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“Educar sin saber cómo funciona el cerebro es como querer diseñar un guante sin haber visto
nunca una mano”. Leslie Hart
La labor docente, tiene sin duda una gran cantidad de retos, en especial en la
actualidad donde los estudios científicos han avanzado a tal modo que se han realizado
hallazgos sobre el cerebro humano que nunca antes este siquiera imaginó. Dichos estudios,
han develado, por ejemplo, que en el proceso de enseñanza-aprendizaje se ven implicados
unos procesos cognitivos de gran relevancia; entre ellos se pueden mencionar aspectos
como la sensación, percepción, atención, memoria y las funciones ejecutivas; en estas
últimas, las más destacadas son el control inhibitorio, la flexibilidad mental y la memoria
de trabajo, mismos que más adelante serán definidos brevemente bajo los planteamientos
de algunos autores como Ortíz (2015), y, Marino, Jaldo, Arias y Palma., (2017).
Para iniciar, se hace necesario mencionar que acorde con Ortiz Ocaña (2015), el
proceso cognitivo humano es el acto de conocer y que este a su vez “se ha convertido en un
saber interdisciplinario que explica procesos como la percepción, memoria, atención entre
otros” (p. 68) y agrega que en él se activan procesos mentales que permiten recibir e
interpretar los estímulos, procesar y evocar la información. Y es por ello que reconocer y
estimular los procesos cognitivos es de vital importancia, pero no solo por la información
que se transmite en el aula, pues la educación no debería limitarse a dicho “traspaso de
datos informativos” sino más allá de esto, en la apropiación de estos, y en la capacidad de
vincular los aprendizajes a las situaciones y contextos reales de los estudiantes.
Por otro lado, dentro de estos procesos se encuentra la atención, tan aclamada por
los docentes y tan criticada hoy día donde el ser humano vive inmerso en múltiples tareas y
también redes sociales que consumen no solo el tiempo de las personas sino por supuesto
también su atención. Ortiz (2015) menciona que “la atención es la capacidad de seleccionar
la información sensorial y dirigir los procesos mentales” (p.76) y agrega que si bien es
cierto que los docentes erran en dirigir a sus estudiantes la típica frase de “presten atención”
se equivocarían mucho más si no diseñaran estrategias que activen la atención en el cerebro
de sus estudiantes, en otras palabras, en el aula de clase la atención no se pide, se gana por
medio de estrategias pedagógicas que la estimulen.
Dado lo anterior, se puede observar que las emociones juegan un papel de gran
importancia en el proceso cognitivo de memoria, y tenerlas en cuenta en el proceso de
aprendizaje facilitará el hecho de que los estudiantes recuerden lo enseñado, además de
estar implicadas en los procesos anteriormente mencionados puesto que también “la
emoción puede influir en la atención y el procesamiento perceptivo” (Smith y Kosslyn,
2008, p.374). Por otra parte, a esta necesidad de lo emocional y aprender desde el interior
para lo académico, pero en especial para la vida en general, se le suma que el ser humano es
social y necesita relacionarse y aprender en sociedad.
Para finalizar y por lo que respecta a las funciones ejecutivas, Marino, Jaldo, Arias y
Palma (2017) afirman que estas son “un concepto que resume la actividad superior
cognitiva. En su origen significa dirigir el comportamiento hacia una meta” (p. 10); dentro
de estas, el control inhibitorio permite “detener una conducta ante un estímulo”, la
flexibilidad cognitiva da paso a poder “realizar un cambio de perspectiva” adecuándose al
contexto y, la memoria de trabajo “implica el ingreso de información, formando cadenas
relacionadas con la información anterior” (Ibid. p. 12). Siendo todas indispensables en el
proceso de aprendizaje, dado que acorde con Neuromindset (s.f) estas ayudan a los niños a
lograr objetivos, regular sus conductas, emociones y en general tener una vida satisfactoria
y buena calidad de vida en la adultez, además se menciona que estas pueden ser entrenadas
a través de estrategias como por ejemplo, la realización de deportes o ejercicios corporales;
y relacionado con ello, no se debe ignorar que la actividad física y la alimentación también
son factores que se ven implicados en el aprendizaje, si estas áreas tienen carencias muy
seguramente los procesos cognitivos también las tendrán.
Como reflexión y cierre del presente texto, se puede decir que como docentes
debemos tener en cuenta muchos aspectos a la hora de enseñar, pero uno fundamental son
los procesos cognitivos, pues al fin y al cabo es en el cerebro donde el ser humano percibe
y gestiona los estímulos (visuales, auditivos, corporales y demás) que le ayudarán a
identificar pero sobre todo a interpretar y apropiarse de los conocimientos, estos últimos
(interpretación y apropiación) dependen mucho de cómo el maestro decida realizar su
labor, porque muchas veces nos limitamos a brindar información, pero debemos ir más allá,
porque se supone que no estamos enseñando solamente para que los estudiantes depositen
los datos del tablero en el cuaderno o en la hoja de evaluación, sino que lo estamos
haciendo para sus vidas, para los futuros profesionales que van a ser y para los seres
humanos integrales que ya son, porque si dejamos a un lado las emociones, la estimulación
de la memoria, la percepción, la atención, las sensaciones y las funciones ejecutivas,
estamos ignorando dicha integralidad y desaprovechando a su vez muchas herramientas que
sin duda enriquecen tanto la enseñanza como el aprendizaje, por ello en la labor docente es
de gran relevancia conocer y estimular los procesos cognitivos implicados en el
aprendizaje; es un deber para los educadores y una necesidad de los estudiantes.
Referencias bibliográficas