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La

Biblia del Oso, condenada a la hoguera



Cristian Gómez, en los 450 años


¿Por qué hay una Biblia que se llama “del Oso”?
Nacida en el Siglo de Oro de las letras castellanas, la bellísima traducción literaria de
la Biblia del Oso fue la primera completa al español, hecha desde los idiomas
originales: hebreo y griego. En 1569 se publicaba por primera vez trasladada al
idioma de Cervantes. Fue 35 anterior al Quijote, pero más desconocida, pues aunque
hecha por un monje -Casiodoro de Reina-, fue perseguida y la mayoría de los
ejemplares quemados; a pesar de que sólo sobreviven 32 ejemplares originales, su
trascendencia ha sido mayor que la de las demás obras clásicas, en tanto que ha
influido ampliamente a la literatura, el derecho, la filosofía y la religión del mundo
hispanoamericano.
Pero, ¿por qué aquella obra cumbre del siglo XVI fue proscrita? De esto hablaremos
en este opúsculo y de cómo su prohibición generó paradojas o contradicciones
históricos y religiosas.
I. Las 13 paradojas de la Biblia del Oso
Comenzaré por enunciar las contradicciones inherentes a la época, al personaje y
sobre todo al hecho mismo de traducir la Biblia en aquella época, para luego
reflexionar sobre las razones y el sentido de estas paradojas. Y en el entendido de
que enunciadas escuetamente pueden provocar muchas dudas, repasaremos
algunos hechos de la historia.
1. Fue la primera Biblia completa en español, hecha tras 600 años de la
existencia de esta lengua, la que entonces no había contado todo ese tiempo con las
Sagradas Escrituras más que en porciones; pero no pudo ser traducida ni impresa
en España, y tampoco circular libremente por ningún país de habla hispana.
2. Refleja la influencia exegética de los cristianos nuevos o judeoconversos
forzados a bautizarse, y luego sospechosos de judaizar, Contrasta en ella la
importancia que da a los idiomas originales en que se escribió la Biblia, por un lado,
y a la exégesis judeo-cristiana por otro, que queda plasmada en una traducción

1
cristocéntrica de una Biblia que sigue el orden y contenido del canon según el orden
de la Vulgata.
3. Tiene antecedentes humanistas y alumbrados; pero terminó como signo
del protestantismo español. Considera la interioridad de los alumbrados que buscan
una experiencia mística, al mismo tiempo que se guía por la objetividad de los textos;
su Biblia es compañera de una confesión de fe más bíblica que dogmática, la
Confessio Hispánica.
5. Obra de un monje que predicó la tolerancia, y sin embargo fue un traductor
y pastor perseguido tanto por la Inquisición cuanto por la Reforma calvinista. Tuvo
que realizar su tarea de traducción en el exilio y huyendo, no como Lutero o como
los traductores de la Biblia al inglés, que trabajaron bajo la protección y los recursos
de príncipes e iglesias, y sus traducciones circularon libremente y se aceptaron
como oficiales.
6. La Biblia es fundamento de la Iglesia cristiana, pero fue prohibida y
destruida por las instituciones cristianas; que desde el siglo XII habían decretado
que quienes osaran traducir la Biblia y discutirla entre miembros del pueblo serían
calificados de herejes; arrasada esta primera traducción, de sus 2600 ejemplares no
quedaron más de 32.
7. Hecha por un traductor que no colocó su nombre en la portada porque él
ya estaba incluido en el Index Librorum Prohibitorum, y por ello fue conocida por
más de 300 años con el nombre de un revisor, Cipriano de Valera; pero que aún así
influyó en la traducción de la Biblia en inglés y aun en la primera traducción católica
al castellano de 1792.
8. Vio la luz con un emblema tipográfico desusado, para que la Inquisición
no supiera el lugar ni el responsable de la impresión. Logotipo con otros orígenes
simbólicos; pero que llegó a ser metáfora de la circunstancia de España y del anhelo
de Casiodoro de un Imperio cristiano desde la Península Ibérica hasta el continente
Americano.
9. Obra cumbre del siglo XVI de Oro de las Letras Castellanas, anterior por 35
años al Quijote, sin embargo desconocida en tanto que se prohibió por más de 400
años.
10. Sus revisiones conservan la esencia y al mismo tiempo no pueden ser ya
la Biblia del Oso, pues han de debatirse entre la comunicabilidad con el gran público

2
y la conservación de la elegancia y belleza del castellano del siglo XVI; dilema
también entre el cotejo con manuscritos recién descubiertos pero más antiguos, o
mantener el texto de Casiodoro coincidente con el Masorético judío del Antiguo
Testamento y el Nuevo Testamento griego de Erasmo.
11. Fortalece a la iglesia evangélica de habla hispana, pero es atacada por
sectores de ella, especialmente por los judaizantes quienes ignoran voluntariamente
que la Biblia del Oso fue un trabajo vertido desde las lenguas originales, cotejado
con la Biblia de Ferrara, trabajo judío, y hecha por un hombre con probable
ascendencia judía con influencia alumbrada, casado con Ana, la hija de un judío y
financiada por el comerciante judío más rico de Holanda, Marcos Pérez.
12. Desde una Biblia cuyos ejemplares fueron en su mayoría quemados, hoy
es la traducción más difundida y reverenciada en el mundo cristiano; su traductor,
pastor auténtico por vocación y acción, no pudo ser pastor oficialmente después de
las calumnias en Londres y hasta el final de si vida; pero hoy, millones de pastores
tienen su traducción como faro de su ministerio.
13. La última paradoja es que la cultura occidental surge de las Sagradas
Escrituras, pero aquella hoy pretende desconocerla. El pensamiento moderno
hunde sus raíces en la ética, el arte y la antropología bíblicas; grandes escritores
latinoamericanos bebieron para su propio estilo de la estética de la Biblia del Oso.
Sin embargo, desde un falso laicismo y secularización, se pretende dejar fuera de la
cultura al texto sagrado en una concepción equivocada que divorcia a la
intelectualidad, de la necesidad religiosa inherente e insoslayable en todo ser
humano que busque ser un ente integral.

Se conjuntan para esta celebración dos temas de gran trascendencia: los Mil Años
del idioma español, segunda lengua materna del mundo, hablado hoy por 567
millones de personas, con sus implicaciones económicas, culturales y políticas; y los
450 años del libro más influyente, leído, traducido y perseguido de la historia
vertido por vez primera, completo al castellano.
El español
Carlos Fuentes definió a la lengua española como aquella de la rebelión y la
esperanza, que unió a europeos, indios y negros; procedente de la Península a l cual

3
llamamos hoy España, pero que es, al mismo tiempo, ibero-celta, griega, romana,
judía, árabe y cristiana.
El rey Felipe VI ha subrayado que los novohispanos ocuparon tres cuartas partes de
lo que hoy es Estados Unidos; así que ahí no es una lengua extranjera, incluso está
presente en la toponimia. El rey también ha pedido que las 22 academias de la
Lengua Española estén en pie de igualdad, por ello el Instituto Cervantes (que
promueve universalmente la enseñanza, el estudio y el uso del español) y más de 70
universidades en el mundo preparan la nueva gramática española.
En Estados Unidos hay más de 41 millones de hispanohablantes y otros 11 millones
de personas bilingües, por tanto la comunidad de habla hispana en los Estados
Unidos es la segunda en número, después de los 121 millones de México. La oficina
del Censo en ese país, calcula que para el año 2050, los la comunidad
hispanohablantes serán 138 millones, y será la más grande del orbe.




El antecedente de la prohibición de la Biblia

Trasmitida fundamentalmente en latín, la Biblia no podía ser comprendida por el


pueblo que debía conformarse con catecismos, pinturas y muchas leyendas. El año
1199, en que el papa Inocencio III calificó de “herejes” a quienes osaran traducir la
Biblia y discutirla entre ellos, y les aplicó estas palabras de Jesús: “No den lo santo a
los perros, ni tiren sus perlas delante de los cerdos… que ningún simple e indocto
presuma tocar a la sublimidad de la Sagrada Escritura ni predicarla a otros”.

Pero el ser humano tiene estructuralmente hambre espiritual y en la búsqueda de


Dios y de una experiencia más íntima con Él surgieron movimientos disidentes como
los cátaros y valdenses que hicieron traducciones de los evangelios; cuando fueron
condenados y masacrados por el creado ex profeso Tribunal del Santo Oficio, se
consideró también la pertinencia de prohibir la Biblia en lenguas vernáculas en el
Sínodo de Tolouse en 1229, el Concilio de Tarragona en 1233; el edicto de Gregorio
XI en 1375.

4
El Santo Oficio de la Inquisición se fundó también en España en 1478, durante el
reinado de los Reyes Católicos Isabel y Fernando, quienes en 1492, año del
descubrimiento del Nuevo Mundo, y al expulsar de España a los judíos, prohibieron
bajo severísimas penas que se tradujeran los libros sagrados a la lengua vulgar o que
nadie retuviera lo traducido por otro con cualquier autorización.
La iglesia Católica confirmó su consideración de que no era bueno que el
pueblo leyera directamente la Biblia en la Contrarreforma como respuesta católica
al hecho de que Martín Lutero había iniciado el movimiento de la Reforma que
postulaba que cada creyente debía leer la Biblia y estudiarla directamente y en su
propio idioma vernáculo. El Concilio de Trento afirmaba que la Biblia en lengua
vulgar traía más daño que provecho, para leerla se requería permiso del obispo

Puesto que el clero católico romano se negó a suspender y reprobar la venta de


indulgencias que tenían a su cargo los dominicos, con las que pretendían recaudar
fondos para la construcción de la Basílica de San Pedro, el conflicto con el
Reformador fue creciendo; y ya para 1521 Lutero escribía sus obras, como El
Cautiverio babilónico del papado, donde afirmaba que la Iglesia, al estar dirigida
desde Roma y tener la tradición de costumbres no bíblicas por encima de la misma
Biblia, se hallaba en una situación espiritual equivalente a la de los judíos cuando
fueron deportados a Babilonia y perdieron su templo y la tierra prometida.

La preocupación principal de Lutero era que los creyentes encontraran a Cristo a


través de la lectura directa de la Biblia, pues que todo creyente es un sacerdote,
todos tiene derecho de leerla y responsabilidad de interpretarla. La Biblia debe ser
la máxima norma de la fe; a diferencia del concepto medieval, en que, a la par de ella
había otras fuentes de autoridad.

La censura de Biblias de el Índice de 1551 de la Inquisición española prohibió


expresamente, “La Biblia en el Romance castellano o cualquier otra lengua vulgar.”,
reeditado en 1559 y promulgado a petición del Concilio de Trento por el papa Pío IV
el 24 de marzo de 1564; luego por el inquisidor español Valdés en 1583. Se prohíbe
explícitamente la lectura de la Palabra de Dios en el idioma vulgar o en otro
cualquiera “como no esté en hebraico, caldeo, griego o latín”

En la primera versión de este Index Librorum Prohibitorum se prohibía


expresamente toda versión de la Biblia escrita o autorizada por Martín Lutero, así

5
como las que se parecieran a ellas o que estuvieran escritas en lengua vernácula e
incluía una lista de impresores a los que había que vetar.
Habrá que recordar la quema de 20 biblias en Salamanca en esos tiempos de
la Contrarreforma.

Traducciones castellanas parciales.
El español nace entre finales del siglo X y comienzos del XI cuando se escriben
las Glosas Emilianenses, textos bautismales, escritos en lengua romance guardados
en el monasterio de Yuso, en San Millán de la Cogolla, en La Rioja, es decir, la segunda
lengua con más nativo hablantes en el orbe cumple mil años.
En otras latitudes de lo que hoy es España, Castilla para ser precisos, se
intentaba traducir la Biblia a los idiomas del pueblo, porque España fue la cuna de
las traducciones: la Fazenda de Ultramar, S. XIII. La Biblia romanceada de la Escuela
de Traductores de Toledo o Alfonsina; la de Juan II en el s XV, la del Marqués de
Santillana, la de Bonifacio Ferrer y la de Moshe Arragel o de Alba.

Tras la invención de la imprenta, las ediciones de los Evangelios de Ambrosio de


Montesinos. Ambrosio Montesino (1444-1514) fue un sacerdote español al servicio de los reyes
católicos. Por pedido del rey Fernando el Católico publicó en 1514 una obra titulada Epístolas y
evangelios por todo el año, que parece ser una revisión de otra publicada en 1506 de autor anónimo. Se
trata de una traducción del latín al castellano.
En esta obra hay 846 textos bíblicos escogidos, de los cuales 160 son del Antiguo Testamento y 586 del
Nuevo Testamento. Estos textos vienen con material extrabíblico adicional que consiste en comentarios y
sermones basados en los textos bíblicos.
Se hicieron numerosas reimpresiones de esta obra durante muchos años y fue muy popular en España
hasta que la Inquisición la prohibió en el año de 1612, fecha en que aparece por primera vez en la lista de
libros prohibidos.

Juan de Valdés,
Francisco de Enzinas imprimió su traducción española del Nuevo
Testamento a partir de la edición latina del Novum Instrumentum de Erasmo, en
Amberes en 1543. Enzinas introdujo algunos cambios que lo convirtieron en un
texto peligroso. Pág. 159

Sin embargo varios textos de partes de la Biblia nunca recibieron autorización para
ser impresos, cuyos manuscritos se encuentran en la biblioteca de El Escorial. Dice
Marcel Bataillon: "Frente a las distintas soluciones posibles para defender la
ortodoxia, tolerancia sólo para las traducciones hechas por hombres piadosos y

6
católicos, supresión rigurosa de la versión anglicana, España, dice Carranza, optó
por la prohibición general de todas las traducciones vulgares de la Escritura".
A pesar de que muchos arguyen el florecimiento de los estudios bíblicos
dentro del ámbito católico, lo cierto es que en la práctica no se preocupaban las
autoridades porque el pueblo aprendiera a leer.

En 1516 se había impreso en Europa el Nuevo Testamento en griego por Erasmo de


Rotherdam y la primera de las grandes Biblias políglotas: la Complutense, por el
Cardenal Jiménez de Cisneros, que está en griego, hebreo, latín y en arameo; pero no
había una Sagrada Escritura completa en español.

Juan de Valdés –el primer protestante antes que Lutero- tradujo el Evangelio de
Mateo y los Salmos.

Francisco de Enzinas imprimió su traducción española del Nuevo Testamento a


partir de la edición latina del Novum Instrumentum de Erasmo, en Amberes en 1543
y encomiaba a los españoles como los primeros en todo menos en difundir la Biblia.

Su trabajo fue revisado por Juan Pérez de Pineda que publicó el Nuevo Testamento
en Ginebra en 1556.

Pero en España no quedó más que el camino de las glosas, comentarios o algunas
breves versiones antológicas como las recogidas por fray Luis de Granada: "España
se contentó con las traducciones parciales admitidas desde hacía mucho tiempo,
junto con algunas otras que toleró la Inquisición. Se reimprimieron
ininterrumpidamente las Epístolas y Evangelios en la revisión de Fr. Ambrosio de
Montesinos", los Proverbios de Salomón interpretados en metro español y glosados.


La expulsión de los judíos
en 1096, los judíos de Spira, Worms, Maguncia y Colonia, en
Alemania, fueron masacrados a comienzos de la cruzada, o cuando el
Rey Felipe el Hermoso expulsó a los judíos de Francia en julio de 1336.1

1 Cfr. POLIAKOV, Leon. Historia del Antisemitismo, Tomo I, De Cristo a los judíos de

las cortes. Buenos Aires, Proyectos Editoriales Editor., Argentina, 1988. Pp. 32-76.

7
En los primeros tiempos de la Edad Media, España era lo opuesto a la

intolerancia religiosa, al contrario, se distinguió en los países de Europa

por la relativa armonía y libertad en el intercambio social y comercial

que existía entre cristianos, judíos y musulmanes. En los siglos XII y XIII,

los cristianos inspirados por gobernantes como Alfonso VI, Alfonso X y

el Arzobispo Raimundo de Toledo, ansiaban asimilar la cultura

musulmana, esclarecida por un Averroes, y la judía, orgullosa de

Maimónides. Illescas, p. 18. En la convivencia en donde los musulmanes

enseñaban a judíos y los judíos enseñaban a cristianos, como sucedió en

Castilla y Cataluña. Fernando III, rey de Castilla de 1217 a 1252, se llamó

orgullosamente “rey de tres religiones”2.

Desde los Concilios de Zamora (1313) y el de Valladolid (1322), ya se había

manifestado un creciente espíritu de intolerancia. Más tarde se trató de

obligar a estos pueblos, que se consideraban extranjeros, a que viviesen en

barrios especiales llamados morerías y juderías. Idem

Bajo la dirección de Alfonso X se generaron grandes trabajos en

castellano y la creatividad en esta lengua vernácula le permitió florecer,

2 MUÑIZ-HUBERMAN, Angelina. La Lengua Florida. México, D.F., Editorial Fondo de Cultura


Económica, S.A. de C.V., segunda reimpresión, México, 1997

8
así, los judíos intervinieron directamente en el desarrollo de la lengua

castellana o española.

El Concilio Laterano de 1215 había llevado una expresión de odio


hacia los judíos. cuatro de los cuales trataban sobre los judíos, ahí se les
puso la insignia de estar fuera de la ley pues decía: “...en toda la
cristiandad, y en todo momento, se les ordenó llevar una ropa o una
insignia distintiva”3.
Cuando Alfonso X enterró a su padre, ordenó que se inscribieran
en la tumba caracteres en hebreo, árabe, castellano y latín Alfonso X
incluía ataques contra los judíos con los que había intimado tanto4. No
es muy claro el porqué de está rápida respuesta, pero la convivencia
pareció desaparecer rápidamente: los judíos de Toledo fueron
aprisionados en sus sinagogas; los judíos ricos fueron obligados a pagar
sumas exorbitantes; otros fueron torturados y forzados a convertirse.
En 1242, año que fue quemado el Talmud en Paris, el rey Jaime I
(1213-1276) emitió un edicto en que se requería que los judíos de su
reino asistieran a los sermones de conversión de los Dominicos y los
Franciscanos. Papa Inocencio IV justificó la obligatoriedad para los
judíos de escuchar los sermones cristianos
Desde 1391 hubo linchamientos contra judíos en Cataluña,
a partir de la plaga de la peste negra (1348) una paranoia enfocó
en particular a los judíos de Toledo en la que habitaban más o menos 13
mil de ellos, pues se decía que ahí se había originado.

Es sorprendente que La unidad de España comenzó con la unión de Isabel de Castilla y

Fernando de Aragón; “el legado pontificio e influyentes familias judías de ambos

3 TARNERO, Jacques. Op. Cit., p. 10.


4 Cfr. BRITANICA, Enciclopedia. Judaísmo. Microsoft@ Online Enciclopedia 2001

9
reinos ; emparentadas con el rey Fernando, se inclinaban al enlace matrimonial de
ambos jóvenes”; lo veían conveniente a pesar de que eran primos y no podían
casarse excepto con una dispensa papal, la cual falsificaron (Los reyes católicos,
Emilio Sola Castaño, REI)
En noviembre de 1478 los reyes católicos obtuvieron del papa Sixto IV una
bula para que tres inquisidores cuidaran la doctrina contra los judaizantes en
España; así se convertía en el único país de Europa en tener la religión católica como
religión de Estado.
En 1480 dos dominicos comenzaron a realizar las tareas inquisitoriales en
Sevilla. Provocaron que muchos conversos huyeran por el pavor que desataron.
y la expulsión en 1492.
Los judíos conversos. La vigilancia inquisitorial.



El renacimiento humanista y biblista de Salamanca, Alcalá y Sevilla
La Universidad de Alcalá y los biblistas de la Políglota Complutense de
Jiménez de Cisneros como antecedentes de la vuelta al texto de los idiomas
originales
La enseñanza en Sevilla de los maestros de Alcalá: el arzobispo Alonso
Manrique, el Doctor Egidio y Constantino Ponce, Bartolomé de Carranza

Sevilla era una Babel de hombres y lenguas, impresos y manuscritos,
relaciones diplomáticas y cartas particulares que cruzaban España y Europa,
aportando noticias y reflexiones de todo sobre todo lo que ocurría a uno y otro lado
del Atlántico (Martinez Shaw, 1992). Pág. 26
Era, a finales del siglo xv, un activo centro comercial del libro, destacando el
trabajo de los impresores alemanes Cromberger instalados en la ciudad a principios
del siglo XVI. Pág.31
En Sevilla triunfó más que en ningún sitio el humanista Erasmo de
Rotterdam que tuvo iniciales simpatías hacia Lutero.
Las relaciones de Casiodoro con los predicadores de la catedral, Constantino
de la Fuente y Juan gil, el doctor Egidio, son conocidas, así como el círculo que se

10
formó alrededor del colegio de las Doctrina Cristiana, donde antes había sido
director Juan Pérez de Pineda.5



Alumbradismo
La primera mitad del siglo XVI comenzaron su fermento en la Reforma de
Cisneros los movimientos espirituales como los Alumbrados, el término se origina
en Sta. Catarina de Siena siglo XIV que es el anhelo de la perfección evangélica, la
practica del amor y de la humildad, la oración mental y la interpretación de la Biblia,
sin exigencia de obras ni del clero ni sacramentos.
los Dejados con Isabel de la Cruz y de Pedro Ruiz de Alcaraz se reunían en
casas a estudiar la Biblia sin tomar en cuenta la teología sino con una conciencia
autónoma.
Los Recogidos, que eran místicos encabezados por Francisco de Osuna
preparaban el alma para tener comunicación con Dios sin el discurso intelectual.
Los Proféticos de tendencias apocalípticas.
No eran luteranos, los propios inquisidores distinguían dos edictos
separados una contra los Alumbrados y otro contra los Luteranos, aunque ambos
coincidían en no adorar imágenes contra las indulgencias y la posibilidad de una
relación directa con Dios.
Muchos Alumbrados fueron judíos conversos.
Se distinguen del protestantismo porque comenzaron en 1512 y1520
cuando éste no había llegado a España. El Luterismo es mas cristocéntrico, el
Alumbralismo no acepta la corrupción absoluta de la naturaleza humana ni el
infierno aunque no hay que olvidar que posteriormente muchos Alumbrados vieron
en el protestantismo la culminación de sus ideas.



Erasmismo

5 Moreno, Doris, p.12

11
Para todos aquellos que habían bebido en las aguas del erasmismo, el ímpetu
del reformador alemán Martín Lutero no dejó de parecerles un gran paso, quizá el
inicio de la ansiada y largamente reclamada reforma de la Iglesia en su cabeza y en
sus miembros, empezando por el papa y llegando hasta la última ermita de la
cristiandad. Pag. 27
El humanismo y la invitación de Erasmo para una lectura universal de la
Biblia. Vuelta a las raíces antiguas, reconocimiento del hombre como creación e
imagen de Dios, crítica a la religión exterior, a la corrupción. Identificados también
con la predicación de Gerónimo Savonarola.
El nombre de Erasmo aparecerá en los índices de libros prohibidos de la
Inquisición Española de 1551, 1559, 1583 y 1612. Pág. 33
Las lecturas de varias obras de piedad de la devotio moderna ayudaron a
desarrollar sus creencias, obras como la Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis.
Religión de la interioridad, la definió Bataillon. Guiado por el Espíritu y la
gracia divina el creyente podía acceder a la experiencia directa de lo sobrenatural y,
a su luz, comprender el mensaje de las Escrituras para él. Pág.34
Erasmistas.- España es el país con mayor influencia de Erasmo, el imperio de
Carlos V facilitó el intercambio cosmopolita. La propia Universidad de Alcala se
enriqueció con las ideas humanistas de impulsar las lenguas clásicas de volver a las
fuentes de la Sagrada Escritura, la Exégesis y la Crítica textual.
Erasmo propone crear una sociedad cristiana a partir de un cristianismo
interior y de la Filosofía de Cristo para que la iglesia influya la política y la educación,
restando importancia a los mitos externos a la innovación de los santos y en
contraste una voluntad pacifista y tolerante.
El Humanismo Cristiano presenta dos caracteres molestos por los legalistas.
El Sentido Crítico y el Estudio Filológico de la Biblia, pues los primeros temen a la
conciencia individual, moral y doctrinal y la necesidad de una vida cristiana desde
la cultura del creyente y la ilustración para los pastores.


Protestantes antes del protestantismo
Los focos protestantes de Valladolid y Sevilla a fines de los años cincuenta
están combinados con la espiritualidad alumbrada y el humanismo Erásmico.

12
El arzobispo de Sevilla e inquisidor general desde 1523, Alonso Manrique,
jugó un papel destacado. Llegó a Sevilla por primera vez en 1526 y allí residió
habitualmente a partir de 1529. Simpatizante y protector de Erasmo, cuando se
instaló en la ciudad del Betis inició un vasto programa de reforma pastoral que
incluyó la atracción a la sede hispalense a principios de los años treinta de algunos
de los mejores predicadores de la época como Juan Gil Egidio o Constantino de la
Fuente (Boeglin, 2016). Coincidió también en este tiempo con el sacerdote y
predicador Fernando de Contreras y con Juan de Ávila*, el llamado apóstol de
Andalucía, predicador y promotor de una escuela sacerdotal que se concretará en la
universidad de Baeza. Y es en estos mismos años treinta cuando otro curioso
predicador laico, Rodrigo de Valer*, conocía un notable éxito entre los sectores más
populares de la ciudad llamando a la conversión y reivindicándose como vocero de
Dios por el poder de su Espíritu. Pág.35
No es de extrañar que todos los miembros de aquel círculo del arzobispo
Manrique fueran procesados, sobre todo tras su muerte en 1538.
Juan de Valdés fue pronto conocido por su Dialogo de doctrina cristiana. El
libro presentaba una vuelta imprescindible a los Evangelios para fundamentar la
renovación de la Iglesia de Cristo. La fama de Juan de Valdés y la difusión manuscrita
de sus obras fue grande en Italia y se extendió por Europa.
Pastare ha analizado los diversos compontes de esta religión de interioridad
ecléctica y de sus orígenes que sitúa en la herencia de la espiritualidad de los
cristianos nuevos (Pastare, 2010).
Erasmo no es el primero en hablar en España de reforma, en criticar la
escolástica, en recomendar la interioridad, en proponer la reforma del método
teológico, en defender la armonía entre lo humanista y lo cristiano. Muchas ideas y
actitudes de Erasmo sobre estos ternas empalman con ideas y actitudes ya
existentes en España (Andrés, 1986: 94-95).
Asensio, sin negar la importancia del erasmismo, subrayó las tradiciones
espirituales autóctonas: el biblismo, la encendida espiritualidad dominica relanzada
por la influencia italiana del monje Girolamo Savonarola Y, sobre todo, el
franciscanismo. de la tradición medieval de la devotio moderna y el alumbradismo,
fue el auténtico tronco central de la espiritualidad española pretidentina (Asensio,
1952: 31-99) Pág. 78

13
Fray Francisco de Osuna y el éxito de su Abecedario espiritual y en la
extensión de la devoción por la pasión de Cristo (Pérez García, 2009: 587-620)Pág.
79
Más recientemente, Gianclaudio Civale y Michel Boeglin han estudiado a
fondo los grupos protestantes sevillanos, llegando a la conclusión de que en ellos
había cuajado plenamente la Reforma (Civale, 2007; Boeglin, 2005: 163-189). Pág.
80

Por ello, se ha dicho que los monjes de San Isidoro fueron llevados a la herejía
menos por la lectura de los textos de los grandes reformadores como Calvino o
Lutero que por los enraizados círculos humanistas y evangélicos sevillanos.
El Enchíridíon o Manual del caballero cristiano de Erasmo era un manual
para descubrir la phílosophia Chrísti, la esencia del cristianismo, y una invitación a
vivir el Evangelio con pleno sentido, despreciando las cosas visibles y levantando la
mirada a las invisibles. Pág. 32
Juan de Valdés
Flaminio era miembro del grupo de amigos y seguidores del español Juan
de Valdés que, entroncado con el alumbradismo español, había formado en Nápoles
un círculo de espirituales seguidores. Pág. 98

Tiempos de la Reforma y la Contrarreforma


La “Iglesia Chiquita”
Comprender mejor el contexto de Casiodoro requiere conocer la importancia
de la ciudad de Sevilla –de la región de Andalucía-, en tiempos de nuestro traductor
alcanzaba los cuarenta mil habitantes (Madrid apenas llegaba a cinco mil) y fue en
varios aspectos la primera ciudad de la Corona, en la que también la diócesis era una
de las que percibía mayores rentas.
El elemento clave de cohesión social había sido la religión y ahora la cruzada
contra los musulmanes era base de la expansión territorial de Castilla y Aragón; así
que la Iglesia era la principal receptora de ingresos.

14
La división entre gobierno civil y autoridad eclesiástica era ambigua, pues era
el único país de Europa en que la religión católica era religión de Estado
La iglesia de Sevilla en las casas llamada “iglesia chiquita”, contaba con el
apoyo de mujeres como Isabel de Baena e Isabel Martínez.
la predicación de Egidio y Constantino se estaba haciendo famosa en Sevilla
desde mediados de la década de 1540. Enfatizando el beneficio de Cristo, la alegría
de la salvación, la acción del Espíritu en las almas. Alrededor de Egidio, Constantino,
el doctor Vargas*, profesor de Sagrada Escritura en la Universidad, el médico
Cristóbal de Losada y otros, se organizaron pequeños grupos en reuniones por las
casas conformando la «iglesia chiquita» de Sevilla. Los nodos esenciales de la ciudad
desde donde se difundía la predicación fueron el colegio de la Doctrina Cristiana y
la catedral de Sevilla, y las casas de los laicos Isabel Martínez Dalvo, Isabel de Baena*
y el artesano Luis de Abreo, añadiéndose San Isidoro del Campo en el extrarradio.
Pág. 47
Muy poco después, la Inquisición investigaba al otro canónigo y amigo, el
doctor Juan gil, Egidio, abriéndole un proceso en 1550 que acabaría tres años
después con una sentencia relativamente leve: retractación pública y reclusión
temporal.
De este momento de pánico nacieron los exilios de Juan Pérez de Pineda,
Lorenzo Guerra, Julián Hernández, Luis del Castillo, Diego de Santa Cruz y Gaspar
Zapata, algunos de los cuales reaparecieron más tarde en París. Pág.61
Juan Ponce de León, confesó que había paseado muchas veces por la zona de
Tablada, donde estaba el Quemadero, el lugar en el que los condenados eran
efectivamente quemados en la hoguera. Pág. 63


Quién fue Casiodoro?
El nacimiento de Casiodoro se pierde en la bruma, una relación del auto de
fe de Sevilla de 1562 en el que se quemó su efigie lo supone natural de Montemolín:
<<Fray Casiodoro, fraile del dicho monasterio [San Isidoro del Campo], natural de

15
Montemolín. Ausente condenado, relajada su estatua por hereje luterano
dogmatizador»6
Fue calificado por la Inquisición distinguiéndolo entre sus demás
compañeros y creyentes del pueblo como heresiarca o maestro de herejes y
dogmatizador.


Casiodoro en el convento de San Isidro
San Isidro se convirtió en la cabeza visible de esa rama escindida de la orden
jerónima en 1428, bajo la iniciativa de fray Lope de Olmedo (Actas, 2004). Nacida
del ideal eremítico, de la vocación espiritual de los laicos, el sello de su espiritualidad
era la profunda devoción por las Escrituras, haciendo de su lectura y estudio eje
nuclear, y el llamamiento a la humildad. Además de conceder una notable
importancia al trabajo manual como forma de sostenimiento. Pág. 38
Contaba con una estrecha relación con los Guzmanes, de ahí el entierro el 4
de diciembre de 1547, del conquistador Hernán Cortés en la cripta del duque. Pág.
40

Las dependencias del convento eran amplias y su apariencia exterior
fortificada, imponente. También se construyó el claustro de los Mármoles donde se
encontraba la biblioteca, el archivo y la sala de trabajo de los monjes, etc. Pag. 41.
Contaba con riqueza y amplitud suficiente para no ser una carga, contando con un
espacio cómodo para cincuenta monjes. Pág. 43

La raíz de su vocación ya estaba en San Isidoro, como jerónimo con su pasión
por el estudio y la traducción de la Biblia, por la predicación, por la enseñanza del
texto bíblico, por la lectura. Doris, Pág. 13

6 Archivo Histórico Nacional (AHN), Inquisición, legajo 2075, doc. 2. Relación del

auto de fe celebrado en Sevilla el 26 de abril de 1562. Cit. en López, 2011, II: 270-
278, citado por Moreno, op. cit.

16
Los tres monjes convertidos primero fueron: Casiodoro, Antonio del Corro y
el prior García Arias, quienes encontraron a Cristo en la predicación de los canónigos
venidos del ámbito de Alcalá de Henares.
Los vientos luteranos recorrieron los campos de Europa. Y llegaron a la
España de Carlos V. Y llegaron también a un monasterio en las cercanías de Sevilla:
el de los monjes jerónimos de San Isidoro del Campo, donde no se cuidaban de exigir
la pureza de sangre, lo que a su vez nos hace sospechar de la ascendencia judía de
varios personajes. Allí se leían y comentaban no sólo los textos del propio Lutero y
de otros reformadores sino también, y desde una nueva perspectiva —lo que resultó
más importante y revolucionario—, las propias Sagradas Escrituras. No se trataba
de que se leyeran por primera vez, sino de que se leyeran con nuevos ojos. Era, en el
lenguaje de nuestros días, una “relectura” del texto bíblico. Y por las condiciones de
la época, quienes podían hacían esa lectura en las lenguas originales en que esos
textos fueron escritos.

Aquellos tres frailes, Casiodoro, Corro y García Arias, el maestro Blanco, se
sintieron atraídos por el poder de aquella predicación. El prior García Arias,
converso probablemente, abrió las puertas del monasterio a esos nuevos caminos
de piedad y reflexión a través de sus predicaciones en la capilla. Ya en los años
treinta, al mismo tiempo que ejercía como consultor del Santo Oficio y quizá
participaba de los círculos próximos al arzobispo e inquisidor general Alonso
Manrique, agente de estímulos intelectuales y espirituales en la ciudad hasta su
muerte en 1538. Pág. 48
Julián Hernández, llamado Juliancillo por lo pequeño de su estatura trabajó
estrechamente con Pérez de Pineda en la preparación y publicación de varias obras.
Pág. 52
No se podía volver a las prácticas tradicionales de ayunos, novenas, oraciones
por los muertos y penitencias. Ya no se podían celebrar misas por los muertos de la
misma manera, ni rezar por las ánimas del purgatorio, cuando ya se había asumido
que no existía. Ni siquiera el maestro Blanco pudo resistirse durante mucho tiempo
a pesar de sus temores y volvió a apoyar a sus monjes disidentes. Las horas de coro
y rezo se convirtieron en explicaciones de la Sagrada Escritura; indulgencias y

17
expiaciones papales quedaron obsoletas; ningún culto quedó para las imágenes; los
ayunos periódicos se sustituyeron por perpetua sobriedad. Pág. 49
Ya no quedaba casi nada por superar salvo la misa, y la <<señal>> del
monasterio: el hábito y la tonsura (González Montes,2008: 276).

La conversión de una mayoría de los monjes al protestantismo había
provocado cambios significativos en la vida cotidiana del convento, en el culto, en la
liturgia, en el estudio, en las costumbres, en el lenguaje. Pág 44

Primavera de 1557. Junto a la evidencia de la necesidad imperativa de la
huida, si querían salvar sus vidas, había crecido el deseo de no callar más, de no
fingir más, de no disimular más. Pág. 46

La primera huida
Que estos libelos fueran profusamente distribuidos en Toledo, Alcalá y .J
Sevilla no deja de sugerir que también en las ciudades castellanas existieron algunos
simpatizantes del protestantismo. Pág. 59

Pues morir no se excusa de un modo o de otro
Hagamos virtud de lo que es forzoso
Creamos en Cristo que es Dios todopoderoso
Muramos por él, fiémoselo todo
(Schafer, 2014, Il: 160).
En cualquier caso, el protestantismo no fue visto como una amenaza real en
España hasta que se descubrieron los focos luteranos de Sevilla y Valladolid en 1558.
La persecución inquisitorial comenzó cuando, en el otoño de 1557 un católico
sevillano recibe por error un ejemplar de La imagen del Anticristo. Horrorizado,
contempla como en uno de los grabados se representa al Papa arrodillado rindiendo
pleitesía al diablo. El libro en cuestión procedía de los círculos ginebrinos de Jean
Crespin, y era un panfleto antipapista, obra de Bernardino Ochino (discípulo de Juan
de Valdés). Formaba parte de un envío que Julianillo Hernández había hecho llegar
a Sevilla. Los inquisidores sevillanos constataban pues que, en la ciudad del
Guadalquivir el movimiento «luterano» había prendido.

18
El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición (hoy Sagrada Congregación de
la Doctrina de la Fe) inició su implacable ataque para erradicar las nuevas ideas que
la iglesia dominante consideraba heréticas. Cuando en el monasterio se percataron
de que la inquisición andaba tras ellos, los que se sintieron amenazados y pudieron,
huyeron
Entre los reformados figuraban nombres tan señeros como el magistral de la
catedral hispalense Juan Gil (más conocido como el «Doctor Egidio»), atacado tanto
por sus doctrinas luteranas cuanto por su origen judío, Rodrigo de Valera,
Constantino Ponce de la Fuente (también canónigo de la catedral y acompañante de
Felipe II en su viaje por los Países Bajos y Alemania entre 1549 y 1551), o Francisco
de Vargas, maestro de Sagradas Escrituras de la catedral de Sevilla.

Entre la lista de libros confiscados por la Inquisición hacia 1560 encontramos
cinco títulos de Erasmo, entre ellos los Coloquios y el Enchiridion en romance, y
obras de reformadores protestantes como Martín Bucer, Heinrich Bullinger*,
Johannes Ecolampadio, Philipp Melanchthon*
Empezando por el del viejo emperador que se llevó un ejemplar en su
seleccionada biblioteca a Yuste. Y naturalmente, el Nuevo Testamento en vulgar. En
1552, la Inquisición secuestraba cuatro Biblias completas y ocho libros sueltos de la
Escritura a los isidros de Santiponce, y una Biblia a otro fraile del monasterio
hermano de Nuestra Señora del Valle, en Écija (Tellechea Idígoras, 1962: 236-247).
Las detenciones se sucedieron. Con el descubrimiento de uno de los lugares
de encuentro, la casa de doña Isabel de Baena, no fue difícil dar con los demás y caer
sobre toda la red, elevándose a unas 800 personas el número de procesados. Entre
1559 y 1562, se celebraron cuatro auto de fe en Sevilla cerrando este capítulo
trágico. Pág. 64
<<Y así se debe mirar si se puede proceder contra ellos como contra
sediciosos, escandalosos, alborotadores e inquietadores de la república, y que tenían
fin de incurrir en caso de rebelión, porque no se puedan prevaler de la
misericordia>>.
Carlos V apelaba al precedente de su propio hijo Felipe como rey de
Inglaterra, circunstancia en que había mostrado el máximo rigor en la recatolización
del país y el castigo 'ejemplar' de los herejes. Pág. 65

19
En realidad, consiguieron huir por lo menos doce. Pudieron escapar fray
Francisco de Farías, fray Antonio del Corro, fray Peregrino de Paz, fray Juan de
Molina, fray Casiodoro, fray Alonso Baptista, fray Miguel Morillo, fray Cipriano de
Valera, fray Lope Cortés, fray Hernando de León, fray Francisco de la Puerta y uno
desconocido, quizá un tal fray Bartolomé de Gómez Hernández. Viajaron a Ginebra
por diversas vías: por Génova, a través del sur de Francia, y por mar hasta los Países
Bajos y luego bajando el valle del Rin. Y lo hicieron no sin grave peligro de sus vidas
puesto que la Inquisición española controlaba todas las rutas desde Ginebra a
Colonia, Frankfurt, Amberes y hasta Milán y Venecia. En el libro de registro de los
habitantes de Ginebra de aquellos años se señala que el 14de octubre de 1557
fueron registrados cuatro inmigrantes sevillanos; el 10 de octubre de 1558, nueve
inmigrantes más eran asentados en el registro, entre ellos, Pérez de Pineda, que
venía de París. También huyó el prior del monasterio de Nuestra Señora del Valle de
Écija. Pág. 66
Del clero secular aparecieron diecisiete clérigos con beneficios en diferentes
parroquias, pero principalmente vinculados a la catedral. Pág. 69
Fue en los dos autos de fe de 1562 donde se evidenció el terrible mazazo
sobre el convento de San Isidoro: fray Cristóbal de Arellano, vicario de Nuestra
Señora del Valle de Écija, y fray Juan Crisóstomo fueron relajados en persona; y diez
estatuas de paja fueron llevadas pomposamente por la ciudad de Sevilla y quemadas.
La estatua de Casiodorq de Reina apareció en el auto de fe de 26 de abril de
1562. Fue el único calificado corno dogmatizador, maestro de la herejía luterana.
Pág. 70


Casiodoro y los judíos
Los conversos como apoyo fundamental a Casiodoro, del que no se sabe a
ciencia cierta si tiene origen judío
“…existen ciertas especulaciones sobre un posible origen judío, por ciertas
peculiaridades de su traducción de la Biblia al castellano, así como la estrecha

20
relación que mantenía con conversos españoles pasados al protestantismo en
Europa, lo que da cierta verosimilitud a dicha especulación.7
En el ámbito familiar. En 1561 Reina se casó con Anna, hija de un comerciante
converso de origen español residente en Frankfurt, Abraham de León, de Nivelles,
cerca de Bruselas. Pág. 114

, sin embargo su esposa era hija del judío Abraham de León, también varios
de sus colaboradores y entre ellos Marcos Pérez. Los reformistas españoles fueron
denostados en otros países acusándoseles de ser conversos o cristianos nuevos.
Este es también el ambiente en el que creció el biblista y erudito Benito Arias
Montano*. Nacido en Fregenal de la Sierra, no muy lejos de donde nació Casiodoro
de Reina, y de muy posible ascendencia judía. Fue condiscípulo del exjerónimo huido
Cipriano de Valera en la Universidad de Sevilla. Una noche tuvo una experiencia
mística, profunda, reveladora y definitiva: Dios le reveló el significado de las
Escrituras. Hubo un antes y un después en su vida con aquel suceso como frontera.
Un momento estelar, iluminador, para un biblista como él. Tras estudiar en Alcalá
de Henares, participó en la última sesión del Concilio de Trento y en 1566 Felipe II
le nombró su capellán. Quien lo instalo en Amberes para trabajar junto a otros
eruditos en la edición de la Biblia Políglota, también conocida como Biblia Regia. Se
trataba de una nueva edición de los textos del Antiguo y Nuevo Testamentos en sus
lenguas originales y en sus principales versiones antiguas que se llevó a cabo entre
1569 y 1573. Se cree que Arias, tenía una posible participación en una secta
espiritualista de los Países Bajos, la Familia Caritatis o Familia del Amor. A esta secta
perteneció el impresor de la Biblia Regia, Plantino, y otros intelectuales, fuesen
católicos o protestantes. A esta secta pertenecía también Luis Pérez, gran amigo de
Arias Montano. Este Luis Pérez era el hermano católico del calvinista Marcus Pérez,
gran amigo y entrañable protector de Casiodoro de Reina. Pág. 37
Destacado entre ellos Arias Montano y las familias que lo adoptaron, la secta
la Familia del Amor, en la que profeso Plantino y que privilegiaban la interioridad.
La participación del elemento converso fue fundamental. La Inquisición tocó
a varias familias de mercaderes conversos y jurados de la ciudad: el jurado de Sevilla

7 Moreno, Doris, op. Cit., p. 10

21
Diego de Virués, el también jurado Pedro García de Jerez, y sus dos hijas Juana* y
María* de Bohórquez. Esta última discipula de Casiodoro. Pág50
Casiodoro y los conversos calvinistas españoles
En el otoño de 1567, Casiodoro se instaló en Basilea. A las dificultades
económicas y políticas para la publicación de la Biblia se añadieron problemas de
salud. Mientras viajaba desde Estrasburgo a Basilea, Casiodoro cayó gravemente
enfermo habiendo de permanecer cinco semanas en cama. Pág.146
En este ambiente intelectual y con el apoyo fundamental de Marcos Pérez
Casiodoro pudo publicar su traducción de la Biblia edición que sería conocida como
la biblia del Oso, e iniciar los primeros trámites para su distribución. Él fue quien
finalmente la costeó, en parte, la impresión de la Biblia del Oso en casa del impresor
Thomas Guarin. En Basilea en 1569. Pág 150

Casiodoro un irenista
Pero en un tiempo de definición de ortodoxias, de ansiedades dogmáticas por
definir claramente identidades confesionales frente a los oponentes en pugna,
Casiodoro se alineó con todos aquellos que en nombre la paz y la concordia
defendían que las certezas dogmáticas que se podían desprender del texto bíblico
eran en realidad pocas, mientras que el campo de lo interpretativo era extenso y los
criterios que debían de regirse eran el amor cristiano y la paz con el sermón del
monte del Evangelio de Mateo como estándar de conducta moral. Doris, Pag. 14
Es el tiempo de la gran crisis religiosa europea. El tiempo de los sueños de
una Europa cristiana bajo el cetro del emperador Carlos y una visión erasmiana, con
el papa sometido y la iglesia católica reformada… Y el tiempo del desencanto, de la
consagración de la división de los cristianos tras el concilio de Trento, el tiempo de
las guerras político-religiosas. Pág.15
Castellio ejerció una enorme influencia sobre Enzinas, Casiodoro de Reina y
Antonio del Corro: «quienes en España habían sido convencidos erasmistas, fueron
en el exilio seguidores incondicionales de Castellio>> (Gilly, 2005: 290. Pág.89
Esta reivindicación de la tolerancia parecía no tener cabida en aquella Europa
en la que la Inquisición española demostraba año a año su eficacia, la Inquisición
romana se había refundado en 1542, Lutero le había gritado a Erasmo que el Espíritu
Santo no es escéptico y Calvino había firmado la condena a muerte de Servet.

22
.Parecía repetirse lo que había hecho Servet nueve años antes en ginebra,
cuando había acudido a escuchar un sermón de Calvino a pesar de la certeza de los
riesgos que corría. Pág. 112
En el enfrentamiento entre Calvino y Servet encontramos no solo el choque
entre dos hombres sino un doble conflicto de grandes dimensiones y eco futuro
profundo: el conflicto entre la Reforma y el Renacimiento, y entre la Reforma y su
ala radical (Bainton, 1973: 24).
Casidoro defendió que los anabaptistas debían ser considerados como
hermanos y tradujo al castellano y publicitó entre los refugiados españoles en la
ciudad el De haerectis an sint persequendi de Castellio. Pág. 93
Adrian Haemstede, ministro de la iglesia flamenca, había defendido sin éxito
ante el consistorio de las iglesias de refugiados y ante el obispo Grindal la admisión
de los anabaptistas en la iglesia. El holandés era partidario de un acuerdo entre los
creyentes en un núcleo muy reducido de doctrinas esenciales, evidentes y claras en
la Biblia, y la indiferencia o adiafora ante todo lo demás, es decir, el diálogo y la
aceptación de la diferencia sobre todos aquellos múltiples aspectos que pudiesen
ser interpretables.
En julio de 1562 Haemstede, aconsejado por Aconcio, se presentó
abiertamente ante la iglesia holandesa de Londres desafiando su autoridad
Tampoco estaba de acuerdo con el ritual de la cena ni con el estilo de
predicación muy centrado en la controversia y la polémica y poco focalizado hacia
la práctica de la piedad.
La Confesión de fe española
En enero de 1560 Casiodoro redactó en latín y castellano la Confesión de fe
hecha por ciertos fieles españoles que huyendo de los abusos de la iglesia romana y
la crueldad de la Inquisición de España hicieron a la Iglesia de los fieles para ser en
ella recibidos por hermanos en Cristo, conocida como la Confesión española de
Londres y que permaneció manuscrita hasta 1577. Pág. 104
Esta fue la primera Confesión de fe de todas las congregaciones españolas
protestantes. No seguía un orden dogmático sino una estructura narrativa, la de las
propias Escrituras, desde la creación al juicio final, acompañada con más de
quinientas citas bíblicas, aspecto que nos habla del biblismo apasionado y profundo
de su autor. Los dos capítulos más extensos son los dedicados precisamente a

23
explicar el oficio y dignidad de Cristo (cap. IX) y las señales o marcas de amor que
identifica los creyentes (cap. XIX). Pag. 105
El autor de la Confesión no quería escribir un texto dogmático alejado de la
vida práctica de los creyentes sino que se esforzó por reflejar las implicaciones
prácticas del mensaje bíblico.
“…nuestro deseo, el cual es
de celebrar con vosotros la comunión de los santos,
no solamente cuanto al sacro símbolo de ella, que
es la Cena del Señor, mas también cuanto a lo que
nos significa; pues ha placido al Padre celestial,
por Jesús el Cristo, hacemos en él un mismo pueblo,
darnos un mismo Espíritu,y unos mismos deseos de
su gloria, llamamos a una misma heredad celestial,
marcamos con unas mismas marcas de amor, y de
la cruz del Señor Jesús,y finalmente ser el nuestro
común Padre “(Reina, 1988: 5)
Esas marcas o señales eran la santidad de vida y de palabras, la <<ardiente
afición y codicia insaciable>> por la palabra de Dios concretada en el estudio, la
comprensión y puesta en práctica de su mensaje, la misericordia, el amor a los
enemigos y entre los creyentes, la caridad como valor supremo.
La última señal era el sufrimiento en el mundo que Casiodoro aceptaba como
con natural a la vida de un cristiano que tenía como objetivo seguir los pasos de
Cristo. Pág. 107


Su labor pastoral
La influencia de Casiodoro fue grande. “Empezó con su familia, puesto que
sus padres y hermanos huyeron con el de Sevilla. Se ha dicho que a fray Casiodoro
se le atribuye la conversión al luteranismo de casi todos los frailes (Llorente, 1981,
II: 206).”8

8 Moreno, Doris, p. 10

24

Casiodoro y su deseo de traducir la Biblia
Si preguntamos quién fue el traductor de la Biblia al español, casi nadie sabe,
no así con otras lenguas.
“Si hoy se pregunta a un estudiante alemán quién fue el traductor de la Biblia
a su lengua, muchos acertarán: Martín Lutero. Casiodoro de Reina, sin embargo, que
hizo la misma proeza, es casi un completo desconocido en España. Ni siquiera es
conocido para los millones de cristianos protestantes de habla hispana que todos los
días abren sus Biblias y encuentran en la primera página: traducción/versión Reina-
Valera.”9

Hacía varios siglos ya que se echaba en falta la Biblia, la lengua castellana
tenía ya 550 años.
Casiodoro quiso traducir la biblia al castellano, creyendo firmemente que al
poner la palabra de Dios en manos de todos los españoles transformaría a los
creyentes y al país. Esto era un acto profético que debía/podía llevar a la
restauración de la Iglesia cristiana desde sus miembros y retomar a la Monarquía
Hispánica su aspiración a liderar una Europa cristiana.
El historiador católico Marcelino Menéndez y Pelayo dice de esta Biblia:
“…faltaba, con todo, una versión completa de las Escrituras… uno de los protestantes
fugitivos de Sevilla se movió a reparar esta falta, emprendió y llevó a cabo, no sin
acierto, una traducción de la Biblia… hecha en el mejor tiempo de la lengua
castellana …excede mucho, bajo tal aspecto, a la moderna de Torres Amat y a la
desdichadísima del Padre Scío… (Historia de los heterodoxos españoles).

Casiodoro de Reina fue el primero en tomar rumbo hacia nuevos horizontes
donde practicar su fe y continuar la tarea que ya se había impuesto, muy
probablemente, antes de salir de las tierras hispalenses: trasladar toda la Biblia,
desde sus lenguas originales, al castellano de la época. Y hacerlo –esto era lo más
novedoso y lo más impactante—para que el pueblo tuviera acceso a esa palabra

9 Doris Moreno, Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI, p. 1

25
cuando se le leyera el texto sagrado en la liturgia y para que, cuando sus recursos se
lo permitieran, lo tuviera en sus propias manos.

…Cassiodoro de Reyna movido de un pio zelo [benigna pasión] de adelantar
la gloria de Dios, y de hazer un señalado servicio à su nacion enviendo se en tierra
de libertad para hablar y tratar de las cosas de Dios, començò a darle à la traslacion
de la Biblia. La qual traduxo; y assi año de 1569, imprimiò dos mil exemplares: Los
quales por la misericordia de Dios se han repartido por muchas regiones. De tal
manera q hoy casi no se hallan exemplares, si alguno los quiere comprar.
(Cipriano de Valera, año de 1602)

La preocupación de Casiodoro era, también, continuar con sus trabajos de
traducción de la Biblia y buscar los recursos económicos necesarios para la
impresión. En este sentido, el apoyo de los conversos españoles convertidos al
protestantismo fue extraordinario.
El refugio en esta ciudad dio a Casiodoro y su familia unos años de cierta
tranquilidad, trabajando junto con su mujer como tejedores y comerciantes de seda,
y continuando su traducción de la Biblia y la revisión del Artes hasta su publicación
en Heidelberg en 1567. Pág. 140



Casiodoro y Calvino
Casiodoro de Reina llegó a Ginebra, junto con otros compañeros del
monasterio hacia finales de 1557, siendo bien acogidos por la ciudad. La buena
recepción inicial de los exiliados españoles en Ginebra tuvo mucho que ver con Juan
Pérez de Pineda, compañero de Casiodoro en San Isidoro del Campo. En Sevilla,
Pérez de Pineda era director del Colegio de la Doctrina, el mismo en el que
enseñaron Egidio y Constantino, de quienes era amigo. Desde Ginebra, Pérez
organizó los fondos, el trabajo y la red que permitió imprimir los textos bíblicos y
obras de los reformadores en castellano y distribuirlos posteriormente por la
Península. Y se ponía al servicio de Renata de Francia, duquesa de Ferrara ambos

26
beligerantes defensores de los hugonotes, como eran denominados los protestantes
franceses. Pag. 87
La influencia de Pérez de Pineda abrió la puerta para que Casiodoro se
entrevistara con Calvino y le expusiera su proyecto de traducción de la Biblia.

Era el mejor preparado y más erudito entre los monjes de San Isidro, así,
cuando llegó a Ginebra, fue el único a quien los calvinistas no exigieron estudios
suplementarios de teología para optar a la carrera eclesiástica.
En Ginebra Casiodoro sufrió la decepción por al intolerancia religiosa, pasar
por el lugar donde Servet fue quemado, las discusiones con Castellio (la nueva
Roma) y los anabaptistas, contra los luteranos

Servet, aquel «gran hombre» condenado por «falta de caridad>> hubiera
podido hacer «Un gran provecho a nuestra nación>>, «que el señor Calvino habría
hecho quemar a Servet en Ginebra injustamente y por envidia», afirmó Casiodoro
(Kinder, 1975: 103).

Tenía una opinión tan crítica sobre los magistrados y la justicia de la ciudad
que no quería la creación de una iglesia española en Ginebra si eso significaba
someterse a su autoridad. Viajo a Londres con sus padres y su hermana, esperando
fundar una iglesia española. Pag. 94
El traslado a Londres de los españoles provocó lecturas bien distintas: en el
Artes de la Inquisiti6n se afirma que fue una decisión unánime del grupo; pero los
seguidores de Calvino en Ginebra, quizá el propio Juan Pérez de Pineda, lo
consideraron una traición y una deserción y echaron sobre las espaldas de
Casiodoro la responsabilidad del fin de proyecto de una iglesia española en Glnebra.
Por eso, aquellos críticos ginebrinos no tardaron en llamarle despectivamente el
Moisés de los españoles.
Le recomendaron el culto privado por razones políticas. No querían provocar
a Felipe II mientras se estaba hablando en aquellos momentos de un posible
matrimonio con la reina Isabel Los calvinistas más críticos decían abiertamente que
los españoles tenían doctrinas tan monstruosas que incluso los luteranos los
rechazaban y de ahí ese culto medio secreto que practicaban en Londres. Pág. 103

27
Casiodoro tuvo problemas para que esta Confesión fuese reconocida y
aceptada por las iglesias calvinistas francesa y holandesa, por la imprecisión de
algunos artículos. Estos aspectos eran: el dogma de la Trinidad, el bautismo de niños,
la presencia corporal o no de Cristo en la Santa Cena o Eucaristía y el papel de los
magistrados seculares respecto a la Iglesia. Pág.108
Intentos del embajador Álvaro de la Cuadra y
calumnias calvinistas del pastor Des Gallars. Llegó a entrevistarse con
Calvino y luego con Beza y no obtuvo resultados. Se discutía la Santa Cena, el
bautismo infantil, el papel de los magistrados.

En Londres
Muchas cosas habían cambiado, por ejemplo, la reina Isabel se quejaba ahora
amargamente de los líderes reformados extranjeros (especialmente Calvino) por el
terrible acoso al , que el escocés y calvinista John Knox la sometía al cuestionar la
legitimidad del gobierno de la monarquía inglesa por una mujer. También las élites
inglesas cambiaron su actitud hacia los exiliados. Pág.99
Instalado en Londres desde finales de 1558, Casiodoro empezó a celebrar
servicios religiosod con un grupo de de españoles en una casa privada,
tres veces por semana, basando el culto en la lectura y predicación de la Biblia
en castellano y el canto de himnos.. A cambio, le ofrecieron una casa grande para
celebrar discretamente los cultos. Pag. 101
No se tiene el número de miembros de aquella inicial congregación, pero el
interés por darles una casa grande y acogerlos nos hace pensar que era un grupo
significativo. Además de los que habían acompañado a Casiodoro desde Ginebra, se
sumaron ahora artesanos y mercadores españoles previamente establecidos en
Inglaterra algunos conversos que mantenían las relaciones con España y los Países
Bajos.
El obispo Grindal se mostró favorable a la petición de los españoles y les
solicitó una Confesión de fe que debía ser aceptada también por las iglesias
holandesa y francesa para que la comunidad española se integrase en el consistorio
o comisión común de las iglesias de refugiados que presidía Grindal.
La existencia oficial de la iglesia española tenía un peligroso potencial
político y religioso. Su oficialización empezó a atraer a otros exiliados españoles que

28
peregrinaban por media Europa buscando acomodo. El embajador español
desarrolló tres estrategias para desactivar esa potencialidad. Pag. 122

Huida a Estrasburgo ciudad de la tolerancia de Bucero, relación con Colingy,
Renata de Francia, precio a su cabeza, Index. Escribió y publicó en Heidelberg su
libro las Artes de la Inquisición española en que denunciaba a ésta con sus
crueldades como cáncer del a Monarquía hispánica y del catolicismo.

La portada
El nombre de Casiodoro se incluyó en el índice de libros prohibidos como
autor de primera clase, dogmatizador, hereje máximo del que había que huir como
la peste.
El emblema de La Biblia del Oso se considera cripto-simbólico, es decir, de
oscura significación: Un árbol frondoso, pero mochado, ocupa el centro. Es el eje
vertical que confiere dinamismo ascensional a la composición y que además
estructura el espacio dividiéndolo en derecha e izquierda.
En la parte superior derecha, aparecen tres aves; en el centro, unas abejas y
en la inferior un libro abierto con el tetragrámaton hebreo «Jehová». En la parte
inferior izquierda, un oso, en posición erguida, recoge en su boca abierta la miel que
mana de una colmena.
En la parte superior, se encuentra, atado a una rama, un mazo que ha hendido
el árbol propiciando que miel y abejas salgan de su interior. Diversos insectos y telas
de araña pueblan el ramaje de esta parte del árbol.
Debajo de la ilustración se lee un texto de Isaías 40:8 en hebreo y en español:
«La palabra de Dios nuestro permanece para siempre»
El oso fue considerado en Europa, el rey de los animales, hasta que fue
destronado por el león, pero ha dejado rastros en la heráldica y en los blasones de
ciudades como Berna, Berlín o Madrid. Samuel Biener (el apellido «Biener» significa
«abeja» en alemán) se casó en Berna y se instaló allí antes de fijar su residencia en
Basilea. En esa última ciudad se dedicó a trabajar en régimen de subcontrata para
diferentes impresores, entre ellos Thomas Guarín, quien se abstuvo de usar en esta
obra su escudo tipográfico.
El doble significado de la miel y de la abeja usa una antítesis frecuente para

29
componer emblemas: La abeja se esfuerza en una vida de trabajo constante al
mismo tiempo que huye de la vanidad del elogio mundano escondiendo a los más el
tesoro de su labor; por otra parte, al picar a quine desea la miel, significa también
los obstáculos para acceder a la Palabra de las Escrituras. Las abejas entonces
representarían las dificultades del impresor Apiarius, ante los numerosos
obstáculos a los que debe enfrentarse en su trabajo. Apiarius no sería sino una
latinización del apellido alemán del impresor, una práctica al parecer bastante
común en la época.
En torno a la colmena aparecen pájaros y arañas que amenazan la tarea de
las laboriosas abejas. A Casiodoro debe haberle parecido pertinente este escudo
para ilustrar las dificultades de la traducción y publicación.
Apiarius sería la mano de obra que imprime esta «Biblia del Oso» para
Guarinus, a quien Casiodoro hizo un pago final por la suma de trescientos escudos,
de la impresión de 2.600 ejemplares y no ya 900 como en el anterior contrato con
Oporino. Estos 300 escudos vendrían a asumarse a las cantidades previamente
entregadas, pues si Oporino por 900 ejemplares cobraba 500 escudos, por casi el
triple de esa cantidad Guarín había de percibir, en buena lógica, la proporción
monetaria correspondiente.
Cuando se imprimió la “Biblia del Oso”, no contenía el nombre del traductor ni lugar
de impresión, únicamente el grabado de la portada, que perteneció al impresor
Samuel Biener (Apiarius) permitía identificarla. Sin embargo hubo una feliz
coincidencia entre el dibujo y la asociación que podía hacerse con el contexto
religioso de la época.
La miel es la Palabra divina que es más dulce, como dice el Salmo, las abejas
son los traductores, el árbol truncado es la España bajo la destrucción que hace la
Contrarreforma (el mazo), las arañas, aquellos que se oponen a la traducción; el oso
es el creyente que busca y saborea la miel y el libro al pie del árbol es la traducción
bíblica que a pesar de las persecuciones no puede ser dstruida, por ello se coloca en
hebreo y castellano la frase del profeta Isaías (700 aC): “Dabar Eloheinu yaqom
leolam” = “La palabra del Dios nuestro permanece para siempre”

30

Escudo tipográfico de Apiarius



La Biblia de Casiodoro
Tras 12 años de trabajo, entre pobrezas, traiciones como la de Gaspar Zapata,
enfermedades, huyendo constantemente, pérdida de dinero con el primer impresor.
El 26 de sept de 1569, en Basilea por Thomas Guarin, con el logo de Martin
Bierner


La lengua. La Biblia del oso es una traducción que hace honor al período por
el que entonces atraviesa, en su desarrollo, nuestro idioma. En el decir de don
Marcelino Menéndez y Pelayo, fue “hecha en el mejor tiempo de la lengua castellana”
(es, en efecto, y en el ámbito de los escritores religiosos, la época de Santa Teresa de
Jesús, Fray Luis de Granada, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz); y continúa don
Marcelino: “excede mucho, bajo tal aspecto, a la moderna [traducción] de Torres
Amat y a la desdichadísima del Padre Scío” (Historia de los heterodoxos españoles).

31
A pesar del mencionado elogio del gran políglota español, su obnubilación
antiprotestante se manifiesta al afirmar: “Los trabajos bíblicos, considerados como
instrumento de propaganda, han sido en todo tiempo ocupación predilecta de las
sectas protestantes. No los desdeñaron nuestros reformistas del siglo XVI”; y
después de mencionar a varios de esos reformistas (Juan de Valdés, Francisco de
Encinas y Juan Pérez), añade: “Faltaba, con todo eso, una versión completa de las
Escrituras que pudiera sustituir con ventaja a la de los judíos de Ferrara, única que
corría impresa, y que por lo sobrado literal y lo demasiado añejo del estilo, lleno de
hebraísmos intolerables, ni era popular ni servía para lectores cristianos del siglo
XVI. Uno de los protestantes fugitivos de Sevilla se movió a reparar esta falta,
emprendió y llevó a cabo, no sin acierto, una traducción de la Biblia”.
Ese “fugitivo de Sevilla” fue don Casiodoro de Reina y las Características de
la traducción de Reina son:
Traducción directa
Es esta la primera traducción al castellano de la Biblia completa hecha de los
idiomas en que esta fue escrita (hebreo, arameo y griego).
El traductor: cristiano católico
Debe destacarse un dato que el propio Reina se encarga de recordárnoslo en
su “Amonestación del intérprete de los sacros libros al lector”: que él se embarca en
esta tarea (de traducir la Biblia) en tanto cristiano católico, pues no había
renunciado a las verdades fundamentales de la fe católica que estaban acordes con
la enseñanza de las Escrituras. Las interpretaciones de algunos textos, según se
muestra en las indicaciones marginales, muestran también que Reina se
consideraba a sí mismo como miembro de la Iglesia Católica.
El canon
Tradujo el texto que había recibido de la Iglesia a la que siempre había
pertenecido: el texto del llamado “canon largo” o “canon alejandrino”; o sea, los
libros que los judíos aceptan en su canon (o libros protocanónicos: los 39 libros de
nuestro Antiguo Testamento) y de los textos deuterocanónicos (Tobías, Judit, Baruc,
Eclesiástico, Sabiduría, 1 Macabeos, 2 Macabeos, más las adiciones a los libros de
Ester y Daniel).

32
Cuando Casiodoro de Reina envió su texto al impresor no les asignó a los
libros que componen el deuterocanon ningún lugar “especial”. Siguió, más bien, el
orden que tienen en la Vulgata.
Lo dicho se refuerza con otro dato significativo: Reina incluyó en su
traducción otros tres libros, amén de los mencionados: La Oración de Manasés y III
y IV de Esdras. Al comienzo de la traducción de esos textos, califica explícitamente a
III y IV de Esdras de apócrifos. Y en cuanto a la Oración de Manasés, se limita a
afirmar que “se suele contar con los libros apócrifos”. Estos tres libros son los únicos
que don Casiodoro incluye dentro de esta categoría. Según la nomenclatura más
común entre los biblistas católicos, estos tres textos y otros de la misma clase son
apócrifos; para los protestantes, “pseudoepigráficos”. (Se trata de dos términos
distintos para la misma clasificación, lo que encierra la dificultad de usar unas
mismas palabras para significar categorías diferentes).
Ítem más (y véase lo que se dice en el párrafo que sigue inmediatamente a
este): detalle significativo, en la Biblia del oso, es que en los márgenes derecho e
izquierdo de cada página se incluyen notas de muy diversa naturaleza. Pues bien, al
hacer referencias a otros textos de la propia Biblia, don Casiodoro no discrimina en
esas notas marginales entre libros protocanónicos y libros deuterocanónicos. En las
referencias marginales que hay en los seis primeros capítulos del Génesis, por
ejemplo, se citan Eclesiástico (7 veces) y Sabiduría (4 veces). Esto indica claramente,
a nuestro entender, que considera todos esos libros tan canónicos como los otros.
Notas
Una gran mayoría de las notas marginales remite a otros pasajes de la Biblia.;
pero el autor de las notas no se limita a esas referencias cruzadas, pues también
incluye notas de muy diferente carácter: explicación del significado de nombres
propios o de referencias a hechos o personajes históricos y a lugares geográficos;
aclaraciones lingüísticas, filológicas o culturales; y, de suma importancia,
indicaciones exegéticas.
Amonestación
A toda la iglesia en que da razón de su traducción
Por Casiodoro de Reina, en B Foster Stockwell, ed., Prefacios a las Biblias
castellanas del siglo XVI. (Buenos Aires, Editorial “La Aurora”, 1951) págs. 79-111.
Ni cesará de resistir a los libros de la Santa Escritura.

33
Porque sabe muy bien cuán poderoso instrumento es éste para deshacer sus
tinieblas. Pág. 209
Los misterios de la verdadera religión, quieren ser vistos y entendidos de
todos.
Afrenta en decir que sean ocasión de errores, porque la Luz y la Verdad a
nadie puede engañar ni entenebrecer.
Una tiranía execrable que a los más la quiten. Pág. 210
Si es la verdadera sabiduría, ¿quién la ha más menester que los más
ignorantes?
Perverso juicio es que por evitar el inconveniente de los errores, priven a
todos del medio con que podrían salir de la ignorancia.
El hombre ciego y habitante en esta caverna tenebrosa encamine
seguramente sus pasos.
Ningún hombre de sano juicio diga que un gran bien, dado de Dios se debe
prohibir.
Rey porque hay muchos que usan mal del pan, del agua, las prohibiese.
La Palabra de Dios tiene todos estos títulos, porque tiene los mismos efectos
para el ánima. Pág. 211
Ni los pretextos cautelosos, ni el fuego, ni las armas, ni toda la potencia del
mundo junto podrán ya impedir que la Palabra de Dios corra por todo tan
libremente como el sol por el cielo.
El decreto del Concilio tridentino
Cuanto lo que toca al autor de la traducción, si católico es el que fiel y
sencillamente cree y profesa lo que la Santa Madre Iglesia Cristiana Católica cree,
tiene y mantiene, determinado por Espíritu Santo, por los Cánones de la Divina
Escritura, en los Santos Concilios y en los Símbolos y sumas comunes de la Fe, que
llaman comúnmente el de los Apóstoles el del Concilio Niceo y el de Atanasio. Pág.
212
La versión común latina
Declaramos no haber seguido en esta traducción en todo y por todo la vieja
traducción latina, los muchos errores, verdad del texto hebraico. Aunque
consultamos conforme al prescripto de los antiguos concilios, nos acercásemos a la
fuente del texto hebreo, la traducción de Santes Pagnino.

34
En los lugares que tienen alguna dificultad hemos tenido recurso al mismo
texto hebraico. Añadimos en el margen las interpretaciones diversas. Pág. 213
La versión Española de Ferrara
Impresa en Ferrara, por darnos la natural y primera significación de los
vocablos hebreos, tiene también grandes errores algunos afectados en odio de
Cristo.
Otros errores, retener en todo la propiedad de las palabras hebraicas (sin
admitir ninguna metáfora, aun a otras muchas de que se ayuda la lengua hebraica a
cusa de la falta de propios palabras). Tomando solamente la natural con manifiesta
violencia del sentido.
No pudieron hacer menos que dejar muchas cosas ininteligibles. Pag. 214
no privándola de la alabanza que justamente merece, ni encubriendo con
envidia la ayuda que en nuestra hemos tenido de ella.
De las adiciones en el texto
Quitarle, nunca ha sido menester; sino fuere alguna repetición de verbo, que
de ponerse haría notable absurdidad en la lengua española. Añadir por dar alguna
más claridad con tanta templanza, que en ninguna de las versiones haya menos
añadiduras, todas de otra letra que la del texto común.
Otra suerte de adiciones a causa de la diversidad de textos entre tales
vírgulas Pág 215
todo parece que son de igual autoridad que la vieja versión latina añade y ni
aun esto quisimos dejar y que fue posible por haber tenido también texto griego.
La versión siriaca del
Ya que la nuestra estaba impresa, no nos hemos podido ayudar de ella
Por lo que no la consideran, o por los que nada o poco saben agradecer aun
de aquello que se sirven.
Tampoco pretendemos poner regla a la Iglesia, la cual de necesidad haya de
graduar y canonizar por infalible nuestra versión. Pág. 216
El dolor de la falta que la Iglesia padecía nos puso el ánimo que nunca nos
pusiera la sola consideración de nuestras fuerzas.
Tan estorbada por Satanás, tan poco ayudada de hermanos. La obra nos ha
durado doce años enteros. Sacado e tiempo que nos han llevado enfermedades, o
viajes.

35
Parte de tan luenga tardanza ha sido la falta de nuestra erudición para tan
grande obra, lo cual ha sido menester recompensar con casi doblado trabajo; parte
también ha sido la estima que Dios nos ha dado de la misma obra, y el celo de tratarla
con toda limpieza, con la cual obligación con ninguna erudita ni luenga diligencia se
puede asaz satisfacer. La erudición y noticia de las lenguas, aunque no ha sido ni es
la que quisiéramos, ha sido la que basta para (como ya arriba hemos tocado)
entender los pareceres de los que más entienden, y conferirlos entre sí, para poder
escoger lo más conveniente conforme al sentido y noticia que Dios nos ha dado de
su palabra. Hémonos ayudado del juicio y doctrina así de los vivos como de los
muertos que en la .obra nos han podido dar alguna ayuda, y muchas veces los
comentarios. Pag. 217
Arruina unas veces acusando unos sin ninguna piedad; otras, defendiendo
otros sin ninguna templanza, lo que, por ventura, o que se dijera o que se dejara, no
iba tanto en ello que la cristiana concordia, tan encomendada del Señor en su Iglesia,
no hubiera de ser de mayor estima.
nadie la debe menospreciar, mucho menos calumniar (excepto Satanás, cuyo
oficio es o abiertamente o con santos pretextos calumniar lo bueno, y estorbar todo
lo que en el mundo puede adelantar la gloria de Dios, y la salud de los hombres),
ni estorbamos a quien más pudiere, ni queremos poner versión de suma
autoridad a la Iglesia, ni en las faltas que hubiéremos hecho queremos ser pertinaces
defensores de ellas,
Por conclusión diré lo que me
Tendrán el valor de lo que la iglesia del Señor querrá dar, mandar hacer una
versión no a uno ni a pocos, sino a diez o doce hombres escogidos por los más doctos
y píos de todas las Universidades e Iglesias del Reino, los cuales con diligencia tal
consultasen el texto hebreo en el Viejo Testamento y el griego en el Nuevo, y todas
las versiones que se pudiesen haber, y de todas sacasen una versión latina que
sirviese para las escuelas, y otra vulgar que sirviese para el vulgo, Pag. 218
y así mismo por evitar toda especie de tiranía que quedase libertad a
cualquiera que hallase alguna falta en las versiones así autorizadas para proponerla
en el concilio Pág. 219

36
En su “Amonestación”, al hablar de textos que plantean dificultades para la
traducción, respecto de los cuales hay diversidad de pareceres, Reina afirma: “Y para
satisfacer en este caso a todos los gustos, en los lugares de más importancia
añadimos en el margen las interpretaciones diversas que no pudimos poner en el
texto, para que el lector tome la que mejor le pareciere, si la que nosotros
hubiéremos seguido no le contentare” (p. 9).
Otras traducciones
Puede decirse, con seguridad, que la base textual que fundamenta la
traducción de Reina es el texto bíblico en los idiomas originales. Sin embargo, esta
afirmación requiere precisiones:
Primero: Reina utilizó traducciones antiguas: la LXX (para el Antiguo
Testamento, incluidos los textos deuterocanónicos) y la Vulgata (para toda la Biblia).
En su “Amonestación” habla muy parcamente de la LXX. Como ésta tradujo
por “Señor” (Kyrios) el Tetragrámaton, y puesto que él consideraba superstición
judía la prohibición de pronunciar el Nombre sagrado de Dios, su valoración de la
obra de “los Setenta
Reina no sabía —no podía saber—que en copias antiguas, precristianas, de
la LXX no se tradujo el Nombre sagrado, sino que se mantuvo el Tetragrámaton (con
caracteres en hebreo, paleohebreo o arameo, y aun con letras griegas). Sin embargo,
reconoce Reina que los primeros cristianos “servíanse de la común versión, que
entonces estaba en uso, que parece haber sido la de los Setenta”.
También declara don Casiodoro “no haber seguido... en todo y por todo la
vieja traducción latina”, de la que dice que en su época estaba “en el común uso”. Le
reconoce a la Vulgata que es grande “su autoridad por la antigüedad”, pero afirma
así mismo que son “muchos los yerros que tiene”, por lo que no fue “nuestra común
regla”. No obstante, aclara que la consultó “como a cualquiera de los otros
ejemplares” que tenía a su disposición.
También se lamenta nuestro autor de que la publicación de la versión siríaca
haya salido “a tiempo que ya la nuestra estaba impresa y ansí no nos hemos podido
ayudar de ella”.
Segundo: El traductor también usó (a) de la traducción latina de Santes
Pagnino (1470-1536), de la que sostiene “que al voto de todos los doctores en la
lengua hebraica es tenida por la más pura que hasta ahora hay”, y (b) de “la vieja

37
translación española del Viejo Testamento, impresa en Ferrara”, de la que se valió
también de manera particular por cuanto da “la natural y primera significación de
los vocablos hebreos”. Critica de esta última no sólo su excesiva literalidad, que la
hace en ocasiones ininteligible, sino también los errores de interpretación (los que
achaca a la actitud anticristiana de los traductores). Por eso, añade Reina: “Esto nos
pareció decir de la translación de Ferrara en este lugar, no privándola de la alabanza
que justamente se merece ni encubriendo con envidia la ayuda que en la nuestra
habemos tenido de ella, mas avisando también de las faltas...”.
Y resumiendo, afirma: “Habémonos ayudado del juicio y doctrina ansí de los
vivos como de los muertos, que en la obra nos han podido dar alguna ayuda,
consultando las más versiones que hasta ahora hay y muchas veces los comentarios”
(p. 21).
Base textual
“…conforme al prescripto de los antiguos concilios y doctores santos de la
Iglesia, nos acercásemos de la fuente del texto hebreo cuanto nos fuese posible (pues
que sin controversia ninguna de él es la primera autoridad), lo cual hicimos
siguiendo comúnmente la translación de Santes Pagnino”… en los lugares [de la
traducción de Pagnino] que tienen alguna dificultad por pequeña que sea, [...] hemos
tenido recurso al mismo texto hebraico” (p. 9).
“Con toda diligencia que nos ha sido posible habemos procurado atarnos al
texto sin quitarle ni añadirle. Quitarle, nunca ha sido menester, y ansí creemos que
en nuestra versión no falta nada de lo que en el texto está si no fuere por ventura
alguna vez algún artículo o alguna repetición de verbo, que sin menoscabo de la
entereza del sentido se podría dejar, y otramente ponerse haría notable absurdidad
en la lengua española...”
“Añadir ha sido menester muchas veces”, para pasar luego a explicar los
diferentes casos en los que fueron necesarias las adiciones y el hecho de que, sin
excepción, las marcó en el texto “de otra letra que la del texto común” para que el
lector ejerza su discernimiento.
Respecto del Nuevo Testamento son dignas de citarse las siguientes palabras:
“En el Nuevo Testamento nos pareció ser esta diligencia más necesaria por cuanto
en los mismos textos griegos hay también esta diferencia en algunas partes, y todos
parece que son de igual autoridad. Algunas veces hallamos que la Vieja versión

38
Latina añade sin ninguna autoridad de texto griego, y no aun esto quisimos dejar,
por parecernos que no es fuera del propósito y que fue posible haber tenido también
texto griego de no menos autoridad que los que ahora se hallan”.
Ahora bien, cuando Casiodoro se refiere al “texto”, tanto del Antiguo
Testamento como del Nuevo, ¿a qué textos está refiriéndose? Puede afirmarse que,
en términos generales, se refiere al Texto Masorético, para el Testamento Viejo, y al
Texto recibido (o Textus receptus), para el Nuevo. Decimos “en términos generales”
porque en el mismo pasaje que hemos citado, Reina reconoce que hay diversos
manuscritos griegos, que entre ellos hay variantes (aunque eran poquísimos los
manuscritos que se conocía entonces) y que todos gozaban de igual autoridad.
Recuérdese que el Texto recibido no es un texto monolítico, sin variantes.
3.3 Principios de traducción
De las explicaciones que el propio traductor nos ofrece en su “Amonestación”,
pueden deducirse los siguientes principios que siguió al realizar su trabajo:
La última autoridad la tienen, no las traducciones, por muy antiguas que sean,
sino los textos en los idiomas originales. A ellos, pues, hay que recurrir, y
concederles la palabra definitiva cuando haya dudas planteadas por las diversas
versiones.
Lo anterior no significa que no se planteen dudas, también, con los textos
hebreos o griegos. Estas dudas provienen de dos fuentes: por una parte, del hecho
de que hay diferentes textos que, unos respectos de otros, presentan variantes, por
lo que el traductor tiene que escoger uno de ellos; y por otra, porque los propios
textos hebreos y griegos en ocasiones son de difícil comprensión e interpretación.
Por lo dicho, cobran particular relevancia las diferentes traducciones que se
han hecho del texto, para analizar las soluciones que en ellas se han propuesto a las
dificultades con las que el traductor tropiece. Esto es particularmente necesario en
el caso de los textos obscuros o de los textos en que no haya manuscritos hebreos
(es, sobre todo pero no únicamente, el caso de los libros deuterocanónicos). A su
vez, esto significa no seguir ciegamente ninguna de esas traducciones, sino utilizar
el propio criterio después de conferir cada una de ellas con “el texto” (es decir, con
el texto hebreo o griego, según corresponda).
Como el lector de la traducción tampoco debe sentirse esclavo de la única
opinión del traductor, es necesario que aquel sepa de otras posibilidades de

39
entendimiento del texto. Lograr eso es una de las funciones de las notas marginales
(y de las añadidas al final del volumen). El lector también debe ejercer su criterio
personal y “tomar lo que mejor le pareciere”, si no está satisfecho con la
interpretación que el traductor le ofrece.
Lo importante en la traducción es ser fiel a “la entereza del sentido” del texto
y mantener su inteligibilidad.
Concomitantemente ha de cuidarse la claridad de la expresión, para que ésta
no quede “dura” ni haga “notable absurdidad en la lengua española”. La tensión
entre la fidelidad al sentido del texto y la expresión castiza la expresa así el
traductor: “Para remedio de la dificultad que consiste en solas las palabras,
procuramos en nuestra versión toda la claridad que nos fue posible, mas de tal
manera que el texto quedase siempre en su enterez reteniendo todas las formas de
hablar hebraicas que o conciertan con las españolas, como son por la mayor parte,
o a lo menos que pueden ser fácilmente entendidas, aunque en ello pecásemos algo
contra la pulideza de la lengua española, teniendo por mejor mal pecar contra ella,
aunque fuese en mucho, que en muy poco contra la integridad del texto”.
Para lograr lo anterior, a veces es necesario añadir o quitar algo del texto.
Esto último (o sea, quitar), sólo lo hace en cuestiones formales para que el idioma
(español) resulte natural, sin cambiar el sentido. En el caso de las adiciones, todas,
sin importar la naturaleza de ellas, las indica en el texto.

La ignorancia actual respecto de la Biblia
La página electrónica Protestante digital publico en abril de 2015 que España
es el país que menos lee la Biblia de nueve países occidentales, El sondeo fue llevado
al cabo por la empresa GfK Eurisko entre 13.000 españoles y ha concluido que sólo
leen las Sagradas Escrituras 20 por ciento de los adultos. Este estudio, en 2008,
reveló que 80 por ciento de los católicos nunca habían leído enteros los cuatro
Evangelios, lo cual trasluce una religiosidad basada sobre todo en devociones
populares.
Las opiniones son muy diversas en cuanto a su contenido: "Está todo escrito
metafóricamente", "está escrito por hombres", "la interpretación depende de quien
la lea" son las opiniones mayoritarias de quienes se definen como "cristianos no
practicantes”. Entre los errores más comunes están las suposiciones de que "Jesús

40
escribió los Evangelios" y que la celebración de la Semana Santa está ordenada en
la Biblia.


En la literatura
INTELECTUALES LATINOAMERICANOS Y LA BIBLIA
GABRIELA MISTRAL
Poema a la Biblia y
(Revista de la Sociedad Hebraica Argentina, Buenos Aires, 1.0 de mayo de 1938,
págs. 3,4; 15 de mayo de 1938, págs. 6,7; 1.0 de junio de 1938, págs. 6, 7).
En: Luis Vargas Saavedra Prosa religiosa de Gabriela Mistral. Santiago de Chile:
Editorial Andrés Bello; 1978

José Emilio Pacheco. Su traducción del Cantar de los cantares. en edición de El
Colegio Nacional y Ediciones Era.
Tiene muy claro José Emilio Pacheco el valor de la Sagrada Escritura para los
creyentes:
"Como texto sagrado, El Cantar de los Cantares es una alegoría de la unión de Dios
con Israel, de la divinidad con el alma humana y de Cristo con la Iglesia."
Pero tampoco duda de que, con sólo abrir los ojos y el corazón al misterioso y
fecundo texto, sin prejuicios ni angelismos desencarnados, en términos no místicos
sino terrenales, uno se encuentra con una maravilla, que representa nada menos
que...
"una celebración del deseo mutuo y la legitimidad y la dignidad del placer".
Lo novedoso, quizás, de la versión pacheco del Cantar es traducirlo en prosa, no
versículo a versículo, dejándose llevar por la intuición y el sentimiento. Al fin y al
cabo...
José Emilio Pacheco adoptó los heterónimos Carlos Núñez Arenas, Miguel G.
Cansino, Ricardo Ledezma y Pedro Durán. Pero sobre todo los mencionados por
Menéndez y Pelayo: Julian Hernandez, Perez de Pineda y Fernando Tejeda
Llegando, por fin, a José Emilio Pacheco, su desaparición, además de dejar un vacío
entre los que lo queríamos y además de la imposibilidad de que ya no pueda añadir
poemas a su obra, clásica de nuestro tiempo, también nos privó de otros poetas
que vivieron entre su pellejo. De la información del Diccionario de seudónimos,
anagramas, iniciales y otros alias de María del Carmen Ruiz Castañeda y Sergio
Márquez Acevedo, publicado por la UNAM en el año 2000, se puede hacer una
enumeración de los nombres e iniciales con que firmó textos a lo largo de su vida.
Un primer grupo incluye seudónimos e iniciales que usó en su prosa. Ellos son
Carlos Núñez Arenas, Miguel G. Cansino, Pedro Durán Gil, JEP, J.E.P., Ricardo
Ledezma, R.L.C. y Pedro Damián. Pero los que me interesan son los que, además de
aparecer como autores de poemas escritos por la mano de José Emilio, tienen una
biografía. Los dos principales son Julián Hernández y Fernando Tejeda (o Tejada),
que aparecen en No me preguntes cómo pasa el tiempo y están recogidos en las
diferentes ediciones de Tarde o temprano en una sección que, vuelvo al principio,

41
alude a don Antonio Machado y a su Cancionero apócrifo. También en diferentes
circunstancias aparecen Juan Pérez Pineda, Daniel López Laguna y Pedro Núñez.
Estos cinco heterónimos poetas, los dos principales, Hernández y Tejada, y los
otros tres, Pérez Pineda, López Laguna y Pedro Núñez, tienen un denominador
común que no he visto citado y que descubrí por casualidad. El primer indicio
surgió cuando averigüé por Julián Hernández y en los buscadores de la red me
apareció un Julián Hernández, un cajista de tipografía del siglo XVI conocido como
traficante de traducciones del Nuevo Testamento. En aquella época, ese trabajo
merecía las atenciones que con tanto esmero solía procurar la Santa Inquisición de
Sevilla, según lo cuenta don Marcelino Menéndez y Pelayo en esa singular (y, a su
modo, entretenida gracias a un involuntario humor negro) Historia de los
heterodoxos españoles. Julián Hernández fue “un singular personaje, el más activo
de todos los reformadores, hombre de clase y condición humilde, pero de una
terquedad y fanatismo a toda prueba, de un valor personal que rayaba en
temeridad y de una sutileza de ingenio y fecundidad de recursos que
verdaderamente pasman y maravillan”. Tanto que Julianillo (así lo llamaban por su
baja estatura) resistió durante tres años los interrogatorios y torturas del Tribunal
hasta llegar a la hoguera con tanto convencimiento de sus razones que “fue al
suplicio con mordaza y él mismo se colocó los haces de leña sobre la cabeza”,
según cuenta don Marcelino. Hasta aquí parecería una mera coincidencia entre el
nombre de este apóstol de las traducciones de la Biblia y el del poeta inventado por
José Emilio Pacheco. Pero de pronto saltó a mis ojos el nombre del traductor del
Nuevo Testamento que vendía Julianillo. Se llamaba Juan Pérez de Pineda, según
cuenta don Marcelino. El mismo nombre de otro de los sosias que el Diccionario de
seudónimos de la UNAM le atribuye a Pacheco: Juan Pérez Pineda. Dice don
Marcelino que Juan Pérez de Pineda fue rector del Colegio de la Doctrina de Sevilla
y que alcanzó a huir de allí cuando se desató la persecución del Tribunal de la
Inquisición a más de 800 habitantes de Sevilla, por motivo de las prohibidas
traducciones al castellano que circulaban gracias a la valentía y el ingenio
comercial de Julián Hernández. Pérez se instaló en Ginebra. Menéndez y Pelayo
juzga que la traducción de los Salmos debida a Pérez de Pineda “es hermosa como
lengua; no la hay mejor de los Salmos en prosa castellana. Ni muy libre ni muy
rastrera, sin afectaciones de hebraísmo ni locuciones exóticas, más bien literal que
parafrástica, pero libre de supersticioso rabinismo, está escrita en lenguaje puro,
correcto, claro y de gran lozanía y hermosura”. Añade don Marcelino que Pérez
murió en París, muy viejo, y que dejó toda su fortuna destinada a imprimir una
Biblia en español. Después de descubrir que tanto Julián Hernández como Juan
Pérez Pineda son protagonistas de la Historia de los heterodoxos españoles, lo que
siguió fue la búsqueda sistemática de los demás nombres heterónimos de Pacheco.
Todos los cinco poetas estaban allí. Daniel López Laguna, por ejemplo, nació en
Portugal (1653) y es reconocido como uno de los más importantes poetas
sefarditas del siglo XVII. Estando en España fue detenido por la Inquisición y logró
huir. Se instaló en Jamaica y luego en Inglaterra donde dedicó 23 años de su vida a
la traducción del Libro de los Salmos, traducción muy elogiada por sus
correligionarios pero considerada con desprecio por don Marcelino, que dice de la
versión del salmo 88: “semejantes coplas de fandango están pidiendo una guitarra
y la puerta de una taberna. ¡Pobre David!”. Pedro Núñez Vela, nacido en Ávila en el
siglo XVI, luterano militante, huyó de su tierra y se instaló en Lausana, donde fue
profesor de filología clásica. Por último, está Fernando Tejeda, una de las figuras

42
principales del protestantismo español del siglo XVII, que era de familia rica y fue
agustino en un convento burgalés. En 1620 se fugó del convento para Inglaterra
donde se casó y tuvo dos hijas, Marta y María. Fue bien acogido por la corte inglesa
y añadió un doctorado de Oxford al que traía de Salamanca. Se puede concluir,
pues, que los cinco poetas heterónimos de José Emilio Pacheco tomaron sus
nombres de la Historia de los heterodoxos españoles. Entre las fuentes que he
consultado no he encontrado a nadie que lo presente de esta manera, a pesar de
que el mismo Pacheco dejó una pista, según lo cuenta el Diccionario de
seudónimos, anagramas, iniciales y otros alias: ocurrió en octubre–noviembre de
1966, en la revista Diálogos, donde juntó a los cinco en un texto titulado Historia y
antología de los heterodoxos mexicanos. Claro que es una de esas pistas que nadie
usó para buscar sus raíces comunes, pero que me sirve ahora como confirmación
de mi enunciado: todos los nombres proceden del libro de Marcelino Menéndez y
Pelayo. Dice Pacheco, además, que “los llamo heterodoxos porque de algún modo
escribieron en las catacumbas, contra las fugaces normas, escuelas, atmósferas,
gustos de la época… Sus obras son, cómo negarlo, ‘distintas formas del fracaso’ ”.
Naturalmente, Pacheco mexicaniza sus heterodoxos con las biografías que les
inventa. Pedro Núñez era un “envidioso de Díaz Mirón”. Juan Pérez Pineda era
“profesor de lógica, geografía e historia de México… y tuvo una facilidad para la
versificación que dañó seriamente su impulso lírico”. Daniel López Laguna era un
modernista menor “muy influido por Barba Jacob”. Curioso: un poeta inventado
por Pacheco con nombre de heterodoxo español resulta amigo de un modernista
colombiano que nació con el nombre de Miguel Ángel Osorio y murió con el de otro
personaje de la Historia de los heterodoxos españoles, Jacobo Barba, que pasaba
por ser “igual a Jesucristo”. Del quinteto de heterodoxos perviven dos
incorporados a la poesía reunida de Pacheco. Comenta Juan Gustavo Cobo que
estos dos sobrevivientes “dibujan con humor, con sarcasmo, con fastidio, el espacio
de la comedia literaria” y hace una lista de sus temas: “la lucha generacional, la
defenestración de las momias sagradas, el virulento odio del joven de provincia
contra esas aparentes glorias capitalinas, la risita o el sarcasmo de los bardos
impacientes contra los bueyes fatigados que les obstruyen el paso”. Uno de estos
poetas es Fernando Tejada. Nacido en Tulancingo, Hidalgo, en 1932, residente en
Ciudad de México desde niño, médico especialista en circulación cerebral, sus
poemas, dice Pacheco, permiten el verso como “un continuador de Julián
Hernández, a quien seguramente nunca leyó”. Murió en Italia en 1959. El otro es
Julián Hernández. Nació en Saltillo, en 1893. Llegó a ser coronel a las órdenes de
Álvaro Obregón y estudió Derecho. Cito a Pacheco: “cónsul en Londres (1929), fue
separado del cargo por su dipsomanía. Su mal carácter lo enemistó con todos los
grupos y generaciones literarias”. Publicó muchos libros de Derecho y de política.
Traductor, autor de dos libros de poemas —según Pacheco—, fue retratado por
Jusep Torres Campanals, un artista imaginado por Max Aub. Termino citando un
brevísimo poema de Hernández que dice: http://www.milenio.com/cultura/los-
otros-que-fueron-jose-emilio-pacheco



Carlos Monsivais

Jorge Luis Borges

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Jaime Sabines
Son conocidas las afirmaciones de Jaime Sabines sobre la Biblia, así
como el hecho de que ésta hubiera influido de manera importantísima
en su formación literaria,
1
aunque, desde luego, hay libros de Sabines
más explícitos que otros en lo que a la presencia del Antiguo Testa-
mento se refiere. “Adán y Eva”, por ejemplo, tiene su origen en el Gé-
nesis, aunque también hallemos reminiscencias del Cantar de los Can-
tares, como, por ejemplo, este fragmento en el cual Eva se duele de la
ausencia de Adán y que nos lleva directamente al canto tercero del li-
bro bíblico: “En mi lecho, por la noche, / busqué al amado de mi al-
ma, / busquéle y no le hallé” (Cantar de los Cantares 3,1).



Participaron de aquella comunidad algunos individuos interesantes como
Cosme de Bustamente alias Hernandez de Valladolid, del que prácticamente nada se
sabe.
Las señas de Cosme de Bustamante, de mediana estatura, con la cara
quemada y con un ojo lloroso ha permitido hacer elucubraciones sobre su presencia
en El Quijote, en el hijo del labrador de Miguelturra, con exactamente la misma
descripción. Pág. 102

cualidades: su reverencia por las Escrituras le llevó a una traducción
filológica e histórica, enorme fuerza expresiva,
Anónima, decretos tridentinos, apócrifos. Visión de Ezequiel: los querubines
y las ruedas. Invitación a la unidad de los protestantes. y en su objetivo amoroso
incluía a los indios americanos.
Valoración
Perseguida tenazmente por la Inquisición —aquende y allende el océano—,
la primera impresión de la traducción de Reina se agotó al cabo de los años. Cipriano
de Valera sostiene que ya resultaba imposible conseguir un ejemplar, de los 2600
que se habían impreso. De la edición príncipe, hoy son muy pocos los ejemplares
que se libraron de la furia inquisitorial y de los que se tiene noticia, uno de ellos
permanece hoy en el Museo de la Biblia de la Ciudad de México.

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Olvidada luego por años, porque las instituciones protestantes encargadas de
producir y distribuir la Biblia habían optado por otras traducciones, desde mediados
del siglo XIX se ha convertido en la traducción castellana más usada por los
protestantes que leen la lengua de Cervantes. Con ella han alimentado su espíritu
millones de evangélicos. Con ella en sus mentes y en sus corazones, pudieron
muchos hacer frente a persecuciones, torturas y amenazas de muerte. Con ella se ha
realizado labor evangelizadora en muchos rincones del globo y con ella se han
edificado muchísimas comunidades cristianas.
Aunque revisada y vuelta a revisar muchísimas veces, la obra monumental
de don Casiodoro ha perdurado ya por siglos. Cuando los protestantes de habla
castellana abren sus Biblias hoy, en cualquier parte del mundo, un grandísimo
porcentaje de ellos tienen el nombre de Reina en sus labios, porque en sus manos
tienen el texto que él tradujo hace más de 400 años. Revisado primero por Cipriano
de Valera y revisado de nuevo por muchos otros que, a lo largo de los años, han
apreciado esa obra, el texto (conocido ahora como la “Biblia Reina-Valera”) sigue
teniendo vigencia porque sigue siendo usado.
Cierto, muchas cosas han cambiado desde entonces. Muchísimos
manuscritos, y mucho más antiguos, especialmente del Nuevo Testamento, están
ahora a disposición de los estudiosos del texto bíblico; las investigaciones
lingüísticas, filológicas y sociolingüísticas han avanzado enormemente; la ciencia de
la traductología se ha desarrollado muchísimo. Los tiempos son otros. Quizá se
requiera una nueva revisión, radical, que ponga ese texto, pero la traducción de
Casiorodo es inmejorable en la belleza del español del siglo de Oro; es siempre
perfectible.
Tristemente enfrentamos hoy una oleada de intentos por desprestigiar el
trabajo de Casiodoro, sobre todo provenientes de grupos judaizantes (otrora
evangélicos latinos que se sienten judíos y quieren salvarse por la Ley de Moisés)
que la han plagiado y que no pueden demostrar errores fundamentales en la
traducción
Obra cumbre y desconocida. Antonio Muñoz Molina ha dicho: “Casiodoro
escribe en un castellano prodigioso, punto intermedio entre Fernando de Rojas y
Cervantes, con una efervescencia sólo comparable con Fray Luis de León y san Juan
de la Cruz, un castellano mudéjar empapado de árabe y hebreo. Una lengua para ser

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recitada, entonada, cantada en voz alta”. Cierro cita y digo yo: El español llega a su
cumbre literaria con la Biblia del Oso.

Visión
La esperanza de Casiodoro era que la lectura del texto sagrado sería la
trompeta que derrumbaría las murallas de Jericó; el camino que retornaría España
a su grandeza verdadera en la justicia.
El amor por sus hermanos fue el motor para exponer su vida, para soportar
peripecias y poner en riesgo a su familia, para renunciar a las riquezas y a la
tranquilidad, y todo porque la Biblia sería útil a la salvación de los hombres, porque
prohibirla era una afrenta a la verdad y una falsa reverencia por el libro, y porque
en el texto mismo se manda a todos estudiarla como un sacerdocio universal.
Hoy, que el español tiene 150 mil palabras y clasificado como la segunda
lengua más hablada del mundo, detrás del chino mandarín. Cuando los estudios de
prospectiva indican que el inglés, el español y el chino serán las tres lenguas de
comunicación internacional durante el siglo XXI y los usuarios de Internet en
español son 136 millones, es ingente fortalecer la lengua y el contenido de ella al
través de la lectura de un texto fundante de la cultura, fortalecer forma y fondo de
nuestra lengua para a su vez hacer más íntimos los lazos de fraternidad y
entendimiento.


El Instituto Cervantes los ministerios de Educación y de Exteriores, así como
las universidades tendrá el próximo año labores de fortalecimiento del español. A
ellos hay que sumar los gobiernos de países como Brasil, Filipinas, Francia o Italia,
que invierten para que sus ciudadanos más jóvenes tengan un aprendizaje de
calidad de la lengua española.
El desarrollo del español en Estados Unidos es espectacular. Se trata del
segundo país -será el primero en 2050- en número de hispanohablantes tras México,
donde cada año se incorpora más de un millón y medio de nuevos hablantes. En
Brasil, con la entrada en vigor de la ley del español se ha pasado de un millón a cinco
millones de estudiantes.

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Como gran lengua internacional exige el análisis de sus efectos
multiplicadores sobre los flujos migratorios, comerciales y financieros, pero a
nosotros nos interesa celebrarlo sobre todo como vehículo espiritual.
Esta celebración no es la clausura que nos llevaría a dejar con satisfacción en
el baúl de los recuerdos, como mera curiosidad histórica a la Biblia del Oso, es el
inicio de una multitud de celebraciones en Iberoamérica y Estados Unidos para
reivindicar una literatura ejemplar de nuestro idioma, para coincidir con Casiodoro
en la decisión de dar nuestra vida por amor a los demás, en un compromiso aun en
medio del sufrimiento y el rechazo social y eclesiástico por llevar el mensaje del
Amor supremo.


Bibliografía
Basado en Plutarco Bonilla, La Biblia del Oso, una traducción a la altura de los
tiempos
Doris Moreno, Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del
siglo XVI, 2ª Edición, Andalucía. Col. Biografías Andalucía en la Historia, Edit.
Fundación Pública Andaluza Centro de Estudios Andaluces 2018, 261 pp.
Enrique Fernández y Fernández, Las Biblias Castellanas del Exilio, 1976,
EE.UU., Editorial Caribe, 190pp
Raymond S. Rosales, Casiodoro de Reina. Patriarca del Protestantismo
Hispano, 2002, Publicaciones del Seminario Concordia, Serie de Monografías no. 5,
Chelsea, Michigan, Publicaciones del Seminario concordia. 249pp,

Como en los peores días de la Inquisición, tristemente enfrentamos hoy una
oleada de intentos por desprestigiar el trabajo de Casiodoro, sobre todo
provenientes de grupos judaizantes (otrora evangélicos latinos que se sienten
judíos y quieren salvarse por la Ley de Moisés) que a la vez que la han plagiado, la
atacan, pero no pueden demostrar errores fundamentales ni en la base textual ni en
la traducción.

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