, llevando lentamente su
mirada a Michael. Saint se detiene en el escalón inferior—. Estoy
haciendo una patrulla estándar del área y noté que no tienen una
etiqueta de visitante.
Michael inclina la cabeza.
—¿Etiqueta de visitante?
Saint asiente.
—Todos los vehículos que entran y salen del área ahora requieren
una etiqueta de visitante.
Michael se ríe de lo absurdo que es necesitar una etiqueta para estar
aquí, pero estoy demasiado asustada para fingir una sonrisa ahora
mismo. Sé que Saint está mintiendo. Esta zona nunca ha necesitado una
etiqueta de visitante. Es una mentira arriesgada, porque no tiene ni idea
de cuánto sabe o no sabe Michael sobre las leyes de aquí.
—No me di cuenta —dice Michael. Se da la vuelta y me mira—. ¿Tú
sabías esto?
Saint me está mirando fijamente, con fuerza.
Asiento y aclaro mi garganta.
—Sí. Es una nueva ley. Olvidé decirte.
Michael lanza una mano hacia mí y mira a Saint.
—Olvidó decírmelo —dice Michael riéndose, esperando que Saint le
sonría. No consigue nada, porque Saint sigue mirándome.
»Solo estaré aquí por la noche —dice Michael—. Mi auto se habrá ido
a las ocho de la mañana. ¿Podemos dejarlo pasar esta vez?
Saint finalmente mira a Michael. Le da un fuerte asentimiento.
—Volveré por la mañana para asegurarme de que el auto se haya ido
—dice Saint, casi como si fuera una advertencia.
Michael me mira como si este tipo estuviera loco.
43
Y puede que sea cierto.
¿Saint está haciendo el papel celoso y posesivo de Cam en este
momento? No tengo ni idea.
Saint inclina su sombrero hacia mí.
—Que ambos tengan una linda noche. —Sonríe muy ligeramente
cuando dice eso. Luego camina hacia su auto y entra.
Inmediatamente vuelvo a entrar en la cabaña. Voy directamente a
por el vino. Michael regresa a la estufa y dice:
—Eso fue raro. Me pregunto por qué se están volviendo tan estrictos
por aquí.
—No lo sé —murmuro.
Michael se acerca a mí y me rodea con sus brazos.
—Supongo que es bueno, porque estás aquí sola.
Obligo a una sonrisa forzada.
—Sí. Es… reconfortante. —Lo digo con mi voz más convincente, pero
no es reconfortante en lo absoluto.
Es perturbador.
•••
El resto de la noche pasa sin incidentes.
Las chicas se duermen a las nueve. Michael y yo estamos juntos en
el sofá mientras él se pone al día con el trabajo… su portátil delante de
él. Tengo la televisión encendida, pero no puedo prestarle atención. Me
ahogo en demasiada culpa como para prestarle atención.
Nunca le había sido infiel a Michael. Ni siquiera había tenido el
impulso. Tenemos un buen matrimonio, y nunca pensé que sería el tipo
de persona que tiene una aventura, pero tampoco me siento como yo
misma cuando estoy aquí en esta cabaña sola. A veces me sumerjo tanto
en mi escritura que me convierto en el personaje que estoy creando.
Algunos lo llaman escritura de metódica, y supongo que puedo culpar a
eso por mis acciones, pero no las excusa.
Le fui infiel a mi esposo, y todo lo que puedo hacer es esperar como
el infierno que él nunca se entere.
Michael cierra su portátil. Lo desliza de su regazo y lo pone en el sofá
a su lado. Puedo sentirlo mirándome, pero finjo que estoy viendo lo que
sea que haya en la televisión.
—No me esperaba esto —dice.
Me giro inmediatamente hacia él.
—¿No esperabas qué?
44
—No estás feliz de que estemos aquí.
—¿Qué? Por supuesto que sí.
Sonríe a sabiendas.
—Estabas en la onda. Lo noté. Es como si te hubiéramos sacado de
un sueño.
—O una pesadilla —murmuro.
Se ríe.
—Siempre has sido demasiado dura contigo misma, pero funciona.
Cada vez que vienes aquí, te vas con los huesos de un nuevo libro.
Tiene razón. Pero también siento que él piensa que estas son unas
vacaciones para mí. No se da cuenta de la sangre, el sudor y las lágrimas
que hay en cada libro que escribo. No lo culpo por eso. Nadie puede
entender realmente cuán emocionalmente agotador es a menos que haya
escrito un libro por sí mismo.
Estoy sentada en el sofá con las piernas debajo de mí. Michael me
agarra de un tobillo y tira de la pierna hasta que me acuesto. Se arrastra
sobre mí, y siento una insaciable cantidad de culpa al saber que tuve
sexo con otro hombre en este mismo sofá anoche.
Michael me besa, pero sé que el beso no durará mucho. Lo llevará
al dormitorio antes de que las cosas se calienten demasiado. Él es un
amante de dormitorio. No sé si alguna vez hemos tenido sexo espontáneo
en un sofá.
—Vayamos a la cama —dice, como era de esperar.
—Bien —digo yo—. Ahora voy. Tengo algunos correos electrónicos
que necesito enviar primero.
—Tómate tu tiempo. Necesito una ducha, de todos modos.
Se aparta de mí y me ayuda a levantarme. Agarro mi portátil
mientras él se dirige a la ducha. Espero hasta que escucho el agua
corriendo, luego salgo e inmediatamente marco el número de Saint.
Él responde al tercer timbre.
—Me imaginé que tendría noticias tuyas antes de que te fueras a la
cama. —Su voz suena juguetona, y eso me molesta.
—¿Qué mierda fue eso? —espeto.
—Estás casada —espeta, con su voz desprovista de humor ahora.
—Tú también.
—Yo nunca mentí sobre eso —dice. 45
Miro por la ventana para asegurarme de que Michael sig en el baño.
—Técnicamente tampoco mentí sobre eso. Nunca preguntaste.
Hay una larga pausa. Su voz es más baja cuando dice:
—¿Te lo vas a follar esta noche?
—Es mi maldito marido. ¿O qué te parece?
—¿Así que eso es un no? —La alegría ha vuelto a su voz, y me doy
cuenta de lo que está haciendo. Está siendo exactamente lo que le pedí
que fuera. Controlador. Posesivo. Celoso.
Pero también puedo decir por su voz que está sonriendo ahora
mismo. No está enfadado en absoluto. Esto es parte del juego para él.
Aparecer en mi casa hoy fue solo él empujando los límites de mi
experiencia. Él quería que supiera lo que se siente tener miedo de que mi
aventura se descubra, pero no que Michael se enterara.
—Me estás volviendo loca —susurro—. No esperaba que llevaras las
cosas tan lejos.
—¿Quieres que me detenga?
Pienso en eso por un minuto. Pienso en Michael. Pienso en lo que le
haría él si descubriera lo que hice. Lo que estoy haciendo.
—Solo dilo, Megan. No me volverás a ver si eso es lo que necesitas.
Un nudo se forma en mi garganta.
—No —susurro—. No quiero que te detengas.
—Bien —dice Saint—. Pero si vamos a continuar con esto, entonces
necesito un favor tuyo.
Cierro los ojos y susurro:
—¿Qué necesitas?
—Cuando tu esposo te folle esta noche, ponte encima y finge que me
estás follando a mí.
La llamada termina después de que él dice eso.
Alejo el teléfono de mi oreja y lo miro fijamente.
No puedo ignorar el calor acumulándose en mi estómago.
Escucharlo hablarme así, como Cam le hablaría a Reya, me hace querer
ir directamente a mi portátil y escribir otra escena.
Pero también me hace querer arrastrarme a la cama con Michael y
hacer exactamente lo que dijo Saint.
Cuando vuelvo a entrar, cierro las puertas y apago las luces.
Me arrastro a la cama al mismo tiempo que Michael sale del baño.
Arroja su teléfono en la mesita de noche y retira las sábanas. No 46
hablamos. El sexo es algo que ambos asumimos. Siempre sabemos
cuándo ambos estamos en la misma página de alguna manera.
Michael empieza a besarme. A tocarme. Luego se mueve encima y
dentro de mí. Es predecible entre nosotros. Siempre había temido que lo
fuera, pero estar con Saint lo ha demostrado.
Espero un par de minutos antes de dar la vuelta a Michael y hacer
lo que Saint me dijo que hiciera. Me pongo a horcajadas sobre Michael, y
él gime cuando lo llevo dentro de mí. Me agarra los muslos con las manos
y empiezo a moverme de arriba abajo. Inclino la cabeza hacia atrás y
cierro los ojos, imaginando que no es Michael el que está debajo de mí
ahora mismo.
Cuando la mano de Michael encuentra su camino entre mis piernas
y comienza a frotarme, pretendo que es la mano de Saint.
Me muevo con él, y justo antes de correrme, abro los ojos.
Inmediatamente jadeo y puedo sentir todo el color saliendo de mi
rostro.
Saint está de pie fuera de la ventana de nuestro dormitorio.
La luz de la luna llena brilla a su alrededor, y parte de la sombra de
él cae sobre el rostro de Michael. Estoy tan sorprendida por su presencia
que dejo de moverme.
Michael asume que es porque está a punto de hacerme venir, así
que hago lo posible por convencerlo de que eso es lo que me hace
reaccionar de esta manera. Lo último que necesito es que Michael levante
la cabeza y mire detrás de él, por la ventana.
Mantengo la mirada fija en Saint, nerviosa de que esté a punto de
hacer algo. Él me mira con una intensidad feroz, y no puedo decir si es
porque está excitado, enojado o celoso.
Saint levanta una ceja cuando se da cuenta de que me he congelado
en mi lugar, encima de mi esposo, sin moverme. Sonríe un poco, luego
levanta una intimidante ceja, indicando que debo reanudar lo que estaba
haciendo antes de que lo viera de pie ahí.
Mis labios empiezan a temblar, pero no es por la forma en que
Michael me está tocando. Es porque estoy asustada. Y por muy jodido
que sea esto, estoy un poco excitada por todo.
Empiezo a moverme encima de Michael otra vez, lentamente.
La mirada de Saint se desplaza anhelantemente sobre mi cuerpo, y
ver esa necesidad en sus ojos me hace moverme encima de Michael aún
más rápido.
No quiero que Michael me toque, así que quito su mano de entre mis
piernas y la presiono contra mi cadera. Cuando me corra, quiero que sea 47
por la mirada de Saint. No por la mano de Michael.
Alejo mi mirada de Saint y miro a Michael. Sus ojos están cerrados,
así que centro los ojos en Saint otra vez y deslizo mi mano por mi
estómago, hasta mi pecho. Saint tira de su labio inferior y lo muerde. Ese
movimiento envía una ráfaga de calor a través de mí, y se hace más difícil
mantener mi mirada fija en la suya. Michael gime debajo de mí, indicando
que está a punto de terminar, así que pongo mi propia mano entre mis
piernas para poder terminar con él.
Casi de inmediato, suelto un grito porque la sensación que me
recorre no se parece a nada que haya sentido alguna vez con Michael. No
puedo mantener los ojos abiertos ni un segundo más. Continúo
moviéndome encima de Michael con la mano entre las piernas, incluso
después de saber que él ha terminado. Mis piernas tiemblan mientras la
sensación me atraviesa. Dura tanto tiempo y es tan intensa que no puedo
sostenerme en alto por más tiempo. Me derrumbo encima de Michael con
un gemido.
Él desliza sus manos de arriba abajo por mi espalda y me besa el
hombro.
Ruedo a mi lado y levanto discretamente la cabeza para mirar por la
ventana.
Saint se ha ido.
Cierro los ojos y pongo mi cabeza contra la de mi esposo. Puedo
sentir las lágrimas intentando formarse, y ni siquiera estoy segura de por
qué. Me siento culpable, pero no triste.
Esto es tan jodido.
Esa fue probablemente la cosa más jodida que he hecho.
Pero lo peor es que probablemente lo haría todo de nuevo si tuviera
la oportunidad. Así de bien se sintió.
—Estuviste necesitada —dice Michael—. Eso fue… alucinante.
Quiero reírme de la palabra “necesitada”, pero no lo hago. Intento
decir algo que una esposa y madre inocente diría en este momento.
—Creo que fui demasiado ruidosa. Espero no haber despertado a las
niñas.
—Tienen el sueño pesado. —Michael me besa y luego ruedo fuera de
él.
Él agarra una toalla y la pasa entre mis piernas.
Eso es algo que siempre he apreciado de él, que me limpia después
del sexo. Pero anoche, cuando estaba con Saint, él no me limpió en
absoluto. Estábamos pegajosos y desordenados y pareció gustarle eso.
Sorprendentemente, a mí también me gustó. 48
Saint es todo lo que Michael no es, y eso es bueno y malo.
Michael se vuelve a meter en la cama y se da la vuelta.
—Te amo.
Me alejo de él y abrazo mi almohada.
—Yo también te amo.
ocho

A
seguro a las chicas en sus asientos de auto y les doy un
beso de despedida.
—Estaré en casa en una semana —digo.
—¿Cuánto dura una semana? —pregunta Andi.
—Son solo treinta días —dice Chloe.
—Siete, en realidad —corrijo.
—No, son treinta —dice Chloe—. A veces treinta y uno. Mi maestra
lo dijo.
No me molesto en luchar esta batalla. Solo sonrío y digo:
—De acuerdo. Treinta días. —De cualquier manera, no tienen
realmente un concepto de lo largo que es un día, o una semana o un mes.
Cierro la puerta de su coche y Michael me toma en un abrazo de
despedida y me besa la mejilla.
49
—Me alegro de que hayamos venido —dice—. Quizás anoche fue la
inspiración que necesitabas.
No tiene ni idea.
—También me alegro de que hayan venido —digo. Le doy un rápido
beso y veo como se sube al auto y lo saca de la entrada. Saludo a las
chicas hasta que ya no puedo ver el auto.
Cuando estoy segura de que se han ido, vuelvo a la casa para agarrar
mi teléfono. Necesito llamar a Saint. Es lo único en lo que he podido
pensar desde anoche.
No llego muy lejos. En cuanto abro la puerta de la cabaña y entro,
Saint está de alguna manera delante de mí.
Un escalofrío de terror se desliza sobre mí.
¿Cómo entró?
¿Cuánto tiempo lleva aquí?
Saint cierra la puerta principal y la cierra con llave, empujándome
contra ella. Me agarra la mandíbula con una mano firme y luego me besa,
con fuerza.
No sé qué es lo que me gusta tanto de este juego que estamos
jugando, pero en lugar de apartarlo como debería, gimo y lo arrastro
hacia mí.
Creo que es el descuidado peligro que rodea las acciones de Saint lo
que me atrae hacia él. Él toma riesgos que Michael nunca tomaría. Me
pone en situaciones incómodas.
Y disfruta cada segundo de ello.
Saint se retira y presiona su frente contra la mía.
—Métete en la ducha y lávate.
Encuentro esa orden sorprendentemente insultante.
—Jódete.
Me agarra de la muñeca y me lleva en dirección a mi dormitorio.
—No hasta que te lo laves de encima.
Me lleva hasta la puerta del baño antes de que intente defenderme.
Una parte de mí quiere huir de él, pero la mayor parte de mí tiene
curiosidad por saber adónde llevará esto. Quito mi muñeca de su mano.
—Estás loco.
Me lleva al baño y luego me agarra por detrás de la cabeza. 50
—Y, joder, te encanta —dice, justo antes de que su boca caiga sobre
la mía. Me desabotonando mis vaqueros mientras me besa. Cuando los
desabrocha, arranca su boca de la mía y se arrodilla delante de mí,
quitándome los vaqueros y las bragas, instándome a salir de las prendas.
Luego tira de la camisa por encima de mi cabeza.
Enciende la ducha y me mira expectante.
—Entra, Megan.
Me encanta que no me llame Reya en este momento. Cuando dice
mi verdadero nombre, hace que parezca que está realmente celoso. Entro
en la ducha, justo cuando él empieza a quitarse la ropa.
Sé que cerró con llave la puerta principal, pero Michael podría volver.
Si olvidara algo y volviera…
Mis pensamientos se rompen cuando Saint entra en la ducha
conmigo. Agarra el cabezal de la ducha y lo saca del soporte. Lo coloca
entre mis piernas, y jadeo porque el agua aún está fría.
—¿Qué estás haciendo?
Presiona su boca contra mi oído.
—Lavando tu coño para que pueda comérmelo.
Sus palabras me hacen temblar físicamente. Apoyo mi cabeza contra
la pared de la ducha y me olvido de Michael.

51
nueve

L
as cosas han estado relativamente tranquilas desde que
Michael y las chicas se fueron. Saint ha pasado la mayor parte
de esas noches conmigo, pero dijo que no podía quedarse
anoche.
No le pregunté por qué. Ya sé por qué.
Saint trabaja en el turno de día como detective, pero puede ser
llamado en cualquier momento. Supongo que así es como puede salirse
con la suya sin estar con su esposa algunas noches, porque ella cree que
está fuera trabajando en las rondas.
No pregunto. No porque no tenga curiosidad, sino porque no tengo
espacio para curiosear. Él no me pregunta sobre Michael y las niñas, así
que no le pregunto sobre su esposa.
Cuando estamos juntos, somos Cam y Reya.
Saint y yo hemos pasado varias noches juntos siendo personajes. 52
Fingimos estar enamorados y hacemos el amor. Luego él se va por las
mañanas y yo me paso los días enteros escribiendo.
Él es bueno en esto. Tan bueno que temo tener que irme pasado
mañana. Supongo que podría extender mi estancia, pero no estoy segura
de que sea una buena idea. Cuando una persona empieza a formar una
adicción, es más fácil superarla si la deja de golpe. Eso es lo que planeo
hacer con Saint. Cuando regrese a casa, no planeo interactuar con él de
nuevo. Nunca más.
De todas formas, he escrito la mayor parte del libro sin hacer nada,
así que no es necesario que me quede. Es un primer borrador de mierda,
pero normalmente lo son. Este libro tiene agallas, sin embargo. Un alma.
Tal vez incluso un latido de corazón. Puedo sentirme en este libro, y
puede que sea el primero que he escrito por el que estoy emocionada de
publicar.
Escribo tanto cuando Saint no está aquí, que ni siquiera he tenido
tiempo de responder a las llamadas de Candice. Ella está bien con eso,
sin embargo. Ambas tenemos días en los que no queremos ser
interrumpidas. Esos son días buenos. Significa que estamos siendo
productivas, así que es algo positivo cuando no respondemos a las
llamadas de la otra.
No sé si le voy a contar lo de Saint. Es mi mejor amiga, pero a veces
ni siquiera una mejor amiga puede mirar más allá de una traición que no
tiene nada que ver con ella. Ella sabe cuánto amo a Michael, y si pudiera
traicionarlo de esa manera, se preguntaría si sería capaz de traicionarla
a ella de alguna manera igual de terrible.
No creo que le vaya a decir a ningún alma lo que he hecho. Quiero
que lo que pasó en esta cabaña quede entre Saint y yo.
Se supone que él vendrá esta tarde, después de que termine su
turno. No sé si pasará la noche, pero espero que lo haga. Solo nos quedan
dos noches juntos y egoístamente lo quiero aquí las dos.
Voy a cocinar para él esta noche. Acabo de salir del supermercado
con todos los ingredientes que necesito para hacer lasaña.
Michael odia la lasaña. Tal vez por eso la estoy haciendo. Tiendo a
buscar todas las formas en que Saint y Michael son diferentes.
Estoy a pocos kilómetros de la curva de la cabaña cuando paso por
una gasolinera. He estado buscando un periódico local y probablemente
debería llenar el tanque de gasolina antes de volver a Sacramento.
Entro en la tienda antes de cargar el tanque para revisar primero
que vendan periódicos aquí. He estado queriendo leer sobre el accidente
que ocurrió la noche en que Saint apareció en mi cabaña. Pensé en 53
añadirlo a mi libro. Tiendo a cambiar muchas escenas durante la fase de
reescritura, y estoy tentada de rehacer la escena en la que Cam y Reya
se conocen.
En este punto, creo que Saint podría realmente leer este libro. Estoy
segura de que le gustaría que incluyera algo de lo que pasó entre
nosotros. Por supuesto, yo nunca admitiría que algunas de las escenas
del libro fueron inspiradas en hechos reales. Ese será secreto mío y de
Saint.
Hojeo el único periódico que hay en el estrado, pero este pueblo es
tan pequeño que solo publican un periódico a la semana. No puedo
encontrar nada sobre la persecución policial que terminó en un suicidio.
Han pasado dos semanas desde que el tipo se disparó cerca de mi cabaña,
y el nuevo periódico sale mañana, pero debería estar en este.
Tal vez no escribieron sobre eso. O tal vez lo pase de largo.
Llevo el periódico al mostrador y se lo entrego al cajero. Es un
hombre calvo que parece tener cincuenta años.
Su vientre es tan redondo que descansa sobre el mostrador.
—¿A qué hora sale el nuevo periódico mañana? —pregunto.
Se encoge de hombros.
—Lennie los trae, así que no se sabe. A veces llega aquí cuando abro.
A veces cuando cierro. —Lo dice como si yo debiera saber quién es
Lennie—. ¿Por qué? ¿Vas a salir en el periódico o algo así?
—No. Solo busco más información sobre el suicidio de hace dos
semanas.
El hombre presiona algunos botones de la caja registradora.
—Sería un dólar con veinticinco. —Me mira y añade—: ¿Qué
suicidio?
Le doy cinco monedas de veinticinco centavos.
—No puedo recordar el nombre del tipo. Fue una persecución
policial que terminó en un suicidio por mi calle.
—¿Qué calle?
—Hunter Trail.
El hombre se ríe.
—Si hubiese habido una persecución policial y un suicidio en
Hunter, ya me habría enterado.
La puerta de la tienda suena y ambos miramos para ver a otro cliente
entrando en la tienda. El cliente ve que estoy a punto de salir, así que 54
mantiene la puerta abierta. El cajero habla con el hombre que me
sostiene la puerta.
—Louie, ¿has oído hablar de alguna persecución policial o suicidio
en las últimas semanas?
Hago una pausa y miro fijamente al hombre que acaba de llamar
Louie.
Louie mira de mí al cajero y se ríe.
—No por aquí. No hemos tenido una muerte autoinfligida desde el
2014. Ha pasado más tiempo desde que tuvimos una persecución
policial.
Siento que mis entrañas empiezan a zumbar de ansiedad.
Sacudo la cabeza.
—Pero… algo sucedió en mi camino. En medio de la noche. Un
detective vino a mi puerta…
Louie me mira de arriba abajo.
—¿Un detective? No tenemos detective, señora. ¿Eres de Los Ángeles
o algo así? ¿Eres periodista?
—No. Soy escritora… de ficción. No reportera.
Busco en mi bolso y saco mi teléfono. Me tiemblan los dedos. Me
desplazo rápidamente por la pantalla hasta encontrar mi carpeta privada.
Hace dos noches, tomé una foto mía y de Saint y la escondí en mi teléfono.
Quería recordar su rostro.
Le levanto el teléfono a Louie y le muestro la foto de Saint.
—¿Este tipo es un oficial de policía aquí? —pregunto.
Louie me quita el teléfono. Se queda mirando la foto de Saint y luego
se ríe.
—Cariño, tenemos dos policías que patrullan esta zona, y ambos
desearían parecerse a este hombre.
Esto no puede ser bueno.
Louie mira al cajero y ondea una mano hacia mí.
—Pregúntale a Bill. Esta es la única gasolinera que hay, así que el
hombre probablemente ha venido a la tienda por gasolina o lo que sea. A
menos que maneje un Tesla —murmura.
Regreso a la caja registradora y sostengo el teléfono frente a Bill, el
cajero.
—¿Sabe quién es él?
Bill sacude la cabeza.
55
—No lo conozco. Pero lo he visto. Es un rostro difícil de olvidar. Un
tipo alto. Conduce un auto negro.
Me aferro a ese trozo de información.
—¿Dónde lo vio? ¿Aquí?
Bill asiente.
—Sí. Ha venido un par de veces en la última semana. Creo que se
está quedando en uno de los alquileres porque nunca lo había visto antes
de la semana pasada.
—Tal vez sea nuevo en la zona —digo, tratando de racionalizar todo
esto—. Tal vez recién empezó a trabajar aquí como detective.
Louie puede sentir que estoy empezando a entrar en pánico.
Sus cejas se fruncen y da un paso adelante, dejando que la puerta
se cierre detrás de él. Dobla las manos sobre su vientre cuando dice:
—Señora. No sé quién es este hombre para usted… pero puedo
asegurarle que no es de por aquí. Y definitivamente no trabaja por aquí.
Bill y yo sabemos todo acerca de todos en este pueblo, a menos que estén
aquí de vacaciones en una de las cabañas.
Sacudo la cabeza, negándome a creer que Saint no es un detective
en este pueblo.
Si no es un detective, ¿qué es?
¿De dónde salió?
¿Cómo es que estos dos no saben quién es?
¿Por qué no publicaron en el periódico sobre la persecución policial?
Me siento como si estuviera enferma por todas las preguntas sin
respuesta. Abro la puerta y salgo corriendo. Escucho a Louie
llamándome, pero voy directo a mi auto. No me molesto en echar
gasolina. Conduzco lo más rápido que puedo a la cabaña porque necesito
llegar antes de que Saint se aparezca.
Necesito mi computadora.
Necesito averiguar quién es antes de que él descubra que sé quién
no es.
•••
Cuando busqué el nombre Nathaniel Saint, no encontré nada. Unos
cuantos callejones sin salida, pero no hay presencia en los medios
sociales, ni registros de nacimiento o licencias de matrimonio. Al menos
no para un Nathaniel Saint menor de ochenta años.
Mintió sobre su nombre. Eso lo sé.
Mi pierna está rebotando salvajemente bajo la mesa. Estoy al límite,
56
así que me levanto y empiezo a caminar. Para concentrarme.
Si Nathaniel Saint no es su nombre, ¿cómo voy a saber cuál es su
verdadero nombre? No tengo nada para continuar. Ninguna información.
Ni siquiera le he preguntado cuál es el nombre de su esposa.
¡La foto!
Tengo la foto que me tome con él. Tal vez pueda hacer una búsqueda
de imágenes en Google.
Me siento frente a mi portátil y me envío la imagen por correo
electrónico. La abro, la descargo, y luego la subo a una búsqueda de
imágenes en Google.
Aparecen varias imágenes. Empiezo a desplazarme por ellas, pero
ninguna es de Saint. Son todos hombres que se parecen vagamente a él.
Sigo desplazándome y desplazándome y luego veo una imagen que hace
que mi corazón caiga.
Se parece a él.
Por favor, que sea él.
Hago clic en la foto y me lleva a una página de Facebook.
La página es privada, pero el nombre no lo es. Eric Kingston. Lo
único disponible para el público son las fotos de perfil. Me desplazo a
través de ellas y no hay duda de que este es Saint.
Saint es Eric Kingston.
¿Quién es Eric Kingston?
Cierro los ojos y exhalo un aliento tembloroso.
Cierro la página privada de Facebook y abro Google. Escribo el nuevo
nombre y varios resultados aparecen.
Me desplazo a través de ellos hasta que encuentro un enlace para
Instagram. Hago clic en él, pero esa página también es privada. Joder.
Noto que el nombre que aparece en Instagram tiene un segundo
nombre: Merrell.
Eric Merrell Kingston.
Me tiemblan las manos mientras busco mi billetera. Saco mi tarjeta
de crédito y abro un sitio web de verificación de antecedentes. Introduzco
mi información de pago y el nombre Eric Merrell Kingston. Espero a que
lleguen los resultados.
Hay tantos Eric Kingston. Me desplazo a través de ellos, buscando
todos los Eric Kingston que podrían ser compatibles. Solo uno de ellos 57
tiene Merrell de segundo nombre. Hago clic tan duro en él que temo haber
roto el mouse.
Hago clic en un enlace de su página de LinkedIn y encuentro el
currículum de Eric. Lo leo, aprendiendo más sobre él en un minuto de lo
que he aprendido en dos semanas.
Eric es un guionista. Ha trabajado en varios proyectos
cinematográficos, incluso en algunos de los que he oído hablar. En los
intereses, afirma que es un lector. El sitio no ha sido actualizado este
año, pero todo parece reciente. Nada en esta página revela que es un
detective.
¿Tal vez está encubierto?
Tal vez me dio un nombre falso porque no se le permite darme su
nombre verdadero. Y tal vez no había nada sobre el suicidio y la
persecución policial en el periódico porque no es algo que él quiera revelar
al público.
Me doy cuenta de que me estoy aferrando a un clavo. Pero mientras
haya clavos para agarrar, lo haré.
Abro la pantalla que muestra un número de teléfono para Eric
Kingston. Comparo el número de teléfono con el número que tengo en mi
teléfono para Saint.
Combinación perfecta.
Dejo caer mi teléfono y me levanto, retrocediendo dos pasos de mi
computador como si fuera a hacerme daño.
¿Por qué me mentiría sobre quién es?
No tiene sentido.
Escaneo la pantalla y veo que su dirección aparece en Los Ángeles.
Eso está a horas de aquí. ¿Por qué fingiría vivir aquí?
En este momento, no me importa. Solo quiero irme.
Agarro mi teléfono y lo meto en el bolsillo. Corro a mi habitación y
saco mi maleta de debajo de la cama. No me molesto en doblar nada.
Arrojo todo lo que está dentro del armario y de la cómoda a la maleta, y
luego apilo mis artículos de aseo encima de eso.
Todo el tiempo que estoy empacando, estoy llorando. Temblando.
Rezando. Tratando de no pensar en todo lo que he hecho en las últimas
dos semanas.
¿Cómo pude ser tan descuidada?
Desconecto mi cargador de la pared, cierro la maleta y agarro las
llaves del auto del armario. Sé que dejo la mitad de mis cosas tiradas en
la habitación , pero no me importa. Necesito salir de aquí. 58
Entro en la cocina y grito.
Saint ni siquiera se da la vuelta con el sonido de mi voz.
Está de pie en la mesa… mirando la pantalla de mi portátil.
Doy un paso atrás en mi dormitorio. Intento trazar las rutas de
escape, pero a menos que pueda salir por la ventana del dormitorio antes
de que él llegue a mí, la única forma de salir de esta cabaña es a través
de las puertas delantera y trasera.
Y tendría que pasar por el lado Saint para llegar a cualquiera de
ellas.
Llevo las manos a la boca para reprimir mi llanto. Saint extiende
una mano a mi portátil y lo cierra lentamente.
Cuando empieza a darse la vuelta para mirarme, doy otro paso atrás.
Sus ojos se posan primero en mi maleta. Aprieta la mandíbula y sacude
la cabeza.
—¿Te vas?
Llevo la mano al estómago y aprieto mi camisa. Todo mi cuerpo está
temblando ahora.
—No eres un detective —susurro.
No dice nada. Sus ojos se mueven de la maleta a mi rostro. Me mira
fijamente, y estoy segura de que prefiero que hable a que me mire
fijamente. Es aterradora la forma en la que me mira.
—¿Vas… a…? —Trago—. ¿Vas a hacerme daño?
Sacude la cabeza.
—¿Qué? No —responde como si fuera una pregunta ridícula.
¿Cómo puede pensar que mi reacción ahora mismo es ridícula? No
tengo ni idea de quién es. Ninguna.
Meto la mano en mi bolsillo trasero y rezo para poder desbloquear
mi teléfono sin que él sepa lo que estoy haciendo.
Retrocedo otro paso.
—¿Por qué me mentiste?
Da un paso adelante.
—Es lo que querías, Megan.
No puedo evitar enfadarme con esa respuesta.
—¿Es lo que yo quería? ¡Ni siquiera sabía que existías antes de que
aparecieras aquí fingiendo ser un detective! ¿Le dispararon a alguien esa
noche? ¿Hubo siquiera una persecución policial? 59
Inclina un poco la cabeza, estrechando los ojos en mi dirección.
—¿No recuerdas tus palabras dos noches antes de que yo apareciera
aquí?
¿Mis palabras? ¿De qué está hablando?
»Tu video en vivo —dice, dando otro paso hacia mí—. Dijiste que
deseabas poder experimentar las cosas sobre las que escribes. Dijiste que
tu personaje era un policía. Yo te di eso.
Esto no tiene sentido. Si apareció aquí fingiendo ser un policía por
el video en vivo… eso significa que él sabía quién era yo antes de aparecer
aquí.
Él estaba viendo el en vivo cuando estaba sucediendo… dos días
antes de que lo conociera.
Lo que significa que me sigue en línea.
Mi mano sigue en mi bolsillo trasero, tratando de averiguar cómo
marcar al 9-1-1 en mi teléfono sin mirarlo. Sigo hablando, esperando que
no se centre demasiado en el brazo que tengo en mi espalda.
—¿Cuánto tiempo has estado viendo mis en vivo? —pregunto. Mi voz
es un susurro.
Se encoge de hombros.
—Un tiempo. Un par de años, tal vez.
Me cubro el jadeo con la mano y luego me llevo la mano al pecho.
—¿Estás casado?
Sacude la cabeza.
—El matrimonio no es realmente lo mío.
Lo veo en el momento en que sucede. Inclina su cabeza mientras
baja su mirada a mi brazo. El brazo que he estado escondiendo detrás de
mi espalda.
Me giro y corro hacia el baño, con la esperanza de poder encerrarme
dentro lo suficiente para hacer la llamada.
No lo logro.
Él me alcanza justo cuando llego a la puerta del baño. Me agarra del
brazo y me tira hacia atrás, y luego arranca el celular de mi mano. Lo
mira y ve que yo estaba tratando de llamar a la policía.
—¡No he hecho nada malo, Megan! —Lanza mi teléfono con rabia
detrás de él, y luego me empuja hacia la cama. Caigo, y luego me arrastro
hasta el cabecero, intentando alejarme de él todo lo que pueda—. ¿Qué
les dirías cuando se aparecieran? ¿Qué interpreté demasiado bien el
papel? 60
—¡Te has estado haciendo pasar por un policía! —digo con los
dientes apretados.
Lanza una mano frustrada al aire.
—¡Oh, vamos! ¡Tú querías esto! Tus PyR1 en línea son como una
invitación abierta a tu vida. Le dices a tus lectores dónde está tu retiro
de escritura, dejas que el mundo entero sepa cuándo estás aquí sola.
Incluso respondiste a mi pregunta en tu último vídeo cuando pregunté si
estarías dispuesta a hacer algo así. Dijiste, y cito: “Haría cualquier cosa”.
Oh, Dios mío. ¿Fue él quien hizo esa pregunta?
¿Cree que yo me lo busqué?
—Eso no fue una invitación para que te aparecieras aquí y mintieras.
—Ambos hemos estado mintiendo —dice—. No eres inocente en esto.
—¡Me atacaste en medio de la noche!
—¡Tú me lo pediste, Megan!
Sacudo la cabeza con firmeza. No me va a culpar de esto. Yo no pedí
nada. Solo porque dije que quería una experiencia en un en vivo no

1 PyR: del inglés Q&A, questions and answers, singifica preguntas y respuestas.
significa que eso fuera una invitación para que él me localizara y recreara
alguna fantasía enfermiza suya.
—Fingiste ser alguien que no eres.
—Tú también —dice rotundamente.
—¡Deja de decir eso! ¡Es diferente!
—¿Lo es?
—¡Nunca te he mentido, Saint! Sabías quién era yo antes de que te
aparecieras aquí,
Se agarra la nuca como si estuviera frustrado.
—¡Estás jodidamente casada! —grita, caminando hacia mí. Me
muevo al otro lado de la cama—. Eres una esposa y una madre y ninguno
de tus lectores lo sabe. ¡Finges ser alguien que no eres todos los días de
tu vida!
Me deslizo de la cama y pongo los pies en el suelo. Ahora estamos
en lados opuestos de la cama.
—¿Puedes culparme por tratar de mantener mi vida en privado?
¡Mira lo que pasó con la poca información que sí puse ahí fuera!
Empieza a caminar alrededor de la cama, y me doy cuenta de que 61
no tengo adónde ir. Lo único que hay detrás de mí es una pared.
Retrocedo hasta que él está directamente delante de mí. Mi corazón late
con fuerza. Mi boca está seca. Ya ha demostrado que no soy rival para él
físicamente.
—No somos diferentes, Megan —dice, su voz más baja ahora. Se
eleva sobre mí, haciéndome sentir completamente indefensa—. Solo
necesitabas inspiración. Te la di en más formas de las que podrías haber
imaginado dentro de tu cabeza. —Se inclina hacia adelante, llevando su
boca a mi oído—. Y lo amaste. De nada.
Cierro mis ojos con fuerza. Puedo decir que no ha retrocedido porque
puedo sentir su aliento contra mi mejilla. Una lágrima cae de mi ojo y
lentamente llega a mi mandíbula. Me estremezco cuando la limpia con el
dedo.
No estoy convencida de estar a salvo, pero tampoco estoy convencida
de que no tenga planes de hacerme daño de alguna manera. Al menos
físicamente. Pero saber que no está casado da un giro completamente
diferente a nuestra situación. Él no tiene nada que perder si nuestra
aventura saliera a la luz.
Yo tengo todo que perder.
Trago y luego levanto mis ojos a los suyos.
—¿Vas a decírselo a mi esposo?
Parece ofendido cuando le pregunto eso.
—¿De verdad crees que te haría eso?
—No tengo ni idea de lo que eres capaz de hacer.
Está tranquilo por un momento, a meros centímetros de mí, con sus
ojos recorriendo mi rostro. Se enfoca en mi boca y se inclina un poco
hacia adelante. Levanta una mano y toca mi labio inferior tembloroso con
sus dedos, como si quisiera besarme otra vez.
—Soy capaz de muchas cosas. Pero herirte no es una de ellas.
Estoy tratando de mantener el control de mis reacciones. No quiero
que vea lo asustada que estoy… pero tampoco quiero que vea que una
pequeña parte enferma de mí está devastada de que esto haya acabado.
—Hazme un favor, Megan —dice, con la voz baja—. Cuando termines
este libro, dedícaselo a Saint, porque él folló esa historia hasta sacarla de
ti.
Jadeo cuando dice eso, pero no porque tenga miedo. Jadeo porque
no debería sentir lo que siento ahora mismo. No debería querer que me
toque, me bese, me folle.
—Quiero irme —susurro.
Todavía mira fijamente mi boca, rozando mis labios con su dedo. 62
Sus ojos se encuentran con los míos, e ignora por completo mi petición
cerrando el pequeño espacio entre nosotros y besándome. Su lengua se
sumerge en mi boca y barre la mía, mezclando el calor de nuestras bocas.
No quiero devolverle el beso, pero tengo miedo de que mi boca me
traicione si no lo alejo de mí.
Tan pronto como presiono mis manos contra su pecho, él se aleja de
mí y da un gran paso atrás deliberadamente, dejando un espacio entre
yo y la puerta del dormitorio.
Por una fracción de segundo, veo algo en sus ojos que no había visto
antes. Es como un destello de vulnerabilidad honesta, como si no quisiera
que me fuera. Está esperando a que cambie de opinión y me quede.
Él está jodidamente loco.
No pierdo ni un segundo.
Inmediatamente me alejó de la pared, agarrando mi teléfono, mi
maleta, y luego mi portátil. No miro hacia atrás para ver si está a punto
de detenerme. Llevo todo directamente a la puerta de entrada y dentro de
mi auto. Arrojo la maleta y el portátil al asiento trasero.
Después de entrar a mi auto, cierro todas las puertas con seguro. Lo
enciendo y lo pongo en reversa.
Solo entonces me atrevo a levantar la mirada.
Saint está apoyado en la puerta delantera de la cabaña, viéndome
salir. Mantengo mis ojos fijos en él mientras retrocedo en la entrada.
Quiero asegurarme de que no venga a por mí.
Justo antes de que gire el volante para volver a la carretera, levanta
una mano y me saluda, como si nuestra despedida fuera un adiós casual
y yo no estuviera corriendo por mi vida.
Presiono el acelerador a fondo y me alejo tan jodidamente rápido
como puedo de esa cabaña. Cuanto más me alejo, más fuerte lloro.
No puedo entender lo que pasó.
Ni siquiera lo intento. Solo pienso en Michael y en mis hijas y en lo
mucho que significan para mí y en cómo mis acciones egoístas podrían
haberlos puesto en peligro.
Ni siquiera estoy segura de que estén a salvo de Saint, pero solo
puedo esperar que su retorcido juego haya terminado. Solo puedo rezar
para que él no lo lleve más lejos en el futuro.
Grito cuando un chillido me saca de mis pensamientos.
Es solo mi teléfono.
Es solo mi teléfono.
Tomo una respiración calmante y miro en el asiento del pasajero. 63
El nombre de Michael aparece en la pantalla.
Agarro el teléfono y lo contesto, tratando de mantener a raya las
lágrimas de mi voz.
—Hola —digo, mi voz suena entre lo que parece un susurro y un
grito.
—¿Estás bien? —pregunta Michael.
—Sí. Sí. Es que no me siento bien, así que iré a casa temprano.
—Oh. Está bien, se lo diré a las chicas. Estarán contentas, pero
lamento que estés enferma. ¿Quieres que te haga un poco de sopa?
Otra lágrima sale de mi ojo cuando me pregunta eso. ¿Cómo pude
haberle hecho algo tan terrible a un hombre que es tan bueno conmigo?
—Sí. Sopa estaría bien. Estaré en casa en un par de horas.
—Ten cuidado.
—Está bien. Te amo, Michael.
—Yo también te amo.
Cuelgo. Cuando llego a una señal de pare, miro detrás de mí para
comprobar si hay autos. No hay ninguno, así que desbloqueo la pantalla
de mi teléfono, abro el contacto de Saint y bloqueo su número.
Espero que eso sea su fin.

64
epílogo

—T
erminado —dice Michael, cerrando el libro.
Los dos estamos en la cama. He estado
centrada en mi portátil, fingiendo que no me
importaba cuántas páginas le quedaban, pero es lo único en lo que he
podido pensar.
Michael solía leer mis libros antes de que se los entregara al editor,
pero después del quinto o sexto, se dio cuenta de que disfrutaba aún más
leyéndolos el día del lanzamiento. El primer borrador y el producto final
siempre son muy diferentes.
—¿Y bien? —pregunto nerviosamente. Si hay algo que admiro de
Michael es su honestidad. He llegado a apreciarlo aún más desde que
dejé a Saint en la puerta de esa cabaña hace tantos meses.
—Es… —Michael me enfrenta, haciendo una pausa en sus palabras
mientras trata de encontrar las correctas—. Jodidamente brillante, 65
Megan. Como mucho, tu mejor libro hasta ahora.
Siento ese cumplido hasta mi alma.
—¿En serio?
Se inclina hacia adelante y cierra mi portátil, y la pone en la mesa
detrás de él. Luego se mueve hacia mí en la cama. Se sube encima de mí
y se inclina sobre su codo mientras usa su otra mano para alejar el
cabello de mi rostro y me besa la frente.
—No sé qué hizo diferente a este, pero se sintió… no lo sé. No puedo
expresarlo con palabras sin insultar tus otros libros. Pero se sentía
auténtico. —Me besa—. Como que me excitó, la verdad —dice con una
sonrisa. Los labios de Michael se encuentran con el punto justo debajo
de mi oreja. Me besa allí, y luego susurra—: ¿Quién es Saint?
Puedo sentir mi ritmo cardíaco mientras pasa instantáneamente de
un suave golpe a una amenazante libra.
—¿Quién? —pregunto, la palabra apenas sale de mi garganta.
Levanta la cabeza y me mira. Estudio sus ojos en busca de signos
de traición o ira, pero solo hay curiosidad en ellos.
—Dedicaste el libro a alguien llamado Saint.
Cierro los ojos, habiendo olvidado eso momentáneamente. Han
pasado seis meses desde que entregué el libro y aún más desde que
escribí la dedicatoria.
Solo seguí con la última petición de Saint porque tenía miedo de lo
que podría hacer si no lo hacía. No quería arriesgarme a hacerlo enojar.
O peor aún… darle una razón para aparecerse aquí. No tengo ni idea de
si sabe mi dirección real, pero basándome en lo poco que sé de él, no me
extrañaría.
—No sé quién es Saint —digo, esperando sonar convincente—. Hice
un concurso para mis lectores. Elegí a alguien al azar para dedicarle el
libro.
Cierro mis ojos con fuerza mientras le escupo otra mentira a
Michael. Se lo cree, porque se ríe y dice:
—Está bien. Apuesto a que le hizo el año a esa persona.
Apuesto a que sí.
La mano de Michael se mueve hacia mi pecho, así que separo mis
muslos para darle lo que sé que quiere. En segundos, está dentro de mí.
Tenemos más sexo ahora que antes de que Saint entrara en mi vida.
Creo que parte de eso tiene que ver con el hecho de que siento que he
traicionado a Michael de tantas maneras, que hacer el amor con él es mi
66
Ave María. Si le doy a Michael su cosa favorita, quizá borre algunas de
las cosas terribles que he hecho.
Pero ahora también hago el amor con Michael más a menudo porque
cuando está dentro de mí, me gusta cerrar los ojos y fingir que Saint me
está follando.
No importa cuánto intente no hacerlo… siempre estoy pensando en
Saint.
•••
Una hora después, Michael está a mi lado en la cama, roncando
ligeramente.
Saco mi portátil y hojeo todas las reseñas que postearon hoy.
Normalmente no hago esto el día del lanzamiento, pero este libro es
diferente. Necesito leer todas las reseñas que han escrito sobre él porque
gran parte de este libro fue escrito por experiencia. Algo que nunca había
tenido.
No puedo evitar preguntarme si Saint compró una copia cuando
llegó a las estanterías hoy. ¿Ya lo ha leído? ¿Siquiera dejaría una reseña?
¿Dejaría una pista en su reseña para que yo supiera que es él?
Justo cuando estoy a punto de cerrar mi portátil y dar por terminada
la noche, recibo una notificación por correo electrónico. Hago clic en él y
en cuanto leo el asunto, siento ese calor familiar deslizándose por mi
pecho y dentro de mi estómago.
El correo no es de Saint. Es de la compañía de alquiler que uso para
reservar la cabaña. La cabaña a la que juré que nunca volvería.
El asunto dice: Confirmación de reserva.
Estoy confundida, porque no hice ni haría una reserva en esa
cabaña otra vez. Abro el correo, y es su correo electrónico de confirmación
estándar. La cabaña ha sido reservada a mi nombre por catorce días, a
partir del próximo viernes.
Está marcado como prepagado.
Me quedo mirando mi pantalla en shock cuando otro email llega
desde una dirección que no reconozco.
Lo abro inmediatamente, pero el correo es corto.
Todo lo que dice es:
Es hora de empezar a escribir tu próximo libro, Megan.

F I N 67
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