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En este momento, el médico del trabajo tendrá que operar con extrema cautela
y tacto - sobre todo si el riesgo detectado es importante - y, juntamente con los técni-
cos de higiene y seguridad, trabajando en colaboración y no en competición, tomar las
condignas medidas preventivas, todo lo cual deberá ser informado al personal expues-
to sin gestos alarmistas ni expresiones truculentas.
La acción prevencionista del médico del trabajo debe ser serena, firme y soste-
nida cuando del control de las enfermedades profesionales se trata. Cuando se detec-
tan o sospechan sustancias agresivas, es obligación del médico y de los profesionales
de la higiene y seguridad, capacitar a todos los empleados - cualquiera fuere el nivel -
acerca de los riesgos y la manera de prevenirlos.
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fesional. Como se comprenderá, todo esto requiere verificación por parte del médico
para poder afirmar ante el juez que tal obrero padece tal enfermedad por tal sustancia
o por el medio ambiente donde desempeña sus tareas.
François Jacob dice que "una característica del pensamiento científico es la de
conocer las incógnitas y las deficiencias, la de plantear continuamente las preguntas
bajo nuevas formas, la de buscar siempre la posibilidad de una explicación nueva. El
pensamiento científico no está basado en una verdad dada una vez para siempre.
Construye una teoría que en un momento determinado da cuenta de las informaciones
de la mejor forma posible. Pero está siempre dispuesto a cambiar la teoría, si es nece-
sario, y echar la vieja a la basura para adoptar una que se ajuste mejor a las nuevas
observaciones…" 3.
Previsibilidad de lo imprevisto
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Para nosotros el accidente de trabajo resulta de un compromiso originado en
una situación de desadaptación del sistema hombre-máquina-ambiente, configurando
una deflagración energética descontrolada, súbita, imprevista, aunque sea previsible.
El albañil que trabaja sobre un andamio sabe - prevé - que si éste se rompe o
zafa de sus puntos de apoyo, provocará su caída, porque todos los días se rompen
andamios y… los huesos de los trabajadores por desconocimiento, indiferencia, impru-
dencia o desadaptación, todo lo cual configura conductas o procedimientos inseguros
de trabajo.
El accidente se caracteriza por el "aquí", el "ahora" y a "este trabajador”. Es un
hecho o contingencia no obligada - ni mucho menos fatal - que, aun provocado por
una misma causa, no se produce nunca de la misma manera y sólo las consecuencias
son imprevisibles y distintas. Agreguemos que las causas de los accidentes de trabajo
son inespecíficas y el suceso no depende del trabajo en sí sino de la circunstancia
riesgosa inherente a su desempeño que produce un hecho súbito que reviste carácter
de "escandaloso", al decir de Baselga Montes 10
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La forma de producirse una lesión es el mecanismo según el cual el daño tiene
lugar: caída. choque contra, esfuerzo mayor, aplastamiento, ahogamiento, etc. Es cla-
ro que estos mecanismos están en la esencia del origen, de la causa o etiología del
suceso: quien se cae a nivel o con desnivel; quien choca contra un objeto; quien recibe
un golpe por caída de objeto, está sufriendo una lesión tipificada según su forma de
producción y ese origen puede encontrarse en cualquier actividad del hombre, sea la-
boral o recreativa, lo cual no cambia la naturaleza del hecho y, sea una u otra la forma
de producirse el daño - laboral o extralaboral - , ello sólo tiene importancia para enjui-
ciar circunstancialmente ese hecho: con motivo del ejercicio del trabajo, de un deporte
u otro motivo que trasciende el factor causa para asumir el factor imputabilidad jurídica
que permita establecer la responsabilidad.
El trabajo, como el deporte, el hogar, la vía pública, representan circunstancias
en que la lesión tiene lugar, cualquiera fuere la causa, y se encuadran, a los efectos le-
gales que puedan derivar de esas lesiones, en fueros distintos: civil, penal o laboral.
Resumiendo: la causa del daño es el mecanismo material o humano que pro-
voca la lesión, y el trabajo es la condición circunstancial calificadora del mismo.
Esto nos lleva a considerar los términos "accidente de trabajo" y "accidente en
el trabajo". Resulta para nosotros una preocupación semántica que concierne al signi-
ficado e interpretación de expresiones que nos obligan a reflexionar sobre qué se en-
tiende cuando decimos accidente "del trabajo", "accidente deportivo" o "accidente en el
hogar".
Entendemos que el calificativo laboral, deportivo, hogar, tránsito, significan la
circunstancia fáctica o, si se quiere, el fuero donde deberán ventilarse las secuencias
legales de esos sucesos. Tal el fuero penal, civil, comercial, laboral, que indica el mar-
co jurídico donde debe sustanciarse el caso.
El trabajador que se hiere con una sierra trabajando por cuenta ajena, sufre un
accidente cuya causa es la sierra, pero dada la circunstancia que deriva del contrato,
será el fuero laboral donde se diriman las responsabilidades.
Cuando un asesino mata a un tercero, el agente del homicidio es el arma utili-
zada y es el fuero penal donde se substanciará la causa. Es decir: la adjetivación de la
circunstancia en que se produce el hecho que marca la imputabilidad del mismo - la-
boral, civil, penal, etc. - no es de naturaleza fáctica sino jurídica y servirá para estable-
cer el resarcimiento, la pena o la absolución.
De ahí que consideremos que es más correcto hablar de "accidentes en el tra-
bajo" en vez de accidentes del trabajo, de la misma forma que hablamos de acciden-
tes en el hogar o en la vía pública, no "del" hogar ni "de" la vía pública.
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gundo caso, se suspende la relación hombre-trabajo en forma tajante, que puede ser
temporal - hasta corregir las causas de la desadaptación - o definitiva.
Desde el objetivo de la medicina, de la seguridad, la ergonomía y la fisiología
del trabajo, el estado de perfecto equilibrio del hombre en el desempeño de su tarea
debe apoyarse en modelos y diseños ergonómicos, de estructuras y locales de trabajo
adaptados a las exigencias psicofisiológicas del hombre, todo lo cual nos lleva a afir-
mar que debe eliminarse la frase "adaptación del hombre a su tarea" por ser un con-
cepto caduco reñido con los más elementales principios preventivos de los riesgos
profesionales.
Este planteo es tarea irrenunciable del médico que haga verdadera medicina
del trabajo .Nada fácil, por cierto. Pero de la ciencia y de la técnica en cualquier orden
en que nos toque vivir, construir o modificar, propiciando las excelencias que todo acto
del hombre debe exigir para el logro de una mejor calidad de vida.
La medicina del trabajo es una medicina social y como tal debe encararse. No
entenderlo así, es llevar al fracaso toda gestión de medicina, de higiene y de seguridad
en el trabajo. Por eso, en reemplazo de la denominación primitiva "servicios de medici-
na del trabajo" de la Recomendación nº 112 de la O.I.T. (1959) l2, la Organización ha
optado por la designación más exacta de "servicios de salud de los trabajadores", en-
tendiendo por tales "los servicios principalmente dedicados a tomar medidas preventi-
vas que se hayan establecido para asesorar a los empleadores, a los trabajadores y a
sus representantes acerca de:
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También se ha dudado frente al diagnóstico de hepatitis B - durante un brote
epidémico - descubierto en el consultorio de la fábrica cuando el trabajador acude al
médico porque no se siente bien, con epigastralgia y vómitos o estado nauseoso, lo
que a través del interrogatorio, sumado a los análisis de laboratorio requeridos para
estos casos, orienta el diagnóstico y provoca la baja médica de la víctima. Hubo inten-
tos, en los casos que se diagnostican durante la jornada laboral, de imputarlos al tra-
bajo con argumentaciones apresuradas y con mucha carga política, pero carentes de
rigor científico. De allí el bautismo de una nueva entidad nosológica de la jurispruden-
cia que se dio en llamar "enfermedad del trabajo" que viene a sumarse al híbrido "en-
fermedad-accidente" y que permitieron incluir aquellas enfermedades dentro del marco
de la ley 9688.
Estos diagnósticos no médicos se han constituido en el atajo supletorio que
urge evitar y ponernos de acuerdo sobre el tema porque todas estas denominaciones
están revestidas de un halo jurídico que nada tiene que ver con la medicina, salvo la
palabra "enfermedad" y cuyos alcances se han pautado a partir de la vigencia de la re-
ciente ley 23.643.
Introducción
Las enfermedades profesionales son una realidad innegable en el desempeño
de ciertas profesiones que desde los albores de la humanidad han acechado y ataca-
do despiadadamente a los trabajadores expuestos a determinadas labores que mina-
ban su salud y que terminaban, al cabo de cierto tiempo, en la muerte.
Cuando comienza la explotación descontrolada del hombre por el hombre en
las nefastas épocas de la llamada revolución industrial con sede en Inglaterra; cuando
el maquinismo transforma brutalmente la producción a tal punto que un ladrillero fabri-
caba 450 ladrillos por día con sus manos y ahora alcanza a 22.000 unidades en el mis-
mo tiempo; cuando el trabajo se transforma en un tributo, confundiendo materia prima
con materia humana, contabilizando las ganancias y las pérdidas con la destrucción
tanto del material técnico como del material humano, se comprende el discurso del di-
putado Juan F. Cafferata en la Cámara en el año 1934: "Graves responsabilidades pe-
san sobre el patrón que sólo ve en el obrero una máquina más de la que puede usar a
voluntad, sin más criterio que la utilidad que le reporta, así como al Estado, cuando no
interviene para garantizar la salud y la vida del obrero" 1
¿Qué ha cambiado después de 50 años? Aunque se disimule, persiste en la
intimidad del dador de trabajo una exigencia más cercana a la servidumbre que a la
solicitud de servicio que le puede brindar el ser humano. Y el Estado, indiferente es-
pectador del drama a pesar de las leyes que tutelan los infortunios del trabajo, y la rea-
lidad de lo que se vive todavía en muchos países desarrollados y subdesarrollados en
materia de prevención y protección de la integridad psicofísica del trabajador que es
decepcionante y amarga. Las estadísticas mundiales lo avalan.
En tanto y en cuanto la avidez de la producción y las exigencias de la econo-
mía "antisocial" de mercado enceguezcan la visión del empleador para visualizar las
angustias y las esperanzas frustradas de quien le brinda el caudal inacabable de su
esfuerzo, los excesos de la injusticia persistirán hasta…
Hasta... Esta palabra es el horizonte sin límites. la palabra meta, la que interro-
ga con el "hasta cuándo" y el "hasta dónde".
A lo largo de la cruenta historia del trabajo que hemos descripto, esta situación
se ha mantenido y, a pesar de los adelantos de la ciencia v de la técnica y al mejor
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control que hoy se ejerce sobre la patología profesional, el trabajo sigue siendo muti-
lante y deletéreo, cobrando víctimas por doquier, por lo que la lucha preventiva consti-
tuye un verdadero desafío a la inteligencia y a la capacidad de médicos, ingenieros de
medio ambiente, sanitaristas, técnicos en seguridad, ergónomos y muchos especialis-
tas más que, en actitud multidisciplinaria y mancomunada se han empeñado y se em-
peñan denodadamente en paliar las consecuencias nefastas del trabajo mal diseñado,
mal organizado y peor administrado en cuanto a la prevención de riesgos profesiona-
les se refiere.
Sabemos que en el desempeño de sus tareas, el hombre está expuesto a dos
tipos fundamentales de infortunios: el accidente de trabajo y la enfermedad profesio-
nal, constituyendo hechos reales, tangibles, diseminados en un verdadero intríngulis
lleno de confusiones que dificultan el entendimiento entre los obligados a interpretar-
los, tanto en el terreno de la medicina como en el del derecho laboral.
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misma siempre y no otra, salvo los casos que analizaremos en el Capítulo II de la Par-
te Segunda, que trata de !as estresopatías.
f) diátesis;
g) hipersensibilidad;
h) atopía;
i) inmunodeficiencia;
Todo ello teniendo en cuenta siempre que las respuestas del organismo huma-
no son distintas en forma, extensión y profundidad. Esto resulta de suma importancia
para el perito médico. Como se ve, este panorama complica enormemente el juicio en
la calificación veraz de las enfermedades profesionales porque este tipo de enferme-
dades afecta a un cierto número de hombres expuestos y no a otros en las mismas
condiciones, y antes de su expresión clínica (siempre con la misma sintomatología
para la misma causa), requiere un período determinado de tiempo.
La silicosis pulmonar obedece a la acción del óxido de silicio y no a otra sus-
tancia; el saturnismo es consecuencia del plomo y no de otro metal, afectando siempre
de la misma manera el organismo porque cada uno de los diferentes tóxicos tiene una
"predilección tisural" determinada. De ahí que las causas y las consecuencias de las
enfermedades profesionales sean perfectamente identificables.
Como hemos visto, el profesor Haber, basándose en el concepto de "dosis-res-
puesta" y contrariamente a lo que ocurre en el accidente de trabajo, expresa que la en-
fermedad profesional se caracteriza en que la agresión se produce a dosis baja, en
tiempo prolongado y con efectos crónicos. La enfermedad profesional se espera que
afecte a todos o a casi todos los expuestos al agente agresor si no se toman las medi-
das preventivas correspondientes.
A mayor abundamiento, mencionemos a Lefort y Courtin cuando afirman que
"la enfermedad profesional no es un hecho excepcional y podría afirmarse, es la resul-
tante fatal del ejercicio continuo de la profesión que se diferencia del accidente de tra-
bajo por ser éste fortuito", y a Ollive y Meingnen, quienes distinguen ambos infortunios
fundándose en que "lo característico de la enfermedad profesional es que son el resul-
tado de una causa inherente al ejercicio normal y habitual de la profesión, lo cual la co-
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loca en oposición formal al accidente, que es factor anormal". Con lo que estamos ple-
namente de acuerdo.
No obstante esta posición, leemos en un trabajo sobre manifestaciones respira-
torias de las enfermedades profesionales, cuya autoría corresponde a los colegas
Bondancia y Werner, lo siguiente: "Hemos tomado el criterio de enfermedad profesio-
nal en su concepto más amplio, es decir, como sinónimo del quebrantamiento de la
salud por acción de agentes vinculados al trabajo, incluyendo así tanto el caso agudo,
accidental, como a los que se desarrollan con cronicidad" 2.
Respetamos la opinión unicista de los distinguidos colegas, pero no coincidi-
mos respecto del concepto etiopatogénico que, como sabemos, difiere sustancialmen-
te entre una lesión aguda y una lesión crónica, como lo afirman Lefort, Courtin, Ollive,
Meingnen y otros autores vernáculos.
Repetimos: no se deben confundir los efectos agudos de los crónicos aun
cuando se adopte "el concepto más amplio". Pruebas al canto:
El cloro y sus compuestos son de uso corriente en la industria química, en la in-
dustria del papel y otras, y el riesgo de los trabajadores expuestos es siempre de tipo
accidental, con sintomatología aguda irritante de las vías respiratorias que puede lle-
gar, en determinados casos, al edema pulmonar agudo.
En cuanto a la intoxicación crónica, digamos que "numerosas observaciones
sobre personal que ha trabajado más de 40 años en contacto con cloro, comprueban
que no tiene efectos acumulativos. por lo que se descartan lesiones crónicas" (Casti-
ñeira) 3.
Respecto de las citas bibliográficas que mencionan el "cloroacné" como enfer-
medad profesional originada por este gas, no está probado que sea el cloro el causan-
te de esta dermatosis, sino que su origen estaría en el alquitrán de hulla que interviene
en los ánodos de grafito y afecta al personal de plantas de producción de cloro.
Este ejemplo nos indica que no se debe confundir ni mezclar efectos agudos y
crónicos cuando se habla de enfermedades profesionales, y esa diferenciación debe
ser condición principal porque ayuda a encarar el tratamiento y a tomar las medidas
preventivas necesarias para neutralizar el riesgo.
Es más: los mismos autores - refiriéndose a los sucesos accidentales deriva-
dos de la profesión - expresan que "es deseable para el especialista en medicina del
trabajo, que en la práctica no necesite aplicar conocimientos ante el resultado alar-
mante de una exposición accidental", y en cuanto a las enfermedades profesionales
propiamente dichas, su intervención deberá ser precoz, preventiva, aunque, como los
mismos autores expresan, "muchos de los cuadros escapan a la órbita del médico del
trabajo y son diagnosticados por especialistas neumonólogos que indican una lamen-
table evidencia de su fracaso como prevencionista". Que es una verdad de perogrullo.
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ante la menor sospecha de agresión de una determinada tarea o del medio ambiente
donde ella se lleva a cabo. exija el estudio de la situación solicitando la colaboración
de los expertos en la materia. Y puede ocurrir que las condiciones y el medio ambiente
laboral (CyMAT) sean calificados como "normales", considerado este término como lí-
mite aceptable no injurioso, es decir, respetando las concentraciones máximas permi-
sibles (CMP) y encontrar, no obstante, trabajadores afectados todavía comprendidos
dentro de los períodos evolutivos lº ó 2º.
Esto nos indica que los umbrales límites establecidos internacionalmente no
son más que parámetros estadísticos probabilísticos no excluyentes ni determinantes
en el marco de la biología. Lograr la identificación de alteraciones en fase subclínica
es hacer medicina preventiva, por lo que el ingeniero ambiental y el médico del trabajo,
actuando estrechamente unidos, podrán intercambiar opiniones técnicas en sus res-
pectivos campos de actuación y hacer una labor preventiva químicamente pura para
beneficio de los trabajadores acechados por los riesgos propios de su oficio. Que no
son pocos ni todos conocidos.
Como dice Malboysson - y compartimos su opinión - , "el verdadero problema
del médico del trabajo es la prevención, radicando su interés en la eliminación del ries-
go para evitar que otra persona en el mismo trabajo adquiera la enfermedad, y poco
importa, para ese médico, que tal o cual daño sea legal o no y que sea o no indemni-
zable".
A continuación nuestro enfoque de tiempo preventivo y tiempo reparador:
Tiempo preventivo:
Períodos lº y 2º:
Médicos, ingenieros y técnicos.
Tiempo reparador:
Períodos 3º, 4º y 5º:
Medicina, rehabilitación; Derecho, indemnización.
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3) Los trastornos orgánicos o psíquicos que provoca.
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Esta 3ª condición es para nosotros muy importante y, al respecto, citamos, de
nuestra casuística. Ia peritación que sigue 24:
M.H.P. reclama indemnización por padecer una gastritis hipertrófica crónica
que vincula al contacto con hidrocarburos. El reclamante es expendedor de combusti-
bles en una estación de servicios. Los estudios muestran efectivamente, la existencia
de dicha gastritis por biopsia (¿Síndrome de Ménétrier?).
Teniendo en cuenta la patología características de los hidrocarburos, especial-
mente los de la serie aromática o cíclica (serie del benceno) y que el obrero expendía
nafta (sinonimia: gasolina, bencina, ligroína), que es una mezcla de hidrocarburos con
5 al 10 % de benceno, indagamos la posible acción sobre los tejidos hematopoyéticos
que son los de elección del benceno y encontramos: hemograma normal; medulogra-
ma por punción esternal normal. Estudio neurológico: normal.
La etiología de las gastritis es poco conocida (Bockus), mencionándose el al-
cohol, el tabaco, los condimentos, ciertos medicamentos, factores endócrinos e inmu-
nológicos (autoinmunidad) o bien la ingesta accidental de venenos químicos.
4ª) Relación anátomo-clínica. Es necesario que la enfermedad esté unida a
una sucesión de síntomas y manifestaciones características que muestran un encade-
namiento anátomo-clínico suficiente para la instalación de la enfermedad. Muchas ve-
ces, gracias a esta sucesión anátomo-clínica de los síntomas, puede identificarse la
acción de determinada noxa sobre el organismo.
5ª) Condición temporal. Como hemos dicho, la cronicidad es condición insepa-
rable para el diagnóstico y evolución de una enfermedad profesional.
6ª) La afección no existía antes. El examen médico preocupacional es la única
vía útil para establecerlo, lo que se logra con la estricta aplicación de la ley 19.587, por
parte del empleador.
7ª) Exclusión de causa extraña al trabajo. La agresión debe estar limitada y ser
específica de la tarea que se desempeña.
La sumatoria de estas siete condiciones diagnósticas son suficientes para esta-
blecer presunciones graves, precisas y concordantes en favor de la imputabilidad, aun-
que la ignorancia parcial del mecanismo productor de la enfermedad en estudio no de-
bilita la relación vinculante causa-efecto, no siendo necesario inventar explicaciones
patogénicas a menudo artificiales y de escaso contenido científico.
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d) la enfermedad agravada o exteriorizada por el trabajo.
Con esta clasificación creemos abarcar todo el espectro infortunístico que ace-
cha y agrede al trabajador, en la convicción de que resulta suficiente tanto para la me-
dicina como para el derecho del trabajo y la seguridad social, sin alterar en absoluto
los derechos inalienables del trabajador en cuanto a la justa reparación del daño que
cualquiera de esos infortunios puedan provocarle.
Basta de creaciones jurisprudenciales circunstanciales que entorpecen el racio-
cinio y el juicio final y desatan controversias estériles e inconducentes. creando falsas
expectativas frente a los fines propuestos por la medicina y el derecho como son el
diagnóstico veraz y la reparación correcta del daño al trabajador y, sobre todo, a la
prevención sistemática de los factores de riesgo causantes de esas lesiones vincula-
das al trabajo.
En base a la clasificación que proponemos se podrán encuadrar los infortunios
inherentes al trabajo de manera razonable, clara y de concepción científica. Que es
nuestra humilde intención.
Si para manejar una terminal de computación se exigiera que el usuario sea un
técnico diplomado en electrónica, no habría mercado para este adminículo creado por
la técnica. cuya simplicidad es tal, que lo ha llevado al uso doméstico. Creemos que la
simplificación es la madre de la generalización y de la utilización. Simplificar para tipifi-
car, he ahí la cuestión.
Nuestra clasificación se basa fundamentalmente en una primera y neta diferen-
ciación entre lesiones agudas y lesiones crónicas como condición diferencial relevante
para el diagnóstico médico y la imputabilidad legal. Una cosa es el daño agudo, y otra
muy diferente, el crónico. En nuestra clasificación incluimos en las lesiones agudas el
accidente de trabajo y la enfermedad accidental, y entre las crónicas, la enfermedad
profesional propiamente dicha o tecnopatías y la enfermedad agravada o exteriorizada
por el trabajo.
Un ejemplo aclarará la cuestión: el flúor puede causar lesiones de tipo agudo
tales como dermitis, quemaduras químicas, conjuntivitis, edema pulmonar agudo o
bronconeumopatías agudas que representan situaciones etiológicas de alta agresión
al decir de Haber, accidentales, cuyo período de exteriorización es inmediato y perfec-
tamente identificable en cuanto al agente causal, forma, lugar y momento de produc-
ción del daño.
En cambio - siguiendo con el ejemplo - , podremos hablar de enfermedad pro-
fesional provocada por el mismo flúor, cuando el perito diagnostica un "síndrome os-
teoligamentario con osteocondensación difusa asociada a calcificaciones de los liga-
mentos o de la membrana interósea radiocubital", lesiones éstas que necesitan por lo
menos diez años para manifestarse y un tiempo de exposición al flúor que se extiende
a los ocho años.
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o psíquico que afecte al ser humano. Si esta "lesión" está vinculada al hecho o a la
ocasión del trabajo, será imputada a éste en los términos de los artículos 1 y 22 de la
ley 9688 y su modificatoria, la ley 23.643.
El argumento fundamental de nuestras definiciones está basado en la división
de las lesiones en agudas y crónicas, como hemos visto en la clasificación preceden-
temente comentada.
a) Lesiones agudas.
1) Definición de accidente. - “Es el acontecimiento fortuito, súbito, inespe-
rado, involuntario, instantáneo, inespecífico, con liberación energética
descontrolada de alta agresión, que ocurre en tiempo y lugar determina-
do y que puede provocar lesiones. Cuando este acontecimiento sucede
por el hecho u ocasión del trabajo se identifica la figura del accidente la-
boral”.
Analicemos esta definición.
I) “Es el acontecimiento fortuito, súbito, inesperado, involuntario, ins-
tantáneo, inespecífico", porque deben darse determinadas condicio-
nes concurrentes, sean materiales o humanas, para que, súbita-
mente y de manera inesperada (se espera que un accidente nunca
ocurra), se deflagre la energía potencial acumulada en el riesgo y/o
en el factor humano v el Siniestro se produzca.
II) "Con liberación energética descontrolada de alta agresión", porque
el accidente es una verdadera explosión o implosión de energía
cuya intensidad es variable y descontrolada. Su alta agresión es típi-
ca de todo accidente (Haber).
III) "Que ocurre en tiempo y lugar determinado y que puede provocar
lesiones", porque la ocurrencia de un accidente tiene fecha y lugar.
Respecto de las consecuencias, podrá provocar lesiones al trabaja-
dor pero también puede resultar indemne aunque la deflagración de
energía produzca la interrupción del desarrollo normal del trabajo.
Esto permite diferenciar accidente con baja médica de accidente sin
baja, cuasi accidente o incidente, que, no obstante, deberán compu-
tarse a los fines no sólo estadísticos sino, fundamentalmente, pre-
ventivos.
IV) “Inespecífico", porque este concepto de inespecificidad es un argu-
mento diferencial de primer orden. El accidente de trabajo no tiene
causa específica, sea única o sean múltiples, sean de origen mate-
rial, humano o asociado. Si un trabajador asciende por una escalera
con peldaños deteriorados y sufre una caída. a la causa material -
peldaño en malas condiciones - se suma el factor personal que re-
sulta del comportamiento o conducta insegura por parte de la vícti-
ma (factores asociados).
2) Definición de enfermedad accidental. - “La enfermedad accidental
inherente al trabajo es la enfermedad que sucede indirectamente a la
causa accidental originaria, constituyéndose en una concausa contem-
poránea o sobreviniente que complica o agrava las consecuencias del
accidente”.
Como expresamos reiteradamente, se destaca la conjugación de dos
hechos de distinta naturaleza y origen pero estrechamente concatena-
dos, siendo la enfermedad sobreviniente consecuencia indivisible del
accidente originario, cualquiera fuere su naturaleza. Y sobre todo, esta
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denominación permite eliminar definitivamente el híbrido "enfermedad-
accidente" de reiterado uso en jurisprudencia. Volveremos enseguida
sobre este tema.
b) Lesiones crónicas.
1) Definición de enfermedad profesional (tecnopatías). - "Son enfermeda-
des profesionales las que se presentan con frecuencia constante en un
grupo de trabajadores expuestos a las mismas condiciones y medio am-
biente de trabajo y cuya etiología es específica, única, acumulativa. que
provoca siempre la misma enfermedad y cuya exposición requiere cier-
to tiempo para manifestarse clínicamente y ocasionar incapacidad labo-
rativa".
Analicemos esta definición.
I) Presentación con frecuencia constante a un determinado grupo de
trabajadores expuestos a la misma noxa y trabajando en las mismas
condiciones y medio ambiente de trabajo.
El riesgo en juego - cualquiera fuere su naturaleza - ataca al azar
no a un determinado trabajador expuesto, sino a la mayoría de ellos
o a todos - se espera - los que se verán afectados en un momento
dado.
II) El padecimiento es efecto específico de la tarea desempeñada. El
término “exclusivo" del artículo 145 (decreto del 14/1/1916) es im-
procedente porque descarta toda posibilidad sustitutiva, alternativa,
poniendo un cerrojo hermético a la polifacética estructura de la pato-
logía profesional tan proteiforme. De ahí que nos parece más técni-
co, más conveniente y menos cerrado, pero también más académi-
co, el término “específico" que permite caracterizar y distinguir una
cosa de otra. Esta especificidad etiológica deberá ser probada aten-
to los términos del nuevo régimen legal vigente en esta materia.
III) Necesidad de un determinado tiempo de exposición. Condición fun-
damental e inexcusable, es variable para cada sujeto. Antiguamen-
te, la estadística declaraba ciertos oficios como generadores de en-
fermedades. Tal la tuberculosis de los sastres, relojeros e impreso-
res de antaño que se calificó como enfermedad profesional hasta
que se demostró que estos trabajadores eran de físico endeble (los
tísicos) que elegían estos trabajos porque las exigencias de la tarea
eran ligeras, de escaso esfuerzo corporal, lo que contrastaba en los
casos de trabajadores robustos, indemnes al mal aun desempeñan-
do tareas más exigentes y fatigosas. De ahí que los datos estadísti-
cos eran falsos en esa época porque la tuberculosis atribuida a esos
oficios no era efecto específico del tipo de trabajo, sino que la elec-
ción instintiva de los mismos por personas débiles o enclenques, era
lo que explicaba el aumento de la tuberculosis pulmonar.
Sí, en cambio, debemos tener presentes las auténticas enfermedades
provocadas por un determinado trabajo o por su ambiente y no otro. en
los que la noxa, cualquiera fuere su naturaleza, atacará a un mismo
grupo profesional expuesto a lo largo de un determinado - aunque no
preciso - tiempo de exposición.
Por ejemplo: es efecto específico del trabajo el neumatocele del con-
ducto de Stenon de los sopladores de vidrio, el calambre del telegrafis-
ta, la tenosinovitis del antebrazo del filetero del pescado - como noso-
tros la hemos estudiado y publicado - , la silicosis pulmonar de los obre-
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ros de minas y canteras expuestos al polvo de granito (sílice), el cáncer
del etmoides de los trabajadores de cierto tipo de maderas, la dermatitis
del aceite, las leucemias provocadas por las radiaciones ionizantes, el
cáncer atribuido al monómero de cloruro de vinilo, etc.
Por eso coincidimos con Baader cuando expresa que "lo decisivo en la
posición diagnóstica de una enfermedad profesional es la etiología", ya
que la verdad clínica es, para el médico, el camino fundamental del que
no debe apartarse, como afirma Dantín Gallego.
Ello se logra por una buena anamnesis dirigida a detectar la relación de
la enfermedad con el trabajo actual y trabajos anteriores, y esto es res-
ponsabilidad directa del médico en general y del médico del trabajo en
particular, así como del empleador que debe propiciar y no eludir los
exámenes médicos para prevenir estas enfermedades. Cabe aquí una
reflexión: es común que en las historias clínicas se consignen los térmi-
nos "operario" o "trabajador" o "empleado" con que la Oficina de Perso-
nal remite al postulante a empleo al Servicio de Medicina del Trabajo de
la empresa. Esto no basta porque para el médico del trabajo es indis-
pensable saber qué tipo de trabajo va a desempeñar el trabajador pro-
puesto.
Siguiendo con el análisis del tiempo de exposición, reiteramos que el
accidente es un acontecimiento circunstancial y, en cambio, la enferme-
dad profesional propiamente dicha es un acontecimiento habitual bajo
condiciones de higiene y seguridad deficientes o descontroladas. La
noxa agresiva se instala en el lugar de trabajo en forma persistente, no
potencial sino activa, sea en la tarea en sí, sea en el medio ambiente
donde ésta se desarrolla, afectando siempre a más de un trabajador ex-
puesto a las mismas condiciones agresivas o tóxicas.
Reiteramos que no hay enfermedad profesional aguda. Quede este
concepto médico bien grabado en el lector. Por lo demás, la enferme-
dad profesional, cualquiera sea su naturaleza, admite la posibilidad de
ser reproducida experimentalmente en animales de laboratorio. En apo-
yo de nuestra definición, Achával sostiene que "son aquellas (las enfer-
medades profesionales) que se originan y desarrollan en el ejercicio de
una profesión, producto de la acción reiterada y lenta de los elementos
normales del trabajo".
2) Definición de enfermedad agravada o exteriorizada por el trabajo (enfer-
medad ocasional). - "Es aquella enfermedad en la que el trabajo obra
como causa inespecífica desencadenante, propiciatoria, exteriorizadora
o aceleradora de un proceso patológico preexistente de origen congéni-
to o adquirido, que causa incapacidad laborativa".
Esta definición tiene sustento jurídico en la teoría de la indiferencia de la
concausa, de pacífica aplicación en la doctrina y la jurisprudencia nacio-
nal, constituyéndose como concausa preexistente el proceso patológico
subyacente y como agente causal el desempeño de determinado traba-
jo agravador o exteriorizador de dicho proceso.
Ejemplos de enfermedad agravada o exteriorizada por el trabajo son los "esta-
dos anteriores" - así llamados por la medicina - tales como los terrenos varicosos, las
artropatías lumbares crónicas, las atopías, las alergias, el terreno asmático, la diabetes
y otros que, en determinado momento y por causas derivadas del desempeño del tra-
bajo. originan incapacidad.
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A este respecto. citemos un fallo que expresa que "no es necesario que el tra-
bajo actúe en el organismo del trabajador como factor directo, único, exclusivo; basta
que obre concausalmente en la aparición o la agravación de la enfermedad". Las vári-
ces - sigue el fallo - son consideradas indemnizables siempre que se pruebe categóri-
camente la influencia de la permanente posición de pie durante el trabajo, sin que in-
fluya la predisposición en virtud del principio de indiferencia de la concausa 4.
En este tipo de infortunios crónicos destacamos la existencia de una patología
anterior no vinculada a la tarea en sí misma o a su medio ambiente, a la que el desem-
peño del trabajo, en forma inespecífica, exterioriza, altera o agrava. Contrariamente a
la enfermedad profesional, que tiene carácter específico y responde a determinada ta-
rea, la enfermedad agravada carece de la condición de especificidad.
Cuando Marc dice que "la injuria profesional es todo daño que sufra el trabaja-
dor en su salud originado o agravado por el trabajo", confunde conceptos, pues la
agravación de un estado patológico anterior motivada por el trabajo no es una enfer-
medad profesional propiamente dicha - una tecnopatía - sino la consecuencia de las
CyMAT. Que una enfermedad profesional determinada se agrave por la acción persis-
tente de la exposición a una determinada noxa vale, claro está: una hipoacusia induci-
da por el ruido industrial o un saturnismo se agravarán en tanto y en cuanto no se to-
men las medidas preventivas correspondientes y el trabajador continúe expuesto al
riesgo sin solución de continuidad.
La enfermedad profesional, como la hemos definido, se prevé que afecte a un
número determinado de trabajadores expuestos y no a uno solo - lo que sería excep-
cional - ni, tampoco, a todos, lo que establece una franca diferencia con la enferme-
dad agravada por el trabajo que puede ser selectiva dentro del grupo profesional afec-
tado. Es la circunstancia de lugar de trabajo y la condición de su desempeño, el leitmo-
tiv de la agravación.
La diferencia marcada entre enfermedad accidental y enfermedad agravada o
exteriorizada por el trabajo es que en la primera se trata de la existencia de una con-
causa sobreviniente y en la segunda de una concausa preexistente, lo que la medicina
llama "estado anterior" o "predisposición". Por otra parte, en el caso de la enfermedad
accidental, no necesariamente se espera que la misma se repita, ya que puede produ-
cirse una sola vez; en cambio, en el caso de enfermedad agravada o exteriorizada por
el trabajo, se espera la repetición de la misma manifestación patológica si no se toman
las medidas preventivas y/o terapéuticas necesarias y el riesgo etiológico continúa ac-
tuando. La cronicidad de estas manifestaciones no está en la expresión sintomática de
la enfermedad en cuestión sino en el terreno apto para que esta enfermedad se mani-
fieste. El asmático que sufre un acceso agudo provocado por las CyMAT tiene un te-
rreno crónico, congénito o adquirido, que provoca la sintomatología aguda incapacitan-
te. Este es el sentido que damos a la denominación "enfermedad agravada o exteriori-
zada por el trabajo" y la propuesta de su inclusión en el cuadro de las lesiones cróni-
cas.
En materia de enfermedad agravada por el trabajo, no enferma quien quiere
sino quien puede.
Este tipo de enfermedades condiciona no pocos problemas, y suelen plantear-
se situaciones discutibles - cuando no conflictivas - en cuanto a la imputabilidad mé-
dico-legal por las dificultades con que se tropieza para poner en evidencia la relación
causa-efecto inherente al trabajo, sobre todo respecto del dictamen médico. La Orga-
nización Panamericana de la Salud (OPS) dice que "el médico no sólo debe conocer
las enfermedades y las incapacidades de origen profesional, sino también adentrarse
en la comprensión del posible papel que juegan los factores laborales en el desarrollo
y empeoramiento de las enfermedades o incapacidades no siempre asociadas con el
medio ambiente laboral" 5.
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Cabe aquí la mención de la llamada "enfermedad del trabajo" que, al igual que
el concepto de "enfermedad-accidente", la jurisprudencia ha incluido como infortunio
del trabajo reparable.
Según Vázquez Vialard, las enfermedades del trabajo se clasifican en:
a) directamente profesionales o enfermedades profesionales verdaderas, y
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