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CATEQUESIS PARA BAUTISMO 1ª

EL BAUTISMO: SÍMBOLOS Y COMPROMISOS

Objetivo doctrinal:
Explicar los símbolos y rito del sacramento.

Objetivo moral o vivencial:


Que los papás y los padrinos entiendan los símbolos del Bautismo y que tomen conciencia del compromiso que están adquiriendo.

Enlace:
Cuando alguien nos invita de padrinos, debemos de pensar a qué nos están invitando, qué implica ser padrinos verdaderamente.
Pues, si sólo pensamos en que representa gastos y más gastos estamos equivocados. Cuando los papás dejan de bautizar porque
no tienen para la fiesta, se está confundiendo lo que es el Bautismo. Lo que tenemos que hacer es tratar de averiguar todo lo que
no sabemos sobre el sacramento.

Dinámica:
A Pedro y Marta los invitaron a ser padrinos del niño de sus vecinos. No sabían que contestar, a Pedro no le parecía la idea porque
era muy complicado eso de ser padrinos y mucho gasto. A Marta le latía porque era una manera de quedar bien con los vecinos,
así cuando se les ofreciese un favor, los vecinos estarían obligados a hacérselo.
· ¿Les parece correcta la actitud de Pedro y de Marta?
· ¿Tu que harías?
· ¿Los vecinos escogieron bien o mejor debían haber escogido a otras personas?

Puntos a desarrollar:
Es motivo de celebración humana el nacimiento a la vida de todo niño, y deberíamos celebrarlo con una fiesta muy especial,
¿Ya la han hecho? Todos celebramos el "cumpleaños", y con mucha más razón el día mismo del nacimiento.

Los católicos celebramos todo nacimiento humano, porque también Dios nació de mujer. ¿Qué grande debe ser nacer,
cuando el mismo Dios no quiso perderse esta experiencia? Todo nacimiento es sagrado desde que Dios se encarnara y se formara
en el seno de una mujer ¡Qué maravilla!

Pero mayor motivo de alegría, "gozo" es la palabra, se encuentra en lo que vamos a celebrar dentro de poco: porque es un
nacer de nuevo. Y por tanto es más digno de festejo y celebración.

Hemos de entender que vamos a festejar y celebrar, y para ello es necesario purificar nuestras intenciones.

Hoy vamos a considerar qué significa nacer de nuevo y así comulgar con la voluntad de Dios y de la Iglesia. También
queremos hacernos conscientes de lo que nos da la Iglesia y lo que nos da el Bautismo. Para ello hemos de unirnos al sentir de la
Iglesia en estas circunstancias.

Intención de los padres

Vamos a ver cuáles son nuestras intenciones, o quizá no, pero es necesario para purificar y sanear:

**¿Celebrar el nacimiento físico?


**¿Tener una fiesta?
**¿Apadrinar al niño en el sentido de patrocinar o proteger en sentido humano,
fundamentalmente económico?
**¿Seguir una "costumbre" o una "tradición?
**¿Tomar fotos para el recuerdo?

Intenciones de la Iglesia

*Celebrar el nuevo y definitivo nacimiento a la Vida de Dios, a la Fe como un Don de Dios.


*Celebrar una "liturgia", una acción de Cristo y de su Iglesia, realmente obra eficaz de salvación.
*Que el niño sea patrocinado en la Vida de Dios, en la Vida de Fe, en la Vida de Piedad, en la Vida de discipulado, en la Vida de
Gracia, en la Vida de Santidad.
*Compartir no solo el momento, sino la vida eterna.

4. Escuchemos la Palabra de Dios.


"Había entre los fariseos un hombre llamado Nicodemo, magistrado judío. Fue éste donde Jesús de noche y le dijo:

"Rabbi, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede realizar las señales que tú realizas si Dios no está
con él".
Jesús le respondió: "En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de lo alto no puede ver el Reino de Dios".

Dícele Nicodemo: "¿Cómo puede uno nacer siendo ya viejo? ¿Puede acaso entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?"

Respondió Jesús: "En verdad, en verdad te digo. El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. Lo
nacido de la carne es carne, lo nacido del Espíritu, es espíritu. No te asombres de que te haya dicho: Tienen que nacer de lo alto."

Cuando pedimos el Bautismo para nuestros hijos, estamos pidiendo, en realidad, a Dios para nuestros hijos. Pedimos una vida de
fe, de amor para nuestros hijos.

Esta petición nos compromete a ayudar a nuestros niños a ir viviendo día a día más cerca de Dios, creciendo en el amor y en la fe.
Para ello, es necesario que vayamos enseñando a los hijos a conocer cada vez más a Dios y el amor que Él les tiene. Enseñarles
a corresponder a la amistad que Dios les ofrece.

No olvidemos que hay quienes rechazan la amistad de Dios porque deciden llevar una vida de pecado. Por lo tanto, es necesario
que los ayudemos a cuidar la gracia de la amistad de Dios.

Purificada nuestra intención, ya sabemos que venimos a dar gracias a Dios y a celebrar el nuevo y definitivo nacimiento por el
bautismo.

Es Jesús quien le dice a Nicodemo la necesidad de nacer de nuevo... no en el sentido de volver al seno de la madre física, pero sí
en el sentido de NACER.
Para nacer es necesario un papá, una mamá, y una relación para poder ser engendrados. Igualmente para nacer a la vida de Dios:

*Cristo es el Esposo (2 Cor 11, 2)


*La Iglesia es la esposa (Ef 5, 32; Jn 3, 29)
*La relación Cristo-Iglesia se da por un germen incorruptible: la Palabra de Dios predicada
(1 Pe, 1, 23-25)

El mandato recibido de la Iglesia Esposa de Cristo esposo es predicar, hacer discípulos, ¿cómo? Bautizando en nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñando todo lo que Jesús le enseñó (cf. Mt 28, 19)

Todos nos alegramos, entonces, porque se va a acrecentar el número de los bautizados en Cristo: Escuchemos la Palabra de
Cristo pronunciada por la Iglesia para ser y hacernos discípulos de Cristo, para dejarnos bautizar por ella y para aprender lo
enseñado por Jesús. Este es, por tanto nuestro compromiso.

Ya que los papás son los primeros responsables de la educación en la fe de los hijos, es importante comprometerse a vivir
dándoles un buen ejemplo. Tenemos que poner a Dios como centro de nuestro hogar y Él nos ayudará a evitar pleitos,
borracheras, irresponsabilidades, etc.

Los padrinos son los que acompañan a los papás y ayudan en la educación en la fe de los bautizados, si llegan a faltar los padres
tendrán una mayor responsabilidad con respecto al ahijado.

Padre y Padrinos vienen a la Iglesia a pedir el Bautismo para su hijo ¿Qué les da el Bautismo? La fe ¿Qué les da la fe? La vida
eterna.

También la Iglesia les pide a ustedes como padres y padrinos un compromiso: se trata de la obligación a educar en la fe a sus
hijos, para que esa semilla que recibirán, esa capacidad concedida por el Padre para acercarse a Jesús, sea impulsada y
desarrollada por ustedes para que sus hijos y apadrinados puedan amar al Señor y cumplan sus mandamientos.

¿Cómo educar en la fe?

Para educar en la fe, hemos de conocer nuestra fe, porque los niños son bautizados en la fe de la Iglesia. Una fe que no es
fruto de la voluntad humana ni de la busca de un ser supremo por la mera razón, sino que el mismo Dios nos ha revelado y ha
confiado para su transmisión a la Iglesia -Apóstoles y sucesores legítimos de éstos, que son el Papa y los obispos-. Por eso hemos
de prepararnos a la educación en la fe de la Iglesia:

El eterno designio de salvar a los hombres en y por Cristo, fue revelado y realizado plenamente por el Verbo encarnado,
especialmente por el misterio pascual de su muerte, resurrección, ascensión y envío del Espíritu Santo. En Cristo, por tanto, la
revelación del misterio de Dios ha sido perfecta y definitiva, de modo que ya no habrá ninguna otra revelación.
Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en
esta sola Palabra.
San Juan de la Cruz
Esta revelación fue entregada a la Iglesia, la cual es asistida siempre por el Espíritu Santo con el fin de que lleve, de modo
verdadero e indefectible, la salvación de Dios a todos los hombres de todos los tiempos y culturas. La Iglesia no ha dejado ni
dejará nunca de anunciar este misterio, sobre todo por el ministerio del Papa y de los obispos, principales responsables. Cada fiel
cristiano también participa de esta responsabilidad, en virtud de la misión profética que ha recibido de Cristo en el Bautismo.
Cuando este anuncio es acogido, provoca la conversión y la fe. Ésta siempre es un don gratuito de Dios, pero es Don requiere una
respuesta y colaboración humana de apertura y acogida y también de tarea. De forma ordinaria, no es posible la fe sin un anuncio
explícito de los contenidos revelados.
La familia cristiana, por el sacramento del matrimonio y por el del Bautismo, es la iglesia doméstica y participa de esa misión; y en
cuanto engendradora de sus hijos, se convierte en la primera y principal institución encargada de transmitir a los hijos el misterio
salvífico de Dios. Por ello, los padres son los genuinos transmisores para sus hijos de la fe que profesan. Los grandes santos han
nacido, generalmente, en el seno de familias profundamente cristianas.
La familia no es una institución autosuficiente ni autónoma en la transmisión de la fe a sus hijos; sino que necesita estar en íntima
relación con la parroquia y la escuela -sobre todo si es católica-, que frecuentan sus hijos. El modo informal y formal de la
catequesis familiar se complementa con la catequesis parroquial y la clase de religión del centro educativo.
Ya en los primeros momentos del cristianismo la familia cristiana aparece como transmisora de la fe de los padres. Así como se
manifiesta en la práctica de llevar a sus hijos a recibir el bautismo y en la acogida de esta propuesta por parte del obispo,
responsable de la comunidad. El testimonio de los padres jugó un papel decisivo, hasta el punto de convertirse la familia en el lugar
por antonomasia donde la Iglesia transmitía la fe. Así sucede en los países de misión; mientras que en otras naciones de gran
tradición cristiana, la familia ha perdido con frecuencia este protagonismo, con el consiguiente deterioro en la fe y práctica religiosa.
La recuperación de una Iglesia pujante y evangelizadora pasa por la restauración de la familia como institución básica para
transmitir la fe. Por eso, en dichos países la familia cristiana tiene hoy un especial campo de acción sobre todo para con otras
familias no cristianas o alejadas de la práctica religiosa. Los abuelos, los hijos y otros familiares cristianos están urgidos a transmitir
la fe a sus padres y consanguíneos.
Tener hijos no solo es procrearlos, sino que ser padre y madre supone toda la vida, pues se trata de responder a la
obligación de educarles en el aspecto moral y espiritual. El papel de los padres en la educación es insustituible.
Los padres, por lo tanto, son los primeros responsables de la educación de sus hijos. Testimonian esta responsabilidad ante
todo:
En la creación de un hogar.
Un lugar donde papá y mamá se quieren, miran a sus niños como hijos de Dios y todos se respetan como personas con dignidad
humana, donde se cumple la ley de Dios. Creando un hogar donde se respira ternura, cariño, afecto, perdón, respeto, fidelidad y
servicio desinteresado, donde se sirve ante todo al más débil
Un lugar donde todos se sienten a gusto, donde se descansa, porque todos se quieren con un amor limpio, respetuoso, donde
todos se sienten libres y responsables "como en casa".
La familia entera se manifiesta como el amor de Dios: un ambiente de amor sacrificado, desinteresado, gratuito, preferencial por el
más necesitado, sin acepción de personas.
Se vive la virtud de la abnegación.

Ley de vida en un hogar es la negación de los propios intereses, gustos, e incluso necesidades individuales por los de la familia.
Así el padre que llega a casa aún cansado, se pone a servir, a lavar los trastes, por ejemplo, o se sienta para escuchar a su hija
con sus problemas o a jugar con su hijo, haciéndose niño con él.
Se vive en sano juicio.

Se aprende la virtud de la prudencia, a aprender a pensar las cosas antes de hacerlas, se aprende a discernir si conviene o no
conviene una cosa u otra.
Se aprende el dominio de sí.

El padre juega con el hijo y le enseña a gastar su fuerza y energía pero enseñándole a para cuando se convierte en violencia, y de
este modo se enseña el dominio de sí.
Se vive la libertad y responsabilidad verdaderas.

La libertad verdadera se vive cuando no se "obliga" -militarmente- a hacer las cosas, o se le pega al niño física, moral o
espiritualmente para que las haga. No deben existir expresiones como "no vales nada" "eres un idiota" "eres un bueno para
nada"... Sino que lo único que existe es promoción, en lugar de esta violencia, existe lo que denominamos corrección paterna,
materna o fraterna, esto es se corrige orientando, desde el diálogo que no desde la violencia. Quien se equivoca se le enseña, no
se le pega. El pegar sólo conduce a la destrucción del hogar tarde o temprano.
Es el lugar propio de aprendizaje vital.

Los hijos, por el testimonio de los padres aprenderán a subordinar las dimensiones materiales e instintivas a las interiores y
espirituales. Los padres enseñan que el valor de la persona no se encuentra en lo que tiene, lo que sabe o lo que hace, sino en el
amor, en la caridad, en la paciencia, en el servicio, en la entrega, en el perdón, en la misericordia...
Los padres enseñan desde el testimonio más que con las palabras, son buen ejemplo para sus hijos, son modelo para ellos, pues
hasta saben reconocer sus propios defectos para así más cordialmente poder guiar, orientar y corregir a los propios hijos y
ayudarse recíprocamente.
Este es el compromiso primero adquirido por los padres cuando vienen a pedir el Bautismo para sus hijos.

Un segundo compromiso que se adquiere con el Bautismo en relación a educar en la fe, es de conocer nuestra fe, porque los niños
son bautizados en la fe de la Iglesia. Una fe que no es fruto de la voluntad humana ni de la busca de un ser supremo por la mera
razón, sino que el mismo Dios nos ha revelado y ha confiado para su transmisión a la Iglesia -Apóstoles y sucesores legítimos de
éstos, que son el Papa y los obispos-. Por eso hemos de prepararnos a la educación en la fe de la Iglesia:

El Misterio de Dios Uno y Trino se encuentra en el mismo centro de la familia cristiana. Los padres van transmitiendo a los hijos
esta verdad central de la fe, a medida que los incorporan a la vida de familia.
La primera profesión de fe se hace en el Bautismo. El símbolo de la fe es ante todo el símbolo bautismal. Puesto que el Bautismo
es dado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, las verdades de fe profesadas en el Bautismo son articuladas
según su referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad.
Catecismo de la Iglesia Católica #189
Dios es el que es. Dios es Amor. Estos dos nombres están tan inefablemente unidos que manifiestan la misma esencia divina, que
está sobre toda inteligencia creada. Por eso, solo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de Sí mismo, revelándose
como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta vida divina la participamos ya, por la fe de modo incoado en la tierra, y después, de modo
pleno y por la visión de Dios, en la vida eterna.
Gracias a la revelación, podemos profesar que Dios Padre en toda la eternidad engendra al Hijo, que el Hijo es engendrado y el
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ambos.
Las Tres Personas divinas, por tanto, son eternas e iguales entre sí; así mismo la vida y felicidad de Dios es participada totalmente
por cada una de ellas y, en consecuencia, siempre es necesario venerar la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad.
Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, nos ha revelado este Misterio, en el que se nos manifiesta el Plan de Dios, es decir: que
todos nosotros participamos -como hijos- en la comunión de amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El mismo Jesucristo sugiere una cierta semejanza entre las Personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la
caridad, cuando ruega al Padre que "todos sean uno como nosotros también somos uno" (Jn 17, 21-22). Esta semejanza muestra
que el hombre no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega de sí mismo a los demás. Esta semejanza con Dios,
por la autoentrega, la unidad y el amor, es la perfección de la familia.
El matrimonio, que implica una entrega total de los esposos entre sí y de los padres para con los hijos, es, por ello, un perfecto
reflejo de la Comunión Trinitaria. Por eso, la dinámica de la vida en familia es manifestar esta unión íntima entre las Personas
divinas.
Toda invocación, pues, a la Santísima Trinidad en familia, ha de llevar a todos sus miembros a renovar los lazos de comunión entre
ellos y a una más generosa comunicación de sus dones a otras familias.
Tambien hemos de prepararnos a la educación en la fe de la Iglesia :

**. Jesucristo es el Hijo eterno de Dios. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creación, porque en él fueron
creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles… todo fue creado por él y para él… él es el principio,
el primogénito de entre los muertos, para que sea él el primero en todo, pues Dios tuvo a bien hacer residir en él toda la plenitud y
reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando mediante la sangre de la cruz, lo que hay en la tierra y en los cielos” (cf. Col
1, 15-20)

**. Hecho hombre, por obra del Espíritu Santo en el seno de María, nos manifestó al Padre en su Persona y en su predicación. Nos
dio el mandamiento nuevo de que nos amáramos los unos a los otros como él amó; nos enseñó el camino de las
bienaventuranzas: ser pobres en espíritu y mansos, tolerar los dolores con paciencia, tener sed de justicia, ser misericordiosos,
limpios de corazón, pacíficos, padecer persecución por la justicia. Padeció bajo Poncio Pilato. Murió por nosotros como Cordero
inocente que quita el pecado del mundo. Fue sepultado y resucitó por su propio poder, y por su resurrección nos llevó a la
participación en la vida divina. Subió al Cielo, de donde ha de venir de nuevo con gloria, para juzgar a los vivos y a los muertos, a
cada uno según sus propios méritos. Y su reino no tendrá fin.

**. Por tanto, Jesucristo es el Centro del mundo, de la historia, y de la vida de todos los hombres; y su único Salvador. Sólo en Él
está nuestra salvación sin compartirla con otros mediadores o fundadores de religiones. La Persona de Jesucristo, Hijo de Dios y
verdadero hombre entre los hombres es, por ello, el centro y la síntesis de la fe cristiana. En él encontramos el programa de la
Iglesia y de la familia cristiana, "iglesia doméstica". En consecuencia no hay que inventar un nuevo programa. El programa ya
existe. Es el de siempre, recogido por el evangelio y la tradición viva; se centra en definitiva, en Cristo mismo, al que hay que
conocer, amar e imitar para vivir en él la vida trinitaria y transformar en él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén
celestial. Es un programa que no cambia al modificarse los tiempos y las culturas, aunque los tiene en cuenta para un verdadero
diálogo y comunicación eficaz.

**. El conocimiento de Jesucristo nace y crece, sobre todo, mediante el encuentro con su Palabra en la escucha y lectura del
Evangelio, la participación en la vida, sobre todo en la Eucaristía , el trato en la oración personal y comunitaria, y el servicio y
preocupación por los pobres y necesitados. Este conocimiento lleva al amor a su Persona y a practicar el mandamiento del amor al
prójimo, que él nos dio como distintivo y que es el comienzo de toda imitación de su vida.

**. Por tanto, la lectura de la Palabra de Dios y el Evangelio en familia, la participación, como familia, en la eucaristía dominical, la
oración en común y las obras de caridad tienen un lugar preponderante en el hogar cristiano. Estas manifestaciones son parte
esencial de la catequesis familiar.
Seguimos con la reflexión del que dirige. Tomando el Catecismo de la Iglesia Católica como base: de los números 2221-
2231.

No se trata de ser “pesados”. No es necesario hablar constantemente a los hijos de catequesis sobre Dios, pero sí hablar
de Dios o manifestar a Dios, sabiendo que Dios es Amor, y la Familia o habla de amor o ama, no hay otra dedicación. Si hay fe, los
hijos irán creciendo en ese ambiente y comprenderán bien las realidades sobrenaturales. Y eso es lo importante: que el hogar esté
vivo -lleno de amor- y que los padres hablen de Dios con su propio testimonio de vida: se habla de Dios cuando se ama.

Los problemas domésticos no se resuelven con frases típicas de “Dios te va a castigar” “Te irás al infierno” “Eso que has
hecho es un pecado gravísimo” “Sé bueno. ¡Estate quieto!... porque Dios no castiga las trastadas infantiles con el infierno, ni todo
lo que hacen los niños que no nos agrada es pecado, ni el infierno es para que los niños crean que es cosa de brujas o fantasmas,
es más serio.

No podemos usar a Dios para nuestros mezquinos intereses. No se puede invocar el nombre de Dios para que el niño
coma o para que me haga mandados.

La realidad de Dios se manifiesta por el amor cristiano, y conviene en gran manera hacérselo descubrir a los hijos y
quererlo de corazón. Dios no es el “garrote” de los adultos para pegar ante cualquier cosa o circunstancia de los niños, de hecho,
muchos niños tienen una conciencia deformada debido a la presentación de Dios como “prohibiciones”.

Tengan en cuenta que la mente del niño es como un cuello de botella. Si se intenta meter gran cantidad de líquido en poco
tiempo, se desborda y se derrama, y es poco lo que queda aprovechado. En cambio, gota a gota, despacio, pero con constancia,
pronto aprovechará y se llenará de sabiduría.

¡¡IDEAS PARA EDUCAR EN LA FE !!

**Acostumbrar a rezar al ángel de la guarda de rodillas junto a la cama, antes de acostarse, con un Padrenuestro y un Avemaría.

**Ofrecerse a Dios cuando se levanta por las mañanas, en lugar de despertar con gritos o con violencia.

**Bendecir la mesa con una oración.

**Ir juntos -y elegantes- a la misa dominical, rezando juntos al final de la misa con una oración de acción de gracias frente al
Sagrario.

**Seguir tradiciones de religiosidad popular positivas y con sentido, como rezar el rosario en familia o un solo misterio, retomar
devociones a la Virgen del mes de Mayo o de Octubre, tener la imagen del Sagrado corazón en la entrada de la casa, seguir la
costumbre del escapulario del Carmen, entre otras cosas.

Sin consultar con los hijos, por ejemplo, les enseñamos a ir al colegio, quieran o no ¿Por qué? Porque es algo bueno. Pues
con la fe sucede lo mismo. ¿Por qué hay miedo de enseñar la fe? ¿Por qué tan de moda se encuentra el decir: que él decida el día
de mañana? Es cuestión de vida o muerte. Si físicamente, enseñamos al niño a caminar, o a ir al colegio, o a comer bien para la
vida, ¿no es más importante el respirar de la vida espiritual?

El niño aprenderá de sus propios padres sus creencias, sus oraciones, sus devociones y las normas morales. Recuerden
que en el Bautismo nos obligamos a educar en la fe católica.

El niño al crecer debe aprender a administrar de su libertad sin dejarse esclavizar por la propia debilidad. En la
adolescencia, a partir de los doce años aproximadamente, por ejemplo, la debilidad será su pereza o el egoísmo que florecerá. Se
tratará entonces, de hacerle pensar que la fe es una gran cosa y descubra desde pequeño el atractivo de ser cristiano, y que vale
la pena luchar contra la pereza y el egoísmo, vale la pena no dejarse mover por los sentimientos del momento sino por fe.

Aprender a elegir el bien y rechazar el mal es muy importante. Los padres han de poner todos los medios para que el hijo
tenga facilidades para elegir el bien, sin ser ingenuos creyendo que por sí solo elegirá siempre el bien, a elegir el bien se aprende,
por tanto, se debe enseñar.

Entendemos que la fe tiene su soporte en una formación moral, esto es no es que la fe dependa de la moral, pero sí que es
sostenida por la voluntad y la Gracia divina. Si falla la moral se pierde la Gracia , la voluntad se desorienta y la fe se resiente. Por
eso es muy necesario no solo enseñar “fe”, sino también disposiciones morales, se han de consolidar las virtudes personales que
lleven a luchar contra la pereza, el egoísmo y la inconstancia, de manifestaciones de envidia o soberbia o de una consentida y
hasta habitual falta de compromiso y responsabilidad.

¿Se puede amar a Jesús sin conocer su vida y doctrina?

¿Cómo pueden los padres hacer cercanas a sus hijos la enseñanza y vida de Jesús?

¿Cómo hacer descubrir a los hijos que Cristo vive entre nosotros, aunque ya está gozando de Dios en la Gloria del Padre?
La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia. Esta inicia esencialmente mediante el
testimonio de vida cristiana de acuerdo con el Evangelio:
Testimonio de oración:
Se puede rezar antes de comenzar las actividades de la jornada, antes de la comida, bendiciéndola por parte del padre de la
familia, antes de irse acostar, entre otros momentos. Pues es deber de los padres enseñar a orar a sus hijos.
A parte de los "rezos" conocidos, se debería ir leyendo un pasaje bíblico en algún momento de la jornada y comentarlo, y
especialmente los domingos en la participación de la Eucaristía.

Testimonio propio de "familia".

Durante la infancia se muestra este testimonio con gran respeto y afecto, cariño y ternura, por parte de papá y mamá, cuidando y
proveyendo las necesidades físico-materiales y espirituales. En el transcurso del crecimiento, el mismo respeto y la misma
dedicación -en cariño y amor- lleva a los padres a enseñar a sus hijos a usar rectamente la razón y su libre albedrío, mediante la
educación en las virtudes cardinales (prudencia, humildad, templanza y honradez) y teologales.
Testimonio de discípulos y misioneros de Cristo.

Los padres tienen la misión de enseñar a orar y a descubrir a los hijos su vocación de hijos de Dios. Además de enseñar las
virtudes deben enseñar a vivir de fe, esperanza y caridad.

Ejemplos de cómo dar ejemplo


Los niños tienen necesidad de aprender y de ver que sus papás se aman, respetan a Dios y saben explicar las primeras
verdades de fe, que saben exponer el contenido de la fe cristiana en la perseverancia de una vida de todos los días construida
según el Evangelio. Decía Juan Pablo II: "para el niño apenas hay distinción entre la madre que reza y la oración; más aún, la
oración tiene valor especial porque reza la madre".

Se empieza con la actitud al rezar: nuestro modo de hacer la señal de la cruz, el respeto y recogimiento al acercarnos a
comulgar, en otras cosas.

Educar en la fe no es solo dar sabias lecciones teóricas, sino una clase práctica que empieza cuando tu hijo aún no sabe
casi andar y que no termina nunca.

**Si tu hijo viera que los papás suelen ir "a lo suyo" -a lo egoísta-, le será difícil incorporar ideas de la relación entre fe y vida.
No sabrá entender la fe como la preocupación por los demás, el sacrificio y la renuncia a favor de los otros, la misericordia y el
sentido de la generosidad.

**Si los papás no cumplen lo que prometen, y los hijos les ven recurrir a la mentira o "medias-verdades" para salir del paso de
ciertos problemas, no entenderán luego los largos discursos sobre sinceridad o veracidad o de dar la cara.

**Los hijos tienen derecho a ver que los papás se preocupan realmente del dolor y sufrimiento ajeno, que muestran con su
vida lo connatural que debe resultar vivir para los demás, le explicas así la fealdad de la simulación y de la mentira.

**Hay todo un estilo cristiano de ver las cosas y de interpretar los acontecimientos de la vida. Por ejemplo, viendo el modo que
los papás aceptan contrariedades, o cómo reaccionan los papás ante un vecino cargante o inoportuno, o viendo como papá cede
en sus preferencias, o mamá sigue trabajando aunque esté cansada.

**Es así como aprenden a respetar la verdad, a mantener la palabra dada, a no encerrarse en su egoísmo, a ser sensible ante
la injusticia o sufrimiento de los demás, a templar su carácter.

**En la casa se hablará con Dios y se hablará de Dios y del deseo de agradarle y de evitar las ocasiones de ofenderle, del
premio que recibiremos en esta vida y en la eterna si hacemos lo que le agrada. Y todo ello con toda naturalidad, sin afectación ni
simplezas.

Es a esto a lo que nos compromete el Bautismo.

Finalmente, para educar en la fe, hemos de conocer nuestra fe, porque los niños son bautizados en la fe de la Iglesia. Una fe que
no es fruto de la voluntad humana ni de la busca de un ser supremo por la mera razón, sino que el mismo Dios nos ha revelado y
ha confiado para su transmisión a la Iglesia -Apóstoles y sucesores legítimos de éstos, que son el Papa y los obispos-. Por eso
hemos de prepararnos a la educación en la fe de la Iglesia:
**. El seguimiento de Jesucristo exige cumplir los Mandamientos y Consejos de Jesús: "No todo el que dice: Señor, Señor entrará
en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre". Ello está contenidos en el llamado "Decálogo -que significa
'diez palabras'-, que resume y proclama la ley de Dios y en los Evangelios. Por eso, el Magisterio de la Iglesia enseña que es
necesario el cumplimiento de los Diez Mandamientos para obtener la salvación, puesto que expresan los deberes fundamentales
del hombre hacia Dios y hacia su prójimo y revelan en este contenido obligaciones graves; por ejemplo, la protección e
inviolabilidad de la vida, el respeto a la mutua donación conyugal indisoluble y el deber de la procreación y educación de los hijos.
**. El Espíritu Santo guía la Iglesia a la verdad plena, la gobierna con diversos dones y la embellece con sus frutos; con la fuerza
del Evangelio, la rejuvenece y conduce a la unidad consumada con Cristo, su Esposo. Y así toda la Iglesia aparece como un
Pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. La condición de este Pueblo es la dignidad y libertad
de los hijos de Dios; tiene por ley el nuevo mandato de amar como Cristo nos amó y como fin dilatar el reino de Dios; está
destinado a todos los hombres y aunque, con frecuencia, parezca una pequeña grey, es un germen segurísimo de unidad, de
esperanza y de salvación para todo el género humano.

**. Los padres transmiten a sus hijos la fe en el Espíritu Santo desde los primero momentos de su existencia cuando viven según
el Espíritu. En el momento en que los hijos son capaces de entender, además de la coherencia de vida, se requiere una
explicación adecuada. Momentos fundamentales de la misma son: la preparación a los Sacramentos de la Iniciación cristiana,
especialmente el de la Confirmación; la reflexión meditada en la intimidad de la oración de la Palabra de Dios. La puesta en
práctica de las exigencias del Evangelio, y la participación en la vida sacramental de la Iglesia. También es un momento
especialmente eficaz ayudarles a traducir a la vida ordinaria las exigencias de su incorporación a Cristo y a que se interesen en
trasmitir a sus amigos y coetáneos la alegría del mensaje de Jesús.

**. Los bautizados son consagrados por la regeneración y la unción del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo,
para que, por medio de toda su vida, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder del que los llamó a su luz admirable. Así
pues, perseverando en la oración y alabando juntos a Dios, han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa y grata, y dar
testimonio incesante de Cristo y razón de la esperanza que llevan en sus vidas. Los fieles ejercen su sacerdocio, sobre todo, por
medio de una vida santa y en la recepción de los sacramentos.

**. A este respecto, la pronta recepción del sacramento del Bautismo indica, con los hechos, la importancia que tiene para los
padres que los hijos, junto a la vida natural, sean engendrados a la vida de Dios. Algo semejante ocurre si, desde la más tierna
edad, se les va disponiendo -con una catequesis adaptada, aprovechando las circunstancias- a que apetezcan la recepción del
Cuerpo y de la Sangre de Cristo.

**. De este modo se les facilitará también que, llegado el momento de la Primera Comunión, puedan disponerse a través de la
catequesis familiar y/o parroquial con mayor aprovechamiento. Otro tanto se puede decir respecto al sacramento de la Penitencia:
si ven a los padres acercarse a recibir el perdón de Cristo en dicho sacramento, nacerá en los hijos el deseo de recibirlo. Un
período delicado es la preparación a la Confirmación, que puede afianzarles en su adhesión a Cristo y no ser el tránsito a un cierto
abandono de la piedad. Por eso, requiere un seguimiento especial por parte de los padres. Otro tanto cabe decir sobre la
orientación en la elección de vida, una vez llegada la juventud. Los padres respetando escrupulosamente su personal decisión,
deben guiarlos en la elección de estado bien se trate de la entrega en el Matrimonio bien en el camino de la virginidad.

**. Por todo ello, la Eucaristía del Domingo ha de ser el centro de la piedad de los padres y de la familia como tal. Los hijos, viendo
a los padres y participando con ellos en ella, le irán incorporando a sus vidas y la convertirán en el alimento principal de su piedad.

Símbolos del Bautismo:


· El agua que se utiliza es símbolo de limpieza y vida.
Limpieza: porque se nos borra el pecado original.
Vida: porque recibimos la vida de Dios. El Espíritu Santo es quien nos limpia y nos da la vida de Dios.

· El cirio Pascual, la vela grande que se bendice el Sábado Santo, es símbolo de Cristo, luz del mundo, que nos ilumina para que a
la vez podamos iluminar a los demás. En el Bautismo el celebrante toma el cirio y dice "Reciban la luz de Cristo" y entonces un
familiar prende la vela. Como esta vela es muy importante, debemos de tratar de guardarla, para utilizarla en otra vez en la Primera
Comunión, Confirmación o Matrimonio.

· La ropa blanca significa la vida de gracia.

· El aceite que se utiliza, "santo crisma" es aceite mezclado con perfumes, bendecido el Jueves Santo por el Obispo. Crisma que
quiere decir "consagrado". Por ello, cada cristiano es un consagrado a Dios. El Santo Crisma representa al Espíritu Santo. Es el
Espíritu Santo que transforma al hombre y lo consagra.

El rito del Bautismo:

PRIMERA PARTE DEL RITO

RITO DE ACOGIDA DE LOS NIÑOS:


La acogida de los niños manifiesta la voluntad de los padres y de los padrinos y el propósito de la iglesia de celebrar el sacramento
del bautismo, voluntad y propósito que los padres y el celebrante expresan con la signación de los niños en la frente.
Se pregunta el nombre, se pregunta que quieren para el niño y se les pide a los padrinos educar en la fe cristiana al niño.

*IMPOSICIÓN DEL NOMBRE.


Al entregar a la Esposa Madre, a la Iglesia su bebé... lo primero que se les pregunta a los padres es: ¿Qué nombre han elegido
para este niño? Son los papás los que han elegido su nombre. Nombre significa su ser, su identidad, en cierto modo lo que le da
vida, porque ellos lo han creado en colaboración con Dios, por eso le ponen nombre. Pero, ¿Por qué les ponen nombre de cosa o
de perro? ¿Por qué les ponen nombres de actores o actrices de películas o de novelas?

Si somos cristianos, lo lógico y normal es imponerle un nombre de algún santo o santa de la historia, para así tener a este santo
de Protector, modelo e intercesor, como patrono o modelo a imitar durante toda la vida. Hemos de recuperar la costumbre de
celebrar el Santo del niño, y no sólo su cumpleaños.

*INTENCIÓN.
El diálogo inicial con que padres y padrinos declaran ser conscientes de las responsabilidades que asumen será tanto más
auténtico y significatrivo cuanto más sea fruto de una preparación anterior y eficaz. Lo primero que quiere saber la Iglesia es la
intención de los papás. Por eso se les pregunta:
¿Qué piden a la Iglesia para ....? El Bautismo.
¿Qué les da el Bautismo? La fe.
¿Qué les da la Fe? La Vida eterna.

*OBLIGACIÓN.

La Iglesia es Esposa y Madre, pero pide que esa labor tenga cooperación y ayuda por parte de los papás y padrinos.
Todo sacramento conlleva una obligación o compromiso. En el caso del Bautismo es:

1º. Educar al niño en la fe católica.


2º. Guardar y enseñar a guardar los Mandamientos de Dios.
3º. Amar y enseñar a amar al Señor y al prójimo.
4º. Enseñar todo lo que Jesús enseñó.

*SIGNACIÓN.
La señal de la cruz en la frente de los niños -por parte del celebrante, primero, y por parte de los padres y padrinos,
después- es un primer gesto de acogida dentro de la iglesia, y una como introducción a toda la iniciación cristiana o participación
sacramental en la muerte y resurrección de Cristo.

Después de purificar intenciones la Iglesia recibe al nuevo integrante con la señal del cristiano: la señal de la cruz, que
significa pertenencia a Dios y a su Iglesia, consagración a Dios y a su Iglesia. El niño se inicia como nuevo miembro de la Iglesia.

SEGUNDA PARTE DEL RITO

*PALABRA DE DIOS

Para darle su lugar a Dios, como en cualquier acto litúrgico, se lleva a cabo la Liturgia de la Palabra.
La celebración de la palabra tiene por finalidad avivar la fe de los padres, de los padrinos y de todos los presentes; con la homilía,
que puede acompañarse de un momento de silencio, se prepara la comunidad cristiana a profesar la fe en nombre de los niños y a
comprometerse en su formación cristiana hasta hacerles llegar a ser adultos en la fe.

La Palabra de Dios proclamada es una parte esencial de la celebración del Bautismo. La Biblia es la historia del Amor de Dios
por los hombres. Nos habla del proyecto que Dios tiene como Padre para todos. Y la gran revelación de ese proyecto es Jesús, la
Palabra hecha carne.

El anuncio de la Palabra de Dios ilumina a todos para fundamentar nuestra vida en el discipulado de Jesús, el seguimiento de
Jesús en el espíritu, para fundamentar nuestra vida en Jesús Camino, Verdad y Vida, y así aprender a ser propiamente misioneros.

El Bautismo para la Iglesia, para los padres y para los padrinos es una opción radical por asumir los valores de Jesús y ejercer la
labor misionera primeramente en la educación del hijo en el camino de Jesús.

3. Sigue la Oración de los Fieles. Se tiene la oración de los fieles y se invoca a los Santos. Las letanías de los santos nos
recuerdan la comunión que existe en la gran Familia de los hijos de Dios de la cual formamos parte.

Somos bautizados en la fe de la Iglesia, que no en una "fe" individual, ni una "fe" que nazca de la voluntad o inteligencia
humana, es la Fe concedida gratuitamente por el Padre y que es pertenencia de la Iglesia, conformada por:

*Iglesia militante. Somos los que estamos en la lucha y combate en esta tierra.
*Iglesia purgante. Los que esperan el Cielo y la intercesión de la Iglesia militante.
*Iglesia triunfante. Es la de los Santos encabezados por la Virgen Madre. Se rezan letanías y se le pone nombre al niño.
TERCERA PARTE DEL RITO

*ORACIÓN DE EXORCISMO Y UNCIÓN PREBAUTISMAL.

Comienza con un exorcismo, se le unge con aceite de los catecúmenos, (los que se van a bautizar).

La oración del exorcismo y el gesto de la unción con el óleo de los catecúmenos muestran la liberación del pecado original y la
llamada a luchar con Cristo por el bien.

Se desea al niño que el poder de Cristo salvador le fortalezca. Al niño le ungimos con un óleo de salvación. El Padre nos
envió al Hijo para libarnos del dominio de Satanás (que ya conocemos en su ser y en sus tretas), espíritu del mal, y llevarnos así,
arrancados de las tinieblas al Reino de la Luz admirable.

Es un deseo que el niño, lavado del pecado original, sea Templo del Espíritu Santo. Esta unción se hace en el pecho.

*BENDICIÓN DEL AGUA

La celebración del sacramento comienza con la solemne plegaria de la bendición del agua, hermosa catequesis sobre el
agua en la historia de la salvación hasta el bautismo instituido por Cristo; sigue el compromiso solemne de los padres y padrinos en
nombre del niño.

El bautismo, por medio de la realidad visible del agua, trata de mostrarnos lo que acontece en el interior del bautizado.

El agua es símbolo de la vida, de la limpieza, de la regeneración y la fecundidad. También por el agua llega la muerte y la
destrucción.

Por medio de la bendición del agua se desvelan los elementos simbólicos del agua y a unirlos a la salvación de Dios ¿Qué
significa el baño de agua en el Bautismo? Significa que estamos muertos al pecado y vivos por la unión a Jesús.

7. Se hace la renuncia a Satanás y la profesión de fe, el Credo. Las renuncias y la profesión de fe de los padres y los padrinos son
una actualización de su propio Bautismo y una expresión de la fe de la Iglesia , en la cual son bautizados. Las contestaciones son
en singular, para demostrar así el compromiso y la respuesta personal.

Es un momento importante del bautismo en el que manifestamos la repulsa a un estilo de ser hombre en el mundo y
nuestra adhesión al camino de Jesús.

Por las renuncias, no solamente dejamos de lado la realidad del pecado y de este mundo injusto, sino que es un acto
positivo, una repulsa, una declaración de guerra contra todo lo que se opone al vivir del Evangelio.

Por el contrario, profesar la fe en Dios y en Jesús supone adherirse al estilo de vida del Evangelio, manifestado en una
práctica muy real: amando a los demás y trabajando solidariamente por crear las condiciones sociales en que este amor sea
posible.
RENUNCIA A SATANÁS
¿Qué queremos decir cuando hablamos de Satanás? Como suena, todos podemos renunciar a él, pero la realidad es que
cuando decimos Satanás, estamos diciendo:
**PECADO. Todo aquello que nos lleva a negar a Dios.
**EL MAL. Signo de pecado en el mundo.
**EL ERROR. Es la ofuscación de la Verdad.
** LA VIOLENCIA. Es lo contrario a la Caridad.
**EL EGOÍSMO. Es la falta de testimonio del amor.
RENUNCIA A LAS OBRAS DE SATANÁS.

Ya sabemos que decimos cuando hablamos de Satanás, del Diablo, la Serpiente , la Gran Babilonia , entre otras formas.

Ahora vamos a descubrir cuáles son las obras del pecado, el mal, el error, la violencia y el egoísmo:

*ENVIDIA Y ODIO
*PEREZA E INDIFERENCIA
*COBARDÍAS Y COMPLEJOS
*TRISTEZAS Y DESCONFIANZAS
*MATERIALISMO Y SENSUALIDAD
*INJUSTICIA Y FAVORITISMO
*FALTA DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD

RENUNCIA A LAS SEDUCCIONES DE SATANÁS


¿Cómo es que nos seduce el pecado, el mal, el error, la violencia, el egoísmo?

*HACIÉNDONOS CREER LOS MEJORES


*HACIÉNDONOS VER SUPERIORES
*HACIÉNDONOS VER SEGUROS DE NOSOTROS MISMOS
*HACIÉNDONOS CREER QUE YA ESTAMOS CONVERTIDOS DEL TODO
*HACIÉNDONOS QUEDAR EN LAS COSAS, MEDIOS, INSTITUCIONES, REGLAMENTOS Y NO ACUDIR A DIOS.

RENUNCIA A LA SOBERBIA , A LA INJUSTICIA Y AL MATERIALISMO

Satanás, con sus obras y seducciones, nos atrapa en nuestra soberbia, amor propio, autoestima y orgullo. Nos lleva a
creernos mejores que los demás, con:

*EL ABUSO
* LA DISCRIMINACIÓN
*EL FARISEÍSMO, HIPOCRESÍA, CINISMO
*EL ORGULLO
*EL EGOÍSMO PERSONAL
*EL DESPRECIO

Igualmente Satanás nos conduce a todo tipo de injusticia e indiferencia ante la justicia:

*COBARDÍA
*PEREZA
*COMODIDAD
*VENTAJAS PERSONALES

Y en definitiva nos conduce a criterios y comportamientos materialistas:

*EL DINERO. Como la aspiración suprema de la vida.


*EL PLACER. Por encima de todo.
*EL NEGOCIO. Como valor absoluto.
*EL PROPIO BIEN. Por encima del bien común.

TERCERA PARTE DEL RITO

El rito central del bautismo puede realizarse por inmersión, "signo sacramental que expresa más claramente la participación
en la muerte y resurrección de Cristo", o por infusión del agua en la cabeza del niño, acompañadas una u otra con la fórmula
trinitaria, que permite la comprensión de las nuevas y misteriosas relaciones del bautizado con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

*UNCIÓN DEL SANTO CRISMA.

El Santo crisma significa el don del Espíritu Santo al nuevo bautizado que nace de nuevo del agua y del Espíritu. Ha llegado a
ser cristiano, es decir ungido por el Espíritu Santo, incorporado a Cristo, para participar de su misión de sacerdote, profeta y
rey. Esta unción significa el sacerdocio regio del bautizado y su incorporación en la comunidad del pueblo de Dios.

Esta unción en la cabeza -coronilla- anuncia una segunda unción del santo crisma: la confirmación.

*VESTIDURA BLANCA
Simboliza que el bautizado es revestido de Cristo (Gal 3, 27). Se despoja del hombre viejo y se reviste del hombre nuevo (Col 2,
9 - 3, 11). Expresa por tanto la nueva dignidad del cristiano.

*ENTREGA DE LA VELA ENCENDIDA

La candela se enciende en el cirio pascual que hace presente a Cristo resucitado, luz que ha de iluminar durante toda la
vida al bautizado. Expresa por tanto la luz de la fe que se le ha otrogado al niño y se le ha confiado a la familia.

Se dice EFFETA, el niño se abre a la vida cristiana y se le toca la boca.

Los ritos finales reúnen a la comunidad en torno al altar para la recitación del padrenuestro y para subrayar cómo los pequeños
butizados un día recibirán por la confirmación la plenitud del Espíritu Santo. Se acercarán al altar del Señor, participarán en la
mesa de su sacrificio y lo invocarán como Padre en medio de su Iglesia.

La bendición final a las madres, a los padres y a todos los presentes invoca una vez más la felicitación y el compromiso de dar
testimonio de la fe ante sus hijos, en Jesucristo nuestro Señor.
Lo importante es recordar, los papás y los padrinos, que tienen una gran misión en su vida: hacer todo lo necesario para lo que
comienza en el Bautismo crezca y de muchos frutos.

Aplicaciones en la vida diaria:


· Ocuparme de que mis hijos bautizados, sigan creciendo en su vida de gracia. Puede ser mandándolos a tomar clases de
catecismo, hablándoles de Dios, con mi ejemplo.

· Meditar sobre, si tengo algún ahijado, cómo estoy ayudando a su crecimiento en la vida cristiana.

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