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CARTA A UNA DOCENTE: UN ENCUENTRO INTERIOR

Ibagué, 20 de marzo del 2023

Querida Y.A.B.H.:

“Todos los mayores han sido primero niños, pero pocos lo recuerdan”
Antoine de Saint-Exupéry

Esta noche, he tenido una lluvia de recuerdos demasiado vivos, me siento


dentro de ellos, aunque bien sé que la realidad es que ellos están dentro de
mí. Veo una chiquilla jugando frente a un tablero pequeñito, muy viejo de
hecho, abandonado y con pocas esperanzas de seguir viviendo en este
mundo donde todo se cambia, en lugar de resignificarlo y arreglarlo. Aquella
niña jugaba a ser maestra, imaginaba un gran público de niños delante de sí,
tomando sus lecciones de lenguaje y siendo sobre todo muy felices. Hoy,
siendo las 11:30 de la noche, en medio de una fría habitación, pero con el
consuelo de mi cobija a la que solo tú y yo sabemos que se llama “pelos” te
recuerdo a ti, la niña Yuly Alejandra, siento alegría porque estoy cerca de
cumplir tu sueño de ser maestra, pero a su vez el temor es inevitable, temo no
hacerlo como tú lo hacías, temo no entregar el corazón que tenías de niña,
temo olvidar lo que sentías de niña. Porque es eso, el recordar cómo fuimos
en la niñez lo que tal vez nos acerque a esos niños que llegan al aula con el
deseo de encontrar un lugar seguro, uno donde se les entienda y se les
quiera, claro, también uno donde se les ofrezcan variados conocimientos e
información de valor, pero es que eso no es lo único que importa en la vida
porque al fin de cuentas esos chiquillos también son seres sintientes, llenos
de emociones y sentimientos que tantas veces han sido ignorados y
desvalorizados en la escuela. Y así, entre recuerdos y meditaciones te escribo
a ti, querida Yuly Alejandra, para asegurarme que cuando estés ejerciendo y
el estrés del trabajo esté sobre ti, no olvides a esa niña que un día fuiste y
anhelaba con todo su ser convertirse en maestra, no olvides sus ilusiones
porque son las mismas que tendrán los estudiantes a los que des clases,
depende de ti fortalecerlas o deteriorarlas. Aprovecha al máximo la
oportunidad que hoy tienes frente a ti (que espero con todo mi ser se
materialice) de enseñar a niños wayúu, a esos pequeños que tienen carencias
no solo económicas sino también amorosas; agradece cada día el privilegio
de ser maestra de niños a los que les falta un par de zapatos, pero les sobra
pasión por aprender y ganas de salir adelante; recuerda cada mañana vestirte
de mucho valor para convertirte en la maestra que con gran empeño logre
sacar una sonrisa llena de felicidad, ser un refugio, apoyo y amiga para esos
estudiantes; recuerda en esas tardes agotadoras que tu labor como maestra
no la define el título de licenciada que obtuviste sino la manera en la que
puedas lograr trasformar el pensamiento y la vida misma de los niños, la
huella que dejes en cada uno de sus corazoncitos, no olvides las palabras de
Henry Adams cuando expresó que “el maestro deja una huella para la
eternidad, nunca puedes saber cuándo se detiene su influencia”; nunca
olvides que en la labor docente no solo ellos aprenden de ti sino en especial
tú aprendes de ellos, que cada día es una grata experiencia que vale mucho
más que el sueldo de fin de mes. Hoy te escribo con el deseo de ya ser tú,
para estar ahí viendo correr los niños, escuchar sus risas, sus gritos,
compartir historias con cada uno de nuestros futuros estudiantes. Llegar a
clase, leerles un cuento y asegurarme que este no es una carga para ellos
sino que es un deleite, un momento especial de la clase, de sus vidas; quiero
ser una motivación para estos pequeñitos para que ellos se apasionen por la
lectura, quieran escribir, y por qué no, para que algunos de ellos puedan
convertirse en grandes escritores, hoy cierro los ojos y me veo en un aula
rodeada de sonrisas y cómo quisiera que ya sea ese día, quiero que cuando
tú, mi yo profesional del futuro, leas esta carta aún conserves la pasión y el
amor de este día, que nunca la rutina o la monotonía llegue a ser la
conductual de tus clases, por favor no seas de esas maestras tradicionales
que se limitan a llevar una fotocopia o a que los estudiantes llenen una guía y
que es tan predecible porque cada clase es exactamente igual que la anterior,
te encargo encarecidamente que no, no uses los libros como castigos y la
biblioteca como la cárcel ambulatoria donde envías a los estudiantes que “ya
no soportas en clase”, de hecho, si sientes que no soportas a los estudiantes
intenta pensar en la idea que tal vez lo que ya no soportas es tu forma
rutinaria de enseñanza, piensa en la frase de Manuel Velasco cuando afirmó
que “lo difícil es simplificar y darse cuenta de que innovar no es más que
disfrutar de la vida y disfrutar haciendo lo que haces”. Te pido por favor no
excluyas a los estudiantes que no se comportan los demás o que se dice de
ellos que “tienen una discapacidad de aprendizaje” porque tal vez eres tú la
que ahora estás enfrentándote a una incapacidad de enseñanza, actualízate
cada día para ser mejor, por ti y por ellos; nunca creas que has leído
demasiado porque nunca, nunca será suficiente. Para cerrar esta breve
conversación que cual portal al futuro me comunica contigo, (y conmigo) te
digo que sí, hoy pienso que esto es lo mío, que ser maestra más que un
sueño es una realidad que está muy cerca a cumplirse, hoy tengo la
sensación que experimentan los niños del campo cuando su papá va para el
pueblo y se aproxima su hora de llegada pues sabe que algo (aunque sea un
pequeño bom bom bum) trae para darle, hoy ese dulce que siento tan próximo
es la dulce labor de enseñar, anhelo que llegue ese día y que la emoción,
felicidad y hasta el nerviosismo del primer día nunca se pierdan dentro de mí,
quiero que cada mañana luego de una afanada taza de café me reciba un
salón lleno de sonrisas y expectativas, niños que sepan (porque lo sienten)
que su maestra da todo de sí para que ellos tengan una educación integral
pero más que esto para que puedan tener una vida plena y feliz, para que la
llama de sus sueños se avive cada día con el combustible de mi entrega y
vocación de enseñar, por favor no lo olvides, esto sí, definitivamente sí es lo
nuestro y merece cada gota de cansancio, cada muestra de amor.

Atentamente:
Yuli Alejandra Ballesteros Hernández (la de hoy).

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