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Para entender los medios personales y materiales con los que deberían estar
dotados los Cuerpos policiales, debemos partir necesariamente de las funciones que
tienen asignadas, sin desdeñar la peculiaridad de cada intervención policial.
El artículo 104 CE encarga directamente a las FCS la misión de proteger el libre
ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana, remitiendo a
la legislación orgánica (LOFCS) la determinación de las funciones y principios básicos de
actuación.
La Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, en
su artículo quinto, recoge unos principios básicos de actuación que no pueden ni deben
constituir un sistema de numerus clausus, pues es muy difícil recoger con detalle los
procedimientos de actuación cuando la casuística de actuación es tan grande, dispar y
tan condicionada por el conjunto de elementos personales. Y así propone unas
directrices –que intenta desarrollar- relacionadas con la adecuación de la actuación al
ordenamiento jurídico, las relaciones con la comunidad, el tratamiento de detenidos, la
dedicación profesional (también llamada estado de guardia permanente), el secreto
profesional y la responsabilidad. De aquí, resumidamente, diremos que la intervención
policial debe respetar escrupulosamente el ordenamiento jurídico y los derechos de las
personas, procurando siempre un trato correcto, respetuoso y profesional con la
ciudadanía; y que el uso de armas, especialmente las de fuego, queda restringido a las
situaciones en las que exista un riesgo racionalmente grave para su vida, su integridad
física o la de terceras personas, o para la seguridad ciudadana.
Para ello, los Poderes Públicos (artículo sexto) promoverán las condiciones más
favorables para una adecuada promoción profesional, social y humana de los miembros
de las FCS.
Por su parte, el artículo once desarrolla una serie de funciones de las FCS en su
misión de proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad
ciudadana, que son funciones comunes a todos los Cuerpos, para posteriormente en
dicha ley orgánica las competencias que con carácter exclusivo corresponde a cada
Cuerpo, salvo lo previsto con relación a las FCS de las Comunidades Autónomas y de las
Administraciones Locales.
Sin embargo, todo lo mencionado sigue sin darnos pistas concretas de lo que se
consideran medios necesarios para el ejercicio de la función policial, materiales y
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personales, que resulta muy difícil de concretar habida cuenta que varían en función de
las necesidades puntuales de cada sociedad concreta, en un momento determinado, y
con unas leyes específicas.
En cualquier caso, si existe una crítica de carácter sindical o asociativo desde las
FCS, es la inveterada reclamación de mayor cantidad de medios personales y materiales,
y de la adecuación de dichos medios, aprovechando las nuevas tecnologías que van
surgiendo, y ello dirigido a dos objetivos primordiales: 1) el de poder prestar su servicio
de la forma más eficaz y eficiente posible, en cumplimiento de las funciones que tienen
asignadas, y 2) el de poder hacerlo con el mayor nivel de seguridad personal posible,
tanto para los funcionarios de policía como para las personas con las que intervienen.
- En cuanto a los medios materiales, dado el alto nivel de exigencia legal en torno
a la actuación policial y sus posibles consecuencias, en todo momento deberían
ser los medios óptimos para poder cumplir su cometido de la forma más segura
y menos lesiva posible con el mayor nivel de eficiencia. Y ello puede implicar el
uso de cualquier medio no prohibido por la normativa sobre armas y equipos de
autodefensa. Lo mismo podemos decir del vestuario policial (que sea adecuado
en cuanto a seguridad, protección, utilidad y eficiencia), de los vehículos
policiales, de los establecimientos policiales, etc.
Estos datos que ponen de manifiesto la alta ratio policial en España, parecen
convertir en incongruentes las reclamaciones sindicales y asociativas sobre necesidad
de más efectivos. Pero la realidad es que cada Cuerpo ignora la existencia de los otros,
midiendo sus necesidades en función de la población de su demarcación territorial, lo
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que provoca que las plantillas se dupliquen y superpongan: (Datos Ministerio Interior
2012).
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2. CONDICIONES PERSONALES: NÚMERO Y PREPARACIÓN
Muchas son las variables que influyen para el establecimiento de las condiciones
personales de los funcionarios/as de policía, pero básicamente dichas condiciones
vendrán determinadas por el servicio que se preste. No son precisas las mismas
condiciones físicas, por ejemplo, las que precisa un policía que tramita atestados en una
oficina, que las que precisan los funcionarios de una unidad de intervención inmediata
(UIP, GRS) o la de la unidad de rescate en alta montaña.
Con carácter general, para la buena praxis profesional será importante tener
salud, buen estado físico y estabilidad e inteligencia emocional.
1) El estado físico adecuado es importante en todos los servicios operativos. Pensemos,
por ejemplo, en servicios de vigilancia estática a pie de calle, donde los policías pueden
estar horas en bipedestación estática; o en el servicio de patrulla, en el que el policía
que patrulla en vehículo policial abruptamente puede verse obligado a intervenir, correr
o vencer una resistencia activa e intensa de uno o varios sujetos a la detención, sin que
cardiológica y muscularmente esté preparado en ese preciso momento para tal esfuerzo
intensivo. Lógicamente, estas funciones se cumplimentan mejor y con mayor garantía
cuanto mejor sea el estado físico y la edad del policía, pues son causas que pueden
reducir la eficacia de la operatividad policial.
En este sentido, y para garantizar la salud psico-física de los policías, está prevista
la figura administrativa especial de “segunda actividad”, en la cual los policías pueden
ser destinados a servicios no operativos o con menor exigencia física, en orden a
proteger su salud e integridad. A dicha situación de segunda actividad se accede por dos
causas: bien por razón de edad, al cumplir 55 años (policías locales de la Comunitat
Valenciana), bien por razón de disminución de las facultades físicas o psíquicas, a
cualquier edad, y tras superar un tribunal médico que emitirá una declaración de “no
apto” para el servicio activo. Tras dicha declaración al funcionario se asignarán labores
administrativas, principalmente, o de vigilancia estática en interior de edificios oficiales,
frecuentemente, no siendo preceptivo que realice servicio nocturno si no es
voluntariamente a petición expresa del funcionario.
2) La estabilidad y la inteligencia emocional son básicas para la buena praxis de la función
policial. Un policía que genera conflicto en lugar de apaciguarlo no solo no cumple con
las reglas básicas de la profesión, sino que además pone en riesgo al resto de
compañeros y a la ciudadanía con la que trata.
a) La estabilidad emocional hace referencia a las habilidades que tiene cada
persona para mantenerse estable y equilibrada, incluso en situaciones complejas
y peligrosas. Un policía emocionalmente estable tolera mejor el estrés
situacional de la operativa policial, afronta los problemas y dificultades sin
sentirse ansioso, enfadado o tenso. Es uno de los cinco grandes factores de
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personalidad (estabilidad emocional o neuroticismo, extroversión, apertura,
responsabilidad y amabilidad).
La Psicología suele distinguir entre temperamento y personalidad. El
temperamento es aquella parte de la personalidad que resulta heredada o que
tiene origen biológico. La personalidad, en cambio, es el resultado de la
interacción entre temperamento e influencia ambiental, por lo que el
temperamento puede ser modificado por las experiencias y aprendizajes de la
personal.
Una buena estabilidad emocional es un factor protector contra la depresión y la
ansiedad ante situaciones estresantes, que en el servicio policial son frecuentes.
Las personas con una alta estabilidad emocional tienen un mayor control de sus
emociones y no se ven afectadas con facilidad por los problemas. No presentan
síntomas neuróticos ni hipocondríacos, son pacientes, tranquilas y confiables.
Son personas emocionalmente maduras y estables, con buena capacidad para
manejar sus emociones, resistir impulsos y funcionar de manera flexible y
controlada, cualidades necesarias para el ejercicio de la función policial.
Por el contrario, una persona con baja estabilidad emocional tolera mal la
frustración y el estrés. No funciona bien ante los problemas y dificultades y
reaccionan con inestabilidad e intensas emociones negativas como ansiedad, ira,
culpa, etc. Son personas inmaduras, impulsivas, descuidadas, impacientes,
ansiosas y poco confiables. Estas características son incompatibles con la función
policial.
b) Con relación a la inteligencia emocional, tradicionalmente se pensaba que el
cociente intelectual (IQ) era indicador de una vida exitosa, pero esto es una
apreciación sesgada de la inteligencia. Las habilidades y capacidades necesarias
van más allá de la lógica y la racionalidad, son habilidades cognitivas básicas. Así
surgen teorías como la de las Inteligencias múltiples (Gardner), Inteligencia fluida
o cristalizada (Cattell) o la Inteligencia emocional (Goleman), que pusieron de
manifiesto que hay personas con un dominio emocional más desarrollado que
otras, y que resulta baja la correlación entre la inteligencia clásica (vinculada al
desempeño lógico y analítico) y la inteligencia emocional. (P. ej., el empollón vs
el mal estudiante).
Los factores que integran la inteligencia emocional según Goleman son:
1. Autoconocimiento emocional: saber cómo nuestro estado anímico afecta a
nuestro comportamiento, conocer nuestras capacidades y nuestros puntos
débiles.
2. Autocontrol emocional: dominar nuestros sentimientos o emociones sin
dejarnos llevar por ellos ciegamente.
3. Automotivación: enfocar las emociones hacia objetivos y metas en lugar de
enfocarlas hacia los obstáculos.
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4. Empatía: reconociendo las emociones en los demás a través de las señales
que expresan de forma inconsciente.
5. Habilidades sociales: saber tratar y comunicarse con el resto de personas
incluso en situaciones conflictivas.
La inteligencia emocional en funcionarios de policía es necesaria para asegurar
la eficacia del servicio conforme a su lex artis. Un policía con buena inteligencia
emocional gestionará mucho mejor las situaciones conflictivas que otro más visceral,
con menor control de sus emociones.
Este conjunto de habilidades o herramientas emocionales son innatos en muchas
personas, pero también puede entrenarse. La formación profesional de la policía no solo
debe estar dirigida hacia la legislación y sus novedades, sino que debe tener en cuenta
todo este tipo de factores emocionales para la resolución de conflictos; debe generar
conductas ritualizadas, generalmente basadas en protocolos tácticos que aseguren una
respuesta adecuada a las circunstancias de la intervención, y debe proveer a los
funcionarios de aquellas habilidades que permitan la mejor y menos lesiva resolución
de las situaciones que se presenten.
(P. ej., entrenamiento de la Mossad, o el tiro reactivo).
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3. FACTORES VARIABLES EN LA INTERVENCIÓN
Muchos son los factores y variables que se presentan en cada intervención que
las hace distintas a todas entre sí. La imprevisibilidad de las reacciones es una variable
que aparece de forma frecuente y que puede motivar que en cuestión de segundos
tengamos que recomponer las reacciones y tácticas de afrontamiento del conflicto en el
cumplimiento del deber.
Sin intentar establecer un catálogo completo de las variables que aparecen en
una intervención, cosa que se nos antoja imposible, podemos citar, entre otras: la
situación concreta de riesgo, su intensidad, modalidad delictiva o infractora, número de
intervinientes, número de policías, concreta situación ambiental, medio en el que se
produce, presencia de armas, de vehículos, factores endógenos de las personas,
motivación de la infracción o delito, preparación de los funcionarios, medios materiales
de que se disponen, etc.
Inicialmente, podemos clasificar las intervenciones en distintos grupos de forma
general: intervenciones de alto riesgo, intervenciones de riesgo moderado o leve,
intervenciones en conflicto no agresivo, intervenciones correctivas e intervenciones
asistenciales. Obviamente, al objeto de lo que nos interesa en esta asignatura, resultan
especialmente interesantes las intervenciones que implican riesgo por su posible
afectación a los derechos humanos de la ciudadanía y a la integridad personal de los
funcionarios de policía.
También de forma genérica podemos anunciar dos variables reactivas
fundamentales ante una situación de riesgo, que son la endógena y la exógena. 1
1) La variable endógena al policía implica una reacción a nivel interno y afecta al
factor emoción, al Sistema Nervioso Autónomo, a las Áreas cerebrales y al eje
HPA (Hipotálamo-Pituitario-Adrenal).
1
BERENGUERAS DUCH, D.: Cara a cara ante una intervención armada, ed. Andreu soler i Associats,
Barcelona, 2010
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paralización o congelación y la sumisión. Pero este sistema reactivo no es del
todo incontrolable, se puede entrenar la memoria emocional.
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b) En la Fase 2 son conductas observadas: la huida, la lucha o ataque defensivo,
la congelación y la sumisión.
Finalmente, mencionar que todo este tipo de reacciones estará condicionada por
factores como la distancia al estímulo amenazador, la intensidad del estímulo y la
interpretación que realiza el cerebro, la posición corporal con referencia a la agresión y
muchos otros que abarcan una casuística que no podemos enumerar, pero sí podemos
hacer una aproximación a algunas variables operativas:
- Variables naturales: climáticas (frío, lluvia, día-noche, niebla…), de escenario
(ciudad, campo, playa, montaña, escenario abierto/cerrado…).
- Variables antrópicas (actuación individual, en grupos…).
- Variables mixtas (actuación en catástrofe)
- Otras variables: nivel de violencia, consumo de tóxicos, motivaciones
ideológicas, unidad de grupo…
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4. SITUACIONES: VARIABLES ANTRÓPICAS Y DE ENTORNO
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5. ORIENTACIÓN DE LA INTERVENCIÓN. PREVENCIÓN Y REACCIÓN
Dice GARCÍA-PABLOS 2 que la mera represión del delito llega siempre demasiado
tarde y no incide directamente en las claves últimas del hecho criminal. Por ello el
conocimiento científico del crimen debe conducir a una intervención meditada y
selectiva, capaz de anticiparse al mismo, de prevenirlo, neutralizándolo con programas
y estrategias adecuadas. Esta intervención no debe limitarse a incrementar el rigor
penal, sino a dar respuesta al problema humano y social con racionalidad y eficacia. Es
lo que denominamos “prevención primaria”, que hace referencia a las estrategias
basadas en la política cultural, económica y social.
La prevención secundaria, junto a la prevención general y especial, hace
referencia al reconocimiento temprano de las circunstancias criminógenas y la
influencia sobre ellas. 3 Consiste en el amplísimo ámbito de tareas policiales preventivas,
como la protección de la juventud, control de los medios de comunicación, planificación
del medio urbano, etc.
La prevención terciaria se refiere a la lucha jurídico penal y policial contra la
reincidencia. Presupone la previa comisión de un delito y se refiere a impedir delitos
futuros.
En resumen, la prevención primaria se dirige a toda la ciudadanía, la secundaria
a los delincuentes potenciales y la terciaria a los delincuentes reincidentes.
Prevenir el delito no solo se hace contramotivando al infractor potencial con la
amenaza del castigo, sino de muchas otras formas: programas para determinados
fenómenos sociales, espacios físicos, condiciones ambientales, clima social, colectivos
de víctimas potenciales, etc. Además, la prevención debe moverse en unos límites
lógicos y prudentes que equilibren la intensidad de la intervención con las facultades
ciudadanas de ejercicio de sus derechos. Se trata de una intervención ex ante.
Entre las medidas preventivas podemos contar los controles o filtros, la
videovigilancia, los cacheos, las identificaciones, registros de locales, vehículos y
equipajes, , la patrulla uniformada, las vigilancias de paisano, la colaboración de la
seguridad privada, etc.
Pero los servicios de prevención no siempre son eficaces y suficientes, por lo que
ante la ocurrencia de actos delictivos debe preverse la respuesta reactiva. Esta reacción
operativa implica que ya se ha vulnerado o se está vulnerando la legalidad, es una
intervención ex post que ha de ser proporcionada y respetuosa con la legalidad, y que
generalmente está expuesta a la difusión por medios informativos y es minuciosamente
estudiada.
2
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, A. et al: Introducción a la Criminología. División de Enseñanza y
Perfeccionamiento de la Dirección General de la Policía, Madrid, 1985.
3
ALONSO PÉREZ, F. et al: Manual del Policía. La Ley, 3ª ed., Madrid, 2003
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El objetivo de la intervención de reacción es la restauración de la normalidad
ciudadana que permita el ejercicio general de los derechos fundamentales, la
restauración de la situación jurídica previamente vulnerada, inmovilizando a quien
abusa del derecho o infringe la normativa penal y de seguridad ciudadana.
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6. COMPOSICIÓN DE LA UNIDAD DE INTERVENCIÓN
Dependiendo de las necesidades por aparición de los hechos, las unidades se van
especializando más o son atendidos los supuestos por personal con formación más
generalista (patrulla). Así, en los servicios centrales de CNP hay especialistas en
determinados tipos de estafa, mientras que en los despliegues municipales todos los
tipos delictivos son atendidos por unos pocos integrantes del grupo de investigación,
que solicitará apoyo en casos complejos.
Para las distintas intervenciones serán precisos:
- Elementos genéricos: formación, medios materiales y de autoprotección.
- Elementos específicos (ejemplos): Unidad de alta montaña de la GC, Patrulla
canina…
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- En edificios y estructuras: construcción de seguridad, control de acceso y
vigilancia interior.
- Sobre los vehículos: que sean adecuados al servicio que se presta (motos, coches
ligeros, transportes colectivos).
- Comunicaciones: garantía de funcionamiento, con eliminación de zonas oscuras
y control de injerencia externa.
- Armamento: debe de ser el designado por la administración para su utilización
ajustada a la normativa (Reglamento de Armas), y su utilización también debe
ajustarse a los parámetros legalmente establecidos. En ocasiones se plantean
problemas con la utilización del armamento (armas de fuego, taser-defensa
eléctrica, bastón policial-defensa extensible, spray de defensa, botes de humo,
pelotas de goma…).
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