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SEMINARIO DIOCESANO DE TOLUCA

ESCUELA DE FILOSOFIA

Filosofía Cristiana
Profr. GERARDO PÉREZ SILVA

«Romano Guardini y el Pensamiento


Contemporaneo»

Trabajo final de investigación documental que presenta:

ARMANDO TOPETE CRUZ


Alumno del 2do. Semestre de Filosofía

Ciudad de Toluca, viernes 26 de febrero del 2021.


I

ROMANO GUARDINI Y EL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO.


Una filosofía encaminada hacia las incógnitas del mundo moderno.
La modernidad se coloca en el plano histórico como una época fundada en el cambio
ideológico de la sociedad occidental en sus muchas esferas constitutivas; háblese de una
transición en ámbitos de cultura, arte, religión, ciencia, política, etc., que a la postre trajo
consigo una concepción enmarcada en la exaltación de los ideales humanos por encima del
pensamiento clásico, el cual, integraba con suma excelsitud la herencia de grandes doctos
olvidados por la patente oposición a la filosofía y la ciencia escolásticas.

Si es posible acercarnos con hondura al extracto de la modernidad podríamos


afirmar que ella, en estricto sentido, se ostenta como un nuevo êthos1 para el hombre, es
decir, como ‘una morada o actitud’ distinta a la que le presentaba el ritmo característico del
espíritu religioso moldeado durante varios siglos bajo la síntesis de la investigación racional
y la teología juntas. Es por tal motivo que la demanda de una “reflexión nueva” obligó la
negación del carácter ontológico de la realidad con el fin de darle una resignificación que
pudiera organizar el papel de la vida social frente al atributo de Dios que parecía
tambalearse.

El mundo moderno arrastró tras de sí una sentencia esencialmente antropocéntrica


que, por así decirlo, elevaba el talante humanista hasta su máxima expresión. De este modo,
fue inevitable subvertir el apotegma que confirmaba al hombre como imagen y semejanza
del Creador para sostener aquella tesis según la cual Dios es producto del entendimiento. 2
De suyo, esto ya instaura un serio problema contemporáneo que incide en el corazón
cristiano, sobre todo, porque la autoridad de la razón se ensoberbecía contra el genuino
impulso de la fe.

Ahora bien, con el propósito de adelantar en la pregunta en torno al escenario de la


fe y la razón en la conciencia modernista, es conveniente enfocarnos en el punto álgido de

1
Derivado del griego o, que en su variante traducción significa costumbre. De acuerdo a la RAE es un
«Conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o
una comunidad.» REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión
23.4 en línea]. <https://dle.rae.es> [15 de enero del 2021].
2
Cfr. Escudero, Alejandro, El tiempo del sujeto. Un diagnóstico de la crisis de la modernidad, Arena Libros,
Madrid, 2010, p. 13.

1
la disyuntiva del tema, refiriendo a un extracto escrito por Martin Heidegger con la
pretensión de ilustrar el ámbito distintivo de dicho fenómeno:

Una quinta manifestación de la Edad Moderna es el desdiosamiento. Este término


no solo significa que se deja de lado a los dioses, esto es el burdo ateísmo.
Desdiosamiento, es el doble proceso en que, de un lado, la imagen del mundo se
cristianiza en cuanto al fundamento del mundo es postulado como lo Infinito,
Incondicionado, Absoluto, y, de otro, el cristianismo reinterpreta su cristiandad
como una cosmovisión (la cosmovisión cristiana) y así se acomoda a la
modernidad. El desdiosamiento, es el estado de indecisión respecto de Dios y los
dioses. Al cristianismo se debe –en su mayor parte– que ello haya acontecido.
Pero el desdiosamiento no excluye la religiosidad, tanto más que sólo por él se
convierte el nexo hacia los dioses en vivencia religiosa. Cuando se ha llegado a
esto, se han evadido los dioses. El vacío producido es substituido entonces por la
exploración histórica y psicológica del mito.3
Pese a que no es mi proyecto el presentar una disertación sobre las repercusiones del
pensamiento moderno en la filosofía cristiana, es, sin duda, importantísimo comprender
este juicio heideggeriano a la luz del futuro trabajo emprendido por la Iglesia Católica de
cara a las corrientes filosóficas suscitadas tiempo más tarde en pensadores como Sartre,
Jaspers, Camus, Kafka, Popper, Beauvoir, (por mencionar algunos). Asimismo, tampoco es
el espacio para comentar el criterio del filósofo en cuestión, pero contengamos dos de sus
ideas: [1] la modernidad se ha cerrado rotundamente a la religión como un componente
intrínseco al ser humano [2] en virtud de la enorme influencia que ha adquirido el
cristianismo. Y es que resulta totalmente absurdo pensar que esa desdivinización se debe a
la religión, más bien, es una acción extrínseca, una apelación falaz, que en su proceder no
es más que una serie de intereses mezquinos.

Ante todo y después de haber hecho una consideración preliminar, es menester


hablar ahora de los frutos que nos ha dado la particular atención de la Iglesia por enfrentar
las contrariedades de la “renovada mente moderna”, tal es así que en aras de una vía
conciliadora (empero no a la manera cómoda de Heidegger), germinaron grandes eruditos,
como lo fue el admirable Romano Guardini, quién, en su larga trayectoria como catedrático
y sacerdote católico, consagró su vida en volver la mirada al referente intelectual
desdeñado, al humanismo identificado con la esencia de Cristo, al espíritu legítimo del
símbolo, a la relación del hombre con Dios, al garante ético que nos conduce a lograr una

3
Heidegger, Martin, La época de la imagen del mundo (Alberto Wagner, trad.), Anales de la Universidad de
Chile, Santiago de Chile, 2011, p. 272.

2
felicidad y plenitud humanas… En pocas palabras, Guardini respaldó la necesidad de
reivindicar la filosofía cristiana de una forma propia para su tiempo a través de la empresa
que reconcilió el conflicto con la inauguración de lo que López Quintás denominó:
personalismo existencial.4

1. Un acercamiento a la metodología.
La juventud de Guardini es quizás una de las piezas fundamentales en su formación
académica, ya que, adicionalmente a su apertura como un italiano auténtico, su estancia en
Alemania le abrió las puertas a un mundo escaso de principios y lleno de desilusiones. Es
de saber que en sus ochenta y tres años de edad ocurrieron sucesos que marcaron el rumbo
de la humanidad, entre los que podemos contar el terrible episodio de la Primera Guerra
Mundial (1914-1918), cuyo final resaltó la necesidad de una nueva orientación
metodológica competente a la utopía confiada al aumento del conocimiento científico, pues
era incuestionable el fracaso de la felicidad humana en manos de aquellos beneficios de
posesión y dominio egoístas.5 Esta época se vio influenciada por la penuria de una cierta
renovación filosófica que tenía por empeño la persecución de soluciones claras y objetivas,
en donde «Guardini supo captar esa necesidad y se colocó entre las vanguardias del
pensamiento católico»6 con la intención de sustituir el modelo narcisista por el ideal
filántropo del servicio y la contribución mutua.

Las primeras obras del brillante intelectual ítalo-germano, versaron especialmente


sobre la decisión de cambiar la imagen del hombre moderno a partir de un pensamiento
nuevo que configurara una época nueva con un estilo innovador en el reflexionar y
proceder. No por nada la advertencia de su obra Mundo y Persona (1939) es la primacía del
hombre como ser único a la luz de un “Tú” Divino que rompe con todo esquema
existencialista vigente.

1.1 Vuelta a lo concreto

4
Así aparecen en muchos de sus artículos, especialmente en: Cfr. Fernández Ruiz-Gálvez, Mª Encarnación;
López Cambronero, Marcelo; López Quintás, Alfonso; Personalismo existencial. Berdiáev, Guardini, Marcel,
Fundación Emmanuel Mounier, España, 2006.
5
Cfr. Guardini, Romano, El ocaso de la Edad Moderna, Cristiandad, España, 1963, p. 63.
6
Lluch Baixauli, Miguel, La Kathollsche Weltanschauung de Romano Guardini, en: «Scripta Theologica» 30,
1998-2, 655.

3
Algunas décadas atrás, Edmund Husserl había sentado las bases de la
fenomenología, (un pensamiento filosófico que demanda la existencia humana sobre ideas
de razón). Con esta postura, el filósofo y matemático alemán, trató de crear una proyección
falsa del hombre, que llevó hasta sus últimas consecuencias la reducción trascendental del
ser humano. Éste ya no era considerado desde la representación universal, quiero decir, ya
no se justificaba nuestra preeminencia en el mundo a través de la trascendencia ontológica,
sino ahora como «una parte del mundo espacio-temporal que tiene un sentido meramente
intencional, es decir, es correlato de la vida intencional y, por tanto, tiene un sentido
secundario y relativo de un ser para la conciencia.»7

Lógicamente, Guardini sabía que el apuntalar una reconstrucción de la antropología


deteriorada por esquemas como este, requería de perspicacia para entablar el puente
mediador con sus convicciones. De hecho, como muchos autores llegan afirmar, nunca
manifestó una aversión radical por el pensamiento moderno, al contrario, muy por encima
de lo que representó la convulsión del cambio, intentaba conquistar un lenguaje que llegara
a todos los rincones del mundo moderno. Por ello, Guardini, al estilo de Husserl, se vio
influenciado a depositar su interés allí donde se efectúan los fenómenos para que, de un
modo u otro, se llegase a entender que la humanidad no ha caído en el absurdo que tanto
nos hicieron pensar.

1.2 Interés por la relación dialógica.


Otro de los influjos doctrinales de Guardini fue la filosofía del diálogo gestada
principalmente por Martin Buber, mejor conocido por sus obras de tinte existencialista. El
auge de este filósofo judío como notable intelectual fue en 1923 con su escrito titulado Ich
und Du (Yo y Tú), mediante el que proponía una relación detallada entre el hombre y el
mundo: una dinámica viable a la posibilidad de la conciencia en el trato interpersonal, cuyo
alcance era fijar el axioma sobre «el hombre [que] se convierte en un Tú a través de un
Yo»8

Era fascinante para el Guardini de 1939, y tal vez una de sus mayores motivaciones
literarias, valerse de cavilaciones en torno al hombre relacional desde la concepción
7
Sánchez Muñoz, Rubén, El problema del hombre en la fenomenología de Husserl, en: «Valenciana» 21,
218-1, p.301.
8
Buber, Martin, Ich und Du (Yo y Tú), Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 1984 p.30.

4
cristiana de Dios como ese Tú que apela a cada uno de nosotros; al menos, así lo llega a
sostener en Mundo y Persona:

¿Necesita, pues, la persona de la otra persona para poder ser ella misma? Se ha
puesto de manifiesto que la persona se actualiza en la relación yo-tú, pero no
surge de ella. El Personalismo actualista afirma, es verdad, que no existe la
persona como un ser en reposo; que consiste sólo en actuar como un yo y se la
capta únicamente cuando se participa en una relación de simpatía. Esta idea se
contrapone a la que equipara persona e individuo y reduce, así, la persona a
objeto. Ambas concepciones se hallan en dependencia dialéctica y disuelven la
realidad. En verdad, la persona no es sólo dynamis, sino también ser; no sólo
acto, sino también forma (‘Gestalt’).
No surge en el encuentro; sólo se actualiza en él. Ciertamente, depende del hecho
de que existan otras personas. Sólo tiene sentido si hay otras personas con las que
pueda encontrarse. Si el encuentro se da de hecho es otra cuestión […]. Aquí se
trata del hecho ontológico de que, por principio, la persona no existe a solas.
Podemos expresar también este dato objetivo diciendo que el hombre se halla
esencialmente en diálogo. Su vida espiritual está orientada a ser compartida. 9

Guardini, convencido de su misión presbiteral, hacía evidente que esa relación


dialógica no era posible sin el discernimiento inmutable sobre el Ser que constituye la meta
y origen de la humanidad entera. Estaba consciente de la imperiosa y determinante tarea
caudal para dirigir el problema humanista de su reduccionismo a una vía ascendente que lo
identificara con el rumbo correcto: el Amor que rompe distancias, salva almas y armoniza
la vida del hombre.

2. El hombre como un Todo Integrado.


No debemos perder de vista que, tras las secuelas beligerantes de 1918, la
antropología se había distorsionado tanto que dañó su identidad, olvidando algunos
elementos pragmáticos trascendentes, como la correcta libertad, por ejemplo. No obstante,
tomemos en cuenta que seis años previos al fin de la Primera Guerra, un movimiento
psicológico se adueñó de diversas cátedras en universidades distinguidas de Alemania. La
escuela de la Gestalt había venido a poner sobre la mesa uno de los temas más sugestivos
para Guardini, porque gran parte de su tesis respecto a la manera de ver la vida estuvo
conmovida en torno al derecho de restituir la imagen de la ‘maldad’ con la del hombre
bueno.

9
Guardini, Romano, Mundo y Persona, Encuentro, Madrid, 2000, p.117. [PDF]

5
El manejo del término Gestalt10 lo debemos a Christian Von Ehrenfels. Él estaba
seriamente convencido de que el psicoanálisis no era el acceso oportuno para ver el mundo
con esperanza: A diferencia de Freud, Ehrenfels estaba cien por ciento seguro que las
personas nunca pueden estar determinadas; en cambio, opinó que era urgente regresar al
escenario concreto de cada ser humano con miras a poner en el centro de su filosofía la
dignidad inalienable de todas las personas.

Un par de años posteriores, la teoría psicológica echó de ver que los seres vivos son
como un entramado de pares de “contrastes” que se oponen pero que se implican
mutuamente de modo esencial. Así, entonces, por su condición de “ser viviente concreto”,
el hombre está estructurado por una forma configuradora que ensambla diversos elementos
contrastados (v.gr. trascendente vs inmanencia; semejanza vs individuación; conjunto vs
pluralidad; vida vs muerte; etc.)

Guardini creía en una realidad concreta que se rige por el devenir de los contrastes y
estaba seguro de que cada Gestalt es un conjunto de sentido que debe ser distinguido de
otros, pero no coactado de estos, sino más bien ensamblado con ellos para formar nuevas
realidades complejas dotadas de un sentido peculiar. Incluso, podemos pensar que es aquí
donde arranca la profunda vinculación de la teoría del contraste y la cosmovisión (cuya
catedra impartió por un tiempo prolongado en la universidad de Berlín), pues si ésta, según
él, se dirige al conjunto de la existencia a través de los seres concretos, debe fundarse en un
estilo de pensar dialéctico contrastado que conjuga el conocimiento conceptual y el
intuitivo y no caer en una idea falsa al modo romántico o violentar la realidad
interpretándola sobre la falsa automatización del conocimiento.11

Todo lo antepuesto esbozó para el autor en juego una Antropología Filosófica que
comienza con el suceso del encuentro, campo sociológico en el que los hombres logran
intimidad manteniéndose en interacción dialógica con cierta distancia de perspectiva.
Encuentro, que dio luces al replanteamiento de un individualismo –diría yo– ‘del justo
medio’ que no propicia al inconsecuente silogismo del absurdo.

10
El termino Gestalt se ha traducido como “forma”, “totalidad” o “configuración”, pero, debido a que no tiene
una equivalencia exacta en el español y las demás lenguas, suele quedarse en alemán.
11
Cfr. López Quintás, Alfonso, Romano Guardini y la dialéctica de lo viviente, Ediciones Cristiandad,
Madrid, 1966, pp. 324-325.

6
Parece una paradoja, pero en realidad es la expresión exacta de una actitud básica
del ser humano. […] El hombre no tiene consistencia cuando vive en sí mismo y
para sí mismo sino cuando se halla ´abierto´, cuando se arriesga a salir hacia lo
otro, sobre todo hacia el otro […], por entregarse a algo que merece que uno se
arriesgue a perderse a sí mismo por ir en esa dirección. 12

2.1 La persona en el centro de su filosofía.


Considero pertinente dilucidar cómo es que Guardini emplea la palabra persona,
pues para él es:

[…] el ser conformado, interiorizado, espiritual y creador, siempre que –con las
limitaciones de que todavía hablaremos– esté en sí mismo y disponga de sí
mismo. «Persona» significa que en mi ser mismo no puedo, en último término,
ser poseído. […] Persona significa que yo no puedo ser habitado por ningún
otro, sino que en relación conmigo estoy siempre sólo conmigo mismo; que no
puedo ser sustituido por otro, sino que soy único.13

A decir verdad, con la cita textual previa nos queda lucidamente esclarecido que la
inviolabilidad del terreno individual es uno de los juicios más controversiales en la filosofía
guardinista en cuanto que pareció sugerir la sedición a la corriente del relativo
individualismo y, en efecto, sin embargo, se notó que habían quedado al descubierto
algunos elementos que concatenaban los posibles peligros y extravíos conceptuales de ésta,
dado que si se interpretaba mal la tesis de Guardini era factible confundir a la persona
humana con lo que es externo a éste y lo conforma, esto es, absolutizar la finitud de la
creaturalidad:

La evolución del espíritu moderno tiende, empero, a disolver el concepto de


persona, o a identificarlo con el de conformación, individualidad o
personalidad, o también a pasar por alto la finitud de la persona, hablando de
ella en términos que sólo son permisibles referidos a la persona absoluta. 14

Pero, ante el potencial anacronismo que puede suscitar su idea de una correcta
individuación, Guardini insiste en no “enfermar la personeidad” cuando somos injustos o

12
Del texto original Begegnung und Bildung (Werkb und, Würzburg 1956), p.20. citado en: Guardini,
Romano, El contraste, BAC, Madrid, 1996, p.55.
13
Guardini, Romano, Mundo y Persona, Encuentro, Madrid, 2000, p.104. [PDF]
14
Ibidem, p.105.

7
egoístas, o más aún, cuando abandonamos definitivamente la justicia y el amor como
ámbito propio de nuestra realización personal.15

3. Su postura existencial.
El problema de la existencia, supuso una cruda desazón al pensamiento moderno,
incapaz de dar respuesta a cómo el modelo de hombre moldeado por éste había sido capaz
de llegar a cometer semejantes atentados contra el propio ser humano. ¿Qué nos tenían que
decir todas las vidas perdidas en esos años? La cuestión del sentido o del sinsentido de la
vida resurgieron con fuerza: ¿cuál es el destino del hombre, si es que tiene alguno? ¿Es un
destino ciego que se cumple necesariamente, inexorablemente, desde la concepción de los
griegos? ¿O es un destino que se deja guiar por la providencia de Aquel que nos llama a su
realización de un modo pleno? ¿Cómo influye la libertad del hombre en su historia personal
y en la de toda la humanidad? Al respecto, no es extraño que tramas como la libertad, la
muerte, el sentido de la vida, el destino, la providencia, la gracia y Dios, fueran objeto de
profunda reflexión en la mayoría de las mentes que retomaron la cuestión de la existencia
desde distintas perspectivas como centro de sus reflexiones. También Guardini intentará
arrojar una luz desde su experiencia de creyente a esta cuestión.

Una de las primeras afirmaciones que Guardini realizará sobre la marcha de su


investigación es que la existencia, en un sentido pleno, solo puede ser aplicada al hombre,
ya que este es el único ser creado que tiene conciencia de sí mismo.

El cristal, la planta, el animal están ahí, sin lugar a dudas, pero no existen. La
existencia supone que el ser en cuestión está dotado de conciencia. No sólo
existe, sino que tiene conciencia de su propio ser; no se trata simplemente de
que su ser consiste en vivir, sino de que, además, tiene conciencia de ese
particular modo de ser.
Más aún, es necesario que se comprenda a sí mismo; lo que quiere decir que se
pregunte por qué existe tal y como es; de donde procede y hacia dónde se dirige
ese movimiento que llamamos “vida”.16

15
«Igualmente decisivo para la salud de la persona es el amor. [...] La persona enferma, tan pronto como
abandona el amor. No cuando el hombre falta a él, lo vulnera, cuando cae en el egoísmo y el odio, pero sí
cuando hace de él algo frívolo y basa su vida en el cálculo, la fuerza y la astucia. Entonces la existencia se
convierte en una prisión. Todo se cierra. Las cosas nos oprimen» (Ibidem, p.108)
16
Guardini, Romano, La existencia del cristiano, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1997, pp. 6-7.

8
Existir, por ende, es un principio de determinación, una forma de ser, que sólo
encontramos en el hombre, y que no se realiza en la naturaleza que le rodea, ni en las cosas,
ni en los otros seres vivos. La existencia hace referencia al modo en que «está ahí el
hombre», de modo que sólo podremos referirnos a la existencia en estricto sentido cuando
se comprende al hombre concretamente en su complejidad.

En casi la mayor parte de los escritos de Guardini se encuentran impregnadas las


referencias a la cuestión de la existencia. La existencia cristiana es objeto de constante
reflexión por parte de Guardini a la que dedicará numerosos ensayos como constitución a
sucesivas aproximaciones, con sus pros y contras, para la elaboración de una teología de la
existencia cristiana, es decir, una reflexión ordenada y sistemática de la existencia del
hombre a la luz de la Revelación.17

4. El sentido religioso18 del cristianismo. La orientación existencial.


Una de las razones por las que quiero dar inicio con este tema, luego después de
haber hecho una aproximación al ámbito de la existencia, es porque en el espacio de lo
existencial es donde entra en función y se intensifica la vida de todo cristiano. Pero ¿Qué es
eso a lo que se denomina espacio existencial? Pues bien, Guardini define el espacio
existencial, sitio en el que la vida del creyente tiene lugar, como sigue a continuación:

El concepto “espacio existencial” quiere designar, no sólo la contigüidad


externa de las cosas corporales, sino la totalidad de todos aquellos ámbitos y
relaciones en los cuales tiene lugar nuestra vida, o más exactamente, la vida del
que, en cada momento, piensa y habla.19

De acuerdo con su argumento, sabemos bien que el único capaz de comprender el


mundo es aquel ser dotado de una inmanente condición racional como el ser humano. Los
ámbitos donde tiene lugar nuestra vida es una noción que indudablemente nos remite a
descubrir la dualidad trascendente vs inmanente, así como la conciencia de que entre el
arriba y abajo, está el ámbito intermedio en el que encontramos la vida: el espacio histórico.

17
Cfr. Lluch Baixauli, Miguel, La Kathollsche Weltanschauung de Romano Guardini, en: «Scripta
Theologica» 30, 1998-2, pp. 630-633.
18
Titulo utilizado en una de las obras escritas por Luigi Giussani, discípulo directo de Romano Guardini.
Encabezado que viene muy bien a este apartado en virtud de la preponderancia que ejerció la catedra
guardinista en Giussani.
19
Guardini, Romano, Mundo y Persona, Encuentro, Madrid, 2000, p.38. [PDF]

9
El ámbito intermedio en que encontramos esta vida es el espacio de lo histórico,
un espacio conocido, disponible, dominado por el hacer cotidiano. También este
espacio tiene un arriba y un abajo debajo de sí. El arriba aparece aquí como la
zona del intelecto, de la libertad de elección, de la voluntad dominadora y
ordenadora, de las ideas, normas y órdenes. El abajo aparece como el ámbito de
los impulsos y de las exigencias de crecimiento, como la esfera de las
necesidades orgánicas, psíquicas y de destino, como la zona de la vida total que
corre bajo el individuo, como la zona de lo subconsciente y de lo inconsciente.
Entre ambas zonas discurre la existencia cotidiana, penetrada individualmente
por el pensamiento y la voluntad.20

Los niveles que describe con previsibilidad son una herramienta básica (en todo
caso para el pensamiento positivista tan arraigado en Europa del siglo XX) para establecer
el espacio, la materialidad y la vida natural, sin embargo, no son útiles a la hora de saber en
dónde se mueve el ámbito espiritual y personal pues cuando pasamos de lo biológico a lo
personal-intrínseco, las categorías que se establecen para cada uno cambian y así el
elemento que impulsa la dinámica espiritual es el de lo valioso. Este movimiento religioso
es el que aparece con nitidez en el movimiento hacia arriba, en el arriba espiritual, el cual
coincide con el bien hacia el que el hombre está inclinado por naturaleza.

Con ello, era sensato para el pensador alemán poder dirigir su reflexión hacia la
pregunta sobre ¿Qué es la interioridad desde la óptica cristiana? Recordemos, que uno de
sus máximos exponentes fue san Agustín de Hipona durante el siglo IV en su obra
confesiones mediante la que aseguraba la trascendencia espiritual del alma humana.21

Es bien sabido que, en su juventud, Romano Guardini leyó al santo obispo y tal vez
en su acercamiento a sus escritos llegó a una clara conclusión a propósito de esta coyuntura.
Para él, interioridad es la atmosfera predilecta en el que la fe y el amor a Dios son
fundamentales.

Es necesario unir nuestro ser más íntimo con Dios. Para ello hay muchos
medios. Se puede procurar intimar con Dios en el fondo del alma; tornarse
frecuentemente a El y luego quedarse allí a solas en el silencio interior. Quizá tú
mismo sepas aún otros caminos.22

20
Ibidem, p.40.
21
Cfr. «Pero Tú me eras más íntimo que mi propia intimidad y más alto que lo más alto de mi ser» Agustín de
Hipona, Confesiones, III, VI, 11.
22
Guardini, Romano, Cartas sobre autoformación, Dinor, s.l, 1996, p.5.

10
No se refiere nunca a un proceso natural biológico psicológico o afectivo, al
contrario, se trata de una exigencia elemental que conduce a la experiencia de algo
único que es de otra índole: espiritual.

4.1 Cristo como centro de la existencia cristiana.


Por otra parte, su consideración sobre el cristianismo es otra clase de estudio en su
cosmovisión que merece ser aludida en el presente trabajo escrito. Creo que, si el estilo de
vida cristiano es completamente distinto a cualquier condición de vida, debe de ser tomado
en cuenta para saber cómo es que puede influir el acontecimiento de Jesucristo en la
‘incongruencia contemporánea’.

Guardini, hace hincapié en otras épocas en que el cristianismo es algo normal, en


que nacía el entorno cristiano y se gestaba la cultura en torno a la persona de Jesucristo. No
olvidemos que el nacimiento de este personaje ha marcado el rumbo de la historia teniendo
un peso fundamental en la visión del mundo.

Durante toda la Edad Media la atmosfera cristiana impregnaba todo el esfuerzo


racional de las clases impartidas en distinguidas universidades (y aun hoy en día, esta
situación no deja de ser diferente, eso sí, no con la misma profundidad de aquellos
tiempos). Esto, de suyo, procreó una personalidad única en cuanto a la manera de ver la
realidad, buscando respuestas a las interrogantes contemporáneas en la revelación y
tradición cristiana. Solo así, sentido religioso, ser creyente y cristiano se identificaban
completamente, no obstante, el rumbo de la misma cultura parece irse por otro lado pues ha
dejado que ideologías como la no existencia de Dios se impregnen en la propia
personalidad, generando una cultura anticristiana que se inquieta ante la necesidad de tomar
una decisión respecto a las opciones que se presentan para orientar su existencia.

Hacia 1929 escribió su conferencia esencia del cristianismo, obra que ensalzo la
profundización de la vida en Cristo y fundamentar una única respuesta respecto a lo que se
refería la doctrina en la que creemos.

11
No hay ninguna doctrina, ninguna estructura fundamental de valores éticos,
ninguna actitud religiosa ni ningún orden vital que pueda separarse de la
persona de Cristo, y del que, después, pueda decirse que es cristiano. Lo
cristiano es el mismo, lo que a través de el llega al hombre y la relación que a
través de él puede mantener el hombre con Dios. 23

Es preciso que el cristiano, sea consciente de aquello que le fundamenta y que le


diferencia radicalmente de cualquier otra opción que se le presente. En esa dirección, el
sentido existencial del cristianismo o al menos de quien pretende presentarse como
cristiano es el testimonio de aquel hombre que, por misericordia obro la salvación para el
genero humano. Eso exige una renuncia a toda libertad que se garantiza en la fe irreductible
al conocimiento de Cristo

La incurrencia profunda a la imagen de Jesús, le autorizo a Guardini el abordar con


ahincó un tema demandante para la teología de su tiempo. Su entusiasmo por el pasaje
donde Cristo se manifiesta a sus discípulos como «el Camino, la Verdad y la Vida.» (Jn.
14, 6) fue indispensable, ya que no sólo nos mostró el camino para ir al Padre, sino que en
sí mismo se esconde toda la plenitud de la revelación.

Las manifestaciones que Jesús hace de su propia persona en el evangelio de Juan


son manifestaciones que revelan el sentido de su misión y esencia del cristianismo. Ahora,
no solo es un simple profeta, un sabio que proclama algo que se le reveló; es la persona que
se encarna para nuestra salvación:

El cristianismo no es, en último término, ni una doctrina de la verdad ni


una interpretación de la vida. Es esto también, pero nada de ello constituye su
esencia nuclear. Su esencia está constituida por Jesús de Nazaret, por su
existencia, su obra y su destino concretos; es decir, por una personalidad
histórica.24

En cuanto a su postura sobre la influencia del cristianismo en los temas éticos como
el carácter específico del cristianismo, Guardini afirma:

[…] no hay ninguna doctrina, ninguna trama de valores éticos


fundamentales, ninguna actitud religiosa o configuración de la vida que pueda
ser separada de la persona de Cristo y de la que quepa decir después que eso es

23
Guardini, Romano, La esencia del cristianismo, Guadarrama, Madrid, 1959, p. 105.
24
Ibidem, p.20.

12
lo cristiano. Lo cristiano es Él mismo, lo que llega al hombre a través de Él y la
relación que, a través de Él, puede tener el hombre con Dios. 25

Conclusión.

Romano Guardini, el hombre, el sacerdote, pero, sobre todo, el filósofo por


excelencia, nos ha dejado un gran legado para la filosofía cristiana en la modernidad. Su
trabajo racional fue luz para los acontecimientos vividos en Europa durante la primera
mitad del siglo XX, periodo en el que la dignidad humana no fue respetada y la existencia
de muchas de ellas fueron destruidas. Guardini analizó las razones que llevaron a la
humanidad a consecuencias de esa magnitud y brindó un camino lleno de soluciones a fin
de no perder de vista los irremediables resultados que podrían acontecer si el camino no se
convertía al referente intelectual ‘perdido’.

Para los jóvenes estudiantes de los esplendidos años cincuenta, seguramente este
pensador ítalo-germano fue un maestro inmemorial. Con su mensaje introdujo a numerosas
personas al secreto de una variedad de temáticas tan agradables e importantes para la propia
vida: la oración, la liturgia, la eficacia del trabajo pastoral, la reivindicación del
existencialismo, etc.; sin embargo, tras el Concilio Vaticano II su fama poco a poco
decreció y la atención se centró en otros autores y temas, pero ello no fue de ninguna
manera motivo de desazón pues gran parte de su filosofía y pensamiento se tomó en cuenta
para el futuro de la propia Iglesia.

25
Ibidem, p.105.

13
BIBLIOGRAFÍA:*

AGUSTÍN DE HIPONA, Confesiones, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1979.


BUBER, Martin, Ich und Du (Yo y Tú), Ediciones Nueva Visión, Buenos Aires, 1984.
ESCUDERO, Alejandro, El tiempo del sujeto. Un diagnóstico de la crisis de la modernidad,
Arena Libros, Madrid, 2010.
FERNÁNDEZ Ruiz-Gálvez, Ma. Encarnación; López Cambronero, Marcelo; López Quintás,
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Emmanuel Mounier, España, 2006.
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Ciertas referencias bibliográficas fueron adquiridas en la biblioteca Héctor Rogel del Seminario Conciliar de México, en el
acervo de la Universidad Pontificia de México y otras fueron principio de consulta en algunos catálogos de la Red de
Revistas Científicas de América Latina y el Caribe.

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