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CAPÍTULO 10

Dos técnicas auxiliares en la investigación e in-


tervención comunitarias: las anotaciones o diario de
campo y el uso de documentos secundarios

Introducción

Las técnicas usadas en la investigación e intervención


comunitarias suelen ser predominantemente cualitativas; por
esta razón hay al menos dos aspectos a los cuales es ne-
cesario prestar el máximo de atención: el carácter holístico y
complejo de los fenómenos en estudio y la reflexividad por
parte de agentes externos e internos. Los capítulos previos
insisten en estos aspectos y muestran cómo aproximarse a la
primera condición y cómo cumplir con la segunda. Pero
muchas veces es necesario contar con técnicas auxiliares que
permitan a los investigadores capturar ciertos momentos
específicos que suelen ocurrir en todas las investigaciones
(sean cuantitativas o cualitativas) y que no quedan
registrados. Las causas de esta falta de registro son
básicamente por no figurar en los protocolos de ciertas
técnicas, ni en las preguntas de los cuestionarios construidos
para indagar en relación con aspectos particulares o por
darse en situaciones grupales (reuniones, asambleas,
entrevistas participativas), en las cuales se está simultánea-
mente dialogando y estimulando la discusión. En tales cir-
cunstancias es útil la aplicación de las anotaciones de campo
o el registro sistemático de un diario de campo.
Más aún, el uso de otras técnicas auxiliares y de otros mé-
todos tales como la IAP o el método biográfico, por ejem-
plo, puede enriquecerse con el estudio de documentos
secundarios (cartas, fotografías, noticias de prensa, entre
otros). De eso trata este capítulo: de cómo complementar las
técnicas y procedimientos principales que nos permiten co-
nocer y producir conocimiento acerca de determinadas si-
tuaciones, para que el proceso de construcción de ese saber
incluya la reflexión sobre el modo de hacerlo y mantenga, en
lo posible, la complejidad con que se presenta en la práctica.
Trataré en primer lugar las anotaciones y los diarios de
campo, una vieja práctica de las ciencias sociales, especial-
mente de la antropología y la sociología (aunque también se
da en algunas formas de psicología clínica y de psicología
social), en las cuales se originó, y que debería ser casi una
acción rutinaria, en el sentido de cotidiana y necesaria, en la
psicología comunitaria. Una práctica que debería ser
enseñada a los estudiantes que se inician en la disciplina,
quienes no deberían ir al campo sin estar acompañados de su
pequeña libreta o cuaderno de campo para registrar sus
apuntes e impresiones rápidos; las cosas que los sorprenden
o que no comprenden, de manera sencilla y veloz, a fin de
crear un asidero para el recuerdo fiel y una fuente para las
ideas.

Diferencias entre diarios de campo y


anotaciones de campo

Las anotaciones de campo son apuntes hechos durante el


trabajo, más o menos rápidos, muchas veces abreviados, que
sirven de apoyo a la memoria de los investigadores y que
buscan captar detalles de interés: aspectos inesperados o
curiosos que de otra manera quedarían fuera de cualquier
registro técnico. Esas anotaciones no siguen un plan
preestablecido y en tal sentido son un trabajo abierto, que
no se orienta por un principio y un fin, pues su función es
auxiliar respecto del proyecto de investigación.
Los apuntes o notas deben hacerse en una libreta o en un
cuaderno, no en hojas sueltas que puedan perderse o
traspapelarse. Y si por alguna razón es necesario usar una
tarjeta o un trozo de papel, luego deberá pasarse su conte-
nido a ese cuaderno, que será el registro fiel de la vida de la
investigación, por el tiempo que ella dure.
En cambio, el diario de campo se caracteriza por:

• Su extensión. Al contrario de las anotaciones de cam-


po, los diarios de campo presentan extensas y detalla-
das descripciones, escritas de manera cuidadosa y a la
vez espontánea, a veces amena.
• Puede no seguir un orden cronológico y estar más bien
organizado en función de temas o problemas de in-
vestigación, o de categorías teóricas o metodológicas.
• Por tal razón, el diario de campo puede constituir un
importante documento producto de la investigación,
que podría llegar a ser publicado.
• Combina rigurosas observaciones de campo con análisis e
interpretaciones de los hechos que ellas presentan o
ilustran, y sus relaciones con aspectos teóricos.
• Se acerca al género de la autobiografía intelectual, en el
sentido de que quien lo escribe relata cómo llega a
ciertas ideas, cómo desarrolla sus análisis y sus inter-
pretaciones; además indica cómo superó sus errores,
cómo incurrió en ellos y qué aprendió de éstos; a la
vez que hace lo mismo respecto de los aciertos.
• Suele escribirse al final de la jornada de trabajo en la in-
vestigación, cuando se lo puede hacer con cuidado y
detenimiento, narrando lo que se ha observado, re-
construyendo esas impresiones a partir de las notas de
campo, los materiales secundarios y las técnicas
empleadas para obtener datos (encuestas, entrevistas,
discusiones de grupo, grupos focales, etc.).
La razón de ser de ambas técnicas es guardar el registro
de observaciones y vivencias que impresionan a los inves-
tigadores por el interés psicosocial que suscitan en el trans-
curso de la labor de investigación. Es decir, que todo lo que
en ese diario se anota tiene alguna forma de relación con la
investigación o intervención que se está llevando a cabo.

Relación con los métodos biográficos

La relación de las anotaciones de campo con las Memo-


rias, que forman parte de los métodos biográficos, es tenue:
sólo se da a través del reflejo de las experiencias de la vida
cotidiana antes de que éstas pasen por el tamiz y filtro de las
categorías analíticas de las disciplinas científicas, y de teorías
y métodos de la ciencia; aunque a veces las observaciones y
comentarios contenidos en los diarios de campo pueden
hacer referencia a los aspectos científicos, o dar ideas para el
análisis. Pero no de una manera sistemática, ni extensa. Esas
anotaciones se centran más que todo en cuestiones
específicas tales como el número de asistentes a un acto, o
las características de las intervenciones y sus actores, o bien
guardan inventarios de objetos o de acciones llevadas a
cabo. Incluyen fechas a tomar en cuenta, compromisos a
cumplir o el cumplimento de los mismos. Y en este sentido
poseen las funciones propias de una agenda, pero van más
allá de ella y su contenido se halla sólo en relación con
momentos específicos de la investigación o intervención.
Con respecto a los métodos biográficos en general, las
anotaciones de campo coinciden con ellos en cuanto pueden
contener impresiones afectivas, juicios de valor, pensa-
mientos que reflejan los sentimientos y reacciones y el valor
de la vivencia para el investigador que los registra. En este
sentido revelan aspectos que definen a esa persona co-
mo investigadora y también como ser humano, mostrando
facetas de su carácter.
Pero son los diarios de campo los que contienen relatos
de este tipo propiamente dichos y los que de hecho pueden
ser considerados como parte del género biográfico. Un as-
pecto de interés es que estos diarios nos dan una visión de
carácter íntimo, de la investigadora o el investigador, desde
la perspectiva de la investigación. Y para la propia autora o
autor del diario son el testimonio de su evolución como pro-
fesional, pues guardan el recuerdo certero de los momentos
en que ciertas ideas surgieron, y de las circunstancias en que
lo hicieron.
De esta forma, las anotaciones de campo y los diarios de
campo hacen valiosas contribuciones a la reflexividad, un
aspecto reivindicado a partir de los últimos veinte años co-
mo parte del dar cuenta de lo hecho al investigar.

Usos del diario y de las anotaciones de campo

Este tipo de técnicas complementarias se caracteriza por


cumplir ciertas funciones durante la investigación, que
resumo a continuación:

1. Son registros de aspectos de interés metodológico,


vivencial y cultural. Incluyen anécdotas y comenta-
rios indicadores de cambios, de obstáculos, de reti-
cencia y de desconfianza; de confianza y seguridad.
2. Dan testimonio de los cambios habidos a través del
tiempo en el proceso de investigación. Esto es par-
ticularmente importante en el caso de la investiga-
ción-acción participativa, que por su carácter
dinámico exige mantener un continuo monitoreo de
las transformaciones que produce dentro y fuera de
sí. Como dice García Jorba (2000: 27), refiriéndose
al diario de campo, es el "testimonio del
proceso de maduración intelectual y analítica de
quien lo redacta".
3. Pueden ser la memoria fiel de los estados de ánimo,
de las dudas y de los descubrimientos e hipótesis
formulados a lo largo del trabajo comunitario.
4. En mayor o menor medida, según sea un diario o un
cuaderno de notas de campo, se puede producir un
documento que contiene una visión de la inves-
tigación, de su procedimiento, intención, objetivos y
mudanzas.
5. Recogen observaciones que pueden ser tanto contro-
ladas como no sistemáticas, pero que en ocasiones
contienen información que ha llamado la atención
del investigador/a en algún momento del trabajo co-
munitario. Wolfinger (2002: 86) considera que estas
anotaciones siguen un procedimiento organizado de
acuerdo con instrucciones previas y explícitas, forma-
lizadas, al menos en el campo de la etnografía al que
se refiere. Sin embargo, en el ámbito de la psicología
comunitaria recomendamos que estas notas respon-
dan al interés de la investigadora o el investigador.
Aun a riesgo de que los contenidos varíen notable-
mente de una persona a otra. Al respecto considero
que tal disparidad es inevitable, haya o no una forma-
lización técnica de por medio y que en todo caso pue-
de servir para adiestrar a los estudiantes, señalando
siempre que el interés y la perspicacia de quien inves-
tiga determinan el valor de las notas. Al mismo tiem-
po, esas disparidades pueden conducir a la revisión
crítica de lo realizado, o al enriquecimiento y com-
plementación de su registro.
6. Se construyen en el diario quehacer, no porque se
hagan anotaciones diarias, sino porque en cada se-
sión realizada con la comunidad pueden registrarse
aspectos de interés. En tal sentido constituyen la
bitácora de la investigación.
7. Los diarios de campo son un "método eficaz para
controlar las relaciones que se establecen entre quien
investiga, aquellas personas y/o fenómenos que son
investigados y la investigación misma" (García
Jorba, 2000:26).
8. Tanto las anotaciones como el diario de campo cons-
tituyen un vínculo estrecho con la vida cotidiana de
la comunidad durante el proceso de intervención o
de investigación, o de ambos al mismo tiempo. En
especial, respecto de la vida cotidiana compartida
por agentes externos y agentes internos.
9. La práctica de hacer anotaciones de campo contri-
buye a desarrollar la capacidad de observación y de
descripción de lo observado, a la vez que facilita un
acopio de información que de lo contrario podría
perderse.
10. Estas técnicas suministran datos que permiten co-
rregir el rumbo de la investigación, al advertir erro-
res cometidos o al presentar aspectos que no habían
sido tomados en cuenta.

Otro aspecto no menos interesante es que tanto las notas


de campo como los diarios de campo recogen situaciones,
detalles, hechos que no suelen ser incluidos en los informes
técnicos o en los artículos científicos, y que con el tiempo
tienden a olvidarse y a dejarse de lado. Al anotar esos
"datos" se está contribuyendo a mantener activo el carácter
complejo y la riqueza situacional de la investigación. Y en
tal sentido, ellos son un vivero de ideas y de hipótesis, por
lo cual pueden ser reutilizados en el futuro. Y al mismo
tiempo, esas notas nos permiten descubrir los aspectos que
hemos soslayado y que pueden ser de interés para el trabajo
que se realiza, destacando los puntos sobre los cuales
debemos preguntar y repreguntar y aquellos en los cuales no
debemos insistir. En este sentido, las anotaciones y el diario
de campo mantienen un diálogo entre
conocimiento previo y conocimiento en producción, entre
teoría y práctica, entre el investigador y su trabajo, y con-
sigo mismo.
A veces, si ello es posible, conviene hacer los registros
durante el trabajo de campo que estamos llevando a cabo.
Tales anotaciones suelen ser rápidas, casi taquigráficas, y
abreviadas. Otras veces se hacen al final de una sesión de
trabajo, o bien pocas horas después de que el evento o si-
tuación que relatamos o comentamos haya ocurrido, cuando
tenemos el tiempo y la oportunidad de guardar su recuerdo.
En todo caso debe ser poco después de algún evento
digno de atención o que haya despertado la curiosidad o
traído recuerdos relacionados con alguna situación, o que
proporcione algún aspecto de interés para la investigació-
n/intervención.

¿Cómo^sehacejvlas anotaciones de campo?

Hay aspectos que pueden y deben prepararse con anti-


cipación. Así, previamente, para cada anotación, es conve-
niente:

• Registrar siempre y en primer lugar el sitio, la fecha y


hora a los cuales hacen referencia.
• Si es posible indicar los nombres de los asistentes, o al
menos los de aquellos que han desempeñado un papel
relevante en la situación registrada.
• Señalar cualquier aspecto ambiental de interés.
• Señalar el objeto de la reunión, la ocasión o momento
que se observa.
• Si se usa algún tipo de abreviatura, anotar en el mo-
mento o poco después, su significado, en caso de que
sea de creación personal.
Siguiendo parcialmente a Sanjek (1990) las anotaciones
de campo pueden clasificarse en:
1. Anotaciones rápidas o apuntes, casi taquigráficas, he-
chas a partir de algunos datos básicos que resumen los
aspectos sobresalientes o distintivos de un hecho o
situación. Son breves, casi siempre realizadas mientras
los hechos y observaciones están sucediendo. Por lo
tanto son escritas en el cuaderno o libreta de campo.
Pueden ser frases cortas; palabras clave; esbozos o
dibujos esquemáticos (por ejemplo de la posición o
distribución que ha sido adoptada por los miembros de
un grupo).
2. Anotaciones de campo específicas. Estas anotaciones
pueden ser la continuación de las anteriores. Su ex-
tensión es mayor, pues ahora se añaden más detalles e
impresiones. Deben hacerse poco tiempo después de
la observación o de la sesión habida (la memoria es
frágil y tiende a distorsionar los hechos con el paso del
tiempo), cuando se dispone de mayor tiempo y
tranquilidad para describir con más detalle y orden lo
observado y esbozado antes. No se trata de un registro
detallado, pero sí permite tener una descripción más
precisa de lo vivido y observado durante una
determinada sesión o momento específico de la
investigación.
3. Ideas que surgen durante el trabajo comunitario. A veces
mientras observamos una reunión o la ejecución de
alguna tarea, o simplemente lo que ocurre a nuestro
alrededor; cuando terminamos una conversación (o
durante su transcurso), se nos ocurre, por asociación,
por contraposición o de manera súbita (serendipity),
alguna o algunas ideas. El diario o cuaderno de campo
es el lugar ideal para anotarlas y es necesario hacer
esto tan pronto como se pueda. Las ideas, originales o
no, no son tan frecuentes como nos gustaría creer. Y si
no las registramos, muchas veces esos
"relámpagos", esas repentinas "iluminaciones" hipo-
téticas o analíticas, como las oscuras golondrinas de
aquel poema decimonónico de Gustavo Adolfo Béc-
quer, no volverán.
4. Registros de campo. También llamados "notas temáti-
cas" por García Jorba (2000: 18). En este caso se trata
de anotaciones que ya siguen un sistema de acuerdo a
categorías de análisis elaboradas según alguna
orientación teórica que respalda la investigación o que
responde al planteamiento del problema investigado.
Es un trabajo en el cual ciertas observaciones pueden
ser organizadas en esquemas de cate-gorización,
previamente establecidos. Este tipo de anotaciones
requiere pericia, así como un buen conocimiento del
sistema de categorías analíticas y la clara definición de
las mismas. No representa mayor dificultad para los
investigadores avezados, perfectamente familiarizados
con el tema y el problema de la investigación. Pero
según mi experiencia no son recomendables para los
estudiantes que se inician en la investigación o para
quienes no tienen perfectamente claros los objetivos,
categorías y términos usados en ella.
5. Otros contenidos a incluir en los cuadernos o notas de
campo pueden ser fragmentos de conversaciones,
dichos o anécdotas escuchados en el lugar de la in-
vestigación y que puedan tener, a juicio del investi-
gador/a, pertinencia para el asunto que se investiga. A
veces puede ser el contenido de un aviso, cartel o
graffiti vistos en una calle u otro lugar, cuyo lenguaje
y contenido nos impresionan (siempre hay que indicar
el lugar donde se los ha visto).

Algunos autores (Sanjec, 1990; García Jorba, 2000) re-


lacionan las anotaciones de campo con la transcripción, que
podría resultar de encuentros con informantes que ha-
yan sido grabados. No considero que las entrevistas, relatos
de vida, biografías, grupos focales y otras formas orales de
obtener información de interés para la investigación, y que
sean grabadas magnetofónicamente, puedan considerarse
como parte de las anotaciones de campo. En tales casos la
transcripción, que ciertamente no es un procedimiento
sencillo ni que se puede hacer de manera ligera (Farías y
Montero, 2005), ya produce un documento que es parte de
las fuentes de datos para la investigación y que constituye un
texto que debe ser objeto de análisis tanto de contenido
como de discurso.
Por su carácter procesal, el diario de campo es un pro-
ducto inacabado o mejor dicho, sin final. No está destinado
a constituir una pieza de investigación en sí, sino que es el
reservorio que alimenta muchos de los procesos que se
llevan a cabo en una investigación. Algunas de sus partes
podrán ser incluidas en los informes técnicos finales, o en
los artículos o libros escritos a partir de la investigación
terminada. Por ejemplo ciertas citas, fechas, descripciones,
lograrán entrar en el producto último de la investigación,
pero el cuaderno quedará como la parte oculta del iceberg.
Y en el caso de algunos famosos científicos, esos cuadernos,
si han sido conservados, serán parte de la arqueología
intelectual, cuando se estudian sus obras.
Sin embargo, algunos autores consideran que los diarios
de campo podrían ser obras en sí, en la medida en que se
ajustan a cierto rigor sistemático y hayan sido concebidos
con la intención de darlos a la luz pública. Sin embargo, tal
intención no suele ser la que predomina. Las anotaciones de
campo son instrumentos auxiliares de la investigación y el
diario de campo suele centrarse en el problema de inves-
tigación, pero íntimo o como mucho compartido con el
equipo de investigación, en cuyas sesiones de discusión los
respectivos diarios llevados por sus miembros pueden servir
para contrastar impresiones sobre un mismo hecho o sobre
una serie de hechos registradas en ellos.
García Jorba resume el carácter distintivo de los diarios
de campo, al cual agregamos también las anotaciones, en las
siguientes palabras que unen la precisión y la metáfora para
definir su uso en la investigación científica:
"Investigar es abrirse al mundo. Escribir un diario de
campo es abrirse a uno/a mismo/a, y a sus formas de rela-
cionarse con el mundo. Más allá de la melancolía, la euforia,
o el desencanto, esos diarios permiten descubrir las
estrategias que se emplean para la construcción del cono-
cimiento. Ilustran lo que es la cocina de una investigación
desde todas las perspectivas. (García Jorba, 2000: 229)

Los documentos secundarios

El uso de documentos secundarios o complementarios es


parte de la tradición de investigación en las ciencias sociales.
No podía ser diferente en la psicología comunitaria, ya que
desde sus inicios gran parte de la investigación de carácter
participativo que se venía haciendo en disciplinas tales como
la antropología, la sociología y la etnología aportaron sus
conocimientos y, en particular, su saber práctico a esta rama
que comenzaba a desprenderse del tronco psicosocial. En
efecto, en una obra de Ander Egg (1980) que a mediados de
los años sesenta sirvió de complemento metodológico a la
nueva subdisciplina en muchos lugares de América latina, ya
se indicaba al uso de fuentes secundarias como una vía para
obtener información sobre las comunidades con las cuales se
deseaba trabajar.
Por documentos secundarios se entiende los documentos
escritos de carácter público o privado que contienen
información concerniente a la situación o problema estu-
diados. Este tipo de documentos también es conocido como
fuentes de segunda mano, por cuanto la información no
emana directamente ni en primer lugar de las personas
participantes en la investigación.
Entre los documentos secundarios se pueden incluir los
informes escritos y las minutas de reuniones sobre el aspecto
o situación que se está investigando; las cartas que los parti-
cipantes puedan haber conservado en las cuales se habla del
problema o que se refieren a antecedentes del mismo, o a
personas y circunstancias que han jugado un papel determi-
nante o importante en él. También los registros fotográficos,
filmados o videos; las noticias de prensa (en sus diversas formas
de expresión) y los expedientes que puedan encontrarse en ar-
chivos públicos son documentos secundarios.
No se debe olvidar pues que estas fuentes de informa-
ción, en la investigación social y en el caso particular de la
psicología comunitaria, pueden proporcionar datos de gran
importancia sobre la historia, el desarrollo, los problemas y
aun sobre la idiosincrasia de las comunidades, sobre su
organización y sobre su contexto físico y cultural. Los
documentos secundarios pueden cumplir al menos dos
funciones cuando se investiga o interviene con comunida-
des: una función informativa y una función motivadora ge-
neradora de información. Estos documentos nos "hablan" de
las personas y de los hechos sobre los cuales se centra
nuestro estudio, en el sentido de que contienen información
que puede haber escapado a las narraciones e informaciones
transmitidas por los participantes directamente
entrevistados.
Respecto de los documentos públicos, es decir, aquellos
que, como las noticias de prensa y los expedientes en archi-
vos, bibliotecas y oficinas de registro de instituciones esta-
tales, pueden ser consultados por los ciudadanos, pues
pertenecen al dominio de lo colectivo, Spink (1998) consi-
dera que reflejan dos prácticas discursivas que pueden ser de
interés para los investigadores: la primera es la de hacer
público aquello que está contenido en sus páginas, y la se-
gunda constituir un "género de circulación". Al respecto
dice Spink: "Su intersubjetividad es producto de la interac-
ción con un otro desconocido, pero significativo y frecuen-
temente colectivo" (1998: 126). Este autor aconseja a los
psicólogos que utilizan estas fuentes, aprender las diversas
maneras de encontrar el sentido de la información contenida
en esas páginas (a las cuales debemos agregar también las
imágenes en los filmes y videos) y en la discusión que
permita su análisis. Lo interesante de estos documentos es
que revelan aspectos del día a día que probablemente -de-
bido a esa misma condición cotidiana- la memoria no re-
gistra o no le adjudica el carácter de dato significativo,
soslayando así la función constitutiva de esa cotidianidad y
por lo tanto de la vida que se desea investigar. La palabra
vida representa aquí el modo de vida, el estilo de vida, la
forma de vivir. Esto es, las acciones que han llevado a la ge-
neración de ciertas circunstancias que son las que convocan
a los investigadores y que preocupan o motivan la acción de
quienes las viven.

Los documentos secundarios como fuente

En el capítulo 3 se indica que un paso previo a la fami-


liarización no sólo recomendable sino necesario es revisar
todos aquellos documentos accesibles que versen sobre la
comunidad o grupo comunitario con los cuales vamos a
tratar. La recolección de información utilizando documentos
secundarios como fuente implica consultar archivos y
registros institucionales (registros públicos, tales como los
parroquiales, archivos generales o locales, archivos de or-
ganizaciones que históricamente se han ocupado de esa co-
munidad o que de alguna manera han tenido que ver con
ella) y también fuentes hemerográficas (tanto diarios como
revistas), que pueden ser muy valiosas al revelar los mo-
mentos en que los problemas o las características específicos
de una comunidad se hacen públicos y por qué. Como ya se
ha dicho, este tipo de información también puede ser
obtenida de fuentes audiovisuales (videos y filmes), doble-
mente interesantes porque al relato verbal une las imágenes
que siempre están llenas de detalles. El análisis de estos
detalles abre muchas posibilidades interpretativas y
constituyen elementos definitorios de la vida cotidiana. Así,
la comparación de estas fuentes a lo largo del tiempo, si se
tiene la suerte de conseguir registros audiovisuales de una
misma comunidad en diversos períodos de su desarrollo,
pueden aportar una valiosa información sobre su evolución y
transformaciones en el tiempo.
Una vez comenzado el trabajo con la comunidad, puede
ser de gran ayuda tanto para los agentes externos como para
los internos, según las necesidades de la investigación y/o
intervención que se esté haciendo, obtener otras fuentes de
información tales como cartas, fotografías, documentos
personales o ciertos objetos usados en determinados mo-
mentos y que puedan haber estado relacionados con tareas o
costumbres. El examen y análisis de tales documentos
pueden ser hechos conjuntamente por ambos tipos de
agentes, produciendo así información que enriquezca a
ambos. Detalles o narraciones de cartas particulares pueden
ser usados en las sesiones de discusión-reflexión. Un buen
ejemplo es suministrado por Fals Borda (1985), cuando
describe algunos de los trabajos realizados en América
Central y en Colombia, en los cuales los documentos de ese
tipo resultaron ser una valiosa fuente de información al
tratar de recuperar críticamente la historia de una
comunidad. Hechos aparentemente olvidados por los
miembros de esa comunidad, que hacían referencia a as-
pectos de gran importancia para su definición social, para su
identidad y para el desarrollo de su capacidad transfor-
madora, pudieron ser evocados y traídos al análisis crítico
del presente y del pasado, al encontrar en esos viejos depó-
sitos de los tiempos pasados -cuyo recuerdo puede haber
sido reprimido, por peligroso y prohibido- la huella intacta
de acciones y razones.
La contribución de los documentos secundarios

Lo antes expuesto revela una de las contribuciones más


importantes de este tipo de elemento informativo para la
investigación: la capacidad de reflejar la vida cotidiana en la
cual fueron producidos los documentos. Esto es muy
evidente en los documentos de carácter privado. Así, las
fotos no sólo captan momentos de alegría, sorpresa o cele-
bración, entre otros estados anímicos, sino que además nos
dicen de las prácticas cotidianas, de los modos de hacer, que
se reflejan en los más mínimos detalles.
Las cartas pueden contener manifestaciones mucho más
introspectivas sobre los estados de ánimo y sobre la expresión
privada y pública de las emociones; sobre las expectativas y
sueños de las personas y sobre sus logros, además de revelar
opiniones sobre todos los ámbitos de la vida. El análisis de
este tipo de documento ha permitido notables aportes en las
ciencias sociales (véase Thomas y Znaniecki, 1918).
Pero este tipo de material, por ser privado, es difícil de
obtener, y para utilizarlo en la investigación precisa del
consentimiento de los dueños de las cartas y de las fotogra-
fías. A ello se suma además el hecho de que no siempre tales
objetos se guardan. Pero cuando de privados pasan a ser
semipúblicos, por ejemplo, cuando las fotos han sido reco-
gidas en alguna publicación periódica o cuando se trata de
álbumes fotográficos comprados en ventas públicas, es po-
sible hacer el análisis en función de la repetición de ciertas
características comunes, o bien resaltantes por lo diferentes,
a las diferentes fotos. Y en tal sentido, la revisión de los
diarios correspondientes a determinados momentos de
interés para lo que se estudia puede ser una muy rica fuente
de información, no sólo en cuanto a las noticias u opiniones
sobre ciertos hechos sino incluso en cuanto al análisis de
contenido tanto de los textos escritos, como de las imágenes
presentadas, desde las notas sociales y la información
amarillista, hasta los avisos de propaganda.
Otros documentos, aquellos que son del dominio públi-
co, presentan, por el contrario, momentos especiales de esa
vida: la compra-venta de un lugar donde vivir; el informe de
una asistente social sobre las condiciones de vida y sobre el
mantenimiento del hogar en una determinada época y en un
determinado grupo social. La lectura y análisis de este tipo
de documento nos puede revelar importantes datos sobre la
capacidad adquisitiva, los hábitos alimentarios, la soledad y
el hacinamiento; sobre la estructura familiar y el trabajo.

Los documentos como estímulo para el análisis y


para la acción

No sólo puede originarse información en este tipo de


documentos. Como ya hemos visto en el ejemplo suminis-
trado por la obra de Fals Borda, ellos pueden originar ac-
ciones durante el trabajo comunitario. Una narración puede
evocar hechos transformadores realizados en el pasado, que
pueden servir de inspiración para otras acciones. Más aún
las fotos viejas o nuevas, así como los dibujos que hagan
adultos y niños de la comunidad, pueden tener la misma
función y convertirse en estímulos problematizado-res que
desencadenen procesos desnaturalizadores, desi-
deologizadores y concientizadores. En tal sentido ellos
deben ser analizados tomando en cuenta los aspectos tra-
tados en el capítulo 8.
El uso de la "imagen apalabrada", conocida en el ámbito
anglosajón como photovoice (que la reduce sólo al empleo de
fotografías), es una técnica en la cual una foto o imagen
dibujada, pintada o representada por cualquier otra vía se
presenta al grupo o a personas específicas, quienes deben
comentar qué ven en ella. En función de lo que se ve y de lo
que no se ve, los agentes externos o internos que facilitan la
sesión deben hacer preguntas problematizadoras que
conduzcan al grupo o a los individuos a reflexionar sobre el
sentido de lo que la imagen represente. Según mi expe-
riencia, esta técnica es más provechosa cuando se utiliza en
sesiones grupales de discusión-reflexión cuidando que haya
libre expresión y participación de todos sus miembros. La
técnica es más efectiva cuando en las fotos o en ios dibujos
aparecen personas de la comunidad o se representan hechos
o situaciones propias de esa comunidad. En 1978, en uno de
los primeros trabajos comunitarios en los cuales participé,
un grupo de estudiantes que realizaban sus tesis de
licenciatura bajo mi dirección, utilizó esta técnica de la
siguiente manera: por un lado fotografiaron aspectos de la
comunidad que necesitaban ser transformados según la
manifestación explícita de sus habitantes y la evidencia fí-
sica de su carácter nocivo (basureros en áreas "verdes"). Por
otro, fotografiaron personas de la comunidad en tareas
prosociales, relacionadas con la limpieza (barrer la vereda
frente a sus casas, por ejemplo).
Ambos tipos de fotos fueron presentados luego en las
reuniones de discusión-reflexión. Las fotos de vecinas o
vecinos limpiando no sólo fueron celebradas (a las personas
de la comunidad les encantó verse y ver a sus vecinos y
conocidos haciendo algo correcto), sino que constituyeron
un gran estímulo para la discusión y el trabajo posterior.
Más aún, un diario de la ciudad publicó un reportaje sobre lo
que estaba ocurriendo y usó un par de esas fotos para
ilustrarlo; a la acción positiva, se sumó la "celebridad"
otorgada por el medio, que fue interpretada como un re-
conocimiento público.

El análisis documental

Los documentos secundarios o complementarios de la


investigación suelen estar sujetos a diversos tipos de análi-
sis, que incluso en algunos casos pueden superponerse. Es
decir, que un mismo documento puede ser examinado desde
diferentes niveles y perspectivas. En primer lugar está el
análisis de contenido (véase el capítulo 9), que permitirá
saber de qué trata el o los documentos revisados. Qué se
dice en ellos, cómo se lo dice, cuándo se lo dice y a quién va
dirigido aquello que se dice. Este tipo de análisis suministra
un primer nivel de comprensión a partir del cual es posible
pasar luego a otros dirigidos a buscar el sentido: los análisis
de discurso, que pueden variar según los objetivos de la
investigación y según la calidad del contenido, o los análisis
icónicos, que se centran en las imágenes.

Resumen

Este capítulo presenta la utilidad de dos técnicas auxi-


liares o complementarias, que pueden enriquecer o aportar
datos más precisos a la investigación y el trabajo
comunitarios. La primera de ellas es el uso de las anota-
ciones y diarios de campo, que constituye una forma de
memoria paralela y una fuente de ideas; además de com-
plementar la ayuda de los grabadores u otros aparatos de
registro audiovisual no siempre accesibles o inteligibles
(particularmente en el caso de haber ruido ambiental). El
empleo sistemático de esta técnica se describe señalando sus
posibilidades y alcances.
La segunda técnica es el análisis de documentos secun-
darios, tanto escritos como visuales y audiovisuales, cuyo
uso en la etnografía, así como en la sociología crítica, ha
mostrado el camino para su empleo en la psicología comu-
nitaria, al ser aplicado también de manera participativa, y ha
dado muestras de su utilidad no sólo para el mejor co-
nocimiento y familiarización con las comunidades, sino
también para la recuperación crítica de sus historias.

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