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Introducción Al Marketing Tema 4
Introducción Al Marketing Tema 4
Ejercicios
Dicho comportamiento es el objeto del presente tema, sin entender por ello que
existe un comportamiento universal del comprador y una teoría general que lo
explique, como pretende serlo la teoría microeconómica de la demanda. Poco
tendrá que ver el comportamiento de consumo de una persona de nivel cultural
bajo, residente en una zona rural y de cierta edad con el de un individuo joven,
urbano y nivel cultural alto, por ejemplo. O la actuación del mismo comprador
en dos situaciones tan distintas como la compra de un paquete de detergente
y la compra de un piso. Antes bien, el estudio del asunto es complejo,
escurridizo, multidisciplinar e incipiente; pero sí existen algunos conceptos y
factores básicos, ciertos patrones e interrelaciones sencillos y varios modelos
representativos de esta realidad.
El estudio del comportamiento del consumidor abarca las actividades que rea-
liza un individuo u organización (las empresas y otras instituciones actúan
1
también ocasionalmente como compradores; aquí nos ocuparemos
fundamentalmente del comportamiento de compra individual) desde que tiene
una necesidad hasta el momento en que efectúa la compra y
eventualmente hace uso del producto para satisfacerla. Y pretende sobre todo
dar razón de los factores que explican tales acciones1.
Hay que destacar por tanto que se trata de actividades que conducen a la ad-
quisición de bienes y servicios tanto para el propio consumo como para el de
terceros con los que el que efectúa la compra mantiene vínculos familiares, de
amistad o afectivos: los padres compran generalmente los juguetes para sus
hijos y los individuos integrados socialmente suelen hacer regalos a otras
personas. Y que entre dichas actividades están recogidas las relativas al pago
del bien o servicio y a su uso o consumo final por parte del mismo comprador o
de terceras personas.
Otra cuestión central es el estudio de los motivos que llevan a adquirir un pro-
ducto. Los bienes y servicios no se adquieren por sí mismos sino por
determinadas funciones y beneficios que sirven para satisfacer ciertas
necesidades (lo cual no quiere decir que sentida la necesidad se tome la
decisión de aquirir el producto: el consumidor potencial puede no tener la
información necesaria sobre la existencia de productos con las funciones
adecuadas o la capacidad de pago requerida). La apreciación de dichas
funciones y beneficios y el enjuiciamiento de en qué medida sirven a las
necesidades sentidas es realizada por el comprador atendiendo tanto a criterios
2
completamente subjetivos como a criterios objetivos, es decir a los atributos
observables —técnicos, legales, económicos— del producto2.
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respecto a la elección de la marca (salvo que haya comprado ese producto en
otras ocasiones, o lo haya hecho siempre y lo vaya a hacer al mismo oferente:
lo que se conoce como lealtad de marca). Una baja implicación, por el contrario,
conduce a comportamientos más simples e incluso, como en el caso de las
compras por impulso, inerciales.
Uno de los primeros marcos teóricos del comportamiento del comprador, to-
davía influyente, fue el de la teoría conductista del aprendizaje de Skinner3, es
decir, de cómo la conducta del individuo se forma y modifica de acuerdo con lo
aprendido en la experiencia. Aunque dicha teoría no aportaba ningún modelo
de los procesos mentales involucrados en la elección entre alternativas, sí que
establecía la explicación de las acciones futuras en función de los
condicionantes de la experiencia, esto es del pasado del individuo.
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Finalmente, la investigación del comportamiento de compra orientada hacia
las actitudes del individuo considera las intenciones del consumidor al comprar
un producto como una función de sus actitudes hacia el propio comportamiento
de compra y las normas sociales de conducta en tales casos5. Esta es una
orientación fundamental en Marketing pues en el estudio de las actitudes se
basan los modelos de comportamiento del comprador que consideran las
características del producto como los elementos que dirigen sus procesos de
decisión, tal como veremos en repetidas ocasiones más adelante.
2. Factores explicativos
5
Más generalmente, la percepción es selectiva, como prueba el escaso recuerdo
de según qué anuncios publicitarios o las diferencias de apreciación de las
distintas características de un producto por diferentes personas, aspecto este
último sobre el que volveremos más adelante en diversas ocasiones. Esta
selectividad afecta de diversa forma a cada individuo, pues tiene que ver tanto
con la elección de lo que a uno le interesa percibir como a la atención con que
se percibe; y a la forma en que se interpreta y la memorización que se hace de
ello. Funciones todas en las que la personalidad, creencias y actitudes también
intervienen.
Las creencias y actitudes forman parte del resultado del aprendizaje del
individuo. Las creencias entrañan juicios de valor, y las actitudes
predisposiciones favorables o desfavorables; en ambos casos con respecto a
cierto objeto, ya sea de la experiencia o de la memoria. Un ejemplo clásico en
Marketing de la actuación de ambas es el comportamiento ante la marca de un
producto. Un consumidor decidido a adquirir el producto e informado —es
decir, con cierta percepción— de la marca, formaría primero sus creencias con
respecto a ella (en su mayor parte guiadas por factores de aprendizaje) y
después una actitud, positiva o negativa, de carácter menos reflexivo, que le
llevaría a una conducta de compra o rechazo.
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2.2. Factores exógenos
Los factores exógenos, o sociales si se quiere, del comportamiento del
consumidor son la pertenecia a una cultura, a una clase social, a un grupo social
de referencia, a un estilo de vida, la influencia de otros individuos y, claro está,
las variables incluidas en las estrategias de marketing de los oferentes de los
bienes y servicios que se intercambian en el sistema económico.
Todo individuo pertenece a una cultura determinada por las condiciones eco-
nómicas y sociales de su tiempo y de su situación social. Los valores, creencias,
hábitos y formas de conducta culturales son, como factores que influyen en el
comportamiento de compra, valores relativamente permanentes —por eso se
incluyen en el macroentorno del Marketing. Hay además fenómenos
estrechamente relacionados con el Marketing que son ante todo fenómenos
culturales: modas, movimientos de defensa del consumidor, hábitos sociales de
consumo, etc.
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situación con respecto a la del grupo y por las normas implícitas o explícitas que
lo rigen en la relación entre sus miembros. Estos tres tipos de influencia son
importantes a los efectos de las actividades comerciales: los jóvenes, por
ejemplo, son particularmente adictos a sus grupos informales de referencia,
además de la familia, en sus comportamientos de compra.
Los estilos de vida, o si se quiere, las formas en que los individuos desarrollan
sus actividades, ocupan su tiempo, expresan sus creencias y actitudes, etc.,
son factores sociales que recogen influencias debidas a la vez a todos los
factores exógenos y endógenos anteriores y a ninguno de ellos en particular7.
Así, el estilo de vida urbano, el estilo de vida moderno, etc., caracterizarían a
individuos con determinados comportamientos generales, más allá de su
pertenecia a una clase o a grupos sociales determinados —los cuales por
supuesto matizarían el estilo de vida en cada caso.
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campaña dirigida a convencer a cierto grupo de consumidores de que
precisamente adoptarán dicho estilo de vida si utilizan aquellos servicios. En
cualquier caso, el exponer la influencia de las acciones de marketing en el
comportamiento del comprador, y en definitiva en la demanda, es justamente el
objetivo de los temas 6 a 9.
9
El proceso comienza con la manifestación de una necesidad, lo cual puede
suceder a través de un estímulo interno que lleva a una sensación como la sed,
el apetito, etc. a convertirse en una necesidad y la correspondiente motivación
para la compra, o bien a través de un estímulo externo como la observación de
un anuncio o del uso del producto por otro individuo. En ambos casos el
consumidor habrá de determinar qué bien o servicio podría satisfacer la
necesidad así surgida (esto es así incluso en el caso de la contemplación del
producto en manos de otro, pues puede ser que dicho producto no esté al
alcance del individuo o sugiera la necesidad de otro diferente; o de otra marca).
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desarrollando es usual que junto a la eliminación de algunas de ellas se
produzca también la entrada de ofertas no consideradas en un principio. El
conjunto de las ofertas que sobreviven tras la fase de evaluación, es decir justo
en el momento anterior a la propia decisión de compra, suele
denominarse conjunto de elección.
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La fase de evaluación del proceso de decisión de compra tiene pues dos mo-
mentos o componentes que giran en torno a los atributos de las ofertas alternati-
vas: la formación de las percepciones y la formación de las preferencias. Por for-
mación de percepciones de las ofertas alternativas se entiende, como
acabamos de ver, la formación de las creencias del sujeto acerca de los
atributos de los diferentes productos o marcas en un proceso que es en gran
medida cognoscitivo, y por lo tanto reflexivo y consciente (salvo si la situación
de compra es de baja implicación). En el segundo momento, formación de las
preferencias, el individuo convierte dichas creencias en actitudes hacia las
ofertas alternativas que se le presentan. La mayor parte de los modelos de
comportamiento del consumidor parten de la hipótesis, ya asumida por la Toría
de las Características original, de que el sujeto posee cierta función de utilidad
de los atributos que explica cómo la valoración que hace de cada oferta varía
con los niveles y combinaciones de dichos atributos y se convierte por tanto en
una actitud hacia cada producto o marca. De esta forma, el resultado final de la
fase de evaluación es un orden de preferencia en el conjunto de ofertas
alternativas o, en palabras llanas, el convencimiento y la intención de comprar
lo que le parece mejor.
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comportamiento, funcionalidad, efectos, etc. que percibe en el producto ya
comprado. Es claro que habrá satisfacción si lo segundo es mejor o igual que lo
primero, e insatisfacción en caso contrario.
Hay sin embargo varias cosas que puntualizar en la regla general anterior.
Primero, algunas de las acciones del marketing influyen en las expectativas del
comprador pues proveen muchas veces la mayor parte de la información que
aquél adquiere en la correspondiente fase del proceso de compra. Así, y según
la madurez de los mercados y otros factores que veremos, dicha información
puede estar intensamente afectada por el contenido de la publicidad que el
oferente hace de su producto: si la publicidad es insistente y exagerada, en
según qué casos, puede llevar a expectativas que están muy lejos de la realidad
observada posteriormente y por tanto a insatisfacción en la fase posterior a la
compra. Y además están los aspectos psicológicos que hacen que el nivel
sentido de insatisfacción por parte del sujeto sea en unos caso mayor y en otros
menor que la diferencia real entre expectativas y ocurrencias: hay casos en que
tal diferencia se magnifica inconscientemente y casos en que ocurre lo contrario,
sin que exista una regla fija que dirija el sentido del fenómeno.
En segundo lugar, existe una probabilidad relativamente alta de que los ya con-
sumidores del producto comuniquen sus impresiones sobre el mismo a compra-
dores potenciales que se encuentren en la fase de búsqueda de la información
de sus propios procesos de decisión. Este aspecto de la fase posterior a la
compra es de mayor relevancia en el caso de productos de consumo duradero
por dos razones: tanto el proceso de búsqueda de la información —por lo que
se refiere a los receptores de las opiniones— como la fase posterior a la compra
—disfrute y consumo del bien— son relativamente más largos.
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implicación. Así, sabemos que en el caso extremo de las compras por impulso
es esperable que el individuo compre primero y justifique después su elección,
sus preferencias e incluso su necesidad, dejando de lado además cualquier
búsqueda activa de información. Y que en la mayor parte de las compras
cotidianas de, pongamos por caso, productos alimenticios los compradores se
conformen con la información semiconsciente de los anuncios televisivos.
En cuanto a las diferencias en los factores determinantes en cada fase, son im-
portantes las relativas a los instrumentos de marketing y a las decisiones que
sobre los mismos han de tomarse en la elaboración de las estrategias
comerciales. En una situación de baja implicación la función de la publicidad,
por ejemplo, consiste en apercibir al individuo de que el producto existe y
fomentar cierta familiaridad con dicha existencia mediante la repetición de los
anuncios, en los que hay escasa información de los aspectos o características
del producto en comparación a la insistencia sobre el nombre y símbolo de la
marca. En cambio, en una situación de alta implicación la función de la
publicidad va normalmente más allá de ese simple apercibimiento e intenta
incidir en la comunicación real de un mensaje persuasivo que influya en el
comportamiento de compra. El contenido de dicho mensaje —que es más
complejo, variado y directamente referido a las cualidades y beneficios del
producto que en la situación de baja implicación— es más importante que la
mera repetición del mismo.
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en el proceso de decisión del comprador. Interesa por tanto la utilización de los
modelos como herramientas de gestión.
Dado que los intrumentos de marketing son como sabemos variados en número
y características —y aunque las decisiones que se tomen para la mezcla de
marketing de todos ellos formen un cuerpo común en la estrategia
correspondiente— habrá diferentes problemas de gestión a resolver y por tanto
diferentes aspectos del comportamiento del comprador que interesen
relativamente más en cada caso concreto. En otras palabras, diferentes
decisiones de la gestión comercial harán razonable el uso de tal o cual modelo
específico de comportamiento, ya que raramente un modelo global es de
utilidad, interés académico aparte, dada la cantidad devariables manejadas y de
datos necesarios para su estimación.
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3.1.1. Modelos de incidencia de compra
Uno de los modelos de incidencia de compra con cierta implantación, el modelo
de distribución binomial negativa, emplea como hipótesis de partida que la
probabilidad de compra por parte de un individuo determinado durante
cualquier periodo de corta duración es constante y que es independiente de
cuándo efectuó la última compra. Además se asume que la probabilidad Pp de
que el número de adquisiciones por parte de dicho individuo durante el periodo
unidad —que, dependiendo de la escala que se elija, puede ser un día, una
semana, un mes, etc.— sigue una distribución estadística de Poisson de
acuerdo con la expresión:
Cada sujeto del mercado objetivo tendrá en principio un valor particular de λ,por
lo que en el modelo se hace una suposición adicional acerca de dicho
parámetro: sigue una distribución estadística gamma. De esta forma se puede
integrar la función de probabilidad de la expresión (1) sobre todos los
consumidores del producto o marca y llegar así a la pobabilidad media de que
se produzcan x compras durante el periodo unidad por un integrante cualquiera
del mercado objetivo.
Una de las utilidades que resultan del empleo de este modelo desde el punto
de vista de la gestión comercial es que permite deducir fácilmente la expresión
para el valor esperado del número total de adquisiciones en un periodo, X , 2
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Este valor esperado de las compras condicionadas puede emplearse, entre
otras cosas, para distinguir el número de compradores nuevos de un producto
o marca tras determinada acción comercial con el fin de medir su eficacia. Así,
durante la realización de una promoción de ventas, por ejemplo, habrá
adquisiciones adicionales debidas a los consumidores habituales del producto
y adquisiciones ganadas por la propia promoción entre clientes nuevos. En tal
caso se puede analizar el valor esperado que ofrece la expresión (2) para X1=0
(esto es, las compras esperadas según el modelo entre aquellos que no
compraron nada en el periodo anterior a la promoción) para compararla con lo
realmente sucedido en una muestra del mercado objetivo. Si es menor el valor
pronosticado por el modelo que lo realmente sucedido la interpretación es clara:
hay un número mayor de nuevos compradores que los esperados en
condiciones normales (ya que la estimación de los parámetros α y r del modelo
se realiza con los datos observados en el periodo anterior a la promoción) y por
tanto efectivamente movidos por la acción comercial.
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En general, el modelo binomial negativo permite calcular fácilmente ciertas
magnitudes, haya o no acciones comerciales previas al periodo analizado. Así,
puede estimarse fácilmente el número esperado total de compradores, con
independencia del número de compras que realice cada uno (lo que se conoce
como tasa de penetración), ya que en el modelo se manejan la probabilidad del
número de adquisiciones y la distribución estadística del número de unidades
compradas λ. O el número de compradores perdidos (los que compraron algo
en un periodo y nadaen el siguiente: de nuevo por comparación entre el valor
real de adquisiciones y el previsto por el modelo). Y las cantidades compradas
por los nuevos clientes (también por comparación de valores).
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1. modelos en los que no existe tal influencia, y por tanto cada elección es
un suceso independiente de los anteriores, llamados modelos de orden
cero.
2. modelos en los que únicamente la última elección de marca afecta a la
probabilidad de elección del periodo inmediato (modelos de Markov).
3. modelos en los que el historial completo de las marcas compradas en el
pasado influye sobre la elección objeto de análisis, dando mayor peso
en dicha influencia a las compras más recientes; esta tercera categoría
de modelos recibe el nombre de modelos de aprendizaje.
Hay varios elementos básicos y un lenguaje que son comunes en todos los
modelos de elección de marca y que conviene conocer antes de su
exposición. Así, la información de partida suele recogerse en una matriz (o
varias, si se consideran varios periodos sucesivos), llamada matriz de cambio
de marca, que muestra las elecciones realizadas en dos ocasiones pasadas
consecutivas por el conjunto de individuos de una muestra del mercado.
Así mismo, es útil saber que, siendo p(j) la probabilidad de comprar una marca
cualquiera j en cierta ocasión, la cuota de mercado de j, m , es decir, la
j
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donde p (j) es la probabilidad de comprar j en la primera ocasión de las dos
1)
20
• Modelos de orden cero
Y utilizando las expresiones (3), (4) y (5) se demuestra fácilmente también que
las probabilidades condicionadas p(i/j) de comprar una marca cualquiera i son
independientes de j. En concreto valen kmi si j≠i y 1 – k(1 – mi) si j=i: dependen
únicamente de la cuota de mercado de la marca. Ello es coherente con el
supuesto de partida, pues al no haber influencia de las compras anteriores la
probabilidad condicionada lo es a la compra efectuada en cero periodos
anteriores; en otras palabras, no depende de la última ni de ninguna elección
anterior. Por eso estos modelos se llaman de orden cero.
Así, si por ejemplo15 los porcentajes de fidelidad a cada una de las tres marcas,
A, B y C
presentes en un mercado son respectivamente p(A,A)= 40%, p(B,B) = 25% y
p(C,C)=15%, siendo las respectivas cuotas de mercado iniciales mA= 45%,
mB= 30% y mC= 25%, el valor de k obtenido con (6) es 0,31, y la probabilidad
de que, pongamos por caso, alguien vaya a comprar A habiendo comprado B
en la ocasión inicial, p(A,B), es según la expresión (4) del 4,185%.
Una de las aplicaciones del modelo es que permite calcular fácilmente cuáles
serán las cuotas de mercado ante un cambio de las condiciones iniciales. Así,
en el ejemplo anterior, si la fidelidad para con la marca C pasa del 15% al 20%,
las nuevas cuotas de mercado pueden calcularse fácilmente utilizando la
expresión (5) para expresar la nueva p(C,C) en términos del k ya calculado. De
esta forma se obtiene, despejando mc, la nueva cuota de mercado de C que
será del 25,96%. Aprovechando este dato y el supuesto, razonable, de que si la
fidelidad a la marca C cambia esto influirá en las probabilidades de cambio de
marca de A a C y de B a C, pero no en la de A a B, se obtiene, teniendo en
cuenta que la suma de las tres cuotas de mercado nuevas ha de ser, como
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siempre, igual al 100%, que las cuotas de A y de B en la nueva situación son el
41,55% y el 32,49% respectivamente.
Es importante notar que el modelo de orden cero, como ocurre con el resto de
los modelos de elección de marca, sirve para representar el comportamiento de
compra en forma de cuotas de mercado de las diferentes ofertas, por lo que se
puede considerar también un método de previsión de la demanda de marca.
Además, la previsión puede referirse como se vió en el ejemplo a situaciones
con diferentes condiciones (diferentes fidelidades a una marca, en este caso):
pueden realizarse simulaciones de las cuotas de mercado bajo distintos
supuestos.
• Modelos de Markov
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Si el proceso se generaliza para t + s periodos en el futuro, repitiendo s veces el
cálculo de la expresión (7) —siendo las sucesivas mi las cuotas estimadas en la
secuencia inmediatamente anterior; es decir, la previsión mi , t +1 pasa a ser mi en
(7) para obtener mi, t +2; y así sucesivamente—, se demuestra fácilmente16 que
cuando s tiende a un número infinito de periodos las cuotas de mercado
convergen a un valor cierto. Es decir que, cuando s →∞, mi, t + s –1=mi, t + s.
O, en otras palabras, que a largo plazo las cuotas de mercado son aquellas que
cumplen que la expresión (7), para cada una de las n marcas presentes, da el
mismo valor para un periodo y para el periodo inmediatamente siguiente. Por
tanto, los modelos de Markov sirven para realizar, dentro de los supuestos
restrictivos iniciales, previsiones de demanda de marca a corto y a largo plazo;
el plazo, en función del número de veces que se aplique dicha expresión.
• Modelos de aprendizaje
Sin entrar aquí en la formulación, pues estos modelos son analíticamente más
complejos que los dos tipos anteriores18, la idea central de los modelos de
aprendizaje es que, para un individuo cualquiera, cada compra observada de
una marca determinada refuerza la probabilidad de compra futura de esa misma
marca. Es un proceso acumulativo en el que por tanto el historial completo del
comportamiento pasado influye sobre el comportamiento previsible en el futuro.
El supuesto de partida es pues simplemente una forma alternativa a los modelos
anteriores de entender genéricamente el mecanismo básico que rige el
comportamiento del comprador en aquellas situaciones en las que éste se
puede representar estocásticamente.
Una vez estimados los parámetros que el modelo contiene hay dos valores
extremos, en cuanto al comportamiento previsible, que es interesante destacar
porque representan dos fenómenos observables en la realidad comercial. Una
es la llamada formación incompleta del hábito de compra: con independencia
de cuán numerosas sean las ocasiones en que un individuo compró la marca i
23
en el pasado siempre hay cierta probabilidad de que compre otra marca distinta
jen el futuro.
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situarlas en el proceso general que lleva al modelo, revelando así su utilidad
como herramientas de la gestión comercial.
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Algunas de las técnicas normalmente empleadas para su obtención son
el análisis multidimensional, el análisis factorial y el análisis discriminante.
• Análisis multidimensional
Los datos obtenidos en este caso del sujeto fueron simplemente los recogidos
en la tabla siguiente: sus creencias con respecto a la similitud de las ofertas
alternativas. Para ello se le solicitó que considerara los nueve modelos tomados
de dos en dos y ordenara las parejas por orden de similitud: desde el 1, pareja
más similar, hasta el 36, pareja menos similar (los entrecomillados corresponden
al nombre comercial del modelo). Mediante cierta técnica estadística se
consigue entonces que las distancias geométricas entre los puntos que
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representan a los nueve modelos en el mapa perceptual guarden la máxima
fidelidad, en dos dimensiones, a la ordenación por similitud obtenida de los
datos.
Queda por dar sentido en términos de atributos del producto a las dos dimen-
siones del mapa perceptual, que aquí se han llamado eficiencia y capacidad,
respectivamente. Esta dotación de sentido es en este caso
una interpretación que ha de hacer el que analiza los datos, pues entre éstos no
figuran las opiniones del sujeto en cuanto a en qué características son similares
o no los modelos y en qué medida. Sin embargo, una vez situadas en el mapa
las posiciones relativas de los nueve modelos podría el analista estudiar en qué
conjunto de características técnicas y funcionales de las lavadoras, tal como
aparecen ante el consumidor, es decir, tal como los oferentes las comunican en
los anuncios y folletos de los productos, son los modelos C1 y C2 superiores,
pues ello dará sentido al eje vertical. Y de igual manera, en qué conjunto de
atributos son superiores los modelos D2 y D3, pues así obtendrá el significado
del eje horizontal.
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utilizó fue la ordenación de similitudes entre las ofertas alternativas, ordenación
que no implicaba el empleo de ninguna métrica para medir tales similitudes. Por
eso, el método empleado cuando esto ocurre se denomina de escalas
multidimensionales no métricas. En caso contrario, si se solicitase al sujeto que
situase las similitudes entre pares de modelos en una escala del 9 al 0 por
ejemplo, estaríamos utilizando escalas multidimensionales métricas.
Las variantes no se limitan sólo al carácter métrico de los datos obtenidos. Hay
también diferentes tipos de modelos según el número de dimensiones (o si se
quiere, tipos de variables; no confundir estas dimensiones en los datos de
entrada con las dimensiones del mapa perceptual finalmente obtenido) que
dichos datos contengan. En el caso analizado sólo había una dimensión: la
ordenación de las similitudes realizada por el único sujeto encuestado. Se
trataba de una escala multidimensional unimodal. Si en cambio se hubiesen
solicitado a diferentes personas sus preferencias sobre un conjunto de varias
ofertas alternativas por ejemplo, estaríamos trabajando con una escala
multidimensional bimodal (dos variables: individuos y productos). O, si se
hubiesen obtenido, por ejemplo, las similitudes percibidas por varios individuos
sobre los atributos de las ofertas alternativas (con lo que tendríamos tres
dimensiones: individuos, productos, atributos), se trataría de una escala
multidimensional trimodal.
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representa algo más. Si en lugar de preguntar por las similitudes entre marcas
se preguntase por las preferencias que, tomando como base los dos atributos
citados, tuviesen formadas los encuestados con respecto a las marcas, podría
aplicarse una nueva escala multidimensional trimodal que diese como resultado
la situación de los puntos que simbolizan los ordenadores ideales de un
grupo de compradores, atendiendo como siempre a los dos atributos
mostrados, precio y «capacidad» de memoria. Pues en general no habrá un
único producto ideal al que tiendan las creencias de todos los sujetos de la
muestra (o por extrapolación, del mercado objetivo); de hecho, una utilidad
alternativa de este método es que permite representar también los ideales de
diferentes segmentos de compradores, tal como veremos en el próximo tema.
Por supuesto, este doble mapa permite también conocer la posición relativa de
cada una de las marcas con respecto a dichos productos ideales. Pues de
nuevo la distancia geométrica en el plano entre el producto ideal para cada
segmento y las distintas marcas reproduce la distancia que entre ambos hay en
las percepciones de los compradores. Como se aprecia, hay dos segmentos, II
y IV, para los que no hay marca en el mercado que se aproxime a su ideal; y a
la inversa, hay dos marcas, A y D, que no encontrarán previsiblemente
compradores. En temas posteriores analizaremos las consecuencias que para
las estrategias comerciales han de extraerse de situaciones como esta.
• Análisis factorial
Estos factores en función de los que se expresan las variables son las
dimensiones que formarán el espacio reducido del mapa perceptual. A los
métodos de análisis factorial se les conoce a veces como métodos de análisis
por composición (recuérdese que el análisis multidimensional actuaba al
contrario, por descomposición), porque son construcciones que se forman por
composición de los datos observados con respecto a cada una de las variables
o atributos para dar cuenta de ellas sintéticamente.
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análisis fuera «consumidor económico», por ejemplo, el análisis factorial
permitiría agrupar a los encuestados en un segmento de consumidores
económicos dada la similitud de sus respuestas a las preguntas sobre los
atributos percibidos del producto. Ese hipotético segmento podría estar
integrado en su mayor parte por, pongamos por caso, hombres y mujeres de
media edad en adelante, casados y con «obligaciones familiares», si esos fueran
los datos socioeconómicos y demográficos más frecuen-tes en los individuos
de la muestra que se agrupasen de acuerdo con el factor que hemos llamdo
consumidor económico. Procediendo de esta forma con todos los factores se
obtienen otros tantos segmentos —según su comportamiento de compra—
claramente identificados por las características socioeconómicas de los que los
forman. El proceso de segmentación es el objeto del próximo tema.
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modelos no compensatorios. La combinación secuencial de ambos (primero se
aplica una solución y a continuación la otra) también es utilizada en ocasiones.
• Modelos compensatorios
Estos modelos representan las actitudes hacia las ofertas alternativas de forma
tal que las debilidades que determinado producto o marca manifiesta para el
comprador en cierto atributo pueden ser compensadas por una ventaja relativa
en algún otro, sumándose por igual las contribuciones de todos los atributos en
la actitud hacia la oferta en cuestión.
El primer modelo de este tipo fue propuesto por Fishbein en 1963 y tenía una
estructura muy simple en la que la actitud global hacia un producto o marca
viene dada por la siguiente expresión general:
• Modelos no compensatorios
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Ciertamente, en muchos bienes y servicios de consumo frecuente por ejemplo,
el decisor no tiene el tiempo o la voluntad de someter a evaluación más de dos
o tres atributos clave por cada una de las ofertas alternativas. Así, en el caso de
varias marcas de zumos de frutas, por ejemplo, el precio, el contenido de
extracto natural y el tipo de envase (manejabilidad, almacenabilidad en la
nevera, etc.). Si alguna de las marcas es juzgada pobremente en uno de esos
atributos clave es inmediatamente desechada en el proceso de formación de
preferencias. En general, este fenómeno es observable cuanto menor es la
implicación del comprador en la compra del producto.
Una vez que el potencial comprador tiene formadas sus preferencias sobre el
conjunto de ofertas alternativas que considera, la lógica dictaría que la preferida
de todas ellas fuese aquella sobre la que recaería la decisión de compra. Sin
embargo, y esto es de validez general para todos los modelos y para el proceso
de decisión de compra utilizado como marco global de aquéllos, el
comportamiento de compra no es determinista en ninguna de sus fases. En el
caso de la de decisión, el comprador puede cambiar sus preferencias en el
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último momento —porque la opción elegida no esté disponible, por la influencia
de otras personas, por los condicionantes generales del mismo acto de compra,
etc.
V la valoración en cierta escala del lugar que ocupa dicha oferta j en el orden de
j
Uno de los modelos más utilizados para dar forma específica al axioma de Luce
es el modelo «logit» multinomial, en el que las valoraciones V son funciones
h
exponenciales.
En concreto, un procedimiento habitual es tomar directamemente en dichas
funciones exponenciales las actitudes obtenidas del modelo compensatorio de
Fishbein recogido en la expresión (8). De esta forma, el modelo multinomial se
formula como sigue:
peso que a dicho atributo k otorga el sujeto. El conjunto de todas las ofertas
alternativas sobrevivientes a la fase de evaluación es como antes C.
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