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Filosofía Medieval: período de la historia de la filosofía que abarca desde el siglo

VIII hasta el siglo XIV. Límites temporales son un tanto convencionales. Los siglos
inmediatamente anteriores al IX pueden designarse más propiamente como los de la
Patrística. Los siglos inmediatamente posteriores al XIV se consideran como pertenecientes a
la filosofía del Renacimiento.

Por «período patrístico» se entiende el lapso de casi siete siglos comprendidos entre la muerte
del último de los Apóstoles de Jesucristo (acaecida hacia el año 100) y el comienzo de la Edad
Media (hacia el 750). En ese tiempo histórico coexistieron los últimos brotes de la filosofía
antigua (platonismo medio y neoplatonismo) y la primera andadura filosófica practicada por
pensadores cristianos. La denominación del período ha tenido su origen en la historiografía
cristiana, y se basa en el hecho de que muchos de los escritores cristianos de ese tiempo han
recibido el título de Padres de la Iglesia. Estos primeros siete siglos de filosofía cristiana suelen
dividirse en tres etapas:

1ª. Desde comienzos del siglo II hasta el Concilio de Nicea (325). Destacan: Justino, Tertuliano,
San Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría y Orígenes.

2ª. Desde Nicea al derrumbamiento del Imperio Romano de Occidente (476). Constituye su
etapa de máximo esplendor y destacan figuras tales como: San Basilio, Gregorio Nazianceno,
San Gregorio de Nisa, San Ambrosio de Milán, San Jerónimo y San Agustín (354-430).

3ª Desde comienzos del siglo VI hasta mediados del siglo VIII: Esta última etapa constituye, en
el Occidente europeo, la transición a la Edad Media. Pseudo-Dionisio Areopagita, Boecio,
Casiodoro y San Isidoro de Sevilla son los autores más representativos.

La inspiración Cristiana.

El pensamiento medieval cristiano está centrado evidentemente en torno al cristianismo. Las


aportaciones del pensamiento judeocristiano, frente al pensamiento griego, son las siguientes.

A- La concepción lineal del tiempo, herencia de la mentalidad judía. Frente a la concepción


circular del tiempo griega, que toma por modelo del devenir el tiempo cíclico de la naturaleza
observable, la concepción lineal tiene por trasfondo el acontecer histórico del hombre, donde
nada se repite. El mundo tiene un punto inicial absoluto (la creación), un trazado, que es el
suceder de las generaciones jugándose su destino, y un punto y se acabó, que es el juicio final.
Esta concepción se refleja en el papel del Dios cristiano. Mientras que los griegos habían
puesto a los dioses en relación con la naturaleza (ya sea como inteligencia ordenadora en
Anaxágoras y Platón, o acto puro y motor inmóvil en Aristóteles, ya sea como Razón universal
en los estoicos), el cristianismo pone a Dios en relación con el acontecer humano. Dios se
ocupa directamente de los asuntos humanos.

B- La identificación de Dios con la verdad y la sustitución del ideal griego del sabio por el ideal
del santo contemplativo. Mientras que el filósofo griego poseía una verdad que había obtenido
con el esfuerzo de su inteligencia (una verdad siempre relativa) el hombre cristiano se
presentaba en posesión de la verdad definitiva y absoluta, a la que consideraba una gracia de
Dios y a la que se adhería por la fe.

C- El monoteísmo, que no había sido nunca postulado expresamente por la filosofía griega y
que es una herencia de la religión judía.
D- La omnipotencia de Dios. Los dioses de la filosofía griega no eran omnipotentes: estaban
sujetos al orden necesario del mundo.

E- El creacionismo. La idea judeocristiana de que Dios creó el mundo ex nihilo es extraña a la


filosofía griega, la cual pensaba el mundo como eterno.

F- La idea cristiana del hombre posee las siguientes características: que el hombre es hecho a
imagen y semejanza de Dios, que el alma es inmortal (doctrina presente ya en Platón y en
otros pensadores griegos), que los cuerpos resucitarán al final de los tiempos. También las
nociones de culpa y pecado.

G- La concepción cristiana de la vida humana traía también una importante novedad en el


ámbito de la doctrina moral. Como vimos en el tema anterior, la filosofía griega es
básicamente intelectualista respecto de la moral. En cambio, la moral cristiana no es
intelectualista. En el intelectualismo, el mal moral no es sino ignorancia; en el cristianismo el
mal moral no es ignorancia, sino pecado, y el pecado es el resultado de dos factores: la maldad
humana que inclina al mismo, y la libertad humana, que cede a tal inclinación.

La Escolástica.

Durante el siglo IX aparecen, como consecuencia del renacimiento carolingio, las escuelas. Y un
cierto saber, cultivado en ellas, que se va a llamar la Escolástica. Por escolástica se entiende, en
sentido estricto, aquella especulación filosófico-teológica que se cultivó y desarrolló en las
escuelas del propio medioevo, es decir, desde Carlomagno hasta el renacimiento, tal y como
ha quedado consignada, sobre todo en la literatura de Sumas y Quaestiones. Originariamente,
dichas escuelas fueron las de las catedrales y conventos, más tarde las universidades. En un
sentido más amplio se designa también como escolástica el movimiento doctrinal de ese
ámbito histórico que, aun sin emplear un método rigurosamente escolar, racional-conceptual,
se mueve en el mismo mundo metafísico y religioso, como por ejemplo la mística.

Ciertos autores han identificado completamente la filosofía medieval con la filosofía cristiana,
estimando como a lo sumo incitantes o suplementarios los movimientos de la filosofía árabe y
judía. No obstante, la filosofía de los árabes y judíos es conocida por los escolásticos cristianos
e influyó fuertemente en ellos, al mismo tiempo que tuvieron el importante papel de ser los
transmisores de los textos aristotélicos y dicha aportación caracterizó la época de plenitud de
la escolástica.

Los temas de la Filosofía Medieval.

Así, a diferencia de lo que había ocurrido con la filosofía griega, que había centrado su
reflexión en torno a la determinación del objeto, la filosofía medieval centrará su interés en
Dios. La filosofía helenística había dado una orientación práctica al saber, dirigiéndolo hacia la
felicidad del hombre. Es el caso del estoicismo y del epicureísmo, que habían colocado a la
ética en el vértice del saber. A lo largo de los primeros siglos de nuestra era, la progresiva
expansión del cristianismo y otras religiones mistéricas irá provocando la aparición de otros
modelos de felicidad o «salvación individual», que competirán con los modelos filosóficos.

Frente a la inicial hostilidad hacia la filosofía manifestada por algunos de los primeros padres
apologistas cristianos, sus continuadores encontrarán en la filosofía, especialmente a partir del
desarrollo del neoplatonismo de Plotino, un instrumento útil, no sólo para combatir otras
religiones o sistemas filosóficos, sino también para comprender, o intentar comprender, los
misterios revelados. Surge de ahí una asociación entre filosofía y cristianismo o, más en
general, entre filosofía y religión, que pondrá las bases de la futura filosofía medieval, entre los
cristianos, los musulmanes y los judíos. El tema fundamental de reflexión pasará a ser la
divinidad, quedando subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de
la sociedad, etc. al conocimiento que se pueda obtener de lo divino. Por consiguiente, las
preocupaciones más constantes en la filosofía medieval son las que se centran en la cuestión
de la naturaleza y propiedades de Dios y de la relación entre Dios y el mundo en tanto que
creador.

Durante los siglos XI-XIII, las principales controversias que vertebraron el pensamiento
medieval fueron las relaciones entre razón y fe, así como el problema de los universales. La fe,
que suministra las creencias a las que no se puede renunciar, tratará de entrar en diálogo con
la razón. La inicial sumisión de la razón exigida por la fe, dejará paso a una mayor autonomía
propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino, que conducirá, tras la crisis de la
Escolástica, a la reclamación de la independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía
moderna. Por otra parte, el realismo (trascendente o inmanente), el nominalismo y el
conceptualismo fueron corrientes que surgieron como respuesta a la cuestión acerca de los
universales. Es decir, bien los conceptos abstractos tienen como referencia algo real, un
objeto, sea como fuere conceptuado. Bien es sólo un modo de hablar y conocer: construimos
los conceptos abstractos mediante un razonamiento acerca de lo común y diverso. Pero su
realidad es sólo mental. Bien

No obstante, las anteriores caracterizaciones no hacen la debida justicia a la complejidad de la


filosofía medieval. Así, por ejemplo, existen ciertos movimientos de la filosofía medieval
(especialmente en el dominio de la filosofía natural), análisis y especulaciones que pueden ser
considerados como una anticipación del pensamiento científico moderno. En este sentido, la
crítica que se hizo de la física aristotélica y su concepción del movimiento fue decisiva para los
posteriores inicios de la ciencia renacentista y barroca. Así, las soluciones de los físicos
nominalistas (Buridán, Oresmes, Alberto de Sajonia) situaron a la mecánica en el camino de la
ciencia moderna. También existen numerosos e importantes desarrollos en ámbitos como la
lógica, la semiótica, etc. De todos modos, la filosofía medieval es un pensamiento en el que
predominan los intereses ontológicos sobre los gnoseológicos.

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