Está en la página 1de 4

Alumbrados, dejados y perfectos

In document San Juan de Avila M ANDRES (página 116-120)

Los conoció de oídas durante sus estudios teológicos. El primer adjetivo sustantivado con que
fueron designados mira a la causa: Dios que ilumina con su gracia; el tercero, al fin último: la
perfección; el segundo, al modo de alcanzarlo: el dejamiento. Los alumbrados alcarreños de 1525

simplificaron de modo deslumbrante los tres extremos recién indicados. Recogieron el fondo del
catarismo medieval, del perfectismo humanista y de la espiritualidad franciscana del amor, en un
intento de itinerario fácil y seguro de ir a Dios dejándose del todo a él.

Se ha repetido en toda clase de publicaciones que constituyen una realidad exclusivamente


intrahispana, inexistente más allá de nuestras fronteras. Así lo he repetido también yo, hasta que
caí en la cuenta de que los perfectistas de los Países Bajos de fines del siglo XVI y principio del
XVII, así como el quietismo italiano y francés de fines de ese mismo siglo, son claras
manifestaciones de alumbradismo. Ambos parecen mala in- teligencia de verdadera doctrina.
Osuna era bien conocido en los Países Bajos por haber residido allí durante varios años y por el
intercambio político, cultural y económico entre Castilla y Flandes, manifestado incluso en
ediciones de libros científicos, espirituales y literarios en castellano y en latín. Allí vieron la luz
tres volúmenes de sermones de Francisco de Osuna en 1536 y 1537 y, más tarde, obras de fray
Luis de Granada, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Falconi y otros místicos es- pañoles a lo largo
de los siglos XVI y XVII.

En realidad, el alumbradismo es una mala inteligencia y vivencia de la verdadera espiritualidad. La


acompañó desde los primeros pasos de la mística del recogimiento, en tomo a 1480, hasta sus
manifestaciones de declive, bien entrado el siglo XVIII. Los herejes de Durango son una mala
inteligencia de la mística de la descalcez de la primitiva observancia franciscana castellana; los
alumbrados de Toledo de 1525 y los de Extremadura de 1570, de la mística del recogimiento; los
de la Alta y Baja Andalucía (1610-1623), los valencianos de 1630 y los quietistas de 1680 no
entendieron ni practicaron bien la mística de Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Juan Falconi y
otros espirituales españoles.

El alumbradismo clásico español es un proyecto de vida espiritual y de reforma de la Iglesia. Tuvo


su manifestación más historiada en tierras de la Alcarria y de Guadalajara a través de una beata
terciaria franciscana llamada Isabel de la Cruz, y de algunos religiosos franciscanos de Escalona y
Toledo, en torno a 1510. Sus adeptos dieron a Isabel la categoría de San Pablo. Mujer de
extraordinario valer, lo mismo que otra de las grandes alumbradas, María de Cazalla, hermana del
obispo Juan de Cazalla, secretario del cardenal Cisneros y obispo auxiliar de Avila.
En España en aquellos años se produjo una floración feminista de subido interés en torno a Isabel
la Católica, sus hijas, las damas de la corte, otras mujeres insignes por su cultura, espiritualidad y
acción política, sin

olvidar el séquito de doña Germana, viuda de Fernando el Católico, que centró su vida en la
ciudad de Valencia.

El ideólogo de la secta alumbrada fue Pedro Ruiz de Alcaraz, predicador seglar y contable del
duque de Escalona; el núcleo social de la misma está formado por seglares, casi todos conversos, y
por algunos franciscanos. A estos últimos los condenó Francisco de Quiñones, general de la Orden,
en el capítulo provincial de Toledo de 1524; a todo el grupo la Inquisición de Toledo en 1525.

Juan de Avila analiza la teología alumbrada y su relación con los místicos del recogimiento.
Antepone una consideración general sobre los falsos intentos de reformar la Iglesia y de traerla a la
perfección que tuvo en sus principios o a otra mayor, que acariciaron muchos reformadores en sus
comienzos. Su parecer es tajante. Hubiera sido mejor haber entendido en su propia reformación
que olvidar su propia conciencia. A continuación se fija en los alumbrados.

A su parecer constituyen una senda espiritual nueva «que les parecía muy breve atajo para llegar
presto a Dios. Parecíales que, dándose una vez perfectamente a él y dejándose en sus manos, eran
tanto amados de Dios y regidos por el Espíritu Santo, que todo lo que a su corazón venía no era
otra cosa sino lumbre e instinto de Dios. Y llegó a tanto este engaño que, si aqueste movimiento
interior no les venía, no habían de moverse a hacer alguna obra, por buena que fuese. Y si les
movía el corazón a hacer alguna obra, la habían de hacer aunque fuese contra el mandamiento de
Dios, creyendo que aquella gana que en su corazón sentían era instinto y libertad del Espíritu
Santo que los libertaba de toda obligación de mandamiento de Dios, al cual decían que amaban tan
de verdad, que aun quebrantando sus mandamientos, no perdían su amor»160.

He aquí su análisis de un texto bíblico alegado con frecuencia por alumbrados, algunos


erasmistas y protestantes: Al justo no le es impuesta la ley, y donde está el Espíritu del Señor, allí
hay libertad (2 Cor 3,17). «No se ha de entender que el Espíritu Santo haya a ninguno, por justo
que sea, libertado de la guarda de los mandamientos de Dios, mas antes, cuanto más les comunica,
más amor les pone, y creciendo el amor, crece el cuidado y gana de guardar más y más las palabras
de Dios... Porque como este Espíritu sea eficacísimo y haga al hombre verdadero y ferviente
amador... y ponga perfcctísima conformidad en la voluntad del hombre con

la... de Dios, haciéndole que sea un espíritu con él,... un querer y no querer..., pues está conforme
con la voluntad de Dios, que hizo la ley»161.

Por este camino trataron los alumbrados de llegar al amor puro a Dios y de liberarse, a la vez, de
toda obligación legal. Para ellos el camino más seguro de unión con Dios consistía en dejarse
totalmente a las inspiraciones de Dios y no obstaculizar su desarrollo. Creían tener hilo directo con
Dios, obrar por puro soplo del Espíritu y alcanzar la perfección de modo más fácil y seguro que los
cristianos viejos.

Juan expone su teología del amor puro de manera clara e incisiva: «Y como sea fácil y dulce obrar
lo que ama, de ahí es que quien aqueste Espíritu de Dios, que hace libre, tiene en abundancia, obra
tan sin pesadumbre y sin captiverio que, aunque no hubiese infierno que amenazase ni paraíso que
convidase, ni mandamiento que constriñese, obraría por sólo el amor de la voluntad de Dios lo que
obra; y todo lo que sufriese le sería agradable, como un amoroso hijo reverencia y ama a su
padre... por solo amor libre... Y tras este perfecto amor viene perfecto aborrecimiento de todo
pecado, y viene la perfecta confianza, que quita toda tristeza y temor... Y porque ninguna cosa
tiene sobre su cuello que se le apegue, dícese no ser esclavo, mas libre, que obra por puro amor y
no forzado por las promesas o amenazas de la ley... Por el cual haría hombre más de lo que la ley
manda, si menester fuese, ardiendo con mayor fuego que la misma ley pone. Y así no está justo
debajo de ley, haciéndosele mal lo que ella manda, mas está encima de ella, porque se deleita en el
cumplimiento de ella. Y cuanto tiene de amor, tanto tiene de libertad»162.

A veces parece escrito este libro con la pasión de la cárcel y de las disputas sobre los alumbrados
vividas en los aledaños de la cátedra de Juan de Medina en Alcalá. Se trataba de un tema en ascuas
a lo largo del siglo XVI y XVII en España, alentado por la mística del recogimiento y
el alumbradismo, que encontrará formulación acertada en el soneto No me mueve, mi Dios, para
quererte. De la Península pasó a Francia y originó la famosa confrontación del amor puro entre
Bossuet y Fénelon. El mismo Juan vio que resultaba vidrioso el tema todavía en 1570, y matizó
algunas frases en la edición de 1574.

El asunto reaparece con frecuencia en sus escritos. Dirigiéndose a los jesuitas de Montilla compara
el alumbradismo con la mística del recogimiento y destaca su total diferencia: «Han pensado
algunos que este

161 O.C., I, p.497; cap. 50, p.683. 162' O.C., I, p.497.

negocio de orar se ha de hacer aflojando y no haciendo nada, moti ex Dionysio: Linquite et linque
omnes sensus. Quiso decir: Deje el discurrir y el no querer nada ni elegir nada. Tunc los
alumbrados, que dejaban la voluntad a Dios, decían ellos, y lo que les venía hacían; y si no les
venía no lo hacían. Fundáronse en San Agustín: Ama et fac quicquid velis. Et in illo: Lex iusto
posita non est. Sed hoc est necedad: hacerse pura potencia.

»Unde dicitur: aliud es dejamiento, aliud recogimiento, que es apartamiento de los de acá y
acogerse a Dios, que es torre de homenaje. Y es muy lejos de! recogimiento aquella mortandad y
flojura, antes está el ánimo muy fuerte y fornido en ella»163.

El alumbradismo toledano de 1525 constituye un movimiento seglar de base, si quisiéramos hablar


en términos de nuestros días. Los místicos del recogimiento de La Salceda Francisco de Osuna y
Francisco de Ortiz lo aceptaron con ilusión apostólica en 1521 y tomaron parte con ellos en
muchas reuniones. Pero pronto vieron que con las mismas palabras se significaban cosas distintas.
Resultó imposible la concordia y tuvieron que

separarse alumbrados y recogidos en 1523. Al año siguiente el Ministro General de la Orden


franciscana y el capitulo provincial de Toledo condenó a los alumbrados como vía espiritual nueva
y escandalosa o propicia a tropiezos.

In document San Juan de Avila M ANDRES (página 116-120)

También podría gustarte