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Nuestro cerebro está diseñado para educar y ser educado de manera instintiva y
sin esfuerzo. Es como una máquina a la cual se producen todas las formas de
aprendizaje. Además, es el mecanismo natural que pone límites en el aprendizaje
y determina lo que puede ser aprendido, cuánto y con qué rapidez.
Si logramos saber cómo es que el cerebro aprende, podría tener un gran impacto
en la educación. Además, se podrían transformar las estrategias educativas y
permitirnos crear programas que ayuden a potenciar el aprendizaje de personas
de todas las edades y con diversas necesidades. Sabiendo cómo el cerebro
adquiere y guarda información y destrezas seríamos capaces de alcanzar los
límites de su capacidad para aprender.
La educación cambia la mente, pero no solo eso, sino también el cerebro. Algo
cambia en nuestro cerebro cada vez que aprendemos algo nuevo, sea una
palabra o una canción. Por lo tanto, podemos decir que la educación puede hacer
que el cerebro sea mejor.
Por otro lado, existen emociones como la ira, la tristeza, la depresión, la ansiedad,
preocupaciones, entre otras, que también influyen en el aprendizaje, limitando la
capacidad de guardar en la mente toda la información correspondiente a la
actividad que se está realizando; afectan la conducta del estudiante porque crean
estados mente-cuerpo distintos. Las emociones desencadenan los cambios
químicos que alteran nuestros estados de ánimo, conductas y nuestras vidas.
Por otra parte, en el cerebro ocurren diferentes procesos neuronales, entre ellos la
sinapsis que es una conexión o unión especializada que posibilita que pase
información de una neurona a otra. En la sinapsis se libera dopamina, serotonina y
endorfinas, la transmisión del mensaje se da con mayor rapidez y facilidad; en
este aspecto, se necesita estimular al cerebro para que secrete las sustancias en
mayor cantidad, lo cual supone que en el aula de clases se debe permitir a los
estudiantes que realicen diferentes actividades como por ejemplo, ponerse de pie,
estirar el cuerpo, chocar las manos, trabajar en equipo, escuchar música; tales
actividades estimulan el cerebro para que comience a liberar sustancias químicas
y enriquecen el cerebro del estudiante. Esto significa que, si los estudiantes
disfrutan o experimentan situaciones agradables en clase, las funciones cognitivas
y el aprendizaje se ven beneficiados.
Ante este fundamento es importante que los docentes sean innovadores, creativos
y reflexivos, para que de esa manera formen estudiantes que puedan resolver
problemas y tomar decisiones en busca de un cambio, exigiendo así, que los
docentes dejen enterrados los métodos tradicionales y empiece a enseñar a
aprender y a pensar; lograr en los estudiantes habilidades de pensamiento crítico
y no a acumular conocimientos, porque no se trata de que los estudiantes sepan
mucho sino que comprendan e interpreten los conceptos, teorías y sean capaces
de aplicar esos conocimientos a nuevas situaciones. Es así como se debe hacer
énfasis a la necesidad de establecer procesos adecuados para que los individuos,
dentro de su educación, optimicen su capacidad intelectual al máximo
permitiéndoles ser reflexivos, críticos y creativos. Esta es la oportunidad de educar
para el desarrollo humano.
REFERENCIAS