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TEMA 1.1.1 EL HUMANISMO.

BARREIRO GÜEMES, Juan José. Historia de las ideas I. 2a-. Ed. México, Universidad Pedagógica
Nacional, 1983. 3 volúmenes. Volumen 2. P.p. 45-51.

En esta Unidad estudiaremos el periodo conocido corno. Renacimiento.

Deseamos aclarar que la división realizada obedece sólo a una necesidad didáctica, por lo que esta
unidad no debe verse aislada del desarrollo del mercantilismo. El Renacimiento se puede
caracterizar como un periodo de tránsito entre una forma de sociedad y otra, mismo que no se
puede explicar sólo por los cambios económicos, sino por el conjunto de transformaciones sociales
que se interrelacionan.

Las ideas acerca del hombre y de su lugar en el mundo medieval entran en crisis y se abre paso
una nueva concepción que se expresa en el humanismo.

Las verdades aparentemente eternas que se expresan a través de la religión católica son
cuestionadas en el seno mismo de la Iglesia, provocando un cisma que dará origen, por una parte,
a dos iglesias y, por otra, a una fundamentación Ideológica al servicio de la nueva clase que
emerge: la burguesía.

El pensamiento medieval, defensor del dogma, fundamentó sus argumentaciones en la autoridad.

El cambio que se opera en el Renacimiento recupera la experiencia sensible, la necesidad de la


experimentación y la formalización de la Ciencia. El hombre pasa a ser un sujeto individual frente a
un mundo sensible y la autoridad no es la base de las argumentaciones.

Ningún cambio en la sociedad se produce sin dolor, por lo que encontraremos en el Renacimiento
aquello formas s que, de con- afectados por el futuro incierto, añoran, idealizando, vivencia que se
están perdiendo, pero también existen quienes ven en ese cambio mejores y más altas formas de
vida.

Bajo el nombre de humanismo estudiaremos todo un conglomerado de corrientes de pensamiento


de los siglos XV, XVI y XVII que, a primera vista, aparecen como formas dispares y problemáticas
diferentes; los pensadores de esta época poseen, como sus contemporáneos los navegantes, el
espíritu de exploración, descubrimiento y conquista de nuevas tierras, en este caso, de nuevos
rumbos del pensamiento. Precisamente esto, el ser pensadores en búsqueda sin respuestas
preconcebidas, es el principal rasgo que los caracteriza. El mérito de estos pensadores consiste no
tanto en haber logrado respuestas sólidas y grandes sistemas de pensamiento, sino haber abierto
caminos y definido principios por donde caminarán, cada vez con más seguridad, los pensadores
pos-feriares hasta llegar a las grandes síntesis de los siglos XVIII y XIX.

Los humanistas son pensadores de transición, pensadores de tiempos críticos, artistas, filósofos y
hombres cultos.
Utilizaremos esta palabra, Humanismo, con una significación bien delimitada: la preocupación de
los movimientos intelectuales del Renacimiento por reencontrar y explicar al hombre. Más
todavía, por justificar y encontrar sentido a las cosas tomando como principio de reflexión y de
solución al hombre.

Esto se entiende mejor comparando la nueva filosofía con el-pensamiento medieval, cuya
reflexión es teocéntrica —todo se basa en Dios—, y concibe al hombre en función de la fe, la
salvación y su relación con la divinidad. El hombre está en función de Dios, ésta es la solución al
problema humano, y es también la solución a los diferentes aspectos del problema humano: el
conocimiento, la conducta, la vida social, el amor, el sentimiento, la naturaleza.

En el fondo de todo el pensamiento medieval están presentes las ideas de revelación, iluminación,
dependencia, creatura, etc. Se afirma que el hombre puede conocer la verdad y el bien, porque
Dios ha hablado, el hombre sólo debe escuchar,

La mente medieval está inmersa en un mundo cuya presencia depende de Dios. Toda la realidad
tiene un mensaje que comunicar. La naturaleza y la vida social son interpretadas como símbolos
de la presencia de Dios. En el cántico espiritual de Francisco de .Asis, en el arte gótico y en las
grandes Sum-mas hay una idea instintiva, presupuesta, de que Dios está en medio de los hombres

Aunque los pensadores renacentistas son, en su mayoría, cristianos, el centro de su preocupación


es ahora el hombre en si mismo, el hombre como el objeto de investigación en el que se
encuentra la respuesta al problema humano y a sus diferentes aspectos.

En contraposición al sentido totalmente religioso de la vida, el hombre renacentista trata de


revelarse a si mismo, dentro del contexto de su realidad, naturaleza y relaciones sociales. Esta
época del pensamiento, como dijimos, es de búsqueda de principios, de crisis de lo establecido, de
inauguración de nuevas concepciones. Así, el humanismo del que hablamos aparece no como un
sistema, sino corno una inquietud, una semilla cuyo germen florecerá hasta nuestros días.

¿Qué importancia tuvo la concepción antropocéntrica para el desarrollo del pensamiento


científico?

Si la presencia de Dios se consideraba indudable, ahora es la presencia del hombre la que, paso a
paso. se afirma y se aclara, De la misma manera que en los diferentes lugares y geografías del
planeta es la presencia del hombre europeo la que se da a conocer, así, en el terreno del
pensamiento, es el hombre el foco de atención el que implanta su presencia ineludible.

Los pensadores del Renacimiento consideran que las cosas tienen alma, un principio interno de
vida, de acción, de valor.

El hombre tiene alma, es decir, tiene la capacidad de en de encontrarse, de verse a sí mismo, de


estar en si mismo, de aislarse y distinguirse de todo lo que le es exterior, de no ser una cosa entre
las cosas una parte más del mundo natural o social, sino de ser un sujeto.
En uno de los pensadores característicos de esta época, Giovanni Pico de la Mirandola,
encontramos expresada esta idea: 'Nada hay aquí abajo más grande que el hombre y en el hombre
nada hay más grande que su espíritu y su alma

El hombre queda despojado de su esencia universal y se convierte en un individuo. Se inicia la


concepción individualista del hombre.

Investigadores de nuevas rutas del pensamiento, inquietos por encontrar una respuesta humana,
preocupados por el hombre, los filósofos del Renacimiento tienen también en común ser
buscadores de los orígenes de la cultura occidental. Es importante en este sentido la llegada a las
ciudades italianas, de los herederos de la cultura griega que huyeron de Constantinopla por la
invasión turca. Estos filósofos conservaban la tradición de la filosofía y las obras de los maestros
griegos y latinos, algunas de las cuales no se conocían en Occidente o se conocían poco.

A los maestros, al espíritu y a las instituciones griegas se volvieron los ojos de muchos, pero
también se volvieron a les orígenes bíblico-evangélicos de su cultura o al nacimiento del mundo
medieval para rescatar sus principios.

Es quizá en esta vuelta a los orígenes donde podemos encontrar con mayor claridad el significado
del término Renacimiento. Palabra cargada de todo el prestigio que la imaginación europea
deposité en les antiguos, de quienes considera que han vuelto a nacer (renacer) después de siglos
de lejanía y oscuridad.

Europa encuentra un espejo de lo que siente y quiere en la imagen de una Grecia y una Roma
antiguas cuyo renacimiento se intenta.

Al mismo tiempo, estos autores renacentistas son sincretistas, engarzan las ideas unas junto a
otras, aunque muchas veces sean contrarias, dándoles una apariencia coherente, pero sin llegar a
organizar un auténtico sistema. Por ejemplo: Se mezclan pensamientos y creencias astrológicas
con las ideas de la ciencia astronómica, asi como con pensamientos de las nuevas ideas físicas y
matemáticas que empezaban a abrirse paso.

Los pensadores de esta época no pueden realizar todavía una síntesis consistente. Toman
principios de aquí y de allá: de Grecia, del cristianismo, de viejas mitologías orientales, del
pensamiento árabe, de su creatividad personal, y los combinan por medio de cadenas lógicas muy
débiles, utilizando más bien las simpatías y las interacciones. Son las afinidades las que los hacen
pasar de una idea a otra. Sólo autores posteriores armonizarán consistentemente, como
separando el trigo de la paja, lo que en estos pensadores se encuentra aún revuelto y confuso.

Paralelamente a las transformaciones del pensamiento, la invención de la imprenta revolucionó la


comunicación entre los _hombres. Gutenberg ---probablemente en 1440— creó los tipos móviles,
que después perfeccionó hasta lograr la impresión de un libro. Esto sucedió en Maguncia en 1448,
lugar dónde se imprimió por primera vez, la Biblia.
Fue durante los siglos XV y XVI cuando se genera el uso de la imprenta, que permitió la difusión del
pensamiento de la época; este desplazamiento hacia las formas escritas se da en todos los ámbitos
de la cultura.

Por último, los filósofos de la época son' filósofos más bien urbanos, y no siguen la tradición
escolástica que florece junto a la vida conventual. Como se vio en el volumen anterior, los
escolásticos son filósofos de escuela, están ligados a la enseñanza universitaria.

Los filósofos renacentistas, por el contrario, se sienten hombres libres, viajeros, cosmopolitas. Los
encontramos en París, en Roma o en Inglaterra. Algunos son consejeros de reyes y príncipes; otros
ocupan cargos públicos. Aunque algunos do ellos son clérigos están protegidos por la Iglesia, no
están sujetos a ella, sino que muchas veces se le oponen.

Inician la época en que la filosofía se convierte en una actividad laica

UNIDAD 1.

TEMA 1.1.1 EL HUMANISMO.

MAYER, J. P. Trayectoria del pensamiento político. Tr. Vicente Herrero. México, Fondo de Cultura
Económica, 1981. 346 p. P.p. 77-83.

IV. RENACIMIENTO

HombreLMundo-Estado

L NOVA VITA

La historia de la cultura no nos presenta más que flujo y transición y toda idea de ella depende del
punto de vista del observador. Las divisiones en períodos son meros expedientes que pueden ser
discutidos y que de hecho lo han sido.

La época que —en nuestro intento de extraer los fundamentos políticos y sociales decisivos y aún
operantes del mundo occidental— denominamos Renacimiento, se extiende, en términos
generales, desde el comienzo del siglo xiv hasta fines del xvt. No se utiliza aquí la palabra
"Renacimiento" en el sentido estricto de una resurrección de la antigüedad. Entendemos más bien
por Renacimiento esa marcha de un nuevo espíritu que acabó por destrozar el mundo medieval,
colocó los cimientos de una nueva concepción occidental del mundo y produjo el nuevo mundo
del siglo XVII, mundo que, en lo esencial, puso fin de una vez por todas a la Edad Media.
Nos ocupamos, pues, del Renacimiento como tal "renacimiento" del hombre occidental en el
sentido de las palabras de san Pablo: "Y a renovares en el espíritu de vuestra mente",1 o: "Así
también nosotros andemos en novedad de vida"? Esta motivación religiosa es de importancia
fundamental para la comprensión del período del Renacimiento. Como veremos pronto, no fue la
única fuerza directora; pero sólo reconociendo la parte que desempeñó es posible comprender,
como un todo, el Humanismo. El Renacimiento, la-Reforma y la Contrarreforma. No es en las Vidas
de los pintores de Vasari donde encontramos por primera vez la palabra Renacimiento. Los
grandes renovadores del siglo XIII, san Francisco de Asís y Joaquín de Fiare, utilizaron los términos
renovatio, nova vita, renasci, regenerari. Sus discípulos y continuadores, los llamados
"espirituales", que ejercieron una profundísima influencia en Dente, empleaban los mismos
términos como grito de guerra contra el movimiento, por ellos mismos provocado, frente a "la
reacción contra la erudición teológica, el poder y el dominio eclesiástico, la ostentación jerárquica,
el dogma y las meras palabras; y como expresión de la nueva piedad por lo que llamaban el
evangelio eterno (evangelium ceternum), no escrito, en la venidera edad del espíritu y del amor
fraternal que había de manifestarse en una felicidad infantil" .1 A estas agitaciones se añadieron
los efectos vigorizadores de las obras de san Agustín y de platino y del nuevo misticismo alemán,
holandés e italiano. La influencia de esas corrientes se extendió mucho más allá de los círculos
eclesiásticos. La consigna de la purificación de la Iglesia E- convirtió en vehículo del deseo de
mejora y elevación de la vida secular, tanto en los asuntos sociales y políticos como en poesía y
arte.

Es cierto que el mundo de las ideas escolásticas medievales retrocedía, pero lentamente y tras
duras luchas. En el caso de Dante predominaron aún ciertamente las tendencias universalistas del
pensamiento medieval.

aunque su gran obra condujera a la creación de un idioma nacional italiano. Petrarca fue partidario
entusiasta de Cola di Rienzi, cuyo ideal político era la creación de una Italia unida. Aunque Rienzi
fracasó en su intento, sus contemporáneos se dieron perfecta cuenta de la significación de su
influencia. Hasta Maquiavelo escribía, más de cien años más tarde, en sus Historias florentinas:
"Hacia esta época [1347] ocurrió en Roma un memorable incidente. Un cierto Niccolo di Lorenzo,
notario del Capitolio, expulsó á los Senadores, y con el titulo de Tribuno se puso a la cabeza de la
República romana, restaurando sus antiguas instituciones (neli' toruca forma ridusse) y
gobernándola adquirió tal nombre con su justicia y conducta que no sólo las ciudades vecinas, sino
las de toda Italia le mandaron enviados. Con ello las antiguas provincias del Imperio [los otros
países europeos —la resurrección de la idea del Imperio romano mundial es aquí evidente—]
viendo cómo había renacido Roma [vedendo come Roma era rinata] entraron en gran
efervescencia y movidas unas por el miedo y otras por la esperanza se apresuraron a rendirle
honores".4 El gran florentino adoptó como objetivo político una Italia unida, tomándolo de Rienzi.

La aspiración de un Estado nacional apareció en los libros de los antipapistas Marsilio de Padua y
Guillermo de Ockham. Las luchas entre el poder papal y los imperios europeos que se estaban
desarrollando, tales corno los de Inglaterra, Francia y Alemania, estaban destinadas a proseguirse
desde el comienzo del siglo my hasta mediados del xvi. Inglaterra tomó la cabeza. Desde 1307 en
adelante, la nobleza y la clase media estuvieron unidas en una resistencia enérgica contra la
explotación del país por los papas. John Wycliffe, el traductor inglés de la Biblia, atacó al papa
como Anticristo e hizo una crítica devastadora de la Iglesia. En 1366 se negó a Urbano V el tributo
anual, se redujo en gran parte la jurisdicción del clero y se prohibieron todas las apelaciones ante
la curia. Los tributos eclesiásticos y el nombramiento de obispos quedaron sujetos a la aprobación
del rey. Es importante notar que Inglaterra logró tener una Iglesia nacional independiente del
papa más de un siglo antes del movimiento reformista. Las ideas de Wycliffe fueron
posteriormente difundidas en Bohemia por su discípulo Iluss (existieron además conexiones
familiares intimas entre la corona bohemia y la monarquía inglesa en este período), y aunque el
Concilio de Constanza condenó a Huss a ser quemado en la hoguera, su crítica de la iglesia del
papa de Roma, sobrevivió para influir los movimientos reformistas del siglo xvi.

También en Francia estaba preparado el camino del galicanismo a finales del siglo XIV (1398),
aunque Aviñón había sido desde 1309 la sede del Papado. Sólo en Alemania había avanzado tanto
el desarrollo de los Estados territoriales que fue imposible la formación de una iglesia católica
nacional. Este hecho explica en gran parte los efectos desintegradores de la reforma luterana, que
han regido hasta nuestros días la forma y la historia del Estado alemán. En su libro, De
Concordantia Catholica, que Nicolás de Cusa sometió al Concilio de Basilea como propuesta de
reforma, se hizo una vez más un intento de reconciliar el imperio germano con la aspiración
universalista de la iglesia papal. Pero el Concilio no acogió las ideas audaces del piadoso filósofo.
La honda preocupación del Cusano por Alemania la refleja el hecho de que estipulara en su
testamento que su corazón reposase en su pueblo natal de Cusa (Cues).

Es cierto que la Iglesia romana consiguió rehacerse de nuevo, una vez pasados el cisma y el
período conciliar. El humanista Eneas Silvio, después de elegido papa con el nombre de Pío II,
rechazó con energía la posibilidad de apelar contra el pontífice ante el concilio; y el español
Torquemada en su Summa, escrita aproximadamente en esta épbca, volvió a la doctrina tomista
de la potestas indirecta del papa, con lo cual parecía restablecerse el gobierno absoluto del papa
sobre la Iglesia y los concilios. Sin embargo, apenas habían pasado setenta años cuando estalló de
nuevo el conflicto, por la acción de Lutero, y la Iglesia romana no pudo hacerle frente más que
mediante una reforma total. En el siglo xvI, como resultado de la alianza de la Iglesia con la
combativa Compañía de Jesús, el catolicismo ganó nueva fuerza y consiguió nuevo poder.

2. EL DESCUBRIMIENTO DE LA PERSONALIDAD

Liberarse del esquema universalista del mundo eclesiástico, fue un proceso lento. Jacob
Burckhardt, en su obra imperecedera La cultura del Renacimiento en Italia, ha dicho que la
conquista real dé esa época fue el descubrimiento de Ja. personalidad: "En la Edad Media, las dos
caras de la conciencia humana —la interna y la externa— yacían soñando o senil. despiertas bajo
un velo común) A través de ese velo, tejido con fe, ilusión y preocupación infantil, el mundo y la
historia aparecían teñidos con unos colores de matices maravillosos. El hombre tenía conciencia
de sí, únicamente en cuanto miembro de una raza, pueblo, partido, familiar o corporación —sólo a
través de alguna categoría general. Fue en Italia donde este velo se evaporó por primera vez; con
ello se hicieron posibles un estudio y una consideración objetivos del estado de todas las cosas de
este mundo. Con la misma fuerza se afirmó el lado subjetivo correspondiente; el hombre se
convirtió en un individuo espiritual (nótense las expresiones uomo singolare y coma único para
caracterizar los estadios superiores y más altos del desarrollo individua' , y se reconoció a sí mismo
como tal." Nuestra tarea inmediata consiste en intentar describir este proceso progresivo del
reconocimiento del individuo cene tal.

Para este objeto vamos a guiarnos por tres documentos (.1, los siglos XIV. XV y xvi. En el año 1336,
Petrarca describe así en sus Cartas la ascensión al monte Ventoux: "He subido hoy a la montaña
más alta de esta reaión que no en balde se llama Veritpsum [es decir, ventoso]. Mi único motivo
era el deseo de ver lo que podía ofrecer una elevación tan. grande. Desde hace muchos años había
pensado en hacer esta expedición; porque, come sabes, he vivido en esta región desde mí
infancia, ya que fui arrojado aquí por 1 hado que determina el destino de los hombres. En
consecuencia, la montaña, que es visible a "gran distancia, estaba siempre ante mis ojos y concebí
el plan de Pacer algún día lo que por fin he realizado hoy. La idea me prendió con más fuerza
cuando, releyendo ayer la Historia de Roma de Lirio, tropecé con el pasaje donde Fiiioo de
Macedonia —el mismo que hizo la guerra contra los romanos— subtt_al monte Haemo en Tesalia,
desde cuya cumbre se dice que pudo ver dos mares, el Adriático y el Euxino. Que sea o no cierto,
es cosa que no he podido comprobar, porque la montaña está demasiado lejos y los escritores no
están de acuerdo. El cosmógrafo Pomponio Mela... admite su verdad sin titubeos; por el contrario,
Tito Livio lo considera falso. No hubiera dejado yo pendiente por mucho tiempo la cuestión, si la
montaña hubiera sido tan fácil de explorar como ésta... Busqué un compañero y mi hermano se
ofreció gustoso a acompañarme... Salimos de casa a la hora fijada y llegamos por la noche a.
Malaucene, que está al pie de la montaña, por su lado norte. Habiendo descansado allí un día,
hicimos finalmente el ascenso esta mañana sin más compañía que dos criados; fue una tarea muy
difícil. La montaña está verdaderamente cortada a pico y es una mole casi inaccesible de suelo
pedregoso. Pero como bien dice el poeta 'el trabajo denodado lo vence todo'. Hacía un día
hermoso, el aire era magnífico. Hemos gozado de las ventajas del vigor mental y la fuerza y la
agilidad del cuerpo... En una de las cañadas de la montaña encontramos un viejo pastor que trató
durante mucho rato de disuadirnos de nuestro intento, diciéndonos que latee unos cincuenta años
había logrado él, con el mismo ardor juvenil, alcanzar la cima, pero no había sacado como fruto de
sus esfuerzos nada que no fuese fatiga y arrepentimiento y los vestidos y el cuerpo desgarrados
por las rocas y las zarzas. Ni él ni sus compañeros sabían de nadie que hubiera intentado la
ascensión antes o después de él..." Y aquí el !reta describe la impresión que le causó la vista desde
la cumbre: "Al principio, debido a la calidad poco habitual del aire y a los efectos de la gran
amplitud del panorama que se extendía ante mí, quedé deslumbrado. Contemplaba las nubes a
nnestros pies y lo que había leído del Athos y el Olimpo me parecía menos increíble puesto que
veía las mismas cosas desde una montaña de menor fama.„ Los Alpes, escarpados, cubiertos de
nieve, parecían muy cerca, aunque estabanrealmente a gran distancia; los mismos Alpes que
atravesó antaño aquel fiero enemigo del nombre de Roma, derritiendo las rocas con vinagre si
hemos de creer la historia. Suspiré, preciso es confesarlo, por los cielos de Italia, que conservo más
en mi cabeza que en mis ojos. Me entró un deseo indecible de ver de nuevo mis amigos y mi país...
Miré hacia el oeste. No fui capaz de ver las cumbres de los Pirineos que forman la barrera entre
Francia y España, y no porque hubiera ningún obstáculo —que yo sepa— sino debido simplemente
a la insuficiencia de nuestra visión mortal. Pero pude ver, con toda claridad, a la derecha las
montañas de la región que rodea a Lyon y a 'la izquierda la bahía de Marsella y las aguas que van a
las orillas de Aigues-Martes... A nuestros mismos pies corría el Ródano. Mientras así se dividían
mis pensamientos, ora volviendo mi atención a algún objeto terrestre que estuviera ante mí, ora
elevando mi alma, como ya había hecho con mi cuerpo, a planos más elevados, se me ocurrió
mirar al ejemplar de las Confesiones de san Agustín, regalo que debo a tu cariño y que llevo
siempre sobre mí. [La carta va dirigida a un fraile agustino florentino que le había regalado en París
las Confesiones de san Agustín, en 1333]. Lo' abrí y por suerte se presentó a vais ojos el libro
décimo... : 'y los hombres, por lo común, se maravillan de la altura de los montes, las olas
poderosas del mar, las anchurosas corrientes de los ríos, y la inmensidad del océano y el curso de
las estrellas, y se olvidan de lo que hay de admirable en ellos mismos'. Me avergoncé, y rogando a
mi hermano, que estaba ansioso de oír más, que no me molestase, cerré el libro, descontento de
mí mismo al ver que era aún capaz de admirar las cosas terrenas cuando hace mucho tiempo que
podía haber aprendido, incluso de los filósofos paganos, que nada es maravilloso sino el alma, la
cual, cuando es grande, no encuentra nada grande fuera de sí. Entonces, ciertamente, me pareció
que había visto bastante de la montaña, volví mi mirada interior hacia mí y desde ese momento no
salió de mis labios una sílaba hasta que volvimos a estar al pie de la montaña." B ¡Qué
conmovedor documento es esta carta del Petrarca de la primera mitad del siglo my! La nueva
experiencia de la naturaleza estaba dentro de los intereses humanistas del hombre, aunque la
vista desde las cumbres de la montaña le abrumara: con profunda melancolía su mirada se vuelve
en dirección a su país natal, Italia. El sentido nacional del hombre moderno, proclama su
nacimiento. Pero el hombre uit era todavía libre y autosuficiente. Petrarca sacó las Confesiones de
san Agustín, que llevaba siempre con él, y reflexionó sobre el pasaje del !chao décimo que hemos
citado ya en el capítulo segundo. "El mundo, oh lama bre! --le amonesta el Padre de la Iglesia—,
está por el momento en I i, en la divina imagen de tu alma; ten cuidado de no percleute CII el
intuido material externo que te está amenazando siempre". Petrarca se hizo contemplativo: el
velo de la idea medieval del mundo cubría todavía sus ojos.

Examinemos ahora el siguiente documento. Lo encontramos en el discurso De Hominis Dignitate,


escrito por Pico de la Mirandola, uno de los .miembros más sobresalientes de la Academia
Platónica en la segunda mitad del siglo xv. Burckhardt ha caracterizado este discurso como uno de
los legados más notables del Renacimiento. "Como atestiguan Moisés y Timen, cuando Dios hubo
creado todas las cosas, acabó por pensar en moldear el hombre. Pero no le quedaba forma para
una nueva criatura ni sustancia de que dotarle, ni espacio que pudiera ocupar como dominador
del Universo. El Universo había sido ya llenado y todo estaba dividido en órdenes de altura,
anchura y profundidad. Pero Dios no sería el Padre Supremo si hubiese carecido de poder para
hacer su última criatura; no sería la Sabiduría Eterna, si, por perplejidad, hubiese vacilado respecto
a algo que había de crearse; y no sería Amor Misericordioso si la criatura que había de ensalzar
ante las otras su bondad divina hubiera de carecer de ella. Y así, el Señor Supremo resolvió que la
criatura a la que no podía dar nada en especial, participaría de todo lo que se había dado a las
demás criaturas. Así trajo al hombre a este mundo como criatura de forma incierta, le colocó en
medio de él y le dijo: 'No te he dado, Adán, morada fija, ni forma propia, ni función especial, para
que puedas escoger tú mismo morada, forma y función, y aquello que escojas será tuyo. He
dotado a todas las demás criaturas de una naturaleza definida y las he confinado por ello dentro
de ciertos límites. Tú no estás confinado dentro de ninguno; te los crearás a ti mismo según te
plazca, bajo la dirección de lo que he colocado en ti. Te he colocado en medio del mundo para que
puedas mirar fácilmente a tu alrededor todo lo que ha sido creado. No te he hecho celestial ni
terreno, mortal ni inmortal, de manera que puedas tú, como tu propio modelador y creador,
moldearte como quieras. Puedes degenerar convirtiéndote en un bruto irracional o elevar tu
especie a la altura ¿e los seres celestiales, de acuerdo con tus deseos.' I Qué gran favor de Dios
Padre es éste y qué bienaventuranza para el hombre 1. Le es dado tener lo que desea y ser lo que
quiere." En opinión de Pico el hombre es libre y está colocado en un Mundo infinito Pico tiene una
concepción plástica del mundo. En su obra /1-1 Astrologiam ataca decididamente las nociones
astrológicas en las que todavía creía Fieino, su ilustre contemporáneo. Para él no quedaban sino
los efectos reales del cielo, las fuerzas de la luz y el calor. -El Credo astrológico limita la :libertad
humana, el poder creador original del hombre. Es esto y no la fuerza de las estrellas lo que
reconocemos y reverenciamos en la obra de los grandes pensadores, hombres de Estado y
artistas. Al fundar más tardé la hueva cosmología, Leonardo, Galileo, Keplero y Newton habían de
seguir la vera causa, tal como la había expuesto ya In Astrologiam. Es cierto, sin embargo, que las
actividades literarias de Pico comienzan con un comentaría alegórico de la versión mosaica de la
creación, y que al final de su brillant'e carrera fue amigo del fundador y jefe de la tiranía religiosa
florentina, Girolamo Sa. vonarola, que tendió de nuevo por un momento el velo del medievalismo
sobre el Renacimiento, ansioso de experiencia y lleno de amor a la belleza.

Nuestro tercer documento está tomado de los Ensayos de Montaigne, aparecidos por primera vez
en 1580. Aquí se descubre, por fin, el individuo en el sentido moderno del término; así como
Vesalio describió la anato-mía del cuerpo humano sólo unos pocos años antes en su Corpirris
Htitthalli Fabrica, Montaigne reveló la anatomía del alma humana. Oigamos cómo justifica y
comienza su intento: Or,•comme dict Pline, chascun esta soy merme une tres bonne discipline,
pourveu qu'il ayt la suffisance de s'espier de prez. Ce n'est pos icy ma doctrine, c'est mon escude;
et n'es• pas la lecon d'auttruy, c'est la mienne : et ne me doibt on pourtant kgavair mauvais gré si
je la communique; ce qui me sert peult aussi; par accident, servir 4 un aultre. Au demourant, je ne
gaste ríen, fe n'use que du míen; et si fe foys fe fol, c'est a mes desperzs, et sans l'interest de
personnel car c'est en folie qui meurt en moy, qui n'a point de suitte. Nous n'avons nouvelles que
de deux ou trois anciens qui ayent battu ce chemi n; et si ne po-uVans dire si c'est du tout en
pareilte matare a cette cy, n'en cognoissant que les noms.- Nul depuis ne s'est jecté sur' leur trace.
C'est une espineuse entreprinse„ et plus qu'il ne rambla, de suyvre une allure si vagaborzde que
celle de postre esprit, de penetrar les profondeurs opaques de ses replis internes, de choisir et
arrestar tant de menus airs de ses agitation,s ; et est -un' amusement nouveau et extraordinaire
qui miausretire des occupations communes du monde, ouy, et des plus recommandees. It y a
plusieurs annees que je n'ay que moy pour visee a mes pensees, que je ne contreroblte et
n'estudie que ~y ; et si j'estudie auttre d'ose, c'e-st pour soubdain Ie coucher Sur moy, au en ~y,'
pour mieulx dire; et ne me sernbte point faillir„ si; camine

se faict des aultres sciertées sans cornparaison moins utiles, je foys part de ce que j'ay apprins en
cette cy, quoyque je ne me contente gueres

progrez que j'y ay faict. It n'est description pareillef en difficulté a la descriptián de soy mesme, ny
cartas en utilité: ancores se fautt it testonner, encares se faidt it ordonner et renger, pour sortir en
place. or je .me pare sans cesse, car je me descris sans cesse..

El señor del,castillo de Perigord era ciertamente todavía católico, pero sólo en el sentido de la f
idas implicita. Los artícidos dé la fe y los dogmas ya no estaban en el centro de la vida cotidiana.
Montaigne se encomendaba a la Divina Providencia y decía de sus escritos que estaba dispuesto a
someterlos abiertamente a las decisiones de la Iglesia católica apostólica, la Iglesia "en cuyo seno
nací y en la que espero morir". Pero esta actitud es más bien un reflejo del conservatismo social
fundamental de Montaigne, que rechazaba la reforma hugonote en cuanto excluía los elementos
paganas mundanos. El derecho tradicional era para él pilar de la vida del Estado. La nueva
preocupación por este mundo- que surge de sus postulados antropológicos básicos; se ve acaso
con más claridad que en ninguna otra parte en su actitud frente al fenómeno de la muerte: La
mart se Mesto et confond par tout a nostre vie. La muerte está entretejida en toda nuestra vida.
Qui apprendroit les hommes a maurir leur apprendroit a vivre. Quien enseña a los hombres a
morir, les enseña a vivir. La muerte se incorpora así a la vida, y ya no trasciende de ella. Se
convierte en la verdadera piedra de toque de la libertad humana. Qui a apprins a mourir, il a
desapprins h servir... te savoir maurir neus affranchit de toute subjection et corztraincte.
Ciertamente que este hombre no necesitaba ya el consuelo de aquella Iglesia que pretendía el
monopolio de todos los medios de la gracia. Tiene su vida firmemente en sus manos. "Le es dado
tener lo que desea y ser lo que quien re". Ya Pico nos había enseñado esto. La época de la Edad
Media estaba acabada y el velo desgarrado.

El nuevo tipo de hombre descubierto por el Renacimiento vivía en ur mundo nuevo. Tenemos
ahora que detener nuestra atención en ese mundo nuevo y observar cómo todas las
características de la ciencia y la filosofía de ese período, son congruentes con el carácter de este
hombre nuevo en quien la conciencia del mundo y la de la naturaleza se distinguen apenas entre
sí.

3. LA NUEVA CONCEPCIÓN DE LA NATURALEZA

En Petrarca descubrimos aún una fuerte inhibición contra la tentación de entregarse enteramente
a su profundo sentimiento de la naturaleza. El viejo orden de casas medieval estaba aún
demasiado cerca. El misticismo amoroso de los franciscanos comenzó a quebrantar la separación
entro naturaleza y espíritu, porque su principio de amor invadía toda la wdstencia. Los peces y los
pájaros, los árboles y las flores, el agua y el viento, el sol y la luna se convierten en hermanos y
hermanas del hombre. En las - primeras pinturas renacentistas encontramos el primitivismo y la
intimidad encantadores de esta nueva concepción de la naturaleza teñidas por la influencia del
movimiento franciscano. No hay más que recordar a Giotto y a. Cimabue. Pero la imaginería y el
simbolismo de los sermones místicos no podían satisfacer ya al hombre de los siglos xv y xvi. Por
ello decía Telesio que la naturaleza no debía comprenderse a través del aparato de las categorías
aristotélicas y que había de comprenderse de acuerdo con sus propios principios ( justa propria
Telesio consideraba absurdo el pensamiento separado del contacto físico positivo con el objeto de
la investigación. La misma tendencia encontramos en la abra de Leo-nardo de Vinci (1452-1519).
Fue indudablemente el hombre más universal producido por el Renacimiento: pintor, hombre de
ciencia, técnico, inventor, ingeniero y arquitecto, todo en una pieza. Para, él, la experiencia se
convirtió en intérprete entre la naturaleza creadora y el investigador humano. Su efectividad surge
de la necesidad, guiada por la razón. Ninguna ley

educa tina el sitio de educación número uno de latinoamérica hola hoy vamos a hablar de lo que
llamamos utopía en la literatura para eso vamos a empezar dando ciertas indicaciones acerca del
origen etimológico de la palabra y diremos que la palabra utopía viene de dos vocablos
provenientes del griego hay dos explicaciones al respecto de esta palabra y las vamos a exponer
brevemente ahora la primera de ellas es que se compone de las palabras ou qué significa no, y
topos qué significa Lugar, entonces la utopía sería aquello que no existe en ningún lugar en
segundo lugar está la hipótesis que dice que se compone de eu que significa bueno y nuevamente
topos qué significa lugar entonces en este caso utopía sería buen lugar, conforme nos vamos
explicando el término veremos que ambas alternativas son posibles porque porque la utopía se
refiere a una representación de un mundo alternativo al mundo real qué tiene que ver con y
valores que se encarnan en el que no se corresponden con la realidad que se está viviendo en ese
momento veamos ahora algunas características históricas de la aparición de este término de la
serie literaria y diremos que en cuanto al origen del término se da en el renacimiento y es un
escritor muy importante que además tiene una obra filosófica muy prolífica que se llama tomás
moro quien acuñó a este término además de que su obra principal se llama así tomás moro elige
este término para representar una isla y una comunidad que la habita cuya organización social
política cultural óptima o sea que es la mejor que se podría imaginar luego tenemos que la utopía
tanto para moro como para todas las representaciones posteriores es un: “estado imaginario que
reúne todas las perfecciones, entonces será un estado imaginario perfecto” y para terminar lo
vamos a contraponer con un término que precisaremos en otro vídeo que es el de distopía que es:
“el lugar que no debería existir porque tiene todas las maldades en sí mismo”.

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