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Neuro-infecciones prenatales

Chapter · March 2020

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Yolanda Cifuentes
National University of Colombia
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Neuro-infecciones prenatales.

Yolanda Cifuentes C.
Profesor Titular
División de Neonatología
Facultad de Medicina
Universidad Nacional de Colombia

Neuroinfección prenatal supone la infección del sistema nervioso central fetal durante la
gestación ocasionada por diversos agentes, situación que equivale al compromiso del SNC
en el síndrome TORCH , sigla que agrupa varios agentes causales de infección intrauterina
conocida como infección congénita.
En recién nacidos, la infección viral del SNC tiene una incidencia menor que la infección
bacteriana; la incidencia reportada de infecciones bacterianas del SNC fue de 0.21 casos
por 1000 nacidos vivos y la de las virales fue de 0.05 casos por 1000 nacidos vivos
pudiendo identificar la etiología en el 50% de los casos (1, 2).
La seroprevalencia en población general para infecciones del síndrome TORCH varía entre
0.71% para sífilis, 11% para toxoplasmosis(3, 4) y para CMV varía entre 40 a 100% (5). La
prevalencia del virus de la coriomeningitis linfocítica se estima entre 4.7 y 10% (6, 7)
motivo por el que se ha sugerido que este virus debe ser adicionado a la lista de agentes
causando infecciones congénitas (8).
El acrónimo TORCH propuesto por Nahmías y colaboradores en 1974, originalmente
incluía T toxoplasma, R rubeola, C citomegalovirus, H herpes, la O era otros patógenos (9);
más recientemente, se ha sugerido el acrónimo TORCHES CLAP en el que según sus siglas
en inglés TO correspondería a Toxoplasma gondii, R Rubeola, C Citomegalovirus, H
Herpes simplex, E Enterovirus, S Sífilis (Treponema pallidum), C Chickenpox (virus de
varicela-zoster) L enfermedad de Lyme (Borrelia burgdorferi) A AIDS (virus de la inmuno
deficiencia humana) P Parvovirus B19 (10), sin embargo, la utilización de la reacción en
cadena de la polimerasa ha contribuído a ampliar la lista de agentes que pueden ocasionar
infección fetal, no todos comprometen el SNC por lo que este capítulo contempla aquellos
cuya infección puede comprometer el SNC.

Tabla 1. Agentes que pueden ocasionar neuro-infección fetal por infección en la gestante

Agente Manifestaciones en sistema nervioso


1. Toxoplasma gondii Lesiones pueden presentar necrosis con áreas
quísticas y áreas calcificadas en tallo, cerebelo, más
frecuentes en corteza cerebral, ganglios basales y
áreas peri-ventriculares, ventrículos, puente, médula,
médula espinal, ojos, oído.
La triada de coriorretinitis, hidrocefalia y
calcificaciones cerebrales es característica
2. Rubeola Anormalidades del SNC: anencefalia, encefalocele,
mielomeningocele, microcefalia.
Lesiones oculares: retinopatía, cataratas, glaucoma,
córneas opacas, microftalmos
Meningoencefalitis, retardo mental y retardo motor,
sordera, encefalitis crónica, trastornos psiquiátricos y
del comportamiento, autismo, y panencefalitis
progresiva.
Síndrome de Gregg: defectos cardíacos, oculares,
alteraciones auditivas con o sin retardo mental y
microcefalia
3. Citomegalovirus Microcefalia, hipotonía, letargia, convulsiones;
meningitis, encefalitis focal, periependimitis y
vasculitis, anomalía congénita del SNC y alteraciones
de la migración –esquizencefalia, porencefalia,
lisencefalia, agiria, macrogiria, polimicrogiria,
paquigiria; quistes de la matriz germinal,
vasculopatía de los núcleos estríado y lenticular,
ventriculomegalia, hipoplasia cerebelar, hemorragia
intraventricular y quistes subependimarios.
alteraciones motoras como diplejía espástica o
cuadriplejía, retardo mental, coriorretinitis, sordera
neurosensorial
4. Virus Herpes simplex Microcefalia, encefalomalacia, hidranencefalia,
calcificaciones intracraneanas. Encefalitis, dificultad
para alimentación, letargia, irritabilidad, fontanela
tensa, convulsiones y coma.
Anormalidades en la sustancia blanca, en los núcleos
del puente, tálamo y cápsula interna, corteza,
cerebelo y tallo, focos de atenuación del parénquima,
atrofia, edema y hemorragia, dilatación del sistema
ventricular. Microoftalmía, displasia retiniana, atrofia
óptica, coriorretinitis
5. Zika Microcefalia severa con colapso del cráneo, corteza
cerebral delgada y microcalcificaciones asimétricas
en la unión cortico-subcortical, compromiso del
cuerpo calloso y defectos de migración cortical,
polimicrogiria frontal, ventriculomegalia leve y
mielinización tardía, hipertonía marcada y temprana
con compromiso extrapiramidal; cicatriz en mácula y
moteado pigmentario en retina.
6. Parvovirus B19 Encefalitis, hemiplejía, sordera, convulsiones,
microcalcificaciones en sustancia blanca, infartos de
la arteria cerebral media, hemorragia cerebellar,
hidrocefalia, polimicrogiria, heterotopia y displasia
cortical
7. Herpes virus humano Convulsiones, hiperintensidad en la sustancia blanca
periventricular y en los ganglios basales, atrofia
cerebral, retardo en el neurodesarrollo, estrabismo e
hipertonía
8. Coriomeningitis Hidrocefalia y atrofia cerebral, calcificaciones
linfocítica periventriculares, quistes ventriculares, quistes
porencefálicos, encefalomalacia, hemorragia
intracraneana y trastornos de migración, epilepsia,
parálisis cerebral y discapacidad intelectual Las
alteraciones oculares incluyen corioretinitis, atrofia
retiniana, displasia o atrofia del nervio óptico,
lagunas coriorretinianas y disminución del calibre de
los vasos retinianos; nistagmus, exotropia. ceguera
9. Treponema pallidum Meningitis aséptica, parálisis de pares craneanos,
convulsiones , hidrocefalia, alteración de la pituitaria,
con dilatación de cuernos occipitales, hidranencefalia
y quistes porencefálicos; atrofia cerebral, lesión de
pares 3°, 4°, 6°, 7° y 8° o lesiones vasculares,
paresias y deterioro cognitivo.
Tríada de Hutchinson: dientes de Hutchinson,
queratitis intersticial y compromiso del 8°par
10. Virus varicela-zoster Encefalitis, atrofia cortical, microcefalia,
calcificaciones en ganglios basales, alteraciones de
los giros, síndrome de Horner, convulsiones, ataxia
cerebelosa, meningitis aséptica, accidente
cerebrovascular, paresia de extremidades, retardo
mental.
11. Micobacterium Parálisis facial, convulsiones, tuberculomas,
tuberculosis microcalcificaciones, meningitis
Fuente: elaboración propia del autor

Vías de trasmisión implicadas en la infección congénita

La vía transplacentaria es la más frecuente pero la infección puede ocurrir si la infección


existe en tejidos adyacentes como el peritoneo y los genitales, también puede originarse en
procedimientos como monitoría, biopsia de vellosidad corial, cordocentesis o transfusión
intrauterina; en ruptura de membranas los microorganismos del tracto genital pueden
invadir la placenta y/o el líquido amniótico e infectar al feto; puede haber descenso de los
gérmenes a través de las trompas de Falopio en mujeres con salpingitis o peritonitis o por
extensión directa de una infección en el útero como un absceso miometrial.
La invasión de microorganismo al torrente circulatorio de la madre puede originar infección
placentaria y/o infección fetal, sólo en algunos casos ninguna de las dos; el agente
infectante y su patogenicidad, el tamaño del inóculo, la vía de la infección, la
susceptibilidad materna, el momento de la infección y el estado de desarrollo fetal son
factores determinantes para ocasionar infección fetal .
La trasmisión in utero ocasiona infección sistémica con compromiso hepático, pulmonar,
renal, hematológico y/o infección del SNC; cuando la infección ocurre en la gestación
temprana es mayor el riesgo que comprometa el cerebro.
La infección fetal puede originar aborto, mortinato, recién nacido pretérmino o recién
nacido a término, restricción de crecimiento, anomalías en el desarrollo, enfermedad
congénita o recién nacido sin manifestaciones; si la infección se detecta al nacer y existe
tratamiento es posible la erradicación, sino, la infección puede ser progresiva con secuelas
permanentes y aún la muerte.
La infección congénita por T gondii y por el virus de rubeola ocurre en infección materna
primaria mientras que infección por CMV, HIV y treponema pallidum puede ocurrir en
gestaciones sucesivas.
Las infecciones virales ocurridas días o semanas cerca del nacimiento se denominan
infecciones perinatales, tienden a lesionar la sustancia blanca con evolución quística, sobre
todo en el pretérmino tardío, tanto las infecciones congénitas como las adquiridas
perinatalmente pueden asociarse con resultados neurológicos adversos (1, 2).
En ocasiones es difícil definir si la infección ocurrió in utero, o durante el parto o en el
posparto pues el momento de la aparición de manifestaciones puede variar dependiendo del
agente.

1. Toxoplasmosis

Toxoplasma gondii es un parásito intracelular, con ciclos de reproducción sexual y asexual


que origina rápida replicación e infección.
La infección por T gondii está distribuída mundialmente, con varias rutas para la infección;
existe consenso que debe ser buscada en todas las gestantes aunque los datos de eficacia de
tratamiento prenatal y posnatal son contradictorios; recientes publicaciones indican que
existe beneficio del tratamiento prenatal sobre las formas graves en el niño (11). Sin
embargo, se ha informado que en Brasil, la enfermedad ocular ocasionada por T. gondii es
más grave en niños con infección congénita si se compara con Europa, las diferencias en
frecuencia, tamaño y multiplicidad de las lesiones retino-coroidales pueden deberse a
infección con genotipos más virulentos del parásito que predominan en Brasil y que rara
vez se encuentran en Europa (12).
En los EEUU la frecuencia de toxoplasmosis congénita es de 1 caso por 10.000 nacidos
vivos; la infección materna primaria se debe a ingesta de carne o agua contaminadas, la
presencia de ooquistes en las heces de los gatos y el suelo contaminado por los animales
infectados contribuyen a la infección (13).
En Colombia, más de la mitad de las gestantes (60%) poseen anticuerpos para Toxoplasma,
lo cual indica una alta exposición y circulación del parásito en el país, con una tasa
estimada en la gestación de 0,7-2,8 % y una tasa estimada para recién nacidos de 3 -15 por
mil nacidos vivos, siendo el 25% sintomáticos y el 75% asintomáticos (14), por lo que, con
el fin de disminuir la morbilidad y mortalidad atribuible a esta enfermedad, se propusieron
las recomendaciones de la Guía de atención integral para ser utilizadas en los programas de
atención de la gestación (15).
La infección materna previa a la gestación no origina infección fetal, a no ser, que exista
inmunocompromiso como por ejemplo la coexistencia con la infección por VIH; el riesgo
de infección fetal es 5%–25% si la infección materna ocurre en el primer trimestre y cerca
del 90% si ocurre en el segundo o tercer trimestre; la carga de parásitos puede ser factor
importante en la infección congénita (16).
Si la infección ocurre en el primer trimestre puede originar aborto, muerte fetal o
compromiso severo del SNC en el neonato; se ha informado que la infección materna
ocurrió frecuentemente en el primer trimestre pero que a medida que avanza la gestación, la
trasmisión al feto puede ser hasta más del 50% de los casos en el tercer trimestre en tanto
que en el segundo trimestre ocurre el 4% y en el primero el 3.5% (13). En la gestante, el
diagnóstico de infección activa se hace por el hallazgo de títulos elevados de Ig M e Ig G
específicas.
El parásito infecta el cerebro y los demás órganos a través el torrente circulatorio, sin
embargo, la presencia de T. gondii en las células que recubren los alvéolos y en el endotelio
de los vasos pulmonares sugiere que la aspiración de líquido amniótico infectado puede ser
una ruta de entrada del parásito al feto (17), aunque el parásito también puede ingresar por
vía sanguínea dado que el pulmón es un órgano muy bien vascularizado.
La virulencia de la cepa, el número de parásitos, la semana de gestación a la que ocurre la
infección, el grado de madurez del sistema inmune fetal tienen importancia en la gravedad
aun cuando, la encefalomielitis es el hallazgo principal evidenciando que el daño del SN es
muy frecuente.
Las lesiones están dadas por congestión e infiltración de los vasos de linfocitos, células
plasmáticas, macrófagos y eosinófilos en los hemisferios cerebrales, el tallo y el cerebelo
más frecuentes en la corteza cerebral, los ganglios basales y las áreas periventriculares; las
lesiones presentan necrosis, que progresan a áreas quísticas con áreas calcificadas.
El parásito puede invadir la leptomeninge, los ventrículos, el puente, la médula, la médula
espinal, los ojos, el oído, los pulmones, el corazón, los vasos sanguíneos, los músculos
esqueléticos, el timo, las adrenales y el páncreas, el hígado, el bazo y los nódulos linfáticos,
la médula ósea, los riñones, los ovarios y los testículos, la piel y el tejido celular subcutáneo
(18).
La triada de coriorretinitis, hidrocefalia y calcificaciones cerebrales es característica de
toxoplasmosis congénita, se estima que 1 de cada 6 niños infectados presenta por lo menos
dos de estas manifestaciones (19); las manifestaciones postnatales incluyen convulsiones,
retardo mental, pérdida de la audición, nefrosis, alteraciones hematológicas,
hepatoesplenomegalia, algunas endocrinopatías y miocarditis (13).
El diagnóstico en el recién nacido es serológico, la presencia de Ig G no es un marcador de
infección puesto que la Ig G cruza la placenta; el diagnóstico se hace al encontrar Ig M e Ig
A específica para toxoplasma puesto que ninguna de las dos cruza la placenta; no obstante,
la persistencia de Ig G específica para toxoplasma después del primer año de vida sugiere
nfección congénita (20).
El tratamiento se hace con sulfadiazina 50 mg/kg dos veces al día y ácido fólico 10 mg 3
veces a la semana por lo menos por 12 meses y pirimetamina 2 mg/kg/día por 2 días luego
1 mg/kg/día por 2 a 6 semanas y luego 1 mg/kg/día 3 veces a la semana (21). La
pirimetamina es un antiparasitario que evita el crecimiento y la reproducción del parásito en
las células; su uso prolongado puede ocasionar depresión medular prevenible con la
administración de ácido fólico; en el primer trimestre de la gestación se restringe su uso por
ser teratogénico.

2. Rubeola

Es un virus RNA que pertenece a la familia Togaviridae, y tiene dos serotipos; el único
reservorio es el humano, la infección se trasmite por la vía respiratoria y causa enfermedad
moderada en niños y adultos después de un período de incubación de 18 días; por lo menos
el 50% de las infecciones no ocasionan síntomas.
La rubeola es una infección viral que ocasiona fiebre y erupción cutánea en niños y adultos,
la infección durante la gestación, especialmente durante el primer trimestre, puede provocar
aborto espontáneo, muerte fetal, o niños con varias malformaciones congénitas, situación
conocida como síndrome de rubéola congénita (CRS por sus siglas en inglés ). La
descripción inicial en 1941 incluía defectos cardíacos, oculares, alteraciones auditivas con o
sin retardo mental y microcefalia (22).
El CRS se puede prevenir con la vacunación; en 2011, la OMS recomendó la vacunación en
niños de 9 meses a 14 años de edad con el objetivo de eliminar el CRS en el mundo. A
diciembre de 2016, 152 (78%) de 194 países habían introducido la vacunación para
rubeola en sus programas de vacunación (23).
En los EEUU después de la pandemia ocurrida entre 1962 a 1964 en la que ocurrieron 12.5
millones de casos, 11.000 muertes fetales, 20.000 recién nacidos con CRS y 2100 muertes
neonatales atribuídas a CRS (24), la vacunación con 2 dosis de vacuna para sarampión,
rubeola y parotiditis, eliminó la rubeola endémica (25). La vacunación de todos los niños y
los adolescentes y adultos susceptibles, particularmente las mujeres, ha resultado en
eliminación de la rubeola endémica y del CRS en los EEUU (26). En 2012 se reportaron 3
casos de CRS en los EEUU, todas las madres se infectaron en Africa.
La vacunación a gran escala en la última década ha prácticamente eliminado la rubéola y el
SRC, en la Región de las Américas no se notifican casos endémicos de rubéola desde 2009;
en abril de 2015, la Región de las Américas fue la primera del mundo en ser declarada por
la OMS, libre de transmisión endémica del virus de la rubéola (23).
A mediados de 2016, 45 de 194 países aún no tenían la vacuna para rubeola en sus
programas de vacunación, en consecuencia, el síndrome de rubeola congénita permanece
como un problema de salud pública en algunos países, se estima que se presentan
anualmente más de 100.000 casos en los países en desarrollo (27). Por fortuna, el número
de países que utilizan vacunas antirrubeólicas en sus programas nacionales sigue
aumentando continuamente. Hasta diciembre de 2018, 168 de 194 países habían
introducido la vacuna antirrubeólica, y la cobertura mundial era de un 69%. Los casos de
rubéola notificados disminuyeron en un 97%: de 670 894 casos en 102 países en 2000 a
14.621 casos en 151 países en 2018. Las mayores tasas de síndrome de rubéola congénita
se registran en las regiones de África y Asia Sudoriental de la OMS, que son las que tienen
menor cobertura vacunal (28); por ejemplo, la incidencia estimada de CRS en Vietnam es
de 234 casos por 100.000 nacidos vivos (1 caso por cada 427 nacidos vivos) (29).
El riesgo de infección fetal después de infección materna en el primer trimestre causando
anomalías congénitas por la infección fetal puede ser más alta que la reportada
previamente, por encima de 80% (30).
El feto puede estar en riesgo de infección durante toda la gestación aunque la aparición de
defectos después de la infección más allá de las 16 a 18 semanas de gestación es pequeño.
La reinfección subclínica después de una infección natural previa, como la que ocurre
después de la vacunación, pueden acompañarse de una respuesta Ig M, haciendo que
diferenciación entre la reinfección subclínica y la infección primaria asintomática sea
difícil, las pruebas de avidez de IgG pueden ser útiles para distinguir entre una infección
reciente y una infección remota (31). Aunque la reinfección generalmente no representa
una amenaza para el feto, se han informado casos raros de infección congénita después de
la reinfección materna.
El resultado de una infección materna sigue una serie lógica de eventos: infección materna,
viremia, infección placentaria, y diseminación al feto; el feto puede no ser infectado o
infectarse y fallecer in útero, o nacer con múltiples defectos o nacer sin manifestaciones y
posteriormente desarrollarlas; esta variabilidad se observó en gemelos idénticos, uno
infectado y el otro no (32).
Las necropsias muestran que cualquier órgano puede estar comprometido, hipoplasia es uno
de los hallazgos comunes así como, angiopatía necrótica de los pequeños vasos, citólisis y
necrosis de los tejidos acompañados de cambios inflamatorios .
Luego de una infección durante el primer trimestre de la gestación, el riesgo de aborto
espontáneo aumenta aproximadamente en 50%; las manifestaciones clínicas del síndrome
de rubeola congénita pueden agruparse en tres categorías: transitorias en los recién
nacidos y lactantes (por ejemplo púrpura) , permanentes en los recién nacidos y hasta el
primer año de vida (por ejempla cardiopatías) y tardías (por ejemplo diabetes mellitus) que
aparecen y progresan en la niñez, la adolescencia o la edad adulta. La infección materna
antes de la 19ª semana de gestación puede causar sordera neurosensorial, mientras que la
catarata y la cardiopatía sólo se producen cuando la infección es anterior a la 9ª semana de
gestación (33).
La edad gestacional en el momento de la infección materna es el factor determinante para la
trasmisión in útero y el compromiso fetal, el riesgo de infección fetal y de anomalía
congénita disminuye a medida que avanza la gestación, el daño fetal es raro si la infección
ocurre después del primer trimestre.
La infección congénita es crónica, el virus puede aislarse de varios sitios; faringe, orina,
conjuntiva, LCR, médula ósea y leucocitos circulantes y puede permanecer en el tiempo. El
hecho de que el virus pueda aislarse mucho después del nacimiento aumenta la posibilidad
de reactivación, al menos en el tejido cerebral (34).
Los niños con CRS tienen múltiples anormalidades del SNC: anencefalia, encefalocele,
mielomeningocele, microcefalia , retardo mental y retardo motor relacionados con
meningoencefalitis aguda en el 10 al 20% de los afectados al nacer; trastornos psiquiátricos
y del comportamiento, autismo, encefalitis crónica y panencefalitis progresiva; la sordera
puede ocurrir hasta en el 90% de los casos, puede ser central o periférica. Endocrinopatías,
lesiones oculares: retinopatía, cataratas, glaucoma, córneas opacas, microftalmos,
vasculares y progresión del daño en SNC hacen parte de las manifestaciones tardías (35).
La panencefalitis progresiva y fatal que ocurre en la segunda década de la vida, semejando
un cuadro de pancefalitis esclerosante subaguda es el daño más grave del SNC, se ha
informado en pacientes con CRS y también en casos de rubeola adquirida posnatalmente
(36); el aumento de anticuerpos en suero y en LCR, el aumento de las proteínas y de gama
globulina en LCR y el aislamiento del virus en linfocitos y la identificación de complejos
inmunes específicos (37) muestran la capacidad del virus para permanecer en los tejidos y
reactivarse después de varios años de latencia.
Todas las mujeres en edad procreativa deben ser vacunadas y en la consulta pre-
concepcional debe ser verificado su estado de inmunidad. Durante la gestación, en la
primera consulta debe solicitarse títulos de Ig G e Ig M, si Ig G es negativa debe hacerse
control 2 a 3 semanas después. Las mujeres seronegativas deben ser vacunadas en el
posparto.
La infección primaria es fácil de diagnosticar pues usualmente hay aumento de anticuerpos
Ig G específicos o por la presencia de Ig M específica; cuando hay exposición a un caso de
rubeola, es útil conocer el estado inmune previo. El aumento de 4 veces los títulos es
considerado como reinfección, las muestras deben ser tomadas 14 días después de la
exposición.
El diagnóstico de la infección congénita en el recién nacido puede hacerse mediante el
aislamiento del virus; desde el punto de vista serológico, puede determinarse la presencia
de Ig M específica en sangre de cordón, los falsos positivos pueden ocurrir debidos al factor
reumatoideo o a la eliminación incompleta de Ig G materna. Los falsos negativos pueden
ocurrir por infección materna al final de la gestación en la que los fetos no tuvieron tiempo
de producir Ig M (38).
También puede hacerse por el seguimiento de los niveles de Ig G, los de transferencia
materna desaparecen en el primer año de vida, la persistencia de títulos altos hacen
sospechar la infección.
La tarea fundamental es prevenir la infección congénita mediante inmunización universal
en la niñez que interrumpe la trasmisión del virus y reduce el riesgo de la población
susceptible y vacunación selectiva de mujeres en edad fértil que sean susceptibles (26).

3. Citomegalovirus

Citomegalovirus en un virus DNA, de la familia herpes, cuyo único reservorio es el


humano, que causa infección en todas las edades, sin embargo, un número importante de
mujeres en edad fértil son seronegativas con riesgo de adquirir la primo-infección durante
la gestación; en las seronegativas, este riesgo aumenta en la segunda gestación con el
primer hijo que puede adquirir la infección en las guarderías, lo que enfatiza la importancia
que las mujeres conozcan acerca de la infección y se instruyan acerca de medidas para
prevenirla; su beneficio ha sido informado (39); en Australia y Nueva Zelanda
aproximadamente el 40% de las mujeres en edad fértil está en riesgo de adquirir una
infección primaria por CMV (40).
La inmunidad materna adquirida antes de la gestación no brinda completa protección a la
gestante, pues la reactivación de la infección o una reinfección por otra cepa pueden
originar infección congénita (41).
La infección puede trasmitirse por contacto sexual, por la leche humana, por trasfusión de
productos sanguíneos o de células madre o por trasplante de órganos.
La infección congénita es común y grave, con alta prevalencia en los países en desarrollo y
en los estratos socioeconómicos bajos . La incidencia varía entre 0.3% y 0.7% (42).
A diferencia de la infección por rubeola y toxoplasma, en las que la trasmisión in utero
ocurre si la infección materna es primaria, en CMV, la trasmisión in utero puede ocurrir
como consecuencia de una infección primaria, o de una reactivación de una infección o de
una reinfección (43).
Un estudio prospectivo de 11.715 nacimientos con un protocolo que incluía muestras de
saliva tomadas después del nacimiento, diagnóstico serológico materno durante la gestación
y examen clínico, de laboratorio, audiométrico y de imágenes al recién nacido, encontró
seroprevalencia materna de 61%, la prevalencia en el recién nacido fue de 0.37% como
resultado de 52% de infecciones primarias y 47.7% de infecciones no primarias; cerca del
20% de los recién nacidos fueron sintomáticos (44). Una tercera parte de los infectados
sintomáticos son prematuros y más de la mitad tienen restricción de crecimiento (45, 46).
Se ha informado una alta incidencia (76.8%) de hallazgos ecográficos anormales en los
recién nacidos infectados por infección primaria materna cuando se comparan con los
encontrados (8.3%) en los recién nacidos infectados originados por una infección materna
no primaria (47).
El porcentaje de niños sintomáticos que desarrolla secuelas permanentes es de 40-60%,
entre tanto, es del 10-15% de los niños asintomáticos al nacimiento, la secuela más
frecuente es la pérdida auditiva (48); en algunos países, la infección congénita por CMV se
constituye en la causa no genética más común de sordera en los niños (49)
La infección que se adquiere posnatalmente es frecuente en los neonatos pretérmino
extremos, ya sea por reactivación, o por leche materna desarrollando un cuadro de sepsis o
de quistes germinolíticos con vasculopatía lentículoestríada, algunos de ellos desarrollan
discapacidad cognitiva (50).
La infección congénita se caracteriza por el compromiso multisistémico, particularmente
del sistema retículoendotelial y del sistema nervioso central con o sin compromiso ocular y
auditivo; cerca de una tercera parte de los infectados son pretérmino frecuentemente con
restricción de crecimiento, ictericia, hepatoesplenomegalia y petequias, aumento de
aminotransferasas, trombocitopenia, hemólisis, hiperbilirrubinemia conjugada, aumento de
proteínas en el LCR (>120 mg/dL); el compromiso neurológico incluye microcefalia,
hipotonía, letargia, en ocasiones con convulsiones; la mortalidad puede llegar al 30%
ocasionada por la alteración hepática o por la presencia de infecciones bacterianas
secundarias (51, 52).
El compromiso en SNC es más grave cuando la infección ocurre en el primer trimestre de
la gestación; puede presentarse meningitis, encefalitis focal, periependimitis y vasculitis
dando como resultado anomalía congénita del SNC como microcefalia y alteraciones de la
migración –esquizencefalia, porencefalia, lisencefalia, agiria, macrogiria, polimicrogiria,
paquigiria (53); puede originar quistes de la matriz germinal, vasculopatía de los núcleos
estríado y lenticular, ventriculomegalia, hipoplasia cerebelar, hemorragia intraventricular y
quistes subependimarios (54)
En los recién nacidos infectados sin manifestaciones, que pueden llegar a ser hasta el 90%
de los casos, pueden desarrollar secuelas en los 2 primeros años de vida: sordera
neurosensorial, microcefalia, alteraciones motoras como diplejía espástica o cuadriplejía,
retardo mental, coriorretinitis, defectos dentales entre otros (51).
El diagnóstico en la gestante se hace al encontrar Ig M positiva, sin embargo, cuando la
infección ocurre muy temprano en la gestación la determinación de Ig M puede estar
negativa (55).
El test de avidez para Ig G contribuye a diferenciar una infección reciente, una avidez baja
de la Ig G indica una infección reciente (56); el diagnóstico también se puede hacer
mediante PCR en líquido amniótico.
El diagnóstico de infección congénita en un recién nacido puede hacerse mediante
aislamiento del virus en orina, o por la determinación de IgM específica o por la detección
del antígeno de CMV en sangre o por la identificación del DNA por reacción en cadena de
la polimerasa (PCR) en muestras tomadas antes de las tres semanas de vida (57).
El rendimiento de la determinación de Ig M específica para CMV es relativamente bajo,
puede estar negativa en neonatos infectados, así que obtener un resultado negativo no
descarta la infección; hasta la mitad de los neonatos infectados puede tener resultados
falsos negativos de Ig M para CMV (58, 59).
El diagnóstico fetal ha aumentado usando ultrasonografía y resonancia magnética, técnicas
complementarias; por ecografía trasvaginal se pueden observar los quistes germinolíticos
y la vasculopatía lenticuloestriada y por resonancia, los defectos de migración
Después del nacimiento, la ecografía puede identificar los mismos hallazgos y los quistes
en lóbulos temporal y occipital.
Los hallazgos de las imágenes obtenidos por ultrasonografía y resonancia magnética
permiten una clasificación pronóstica de la infección; las lesiones destructivas se asocian
con mal pronóstico, la ecografía normal predice un resultado favorable; si hay alteraciones
sutiles en la ecografía, la RMN es fundamental para identificar las anormalidades de la
sustancia blanca y los trastornos del desarrollo cerebral (46):
Clasificación por imágenes
Grado 1. Ninguna alteración
Grado 2: en la ecografía : calcificación periventricular punteada simple, vasculopatía
lentículoestriada, germinólisis caudotalámica, ventriculomegalia
En la RMN: incremento multifocal de la intensidad de la señal en T2
Grado 3: en la ecografía múltiples calcificaciones periventriculares, quistes germinolíticos
paraventriculares, ventriculomegalia severa,
En la RMN: anormalidad difusa de la sustancia blanca con compromiso del lóbulo temporal
Grado 4. En la ecografía extensas calcificaciones, atrofia cerebral
En la RMN: giros anormales, malformación cortical, disgenesia del cuerpo calloso,
hipoplasia cerebelar
Las lesiones destructivas se asocian con mal pronóstico , la ecografía normal predice un
resultado favorable; si hay alteraciones sutiles en la ecografía la RMN es fundamental para
identificar las anormalidades de la sustancia blanca y los trastornos del desarrollo cerebral.
El tratamiento se hace con Aciclovir IV 6 mg/kg/ dosis cada 12 horas por 6 semanas que
previene la pérdida auditiva a los 6 meses y 1 año de seguimiento (60).
El tratamiento con valganciclovir durante 6 meses no mostró beneficios sobre la pérdida
auditiva en el corto plazo pero a largo plazo una ligera mejoría del resultado (61).

4. Herpes simplex virus

Herpes simple (HSV) neonatal tipo 1 y HSV-2 pertenecen a la familia Herpes viridae.
La incidencia estimada de infección neonatal por herpes varía de 1:3.000 a 1:20.000
nacidos vivos (62) .
La infección por HSV puede ser adquirida in útero, intraparto o posnatalmente; puede
ocurrir por exposición en el momento del parto en una gestante con infección genital activa
o por infección ascendente si hay ruptura de membranas. Cuando se diagnostica la
infección activa en la gestante, la infección neonatal puede prevenirse evitando el
monitoreo invasivo y realizando cesárea (63). La infección en la madre suele ser
asintomática
La infección posnatal también puede ocurrir por contacto con una lesión cutánea de la
madre o de alguna persona cercana (64).
La infección in utero es muy rara y típicamente presentan manifestaciones cutáneas:
cicatrices, lesiones activas, hipo e hiperpigmentación, aplasia cutis, exantema maculo-
papular; manifestaciones oftalmológicas: microoftalmía, displasia retiniana, atrofia óptica,
coriorretinitis, y manifestaciones neurológicas: microcefalia, encefalomalacia,
hidranencefalia, calcificaciones intracraneanas (62, 65).
Cerca del 85% de los casos de infección neonatal por HSV son adquiridos intraparto, más
comúmente cuando la infección materna es primaria pero también si es una reactivación.
La infección puede ser localizada en piel, boca, ojos o SNC o diseminada; en la mitad de
los recién nacidos se observa infección en la piel, boca y ojos y en la otra mitad la infección
se disemina u ocurre en el SNC; si la infección en piel, ojos, boca no se trata, progresa a
SNC o se disemina.
La infección en SNC ocurre al final de la segunda semana de vida presentando dificultad
para alimentación, letargia, irritabilidad, fontanela tensa, convulsiones y aún coma. La
tercera parte de los niños con encefalitis no tienen lesiones cutáneas por lo que el
diagnóstico es difícil.
Aproximadamente el 25% de los casos tienen infección diseminada, 30% tienen infección
del SNC y 45% infección en piel, ojos y boca (66).
El LCR muestra aumento de proteínas, pleocitosis y en ocasiones glucosa baja (67). Se
confirma por el aislamiento del virus mediante cultivo o por PCR, que puede ser negativa
en el 30% de los casos.
La imágenes muestran anormalidades en la sustancia blanca, en los núcleos del puente,
tálamo y la cápsula interna (68), también en la corteza, el cerebelo y el tallo (67, 69, 70).
Las anormalidades pueden ser detectadas por ecografía e incluyen múltiples focos de
atenuación del parénquima, atrofia, edema y hemorragia. Puede verse dilatación del sistema
ventricular (64, 71).
La detección del DNA viral por PCR es el patrón de oro para el diagnóstico del cuadro de
compromiso de SNC (72).
El tratamiento se hace con aciclovir intravenoso (60 mg/kg/día) durante 3 semanas, se
recomienda hacer punción lumbar al terminar el tratamiento EV; después del tratamiento
EV debe prescribirse terapia de supresión por lo menos 6 meses (73); la administración de
aciclovir 300 mg /m2 por dosis por vía oral 3 veces al día durante 6 meses puede mejorar
los resultados del neurodesarrollo y disminuir la cantidad de brotes (74).
Se ha informado el uso con éxito de vidarabina, (15 mg/kg/día) en un caso de resistencia a
Acyclovir (75).
La infección por HSV en el recién nacido es un evento grave que pone en riesgo la vida, la
tasa de mortalidad sigue siendo alta aún con tratamiento (73).

5. Virus Zika

El virus del zika, que es RNA flavivirus, de la familia flaviviridae, es trasmitido por el
mismo vector (Aedes aegypti y aedes albopictus) que trasmite el dengue. También se
trasmite por contacto sexual y por transfusiones (76, 77).
Fue reportado en Uganda en 1947, varios brotes se describieron en las Islas Yap, en la
Polinesia Francesa y en Nueva Caledonia; las infecciones fueron asintomáticas, o como
enfermedad exantemática o relacionada con el síndrome Guillain-Barre (78) .
Recientemente adquirió importancia cuando en Brasil, entre 2014 a 2015, se consideró que
la causa del aumento de 20 veces la incidencia de microcefalia podía ser la infección en la
gestante (79); la incidencia estimada en los EEUU de microcefalia es de 6: 10.000 nacidos
vivos (80).
Se informaron más de 40.000 casos de microcefalia, muchos asociados a alteraciones
cerebrales incluyendo disrupción cerebral fetal (81)
Para 2017 se observó disminución del número de casos de infección congénita por Zika
probablemente debida a protección de reinfección brindada por la infección previa.
En 2016 Zika apareció en EEUU, en Florida y luego en Texas; el CDC informó 1297
gestaciones con evidencia de infección por Zika, todas habían sido adquiridas fuera de USA
continental, en 22.549 gestaciones, 122 (5%) tenían defectos asociados a la infección,
dentro de estos, 108 (89%) tenían anormalidades cerebrales y/o microcefalia (82).
La infección por ZIKa al principio de la gestación ocasiona mayor riesgo de muerte celular
por disregulación de la progresión del ciclo celular, resultando en un crecimiento
disminuido de las células madre neuronales y disrupción de la neurogénesis (83).
El ZIKA puede atravesar la placenta, especialmente en el primer trimestre de la gestación, y
posiblemente también durante el segundo y el tercero. El feto tiene un mayor riesgo de
desarrollar microcefalia o incluso microencefalia, pero también se han observado anomalías
en las imágenes en lactantes afectados que no desarrollaron microcefalia.
En el 20% de las gestantes ocurre fiebre, rash maculopapular, artralgia y conjuntivitis, se ha
documentado Guillan Barré durante la infección (84); debido a la severa microcefalia que
ocasiona, el diagnóstico puede hacerse antenatalmente al encontrarla en una ecografía
prenatal.
En los fetos infectados, 5 hallazgos se han descrito: 1. microcefalia severa con colapso del
cráneo, 2. corteza cerebral delgada y microcalcificaciones subcorticales, 3. cicatriz en la
mácula y moteado pigmentario en la retina, 4. contracturas congénitas, 5. hipertonía
marcada y temprana con compromiso extrapiramidal (85); como la microcefalia es severa
puede observarse cuero cabelludo redundante y fontanela puntiforme.
No todos los infectados desarrollan microcefalia, en ellos se ha informado calcificaciones
asimétricas en la unión cortico-subcortical, polimicrogiria frontal, ventriculomegalia leve y
mielinización tardía (86).
El diagnóstico se hace por PCR en saliva, leche humana, orina y suero (87); también se
pueden detectar los anticuerpos Ig M en la madre. Puede haber reacción cruzada con
dengue y otros flavivirus como fiebre amarilla y el virus del Nilo causando falsos positivos
(88).
Los hallazgos en las imágenes cerebrales muestran un compromiso más severo que en la
infección por CMV; en la tomografía puede observarse calcificaciones puntiformes con una
distribución típica en forma de banda localizada en la unión corticomedular; las
calcificaciones también pueden observarse en los ganglios basales y en el tálamo; los
quistes occipitales que se observan frecuentemente en infección por CMV también se
presentan en la infección por Zika; ventriculomegalia, compromiso del cuerpo calloso y
defectos de migración cortical fueron las alteraciones más frecuentes en un estudio en
Brasil (81).
.

6. Parvovirus (B19)

Es un virus DNA, de la familia Parvoviridae, exclusivo de los humanos, que en la niñez


ocasiona la llamada quinta enfermedad
Acorde a la seroprevalencia en EEUU y el Reino Unido el riesgo de infección
transplacentaria en las mujeres infectadas durante la gestación es del 30% con 5 a 9 % de
riesgo de pérdida fetal; la infección en el segundo trimestre presenta el mayor riesgo para
hidrops, originando del 10 al 20% de los hidrops no inmunes (89).
La infección en la gestante con trasmisión transplacentaria puede ocasionar aborto cuando
la infección ocurre antes de las 12 semanas de gestación (90) o anemia fetal e hidrops fetal
que puede llevar a muerte fetal (91). La infección por parvovirus B19V de las células
progenitoras de la línea eritroide puede originar muerte celular con crisis de aplasia
transitoria.
Se recomienda instruír a las gestantes sobre la enfermedad, frecuentemente las mujeres
seronegativas se contagian con sus propios hijos.
Encefalitis, anemia persistente, hemiplejía, sordera, convulsiones se han descrito asociadas
a infección por parvovirus (92).
Se han informado calcificaciones, infartos de la arteria cerebral media (93) y hemorragia
cerebellar intrauterina (94), hidrocefalia (95), polimicrogiria y heterotopia y displasia
cortical (96, 97, 98), tambien microcalcificaciones en la sustancia blanca cerebral (99).
El diagnóstico se hace con el hallazgo de Ig M específica; el virus puede detectarse por
PCR en muestras de sangre y de líquido amniótico. Se ha utilizado la trasfusión in utero
para el manejo de los casos de hidrops.

7. Human Herpesvirus 6

Herpesvirus 6 (HHV 6) es un virus neurotropo y tiene propiedades invasivas. La trasmisión


intrauterina se ha documentado al detectarlo en el cordón de recién nacidos aparentemente
sanos y en fetos que han sido abortados espontáneamente.
En 43 infantes con infección congénita, se encontró evidencia de integración cromosómica
en el 86%, mientras que el 14% restante había adquirido su infección por vía
transplacentaria (100).
Las infecciones congénitas por Herpes virus tipo 6 son raras; se describe un recién nacido
que presentó convulsiones en las primeras horas de vida en quien se aisló el virus en el
LCR; la resonancia magnética en el seguimiento mostró hiperintensidad en la sustancia
blanca periventricular y en los ganglios basales y atrofia cerebral; a los 18 meses el
paciente presentaba retardo en el neurodesarrollo, estrabismo e hipertonía (101). La
reinfección después de una infección congénita también se ha descrito (102).
En una cohorte de recién nacidos con infección congénita por herpesvirus tipo 6 se
evidenció detrimento en el neurodesarrollo a los 12 meses de seguimiento (103).

8. Virus de Coriomeningitis linfocítica

El virus de la coriomeningitis linfocítica se trasmite de roedores a humanos, la trasmisión


persona a persona no se ha descrito. La seroprevalencia en humanos varía entre 4.7 y 10%
(6, 7, 104)
Los infectados presentan fiebre, cefalea, mialgia, náuseas, vómito y después de una semana
pueden desarrollar compromiso del SNC que varia desde meningitis hasta encefalitis
severa; puede presentarse orquitis, neumonitis, parotiditis, faringitis; en tres semanas hay
recuperación, sin secuelas; la infección es asintomática en el 30% de los afectados (100).
La infección durante la gestación por paso transplacentario puede ocasionar aborto o
infección congénita caracterizada por corioretinitis y lesión cerebral que resulta en
hidrocefalia y atrofia, puede encontrarse calcificaciones periventriculares, quistes
ventriculares, quistes porencefálicos, encefalomalacia y trastornos de migración que pueden
llevar a epilepsia, parálisis cerebral, ceguera y discapacidad intelectual (8). La lesión
cerebral depende del momento de la gestación en la que ocurre la infección (6).
Las alteraciones oculares incluyen atrofia del epitelio retiniano, displasia o atrofia del
nervio óptico, lagunas coriorretinianas y disminución del calibre de los vasos retinianos;
nistagmus y exotropia. El cuadro de infección congénita se asemeja al de la infección por
toxoplasma o citomegalovirus. También se ha descrito hidrops fetal (105), hemorragia
intracraneana y cuadro similar al síndrome de Aicardi (106).
El diagnóstico de la infección congénita puede hacerse mediante la detección de Ig M e Ig
G específica en suero y/o LCR; PCR también se ha usado.
La infección no tiene tratamiento; debe evitarse el contacto de las gestantes con ratones y
hamsters.

9. Sífilis (Treponema pallidum)

La sífilis congénita es una infección sistémica que ocurre cuando la gestante infectada con
T pallidum trasmite la bacteria al feto.
En 2010 , OMS/OPS aprobaron el plan para la eliminación de la trasmisión madre-hijo de
VIH y sífilis en las Américas con el propósito de reducir la incidencia de sífilis congénita a
0.5 casos o menos por 1000 nacidos vivos para el 2015 (107) sin embargo esta meta sólo
se ha logrado en Cuba (108) y en el resto de la región continúan presentándose desenlaces
adversos: mortalidad fetal, mortalidad neonatal, prematurez y bajo peso (109).
En Colombia, para 2016 la incidencia de sífilis congénita fue de 1,06 casos por 1000
nacidos vivos (110).
Cerca del 15% de los recién nacidos con sífilis congénita pueden desarrollar compromiso
del SNC (111), meningitis, parálisis de pares craneanos, convulsiones , hidrocefalia,
alteración de la pituitaria (112); puede que la única manifestación de la enfermedad sea el
compromiso del SNC (113).
El diagnòstico de caso de sífilis congénita se hace con estudios serológicos en la madre y en
el recién nacido, buscando luego el compromiso del SNC. El LCR muestra alteraciones de
meningitis aséptica: aumento de las proteínas (>120 mg/dL) y/o pleocitosis (>15 células
xmm3) con valor normal de glucorraquia que para considerarla debida a Treponema deben
descartarse las otras causas de meningitis aséptica; cuando VDRL en el LCR es reactivo es
claro el diagnóstico de neurosífilis; esta forma de compromiso responde al tratamiento con
PNC a dosis convencionales (114).
Si la sífilis congénita no se trata al nacer, el compromiso del SNC puede aparecer en el
primer año de vida con cuadro clínico similar al de la meningitis bacteriana aguda o con
dilatación de cuernos occipitales, hidranencefalia y quistes porencefálicos ; también puede
presentarse tardíamente con hidrocefalia y atrofia cerebral acompañada de lesión de pares
3°, 4°, 6°, 7° y 8° o lesiones vasculares, convulsiones, paresias y deterioro cognitivo (112,
115); la presencia de dientes de Hutchinson, queratitis intersticial y compromiso del 8°par
constituyen la denominada tríada de Hutchinson (114).

10. Varicela y Zoster

Se ha comprobado que el virus que ocasiona el zoster es el mismo virus que ocasiona
varicela; la varicela durante la gestación puede ocasionar infección grave en la gestante y
puede originar aborto, mortinato o parto pretérmino, se discute si puede ocasionar
aberraciones cromosómicas; aproximadamente del 1 al 2% de las gestantes que tienen
infección primaria por el virus de la varicela tienen recién nacidos con síndrome de varicela
congénita (116, 117).
Durante la gestación, el virus de la varicela zoster puede cruzar la placenta y ocasionar
infección congénita; a pesar de ser una infección frecuente en la infancia, cerca del 10% de
los adultos son susceptibles. En EEUU en 1995 se introdujo una vacuna y para 2005 los
casos habían disminuído en 90%; el virus de la vacuna no ha causado infección congénita
cuando se ha vacunado a la gestante inadvertidamente (118).
En una cohorte de 1373 gestantes con varicela y 366 con zoster, se identificaron 9 casos de
varicela congénita, resultado todos de infección materna en las primeras 20 semanas de
gestación, no se encontró ningún caso de infección congénita en los hijos de las 366
gestantes con zoster. En 97 gestantes la varicela ocurrió después de la administración de
inmunoglobulina a la gestante, en este grupo no hubo ningún caso de infección congénita.
La transmisión vertical en el primer trimestre ocurrió en 24% de los casos resultando 50%
de recién nacidos sintomáticos, la trasmisión en el segundo y el tercer trimestre
comúnmente no se asoció con defectos al nacer (119).
Las manifestaciones de la infección congénita incluyen alteraciones en piel, anormalidades
oculares y neurológicas, anormalidades de las extremidades, prematurez, bajo peso y
muerte en la infancia (120).
El compromiso del SNC ocurre en el 60% de los casos: encefalitis, atrofia cortical,
microcefalia, síndrome de Horner, convulsiones, ataxia cerebelosa, meningitis aséptica,
accidente cerebrovascular, paresia de extremidades, retardo mental, calcificaciones en
ganglios basales, alteraciones de los giros; se han descrito múltiples anomalías en el
síndrome de varicela congénita (117, 121, 122, 123).
El diagnóstico es serológico determinando IgM en el período neonatal, IgG persistente en el
1° y 2° años o in vitro estableciendo la proliferación de linfocitos como respuesta al
antígeno del virus.
El tratamiento para la infección por el virus VZ es el Aciclovir a dosis de 30 mg/kg/día, no
recomendado en los casos de síndrome de varicela congénita.

11. Micobacterium tuberculosis

La tuberculosis permanece como un problema mundial importante; en 2012 se estima que


8.6 millones de personas desarrollaron la enfermedad y 1.3 millones murieron a causa de
ella; a 2013 muchos países con alta carga para la enfermedad no mostraron disminución de
la incidencia (124).
Los recién nacidos y los niños comparados con los adultos tienen 10 veces el riesgo de
desarrollar una enfermedad progresiva y sistémica después de la infección (125) .
En casos excepcionales los recién nacidos se pueden infectar in utero cuando la madre tiene
una infección tuberculosa en el tracto genital, ya sea en las trompas de Falopio, en el útero,
en los ovarios o en el cérvix. El compromiso de la placenta evidencia la trasmisión
hematógena pero no siempre ocurre infección del feto, en forma similar, puede haber
infección fetal sin infección de la placenta; la diseminación intrauterina es rara pero puede
suceder a partir de la vía hematógena iniciando en el hígado o también puede infectarse por
contacto con líquido amniótico infectado (126).
Según Cantwell en 1994, se considera caso de TBC congénita cuando se cumple al menos
uno de los siguientes: a) lesiones tuberculosas detectadas en la primera semana de vida; b)
demostración del complejo primario hepático o bien de granulomas hepáticos caseosos; c)
confirmación de TBC en la placenta o en el aparato genital femenino materno y d)
exclusión de transmisión posnatal (127).
Las manifestaciones clínicas se presentan hacia la 3° semana de vida e incluyen hepato-
esplenomegalia, fiebre, dificultad respiratoria, tos, letargia e irritabilidad (128); puede haber
parálisis facial y convulsiones, frecuentemente se encuentra neumonía que no responde al
tratamiento antibiótico; el cuadro clínico puede ser similar al ocasionado por los agentes del
síndrome TORCH
Para la detección de M. tuberculosis puede utilizarse cultivo de jugo gástrico, lavado
bronquial, orina, sangre, LCR, secreción de oído medio, biopsia de ganglio, hígado,
pulmón, piel y médula ósea y también reacción en cadena de la polimerasa (PCR) que es
sensible, específica y rápida (129, 130, 131) y. es de gran utilidad sobre todo para el
diagnóstico de TBC extrapulmonar (132).
La TBC miliar y meníngea son muy graves, ocurren más frecuentemente en este grupo de
edad cuando se compara con los otros grupos; los síntomas son inespecíficos por lo que el
diagnóstico se retarda y genera una alta mortalidad.
En una serie de 170 pacientes, la mortalidad alcanzó un 22% de los pacientes que
recibieron tratamiento, la mortalidad se ha asociado con el hallazgo de lesiones
intracraneanas (128). El compromiso del sistema nervioso en la TBC fue descrito en 1825,
cerca del 1% de los casos de TBC presentan compromiso del SNC constituyéndose en la
forma más grave de la enfermedad que genera alta morbilidad y mortalidad (133).
El curso clínico puede verse favorecido por el tratamiento materno durante la gestación, tal
como se informa en un caso de compromiso del SNC en un hijo de una madre con
tratamiento incompleto durante la gestación (131).
En meningitis, debe administrarse diariamente isoniazida, rifampicina, pirazinamida y un
aminoglucósido durante 2 meses y luego, 7 a 10 meses de izonizida y rifampicina
diariamente o dos veces a la semana para un total de 12 meses.

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