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(UAPA)
ESCUELA DE EDUCACACION
ASIGNATURA
Sociolingüística
FACILITADOR/(a):
Genaro Mencia
Nombre
Altagracia Encarnacion
Matricula
14-6615
El uso socio lectal:
El Sociolecto.
Un sociolecto es un dialecto de un cierto grupo de hablantes. Un sociolecto se compone de una
comunidad de habla con una habla distinta según cuestiones sociales, como los modos
económicos, profesiones, religiones y otros factores sociales que juntos forman una manera
Un sociolecto o dialecto social no es una variedad lingüística usada por una clase social. El
sociolecto describe más bien las variaciones de la lengua en su uso social y cultural. De acuerdo
con la tradición greimasiana, el sociolecto en oposición al idiolecto y al ideo léxico, designa las
actividades semióticas en su relación con la estratificación social, en los niveles de superficie
léxica, como en las organizaciones discursivas y a nivel de las estructuras semánticas profundas.
En el español dominicano podemos observar el uso de arcaísmos, los cuales a pesar de no ser
utilizados con frecuencia son todavía conocidos por la gran mayoría del pueblo y su uso no es
extraño (ejemplos de los mismos son las palabra):
Bregar
Carátula
Málmara
Atronaho
Asor ao
Vaina
Jodienda
Abur
Embute
Atajar
Que loqueé
Tato
Etc.
Regionalismos:
Definición: Regionalismo es una forma de hablar en diferentes países, esto significa que una
palabra puede significar algo en una región y en otra distinta otro significado o tener varios
significados.
Por ejemplos:
papalote / cometa
cerillos / fósforos
Limoncillo/ quenepa
Cubierto/ tenedor
Poncherita / platina
Etc.
Y es por eso que en la sociolingüística existe algo que veremos más abajo que se le llama variedad
lingüística.
Más conservador que innovador, el dominicano habla un español que permite diferenciarlo de los
demás, por lo que le confieren una fisonomía propia. Usa unidades léxicas casi olvidadas en otros
lugares, como boto (sin filo), bregar (trabajar con afán, ajetrearse), mata (planta de cualquier tipo, yerba,
árbol), pela (golpes, paliza) y como el elemento ello como sujeto impersonal: eDice desapartarse, por
apartarse; cocote por cogote; cansao en vez de cansado; y aun emplea formas que trajeron a Santo
Domingo miles de esclavos africanos, como cachimbo, fucú, guineo y macuto.
La letra/S/, tanto la elimina como la coloca donde no le corresponde, aunque la supresión al final de las
palabras es ya una práctica común en profesionales, presentadores y productores de televisión,
personas cultas.
Sin embargo, Alba reconoce dinamismo en el habla del dominicano por el abandono de formas léxicas
envejecidas como chalina (corbata), terina (vasija usada para bañarse la cara y las manos), túnico
Complejo de inferioridad:
Según el estudioso, en el dominicano parece estar presente una especie de complejo de inferioridad
lingüística pues considera que su forma de hablar es poco o menos correcta que la de los habitantes de
países como Colombia, Costa Rica, España.
A este sentimiento, que probablemente es un reflejo del pesimismo que las circunstancias históricas,
políticas y económicas del país han creado en la mente de los ciudadanos, es mantenido incluso por
personas de alto nivel intelectual. La creencia de que lo extranjero es superior a lo nativo se expresa de
diversas formas y podría ser una de muchas razones por las que tantos dominicanos, según se revela
en una encuesta, preferirían vivir fuera del país, señala Orlando Alba.
Entonación, nasalización, voces en desuso, supresión de letras, regionalismos y otros fenómenos están
explicados con fragmentos de reconocidas personalidades y demostrados por cuadros, barras,
esquemas que aportan una idea de las articulaciones que usa el nativo para pronunciar, conversar,
abrir, juntar o despegar la boca.
En el habla popular espontánea, sobre todo en las zonas rurales, se conserva el sonido aspirado de la
Ahache, pronunciado como la jota, como jablador, por hablador; jallar, por hallar; jambre por hambre;
jaragán, por haragán; jartura, por hartura; jeder, por heder; jembra, por hembra; jierro, por hierro; jinchar,
por hinchar; jocico, por hocico; jondo, por hondo; joyo, por hoyo; ajogarse, por ahogarse.
Significa, en otro orden, que el dominicano desaparece la /d/ cuando está situada entre dos vocales y a
continuación de la sílaba acentuada, como deo, por dedo; na, por nada; pelao, por pelado o to, por todo.
En ciertas palabras, sin embargo, la supresión de la /d/ se ha hecho normal, agrega, como en asopao,
caballá, gandío, jalao, melao, perico ripiao, salao… APronunciar la /d/ en esos casos diciendo asopado
o melado, por ejemplo, sonaría afectado y ridículo a la mayoría de los dominicanos. Inversamente, en el
habla popular dominicana se dan a veces casos de ultracorrecciones en las que se añade la Bd , y
resulta cacado (por cacao) y Cibado (por Cibao).
Identifica la desaparición de la d, por otro lado, al final de las palabras como ciudá (ciudad), libertá
(libertad), usté (usted), verdá (verdad). Los dominicanos tumban la d, también, cuando pronuncian lao
(lado), grao (grado), toa (toda), moa (moda) y la eliminación en casos como manoetrapo, casemadera,
matecoco y dulceleche, que deberían ser mano de trapo, casa de madera, mata de coco y dulce de
leche.
Sin duda, una de las características más notables de la pronunciación dominicana, según Orlando Alba,
es la elevada frecuencia con que se elimina la /s/ final de sílaba y de palabra, lo que genera formas
como ete, por este, o do, en vez de dos. Son frecuentes casos como dede por desde y lune en vez de
lunes. Para ilustrar el fenómeno de la desaparición de la /s/ el acucioso lingüista reproduce el fragmento
de un chofer de concho de Santo Domingo al expresarle su opinión a un periodista de televisión sobre el
aumento del precio de la gasolina anunciado en esos días por el Gobierno:
Aquí se observa un ejemplo vivo de cómo en una conversación tan sencilla el hablante se denota en su
falta alfabética que tiene por decir esto está demasiado malo, dice, eto ta ,
AEto tá demasiado malo. Mira, eta é la hora que yo no me he desayunao. Etoy dede la sei de la mañana
sentado en ete volante aquí, en ete guía, y nada má he picao ciento cincuenta peso. Y ete carro é de ga.
)Y tú sabe cuanto se chupa? Ciento treinta peso al día. No hay má que hablar.
Según se puede observar, significa, Ael hablante ha eliminado las dieciocho /s/ situadas en posición
final de sílaba. Los hablantes con educación superior, manifiesta, también eliminan la /s/ pero mucho
menos.
Alba expone además la realización aspirada de la /s/, entre los dominicanos, Aque consiste en una
especie de soplo de aire que al salir roza el fondo de la boca. Es similar a una jota: lojamigo, en vez de
los amigos; laijla, por la isla; medalomijmo, en lugar de me da lo mismo y pone el ejemplo de un
comentario de televisión realizado en una entrevista por un reconocido economista y político del país:
ALoj aranceles de loj productoj terminadoj, que van a competir con la industria nacional, que en
promedio pagan un treinta o un veinte porciento, lo que pagan un treinta van a ser rebajado a un diez, y
lo que pagan un veinte van a ser rebajado a un diez. En cambio, la materia prima que usa la indujtria,
que generalmente ejtá gravada con muy poco, con un tre, y con un cinco porciento, va a ser aumentada
a un diez. El que pagaba un trej por ciento va a pagar un diej porciento, e decir, le van a triplicar los
impuejtoj a la materia prima.
Empero, Orlando Alba aclara respecto al uso de la /s/, que rebasar los límites puede resultar cursi, aun
dentro de la norma culta del país. Consigna que en una encuesta realizada entre universitarios, tres de
cada cuatro expresaron que les suena raro y rebuscado un compañero que al hablar pronuncia todas las
/s/ finales de sílaba. AAlgunos incluso comentaron que al hablar así, su compañero podría parecer
afeminado.
Como hablamos los dominicanos: Un enfoque sociológico, forma parte de la Colección Centenario del
Grupo León Jimenes. Fue puesto a circular recientemente en Santiago de los Caballeros.
Bibliografía
ÁLVAREZ GONZÁLEZ, Albert (2006). La variación lingüística y el léxico: conceptos fundamentales
y problemas metodológicos. Hermosillo: Universidad de Sonora. ISBN 970-689-287-7. Consultado
el 22 de febrero de 2010.
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