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CARGA DE LA PRUEBA
La carga de la prueba es una regla para el juzgador o del juicio, por el cual le indica como
debe fallar cuando no encuentre las pruebas de los hechos sobre los cuales debe basar su
decisión permitiéndole hacerlo en el fondo y evitándole el proferir una sentencia inhibitoria
por falta de pruebas, dentro de esta misma lo que hace es señalar de forma indirecta cuales
son los hechos que les interesa probar a cada uno para que sean considerados como ciertos
por el juez y sirvan de fundamento a sus pretensiones o excepciones.
Como todos sabemos la prueba en todo proceso judicial tiene gran importancia, ya que sirve
para formar la convicción del juez sobre la existencia de los hechos alegados por las partes o la
negación de estos. Aunque no es imprescindible en el ámbito penal, por que aun con falta de
prueba el juez debe decidir lo que está planteado, incluso produciéndolas de oficio, ya que es
deber del juez en el proceso penal buscar la verdad.
La carga subjetiva o formal de la prueba fue la primera en ser formulada. Era propia de
aquellos procesos en los que únicamente correspondía a las partes la tarea de alegar y probar
las afirmaciones sobre los hechos controvertidos. La carga subjetiva de la prueba indicaba a las
partes el camino probatorio a seguir, determinando si el demandante o el demandado eran la
parte interesada en la demostración de la existencia de los hechos en caso de controversia. El
juez era un “árbitro de piedra” en el litigio cuya función consistía en resolver el conflicto,
exclusivamente atendiendo a las alegaciones fácticas y a los medios probatorios aportados y
practicados por la parte gravada con la prueba. El Tribunal no podía entorpecer la labor de las
partes con sus indagaciones, por ser éstas las que dirigían el proceso. La carga formal o
subjetiva sólo responde a la pregunta quién ha de probar.
La carga material, objetiva o de certeza de la prueba pone el acento en el qué ha de ser
probado, y por tanto, una vez acreditado el hecho controvertido, al juzgador le es indiferente
si el actor o el demandado ha sido la parte que logró su convencimiento acerca de la existencia
de tal hecho (principio de adquisición procesal). Permite un papel más activo al juzgador, cuya
misión consistiría no sólo en aplicar la consecuencia jurídica en la Sentencia, sino también en
colaborar con las partes en el esclarecimiento de la realidad de los hechos. La teoría de la
carga material es propia no sólo del proceso penal, sino también de todos aquellos procesos
en los que el principio de aportación se encuentra atenuado por el de investigación judicial en
la práctica de la prueba (ej. En el proceso administrativo y en el laboral).
La Ley de Enjuiciamiento Civil (LEC) regula la carga de la prueba en el art. 217. El apartado
primero hace referencia a la carga material de la prueba, los apartados segundo y tercero lo
hacen a la carga formal del actor y del demandado. La vigencia del principio dispositivo y de
aportación de parte en su vertiente probatoria conducen a que en el proceso civil rija con
carácter predominante la carga formal de la prueba. Sin embargo, la tendencia al
acercamiento entre ambas teorías también se observa en la ley procesal civil. Así se desprende
de lo dispuesto en el art. 429.
https://derechouned.com/procesal/prueba/11963-clases-de-cargas-de-la-prueba
La moderna doctrina observó que semejante reparto de la carga de la prueba en manos de una
sola de las partes no era “lógico y justo”. Hacer recaer sobre el actor la totalidad de la carga de
la prueba (la existencia de los hechos constitutivos de su derecho y la ausencia de los
impeditivos, extintivos y excluyentes) era tanto como condenarlo a la indefensión.
El art. 217.3 LEC dispone que al demandado le incumbe la carga de probar los hechos
impeditivos, extintivos y excluyentes del derecho alegado por el actor.
El demandado (y el actor reconvenido) puede escoger entre dos opciones: la primera, adoptar
una actitud pasiva frente a la pretensión del actor, negando los hechos por éste afirmados
(actore non probante reus absolvitur). Esta opción no es aconsejable por resultar peligrosa
para sus intereses, pues si el demandante convence al juez de la existencia del hecho
constitutivo resolverá a su favor, ante la inactividad del demandado.