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ESTILO DIALOGAL
Nos servimos del Tríptico.
Éste se les habrá entregado cuando vienen a solicitar fecha para el Bautizo
Conviene recomendarles que lo vean detenidamente en la familia (al menos los padres y
padrinos)
Para que el encuentro de preparación parta de la experiencia de los participantes, y se
puedan compartir sus inquietudes, responder a sus preguntas etc.
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Una decisión que se toma desde la Fe
• En una sociedad pluralista no tiene sentido hacer las cosas sólo por costumbre o dejarlas
de hacer porque otros tampoco lo hacen.
• Tomar una decisión acertada o equivocada, tiene sus consecuencias. Hacer las cosas sin
habérselas planteado bien, también las tiene. En cualquier otro terreno, se suele uno in-
formar de las condiciones de la hipoteca, del contrato que se firma etc. Y “la otra parte”
también trata de saber si el “cliente” cumplirá las condiciones.
• El bien de estas criaturas, merece que se cuiden todas las decisiones sobre ellos, y en
especial ésta de bautizarlos
• Aquí estamos en el terreno de la Fe. La Parroquia no tiene un “aparato” para medir vues-
tra Fe. Tiene que confiar en vosotros, en vuestra palabra y en Dios que seguro que os
ama y quiere para vosotros una fe viva (por muy apagada que alguno pudiera tenerla).
• Lo que sí podemos y debemos hacer es ayudaros a ser conscientes de que para acoger
la Gracia que Dios derrama en el Bautismo es necesario:
Que padres y padrinos motivados por su fe, tomen la decisión de bautizarlos,
porque quieren ese don de Dios para la criatura que traen a bautizar.
y confían en la Gracia de Dios para cumplir bien la misión de educarlos como seguido-
res de Jesucristo.
• El niño, la niña cuyo bautizo sea fruto de una decisión sincera tomada por sus padres y
apoyada por sus padrinos, tendrá la suerte de no desconcertarse cuando tenga conoci-
miento y pueda descubrir que sus padres valoran el regalo que le hicieron al “apuntarlo a
ser cristiano”. En caso contrario, será el primero en sufrir las consecuencias.
• Y no sólo vosotros, también los demás miembros de la comunidad cristiana, hemos de
tomarnos en serio el desarrollo del germen de nueva vida que el Bautismo siembra en
cada niño que bautizamos. Todos somos responsables de crear el ambiente en el que
puedan crecer humana y cristianamente.
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El Bautismo es un Encuentro con Dios, un Sacramento
Como se resume en el Tríptico, a través del signo visible, Dios actúa más allá de lo que ven
nuestros ojos, dándonos su gracia y amor para siempre.
• El Bautismo es uno de los 7 Sacramentos que tenemos los cristianos para CELE-
BRAR en los distintos momentos de la vida, LA PRESENCIA VIVA del DIOS que NOS
AMA y que NOS SALVA.
• Es el Sacramento primordial que nos introduce en la vida de la fe, nos hace cristia-
nos, miembros de la Iglesia y aptos para recibir, en su momento, los otros sacramentos.
(Confirmación, Penitencia, Eucaristía, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matri-
monio).
• El talante de fiesta de los sacramentos no consiste en que haya mucho bullicio sino,
al contrario, en celebrar con recogimiento, con sentido profundo, y con alegría comparti-
da.
• Los primeros cristianos no solían bautizar a los niños; bautizaban cuando la per-
sona lo pedía, ya de mayor,. Era entonces necesaria una larga preparación. Podía du-
rar varios años. La acompañaban un catequista, que le explicaba el mensaje cristiano, y
un padrino, que le mostraba cómo se comportaban los cristianos. Y el bautismo tenía
lugar el sábado santo en la Vigilia Pascual.
NOTA: Donde utilicen los otros signos del ritual, los pueden explicar también en la preparación, resaltando los principales.
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AMPLIACIÓN DEL CONTENIDO SOBRE LOS SÍMBOLOS
• Para San Pablo el bautismo es una muerte a la "antigua vida” de pecado para renacer
a la “vida nueva” de la gracia, que consiste en una sincera disposición a luchar contra
el egoísmo, el pecado, la injusticia, y todo lo que destruye al ser humano, y un deseo de
trabajar por la honradez, la bondad, la justicia, la solidaridad y todos los verdaderos valo-
res humanos, que se resumen en el mandamiento del amor.
• Otro símbolo es la unción con el Santo Crisma con el que queda sellada su consa-
gración para entrar a formar parte del pueblo de Dios y ser miembro de Cristo, sacerdote,
profeta y rey. Como Él, cada cristiano es “sacerdote” porque es capaz de “ofrecer” a Dios
y a los demás el sacrificio de la propia vida; es “profeta” porque puede y debe anunciar
que es posible construir un futuro mejor y denunciar lo que va en contra del bien común
querido por Dios; y tiene la mejor de las “realezas” que consiste en “prestar servicio” a
todos.