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Feudalismo es la denominación del sistema político predominante y

acuerdo entre los historiadores sobre su comienzo y su duración, y


esta varía según la región, 1 y en la Europa Oriental durante la Edad
Media, caracterizado por la descentralización del poder político; al
basarse en la difusión del poder desde la cúspide (donde en teoría
se encontraba el emperador o los reyes) hacia la base donde el
poder local se ejercía de forma efectiva con gran autonomía o
independencia por una aristocracia, llamada nobleza, cuyos títulos
derivaban de gobernadores del imperio carolingio (duques,
marqueses, condes) o tenían otro origen (barones, caballeros, etc.).
El término feudalismo también es utilizado historiográficamente para
denominar las formaciones sociales históricas caracterizadas por el
modo de producción que el materialismo histórico (la historiografía
marxista) denomina feudal. Como formación económica-social, el
feudalismo se inició en la Antigüedad tardía con la transición del
modo de producción esclavista al feudal, a partir de la crisis del
siglo III y, sobre todo, con la disolución del Imperio romano de
Occidente (siglo V) y la formación de los reinos germánicos y el
Imperio carolingio (siglos VIII y IX).

Fundamentado en distintas tradiciones jurídicas (tanto del derecho


romano como del derecho germánico –relaciones de clientela,
séquito y vasallaje–), el feudalismo respondió a la inseguridad e
inestabilidad de la época de las invasiones que se fueron
sucediendo durante siglos (pueblos germánicos, eslavos, magiares,
musulmanes, vikingos). Ante la incapacidad de las instituciones
estatales, muy lejanas, la única seguridad provenía de las
autoridades locales, nobles laicos o eclesiásticos, que controlaban
castillos o monasterios fortificados en entornos rurales, convertidos
en los nuevos centros de poder ante la decadencia de las ciudades.
Desde el punto de vista institucionalista, el feudalismo fue el
conjunto de instituciones creadas en torno a una relación muy
específica: la que se establecía entre un hombre libre (el vasallo),
que recibía la concesión de un bien (el feudo) por parte de otro
hombre libre (el señor), ante el que se encomendaba en una
ceremonia codificada (el homenaje) que representaba el
establecimiento de un contrato sinalagmático (de obligaciones
recíprocas).3 Esta serie de obligaciones recíprocas, militares y
legales, establecidas entre la nobleza guerrera, giraba en torno a
tres conceptos clave: señor, vasallo y feudo. Entre señor y vasallo
se establecían las relaciones de vasallaje, esencialmente políticas.
En el feudo, entendido como unidad socioeconómica o de
producción, se establecían relaciones de muy distinta naturaleza,
entre el señor y los siervos, que desde la historiografía marxista se
explican como resultado de una coerción extraeconómica por la que
el señor extraía el excedente productivo al campesino. La forma
más evidente de renta feudal era la realización por los siervos de
prestaciones de trabajo (corveas o sernas), con lo que el espacio
físico del feudo se dividía entre la reserva señorial o reserva
dominical (donde se concentraba la producción del excedente) y los
mansos (donde se concentraba la producción imprescindible para la
reproducción de la fuerza de trabajo campesina). En otras formas,
los siervos se obligaban a distintos tipos de pago, como una parte
de la cosecha o un pago fijo, que podía realizarse en especie o en
moneda (forma poco usual hasta el final de la Edad Media, dado
que en siglos anteriores la circulación monetaria, y de hecho todo
tipo de intercambios, se reducían al mínimo), a los que se añadían
todo tipo de derechos y monopolios señoriales.

El feudalismo fue un sistema social, político y económico que


predominó durante la Edad Media, desde el siglo IX al XV. Estuvo
caracterizado por el sistema de vasallaje y es considerado por
muchos como la «Edad Oscura», debido a las sangrientas guerras,
las epidemias y el escaso avance científico.
Una de las características principales del sistema feudal fue la
descentralización del poder, ejercido a través de nobles
organizados en feudos, que tenían una relativa independencia del
monarca, pero estaban supeditados a su rey con estrechos lazos
de lealtad. Los nobles heredaban sus títulos, que pasaban de
generación en generación
Modo de Producción Feudal

En terminología marxista, se conoce como modo de producción


feudal (o en términos llanos: feudalismo), a la organización socio-
económica que rigió a la sociedad medieval en Occidente y otras
regiones del mundo.

En estas sociedades, el poder político estaba descentralizado y era


ejercido de manera independiente por los señores feudales: la
aristocracia o nobleza que transmitía el poder consanguíneamente,
y que era dueña de las tierras cultivables.

Según las teorizaciones de Karl Marx, el feudalismo antecede


históricamente al modo capitalista de producción. Consistía en una
dinámica económica de sumisión y explotación del campesinado
por parte de la aristocracia y los terratenientes.

Sin embargo, los terratenientes también se hallaban en relación de


sumisión con un poder político superior, que era la corona, la cual
permitía a los aristócratas la autonomía política en sus territorios
feudales, a cambio de lealtad en el ámbito militar.

Puede servirte: Edad Media

Características del modo de producción feudal

El modo de producción feudal era esencialmente un modelo de


explotación agropecuaria. Era sostenido por una masa campesina
encargada de la producción de bienes y gobernada por un señor
feudal: un terrateniente que les imponía su orden particular,
ejerciendo a la vez el poder político y legal, aunque en esto último
intervenía también la Iglesia (el clero).

Los campesinos o siervos pagaban a sus respectivos señores


feudales una porción mayoritaria de lo producido con su trabajo, a
cambio de seguridad militar, orden y jurisprudencia. Además,
obtenían el permiso para habitar porciones minúsculas de terreno
en donde se asentaban sus familias.

En dicha relación de explotación del campesinado por la


aristocracia, sin embargo, no existían las leyes de esclavitud,
aunque las condiciones de vida de los primeros podían en muchas
ocasiones parecérsele. En su lugar, se establecían relaciones de
vasallaje, que vinculaban políticamente al campesino con el feudo
que habitaba.

Los feudos eran la unidad productiva mínima del sistema (de allí su
nombre: feudal). Se dividían territorialmente en:

 Reservas señoriales o dominicales. Su producción estaba


destinada al pago del tributo al señor feudal.
 Mansos. En ellos el campesinado llevaba adelante la
producción de sus propios bienes y se garantizaba así la
subsistencia.

No existía en este modelo tipo alguno de moneda o de sistema


económico unificado. Por otro lado, las ciudades eran poco
desarrolladas en comparación con el campo.
Surgimiento del feudalismo

El surgimiento del modelo feudal se explica por el estado de


desorden y fragmentación de Europa tras la caída del Imperio
Romano en el siglo V. Semejante estado de conmoción y disolución
de los poderes instituidos permitió la descentralización del poder
político y el surgimiento de reinos aparte.

Cada uno de estos reinos estaba dividido a su vez en feudos


dirigidos por la nobleza: duques, barones y demás títulos nobiliarios.
Sin embargo, todos ellos estaban sujetos moral y legalmente a la
Iglesia Católica, encargada de mantener el orden social a través del
adoctrinamiento de las masas.

Además, la Iglesia brindaba legitimidad espiritual a la corona, ya


que los reyes, electos entre la casta aristocrática guerrera y
terrateniente, se consideraban puestos en el trono por Dios. Esta
época fue pródiga en guerras, por lo que el campesinado de buena
gana aceptaba pertenecer a un feudo a cambio de orden y
protección, así fuera despóticos.

Clases de Sociales

El sistema feudal era prácticamente inamovible en términos de


clases sociales, es decir, era muy poco probable el flujo entre
campesinos y nobles aristócratas. Los primeros eran pobres y
encargados del trabajo agrícola, y los segundos eran los dueños de
la tierra.

Estas dos clases sociales se diferenciaban ampliamente a lo largo


de sus vidas y podían cruzar sus destinos en pocas ocasiones,
siendo una de ellas la guerra, obligación principal de los nobles y
secundaria de sus vasallos. Una tercera clase social la constituía el
clero. A ellos la Iglesia Católica les garantizaba su subsistencia pero
les impedía acumular propiedades de ningún tipo.

Por regla general, la condición de noble o campesino se mantenía


toda la vida, ya que la nobleza se transmitía por vía consanguínea
(de allí que se hablara de “sangre azul” o “sangre patricia”). Las
limitadas vías de ascenso social eran el heroísmo en la guerra, la
adscripción al clero y el matrimonio con personas de abolengo o
apellido noble.
Hacia el final del modelo feudal apareció una nueva clase social, la
burguesía, compuesta por hombres libres poseedores de negocios
y capitales, aunque no así de títulos nobiliarios. A medida que esta
clase creció y se afianzó como la nueva clase dominante, el
feudalismo se aproximaba a su fin.

Fin del modo de producción feudal

El modelo feudal de producción en Europa occidental llegó a su


término alrededor del siglo XV, en medio de las Revoluciones
Burguesas, un período de cambios sociales y políticos profundos
que respondieron al surgimiento de una nueva clase social: la
burguesía.

De origen plebeyo pero dueños de negocios, mercaderes de oficio o


tenedores de capitales, los burgueses fueron paulatinamente
desplazando a la aristocracia, cuya tenencia de tierras dejó de ser
garantía de poder, a medida que surgían las naciones y con ellas la
presencia de una moneda de uso común en la comunidad.

En esta época de cambio la Iglesia perdió su firme agarre sobre la


cultura medieval a medida que la religión era desplazada por el
culto a la razón y al pensamiento. Se lograron nuevos saberes
científicos, nuevas formas de producción de bienes y de
acumulación.

Estas y otras innovaciones eran fruto de revolucionarias técnicas


agrícolas e industriales, y del profundo cambio cultural que se
produjo durante el Renacimiento. El final definitivo del feudalismo
llegó con abolición de la monarquía absolutista durante el siglo
XVIII. La Revolución Francesa (1789) fue un hito importante en ese
sentido.

Surgimiento del sistema capitalista

La acumulación de bienes y de influencias políticas permitió a la


burguesía acceder, mercantilmente, a títulos nobiliarios inicialmente,
pero luego a tierras, favores políticos. Así, se erigió como la nueva
clase dominante.

El poder de la burguesía no residía como antes en la sangre, sino


en el capital, o sea, en la cantidad de dinero que pudiera acumular e
intercambiar por bienes y servicios. La aristocracia arruinada, en
cambio, cada vez se halló más aislada en sus ámbitos rurales.
Por el contrario, la revolución se gestaba en las ciudades, donde la
vida urbana pasó a ser mucho más importante. Esto traería consigo
un sistema nuevo: el capitalismo, en el que los campesinos feudales
se convirtieron en obreros, y el campo fue desplazado por la fábrica.

¿Qué es el modo de producción feudal?

En terminología marxista, se conoce como modo de producción


feudal (o en términos llanos: feudalismo), a la organización socio-
económica que rigió a la sociedad medieval en Occidente y otras
regiones del mundo.

En estas sociedades, el poder político estaba descentralizado y era


ejercido de manera independiente por los señores feudales: la
aristocracia o nobleza que transmitía el poder consanguíneamente,
y que era dueña de las tierras cultivables.

Según las teorizaciones de Karl Marx, el feudalismo antecede


históricamente al modo capitalista de producción. Consistía en una
dinámica económica de sumisión y explotación del campesinado
por parte de la aristocracia y los terratenientes.

Sin embargo, los terratenientes también se hallaban en relación de


sumisión con un poder político superior, que era la corona, la cual
permitía a los aristócratas la autonomía política en sus territorios
feudales, a cambio de lealtad en el ámbito militar.

Características del modo de producción feudal

El modo de producción feudal era esencialmente un modelo de


explotación agropecuaria. Era sostenido por una masa campesina
encargada de la producción de bienes y gobernada por un señor
feudal: un terrateniente que les imponía su orden particular,
ejerciendo a la vez el poder político y legal, aunque en esto último
intervenía también la Iglesia (el clero).

Los campesinos o siervos pagaban a sus respectivos señores


feudales una porción mayoritaria de lo producido con su trabajo, a
cambio de seguridad militar, orden y jurisprudencia. Además,
obtenían el permiso para habitar porciones minúsculas de terreno
en donde se asentaban sus familias.

En dicha relación de explotación del campesinado por la


aristocracia, sin embargo, no existían las leyes de esclavitud,
aunque las condiciones de vida de los primeros podían en muchas
ocasiones parecérsele. En su lugar, se establecían relaciones de
vasallaje, que vinculaban políticamente al campesino con el feudo
que habitaba.

Los feudos eran la unidad productiva mínima del sistema (de allí su
nombre: feudal). Se dividían territorialmente en:

 Reservas señoriales o dominicales. Su producción estaba


destinada al pago del tributo al señor feudal.
 Mansos. En ellos el campesinado llevaba adelante la
producción de sus propios bienes y se garantizaba así la
subsistencia.

No existía en este modelo tipo alguno de moneda o de sistema


económico unificado. Por otro lado, las ciudades eran poco
desarrolladas en comparación con el campo.

Surgimiento del feudalismo

El surgimiento del modelo feudal se explica por el estado de


desorden y fragmentación de Europa tras la caída del Imperio
Romano en el siglo V. Semejante estado de conmoción y disolución
de los poderes instituidos permitió la descentralización del poder
político y el surgimiento de reinos aparte.

Cada uno de estos reinos estaba dividido a su vez en feudos


dirigidos por la nobleza: duques, barones y demás títulos nobiliarios.
Sin embargo, todos ellos estaban sujetos moral y legalmente a la
Iglesia Católica, encargada de mantener el orden social a través del
adoctrinamiento de las masas.

Además, la Iglesia brindaba legitimidad espiritual a la corona, ya


que los reyes, electos entre la casta aristocrática guerrera y
terrateniente, se consideraban puestos en el trono por Dios. Esta
época fue pródiga en guerras, por lo que el campesinado de buena
gana aceptaba pertenecer a un feudo a cambio de orden y
protección, así fuera despóticos.

Clases sociales del feudalismo

La sociedad estaba severamente dividida entre campesinos, nobles


y el clero.
El sistema feudal era prácticamente inamovible en términos de
clases sociales, es decir, era muy poco probable el flujo entre
campesinos y nobles aristócratas. Los primeros eran pobres y
encargados del trabajo agrícola, y los segundos eran los dueños de
la tierra.

Estas dos clases sociales se diferenciaban ampliamente a lo largo


de sus vidas y podían cruzar sus destinos en pocas ocasiones,
siendo una de ellas la guerra, obligación principal de los nobles y
secundaria de sus vasallos. Una tercera clase social la constituía el
clero. A ellos la Iglesia Católica les garantizaba su subsistencia pero
les impedía acumular propiedades de ningún tipo.

Por regla general, la condición de noble o campesino se mantenía


toda la vida, ya que la nobleza se transmitía por vía consanguínea
(de allí que se hablara de “sangre azul” o “sangre patricia”). Las
limitadas vías de ascenso social eran el heroísmo en la guerra, la
adscripción al clero y el matrimonio con personas de abolengo o
apellido noble.

Hacia el final del modelo feudal apareció una nueva clase social, la
burguesía, compuesta por hombres libres poseedores de negocios
y capitales, aunque no así de títulos nobiliarios. A medida que esta
clase creció y se afianzó como la nueva clase dominante, el
feudalismo se aproximaba a su fin.

Fin del modo de producción feudal

El modelo feudal de producción en Europa occidental llegó a su


término alrededor del siglo XV, en medio de las Revoluciones
Burguesas, un período de cambios sociales y políticos profundos
que respondieron al surgimiento de una nueva clase social: la
burguesía.

De origen plebeyo pero dueños de negocios, mercaderes de oficio o


tenedores de capitales, los burgueses fueron paulatinamente
desplazando a la aristocracia, cuya tenencia de tierras dejó de ser
garantía de poder, a medida que surgían las naciones y con ellas la
presencia de una moneda de uso común en la comunidad.

En esta época de cambio la Iglesia perdió su firme agarre sobre la


cultura medieval a medida que la religión era desplazada por el
culto a la razón y al pensamiento. Se lograron nuevos saberes
científicos, nuevas formas de producción de bienes y de
acumulación.

Estas y otras innovaciones eran fruto de revolucionarias técnicas


agrícolas e industriales, y del profundo cambio cultural que se
produjo durante el Renacimiento. El final definitivo del feudalismo
llegó con abolición de la monarquía absolutista durante el siglo
XVIII. La Revolución Francesa (1789) fue un hito importante en ese
sentido.

Surgimiento del sistema capitalista

L
a burguesía fue la clase que hizo crecer las ciudades y el
capitalismo.

La acumulación de bienes y de influencias políticas permitió a la


burguesía acceder, mercantilmente, a títulos nobiliarios inicialmente,
pero luego a tierras, favores políticos. Así, se erigió como la nueva
clase dominante.

El poder de la burguesía no residía como antes en la sangre, sino


en el capital, o sea, en la cantidad de dinero que pudiera acumular e
intercambiar por bienes y servicios. La aristocracia arruinada, en
cambio, cada vez se halló más aislada en sus ámbitos rurales.

Por el contrario, la revolución se gestaba en las ciudades, donde la


vida urbana pasó a ser mucho más importante. Esto traería consigo
un sistema nuevo: el capitalismo, en el que los campesinos feudales
se convirtieron en obreros, y el campo fue desplazado por la fábrica.
El feudalismo era el sistema de las sociedades medievales
europeas de los siglos X al XIII en el que se establecía una
jerarquía social basada en el control administrativo local y la
distribución de la tierra en unidades (feudos). Un terrateniente
(señor) entregaba un feudo, junto con una promesa de protección
militar y legal, a cambio de un pago de algún tipo por parte de la
persona que lo recibía (vasallo).

El pago del vasallo al señor se solía hacer en forma de servicio


feudal, que podía consistir en un servicio militar o en el pago regular
de productos o dinero. Tanto el señor como el vasallo eran hombres
libres y el término feudalismo no suele aplicarse a la relación entre
el campesinado no libre (siervos o villanos) y la persona de mayor
rango social en cuyas tierras trabajaban.

Problemas de definición

Aunque los términos "feudalismo" y "sociedad feudal" se utilizan


habitualmente en los textos de historia, los estudiosos nunca se han
puesto de acuerdo sobre el significado exacto de estos términos.
Los términos se aplicaron a la sociedad medieval europea a partir
del siglo XVI y, posteriormente, a las sociedades de otros lugares,
especialmente en el período Zhou de China (1046-256 a.C.) y el
período Edo de Japón (1603-1868). Las personas que vivían en la
Edad Media no utilizaban el término "feudalismo". Una vez definido
el concepto de sistema feudal, tampoco se puede aplicar de manera
uniforme en los distintos estados europeos, ya que había
variaciones en las leyes y costumbres en las distintas zonas
geográficas y en los distintos siglos. En consecuencia, muchos
historiadores consideran que el término feudalismo solo tiene una
utilidad limitada para entender las sociedades medievales.

El Oxford English Dictionary ofrece la definición más concisa de


feudalismo, sin dejar de incluir sus distintos niveles de aplicación:

Sistema social dominante en la Europa medieval, en el que la


nobleza poseía tierras de la Corona a cambio del servicio militar, y
los vasallos eran a su vez arrendatarios de los nobles, mientras que
los campesinos (villanos o siervos) estaban obligados a vivir en las
tierras de su señor y a rendirle homenaje, trabajo y una parte de los
productos, teóricamente a cambio de protección militar.

Orígenes del feudalismo


La palabra "feudalismo" deriva de los términos latinos medievales
feudalis, que significa cuota, y feodum, que significa feudo. El canon
significaba la tierra entregada (el feudo) como pago por el servicio
militar regular. El sistema tiene sus raíces en el sistema señorial
romano (en el que se compensaba a los trabajadores con
protección mientras vivían en grandes propiedades) y en el reino de
los francos del siglo VIII, en el que un rey entregaba tierras de por
vida (benefice) para recompensar a los nobles leales y recibir
servicio a cambio. El sistema feudal propiamente dicho se
generalizó en Europa occidental a partir del siglo XI, en gran parte
gracias a los normandos, ya que sus gobernantes repartieron tierras
allí donde sus ejércitos las conquistaron.

El vasallo recibía los ingresos de la tierra, tenía autoridad sobre sus


habitantes y podía transmitir los mismos derechos a sus herederos.
Señores y vasallos

Empezando por la cúspide de la pirámide de la sociedad, el


monarca (un buen ejemplo es Guillermo el Conquistador [que reinó
de 1066 a 1087], que consideraba todas las tierras de Inglaterra
como su propiedad personal) podía dar una parcela de tierra (de
tamaño variable) a un noble que, a cambio, fuera vasallo de ese
monarca, es decir, que prometiera lealtad y servicio cuando se le
requiriera. Se creaba así un vínculo personal. El servicio más
común y necesario era el militar. Las obligaciones militares incluían
luchar en el ejército de ese monarca o proteger los bienes de la
Corona, como los castillos. En algunos casos, en lugar del servicio
militar se ofrecía un pago en dinero (conocido como escudaje), que
el monarca utilizaba para pagar a soldados mercenarios. El vasallo
recibía cualquier renta de la tierra, tenía autoridad sobre sus
habitantes y podía transmitir los mismos derechos a sus herederos.

Los nobles que habían recibido tierras, a menudo denominados


vasallos suzerain, podían tener mucho más de lo que necesitaban o
podían administrar por sí mismos, por lo que a menudo
subarrendaban partes de ellas a vasallos arrendatarios. Una vez
más, la persona recibía el derecho a usar y beneficiarse de esta
tierra y, a cambio, de una forma u otra, debía un servicio al
propietario. Este servicio podía adoptar la forma de un servicio
militar (típico en el caso de un caballero) o, dado que los
arrendatarios podían ser de una clase social inferior (pero aún así
eran hombres libres) y podían no tener las habilidades o el equipo
militar necesario, lo más habitual era que ofrecieran un porcentaje
de sus ingresos de la tierra que alquilaban (ya sea en dinero o en
productos) o, más adelante en la Edad Media, hicieran un pago fijo
de renta. También había cuotas especiales irregulares que se
pagaban al señor, como cuando su hija mayor se casaba o su hijo
era nombrado caballero.

El acuerdo por el que se creaba un vasallo se conocía como


"homenaje", ya que a menudo se arrodillaban ante su señor feudal
particular y hacían un juramento de lealtad, por el que, a cambio, no
solo recibían la tierra, sino también la protección de su señor, si era
necesario. La promesa de protección no era un asunto menor en
tiempos de guerra, cuando eran frecuentes las incursiones de los
estados vecinos hostiles, y cuando existía un peligro perpetuo de
bandolerismo general. La protección también se materializaba en
forma de apoyo y representación legal si un vasallo se encontraba
ante un tribunal civil o eclesiástico. El arrendatario solía transmitir su
tenencia a su heredero, aunque a veces era posible vender el
derecho de tenencia a un tercero, siempre que el señor propietario
de la tierra estuviera de acuerdo.

Otro tipo de relación en las sociedades feudales, especialmente en


la Alemania y la Francia medievales, era el alodio, una propiedad
inalienable, es decir, que no se podía recuperar. Los titulares de un
alodio seguían debiendo alguna forma de lealtad a un señor local
superior, pero la relación no se basaba en la propiedad de la tierra
y, por tanto, esa lealtad era más difícil de aplicar.

El sistema feudal se perpetuaba como un statu quo porque el


control de la tierra requería la capacidad de realizar el servicio
militar y la tierra era necesaria para financiar el servicio militar.

El sistema feudal se perpetuó como statu quo porque el control de


la tierra requería la capacidad de realizar el servicio militar y, debido
a los costos que suponía (de armas, armaduras y caballos), se
necesitaba la tierra para financiar el servicio militar. Así, existía una
división perpetua entre la aristocracia terrateniente (monarcas,
señores y algunos arrendatarios) y quienes trabajaban la tierra para
ellos, que podían ser trabajadores libres o no libres. Los
trabajadores no libres eran siervos, también conocidos como
villanos, que se encontraban en la base de la pirámide social y que
constituían la gran mayoría de la población. El campesinado
trabajaba sin remuneración en las tierras de propiedad o renta de
otros para producir alimentos para sí y (lo que no es menor)
alimentos y beneficios para sus amos. Se los solía tratar como poco
más que esclavos y no podían abandonar la finca en la que vivían y
trabajaban. Sin embargo, los historiadores modernos suelen aplicar
el término "feudalismo" solo a la relación entre señores y vasallos, y
no al campesinado. En cambio, la relación entre siervo y propietario
o arrendatario se denomina sistema señorial por la unidad de tierra
más común, el "señorío".

Consecuencias y efectos

La consecuencia del sistema feudal fue la creación de grupos muy


localizados de comunidades que debían lealtad a un señor local
específico que ejercía una autoridad absoluta en su dominio. Como
los feudos solían ser hereditarios, se estableció una división de
clases permanente entre los que tenían tierras y los que las
arrendaban. El sistema se inclinaba a menudo a favor del soberano,
ya que cuando un noble moría sin heredero, su patrimonio volvía al
monarca para que lo conservara o lo redistribuyera a otro noble. Los
monarcas podían distribuir las tierras con fines políticos,
fragmentando las posesiones de un noble o distanciándolo de la
corte. También se hizo difícil llevar la cuenta de quién poseía qué, lo
que llevó a controles como el Libro de Domesday de 1087.

Otros efectos adicionales fueron la presencia de vasallos en los


tribunales locales que deliberaban sobre casos relacionados con las
propiedades de sus señores. Así, podía haber un claro conflicto de
intereses y falta de imparcialidad, aunque los casos penales más
graves se remitieran a los tribunales de la Corona.

Además, el sistema de relaciones feudales podía crear graves


disturbios. A veces, un monarca podía insistir en el servicio militar
activo a causa de una guerra, pero los nobles también se podían
negar, como ocurrió con el rey Juan de Inglaterra en 1215 y la
revuelta de los barones que condujo a la firma de la Carta Magna.
En 1215, y en las revueltas posteriores del siglo XIII, los barones
actuaron colectivamente en favor de sus propios intereses, lo que
constituyó una amenaza directa para todo el sistema feudal, basado
en que los señores y los vasallos se las arreglaban por su cuenta.
El servicio militar se redujo a plazos fijos, normalmente 40 días en
Inglaterra, en un esfuerzo por reducir la carga de los nobles para
que no dejaran sus tierras sin atender durante demasiado tiempo.
Sin embargo, 40 días no solían ser suficientes para llevar a cabo
una campaña, por lo que el monarca se veía obligado a pagar a
mercenarios, lo que suponía un nuevo golpe a la tradición del
feudalismo y el vasallaje.

El declive del feudalismo

El feudalismo medieval se basaba esencialmente en la relación de


ayuda recíproca entre el señor y el vasallo, pero a medida que el
sistema se hacía más complejo con el tiempo, esta relación se
debilitaba. Los señores llegaron a poseer múltiples propiedades y
los vasallos podían ser arrendatarios de varias parcelas de tierra, de
modo que las lealtades se volvieron confusas e incluso conflictivas,
y la gente optó por honrar la relación que mejor se adaptaba a sus
propias necesidades.

Otro golpe al sistema fue la repentina disminución de la población


causada por las guerras y las pestes, especialmente la peste negra
(que alcanzó su punto álgido entre 1347 y 1352), y por las revueltas
campesinas (la más famosa en Inglaterra en 1381). Estas crisis
provocaron una escasez crónica de mano de obra y el abandono de
las fincas porque no había nadie para trabajarlas. El crecimiento de
las grandes ciudades también hizo que la mano de obra
abandonara el campo en busca de un futuro mejor y de los nuevos
empleos disponibles.

En el siglo XIII, el aumento del comercio y el mayor uso de la


moneda cambiaron el funcionamiento del sistema feudal. El dinero
permitió a los señores feudales pagar a su soberano en lugar de
realizar el servicio militar; el uso de mercenarios por parte del
monarca supuso entonces un servicio militar, y así los propios
barones perdieron importancia en la defensa del reino. A la inversa,
un monarca ahora podía distribuir dinero en lugar de tierras en su
sistema de recompensas. Se desarrolló una rica clase mercantil sin
vínculos de lealtad con nadie más que con su soberano, sus
proveedores y sus clientes. Incluso, en ocasiones, los siervos
podían comprar su libertad y escapar de las circunstancias en las
que habían nacido. Todos estos factores conspiraron para debilitar
el sistema feudal basado en la propiedad de la tierra y el servicio,
aunque el feudalismo subsistiría después del período medieval en
algunas formas y en algunos lugares

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