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TEMA IX

LA TEOLOGÍA BARROCA (SIGLOS XVI-XVII)

1.- INTRODUCCIÓN
Después de la Reforma Tridentina la vida de la iglesia vuelve a alcanzar
poco a poco un nivel elevado en todos los órdenes. El apelativo de “Teología
Barroca, para designar a la teología posterior a Trento, ha sido aceptada casi
generalmente, pretendiendo dar a entender que la Teología también se vio
afectada por ese espíritu postridentino que se refleja en el Arte, de algún modo.
Lo que caracteriza especialmente el periodo fueron las controversias ad intra, en
torno a la cuestión de la relación gracia-libertad, como la de “auxiliis gratiae” o
posteriormente la, también larga, controversia jansenista.
En la segunda mitad del XVI se opera un cambio de orientación en el
trabajo teológico, dando lugar un nuevo esplendor de la Teología. Es una
Teología Escolástica renovada. Al concilio de Trento sucedió no solo un
extraordinario florecimiento de la vida religiosa y de disciplina eclesiástica, sino
que al mismo tiempo se produjo un resurgir de todas las ciencias teológicas.
En la Edad Media, el florecimiento de la Escolástica estuvo
estrechamente ligado al nacimiento de las Universidades. Ahora, en la Época
Moderna, su renovación estuvo también vinculada a la formación de nuevos
centros de gravedad de la Universidades Europeas.
Sin embargo, la Renovación de la Escolástica, que imprimió sello a la
época, no partió de las Universidades de centro Europa o Francia, sino de
España, cuyas universidades, en tiempo del Concilio de Trento hasta fines del
siglo, llevaran la voz cantante: Salamanca y Alcalá de modo especial. Así pues,
la influencia y predominio español será característica esencial de la Teología de
esta época. La pujanza teológica española influyó, además, de modo
especialmente vivo y benéfico en Roma y Alemania meridional. Esto hizo que
Roma viniera a ser lo que no había sido nunca en la Edad Media y
Renacimiento, esto es, una verdadera fortaleza de los estudios teológicos.
Otra línea capital de expansión y de influjo de la Escolástica Renovada
española la constituyeron las Universidades alemanas de Ingolstadt y Dillingen,
ciudadelas de la contraofensiva católica en el Imperio. Al frente aparece el
español Gregorio de Valencia, formado en la Universidad de Salamanca.

1.- LA TEOLOGÍA DE LA CONTROVERSIA


La teología postridentina, en general, tiene un carácter mucho más
constructivo y positivo que en la época anterior. Sin embargo, todavía en esta
época se sigue practicando la teología polémica o de controversia, en
confrontación con los protestantes. Pero la Teología Controversia postridentina
es muy diferente a la de la primera hora. Ahora es mucho más sistemática y
ordenada, y, sobre todo, de mayor eficacia que la de la época precedente.

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1.1.- Roberto Belarmino
Es el más grande teólogo controversista de su época. Nació en
Montepulciano (Toscana) y murió en Roma casi de 80 años. Era sobrino del
Papa Marcelo II. En 1560 entra en el noviciado de los jesuitas de Roma. Cursó
teología en Padua y Roma; y, desde 1569, en Lovaina, donde por entonces
enseñaba M. Bayo, quien recibió en aquellos momentos una censura del Papa
Pío V a causa de sus opiniones heterodoxas. Recibe la ordenación sacerdotal en
1570. En otoño de 1570, con solo 28 años, comienza su docencia en el colegio de
los Jesuitas de Lovaina, fundado como contrapeso a las tendencias heterodoxas
de la Universidad. En 1576 marchó a Roma a ocupar la cátedra de
Controversias en el Colegio Romano. Allí tuvo tal éxito que hubo muchas
presiones para que se escribiese un libro.
Efectivamente se dedicó a escribir su obra más famosa: De controversiis
Christianae fidei, que fue apareciendo en varios volúmenes desde 1586 a 1593, y
que publicó en Ingolstadt con el fin de facilitar su difusión entre los
protestantes. Esta obra es una síntesis de la teología controversial católica del
siglo XVI. El contenido de esta obra es una exposición de los problemas de la Fe
de la época expuestos en tres grupos fundamentales:

a) Sobre la Palabra de Dios y la Tradición; sobre Cristo, que es la


Palabra personal de Dios hecha carne; sobre la iglesia, templo y
órgano de la Palabra de Dios;
b) Acerca de la gracia, de la libertad, del pecado y de la
justificación;
c) Sobre los medios de comunicación de la gracia, o de los
sacramentos.
Por este tiempo es nombrado rector del colegio romano (1592-1594), bajo
cuyo gobierno los estudios prosperaron grandemente. Poco después es
nombrado provincial de Nápoles (1594-1597), permaneciendo alejado de Roma
unos años.
El Papa Clemente VIII le encarga la confección de dos catecismos: el
Catecismo menor (1597) y el Catecismo mayor (1598) para catequistas. El Papa
prescribió estos catecismos para los Estados Pontificios que estuvieron en vigor
hasta el siglo XX. Fue su obra más difundida.
En 1599 es nombrado cardenal por Clemente VIII. Por estas fechas el
papa le pide su parecer sobre la controversia De auxiliis. Belarmino redacta un
memorial rechazando la postura de Báñez, OP, y defendiendo a Luis de Molina,
SJ, con alguna corrección.
En 1610 escribe: De potestate Summi Pontificis in rebús temporabilus, que
produjo una violenta polémica tanto de los defensores de la “potestas directa”
como entre los protestantes. En esta obra Belarmino supera la concepción
medieval sobre el poder del Papa in temporabilus defendiendo la potestas
indirecta.
Murió en Roma en septiembre de 1621. Poco después, en 1627, se abre su
proceso de canonización; sin embargo, no será beatificado hasta 1923 y
canonizado en 1930. Un año después en nombrado doctor de la Iglesia.

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2.- ESCUELA DE SALAMANCA
Se suele distinguir entre la primera y la segunda Escuela de Salamanca.
La línea divisoria se situaría en el maestro Mancio de Corpus Christi y su
llegada a la cátedra de Prima salmantina (1564-1675).
Se dan diferencias importantes entre la primera y la segunda Escuela
Salmantina. En la segunda época se va perdiendo, al menos parcialmente, la
frescura y la potencia teológica. Ello se debió en gran medida al cambio de
circunstancias históricas acaecido en torno a los años 60 en España:
descubrimiento de focos seudomísticos y protestantes en Valladolid y Sevilla, lo
cual hizo que el ambiente religioso e inquisitorial se endureciese y se crispase
en cierto modo. ¿Cuáles fueron las diferencias entre la primera y la segunda
Escuela?

1) Mientras el tomismo de Vitoria era un tomismo abierto,


ahora la Escuela se va deslizando hacia un tomismo
cerrado, de escuela. Antes el comentario de la Suma era
ocasión para tratar muchos temas actuales, era un
comentario amplio y libre, que sirve de punto de
referencia; ahora se trata cada vez más de un comentario
literal y estricto.
2) En la primera Escuela, el cultivo de las fuentes positivas de
la Teología era cada vez mayor (Sagrada Escritura,
Padres, concilios, Historia, etc.). Ahora priva el aspecto
teórico y especulativo de la Teología, se va perdiendo el
equilibrio entre Teología positiva y Especulativa, a favor
de esta última.
3) La Segunda Escuela se distinguirá por el cultivo de la
metafísica en la línea de Cayetano. Báñez será el gran
metafísico. Se exagera el valor de Aristóteles en Teología,
precisamente en el clima antirracional creado por los
protestantes.
4) Decrece el tono humanístico y práctico de la Teología de la
primera época. No se trata tanto de una teología viva,
concreta del enfoque moral de los problemas, cuanto de
una especulación que deriva hacia problemas teóricos y
de puros principios.

2.1.- Domingo Báñez (1528-1604)


Nació en Valladolid. Estudió artes en Salamanca (1543). Allí ingresó en el
convento de San Esteban (1546), donde conoció a los grandes maestros
dominicos. Cursó los estudios teológicos también en Salamanca (1548-1552),
siendo discípulo de Melchor Cano.
A petición de Domingo Soto comienza enseguida su docencia en San
Esteban que duró nueve años, en el que enseña artes y Teología a religiosos

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jóvenes (1552-1561). Continúa su docencia teológica en Santo Tomás de Ávila
(1561-1567), donde conoció a santa Teresa de Jesús, de la que fue confesor y
gran impulsor de su reforma.
En 1557 gana la cátedra de Durando de la Universidad salmantina (1577-
1581). Al morir Medina, catedrático de Prima, oposita a dicha cátedra, cuyo
oponente era Juan de Guevara, que llevaba 20 años fue el verdadero mentor de
la ciencia sagrada en Salamanca, participando en asuntos de importancia y
repercusión universal al mismo tiempo. Por encargo de la Universidad trabajó
en la reforma gregoriana del calendario; intervino en la revisión del Índice de
los libros prohibidos, fue hombre de confianza de Felipe II, que se apoyó en él
para resolver asuntos de gran importancia. A partir de 1588 intervino en la
controversia De auxiliis con los jesuitas, de forma principal.
En 1601 se retira de la docencia y permanece en el convento de San
Andrés de Medina del Campo hasta su muerte acaecida en octubre de 1604.
Sus obras fundamentales:
- Comentarios a la Suma. Fruto de su docencia
- Relectio de mérito et augmento charitatis. Salamanca 1590
- Apología adversus…Ludovici Molina. Madrid 1595
- Producción en la controversia De auxiliis.

Bañez intervino en la controversia sobre la gracia (De auxiliis gratiae)


entre dominicos y jesuitas a fines del siglo XVI. La controversia comenzó en
1588 cuando el jesuita Luis de Molina († 1600) publicó en Lisboa su obra
Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis, dando una interpretación nueva del
pensamiento de santo Tomás sobre el problema. Los dominicos, con Bañez a la
cabeza, rechazaron esta interpretación y reforzaron la tradicional.
Se encendió así una polémica teológica entre jesuitas y dominicos que
durará dos siglos sin llegar a solucionarse del todo. En efecto, el modo de
compaginarse la gracia divina y la libertad humana será una cuestión teológica
que quedará abierta a la discusión. Desgraciadamente, en esta controversia se
enciende la rivalidad entre las dos escuelas teológicas hasta límites
desproporcionados, enconándose los ánimos de tal manera que era casi
imposible un diálogo teológico constructivo.
La teología de Bañez, por lo demás, no es demasiado original y creativa,
sino que fundamentalmente se limita a exponer la doctrina tradicional de santo
Tomás con gran vigor teológico y metafísico. Fue uno de los mejores
comentadores de santo Tomás de todos los tiempos.

3.- LA ESCUELA JESUÍTICA


La aportación teológica de la Compañía de Jesús en esta época fue de
primera magnitud. Quizá sea la Escuela Teológica más nutrida y vigorosa del
momento. La mayoría de ellos fueron españoles y se formaron en Salamanca y
Alcalá. De la época gloriosa de la primera Escuela de Salamanca aprendieron el
espíritu y los métodos de una teología renovada y enormemente poderosa, que
asimilaron perfectamente y extendieron por gran parte de las Universidades
europeas. Se puede afirmar así que la Escuela Jesuítica fue uno de los

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principales vehículos de expansión de la Teología renovada salmantina. Las dos
características principales de esta Escuela Jesuítica son:
a) El tomismo ecléctico o amplio. A pesar de su veneración por
santo Tomás, rindieron culto a un cierto eclecticismo que
aprovecha los resultados de la investigación y del espíritu de
su tiempo. Por esta razón se nota un cierto espíritu crítico a las
aportaciones de los siglos precedentes.
b) El fuerte cultivo de la Teología positiva (bíblica, histórica, etc)

3.1.- Francisco de Toledo (1532-1596)


Nació en Córdoba hacia 1532. Su padre era juez escribano y de
ascendencia judía. En 1556 estudia teología en Salamanca simultaneando sus
estudios con el profesorado en Artes a los 23 años. Fue discípulo de Domingo
Soto, quien dijo de él que era un verdadero prodigio.
En 1558 entra en la Compañía de Jesús. Consta que ya era sacerdote.
Hizo un corto noviciado en Simancas y, en seguida, el general Laínez lo llamó a
Roma para ser profesor del Colegio Romano. Su profesorado en Roma abarca
10 años (1559-1569) de donde datan todas sus obras. Durante siete cursos
seguidos, Toledo comentó toda la Suma de santo Tomás; dichos comentarios
fueron publicados el siglo pasado con el título: In Summam Theologicam enarratio.
Durante este tiempo, Toledo dirigió también caos prácticos de moral o
casos de conciencia que fueron editados después de su muerte bajo el título
Instructio sacerdotum.
A partir de 1569. Bajo el pontificado de Pío V, es llamado a trabajar en la
Santa Sede y comienza a intervenir en los asuntos de la Iglesia con diversos
encargos. En 1570 intervino en el proceso al famoso arzobispo Carranza, dando
un dictamen favorable al arzobispo.
Gregorio XIII le envió en 1580 a Lovaina a discutir con Bayo su postura
teológica, consiguiendo la rectificación oficial de este, aunque el bayismo debía
aún colear muchos años.
Otro de los grandes trabajos que hizo Toledo a la Iglesia fue su
intervención en la corrección del texto de la Vulgata. Tras muchas vicisitudes,
Clemente VIII confió el trabajo casi exclusivamente a Toledo y fue él quien fijó
el nuevo texto y lo enriqueció con notas. En 1592 la revisión quedó lista y se dio
a la imprenta la Vulgata Clementina.
Intervino en el asunto de la reconciliación con la Iglesia Católica del rey
francés Enrique IV de Navarra. Intervino en el nombre del Papa sobre los
aspectos teológicos y canónicos de la absolución del rey, que era calvinista. El
Papa Clemente VIII le nombró cardenal en 1593 en pago por todos sus servicios.
Era el primer cardenal jesuita. Murió en Roma en 1596 fue enterrado en Santa
María la Mayor por voluntad suya, como manifestación de amor a la Virgen.
Sus obras principales son los Comentarios a la Suma (Enarratio). La
Instructio sacerdotum fue editada en 1601 y tuvo una gran difusión. Se trata de
un verdadero compendio de Teología Moral en forma casuística, muy
consultado, paralelo al de Juan Azor. Los Commentaria a los evangelios de Juan

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y Lucas y, sobre todo, sus Commentaria et adnotationes in Epistolam ad Romanos,
en la que sigue la línea exegética antiprotestante. Intervino de manera
fundamental en la famosa cuestión del interés de los préstamos, en un
momento de gran auge del comercio. Hasta el momento se pensaba que todo
interés de los préstamos era inmoral. Él contribuyó a rectificar.

3.2.- Francisco Suárez (1548-1617)


Nació en Granada en 1548. Inicialmente estudia derecho en Salamanca
(1562-1564). Entra en la Compañía de Jesús en 1564 (le fue denegado tres veces
el ingreso por falta de talento). Posteriormente estudió también en Salamanca
Filosofía (1564-1566) y Teología (1566-1570). En su formación recibió el influjo
de la escuela de Salamanca y de su renovación teológica. Fue denunciado dos
veces por antiaristótelico. También fue acusado de antitomista.
Fue llamado a Roma, donde ocupó la primera cátedra de Teología en el
Colegio Romano (1580-1585) regresa a Alcalá por enfermedad y comienza la
preparación de las Disputationes Metaphysicae, publicadas en 1597 como base de
su Filosofía Cristiana.
De nuevo por enfermedad se traslada a Salamanca y se dedica a
preparara sus obras y su publicación. Destacamos: De sacramentis y De verbo
Incarnato. Por imposición del rey Felipe II se traslada a Coimbra, donde ocupó
la cátedra de Prima. En 1601 explica el tratado De Legibus, que publicará algunos
años después. Muere en 1617.
Entre sus obras destacamos su famosa Disputationes Metaphysicae (1597)
es un intento de cristianización de la Filosofía al tiempo que intenta
proporcionar al teólogo una propedéutica fundamental para su labor teológica.
Queriendo hacer un resumen de los fundamentos metafísicos, resultó una obra
voluminosa y exhaustiva; quizá el tratado metafísico más acabado de la
Escolástica del siglo XVI.
La aparición del tratado De Deo uno et trino (1606) marca una nueva etapa
metodológica en su producción. Abandonando la forma de comentario a la
Suma de santo Tomás, publica en lo sucesivo tratados sistemáticos
independientes, basados en las lecciones de su cátedra, o requeridos por las
circunstancias, pero con forma y sistemática propia.
Por encargo del general de la Compañía, Aquaviva, compuso su obra De
Religione (1608-1611) sobre la espiritualidad de la Compañía de Jesús. El Papa
Paulo V le encargó, a su vez, la obra Defensio fidei catholicae adversus anglicanae
sectae errores (1613), de carácter apologético, como visión general de las
controversias entre católicos y anglicanos, contra el rey Jacobo I de Inglaterra.
La obra generó una amplia controversia doctrinal y diplomática; siendo
quemada en Londres y París.
Una de sus obras más acabadas y clásicas es su tratado De legibus ac Deo
legislatore (1612), en una obra magnífica sobre el Derecho de Gentes y de la
Filosofía cristiana del Estado. Los temas principales son la fundamentación
teológica de la Ley, el Derecho Natural, etcétera; la doctrina teológica sobre la
sociedad civil (política); el Derecho de Gentes (o Internacional); la teoría e la
potestad indirecta de la Iglesia sobre el Estado.

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La idea básica del ius gentium es la doctrina de la limitación del poder de
cada Estado por el hecho de estar integrado en una comunidad de naciones.
Aquí Suárez desarrolla la doctrina de Vitoria: los diversos Estados está ligados
por una especie de solidaridad común y obligaciones recíprocas; de alguna
manera, los diversos Estados son miembros de esta Comunidad supranacional,
y de esta unidad internacional nace el ius gentium, que es un derecho positivo
de tipo consuetudinario y consensual admitido por todos los pueblos como
base de sus relaciones mutuas.
Por sus concepciones jurídicas, Suárez es considerado en la actualidad
como uno de los principales filósofos del Derecho y, junto con Vitoria, el
fundador del Derecho Internacional moderno.
Fue el más fecundo de todos los escolásticos de los cuatro últimos siglos.
Sus obras abarcan todas cuestiones que el Angélico sintetizó en la Suma
Teológica. De otra parte, hay que señalar que Suárez desarrolla las cuestiones
teológicas con el método aprendido en la Escuela de Salamanca, esto es:
1) Delimitación exacta del problema;
2) Exposición y crítica de las opiniones anteriores
3) Argumentación en base a la Sagrada Escritura, Tradición y
Magisterio;
4) Discusión especulativa y valoración (o censura teológica).

4.- CONTROVERSIAS SOBRE GRACIA Y LIBERTAD


La controversia De auxiliis gratiae fue quizá la controversia más dura en la
forma y extensa en el tiempo, de todas las ocurridas en este período histórico en
el campo católico. Comenzada a fines del siblo XVI, esta controversia enfrentó a
dos grandes escuelas teológicas del momento: la jesuítica (molinismo) y la
tomista dominicana (bañecismo) en torno al problema de las relaciones gracia-
libertad, y más concretamente en torno a la obra del jesuita Luis de Molina,
Concordia liberi arbitrii cum gratiae donis, publicada en Lisboa en 1588, en la que
exponía una solución a la cuestión planteada.
El problema es de los más antiguos que se ha planteado el hombre
religioso. La pregunta que se hace es: ¿Cómo se concilia la libertad humana con
la omnipotencia y la presciencia divina? O dicho en términos más precisos
¿Cómo se concilia la libertad del hombre con la necesidad e infalibilidad de la
gracia eficaz de Dios para toda obra buena? Los dos extremos están
representados de una parte, por la teoría de Pelagio, que subraya la autonomía
de la voluntad libre del hombre y su capacidad para obrar el bien por sí misma
(Pelagianismo); y, de otra parte, por Lutero y el protestantismo, que acentúa
fuertemente la omnipotencia y el absoluto señorío de Dios, y la corrupción de la
naturaleza humana a causa del pecado original, de forma que se llega a la
negación absoluta de la libertad del hombre para obrar el bien.
El Concilio de Trento, siguiendo los datos de la Revelación, frente a los
protestantes, señala los límites del problema: la justificación es obra de Dios que
transforma íntimamente el ser del hombre y lo hace hijo de Dios por adopción;
pero, junto a esto, en el proceso de la justificación el hombre no se comporta
como sujeto pasivo e inerte, sino que debe cooperar a la acción de Dios y

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responder a su llamada. Es decir, el Concilio defiende los dos términos del
problema: sentido absoluto y radial de la acción de Dios y libertad humana. Lo
que el Concilio no hizo fue explicar cómo se compaginan ambos elementos en
una síntesis equilibrada. Esta será la misión de los teólogos. Y esta síntesis,
dentro del marco de la doctrina definida, será en último término., el objeto de la
controversia De auxiliis que nos ocupa.
La solución a esta cuestión fundamental se buscó en el seno de las dos
grandes escuelas teológicas de la época: la dominicana o tomista y la jesuítica.
Tanto Bañez (1528-1604) como Molina (1536-1600) tratan de poner de acuerdo la
libertad humana con la presciencia divina, la providencia y la predestinación; es
decir, la causalidad absoluta de Dios y la libertad humana, aunque por diversos
caminos. Al final ninguna de las dos soluciones enfrentadas da respuesta
satisfactoria a los interrogantes planteados.
Aun a riesgo de simplificar un tanto las cosas, se puede afirmar que la
Escuela dominicana subraya especialmente el poder soberano de Dios, mientras
que la Escuela jesuítica acentúa la libertad del hombre ante la llamada.
Los dominicos acusaban a Molina y los jesuitas de que, por salvar la
libertad humana, destruían el concepto de gracia y rebajaban la omnipotencia
de Dios; los jesuitas acusaban a los dominicos de que, para salvar la
omnipotencia de Dios, destruían la libertad humana.
La postura jesuita la podemos resumir así: frente a la postura de los
protestantes de natura corrupta y la consiguiente infravaloración del poder del
espíritu humano en el campo de la acción moral y religiosa, la escuela jesuítica
acentuaba la importancia del dinamismo espiritual y moral del sujeto humano y
la realidad de la libertad de indiferencia.
En el plano de la gracia esto equivalía a afirmar que los hombres podían
responder de manera distinta a la llamada y al influjo divino, o, en otras
palabras, que la gracia dejaba intacta la libertad de respuesta. Esta actitud servía
para explicar el caso de rechazo y oposición a la gracia, pero no para explicar el
obrar meritorio y virtuoso del hombre, para el cual es absolutamente necesario
el auxilio de la gracia de Dios.
El molinismo busca la solución al problema mediante el concepto de
“ciencia media” de Dios: por ella, Dios conoce los futuros contingentes, en virtud
de lo cual sabe lo que el hombre haría si tuviera esta o aquella gracia; y así da al
hombre una gracia determinada, que no es eficaz por su propia naturaleza, sino
por la realidad de los hechos, que Dios conoce con toda certeza por la ciencia
media. Con esta ciencia, Dios conoce de antemano las futuras acciones libres y
condicionadas del hombre, Así, en tanto que conocimiento previo, salvaguarda
tanto omnipotencia y omnisciencia de Dios, como la libertad del hombre.
Frene a la teoría de Molina, los dominicos, con Bañez a la cabeza, se
presentan como defensores de la trascendencia absoluta y la omnipotencia de
Dios. La dificultad esencial que opondrían al molinismo es que en esta teoría la
criatura libre no se halla sometida a la influencia decisiva e íntima de Dios (de
su gracia) al menos en el momento de su respuesta a la gracia preveniente. En
este instante, el hombre actuaría con independencia de la Causa Primera (Dios),
con plena libertad de indiferencia; la voluntad divina quedaría aquí en

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suspenso, en espera de la decisión de la voluntad humana. Dios, en cierta
manera, dejaría de ser Dios, puesto que la orientación de su querer y de su
obrar dependería de la iniciativa de la criatura.
Bañez tiene como punto central de su pensamiento es el concepto de
praemotio o praedeterminatio physica de Dios. Con esta premoción física, que se
diferencia de una mera influencia moral, Dios es causa de todas las acciones
humanas, de acuerdo con la naturaleza del hombre; i.e., Dios es quien
determina la voluntad del hombre de acuerdo con la propia naturaleza del
hombre que es un ser libre; por esto Dios con su acción omnipotente no elimina
la libertad, sino que la fundamenta.
Después de años de discusiones el papa Clemente VIII nombró una
comisión especial de ocho consultores, presididos por dos cardenales, con el fin
de examinar las obras de Molina. En esta los jesuitas pretendían que se
examinase a fondo la cuestión teológica; mientras que los dominicos
propugnaban que el examen se limitase a las obras de Molina. Prevaleció la
postura de los dominicos. Comenzaron así las sesiones de la Congregación De
auxiliis, que duraron desde 1598 hasta 1607: nueve años de discusiones
interminables. En 1598 la Congregación decidió prohibir las obras de Molina,
censurando 61 de sus tesis.
Muere el Papa y su sucesor Paulo V reabrió la causa, haciendo que se
examinase, también la doctrina de Bañez. El fallo fue favorable a Bañez.
Finalmente, el papa declaró que la doctrina de los dominicos se
diferenciaba esencialmente de la calvinista; e igualmente la de los jesuitas, de la
pelagiana. La resolución definitiva podía esperar a que la cuestión se dilucidase
mediante ulteriores estudios teológicos. De este modo disolvió la Comisión y
ordenó que ninguna de las partes calificase a la opuesta con censura alguna (28
de agosto de 1607). En definitiva, la cuestión quedaba indecisa y ambas partes
quedaban en libertad para enseñar sus respectivas doctrinas, pero con rigurosa
prohibición de no calificar como herética la opinión contraria. En 1611 el Santo
Oficio prohibió seguir escribiendo o publicando sobre la cuestión De auxiliis sin
permiso de la Santa Sede.

5.- EL JANSENISMO
Los movimientos heterodoxos que surgen hacia la mitad del siglo XVI en
adelante se deben en gran medida al influjo de las teorías protestantes. Un caso
característico es el de Bayismo, que surge en la Universidad de Lovaina, la cual
intervino desde el principio en defensa de la fe católica contra el luteranismo. El
protestantismo enseñaba la corrupción total de la naturaleza humana como
consecuencia del pecado original. En varios puntos importantes se acercaba
Miguel Bayo a estas ideas protestantes: sostenía el carácter natural del estado
primitivo e identificaba el pecado original con la concupiscencia. El hombre
caído no tiene ya poder para obrar el bien en el orden moral y por eso peca
siempre.
Contra el Bayismo y el Jansenismo, que de él se derivaba, la Iglesia hubo
de afirmar la capacidad para el bien del hombre caído. Y, como Bayo y Jansenio
repetían las fórmulas de san Agustín, La Iglesia tuvo a veces que condenar estas

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formulas, en el nuevo sentido que recibían de estos discípulos extraviados del
doctor de la gracia.
En el contexto de la disputa con el luteranismo, Bayo quiso argumentar
retornando a las fuentes puras: Sagrada Escritura y Santos Padres, sobre todo, a
san Agustín, pero purificándolo de las mediaciones escolásticas.
El Bayanismo, con su pseudoagustinismo a cuestas, va a ser la fuente de
los principales errores teológicos de los siglos XVII y XVIII. De él deriva el
Jansenismo en todas sus formas.
El jansenismo constituye un hecho histórico complejo y enormemente
variado en su evolución temporal. Tiene como punto de arranque la figura de
Cornelius Jansenio (1585-1638) y su obra fundamental, el “Agustinus”, pero su
proyección y vitalidad se debe principalmente a su íntimo amigo Jean
Duvergier de Hauranne, más conocido por St. Cyran (1581-1643), y a su
defensor Antoine Arnauld (1612-1694), doctor de la Sorbona, lugar donde libró
las mayores luchas en su favor.
En el jansenismo se pueden distinguir tres aspectos:
1) El aspecto dogmático-doctrinal. Su objetivo es el retorno a la
pura doctrina de san Agustín.
2) El aspecto moral-espiritual. Cuyo rasgo principal es el
rigorismo y el retorno a la austeridad del cristianismo
primitivo
3) El aspecto eclesiástico-disciplinar. En el sentido de pretender
una auténtica reforma religiosa, con un rechazo, cada vez
mayor, de la Iglesia jerárquica, que es infiel a los orígenes
cristianos. En particular se dará un cierto rechazo de la
autoridad del papa a favor de los obispos, que acabará
confluyendo con el galicanismo posterior.

En el aspecto dogmático se pueden distinguir a su vez tres etapas,


jalonadas por otros tantos documentos magisteriales:
a) El Jansenismo primitivo. Condenando las cinco proposiciones
sacadas del Agustinus. Bula Cum Occasione (1653) de Inocencio
X
b) Quesnel. (1634-1719) y la condena de las Reflexiones morales
en la bula Unigenitus (1713) de Clemente XI.
c) El jansenismo italiano. Y el sínodo de Pistoya (1786)
condenado en la constitución Auctorem fidei 81794) por Pío VI.

Cornelio Jansenio había nacido en Holanda y desde muy joven conoció


las tensiones entre la Iglesia católica y el calvinismo. Cursó teología en Lovaina
con J. Janson, un discípulo de Bayo. Se traslada a París a continuar sus estudios
y allí conocerá a J. Duvergier. Ambos trabajaron durante años enteros,
consagrándose al estudio de los Padres de la Iglesia, en especial san Agustín,
con el fin de reencontrar así el verdadero cristianismo conforma al cual
deberñia reformar la vida religiosa presente. Juntos trazaron planes para
reformar el pensamiento teológico y la vía religiosa. St. Cyran escribirá su obra

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Petrus Aurelius de hierarchia y Jansenio, su célebre Agustinus de humanae naturae
sanítate. Uno se ocupaba de la constitución y de la vida eclesiástica y el otro de
las cuestiones doctrinales de fondo (el problema de la justificación y de la
gracia).
Posteriormente se separaron: Jansenio volvió al norte ocupando en
Lovaina una cátedra de Sagrada Escritura y St. Cyran se dedicó a profundizar
en la vida religiosa.
Jansenio en poco tiempo se había creado un nombre y el rey de España lo
nombró obispos de Ypres (1636). Fue un prelado piadoso y deseoso de reforma.
Murió dos años después contagiado por la peste.
Sus amigos, a quienes dejó los manuscritos de sus obras, publicaron
primero sus obras exegéticas y después, en 1640, el célebre Agustinus. En su
testamento dejó escrito que se sometía en todo al juicio de la Iglesia como hijo
obediente.
Los jesuitas intentaron la prohibición de publicar la obra bajo el pretexto
de la prohibición de la Santa Sede de publicar nada sobre las cuestiones
relativas a la gracia y el libre albedrío sin permiso expreso de la Santa Sede.
Pero esta prohibición no había sido publicada oficialmente en Lovaina, cayendo
en el olvido. Cuando esta llegó al norte de Europa la obra ya estaba en las
librerías.
Como el Agustinus tuvo un gran éxito los jesuitas belgas lo atacaron
públicamente afirmando que contradecía la doctrina de Trento y que era afín a
las teorías calvinistas. Finalmente, Roma prohíbe el Agustinus y las tesis de los
jesuitas.
En síntesis ¿qué afirmaba Jansenio en su obra? Frente a la autonomía del
hombre, representada por el humanismo de diverso matiz, él creía deber suyo
defender los derechos de la Majestad Divina. Por eso renunciaba de algún
modo a la especulación racional en teología. Buscaba un Teología más pura,
más pegada a las fuentes y más viva. A él le bastaban la Sagrada Escritura y los
Santos Padres, sobre todo el Doctor gratiae san Agustín.
Para Jansenio, el estado de gracia de nuestros primeros padres en el
paraíso era algo debido a la naturaleza. Enseñaba que por el pecado original la
naturaleza humana se corrompió totalmente y quedó sometida a la
concupiscencia, siendo solicitada irresistiblemente por las criaturas o por la
gracia de Dios. Lo que no es de la gracia (del amor de Dios) es pecado. Por otra
parte, Dios concede su gracia solo a los elegidos (predestinados), a los demás
los condena a la reprobación eterna. Esta es en síntesis las ideas de Jansenio. Las
concomitancias con el protestantismo son evidentes.
Estando, así las cosas, como, a pesar de la orden pontificia imponiendo
silencio, las ideas del Agustinus se iban extendiendo más y más. Se propusieron
a la Facultad de Teología de París las célebres cinco proposiciones extraídas del
Agustinus para que emitieran un juicio sobre ellas.
Entonces la mayor parte del episcopado francés, unos 90 obispos,
pidieron al Papa que interviniese. Inocencio X, tras cuatro años de estudio serio,
encomendando a una comisión imparcial, condenó como heréticas las cinco
proposiciones, en la bula Cum Occasione de 1563. En ella se ponía de relieve que

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en la doctrina jansenista se negaba realmente el libre albedrio y la voluntad
salvífica universal de Dios.
Todavía coleó el Jansenismo en Francia tras la condena pontifica. Influía
en ello, entre otros factores, la negación más o menos directa del galicanismo
del primado del Papa; el galicanismo estaba tan arraigado en Francia que no
aceptaban sin reparos las bulas pontificias. Y más cuando estas, en sus
consecuencias condenaban también el rigorismo tal y como se enseñaba y se
vivía en Port-Royal.

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