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2020-10889
Es una expresión polisémica que utilizan algunos especialistas, periodistas y políticos para
calificar a movimientos o expresiones políticas de América Latina como «populistas». En
muchos casos la expresión es utilizada con un sentido peyorativo por grupos opositores en
el marco de la competencia política.
En los años noventa, diversos científicos sociales emprendieron una revisión del término
«populismo». Carlos de la Torre, profesor en la Universidad de Kentucky en Estados
Unidos, detectó que el concepto «populismo» no solo era amplio sino además ambiguo.
Para algunos estudiosos recopilados en el libro El populismo en España y América, los
abordajes de esta categoría establecidos hasta entonces eran estáticos, lineales,
desarrollistas e incluso maniqueos. En ese mismo libro los artículos cuestionan el uso de la
expresión «populismo» qué hicieron Gino Germani, Torcuato di Tella y Octavio Ianni,
sosteniendo se limitaban a reflexionar la verticalidad de la relación entre los líderes
carismáticos y las «masas» en términos de dominación, modernización, dependencia y
desarrollo. Según el mismo libro, los textos de aquellos especialistas estaban siempre
plagados de términos económicos: exportaciones e importaciones, migración campo-
ciudad, trabajadores, oligarquías, sectores, estructura socioeconómica, lo que para ellos
hace evidente que se había producido un modelo para explicar macroestructuralmente la
existencia del populismo.Los autores que participan del citado libro ponderaron entonces la
participación de aquellos actores que desde sus consideraciones originaban el fenómeno
del populismo y pensaron a los individuos involucrados en términos de sujetos dotados de
múltiples aspiraciones y capacidades reflexivas frente al determinismo socioeconómico.
Paulatinamente, el incremento de los estudios culturales empezó a tener presencia en el
ambiente académico de las Ciencias Sociales en general y en el tema del populismo en
particular. Conceptos procedentes de la antropología como visión del mundo, creencias, de
la psicología como ethos, de la lingüística como discurso, y de la sociología como acciones,
aparecieron en la reflexión del tema. Con ese bagaje se privilegiaba la personalidad de los
actores explicada por ellos mismos, es decir, de qué manera se concebían a sí mismos.
Clientelismo.
El clientelismo plantea relaciones informales de intercambio recíproco de favores y
mutuamente beneficios entre dos sujetos en la cual existe la diferencias de poder y control
de recursos. En la misma existe un patrón y un cliente. El patrón proporciona bienes
materiales, protección y acceso a recursos diversos y, el cliente ofrece en cambio servicios
personales, lealtad, apoyo político o votos.
Clientelismo en R.D
1- Institucional:
a) El Congreso Nacional, el más importante poder del Estado, llegan las intríngulis del
clientelismo político: de las 32 senadurías esparcidas en la geografía nacional, el Partido de
la Liberación Dominicana se reservó 26. Todas las reservaciones de candidatos a
senadores fueron seleccionados por el presidente del partido, presidente de la república y
aspirante a la reelección. Disposición esta, que quebranto reglamentos de carácter
electoral de la organización política y consecuentemente enajeno al conglomerado
partidario de valorar y selecciona libérrimamente los candidatos a senadores de la
organización. Otros tantos hizo, en la otra parcela, la Comisión Política del Partido
Revolucionario Dominicano.
2- Social: el clientelismo político tiene como caldo de cultivo la pobreza, el más relevante
segmento social en término numérico. Pobreza es la incapacidad de satisfacer necesidades
básicas: alimentación, agua potable, vivienda, educación básica y atención sanitaria
esencial. Es el medio apropiado, de necesidades impostergables, para ambos, el patrón y el
cliente, realizar la gran labor proselitista de ganar adeptos y votos. En este intercambio
desigual el pobre es el gran perjudicado porque su condición socioeconómica se mantiene
igual o empeora.