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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ


ESTUDIOS GENERALES LETRAS

TRABAJO INDIVIDUAL

Título: Discriminación en el espacio: “Un mundo para Julius”, el espacio


como elemento discriminador en la Lima de 1950

Nombre: Alexa Jael Fernández Gavilano

Tipo de evaluación: Evaluación permanente 3 (Capítulo 1)

Curso: Investigación Académica (INT124)

Horario: 692

Comisión: 692A

Profesor: Gabriel Ramón

Jefe de Práctica: Luis Condori


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Esquema de monografía actualizado (incluye la transformación del subcapítulo 1.3


al capítulo 3)
1. Contexto político, histórico y social en el sentido espacial: “Cada quien en su lugar”
1.1. Una mirada político-social a la República Aristocrática (1895-1950)
1.1.1 La idiosincrasia aristocrática limeña de la época
1.1.2 Relaciones de poder: El desenvolvimiento de injusticia, racismo y desigualdad
1.2. Evolución de las barriadas marginales ante la ola migratoria en Lima a mediados
del siglo XX
2. La perspectiva distributiva del espacio en la obra “Un mundo para Julius”
2.1. Alfredo Bryce Echenique y su conexión con la ciudad
2.2. El microcosmos de la sociedad limeña: El palacio, el Country Club y el colegio
Markham
2.3. El macrocosmos urbano entre la periferia y la no periferia: San Isidro, Miraflores,
Barrios Altos y Chosica
3. Comprensión del marco cronológico y espacial a través de Lefebvre

Capítulo 1
Contexto político, histórico y social en el sentido espacial: “Cada quien en su lugar”

Este capítulo tiene la finalidad de aproximarnos al contexto histórico que se vivía en la época en
la cual se aborda la novela Un mundo para Julius, pues, de ese modo, podremos comprender
desde una una mirada más completa en lo político, social y económico al espacio como
elemento discriminador; así, como indica Ortega, descubriremos las diversas valoraciones que
se otorgan a determinadas relaciones establecidas a través de la estratificación de las clases
sociales y la deshumanización en términos de marginación y capitalismo (citado en Carrera y
otros 2013:25). En primera instancia evaluaremos las condiciones de la aristocracia respecto a
las relaciones de poder establecidas en gobiernos como el de Odría y Prado y la nueva
estructura económica basada en la distribución desigual de la riqueza y la marginación de los
inmigrantes al trabajo dentro de las industrias y el servicios de los grandes señores (Figueroa
1982: 164); por consiguiente, se estimarán las características de este grupo social en función de
su comportamiento. En segundo lugar, se explicará la contraparte: las barriadas marginales tanto
en su evolución histórica en la observación mayúscula de la ola migratoria en Lima durante
mediados del siglo XX como sus características principales en el concepto de barrios hacinados
y el “tugurio”.

1.1. Una mirada político-social a la República Aristocrática (1895-1950)

Al adentrarnos al estudio de la novela, podemos denotar la existencia de una clase alta limeña
establecida, es decir, regida bajo una estructura que tradicionalmente se ha determinado por
valoraciones y comportamientos que la caracterizan, pero ello no solo se refleja en lo que
representan socialmente, sino en lo que consolida políticamente, es decir, la influencia que ellos
han tenido desde tiempos inmemorables.

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Según López, podemos determinar la idiosincrasia de la élite en la interpretación funcional con


la que dotan al estatus y el prestigio. El primero refiere a un reconocimiento social a causa de
una posición correspondiente rol otorgado por una imagen (López 2013: 62) y, el último refiere
“al grado de aceptación general” el cual posee un comportamiento acorde al estatus adjudicado
entre los miembros de una sociedad (López 2013: 66). Incluso, dentro del jerarquizado mundo
de Julius, en su palacio, se observa que «una de las causas del clasismo en la historia, dado por
factores sociales previos como el hecho de haber nacido en una familia adinerada, de clase alta
o de “raza”» (López 2013: 64), lo que particularmente nos remite la idea de superioridad
justificada por medio de la tradición, la alcurnia, la riqueza, los rasgos físicos ilustres europeos
etc.dentro de los estándares de comportamiento esperados por la sociedad, no solo por lo que
poseen, sino por lo que aspiran dentro de sus relaciones de poder.
Como consecuencia de esa ambición arrogante y desproporcionada de la aristocracia limeña de
mediados del siglo XX, destacamos un efecto crucial en la producción de los espacios
codificados por dicho sector. Dicho analógico pensamiento sintonizado con las ambiciones
capitalistas del Estado generaron una coalición (Panfichi 1982: 219) que desembocó en la
configuración de espacios desde una afán discriminador para tratar de evitar el choque entre lo
citadino y lo provinciano que a causa de la ola migratoria comenzó a desarrollarse. Además,
esta exclusividad derivada de una concientización de superioridad sobre las mayorías delimitó
la participación (Panfichi 2004: 221) y distribución de riquezas nacionales lo que prolongó
mucho más la pobreza dentro de las barriadas marginales (Figueroa 1982: 166).
1.1.1 La idiosincrasia aristocrática limeña de la época
Cuando nos adentramos en el análisis del contexto de la aristocracia limeña de la obra, nos
orientamos hacia un estudio mucho más complejo que la clásica idea de desigualdad social o el
racismo arraigado en la sociedad, pues para poder comprender el comportamiento de los
discriminadores es necesario conocer cómo se maquinan diversos fundamententos que
conforman la tradición propia de su estrato. Siguiendo a López, el despilfarro, la elegancia y los
prejuicios estereotipados son característicos de este sector de la sociedad en aquella época, los
cuales evocan la actitud de pertenencia hacia un nivel establecido por la riqueza y el poder de
ellos mismos, la minoría (2013: 54). Sin embargo, a fin de comprender rasgos mucho más
formales sobre el porqué de estas características, exploramos dicha forma de forma de pensar en
base a las aspiraciones que presenta esta clase social.
La tendencia aristocrática está reflejada en la familia de Julius, la cual se caracteriza por la
ideología de superioridad en el factor del dinero, a su vez que ello cimenta el valor del estatus y
el prestigio para este grupo; así como también establecen diferencias en otros aspectos como el
acceso a la salud y la educación. Por ejemplo, situándonos en la trama, los servicios médicos
privados y de nivel internacional (el tratamiento de Cinthia), las propiedades inmuebles (casa
en Chosica, el palacio en la Av. Salaverry, etc.), viajes y suministro de gastos universitarios en
países como EE. UU. e Inglaterra y colegios norteamericanos para las familias privilegiadas
(Carrera y otros 2013: 25-26) constituyen elementos de demostración y pertenencia a lo que se
estipula en la tradición de la élite. Así, la noción de aguardar una posición dentro de un sistema
jerarquizado y dirigido por ellos mismos se ordena en gran parte por la gran acumulación de
riquezas, lo que sumió a las poblaciones necesitadas que fueron subordinadas a la clase
burguesa a fin de una estructura de producción en relaciones estrictamente laborales
establecidas dentro de la pirámide dividida en dos, la cual consideró al dinero dinero para
distinguir entre “quiénes son aquellos que lo poseen y los que lo anhelan” (López 2013: 57).
Un mundo para Julius nos presenta una serie de características que corresponden a la normativa
del estándar esperado de este grupo según su comportamiento. El mantenimiento del estatus
desencadena una serie de acciones guiadas por razones regidas bajo criterios, como la
fastuosidad de las reuniones sociales para la coordinación de un negocios o simplemente para

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instaurar relaciones interpersonales; por ejemplo, la reunión organizada por Susan para agasajar
a Lester, nuevo socio norteamericano de Juan Lucas (Figura 1). De este modo podemos
observar que la simbología de su categoría era evidentemente la valoración externa, aquella que
se pueda presumir en son de la arrogancia, belleza, soberbia; por consiguiente, fortificaban y
deseaban aparentar las idealizaciones de género: los hombres exitosos de negocios y la mujer
bella y refinada, la cual se puede observar en la pareja Susan y Juan Lucas (Figura 2). Además,
se debía cumplir con los requisitos típicos de etiqueta social: conversar adecuadamente, vestirse
elegantemente, dominar las artes, la música, la pintura, poseer una buena instrucción como parte
de la cultura general (López 2013: 96).
Asimismo, mediante estos patrones de comportamiento podemos detectar una especie de
necesidad por conservar el reconocimiento, la reputación o el buen crédito para la adopción del
prestigio (López 2013: 66). Evidentemente este reconocimiento se orienta hacia el crecimiento,
a lo próspero, no solo en términos económicos sino también en apariencia, el hecho de mantener
una imagen bella conviene a estos miembros aristócratas al momento de “codearse” con grandes
personalidades y generar un impacto en esa interacción social demarcada por las grandes
aspiraciones (López 2013: 67).
Al adentrarnos en el estudio de las posibles teorías mencionadas sobre las clases sociales,
podemos señalar que la distribución desigual de los bienes y servicios no solo se asocia a lo
material, sino a la creencia de un menor coeficiente intelectual por parte del sector trabajador ,
pues dicha relación se estableció de forma proporcional con la disponibilidad económica
(Portocarrero 2004: 222). Para poder ejemplificar mejor lo que se expuso, diversos fragmentos
de la novela pueden evidenciar la predilección por ciertos sustantivos y adjetivos: “serrano
bruto”, “cholo imbécil”, “cholón medio bruto”, “la risita serrano-ignorante”, “cholo lisurero”,
entre otras acotaciones que se le dan a los personajes que corresponden a la servidumbre de la
casa de Julius.
1.1.2 Relaciones de poder: El desenvolvimiento de injusticia, racismo y desigualdad
Después de adentrarnos en la caracterización de la aristocracia limeña del siglo XX, podemos
demostrar la relación que tenían con el gobierno para la perpetuidad de injusticia, racismo y
desigualdad. A través de la estratificación social construida por ellos, no solo contribuía a
intensificar sus creencias personales de raza, poder y estatus en reconocimiento y prestigio, sino
que también ello generaba una distribución desigual de los bienes, servicios y derechos (López
2013: 59) que conllevaron a establecer diferencias extremas plasmadas, incluso, en el terrenos
espacial dentro de la nueva configuración de Lima al transcurrir la ola migratoria del campo a la
ciudad.
Acentuándonos en el contexto socio-político del Perú durante los años 50, realizar un análisis
sobre los gobiernos en cuestión y algunos detalles que efectuaron esa relación de poder en
coalición con la oligarquía. Manuel Odría y Manuel Prado fueron los rostros de dicha etapa
(1950-1962) en la que la élite agroexportadora y tradicional gobernó el país (Rodríguez 2019:
18) (Figura 3). Diversos estudios académicos, determinaron que el grupo en cuestión, la
oligarquía, trataba al Estado como su patrimonio debido a que se les permitió controlar la
riqueza, menjar los sectores reproductivos, determinar el trabajo de los campesinos, etc.
(Bourricaud, Bravo y Fabvre citados en Rodríguez 2019: 19).
Para esclarecer esta afirmación cabe resaltar que los oligarcas no erigían los hilos del gobierno
de forma directa, sino que se elegía a uno dentro de su círculo, este miembro representaba las
opiniones, intereses y negocios de los patrocinados a fin de mantener sus condiciones favorables
en materia de transacciones comerciales y políticas gubernamentales (Rodríguez 2019: 19).
Dentro de la trama de la novela podemos hallar nexos entre la clase alta oligarca y la política, de
hecho, el bisabuelo de Julius fue presidente del Perú y se menciona que mantenía relaciones
comerciales y familiares con los “lords”, los ingleses (Bryce 1970: 56). Además, respecto a

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Susan, madre de Julius, se le relaciona con personalidades políticas como el Premier (como se
menciona en el capítulo II).
A pesar de las artimañas populistas del gobierno y que la economía nacional estuvo beneficiada
por la exportación de materias primas debido a la Guerra de Corea, se dirigió la política liberal
en la administración de manera que los más beneficiados fueron los grandes empresarios que
conformaron la oligarquía (Rodríguez 2019: 19).
Respecto a la situación de la ola de migración durante los años 50, podemos alegar que este
grupo no solo articuló sus alcances gubernamentales en favor de su economía, sino que también
se manejaron nociones de etnicidad y raza (Rodríguez 2019: 19). En primer lugar, la idea
fundamental de un estado oligárquico es la exclusión de las mayorías; en el caso del Perú, en la
década de los 50, se excluían a aquellas mayorías que biológicamente eran inferiores, puesto
que el racismo -elemento de estructura social- determinó las posibilidades intelectuales y
morales de este grupo determinado (Portocarrero 2004: 219). Esta reflexión fue también
incluída dentro de la caracterización de oligarquía, puesto que ello les sirvió para movilizar su
fuerza ante el choque que se produjo por la ola migratoria y la formación de las barriadas
marginales.
Según Portocarrero, la ideología de un racismo implícito fue lo que legitimó las bases del estado
colisionado a la oligarquía, aquello fue una especie de reencarnación para el colonialismo y su
sistema de castas (2004: 220). En cambio, encontramos una variación respecto a la etapa
virreinal del Perú, porque en esta etapa moderna se utilizaban los fraudes electorales para
manejar la voluntad pública y los golpes militares para seguir el hilo de la corrupción
(Portocarrero: 221). Igualmente se detectó que el clientelismo político imposibilitó De ninguna
manera eran aceptados discursos públicos racistas, eran rechazados de facto, ya que se
manejaban discursos y políticas populistas para mantener contento al pueblo. Asimismo, no se
manejaba un política de racismo explícito como un apartheid, sino como una especie de
racionalidad implícita dentro de la consideración en al opinión de los “indios” y “cholos”,
puesto que se alegaba que ellos no sabían lo que era mejor para el país (Portocarrero 2004: 222).
El desconocimiento de los derechos y la discriminación evidenciada en diversos fragmentos de
la novela eran recurrentes dentro de esta sociedad, pero ante el rechazo descarado del racismo
dentro de un discurso político, se percibió la idea de una superioridad basada en la raza como un
secreto a voces. De hecho, la ideología del racismo científico no solo generó más
discriminación, olvido y desentendimiento de un pueblo que necesitaba asistencia, más que
obras populistas que catamaran su descontento. La poca preocupación por desarrollar un
pensamiento crítico en la población y la exclusión política que se le dio al indígena o al “cholo”,
como despectivamente se le llamaba eran productos de la falta de educación, no de genes
defecuososdefectuosos o incapaces irreversiblemente de discernir intereses propios y comunes
(Portocarrero 2004: 225).
De este modo, podemos comprender que el racismo fundamentado en la idea de que los indios y
cholos son ignorantes y brutos fue la carta de argumentación que utilizaron estos círculos de
poder para manejar el país a su conveniencia de la mano del gobierno, pero la pregunta que nos
planteamos es, ¿por qué?, ¿por qué la idea de dicha unión? La respuesta es otro elemento que
separa, clasifica y discrimina: el dinero. De acuerdo con Portocarrero, el crecimiento económico
que significó grandes ingresos al país fueron las exportaciones de azúcar y algodón, es decir, el
comercio exterior; así, las fortunas aristocráticas y las arcas del gobierno fueron creciendo
simultáneamente (2004: 223).
El pensamiento de una condición inferior relacionado a la raza india o chola de la cual se
percibe implícitamente a lo largo de obra refiere a una ideología que se antela al período
abordado (año 1950), pues dentro del capítulo de Portocarrero se describe un panorama
lamentable: “[...] raza embrutecida por la decrepitud, es por su innata condición inferior, y por

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los vicios de embriaguez y lujuria un factor inútil [...] Los elementos iútileinútiles deben
desaparecer y desaparecen [...] En el Perú esa desaparición será lenta, porque el contacto de las
zas costeñas con las indígenas ejercerán una acción lenta de destrucción” (Palma citado en
Portocarrero 2004: 229). Este fragmento data de 1897, año en el cual ya se estaba gestando un
mayor poder elitista en función del pensamiento racista científico y la relación con el desarrollo
del país y sus elementos útiles e inútiles.
1.2. Origen, desarrollo y observación de las barriadas marginales ante la ola migratoria en
Lima a mediados del siglo XX
Después de examinar detalladamente a la oligarquía peruana, podemos comenzar por explorar
qué sucedió con las mayorías, la clase menos favorecida, aquellos que formaron parte de un
movimiento migratorio, el cual causó mucho más que un cambio demográfico: modificó la
configuración espacial de toda una capital.
La población peruana creció sustancialmente entre 1940 y 1961, de 645 mil habitantes a 1.9
millones -más del cien por ciento-, ello fue causado por un gran movimiento del campo hacia la
ciudad; es decir, campesinos pertenecientes de a la Sierra se trasladaron hacia la Costa,
específicamente a la ciudad capitalina (Fernandez Maldonado 2013: 59). Dicho desplazamiento
producto de la reacción de la población ante los problemas sociales, políticos y económicos
hallaron en zonas periféricas abandonadas el espacio para empezar de cero después de la
decisión de dejar su lugar de origen.
Antes de abordar el desarrollo en concreto de la nueva configuración que dicho hito
demográfico produjo, es sustancial conocer el proceso de los espacios “en blanco” que fueron la
base de la consolidación de lo marginal desde una óptica histórica, porque se hace hincapié no
solo en las zonas periféricas, en un inicio, sino también en las zonas centrales que también
fueron un paso importante en la formación de las barriadas.
Desde la etapa del virreinato hasta fines del siglo XIX los barrios de Lima central, como Barrios
Altos, fueron un lugar de residencia heterogénea, es decir, habitado por diversos grupos étnicos
y económicos, era común observar mansiones en calles aledañas a callejones, quintas y
vecindarios (Panfichi 2013: 84) (Figura 4). Sin embargo, cuando se produjo la modernización
en la capital a inicios del siglo XX ello provocó un ordenamiento y nuevo desplazamiento de las
familias en función del acceso económico; de esta manera se formaron nuevos distritos
exclusivos hacia la zona costeña y sur de Lima (Panfichi 2013: 84). Y la duda que nos queda
por subsanar es ¿Qué sucedió con los que se quedaron? Simplemente permanecieron en dichas
casonas y callejones que dejaron los anteriores habitantes, pero luego se les unieron migrantes
de pueblos serranos en busca de oportunidades mercantiles, laborales y educativas; y otros
ciudadanos caídos en pobreza (Panfichi 2013: 84-85). Inevitablemente ello generó la formación
de “barrios hacinados'' -característicos de aglomeración- (Panfichi 2013: 85) debido al gran
impacto de los movimientos ante la modernización y la pobreza.
En vista del gran tugurio que se estaba produciendo entre el hacinamiento de las poblaciones
migrantes y el resto de clases empobrecidas, el gobierno optó por regular tanto el aspecto de la
renta como el de los espacios habitacionales. De acuerdo con Panfichi, se promulgó la ley 4226
para regular el manejo del alquiler y proteger a los que ya estaban establecidos en dichas zonas
(2013: 86), puesto que los propietarios antiguos, en un inicio, se enfocaron en la renta de sus
antiguas viviendas al detectar el incremento de la demanda de las mismas ante la ola migratoria
que se suscitaba en Lima (2013: 85). Como parte de un plan de modernización del gobierno, se
aplicó un proyecto que demolió varios espacios (callejones, casonas, barrios, etc.) que se
consideraron insalubres; este factor fue parte de las consecuencias de las pésimas condiciones
de vida que compartían los ciudadanos (Paz Soldán 1957 citado en Panfichi 2013: 86).

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Estas dos acciones gubernamentales llevaron a cabo la creación de las barriadas marginales en
terrenos desolados cercados a los cerros como El Rímac y El Agustino que en un inició fueron
intervenidos por las autoridades policiales, pero después se les permitió transformar dichos
territorios en espacios poblacionales (Panfichi 2013: 86). Cabe resaltar que el cambio de
estrategia política para poder materializar el populismo fue la aprobación de Odría y la
administración de Prado los que bajo múltiples proyectos de mejoría apoyaron dichos espacios
para funcionar como viviendas (Rodríguez 2019: 20). Pero así como hubo estrategia política
para su cooperación, también se manifestó el arraigado racismo proveniente del estereotipo del
“cholo2 o “indio” que se mudaba a la ciudad en busca de mejores oportunidades; así lo
confirma la siguiente cita: “[...] jerarquizarlos y colocarlos en la estructura social más inferior,
marginándolos; por ello, no fue extraño que a las barriadas (espacio habitacional del migrante)
se les llamaran zonas marginales, aberraciones sociales, cinturones de miseria, lugares donde un
hombre no podía vivir, un limeño no, pero sí un andino” (Rodríguez 2019: 20).
Como parte de esta nueva estructuración de los espacios marginales determinados por el
movimiento migratorio a la ciudad y el establecimiento legítimo de las chozas colocadas, ahora
podemos caracterizar todo este asentamiento periférico a través de las evidencias dentro de la
obra Un mundo para Julius. Por ejemplo, el texto de Valenzuela menciona la presencia de
“serranos” dentro de la Lima de aquella época : «[...] los mendigos de Chosica cuya encarnación
de la pobreza llama poderosamente la atención del niño, pero cuyo tratamiento por parte del
narrador no es precisamente afectivo: “Eran un montón de serranos y serranas viejos o medio
inválidos”» (Valenzuela 2012: 64). También podemos ilustrar mediante un extracto de la
película Un mundo para Julius, la exploración de una barriada por parte de la óptica de un niño
(Figura 5).
Evidentemente al insertarnos en lo que percibía la élite ante el choque cultural entre Lima y los
provincianos, se reafirma lo que estipula Valenzuela: “El rechazo hacia el mundo de los
sirvientes, de los objetos que lo pueblan o de cualquier cosa que sea extensión de ellos, se
corresponde con el mal gusto o con aquello que está fuera de lugar en ese mundo burgués donde
imperan las buenas maneras y el refinamiento” (2012: 60), pues podemos reafirmar la postura
que a ellos pertenecía en sus círculos sociales. Aunque algunas especificaciones históricas datan
una decadencia de la antigua oligarquía para la instauración de sectores agroexportadores
(Kristal 1988: 18) como parte del contexto de esa sensibilidad urbana abordada del campesino
en la ciudad, los alcances y las políticas presentadas con anterioridad datan que estos círculos de
poder solo se transforman, no se destruyen.
Dentro de las marcas cruciales que evocaron la presencia del “indio” en la ciudad, Rodríguez
destaca la caracterización de estas barriadas y a sus pobladores en cuestiones mucho más
profundas de cómo se observa desde ámbitos intelectuales, que se supone que serían objetivos
en su relato.
[...] moradores de la ciudad, y aunque hubo políticas y agendas que los
reconocieron, estas no estaban desprovistas de prejuicios y estereotipos [...] los
sectores intelectuales como periodistas, escritores y caricaturistas que estaban
ávidos de reflejar la nueva situación social de la ciudad; [...] muchos de estos
intelectuales vinculados a las oligarquías ante el cambio urbano de la ciudad
empezaron a construir mecanismos para diferenciarse de esos “invasores”
(Rodríguez 2019: 21).
También se destaca el pobre acceso a servicios básicos, pues Rodríguez detecta que las
conexiones de electricidad eran clandestinas y no había una conexión para desagüe,
evidentemente ello significaba que no existía un urbanización previauna urbanización previa a
la presencia de los pobladores. Además, la marginalidad que se manifiesta a lo largo de toda la
obra se refleja en la ubicación: las faldas de los cerros, el suelo de arenales, etc. (2019: 75).

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Además, no solo se le nombraba marginal solo por el aspecto ecológico, sino por la
podredumbre de la misma urbanización, la cual corresponde al estado como parte de las obras
públicas: pistas sin asfaltar, acumulación de basura en montículos, presencia de baches, etc.
(2019: 74).
Recuento del capítulo

Imágenes

Figura 1. Nótese a la familia de Julius en una reunión social, en la toma se muestra tanto la
fastuosidad del salón como la estratificación entre ricos y pobres (Un mundo para Julius: 2021,
44:13)

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Figura 2. Véase a Susan y Juan Lucas vestidos para la reunión de negocios con el
norteamericano Lester. Ambos representan la idealización del hombre de negocios y la mujer
bella (Panorama Audiovisual 2019)

Figura 3. Nótese al ex presidente Manuel Odría rodeado de personas con características


aristócratas en una reunión social (Portocarrero 2000: 5)

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Figura 4. Nótese el Río Huatica, Barrio de Santa Clara (Barrios Altos) como zonas hacinadas,
1920 (Panfichi 2013: 85)

Figura 5. Véase la apariencia poco salubre y las malas condiciones de infraestructura en los
barrios hacinados (Un mundo para Julius: 2021, 01:00:27)

Bibliografía

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lengua. Lima, número 53, pp. 43-77. Consulta: 14 de setiembre de 2022
https://revistas.apl.org.pe/index.php/boletinapl/article/view/94/56

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