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La Casa de la Contratación de Sevilla

Grabado de la desaparecida Casa de


la Contratación de Sevilla
En 1503 se estableció por decreto real la Casa de Contratación de Indias en Sevilla, creada
para fomentar y regular el comercio y la navegación con el Nuevo Mundo. Su denominación
oficial era Casa y Audiencia de Indias

Su funcionamiento quedó regulado en las Ordenanzas expedidas en Alcalá de Henares en el


momento de su creación, y entre sus finalidades se especificaban las de "recoger y tener en
ella, todo el tiempo necesario, cuantas mercaderías, mantenimientos y otros aparejos fuesen
menester para proveer todas las cosas necesarias para la contratación de las Indias; para
enviar allá todo lo que conviniera; para recibir todas las mercaderías e otras cosas que de allí
se vendiese dello todo lo que hubiese de vender o se enviase a vender e contratar a otras
parte donde fuese necesario". Su reglamento fue modificado por las Ordenanzas expedidas
en Monzón en 1510 y toda la legislación referente a este organismo se imprimió en 1522.

Las Ordenanzas de 1510 son más extensas y minuciosas que las de 1503. Se especificaban
las horas de trabajo; se habla de los libros de registro que hay que llevar; se regula la
emigración; se trata de las relaciones con mercaderes y navegantes; se dispone lo relativo a
los bienes de los muertos en Indias, y se le incorpora el matiz científico al incluirse dentro de
la Casa de la Contratación al Piloto Mayor -creado en 1508-, encargado de examinar a los
pilotos que desean hacer la carrera, y de trazar los mapas o cartas de navegación y el Padrón
Real o mapa-modelo del Nuevo Mundo, hasta 1519 en que se crea el puesto de Cartógrafo.
Piloto Mayor en 1508 fue Américo Vespucio, sucediéndole más tarde Juan de Solís y
Sebastián Cabot. A mediados del siglo la Casa del Océano -como gustaba llamarla Mártir de
Anglería- era un organismo bien reglamentado, con capilla y cárcel propia.

Su primera sede fueron las Atarazanas de Sevilla, pero como era un lugar expuesto a las
arriadas y dañino para las mercancías, pronto fue trasladada a las dependencias del Alcázar
Real, donde quedó instalada en la sala denominada de los Almirantes, local "sano, y alegre",
con buen patio y una puerta orientada hacia el río (mapa situación). Allí permaneció hasta que
fue trasladada oficialmente a Cádiz en 1717.

Como controladora del tráfico marítimo, la Casa se


Entrada al Cuarto del Almirante, en el
encargaba del aprovisionamiento y del pertrecho de
Patio de la Montería del Alcázar
las flotas, y de la inspección de los barcos que se
sevillano, único vestigio de lo que fué
disponían a zarpar para América. Sus funcionarios
la Casa de la Contratación de Sevilla.
aparejaban las flotas, compraban mercancías, daban
instrucciones a los navíos, fomentaban el trato con Indias, estaban atentos a las necesidades
de Ultramar, y cuidaban del registro de todas las embarcaciones.

Los principales funcionarios de la Casa de la Contratación eran su presidente, aunque este


cargo no se creó hasta 1557, y tres oficiales, que a partir de esta fecha pasaron a depender
de él: un contador, un factor y un tesorero. Había también un piloto jefe, del que dependían la
organización de las exploraciones, el establecimiento de cartas marinas, la escuela de pilotos
y cosmógrafos y la concesión de licencias de oficial de marina. El cronista oficial de la Casa
escribía la historia de la América española y de su desarrollo teconológico y científico. Los
que violaban el reglamento de la Casa, caían bajo su jurisdicción y para ello se creó un
tribunal especial en 1583.

Además de estos cargos, la Casa de la Contratación fue aumentando el número de sus


funcionarios, a medida que fue incrementándose también la importancia del tráfico americano.
Los oficiales de contaduría, numerosos escribanos, hicieron de esta institución una de las
más complejas de todas la existentes en la Sevilla de los Austrias.

Por la estructura que se da a la Casa se adivina una estrecha relación con la Hacienda Real.
Difícilmente hubiera podido ser de otra forma. El tesoro de la Corona ocupaba una parte
medular de los asuntos indianos. Por una parte, servía para financiar la compra y transporte
de la mayoría de los bastimentos y pertrechos que eran llevado a Indias. Muchos de los
colonizadores gozaban de salario a cargo del tesoro. Por la otra, los asientos para la
formación de toda nueva expedición incluían expresamente cláusulas mediante las cuales se
aseguraba el interés de la Hacienda Real en los beneficios económicos del viaje. Al efecto,
eran comisionados funcionarios que acompañarían a los descubridores en sus andanzas y
velarían por la adecuada satisfacción de los derechos reales.

La enseñanza en la Casa de Contratación | La administración de justicia en la Casa de


Contratación

El Consulado

Paralelamente a la Casa de la Contratación,


en 1543 se crea en Sevilla el Consulado de
mercaderes, la Casa Lonja como la llamaban en los
antiguos documentos sevillanos, la Bolsa como la
denominan los viajeros de los siglos XVI-XVIII, o el
Consulado como se le llamará en el siglo XIX. Era
una asociación comercial que protegía el comercio de
la ciudad contra los "no burgueses", que mermó
algunas de las facultades a la Casa de la
Contratación.

La Lonja de Mercaderes, actual El Consulado asumió una parte considerable de la


Archivo de Indias, en un grabado de jurisdicción civil sobre sus miembros, que antes
1738 que se conserva en la Biblioteca ejercía la Casa de Contratación. Hasta esa fecha, los
Universitaria de Sevilla juicios y pleitos entre mercaderes se celebraban en la
Casa, pero los mercaderes, deseosos que se les reconocera su jurisdicción, solicitaron
permiso para constituir una asociación similar a la de Burgos o Valencia. Sus principales
ordenanzas son de 1556.

En el Consulado estaban representados todos los tratantes con Indias que no fueran
extranjeros ni dependientes o subordinados suyos. Sus ingresos procedían de la avería o
seguro marítimo, obligatoria para todo el que llevase más de un año negociando o el que
cargase en una o dos veces mercancías por valor superior a 1.000 ducados (se fijó en una
blanca al millar). Este impuesto o contribución permitía sufragar la organización de una
Armada que defendiera los buques del ataque corsario, en particular de los franceses.

Como la piratería seguía siendo una continua amenaza para el comercio con América, el
Consulado consiguió una ordenanza real obligando a todos los vasallos que marchaban o que
venían de las Indias a que se uniesen a la flota oficialmente organizada a este efecto. Es
decir, impuso el sistema de flotas, que sustitutía al llamado de navío suelto. El uso de este
recurso ya había sido experimentado por los navegantes mediterráneos de la antigüedad, y
seguía siendo utilizado tanto ahí como en el Mar del Norte.

El Consulado carecía inicialmente de un local propio ya que el que utilizaban era parte de la
Casa de Contratación. Por los general, los tratos se realizaban en las Gradas, no dudando en
usar el templo catedralicio si el tiempo se mostraba desapacible. Para evitar el ingreso de
cabalgaduras en el mismo, el Cabildo eclesiástico acordó el 19 de enero de 1565 poner
cadenas alrededor de la Catedral. Esto es una prueba de los abusos que solían cometer los
mercaderes; abusos que consideró como una "indecencia y poca conveniencia" el
arzobispo Cristóbal de Rojas y se lo comunicó a Felipe II quien, puesto en contacto con el
Prior y Cónsules, exigió que se construyese una casa Lonja.

Así se hizo. Entre 1585 y 1598 se construyó un


magnífico edificio, junto a la fachada sur de la
Catedral, para alojar a esta institución de
la Lonja de mercaderes. El Rey encomendó la
traza de la edificación a Juan de Herrera,
arquitecto que había dirigido pocos años antes
la construcción del Monasterio de El Escorial.
Nos lo cuenta un contemporáneo, Ortiz de
Zúñiga, en sus "Anales" (1598):

"Habíase puesto en perfección el gran edificio


de la Lonja de los Mercaderes entre la Santa
Iglesia y el Alcázar Real, que para lustre del El Consulado de Sevilla, en un dibujo de
comercio mandó hacer el Rey algunos años Joaquín Guichot sobre 1860. A la derecha,
antes del presente, en el de 1585, a expensas en la cara norte, se muestra la Cruz del
de lo procedido de algunos arbitrios sobre las Juramento, que se levantó en 1612 según
mismas mercaderías; y este año a 14 de proyecto de Miguel de Zumárraga y ante la
agosto se comenzó a comerciar en ella, dícelo que los mercaderes hacían sus tratos.
así este letrero sobre su puerta principal:

'El católico y muy alto y poderoso don Felipe segundo, Rey de las Españas, mandó hacer
esta Lonja a costa de la Universidad de los Mercaderes, de la cual hizo administradores
perpetuos al Prior y Cónsules de la dicha Universidad, comenzándose a negociar en ella en
14 días del mes de agosto de 1598 años'.

Trazóla, a imitación de las obras Romanas, Juan de Herrera, Maestro Mayor de las obras del
Escorial, sobre planta cuadrada, de iguales y conformes fachadas. Su materia de la cantería
de Jerez de la Frontera, piedra que llaman Martelilla [...] Pretendióse en esto apartar de la
Santa Iglesia y del ámbito de sus gradas y tránsitos de sus puertas los tratos y negociantes
que allí se hacían, y no había bastado a impedirlo toda la autoridad eclesiástica."

No obstante, parece que los comerciantes continuaron con su inveterada costumbre de


negociar en las gradas catedralicias según el mismo cronista: "Y levantada fábrica tan
suntuosa aún se está en pie mucha parte del inconveniente. Tal es la propensión de los
hombres a lo menos bueno".

A medida que la estructura del comercio fue cambiando y Sevilla se dedicó a exportar
productos manufacturados, no fabricados en Andalucía, sino traídos en su mayor parte desde
el extranjero, los miembros del Consulado sevillano fueron ejerciendo más que nada un
negocio de representación y comisión, en representación de todas las casas mercantiles de
Europa. No obstante la costumbre y los intereses creados, continuaron protegiendo el
monopolio de Sevilla, mucho después que el volumen del comercio hubiese rebasado las
posibilidades, siempre limitadas, que ofrecía el puerto interior del Guadalquivir.

La ordenzanza de Colbert es una variante del mercantilismo y es considerada un conjunto de


prácticas políticas, más que una teoría económica.
Esta política económica fue practicada en Francia entre 1661 y 1683, fecha de la muerte de
Colbert. Sin embargo fue continuada con algunas modificaciones por sus sucesores.
Como pensamiento económico, que sugería que una de las principales funciones del Estado es
promover la producción de riqueza en un país a fin de financiar los gastos de Estado mediante
el fomento del desarrollo económico nacional, fue reemplazada en el siglo XVIII por
la fisiocracia y, posteriormente, por el liberalismo económicoLas ideas principales
características del colbertismo son las siguientes:

 La acumulación de riqueza en la forma de lingotes a través de una balanza de


pagos excedentaria y el aumento del producto de los impuestos además el contrabando.
 Proteccionismo del mercado y productores internos.
 Subsidios a las exportaciones.
 Implementación de dirección fiscal.
Colbert transformó la lógica mercantilista de acumulación de riquezas a través de
una organización meticulosa del Estado que hace del proyecto una expresión del espíritu
progresista y aspiraciones de grandeza del país y su monarca. En ese sentido, la riqueza no
sólo es acumulada para ser guardada o incluso para transformarla en recurso productivo, sino
para exhibirla, dando así origen o justificación a la gran expansión de las artes, artesanías,
ciencia y cultura, e incluso edificios "públicos" propios de la época, algunos construidos
específicamente para dar una sede a instituciones que contribuían al prestigio y grandeza del
país, tales como el Instituto de Francia que recibió, entre otras grandes instituciones, la
recientemente formada Academia francesa. Otros, tales como el Hospital de Los Inválidos, al
menos parcialmente como continuación de un nuevo espíritu que eventualmente condujo a la
idea de "servicios al público" por parte del Estado: por ejemplo, el Hospital de la Pitié-
Salpêtrière, la dedicación del Louvre como palacio para las artes, la creación de una
'Bibliothèque Nationale" en el Palacio Real (París) y la construcción de espacios públicos tales
como Plaza Vendôme y Plaza de la Concordia, ambas rodeadas con locales para negocios.
Además la construcción del edificio de la Escuela militar (Francia), etc, el todo coronado por
el Palacio de Versalles; edificios que no sólo impulsaron el desarrollo técnico de la época
creando empleos, Los apoyos otorgados a sectores de la industria francesa de la época -
conocidos como el sector de “Manufactures privilégiées” -aquellos que tenían un sistema de
producción muy regulado a fin de garantizar alta calidad (ver también Manufactura real)- no
fueron concebidos como de plazo indefinido. El objetivo era que las empresas adquirieran tanto
el conocimiento o experiencia suficiente como el tamaño o escala necesaria para competir cara
a cara con los principales competidores de la época. (ingleses y holandeses).
Los ejemplos más conocidos de tales empresa son los Gobelinos; Saint-Gobain , las
porcelanas de Sèvres, las fábricas de armamentos en Saint-Étienne, 
Los Consulados del Mar eran una institución jurídico-mercantil medieval formada por un Prior y
varios Cónsules cuya jurisdicción era similar a los actuales tribunales mercantiles. El origen de la
institución es mediterráneo, siendo el primero el de Trani (Italia), de 1063, extendiéndose la
institución
rápidamentea Pisa, Mesina, Chipre, Constantinopla, Venecia, Montpellier, Valencia (1283), Mallorca 
(1326), Barcelona (1347), Burgos (1447), Perpiñán y Malta (XVII d. C.). Actualmente existe
un Consulado del mar de Barcelona que es parte de la Cámara de Comercio de Barcelona, cuya
misión es arbitrar en conflictos de carácter mercantil:

El crecimiento de la actividad mercantil portuaria en la segunda mitad del siglo XIII d. C. hizo


conveniente la creación de la institución del "Tribunal del Consolat de Mar", por privilegio de Pedro
III de Aragón, y hacia 1258 se concede a los barceloneses los privilegios necesarios para
dirimir los conflictos a través del nombramiento de dos cónsules. Este privilegio es concedido a
la ciudad de Valencia en 1283, quien dispuso que se rigiese por las costumbres de mar que
estaban vigentes en Barcelona. Y en 1348 se establece la normativa por la que se reorganiza
la institución que funcionaba en Barcelona, bajo el modelo existente en Mallorca. Se cita el año
1348, debido a que en la documentación existente se señala la fecha en criterio "Anno Domini"
La creación de los consulados no coincide con la creación de los usos y costumbres por los
que debían regirse. En el caso del Consulado de Mesina, se encargó a los cónsules el redactar
los usos, mientras que en el de Valencia se les indicó utilizar las costumbres de mar que
estaban ya en uso en Barcelona.
Pedro III se vio obligado en 1283 a conceder el Consulado a Valencia en un momento de
debilidad política en que necesitaba la ayuda de los valencianos. En 1284 prohibió tanto
establecer otros Consulados dentro de la Corona de Aragón como que se aplicasen sus
privilegios fuera de la ciudad de Valencia.
En 1 de diciembre de 1283, Pedro III se vio obligado a conceder el Consulado a Valencia en un
momento de debilidad política en que necesitaba la ayuda de los valencianos, dentro de otras
muchas concesiones del Privilegium Magnum, diciendo vagamente "proust est in Barchinona
fieri consuetum". Los valencianos pretendía contrarrestar las ambiciones políticas de los
aragoneses, que habían pedido en un anexo de su Privilegio general que el Fuero de Aragón
se aplicase libremente en los pueblos de Valencia. Cualquier villa que quisiese beneficiarse de
los fueros valencianos tenía que aceptar las condiciones impuestas en el Privilegium Magnum.
El 5 de enero de 1348, en Barcelona, Pedro III especificó mejor el privilegio a fin de atar todos
los cabos que habían quedado sueltos. Concedió derechos específicos a los cónsules y
prohombres de Valencia, indicando que podían construir una barraca para guardar los aparejos
navales, formar un gremio y hacer todo lo que fuese de provecho para el rey, la ciudad y los
hombres de mar de Valencia, entre otras cosas. Otro privilegio, otorgado a otras ciudades
valencianas en al misma fecha, decía que estos derechos se aplicaban sólo a la ciudad de
Valencia y no se podía extender a otras corporaciones o regiones, y prohibía el establecimiento
de otros Consulados de Mar en la Corona de Aragón. Sólo quedó suelto el asunto de las
apelaciones, que fue solucionado en Albarracín en 9 de diciembre de 1284, dictando que cada
año, al escoger los cónsules, el Rey o el Procurador Real escogerían un juez de apelación que
se ocuparía de todos los asuntos del Consulado.
Alfonso el Benigno cerró los últimos cabos sueltos. Quedaba un problema de que se podía
apelar por la justicia ordinaria el veredicto del juez de apelación; Alfonso prohibió en 23 de
enero de 1332 estas apelaciones, haciendo que el veredicto del juez del Consolat fuese
definitivo e inapelable. Esta prohibición iba contra los fueros, pero no fue apelada en su
momento, y quedó así. El mismo rey ordenó en 21 de diciembre de 1334 que los cónsules
debían ejercer personalmente el cargo y no podían nombrar lugartenientes que hiciesen el
trabajo en lugar suyo.
El código mercantil francés de 1807 , Una de las obras más importantes de Napoleón fue la
Codificación de Derecho. Luego de sistematizar el Derecho Civil, se dedicó a la parte
comercial, que reunió en cuatro libros y 648 artículos, con su participación personal. El primer
libro se denominaba: “Del Comercio en General”, el segundo libro: “Leyes Particulares del
Comercio Marítimo”, el libro tercero: “Quiebra”, y el libro cuarto: “Juicios y Procedimientos a
seguir en el Comercio”.
Luego de ser preparado desde el 1 de abril del año 1801, por una comisión de siete
integrantes, cuya presidencia la ostentó el Ministro del Interior, Gorneau, el 27 de julio de 1807,
a su vuelta triunfal de las campañas contra Rusia, Inglaterra, y Prusia, Napoleón se dedicó,
desde el día 28, a dirigir los trabajos que dieran forma final al Código de Comercio, en la
Comisión del Consejo de Estado, donde estaba el proyecto detenido desde 1806. Fue
promulgado, luego de ser aprobado por partes por la Cámara Legislativa, el 15 de septiembre
de 1807, y su vigencia se prorrogó al 1 de enero de 1808.

El Código de Comercio de 1807, no fue el primer intento francés por poner orden a las normas
que regían las obligaciones de los comerciantes y los actos de comercio.
Una Ordenanza de 1627, intentó unificar a las normas comerciales, dentro de una variedad de
temas. Colbert, ministro de Luis XIV, dictó cinco ordenanzas, entre las cuales figuraba el
“Código Savary” en homenaje a su autor, divido en 12 títulos con 122 artículos, cuyo nombre
oficial era “Edicto del rey para servir de reglamento al comercio de negociantes y mercaderes al
por mayor y al por menor “ sobre legislación de comercio terrestre en 1673,. Se establecieron
tarifas impositivas únicas en todo el territorio nacional y normas sobre concursos y balances
para evitar el fraude, reglamentando las costumbres comerciales medievales.
Este Código fue perfeccionado en 1774 a través del proyecto de Hue Miromesnil, que pretendió
aunar criterios jurisprudenciales, y prácticas comerciales más recientes. En 1681 se dictaron
normas para el comercio marítimo Estos proyectos y reglamentos fueron los antecedentes de
Código de Comercio de 1807, que reunió las reglas del comercio marítimo y terrestre.

El Código de Napoleón fue un valioso antecedente de los Códigos modernos, europeos (el
español de 1885 y el italiano de 1882) y americanos (el brasileño de 1850, el
argentino de 1862, el chileno tres años más tarde, y en 1873, el de Venezuela) pues fue
concebido con una visión de universalidad. Trataba de la quiebra y su carácter fraudulento, de
la objetividad de los actos de comercio, caracterizado por su ánimo de ganancia o lucro, a los
que independizó del carácter de comerciante de sus ejecutores, pero la cambiante realidad
comercial, obligó a cambiar muchas de sus disposiciones, a fin de adaptarlo a la realidad de un
tiempo muy revolucionaria en materia comercial.

La aparición de la Banca en Francia, el 13 de febrero de 1800, cada vez más influyente, las
nuevas formas de sociedades comerciales, el desarrollo del comercio internacional y una
industria cada vez más pujante, hicieron que se mantuvieran solo 150 de sus disposiciones.

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