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DEFINICION DE TOXICO
Los tóxicos pueden presentarse en todas las formas físicas de la materia: sóli-
dos, líquidos, gases y plasma atómico.
Las formas sólidas toscas pueden actuar por contacto cutáneo, pero, desde el
punto de vista toxicológico, han de ser consideradas las formas finamente divididas de
esta solidez, es decir, los polvos, que cuando sus partículas tienen un determinado ta-
maño por debajo de las 5 µ, son fácilmente absorbidas por vía pulmonar.
De los líquidos hemos de decir lo mismo que para los sólidos, pero no para los
aerosoles, que son fácilmente inhalables y, por tanto, absorbibles.
Ni que decir tiene que los gases, humos, vapores y nieblas son formas físicas
en las que se presentan los tóxicos y en las que ejercen de manera más activa su ac-
ción.
En estos estados clásicos de la materia, los átomos de la corteza electrónica
poseen una distancia mínima entre los núcleos, que es de 10-8 cm. Pero existe un
cuarto estado de la materia cuando se eleva la temperatura de un modo creciente, y a
partir de cierto nivel térmico, distinto para los diversos elementos químicos; los átomos
empiezan a disociarse, disociación que es casi total a elevadísimas temperaturas, del
orden de 108 y de 109 °K. Como consecuencia de esta disociación, el conjunto de
electrones y núcleos constituye otro estado de la materia, llamado "plasma nuclear". Si
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se comprime esta masa a elevadísima presión, estos núcleos y electrones se convier-
ten en una mezcla de gran densidad, que en algunos aspectos tiene las propiedades
de un gas muy denso.
En la industria, se obtienen plasmas por distintos procedimientos de inducción
electromagnética empleada como fuente térmica, y sometiendo la masa a grandes
presiones en reactores de confinamiento. Estos plasmas así obtenidos se emplean
como antorchas térmicas en la industria metalúrgica. También los plasmas de hidró-
geno, especialmente los de deuterio, tienen aplicaciones en la producción de reaccio-
nes termonucleares controladas, orientadas a la producción de energía.
VIA ORAL
Las principales vías de entrada de los tóxicos son la vía oral, la pulmonar, la
cutánea y la mucosa.
A pesar del poder de absorción de la mucosa bucal, lingual y faríngea, no es
valorable la absorción de los tóxicos por esta vía debido a su tránsito rápido. La absor-
ción gástrica es importante, pero hay que tener en cuenta su poca permeabilidad para
las sustancias solubles en el agua, y por el contrario, su gran poder de absorción para
las sustancias liposolubles. Es de advertir que los cloruros que rápidamente se forman
en el estómago, por reacción de las sustancias ingeridas con el ácido clorhídrico gás-
trico, son muy liposolubles, y por tanto, de absorción rápida. Existen sustancias que
también favorecen esta acción penetrante, y así, todas las que son ricas en lipoides o
con estructura química afín, como ácidos biliares. bilis, saponinas y las que contengan
CO2 en disolución. La absorción intestinal es máxima a nivel de las primeras asas del
intestino delgado y del recto, y mínima a nivel cólico. En la vía oral está considerable-
mente disminuida la eficacia de penetración por la interposición del hígado, principal
órgano antitóxico de nuestra economía.
Como se indica a continuación, la vía respiratoria y la cutánea son las que con
mayor frecuencia constituyen las puertas de entrada de los tóxicos industriales; sin
embargo, una sustancia química inhalada puede ser secundariamente absorbida en
pequeña proporción por vía digestiva, debido a que los mecanismos de depuración
pulmonar pueden transportarla a través del movimiento ciliar y del moco del epitelio
bronquial, y también por macrófagos a nivel de la laringe, y así, secundariamente, ser
deglutida. No obstante, a pesar de ello, la vía digestiva desempeña un papel muy se-
cundario en la producción de las intoxicaciones profesionales.
VIA RESPIRATORIA
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de los linfáticos de la red principal posee todo un sistema de conductos linfáticos que
se comunican pasando por la lámina cribosa, con la cavidad aracnoidea y Ios espacios
subaracnoideos, formando una red apretada de linfáticos que se ramifican en el corion
y disponiendo de una rica red vascular en forma de un verdadero cuerpo cavernoso
que va a abrirse en la superficie libre de la mucosa, y al propio tiempo, los millares de
conductillos que derraman en la pituitaria el líquido cefalorraquídeo ponen en comuni-
cación directa las vías aéreas superiores con el sistema nervioso central.
VIA CUTANEA
VIA MUCOSA
Todas las vías citadas son capaces de permitir el ingreso de los tóxicos, a tra-
vés de sus diversas membranas, por distintos mecanismos:
1. Por simple difusión directamente proporcional a la concentración del com-
puesto o elemento químico. Su capacidad de penetración dependerá, de
una parte, de condiciones intrínsecas de la vía de absorción. Esto es, de la
superficie absorbente y del espesor de la membrana. De otra, de las carac-
terísticas fisicoquímicas de la sustancia absorbida, y en especial de su peso
molecular, de su hidro o liposolubilidad y de su grado de ionización.
2. Por filtración a través de los poros de la membrana. Este es el principal me-
canismo de absorción de las pequeñas moléculas hidrófilas.
3. Por picnositosis, resultante de la invaginación de la membrana celular que
engloba gotitas de la sustancia absorbida.
4. Por transporte activo. Este mecanismo de absorción de sustancias tóxicas
se realiza a través de las sustancias carrier o transportadoras.
Una vez introducidos los tóxicos en el medio interno, esto es, en la circulación
sanguínea, han de atravesar diversas membranas antes de alcanzar los tejidos. La
membrana capilar no ofrece, en general, gran resistencia, y es lo suficiente permeable
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para dejar pasar casi todas las sustancias. Algunas de ellas, como los compuestos del
manganeso, lo hacen por simple difusión pasiva. Las membranas celulares tienen las
características de todas las membranas que contienen lipoides, y en consecuencia, las
sustancias liposolubles las atraviesan rápidamente. Finalmente. hemos de considerar
la barrera hematoencefálica, que se comporta como una membrana lipoídica a través
de la cual las sustancias se difunden con una velocidad proporcional a su grado de di-
sociación y a la solubilidad a los lípidos en las no ionizadas; por el contrario, las sus-
tancias muy ionizadas atraviesan con gran dificultad la barrera hematoencefálica.
La distribución de los tóxicos es regida por su tropismo, aunque esta localiza-
ción preferencial no está ligada indefectiblemente a su lugar de acción. Así, por ejem-
plo, el plomo y los metales radiactivos tienden a acumularse en el esqueleto y no es
allí donde ejercen su principal acción tóxica. También los tóxicos pueden ligarse a las
proteínas plasmáticas, y esta fijación impide su difusión, como ocurre en el caso del
manganeso, que no se fija a aquéllas, y por ello tiene una velocidad de difusión hística
extraordinaria. Muchas veces, Ios tóxicos desplazan a los compuestos bioquímicos fi-
siológicos y ocupan su lugar. resultando de ello una mayor concentración libre de es-
tas sustancias en el medio interno. Ello ocurre principalmente con los ácidos biliares,
bilirrubina y algunas hormonas. y en general estas reacciones son reversibles.
Una de las condiciones esenciales para que una sustancia ejerza su acción
tóxica, es la de ser metabolizada en el medio interno, por cuanto en muchísimas oca-
siones son sus sustancias de transformación o metabolitos intermedios los que verda-
deramente ejercen la acción tóxica.
Todas estas transformaciones son catalizadas por enzimas existentes en el re-
tículo plasmático del hígado y de otros tejidos. No obstante, existen compuestos quími-
cos en los que los catalizadores de sus transformaciones metabólicas no son enzimas
microsómicas, e incluso, en algunos casos, ciertos tóxicos son metabolizados por las
bacterias de la flora intestinal.
Estas transformaciones metabólicas las entendemos como un mecanismo de
desintoxicación intraorgánica, en el intento de transformar el tóxico primario y poste-
riormente sus metabolitos, en sustancias de menor toxicidad y fácilmente excretables.
Diversas son las reacciones de transformación: En primer lugar, reacciones de
síntesis, como las de sulfuro y glucurono-conjugación, con las que se transforman los
compuestos aromáticos cíclicos y sus derivados nitrados y halogenados. La acetilación
con la que se transforman los radicales NH. La metilación en el metabolismo de los ra-
dicales sulfhidrilos y la formación de tiocianatos.
Asimismo se producen reacciones de oxidación por enzimas microsómicas,
con las cuales se hidroxilizan los compuestos hidrocarburados aromáticos y alifáticos.
Esta oxidación puede adoptar la forma de epoxidación y la de N-oxidación para
las aminas. La oxidación por enzimas no microsómicas transforma los alcoholes y los
aldehídos por intermedio de las aminooxidasas.
Por último, las reacciones de reducción transforman las cetonas, los alcoholes
de doble enlace, los azoderivados y los ácidos hidroxiamínicos.
No obstante ser el principal fin de las transformaciones metabólicas el convertir
todas las sustancias extrañas al organismo en otras más fácilmente asimilables y eli-
minables, puede ocurrir, y de hecho ocurre, que dichos metabolitos sean los que ejer-
cen la verdadera acción tóxica y no la sustancia absorbida primitivamente. Así, por
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ejemplo, el plomo tetraetilo se transforma en el hígado, perdiendo un radical etilo, y el
compuesto resultante, el plomo trietilo, es el que se fija en el sistema nervioso central
lo mismo ocurre con la bencidina, siendo su metabolito la B-naftilamina la responsable
de las neoplasias vesicales. En otras ocasiones, la orientación metabólica del organis-
mo en este sentido de desintoxicación desvía los principios inmediatos de sus verda-
deras funciones, que entran en déficit por carencia de ellos produciéndose un fallo de
función, tal como ocurre con uno de los mecanismos de la producción de las anemias
aplásicas, por la acción tóxica de los hidrocarburos aromáticos cíclicos y sus deriva-
dos.
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de la influencia del momento en que sé realiza la toma de muestra del producto bioló-
gico que hay que examinar, la estabilidad de los metabolitos o enzimas que hay que
analizar en la muestra y la vida media biológica suficientemente prolongada del tóxico.
Bloqueo enzimático:
Por inhibición.
Por estimulación.
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ACCION HISTICA DIRECTA
La acción tóxica directa sobre los tejidos se ejerce por fijación del tóxico sobre
los elementos celulares impidiendo sus funciones bioquímicas específicas o alterando
profundamente su estructura. En general, son tóxicos que bloquean el transfer del oxí-
geno hemohístico, como, por ejemplo, ocurre en la intoxicación por hidrógeno sulfura-
do, ácido cianhídrico y monóxido de carbono.
INHIBICION ENZIMATICA
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caso más demostrativo sea el del mecanismo de acción tóxica de los nitro y aminoderi-
vados de los hidrocarburos cíclicos, siendo causa de su acción metahemoglobinizante
una disminución de origen genético de la gluco-6-fosfatasa.
2. FACTORES INDIVIDUALES
Genética. Existen, en primer lugar, los factores genéticos. Entre los principales
está el racial. También las malformaciones congénitas bioquímicas por carencia de de-
terminadas enzimas o por poseer determinados individuos formas atípicas de enzimas,
incapaces de actuar en el ciclo metabólico en el que están implicadas, son causa de
mayor receptividad a la acción de los tóxicos industriales.
Sexo. Es factor diferencial cualificado en la acción tóxica, pues las mujeres son
mucho más receptivas que los hombres, y en particular la mujer en determinados mo-
mentos fisiológicos de su vida, dependientes de su actividad genital, como son la
menstruación y la gestación, cuando se produce una reducción del metabolismo de las
sustancias extrañas, y en especial de la glucurono-conjugación, inhibida por grandes
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cantidades de progesterona y de pregnandiol, que son inhibidores de la glucurono-
transferasa, indispensable para que se realicen estos procesos metabólicos.
3. FACTORES AMBIENTALES
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pruebas biológicas y quimicotoxicológicas serán datos valiosos que complementarán
el criterio diagnóstico.
A primera vista, parece sencilla la recogida de datos en una historia laboral,
pero queremos poner en guardia al médico que la realice, porque, en la práctica, la
sencillez no es la regla. Las dificultades derivan, en el orden lingüístico, de las diversas
expresiones típicas que se utilizan en las distintas regiones de nuestra geografía, con
las que se refieren los más variados trastornos y síntomas que experimenta o dice ex-
perimentar el examinado. Al propio tiempo, la variada terminología argótica con que se
califican los distintos puestos de trabajo, y que en muchas ocasiones son modismos
propios de determinadas industrias u oficios, son inconvenientes no despreciables. En
muchas ocasiones, el obstáculo lo constituye el absoluto desconocimiento del trabaja-
dor respecto de las sustancias que maneja; desconocimiento que alcanza con frecuen-
cia a los medios técnicos por causa de que, muchos productos que se emplean en los
procedimientos industriales, con licencia extranjera, son suministrados por la firma
concesionaria, bajo siglas convencionales, por temor a desvelar secretos industriales.
Por último, dificultades derivadas de la errónea aplicación del precepto Post
hoc ergo propter hoc, pues no indefectiblemente, todo trabajador que maneja una sus-
tancia tóxica se intoxica.
Hemos de hacer referencia a los exámenes quimicotoxicológicos empleados
para determinar en los medios biológicos los elementos o compuestos químicos y sus
metabolitos incriminados como tóxicos. Estos exámenes, de gran utilidad como com-
plemento diagnóstico, han de merecer absoluta garantía, y sus resultados han de ser
expresados siempre en forma cuantitativa respecto a la sustancia problema, pues hay
que tener en cuenta que algunos elementos tóxicos, en especial metales, existen en el
organismo como oligoelementos fisiológicos o bien están siempre presentes como
consecuencia de su absorción en una cantidad admitida como no nociva, derivada de
la contaminación ambiental.
La interpretación del resultado de estos análisis ha de estar presidida por un
criterio clínico, cuyos márgenes de normalidad están establecidos estadísticamente.
El diagnóstico final se establecerá conjuntando todos los datos, pues no existe
ninguno que aisladamente sea patognomónico.
En algunas ocasiones, no bastará todo lo enunciado para podernos hacer idea
de la presunta dolencia laboral que pueda sufrir un trabajador, y es necesario, para
complementar el criterio diagnóstico, realizar personalmente una visita a la planta in-
dustrial para poderse hacer cargo de todas las características del trabajo incriminado
como posible productor de enfermedad. Vemos, pues, que existe cierta complejidad en
la práctica de la toxicología industrial, que no es una disciplina estática de gabinete,
sino que tiene su vertiente dinámica al tener necesariamente que entrar en contacto
con los medios de trabajo.
En consecuencia, la prudencia debe presidir la emisión de dictámenes diagnós-
ticos, que tendrán, sin duda, gran repercusión en la situación laboral del enfermo y
trascendencia medicolegal. Estos dictámenes deberán ser redactados con claridad ex-
positiva de todas las exploraciones realizadas razonando de modo probatorio los argu-
mentos que se empleen, de los cuales derivarán las conclusiones diagnósticas finales.
Si así se realizan, serán bien admitidos como pruebas en todos los litigios administrati-
vos o contenciosos que se deriven de estas cuestiones.
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