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22 de abril a la(s) 7:33 ·

QUÉ ES EL MAL

“Usted me lastima, yo lo lastimo, pido disculpas y ello se ha terminado. Pero si me aferro a ello, si lo
retengo, si lo fortalezco deliberadamente, si sigo un plan de acción para lastimarlo lo cual es parte de la
voluntad que el hombre tiene de causar daño o de hacer el bien-, entonces eso es el mal. En el momento
en que resisto, de un lado tiene que estar el mal y del otro el bien, y ambos están relacionados entre sí.”

“Cuando no hay resistencia, no hay relación entre ambos. Y el amor es entonces un espacio abierto, sin
palabras, sin ninguna clase de resistencia. El amor es la acción que surge de este vacío. Cuando las
personas tratan de protegerse contra uno de los dos el mal-, asimismo se están protegiendo contra el
bien, porque el hombre ha creado a ambos. ¿Puede pues la mente, penetrar en la oscuridad? En el
mismo acto de penetrar en ella, la oscuridad se disipa.”

Krishnamurti, Tradición y Revolución

SOBRE EL MAL “¿Qué fuerza es la que protege algo de modo que permanezca inocente y puro? Uno
debe ser muy cuidadoso si abre la puerta; pueden entrar el mal o el bien. El mal encuentra fácil entrar, el
bien mucho más difícil. El mal no es el opuesto del bien”, repitió. “No existe relación alguna entre
ambos”. “Donde hay amor, hay protección. El odio permite que el mal penetre” Krishnamurti
------------------------------------ Le pregunté a Krishnaji si alguna vez había conocido el miedo. Hizo una
pausa, reflexionó. “Muchas cosas pueden ocurrir en la noche; la oscuridad invita a muchas cosas”. En su
vida no había conocido el miedo, pero el mal existía. El mal tenía una presencia, y siempre estaba
aguardando una grieta por la cual poder entrar. Dijo: “El miedo atrae el mal. Hablar acerca del mal es
atraerlo”. Súbitamente, Krishnaji se tornó extraño y muy distante. Atrajo los brazos hacia el cuerpo
mientras éste se contraía dentro del menor espacio posible. Después preguntó: “¿Lo sienten en la
habitación?” Su rostro había cambiado. La habitación estaba cargada con poder. Entonces K dijo: “Antes
de que vayamos a dormir, tendré que disiparlo, proteger este lugar”. No explicó qué haría, pero algo
tenía que hacerse. Poco después se levantó y caminó en torno deambulando por las habitaciones. Devi y
Ghanshyam, los hijos de Nandini, habían llegado a la casa. Percibieron algo y no entraron en la
habitación donde nos encontrábamos. Poco más tarde, Krishnaji regresó al comedor. Estaba sereno, su
rostro lucía hermoso, sus ojos límpidos. La atmósfera había cambiado totalmente. Cualquier cosa que
hubiera estado ahí, había sido totalmente eliminada. A través de los años, Nandini y yo habíamos
hablado frecuentemente sobre la actitud de Krishnaji hacia el bien y el mal. El nos había dicho: “El mal es
un hecho. Déjenlo en paz. Nuestra mente no debe jugar con el mal. Pensar acerca de él es invitarlo. El
odio, los celos, atraen el mal. Por eso es importante para el cuerpo y la mente estar quietos y en silencio
y no permitir que surjan ninguna clase de emociones fuertes sin vigilarlas implacablemente. El deterioro
camina a un paso detrás de nosotros no importa quién sea uno”. Pasando los años, yo había notado que
cuando entre las personas que le rodeaban empezaban a jugar emociones fuertes, o cuando surgía
alguna pregunta relativa al mal, su voz cambiaba, sus ojos se retraían, solía contraer el cuerpo, y la
atmósfera se congestionaba para disiparse unos momentos después. Para él, así como existía un
depósito del bien, también había tinieblas que acechaban. Ambas cosas no estaban relacionadas entre
sí. El mal esperaba un apoyo para entrar; de ahí la necesidad de la atenta vigilancia. “¿Han observado
ustedes un gato que vigila el agujero donde se ha ocultado un ratón? Vigilen de ese modo cualquier
sentimiento fuerte sin apartar los ojos”, decía. Biografía de Krishnamurti, Pupul Jayakar

SOBRE EL MAL

“¿Qué fuerza es la que protege algo de modo que permanezca inocente y puro? Uno debe ser muy
cuidadoso si abre la puerta; pueden entrar el mal o el bien. El mal encuentra fácil entrar, el bien mucho
más difícil. El mal no es el opuesto del bien”, repitió. “No existe relación alguna entre ambos”.

“Donde hay amor, hay protección. El odio permite que el mal penetre”

Krishnamurti

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Le pregunté a Krishnaji si alguna vez había conocido el miedo. Hizo una pausa, reflexionó. “Muchas cosas
pueden ocurrir en la noche; la oscuridad invita a muchas cosas”. En su vida no había conocido el miedo,
pero el mal existía. El mal tenía una presencia, y siempre estaba aguardando una grieta por la cual poder
entrar.

Dijo: “El miedo atrae el mal. Hablar acerca del mal es atraerlo”. Súbitamente, Krishnaji se tornó extraño y
muy distante. Atrajo los brazos hacia el cuerpo mientras éste se contraía dentro del menor espacio
posible. Después preguntó: “¿Lo sienten en la habitación?” Su rostro había cambiado. La habitación
estaba cargada con poder. Entonces K dijo: “Antes de que vayamos a dormir, tendré que disiparlo,
proteger este lugar”. No explicó qué haría, pero algo tenía que hacerse. Poco después se levantó y
caminó en torno deambulando por las habitaciones. Devi y Ghanshyam, los hijos de Nandini, habían
llegado a la casa. Percibieron algo y no entraron en la habitación donde nos encontrábamos. Poco más
tarde, Krishnaji regresó al comedor. Estaba sereno, su rostro lucía hermoso, sus ojos límpidos. La
atmósfera había cambiado totalmente. Cualquier cosa que hubiera estado ahí, había sido totalmente
eliminada.

A través de los años, Nandini y yo habíamos hablado frecuentemente sobre la actitud de Krishnaji hacia
el bien y el mal. El nos había dicho: “El mal es un hecho. Déjenlo en paz. Nuestra mente no debe jugar
con el mal. Pensar acerca de él es invitarlo. El odio, los celos, atraen el mal. Por eso es importante para el
cuerpo y la mente estar quietos y en silencio y no permitir que surjan ninguna clase de emociones
fuertes sin vigilarlas implacablemente. El deterioro camina a un paso detrás de nosotros no importa
quién sea uno”. Pasando los años, yo había notado que cuando entre las personas que le rodeaban
empezaban a jugar emociones fuertes, o cuando surgía alguna pregunta relativa al mal, su voz cambiaba,
sus ojos se retraían, solía contraer el cuerpo, y la atmósfera se congestionaba para disiparse unos
momentos después.

Para él, así como existía un depósito del bien, también había tinieblas que acechaban. Ambas cosas no
estaban relacionadas entre sí. El mal esperaba un apoyo para entrar; de ahí la necesidad de la atenta
vigilancia. “¿Han observado ustedes un gato que vigila el agujero donde se ha ocultado un ratón? Vigilen
de ese modo cualquier sentimiento fuerte sin apartar los ojos”, decía.

Biografía de Krishnamurti, Pupul Jayakar

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