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“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”
(1 Tim. 2,4). Por eso nos ha dado unos medios especiales -los sacramentos- para que podamos encontrarnos
con Él y mantener una relación personal e íntima. Los sacramentos (Bautismo, Confirmación, Eucaristía,
Penitencia, Matrimonio, Orden Sacerdotal y Unción de Enfermos) son unos regalos que Dios nos hace para
conocerle mejor y disfrutar de su presencia en nuestra vida. Son un don y gracia del Señor, que nosotros
recibimos sin mérito alguno por nuestra parte: “Por gracia habéis sido salvados mediante la fe; y eso no es
algo que venga de nosotros, sino que es don de Dios” (Ef. 2,8). Esos regalos nos los proporciona Dios por
medio de la Iglesia, pues a ella ha querido confiarle sus sacramentos. La comunidad cristiana sabe que no es
dueña de los sacramentos, para hacer con ellos lo que le parezca. Únicamente es administradora de los
mismos, y ha de ser fiel a lo que el propio Jesús estableció.
El Bautismo es el primero y principal de los sacramentos, que nos hace hijos de Dios y miembros de su familia
que es la comunidad de los creyentes en Cristo: la Iglesia.
Si el Bautismo es un regalo, y una llamada de Dios, al hombre le cabe la posibilidad de acogerlo y de responder
afirmativamente. Pero no siempre es así. Dios nos ha hecho libres, y nos deja decidir; nunca nos fuerza ni nos
obliga. La Iglesia quiere bautizar a todas las personas que crean en Jesús, e incorporarlas gozosamente a la
comunidad cristiana. Pero no puede bautizar a quien no cree, ni a quien pudiendo elegir no haya decidido
por sí mismo. La Iglesia desea, lógicamente, que haya más cristianos, pero no al precio de rebajar las
exigencias mínimas que suponen la fe en Jesús y la valoración de ese regalo que Dios nos hace. Por eso el
Bautismo nunca puede ser entendido como algo “que hay que hacer” o algo “que todo el mundo recibe”, sino
que implica la decisión personal. Naturalmente esto está claro en el caso de los adultos que son capaces de
tomar decisiones. En el caso de los niños, nos corresponde a los adultos tomar decisiones por ellos, tanto en
la vida diaria (educación, cultura, salud, diversiones,…), como a la hora de ser cristianos. Por eso la Iglesia
considera tan importante el papel de los padres en el Bautismo de los niños, y se siente obligada a negarlo
cuando no hay garantías de que éstos sean educados adecuadamente.
Después de lo dicho se comprende fácilmente esta afirmación, pero tal vez convenga insistir en ello. Los
sacramentos no son ritos sociales ni civiles que están a disposición de quien quiera. Los sacramentos no son
de la sociedad. Son acciones de la Iglesia que los cristianos celebramos como expresiones de la fe en
Jesucristo. Cuando en una sociedad todos son cristianos es natural que todos quieran celebrar los
sacramentos. Así ocurría antes entre nosotros. En este tiempo la gente se acostumbró a ver los sacramentos
como unas acciones que se tienen que hacer, que son como una fiesta necesaria, sin lo cual parece que falta
algo. Ahora las cosas son diferentes. Hoy en nuestra sociedad hay libertad religiosa y de conciencia. Y a los
católicos nos parece muy bien que la ley civil respete la libertad de cada uno. No queremos que nadie venga
a la Iglesia por la fuerza y en contra de sus propias convicciones. Queremos que todos crean en Dios y vivan
como discípulos de Jesucristo, pero libremente, de acuerdo con su conciencia.
El problema se plantea cuando alguien que vive alejado de la Iglesia pide recibir algún sacramento, como el
Bautismo. Aunque parezca mentira, todavía hay quien quiere casarse por la Iglesia, bautizar a su hijo y que
haga la Primera Comunión, sin tener fe. En esto, como en todo en la vida, debemos mantener al menos una
mínima coherencia, y no ceder a costumbres, presiones familiares o falsas apariencias.
II – ALGO TAN SERIO COMO LA FE
1. LA FE ES FUNDAMENTAL
La fe es un asunto importante, al menos para los creyentes. De ahí que cuando unas personas solicitan el
bautismo, se ha de poner de relieve la cuestión de la fe. Si quien solicita el bautismo (para él o para su hijo)
es creyente no hay problema, pues comprende que la fe es fundamental para poder recibir el bautismo. Pero
si el que lo solicita lo hace por costumbre, por tradición, por evitar problemas familiares, pero sin fe,
difícilmente puede entender el planteamiento adecuado de la cuestión, porque, para él, es un asunto que le
resbala. Los creyentes queremos y pedimos que nuestra fe sea respetada, y que no se juegue con ella usando
los sacramentos para ceremonias sociales.
2) Los exorcismos.
a) Renuncia a Satanás.
En voz alta el bautizado, o los padrinos en su lugar, renuncian a Satanás, a sus pompas y a sus obras.
El renunciar a las pompas del demonio, significa renunciar al ambiente mundano y materialista que reina
en el mundo.
El renunciar a las obras del demonio, significa renunciar al pecado.
b) Señal de la cruz.
El sacerdote hace la señal de la cruz en la frente y el pecho del bautizado, significando que en sus
pensamientos y sentimientos, Jesús vence al demonio.
3) Unción con óleo.
La unción se hace con un óleo especial llamado crisma, el cual es bendecido por el obispo el jueves santo. El
significado de esta unción es que el nuevo cristiano comparte con Cristo una triple misión como profeta, rey
y sacerdote, los cuales eran ungidos antiguamente.
En la antigüedad, también untaban de aceite a los luchadores para que su cuerpo estuviera flexible y
escurridizo. En el bautismo se hace la unción con aceite también con este significado, dándole al bautizado
un carácter de luchador triunfador contra el demonio, infundiéndole valor en la lucha y seguridad en el
éxito.
4) La sal
Dentro del rito se le pone un poco de sal en la lengua del bautizado. Esto es una señal de bienvenida.
Simboliza la entrada a la familia de la Iglesia y la bienvenida que le damos al nuevo miembro.
Otro significado que tiene la sal, es el gusto por las cosas de Dios que la gracia del Bautismo le dará al
bautizado. Esto es opcional ya que se realizaba este símbolo antes del Concilio Vaticano ll
5) El agua. Siempre se ha relacionado al agua con la purificación, ya que vemos sus efectos en el baño
diario: El agua tiene el poder de limpiar, sanar, purificar.
En la Biblia, el agua tiene dos significados: En algunos casos es devastadora (El Diluvio Universal) y en
otros es vivificante (La Creación).
En el bautismo, el agua es devastadora para el pecado y vivificante para el espíritu.
6) La vela.
La vela tiene dos significados: Es Cristo como luz que iluminará la vida del bautizado y es señal de
que el bautizado tiene la misión de ser luz del mundo.
7) El Credo.
El rezo del Credo, es símbolo del compromiso de fe y de identidad con la Iglesia que adquiere el
bautizado.
8) El rezo del Padre Nuestro.
Con esta oración el bautizado manifiesta que se ha convertido en hijo de Dios.
Los efectos del Bautismo.
El bautismo es un gran regalo que Dios nos ha dejado para ayudarnos a llegar a la salvación eterna.
Aunque aparentemente todo sigue igual por fuera, los cambios que el bautismo realiza en nosotros
son los siguientes:
1) Nos hace hijos de Dios. Con el bautismo recibimos una vida nueva, la vida de gracia que nos
hace participar de la vida divina. Es una filiación real y no una adopción, pues la vida de Dios
estará dentro de nosotros.
2) Nos hace miembros de la Iglesia. Al recibir el bautismo, entramos a formar parte de una
familia; la familia formada por todos los hijos de Dios, que es la Iglesia. El bautismo nos abre la
puerta para poder recibir todos los demás sacramentos.
3) Nos perdona todos los pecados. A diferencia del bautismo de Juan, el bautismo instituido
por Jesús sí perdona los pecados del que los recibe, incluyendo al pecado original. Es algo gratuito
que no pide reparación alguna.
4) Nos perdona todas las penas merecidas. Al recibir el bautismo se borran definitivamente
nuestros pecados y las penas que por ellos merecíamos. Esto significa que si una persona muere
acabando de recibir el bautismo, no irá al purgatorio, pues no necesita purificación alguna.
La confesión en cambio, solamente borra el pecado, pero no el deber de purificación, que lo
podemos cumplir en la tierra con sacrificios, penitencias y buenas obras, o en el purgatorio
después de nuestra muerte.
5) Nos infunde las virtudes teologales. En el bautismo, Dios nos hace tres regalos: Son la Fe,
la Esperanza y la Caridad. Las recibimos como semillas y es deber nuestro el hacerlas crecer para
que lleguen a su máximo desarrollo dentro de nosotros.
REFERENCIA
Del catecismo de la Iglesia Católica
(1246-1421)
IV QUIEN PUEDE RECIBIR EL BAUTISMO
El Bautismo de niños
1250 puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños
necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo (cf DS 1514) para ser librados del poder de las tinieblas
y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios (cf Col 1,12-14), a la que todos los hombres
están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo
de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no
le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento (cf CIC can. 867; CCEO, can. 681; 686,1).
1251 Los padres cristianos deben reconocer que esta práctica corresponde también a su misión de
alimentar la vida que Dios les ha confiado (cf LG 11; 41; GS 48; CIC can. 868).
1252 La práctica de bautizar a los niños pequeños es una tradición inmemorial de la Iglesia. Está
atestiguada explícitamente desde el siglo II. Sin embargo, es muy posible que, desde el comienzo de la
predicación apostólica, cuando "casas" enteras recibieron el Bautismo (cf Hch 16,15.33; 18,8; 1 Co 1,16), se
haya bautizado también a los niños (cf CDF, instr. "Pastoralis actio": AAS 72 [1980] 1137-56).
Fe y Bautismo
1253 El Bautismo es el sacramento de la fe (cf Mc 16,16). Pero la fe tiene necesidad de la comunidad de
creyentes. Sólo en la fe de la Iglesia puede creer cada uno de los fieles. La fe que se requiere para el Bautismo
no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse. Al catecúmeno o a su
padrino se le pregunta: "¿Qué pides a la Iglesia de Dios?" y él responde: "¡La fe!".
1254 En todos los bautizados, niños o adultos, la fe debe crecer después del Bautismo. Por eso, la Iglesia
celebra cada año en la noche pascual la renovación de las promesas del Bautismo. La preparación al Bautismo
sólo conduce al umbral de la vida nueva. El Bautismo es la fuente de la vida nueva en Cristo, de la cual brota
toda la vida cristiana.
1255 Para que la gracia bautismal pueda desarrollarse es importante la ayuda de los padres. Ese es también
el papel del padrino o de la madrina, que deben ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo
bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristiana (cf CIC can. 872-874). Su tarea es una verdadera
función eclesial (officium; cf SC 67). Toda la comunidad eclesial participa de la responsabilidad de desarrollar
y guardar la gracia recibida en el Bautismo.
V QUIEN PUEDE BAUTIZAR
1256 Son ministros ordinarios del Bautismo el obispo y el presbítero y, en la Iglesia latina, también el
diácono (cf CIC, can. 861,1; CCEO, can. 677,1). En caso de necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada,
puede bautizar (Cf CIC can. 861, § 2) si tiene la intención requerida y utiliza la fórmula bautismal trinitaria.
La intención requerida consiste en querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar. La Iglesia ve la razón de
esta posibilidad en la voluntad salvífica universal de Dios (cf 1 Tm 2,4) y en la necesidad del Bautismo para
la salvación (cf Mc 16,16).
RESUMEN
1275 La iniciación cristiana se realiza mediante el conjunto de tres sacramentos: el Bautismo, que es el
comienzo de la vida nueva; la Confirmación que es su afianzamiento; y la Eucaristía que alimenta al discípulo
con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para ser transformado en El.
1276 "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado" (Mt 28,19-20).
1277 El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Señor, es
necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que introduce el Bautismo.
1278 El rito esencial del Bautismo consiste en sumergir en el agua al candidato o derramar agua sobre su
cabeza, pronunciando la invocación de la Santísima Trinidad, es decir, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
1279 El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, es una realidad rica que comprende: el perdón del pecado
original y de todos los pecados personales; el nacimiento a la vida nueva, por la cual el hombre es hecho hijo
adoptivo del Padre, miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo. Por la acción misma del bautismo, el
bautizado es incorporado a la Iglesia, Cuerpo de Cristo, y hecho partícipe del sacerdocio de Cristo.
1280 El Bautismo imprime en el alma un signo espiritual indeleble, el carácter, que consagra al bautizado
al culto de la religión cristiana. Por razón del carácter, el Bautismo no puede ser reiterado (cf DS 1609 y 1624).
1281 Los que padecen la muerte a causa de la fe, los catecúmenos y todos los hombres que, bajo el impulso
de la gracia, sin conocer la Iglesia, buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan por cumplir su voluntad, pueden
salvarse aunque no hayan recibido el Bautismo (cf LG 16).
1282 Desde los tiempos más antiguos, el Bautismo es dado a los niños, porque es una gracia y un don de
Dios que no suponen méritos humanos; los niños son bautizados en la fe de la Iglesia. La entrada en la vida
cristiana da acceso a la verdadera libertad.
1283 En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la liturgia de la Iglesia nos invita a tener confianza en
la misericordia divina y a orar por su salvación.
1284 En caso de necesidad, toda persona puede bautizar, con tal que tenga la intención de hacer lo que hace
la Iglesia, y que derrame agua sobre la cabeza del candidato diciendo: "Yo te bautizo en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo".