Novena de navidad para tiempo de crisis

“HOY OS HA NACIDO
UN SALVADOR”
superándolas, en las dificultades siendo poderosos enfrentán-
dolas, por la esperanza puesta en Dios que nos llena de con-
fianza y nos hace optimistas.
Celebremos la navidad en la alegría que se nos ha dado “os ha
nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador”. Y nosotros
por el encuentro con Él nos hacemos prolongación, presencia
de la salvación que Él nos ha dado.
Celebrar la navidad es abrir la vida personal y comunitaria a
la presencia viva del Señor Jesús que nos salva y nos hace fe-
lices y salvadores, que nos fortalece en la esperanza y llena
de sentido nuestras luchas; celebrar la navidad es proclamar
gozosos en medio del mal y la injusticia del mundo, en medio
de la guerra y el sufrimiento, en medio de la hipocresía y el
engaño, en medio de la muerte y el dolor, proclamar gozosos
que la ultima palabra la tiene nuestro Padre, el Dios de la vi-
da; que en todo venceremos por la fuerza del Señor que resu-
citado vive en medio de nosotros.
Entremos a Belén y aprendamos la lección.
Pbro. HUGO SOEL OCHOA PATIÑO
ORACION INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS
Dios Padre Bueno, tu nos amas y quieres nuestra felicidad.
La hemos buscado fuera de ti y llevado nuestras apetencias
y caprichos, nuestras concupiscencias y deseos de placer,
nuestras mentes y pensamientos infundidos, nuestros peca-
dos y durezas de corazón, nuestra ignorancia y ceguera espi-
ritual, caemos en lo llamado crisis.
Nos alejamos de ti, pero en tu amor nos has dado a Jesu-
cristo, el nos enseñó el camino para ser dichosos: Hacer su
voluntad, de Padre.
Él nos mostró que sí se puede vivir en paz, recorriendo el ca-
mino de la liberación, el desprendimiento, la generosidad, la
compasión y misericordia, el estar en comunidad en el servi-
cio y la entrega fraterna.
Ayúdanos Padre a tener un corazón de hermanos para que
luchando juntos por la justicia, la fraternidad y la paz, supe-
remos las exigencias de la crisis en que hemos caído, y la ac-
ción liberadora de tu Hijo, que nos acompaña siempre, nos de
sentimientos de optimismo que reflejan la confianza en Ti, y
en unidad y amor caminemos hacia la prosperidad y el pro-
greso, superando todo tipo de muestro estado de crisis, li-
mitaciones, dificultades. Amén.
Reflexión para el día primero:
“ENTRAR EN LA PROMESA”
LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 3,9-15
Yahveh Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»
Este contestó: «Te oí andar por el jardín y tuve miedo, por-
que estoy desnudo; por eso me escondí.»
Él replicó: «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo?
¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?»
Dijo el hombre: «La mujer que me disté por compañera me
dio del árbol y comí.»
Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?»
Y contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.»
Entonces Yahveh Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho
esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los
animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo co-
merás todos los días de tu vida.
Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su
linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calca-
ñar.» PALABRA DE DIOS
Aunque el pecado nos lleva a experimentar la crisis de la soli-
tariedad, de descampado, de la desprotección, a escondernos
y echar culpa a los demás de lo que nos sucede, una voz se
escucha: “os enviaré un Salvador”, alguien que le aplaste la
cabeza al seductor.
Cuando el mal ataque el talón, la confianza en ducha promesa
lleva a aplastar por la cabeza del pesimismo, del decir no po-
demos salir de esta, del lamentarnos y no asumir las respon-
sabilidades personales de la situación que nos embarga, con
el optimismo, y se inicia el camino de la compañía, la comu-
nión, la protección.
Entremos en la confianza de la promesa hecha por Dios de
enviarnos un Salvador, que ya está entre nosotros con su
mensaje y su llamada al Reino de Dios.
La esperanza es la seguridad confiada y alegre que la ultima
palabra sobre nuestra vida, sobre nuestro destino comunita-
rio, la tiene nuestro Padre, el Dios de la vida; es la certeza
absoluta que, en nuestra búsqueda fraternal, en nuestra lu-
cha por la justicia y la paz, por la igualdad ente los hombres y
la felicidad para todos, en esa lucha venceremos siempre por
la fuerza de aquel que nos amó y se entregó ´por nosotros.
Venceremos por el triunfo de Jesús; Él ha vencido la muerte
y el mal, y quiere que estemos con Él donde Él está; vivamos
con Él la vida nueva de Dios desde ahora y para siempre.
Tener esperanza es caminar seguros como hermanos luchan-
do en la construcción del Reino de Dios, seguros porque el
Reino ya ha llegado, ya empezó; Jesús nos ha abierto las
puertas del Reino; Él es el camino, la Verdad y la Vida. Esta
esperanza se refuerza en el caminar juntos, siguiendo el
ejemplo de los pastores ante la noticia que se nos anuncia:
“Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el
Señor nos ha manifestado”.
“Vayamos”, un caminar en comunidad, hacia Belén, obedecien-
do la Palabra de Dios que escuchamos como Buena Noticia,
para encontrar la realidad de Dios entre nosotros en las limi-
taciones siendo poderoso, en la pobreza siendo rico, en la hu-
mildad siendo soberano, en la debilidad siendo fuerte, en la
sencillez siendo grande, para hacernos poderosos, fuertes,
ricos, grandes, y tener la valentía de enfrentar las limitacio-
nes y dificultad con optimismo y vencer el mal del egoísmo, la
soberbia, la envidia, la codicia que nos han llevado a vivir la
crisis.
Entremos todos a Belén, inscribámonos en la escuela de Be-
lén, para aprender a vivir en la humildad, pobreza de espíritu,
la sencillez, la fortaleza de espíritu, para en la pobreza ser
ricos compartiendo, en las limitaciones siendo fuertes
envolvió en su luz; y se llenaron de temor.
El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran ale-
gría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la
ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto
os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales
y acostado en un pesebre.»
Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército
celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las
alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se com-
place.»
Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al
cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues,
hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha
manifestado.»
Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al
niño acostado en el pesebre.» PALABRA DEL SEÑOR.
Es verdad que las cosas no son fáciles siempre; más aún, ge-
neralmente son difíciles, nuestros esfuerzos por la justicia y
la paz, por el compartir y la búsqueda del bienestar comunita-
rio, por la celebración gozosa y la escucha atenta, por la ora-
ción fraterna y la limpieza de corazón, por adquirir bienes y
la alimentación, todos estos esfuerzos muchas veces se ven
frustrados… son muchos los obstáculos, las limitaciones. Mu-
chas cosas no pasan de ser deseo… ¿Qué nos queda entonces
de todo esto?
Se nos anuncia: “No temáis, pues os anuncio una gran alegría,
que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad
de David, un salvador, que es el Cristo Señor”.
Nos queda la esperanza, y ahí esta Jesús llenando de sentido
lo que parece fracaso, dándonos alegría en el dolor, llenándo-
nos de optimismo en las derrotas. Nos queda la esperanza.
ORACIÓN A LA VIRGEN DEL CONSUELO
Santa María, nos acercamos a ti como el Ángel Gabriel, para
reconocerte llena de gracia, disponible y generosa. También
para implorar tu consuelo en los momentos que pasa la huma-
nidad y nuestra vida mortal.
Dios se fijó en ti para entregarnos a su Hijo único, Jesucris-
to, que nos muestra el camino para ser feliz.
Hemos sido sordos a sus enseñanzas y hemos llevado a la hu-
manidad a vivir una crisis que no logra superar, consuélanos
con tu intercesión y amor maternal, ayúdanos a entrar en la
promesa de salvación, subir el monte de la confianza, vivir el
llamado a la salvación y la conversión, ser ofrenda sincera y
confiada de amor, para vivir en el arca de la paz y el optimis-
mo, de la unidad y la liberación, sintamos la fuerza salvadora
de tu Hijo y nuestro Señor, y podamos contigo proclamar
eternamente la grandeza del Señor y superar la situación que
vivimos. AMÉN. (Ave María)
ORACIÓN A SAN JOSÉ
Bondadoso y buen José, tu supiste acoger la llamada del Se-
ñor y con responsable amor protegiste a María y a tu Hijo
Jesús. Nosotros hemos malgastado nuestra existencia
caminando por nuestras ideas y caprichos y hemos llevado a
vivir en las limitaciones y dificultades a la humanidad.
Tu conociste lo que es vivir en ese estado, limitados, dificul-
tosos y exigentes, intercede ante Dios para que obtengamos
la gracia del amor, acojamos el mensaje de Jesucristo desde
Belén hasta el calvario y la resurrección, y llenos del optimis-
mo que nace de la confianza en el amor de Dios Padre, contri-
buyamos, como tú, a la salvación de la humanidad de la vida
que experimentamos. AMÉN. (Padre Nuestro…)
 GOZOS sorprenderse, dejarse sorprender por lo que Dios hace, y en
la unidad de la comunidad demos testimonio de nuestra espe-
Cuantos lamentos, ranza con optimismo y confianza, dejando a Dios actuar en
cuantos gemidos, nuestra propia vida, con una palabra que es viva y eficaz, que
nacen por nuestro egoísmo, se nos invita a creerla. Este creer en la palabra de Dios nos
tu auxilio necesitamos. lleva a vivir de acuerdo a lo que ella nos formula, no a lo que
Por ello te decimos: nosotros le queramos querer hacer decir.
Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos. Creer en la palabra de Dios nos lleva a vivir su mandato de
amarnos y ser uno, ser unidad, para ser misioneros y hacer
Con José y María, que otros crean en Dios y así salir de la crisis, como Zacarías
tu entrada en el mundo salió de su mudez y se logra comunicar alabando y bendicien-
fue de dificultades y limitaciones do a Dios.
nosotros la vivimos,
pues las hemos construido. Reflexión para el día noveno:
Por ello te decimos: “ENTRAR EN BELÉN”
Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos. LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 2,1-16
«Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Au-
Las limitaciones y dificultades gusto ordenando que se empadronase todo el mundo.
nos llevan a sentir crisis, Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador
contigo Señor las podemos superar de Siria Cirino.
con optimismo. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad.
Por ello te decimos: Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a
Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos. Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de
la casa y familia de David, para empadronarse con María, su
Alegría y optimismo esposa, que estaba encinta.
es lo que necesitamos, Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los
con tu venida al mundo días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le
de confianza nos llenamos. envolvió en pañales y le acostó
Por ello te decimos: en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al ra-
so y vigilaban por turno durante la noche su rebaño.
Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los
las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que Caminamos a Belén
nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que ha- pues queremos encontrar
bitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pa- unos brazos de madre
sos por el camino de la paz.» PALABRA DEL SEÑOR y un corazón de padre,
que nos acogen para ayudar
Al escuchar este texto nos debemos remontar a los aconteci- Por ello te decimos:
mientos precedentes. Zacarías, siendo de la corte de los sa- Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos.
cerdotes, de los creyentes cercanos a los ritos y ceremonias
sacrificiales del templo, no creyó en las palabras que el ángel En Belén nos enseñas
le comunicó del cumplimiento, por parte de Dios, de darle un el camino para salir de la crisis,
hijo en respuesta a las suplicas que le hacía. siendo humildes y sencillos
Esta situación de creyente lo lleva a entrar en una crisis, que podremos ser felices.
lo aísla, no puede comunicar lo que le sucede. Por ello te decimos:
Dios que es misericordioso y compasivo, que tiene un plan de Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos.
salvación para los hombres, lleva a cabo su obra, a pesar del
actuar del hombre, cumple con lo ofrecido, le da un hijo, que Un corazón autentico y sincero
lo impulsa a bendecir y reconocer la obra de Dios en favor del es lo que pedimos
pueblo. para vivir tu Evangelio
Es hora de nosotros tomar conciencia de la obra de y para salir de la crisis colaborarnos.
Dios en la historia de la humanidad y ello a confiar se- Por ello te decimos:
riamente en Él, para entrar en su bendición, es decir entrar Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos.
en su gracia, en el deseo de bienestar que Dios tiene para la
humanidad, lo que nos esfuerza a trabajar por el bien de to- Vives Señor con nosotros
dos, a crear comunidad, a dar testimonio de nuestra esperan- cuando compartimos el pan,
za en un Dios que es fiel a sus promesas y hace brillar un nue- cuando el beneficio egoísta
vo resplandor, una luz que nos llena de esperanza un Dios que no es nuestro primer afán,
se acerca, que viene a nosotros con humildad y sencillez, no de la crisis salimos y
en la opulencia del lujo y el derroche, del egoísmo y de solo por nuestra vida de hermanos
satisfacer por propios deseos y caprichos, que nos aíslan de muchos te conocerán.
la vida de comunidad. Por ello te decimos:
La obra de Dios congrega, los vecinos se reúnen en la casa de Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos.
Zacarías e Isabel para contemplar la obra de Dios y
Con los que buscan justicia líderes de dicha ideología.
y no callan ante el mal, La esperanza los lleva a actuar con optimismo no solo en al-
con quienes pierden la vida canzar la victoria en lo terrenal sino en pensar en otra vida
por defender la verdad, nueva, para lo cual hacen ofrenda en muestra de su esperan-
con ellos vives Señor, za en Dios.
son tu presencia real. Nosotros que conocemos la doctrina de la resurrección y
Por ello te decimos: creemos en Cristo resucitado, en medio de la crisis y limita-
Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos. ciones que vivimos, debemos llenarnos de ello y resurgir en el
optimismo del triunfo en medio de la lucha cotidiana. No per-
Los de limpio corazón, mitir que unas ideologías humanas, que nos han llevado a cri-
los de buena voluntad, sis, nos apaguen la esperanza de una vida nueva, y nos ofrez-
los que no odian ni ofenden camos a Dios de manera sincera y confiada a vivir con el opti-
y aman la libertad, mismo de la firmeza en Dios vivo y presente entre nosotros,
esos, Señor, son los heraldos de un Dios con nosotros, de un Emmanuel.
constructores de hermandad.
Por ello te decimos: Reflexión para el día octavo: “ENTRAR EN LA BENDI-
Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos. CIÓN”
LECTURA DEL EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 1,67-79
Con quienes buscan justicia, Zacarías, lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo:
con los que comparten y oran, «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redi-
con los que esperan mido a su pueblo, y nos ha suscitado una fuerza salvadora en
con los que celebran y escuchan, la casa de David, su siervo, como había prometido desde
en el dinamismo del pueblo, tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos
en los esfuerzos de paz, salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los
con los de corazón limpio que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y
allí Señor siempre estás. recordando su santa alianza y el juramento que juró a
Por ello te decimos: Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos
Ven, ven Señor, no tardes, ven que te esperamos. enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia
delante de él todos nuestros días.
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás de-
lante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo
conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por
El valeroso Judas recomendó a la multitud que se mantuvieran
limpios de pecado, a la vista de lo sucedido por el pecado de
los que habían sucumbido.
Después de haber reunido entre sus hombres cerca de 2.000
dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio
por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando
en la resurrección. Pues de no esperar que los soldados caídos
resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por los
muertos; más si consideraba que una magnífica recompensa
está reservada a los que duermen piadosamente, era un pen-
samiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio
expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran libera-
dos del pecado. PALABRA DE DIOS.
Los libros de los Macabeos toman su nombre de los hermanos
Macabeos, porque estos desempeñan en ellos el papel más im-
portante, describen las luchas de los judíos por su libertad
nacional y religiosa, contra la opresión e intento de heleniza-
ción por parte de los reyes sirios Antíoco IV (175-164 a de C)
y sus sucesores.
Inicia como la introducción de una carta en la que se expresa
el deseo de paz ante una realidad de crisis a causa de las ten-
dencias a seguir ideologías ajenas a su vida religiosa y la
preocupación por el cuerpo, el culto al cuerpo y la estética
corporal, que les lleva a alejarse del culto a Dios y la vivencia
de sus mandatos.
Esta crisis religiosa lleva aun grupo a retirarse al desierto
buscando reorientar la vida desde Dios para superar la situa-
ción.
La esperanza en recuperarse de la crisis del pueblo lleva a
organizarse, inspirados por la fe y esperanza en Dios, en un
grupo que lucha contra lo que se estaba imponiendo y los
ORACION A JESÚS
Señor Jesús, la navidad no es un simple recuerdo de tu pre-
sencia entre nosotros como Salvador, es la invitación a reno-
varnos en la confianza en Dios Padre, aceptando tu enseñanza
de vivir en la humildad, sencillez, limpieza de intenciones,
ofreciéndonos y entregándonos al servicio de la humanidad,
para caminar juntos, unidos en el amor fraterno, y así contri-
buir a la superación de las limitaciones y dificultades en que
hemos caído por nuestro egoísmo y soberbia, nuestro aleja-
miento de tus enseñanzas y amor, de celebrar la vida contigo
y mirar el horizonte de vida eterna que nos ofreces. Ven y
haznos dóciles a tu Espíritu, que te descubramos presente en
el hermano y sintamos tu amor en el compartir fraternal; que
oigamos tu voz que nos llama a buscar como pueblo unido la
verdad y la justicia. AMÉN. (Gloria al Padre…)
Reflexión para el día segundo:
“ENTRAR EN EL ARCA”
LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 6,1-8; 13-14; 17-
22
Viendo Yahveh que la maldad del hombre cundía en la tierra,
y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran pu-
ro mal de continuo, le pesó a Yahveh de haber hecho al hom-
bre en la tierra, y se indignó en su corazón.
Y dijo Yahveh: «Voy a exterminar de sobre el haz del suelo al
hombre que he creado, - desde el hombre hasta los ganados,
las sierpes, y hasta las aves del cielo - porque me pesa haber-
los hecho.»
Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahveh.
Dijo, pues, Dios a Noé: «He decidido acabar con toda carne,
porque la tierra está llena de violencias por culpa de ellos.
Por eso, he aquí que voy a exterminarlos de la tierra.
Hazte un arca de maderas resinosas. Haces el arca de cañizo
y la calafateas por dentro y por fuera con betún.
Por mi parte, voy a traer el diluvio, las aguas sobre la tierra,
para exterminar toda carne que tiene hálito de vida bajo el
cielo: todo cuanto existe en la tierra perecerá.
Pero contigo estableceré mi alianza: Entrarás en el arca tú y
tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo.
Y de todo ser viviente, de toda carne, meterás en el arca una
pareja para que sobrevivan contigo. Serán macho y hembra.
De cada especie de aves, de cada especie de ganados, de ca-
da especie de sierpes del suelo entrarán contigo sendas pa-
rejas para sobrevivir.
Tú mismo procúrate toda suerte de víveres y hazte acopio
para que os sirvan de comida a ti y a ellos.»
Así lo hizo Noé y ejecutó todo lo que le había mandado Dios.
PALABRA DE DIOS
La crisis se inicia al querer vivir solo de sus propios intere-
ses, caprichos, egoísmos. Vivir con tal independencia que no
se considera a Dios necesario y solo buscar su propio placer,
abusando de la naturaleza y de las personas.
En la crisis se inicia una carrera de competencia, de descon-
fianza, de descarte.
Dios invita a entrar en el arca, a entrar en su obra, en su
plan, en el camino que ha diseñado para lograr el bienestar, la
salvación.
Para ello es necesario en primer lugar llenarse de la gracia de
Dios, por medio de la reconciliación sincera por el arrepenti-
miento, luego empezar el camino de la convivencia y armonía
con la naturaleza y con los demás seres. Esto debe iniciarse
en la convivencia armoniosa en familia.
Señor.
Llegando de improviso, incendiaba ciudades y pueblos; des-
pués de ocupar las posiciones estratégicas, causaba al enemi-
go grandes pérdidas. Prefería la noche como aliada para tales
incursiones. La fama de su valor se extendía por todas par-
tes.
Después de reunir a los suyos, en número de 6.000, el Maca-
beo les exhortaba a no dejarse amedrentar por los enemigos
y a no temer a la muchedumbre de gentiles que injustamente
venían contra ellos, sino a combatir con valor, teniendo a la
vista el ultraje que inicuamente habían inferido al Lugar
Santo, los suplicios infligidos a la ciudad y la abolición de las
instituciones ancestrales.
«Ellos, les dijo, confían en sus armas y en su audacia; pero
nosotros tenemos nuestra confianza puesta en Dios Todopo-
deroso, que puede abatir con un gesto a los que vienen contra
nosotros y al mundo entero.»
Una vez que hubieron amontonado las armas y recogido los
despojos de los enemigos, comenzaron la celebración del sá-
bado, desbordándose en bendiciones y alabanzas al Señor que
en aquel día les había salvado, estableciendo el comienzo de
su misericordia.
Al acabar el sábado, dieron una parte del botín a los que ha-
bían sufrido la persecución, así como a las viudas y huérfa-
nos; ellos y sus hijos se repartieron el resto. Hecho esto, en
rogativa pública rogaron al Señor misericordioso que se re-
conciliara del todo con sus siervos.
Macabeo y los suyos, guiados por el Señor, recuperaron el
Templo y la ciudad, destruyeron los altares levantados por
los extranjeros en la plaza pública, así como los recintos sa-
grados.
Así pues, fundó a su gusto un gimnasio bajo la misma acrópolis
e indujo a lo mejor de la juventud a educarse bajo el petaso.
Era tal el auge del helenismo y el progreso de la moda extran-
jera a causa de la extrema perversidad de aquel Jasón, que
tenía más de impío que de sumo sacerdote, que ya los sacer-
dotes no sentían celo por el servicio del altar, sino que des-
preciaban el Templo; descuidando los sacrificios, en cuanto se
daba la señal con el gong se apresuraban a tomar parte en los
ejercicios de la palestra contrarios a la ley; sin apreciar en
nada la honra patria, tenían por mejores las glorias helénicas.
Por esto mismo, una difícil situación les puso en aprieto, y tu-
vieron como enemigos y verdugos a los mismos cuya conducta
emulaban y a quienes querían parecerse en todo. Pues no re-
sulta fácil violar las leyes divinas; así lo mostrará el tiempo
venidero.
Judas, llamado también Macabeo, formó un grupo de unos
diez y se retiró al desierto. Llevaba con sus compañe-
ros, en las montañas, vida de fieras salvajes, sin comer más
alimento que hierbas, para no contaminarse de impureza.
Judas, llamado también Macabeo, y sus compañeros entraban
sigilosamente en los pueblos, llamaban a sus hermanos de raza
y acogiendo a los que permanecían fieles al judaísmo, llegaron
a reunir 6.000 hombres.
Rogaban al Señor que mirase por aquel pueblo que todos con-
culcaban; que tuviese piedad del santuario profanado por los
hombres impíos; que se compadeciese de la ciudad destruida
y a punto de ser arrasada, y que escuchase las voces de la
sangre que clamaba a él; que se acordase de la inicua matanza
de niños inocentes y de las blasfemias proferidas contra su
nombre, y que mostrase su odio al mal.
Macabeo, con su tropa organizada, fue ya invencible para los
gentiles, al haberse cambiado en misericordia la cólera del
Entremos en el arca de la salvación que es la armonía de la
sana convivencia, de la comunión, para juntos caminar a la sa-
lida de la crisis que nos atormenta.
Reflexión para el día tercero:
“ENTRAR EN EL CAMINO HACIA EL MONTE”
LECTURA DEL LIBRO DEL GÉNESIS 15,1-21; 17,1-
13.15-17.19;21,1-5.33;22,1-14
Después de estos sucesos fue dirigida la palabra de Yahveh a
Abram en visión, en estos términos: «No temas, Abram. Yo
soy para ti un escudo. Tu premio será muy grande.»
Dijo Abram: «Mi Señor, Yahveh, ¿qué me vas a dar, si me voy
sin hijos...?»
Dijo Abram: «He aquí que no me has dado descendencia, y un
criado de mi casa me va a heredar.»
Mas he aquí que la palabra de Yahveh le dijo: «No te hereda-
rá ése, sino que te heredará uno que saldrá de tus entrañas.»
Y sacándole afuera, le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estre-
llas, si puedes contarlas.» Y le dijo: «Así será tu descenden-
cia.»
Y creyó él en Yahveh, el cual se lo reputó por justicia.
Y le dijo: «Yo soy Yahveh que te saqué de Ur de los caldeos,
para darte esta tierra en propiedad.»
Él dijo: «Mi Señor, Yahveh, ¿en qué conoceré que ha de ser
mía?»
Díjole: «Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres
años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón.»
Tomó él todas estas cosas, y partiéndolas por medio, puso
cada mitad enfrente de la otra. Los pájaros no los partió.
Las aves rapaces bajaron sobre los cadáveres, pero Abram
las espantó.
Y sucedió que estando ya el sol para ponerse, cayó sobre
Abram un sopor, y de pronto le invadió un gran sobresalto.
Yahveh dijo a Abram: «Has de saber que tus descendien-
tes serán forasteros en tierra extraña. Los esclavizarán y
oprimirán durante cuatrocientos años.
Pero yo a mi vez juzgaré a la nación a quien sirvan; y luego
saldrán con gran hacienda.
Tú en tanto vendrás en paz con tus padres, serás sepultado
en buena ancianidad.
Y a la cuarta generación volverán ellos acá; porque hasta en-
tonces no se habrá colmado la maldad de los amorreos.»
Y, puesto ya el sol, surgió en medio de densas tinieblas un
horno humeante y una antorcha de fuego que pasó por entre
aquellos animales partidos.
Aquel día firmó Yahveh una alianza con Abram, diciendo: «A
tu descendencia he dado esta tierra, desde el rio de Egipto
hasta el Río Grande, el río Éufrates: los quenitas, quenizitas,
cadmonitas, hititas, perizitas, refaítas, amorreos, cananeos,
guirgasitas y jebuseos.»
Cuando Abram tenía 99 años, se le apareció Yahveh y le
dijo: «Yo soy El Sadday, anda en mi presencia y sé perfec-
to.
Yo establezco mi alianza entre nosotros dos, y te multipli-
caré sobremanera.»
Cayó Abram rostro en tierra, y Dios le habló así: «Por mi
parte he aquí mi alianza contigo: serás padre de una mu-
chedumbre de pueblos. No te llamarás más Abram, sino
que tu nombre será Abraham, pues padre de muchedumbre
de pueblos te he constituido. Te haré fecundo sobremane-
ra, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti. Y esta-
bleceré mi alianza entre nosotros dos, y con tu descenden-
cia después de ti, de generación en generación: una alianza
Reflexión para el día séptimo:
“ENTRAR EN LA OFRENDA SINCERA Y CONFIADA”
LECTURA DEL LIBRO SEGUNDO DE LOS MACABEOS 1,1
-5; 4,7-17; 5, 27; 8,1-7.16-18.27-29;10,1-2;12.42-
44.
A los hermanos judíos que viven en Egipto, les saludan sus
hermanos judíos que están en Jerusalén y en la región de Ju-
dea, deseándoles una paz dichosa.
Que Dios os llene de bienes y recuerde su alianza con
Abraham, Isaac y Jacob, sus fieles servidores.
Que a todos os dé corazón para adorarle y cumplir su volun-
tad con corazón grande y ánimo generoso. Que abra vuestro
corazón a su Ley y a sus preceptos, y os otorgue la paz. Que
escuche vuestras súplicas, se reconcilie con vosotros y no os
abandone en tiempo de desgracia.
Cuando Seleuco dejó esta vida y Antíoco, por sobrenombre
Epífanes, comenzó a reinar, Jasón, el hermano de Onías,
usurpó el sumo pontificado, después de haber prometido al
rey, en una conversación, 360 talentos de plata y ochenta ta-
lentos de otras rentas.
Se comprometía además a firmar el pago de otro 150, si se le
concedía la facultad de instalar por su propia cuenta un gim-
nasio y una efebía, así como la de inscribir a los Antioquenos
en Jerusalén.
Con el consentimiento del rey y con los poderes en su mano,
pronto cambió las costumbres de sus compatriotas conforme
al estilo griego.
Suprimiendo los privilegios que los reyes habían concedido a
los judíos por medio de Juan, padre de Eupólemo, el que fue
enviado en embajada a los romanos para un tratado de amis-
tad y alianza, y abrogando las instituciones legales, introdujo
costumbres nuevas, contrarias a la Ley.
La crisis se supera de rodillas. Es decir, bajar de las alturas
en que nos hemos querido encumbrar aplastando a los demás,
es necesario entrar en la humildad. El rey Ciro en todo su po-
derío imperial reconoce que hay un Dios que le manda, que es-
ta por encima de su poder, un Dios el cual depende su manda-
to imperial, y le obedece.
Ciro tiene en su mando a un pueblo que ha vivido la crisis de la
esclavitud, donde fue desposeído de su identidad, de su
arraigo terreno, de sus riquezas. El hombre en crisis tiene
esas mismas experiencias: por buscar la identidad de una so-
ciedad sin Dios; de una sociedad de codicia, avaricia, ideolo-
gías dominantes y opresoras; una sociedad donde el ser
humano vale por lo que tiene,
perdiendo su humanismo, el cual le lleva a vivir en guerra con-
sigo mismo, con la naturaleza, con los demás; una sociedad
que desea la paz pero le falta humanismo y la falta de paz es
crisis de humanismo y de convivencia.
Ciro reconoce el deseo de Dios: que su pueblo vuelva a sus
orígenes, a la pureza, al inicio del amor y reconstruya la vida
en la confianza, la adoración, para ser grandes, pues el que se
arrodilla es engrandecido.
Entremos en el camino de la conversión para que alcancemos
superar la crisis en que hemos caído.
eterna, de ser yo el Dios tuyo y el de tu posteridad. Yo te
daré a ti y a tu posteridad la tierra en que andas como pere-
grino, todo el país de Canaán, en posesión perpetua, y yo seré
el Dios de los tuyos.»
Dijo Dios a Abraham: «Guarda, pues, mi alianza, tú y tu pos-
teridad, de generación en generación. Esta es mi alianza que
habéis de guardar entre yo y vosotros -también tu posteri-
dad -: Todos vuestros varones serán circuncidados. Os cir-
cuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la
alianza entre yo y vosotros. A los ocho días será circuncidado
entre vosotros todo varón, de generación en generación, tan-
to el nacido en casa como el comprado con dinero a cualquier
extraño que no sea de tu raza. Deben ser circuncidados el
nacido en tu casa y el comprado con tu dinero, de modo que
mi alianza esté en vuestra carne como alianza eterna.
Dijo Dios a Abraham: «A Saray, tu mujer, no la llamarás más
Saray, sino que su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y de
ella también te daré un hijo. La bendeciré, y se convertirá en
naciones; reyes de pueblos procederán de ella.»
Abraham cayó rostro en tierra y se echó a reír, diciendo en
su interior: ¿A un hombre de cien años va a nacerle un hijo?,
¿y Sara, a sus noventa años, va a dar a luz?»
Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre
Isaac. Yo estableceré mi alianza con él, una alianza eterna,
de ser el Dios suyo y el de su posteridad.
Yahveh visitó a Sara como lo había dicho, e hizo Yahveh por
Sara lo que había prometido.
Concibió Sara y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el plazo
predicho por Dios.
Abraham puso al hijo que le había nacido y que le trajo Sara
el nombre de Isaac.
Abraham circuncidó a su hijo Isaac a los ocho días, como se
lo había mandado Dios.
Abraham era de cien años cuando le nació su hijo Isaac.
Abraham plantó un tamarisco en Beerseba en invocó allí el
nombre de Yahveh, Dios eterno. Abraham estuvo residiendo
en el país de los filisteos muchos años.
Después de estas cosas sucedió que Dios tentó a Abraham y
le dijo: «¡Abraham, Abraham!» El respondió: «Heme aquí.»
Díjole: «Toma a tu hijo, a tu único, al que amas, a Isaac, vete
al país de Moria y ofrécele allí en holocausto en uno de los
montes, el que yo te diga.»
Levantóse, pues, Abraham de madrugada, aparejó su asno y
tomó consigo a dos mozos y a su hijo Isaac. Partió la leña del
holocausto y se puso en marcha hacia el lugar que le había di-
cho Dios.
Al tercer día levantó Abraham los ojos y vio el lugar desde
lejos.
Entonces dijo Abraham a sus mozos: «Quedaos aquí con el
asno. Yo y el muchacho iremos hasta allí, haremos adoración y
volveremos donde vosotros.»
Tomó Abraham la leña del holocausto, la cargó sobre su hijo
Isaac, tomó en su mano el fuego y el cuchillo, y se fueron los
dos juntos.
Dijo Isaac a su padre Abraham: «¡Padre!» Respondió: «¿qué
hay, hijo?» - «Aquí está el fuego y la leña, pero ¿dónde está
el cordero para el holocausto?»
Dijo Abraham: «Dios proveerá el cordero para el holocausto,
hijo mío.» Y siguieron andando los dos juntos.
Llegados al lugar que le había dicho Dios, construyó allí
Abraham el altar, y dispuso la leña; luego ató a Isaac, su hijo,
y le puso sobre el ara, encima de la leña.
Alargó Abraham la mano y tomó el cuchillo para inmolar a su
hijo.
Reflexión para el día sexto:
“ENTRAR EN LA CONVERSIÓN”
LECTURA DEL LIBRO DE ESDRAS 1,1-8
En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de
la palabra de Yahveh, por boca de Jeremías, movió Yahveh el
espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra
y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia:
Yahveh, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de
la tierra. Él me ha encargado que le edifique una Casa en Je-
rusalén, en Judá.
Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, sea su Dios
con él. Suba a Jerusalén, en Judá, a edificar la Casa de Yah-
veh, Dios de Israel, el Dios que está en Jerusalén.
A todo el resto del pueblo, donde residan, que las gentes del
lugar les ayuden proporcionándoles plata, oro, hacienda y ga-
nado, así como ofrendas voluntarias para la Casa de Dios que
está en Jerusalén.»
Entonces los cabezas de familia de Judá y Benjamín, los sa-
cerdotes y los levitas, todos aquellos cuyo ánimo había movi-
do Dios, se pusieron en marcha para subir a edificar la Casa
de Yahveh en Jerusalén; y todos sus vecinos les proporciona-
ron toda clase de ayuda: plata, oro, hacienda, ganado, objetos
preciosos en cantidad, además de toda clase de ofrendas vo-
luntarias.
El rey Ciro mandó tomar los utensilios de la Casa de Yahveh
que Nabucodonosor se había llevado de Jerusalén y había de-
positado en el templo de su dios.
Ciro, rey de Persia, los puso en manos del tesorero Mitrída-
tes, el cual los contó para entregárselos a Sesbassar, el prín-
cipe de Judá. PALABRA DE DIOS.
En la realidad histórica concreta, en medio de hombres con
poderes humanos y otros en la pobreza, con creyentes y no
creyentes, Dios se hace presente para llevar a su pueblo a
vivir en la salvación.
El creyente debe pedir y buscar tener experiencia de Dios,
contemplar la realidad de Dios en su vida y en la comunidad,
su actuar, sus palabras, su amor. Abrirse a un encuentro
constante con Dios y su palabra y acción por medio, muchas
veces, de mensajeros, de hombres o mujeres que aun siendo
creaturas viven o intentan vivir en la complacencia de Dios y
le sirven sirviendo de intermediarios entre Dios y los hom-
bres.
Dios sigue buscando y eligiendo hombres, que siendo cons-
cientes de sus debilidades, de sus limitaciones, de sus cobar-
día y miedos, tienen experiencia de su presencia, lo aceptan
en su vida personal, desean vivir de acuerdo a los deseos de
Dios, los fortalece con su cercanía, hace sentir su fuerza
cercana, su dinamismo, su fuego divino y espera una respues-
ta para cumplir la misión que Dios mismo quiere hacer entre
los hombres, llevarlos a la salvación, a la liberación, al bienes-
tar, sin crisis, sin culpas, sin cobardías y miedos.
En medio de las crisis históricas, Dios invita a entrar en el
llamado a contemplar su gloria, su amor que se acerca y espe-
ra que respondamos a hacer equipo con Él, para alentar al
pueblo en la esperanza de un mejor día en las manos de Dios.
Entonces le llamó el Ángel de Yahveh desde los cielos dicien-
do: ¡Abraham, Abraham!» Él dijo: «Heme aquí.»
Dijo el Ángel: «No alargues tu mano contra el niño, ni le ha-
gas nada, que ahora ya sé que tú eres temeroso de Dios, ya
que no me has negado tu hijo, tu único.»
Levantó Abraham los ojos, miró y vio un carnero trabado en
un zarzal por los cuernos. Fue Abraham, tomó el carnero, y lo
sacrificó en holocausto en lugar de su hijo.
Abraham llamó a aquel lugar «Yahveh provee», de donde se
dice hoy en día: «En el monte “Yahveh provee”» PALABRA
DE DIOS
Nos encontramos ante un itinerario, un caminar en la confian-
za. Escuchó y creyó en su historia personal, hizo de la fe algo
propio que lo lleva a adorar, hacer ofrenda, obedeciendo el
mandato de Dios. Esa fe y obediencia le hace estar atento a
todo aquello que pueda estropear su ofrenda, espanta los bui-
tres, lo que del exterior se acerca y no va de acuerdo con lo
que le han mandado y aunque haya enfriamiento se esfuerza
por no dormirse, le dio un estupor.
Esta fe lo lleva a hacerse ofrenda personal, ya no es solo lo
que ofrece, se hace así mismo ofrenda y realiza una consa-
gración, hacerse propiedad de Dios, que lo encamina a un des-
prendimiento, para descubrir a un Dios que provee.
Este un caminar en una confianza en crecimiento, un cami-
nar hacia el monte de “Dios provee”, un andar en la disponi-
bilidad para aceptar, asumir y vivir la voluntad de Dios.
El hijo de la promesa es ofrecido después de un caminar de
desapego, donde se valora la amistad con Dios más que cual-
quier afecto.
Este entrar en el camino de la confianza es un subir al monte
del sacrificio, del esfuerzo, con la confianza en un Dios que
provee, que hace florecer la vara seca, que entrega al corde-
ro, para el sacrifico.
En la situación de crisis, de vivencia de limitaciones y dificul-
tades, es necesario hacer el camino de esfuerzo y desprendi-
miento creciendo en la confianza en un Dios que esta cerca,
que cubre las necesidades.
El hombre debe vivir su consagración, su estar con Dios y ser
de Dios, que lo hace confiar y ser optimista, esperar cami-
nando a Dios. Es decir, confía, pero no se queda quieto, coloca
de lo suyo, lo que tiene, lo que puede, para lograr el objetivo:
superar la limitación, la dificultad, la crisis.
Reflexión para el día cuarto:
“ENTRAR EN EL CAMINO DE LA LIBERACIÓN”
LECTURA DEL LIBRO DEL ÉXODO 12,1-20.24-29
Dijo Yahveh a Moisés y Aarón en el país de Egipto: «Este mes
será para vosotros el comienzo de los meses; será el primero
de los meses del año.
Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de
este mes tomará cada uno para sí una res de ganado menor
por familia, una res de ganado menor por casa. Y si la familia
fuese demasiado reducida para una res de ganado menor,
traerá al vecino más cercano a su casa, según el número de
personas y conforme a lo que cada cual pueda comer.
El animal será sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis
entre los corderos o los cabritos. Lo guardaréis hasta el día
catorce de este mes; y toda la asamblea de la comunidad de
los israelitas lo inmolará entre dos luces. Luego tomarán la
sangre y untarán las dos jambas y el dintel de las casas don-
de lo coman.
veces, de mensajeros, de hombres o mujeres que aun siendo
creaturas viven o intentan vivir en la complacencia de Dios y
le sirven sirviendo de intermediarios entre Dios y los hom-
bres.
Dios sigue buscando y eligiendo hombres, que siendo cons-
cientes de sus debilidades, de sus limitaciones, de sus cobar-
día y miedos, tienen experiencia de su presencia, lo aceptan
en su vida personal, desean vivir de acuerdo a los deseos de
Dios, los fortalece con su cercanía, hace sentir su fuerza
cercana, su dinamismo, su fuego divino y espera una respues-
ta para cumplir la misión que Dios mismo quiere hacer entre
los hombres, llevarlos a la salvación, a la liberación, al bienes-
tar, sin crisis, sin culpas, sin cobardías y miedos.
En medio de las crisis históricas, Dios invita a entrar en el
llamado a contemplar su gloria, su amor que se acerca y espe-
ra que respondamos a hacer equipo con Él, para alentar al
pueblo en la esperanza de un mejor día en las manos de Dios.
otro: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la
tierra de su gloria.».
Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que
clamaban, y la Casa se llenó de humo. Y dije: «¡Ay de mí, que
estoy perdido, pues soy un hombre de labios
impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: ¡que al
rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!»
Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en
la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar, y
tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios:
se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.»
Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y
quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame.»
PALABRA DE DIOS.
 Reflexión para el día quinto:
“ENTRAR EN EL LLAMADO”
LECTURA DEL LIBRO DEL PROFETA ISAÍAS 6,1-8
El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado en un
trono excelso y elevado, y sus haldas llenaban el templo.
Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él; cada
uno tenía seis alas: con un par se cubrían la faz, con otro par
se cubrían los pies, y con el otro par aleteaban, Y se grita-
ban el uno al otro: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena
está toda la tierra de su gloria.».
Se conmovieron los quicios y los dinteles a la voz de los que
clamaban, y la Casa se llenó de humo. Y dije: «¡Ay de mí, que
estoy perdido, pues soy un hombre de labios
impuros, y entre un pueblo de labios impuros habito: ¡que al
rey Yahveh Sebaot han visto mis ojos!»
Entonces voló hacia mí uno de los serafines con una brasa en
la mano, que con las tenazas había tomado de sobre el altar,
y tocó mi boca y dijo: «He aquí que esto ha tocado tus labios:
se ha retirado tu culpa, tu pecado está expiado.»
Y percibí la voz del Señor que decía: «¿A quién enviaré? ¿y
quién irá de parte nuestra»? Dije: «Heme aquí: envíame.»
PALABRA DE DIOS.
En la realidad histórica concreta, en medio de hombres con
poderes humanos y otros en la pobreza, con creyentes y no
creyentes, Dios se hace presente para llevar a su pueblo a
vivir en la salvación.
El creyente debe pedir y buscar tener experiencia de Dios,
contemplar la realidad de Dios en su vida y en la comunidad,
su actuar, sus palabras, su amor. Abrirse a un encuentro
constante con Dios y su palabra y acción por medio, muchas
En aquella misma noche comerán la carne. La comerán asada
al fuego, con ázimos y con hierbas amargas. Nada de él come-
réis crudo ni cocido, sino asado, con su cabeza, sus patas y
sus entrañas. Y no dejaréis nada de él para la mañana; lo que
sobre al amanecer lo quemaréis.
Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados
vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis de
prisa. Es Pascua de Yahveh.
Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos
los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta
los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egip-
to. Yo, Yahveh.
La sangre será vuestra señal en las casas donde moráis. Cuan-
do yo
vea la sangre pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre
vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera el país de
Egipto.
Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis
como fiesta en honor de Yahveh de generación en generación.
Decretaréis que sea fiesta para siempre».
«Durante siete días comeréis ázimos; ya desde el primer día
quitaréis de vuestras casas la levadura. Todo el que desde el
día primero hasta el día séptimo coma pan fermentado, ese
tal será exterminado de en medio de Israel. El primer día
tendréis reunión sagrada; también el día séptimo os reuniréis
en reunión sagrada. Ningún trabajo se hará en esos días, sal-
vo la comida para cada uno. Esto es lo único que podréis ha-
cer. Guardad la fiesta de los Ázimos, porque en ese mismo día
saqué yo vuestros ejércitos de la tierra de Egipto. Guardad
este día de generación en generación como decreto perpetuo.
Comeréis ázimos en el mes primero, desde la tarde del día
catorce del mes hasta la tarde del día veintiuno. No habrá
levadura en vuestras casas por espacio de siete días; todo
aquel que coma algo fermentado, sea forastero o natural del
país, será exterminado de la comunidad de Israel. No come-
réis nada fermentado; en todo lugar donde habitéis, come-
réis ázimos.
Guardad este mandato como decreto perpetuo para vosotros
y vuestros hijos. También guardaréis este rito cuando en-
tréis en la tierra que os dará Yahveh, según su promesa. Y
cuando os pregunten vuestros hijos: “¿Qué significa para vo-
sotros este rito?”, responderéis: “Este es el sacrificio de la
Pascua de Yahveh, que pasó de largo por las casas de los is-
raelitas en Egipto cuando hirió a los egipcios y salvó nuestras
casas.”» Entonces el pueblo se postró para adorar.
Fueron los israelitas e hicieron lo que había mandado Yahveh
a Moisés y a Aarón; así lo hicieron.
Y sucedió que, a media noche, Yahveh hirió en el país de Egip-
to a todos los primogénitos, desde el primogénito de Faraón,
que se sienta sobre su trono, hasta el primogénito del preso
en la cárcel, y a todo primer nacido del ganado. PALABRA DE
DIOS.
Dios ama a su pueblo y quiere su prosperidad. En la esclavitud
otros progresan y el sometido se empobrece. La esclavitud es
producto de la soberbia, de considerarse unos superiores a
otros, llevar a cabo la cultura del descarte, de menos valorar
a los demás. Ello no trae bienestar, sino lamentos, limita-
ciones, dificultades, crisis, para los que están sometidos.
Algunos, estando sometidos a poderosos, por la soberbia so-
meten a otros, y se realiza una cadena de soberbias y some-
timientos. Los publicistas, sometidos al poder de los empre-
sarios, someten a los del pueblo al poder del deseo, de la co-
dicia, de los gustos, los cuales manejan para vender el
producto del cual el empresario les ha pedido publicidad.
El empresario está sometido a una serie de normas a las que
se someten, impuestas por los que se consideran dueños del
mundo en general.
Todo ello contribuye a una cadena de esclavitudes, que em-
pobrecen al ser del hombre y a la economía de las personas y
del pueblo.
La promesa de salvación que ha hecho Dios es vigente, aun-
que se presente esta realidad en las relaciones de los hom-
bres.
Dios interviene y por medio de hombres, guía al pueblo a vi-
vir en la promesa de salvación e invita a entrar en un proceso
de liberación, el cual lleva a entrar en la obediencia de man-
datos con una actitud de confianza. Entrar en la obediencia
confiada de un camino que lleva a la prosperidad y el bienes-
tar, a una tierra que mana leche y miel, que pide fe y reunión
en familia y comunidad para celebrar el paso del Señor libe-
rando.
Esta fe requiere testimonio, mostrar con acciones estar
marcados por la obediencia, por la cercanía a Dios y transmi-
tirla a las nuevas generaciones con palabras y obras.
Para la liberación del hombre de las esclavitudes se requiere
una actitud propia del hombre que acepta a Dios y sus man-
datos, y asumir la presencia de hombres y mujeres, que son
elegidos por Dios y son presentados como tal, para liberar y
liderar al pueblo, ante los faraones, los Goliat y reyes, que
atormentan y menosprecian la fuerza de un pueblo unido, que
confía en la honda de la Palabra de Dios y derriba a gigantes
y tronos, para liberar.