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CLASES DE ARGUMENTOS

Argumentación e interpretación jurídica Emma Meza Fonseca* SUMARIO: I.


Introducción. II. Argumentación jurídica. III. La decisión judicial. Conclusiones.
Referencias. I. INTRODUCCIÓN 1. Concepto de argumentación jurídica Roberto
Bergalli señala: Así como cuando se habla de la interpretación jurídica conviene
restringir el campo de su aplicación, también acontece lo propio con las llamadas
teorías de la argumentación, pues argumentar es asimismo una actividad que se
puede verificar en cualquier ámbito en el cual sea necesario emitir un
razonamiento para demostrar o probar una proposición, o bien para convencer a
otro(a) de aquello que se afirma o niega (Real Academia Española, 1992, I. 187).
En consecuencia, por argumentación jurídica ha de entenderse aquel tipo de
razonamiento que se formu- * Magistrada del Noveno Tribunal Colegiado en
Materia Penal del Primer Circuito. 92 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA
JUDICATURA FEDERAL la en alguno de los niveles en que se utilizan normas del
derecho y en los cuales sea necesario convencer.1 2. Concepto de interpretación
Riccardo Guastini señala que la interpretación en sentido amplio se emplea para
referirse a cualquier atribución de significado a una formulación normativa,
independientemente de dudas o controversias.2 Podemos asegurar que no se
necesita que el texto sea oscuro para interpretarlo, pues aunque un significado
pareciera obvio para aplicarlo al caso concreto, primero tenemos que interpretarlo
para de este modo argumentar la decisión tomada. A su vez, el Diccionario jurídico
mexicano señala que la expresión “interpretar” “proviene del latín interpretatio
(onis), y éste a su vez del verbo interpretoe (aris, ari, atus sum), que significa
servir de intermediario, venir en ayuda de”.3 En el ámbito del Derecho, podemos
decir que la interpretación jurí- dica es desentrañar el sentido de una norma, el
desnudarla para verificar el porqué y para qué fue creada, el verificar su esencia,
lo cual nos servirá para saber si es aplicable al caso concreto. Gerardo Dehesa
Dávila, aludiendo al libro Interpretación del Derecho: análisis de la obra de
Riccardo Guastini de María Concepción Gimeno Presa, cita un párrafo con el que
estamos de acuerdo en el sentido de que no podemos separar la interpretación de
la argumentación por ser una el presupuesto de la otra y así señala: “A pesar de
poder diferenciarse claramente la actividad argumentativa de la interpretativa, en
la teoría de Guastini existe una íntima relación entre ellas en cuanto tal y como
vere- 1 Bergalli Roberto, Hacia una cultura de la jurisdicción. Ideología de jueces y
fiscales, Buenos Aires, Ad hoc, 1999, p. 389. 2 Cfr. Guastini, Riccardo, “La
interpretación: objetos, conceptos y teorías”, en Vázquez, Rodolfo (comp.),
Interpretación jurídica y decisión judicial, México, Fontamara, 1998, p. 23. 3
Diccionario jurídico mexicano, México; Instituto de Investigaciones Jurídicas,
UNAM, Porrúa; 1997, p. 1793. EMMA MEZA FONSECA 93 mos posteriormente
toda interpretación debe llevar aparejada siempre y en cualquier caso una
argumentación”.4 Así concluye este criterio en el que interpretar es dotar de
significado a un determinado enunciado y argumentar es dar una o varias razones
a fin de sostener una tesis u opinión. En verdad puedo concluir que una de las
preocupaciones de los juzgadores al argumentar es precisamente dar las razones
para sostener el criterio aplicable al caso sometido a su consideración, pero
además que estas razones convenzan a las partes en el juicio, esto es, no sería
una razón arbitraria y sin sustento, sino apoyada en la justicia y la legalidad. II.
ARGUMENTACIÓN JURÍDICA 1. Algunas clases de argumentación La
argumentación jurídica tiene como objeto las argumentaciones que se dan en
contextos jurídicos. Manuel Atienza nos dice que pueden distinguirse tres campos
distintos de lo jurídico en que se efectúan argumentaciones. El primero de ellos es
el de la producción o establecimiento de normas jurídicas; diferenciándolas a su
vez en las argumentaciones que tienen lugar en una fase prelegislativa y las que
se producen en la fase legislativa; nos dice que la primera se da como
consecuencia de la aparición de un problema social, cuya solución se piensa que
puede ser la adecuación de una medida legislativa.5 Podemos asegurar que en
este caso la argumentación la encontramos en los trabajos legislativos, en los
debates y desde luego en la exposición de motivos que da nacimiento a esa ley.
Nos sigue diciendo este autor que, respecto de la fase legislativa, la
argumentación la encontramos en las cuestiones de tipo “técnico-jurídico”, las que
pasan a un primer plano. Un segundo campo en que se efectúan argumentos
jurídicos, nos dice este mismo autor, es el de aplicación de normas jurídicas al
caso concreto, 4 Dehesa Dávila, Gerardo, Introducción a la retórica y a la
argumentación, 2ª. ed., México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2005, p.
173. 5 Cfr. Atienza, Manuel, Las razones del Derecho: Teorías de la
argumentación jurídica, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1997, p. 20.
94 REVISTA DEL INSTITUTO DE LA JUDICATURA FEDERAL distinguiendo
entre la argumentación en relación con problemas concernientes a los hechos o
bien al Derecho; asegurándonos que la argumentación jurídica dominante se
centra en las cuestiones de los casos difíciles relativos a la interpretación del
Derecho y que se plantean en los órganos superiores de la administración de
justicia. El tercer ámbito en que tienen lugar argumentos jurídicos es el de la
dogmática jurídica en la que cabe distinguir tres funciones: 1) suministrar criterios
para la producción de criterios en las diversas instancias en que ello tiene lugar; 2)
suministrar criterios para la aplicación del Derecho; 3) ordenar y sistematizar un
sector del ordenamiento jurídico. Las teorías usuales de la argumentación jurídica
se ocupan también de las argumentaciones que desarrolla la dogmática en
cumplimiento de la segunda de estas funciones; nos dice al respecto Atienza que
de lo que se trata es de suministrar a esos órganos criterios —argumentos—
dirigidos a facilitarles la toma de una decisión jurídica consistente en aplicar una
norma a un caso concreto.6 Por todo lo anterior, es claro que para dar argumentos
necesitamos saber cómo hacerlo y teniendo conocimiento de que existen varias
clases de ellos haremos alusión a los que nos parecen más interesantes.

Argumento analógico es definido como un instrumento al servicio del principio de


conservación de las normas, cuyos elementos son: la existencia de una norma
que se tiene como referencia, la existencia de una laguna legal y la ratio legis.
La analogía justifica trasladar la solución legalmente prevista para un caso a otro
distinto, no regulado, pero que es semejante al primero.

Argumento a partir de principios, se denomina así por la utilización de los


“rasgos fundamentales” de una regulación, de una ley o de un sector de la
legislación o de los principios generales del derecho tradicional. Estos principios
cumplen una importante función interpretativa al permitir, ante un enunciado de
significación dudosa a optar por aquél que mejor se adiciona a lo establecido por
un principio. La fuerza persuasiva de la operación lleva el hecho de que los
principios expresan los rasgos u objetivos fundamentales del ordenamiento.

Argumento sistemático, parte de que toda interpretación debe ser sistemática ya


que para poder entender correctamente un precepto es necesario relacionarlo con
todos los demás del ordenamiento, puesto que una norma aislada no es más que
un elemento del sistema del que forma parte de tal modo, que es el ordenamiento
el que hace la norma y no estas las que componen aquél.

Argumento a coharentia, es aquel por el que dos enunciados legales no pueden


expresar dos normas incompatibles entre ellas. Su característica es ser un
argumento negativo auxiliar. Negativo porque no sirve para acreditar o justificar la
atribución de un significado determinado sino para desacreditar o privar de
justificación las atribuciones de significado que produzca una incompatibilidad de
normas. Auxiliar ya que una vez rechazados los significados incompatibles por
medio del argumento a coharentia, es necesaria de todas formas la intervención
de otro argumento a favor de la atribución de otro significado compatible.

Argumento a Fortiori, Tarello considera que este argumento se funda en la ratio


(en la razón) de la norma. Este argumento se manifiesta bajo dos formas distintas:
a magori ad minus y a minori ad maius. Más que un argumento interpretativo en
sentido estricto, es un método de integración para llenar lagunas legales, se basa
en la “mayoría de razón” y en la presunta voluntad del legislador.

Argumento a contrario, Tarello lo define como un argumento por el que dado un


enunciado normativo que predica una calificación normativa de un término
pertenece a un enunciado destinado a un sujeto o a una clase de sujetos, se debe
evitar extender el significado de aquél término de tal modo que comprenda a
sujetos o clase de sujetos no estricta y literalmente incluidos en el término
calificado por el primer enunciado normativo.

Este argumento es considerado un instrumento de la interpretación lingúística que


sirve para motivar o proponer interpretaciones restrictivas, que imponen como
condición para su utilización el silencio de la ley y cuya fuerza persuasiva, así
como su justificación la obtiene de la presunta voluntad del legislador.

Argumento psicológico, es aquel por el que se atribuye a una regla el significado


que corresponda con la voluntad del emisor o autor de la misma, es decir del
legislador que históricamente la redacto. El interprete tiene que acceder a la
presunta ”voluntad del legislador” a través de alguna manifestación externa y
documental de la misma, entre ellos el preámbulo y la exposición de motivos.

Este argumento intenta reconstruir la voluntad de las personas que físicamente e


históricamente elaboraron el documento.

Argumento apagógico, se define en el mundo del derecho como aquél


argumento que permite rechazar una interpretación de un documento normativo
de entre las teóricamente (prima facie) posibles, por las consecuencias absurdas a
las que conduce.

Argumento de autoridad, para Torello el argumento de autoridad o ab ejemplo es


aquel “por el que un enunciado normativo le es atribuido aquel significado que ya
le había sido atribuido por alguien, y por ese solo hecho. Este argumento implica
un desacuerdo, o al menos la posibilidad de discrepancia, respecto a atribución de
significado a un enunciado normativo partiendo siempre de un acuerdo acerca de
la autoridad invocada. Cuando de apela al órgano de autoridad normalmente se
entiende que se está recurriendo a la jurisprudencia o a la doctrina y a la
jurisprudencia constitucional.

Argumento histórico, será aquél por el que dado un enunciado normativo, en


ausencia de indicaciones contrarias expresas, se le debe atribuir el mismo
significado normativo que tradicionalmente era atribuido al enunciado normativo
precedente y preexistente que regulaba la misma materia en la misma
organización jurídica, o bien el mismo significado normativo que tradicionalmente
era atribuido al enunciado normativo contenido en un documento capostipite de
otra organización.

Argumento teleológico, este argumento trata de interpretar un precepto tomando


en cuenta su finalidad. El fin de la norma es entendida como el espíritu de la ley,
como la intención de su autor y la realidad social.

Este argumento tiene dos variantes: uno subjetivo y otro objetivo. En la


argumentación teleológica subjetiva esta justificado dar a los enunciados legales el
significado que en mayor grado permite alcanzar el fin o los fines que con ellos
quiso el autor. En la argumentación teleológica objetiva está justificado dar a los
enunciados legales el significado que en mayor grado permita alcanzar el fin o los
fines que un apersona razonable querría lograr al formular tales enunciados.

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