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G. El argumento psicológico; sería aquél por el que se atribuye a una regla el significado que se
corresponda con la voluntad del emisor o autor de la misma, es decir, del concreto legislador que
históricamente la redactó. Respecto a este argumento, no cabe duda de que hay que acudir a los
trabajos preparatorios y la exposición de motivos del legislador creador de la norma. No cabe duda
de que, tal como lo señalan varios autores, es extremadamente difícil determinar cuándo se está
en presencia de una argumentación teleológica o de una argumentación psicológica, pues cómo
desvincular la voluntad del legislador de la finalidad para la creación de la norma, sobre todo
cuando hay quienes niegan la existencia de una voluntad del legislador contra los que afirman su
existencia.
Estructura de un argumento
Premisas: Son el conjunto de ideas que adoptamos como verdaderas, sirviendo como
base para el desarrollo de la argumentación. Es un elemento esencial, ya que si las
premisas son erróneas o falsas, el argumento construido sobre ellas también lo será. Por
ejemplo, en la investigación sobre un asesinato, necesitamos saber con seguridad ciertas
cosas para construir el caso y nuestra argumentación, como el arma del crimen. Si en
nuestra investigación tomamos como arma un cuchillo, pero realmente fue un arma de
fuego, con seguridad el resto de la investigación será errónea, puesto que partimos de
una premisa errónea.
Conclusión: Es la tesis derivada del proceso argumentativo. También es un elemento
indispensable. Pues, tras elaborar la relación entre las distintas premisas, la conclusión es
la idea derivada de las mismas. La conexión entre premisa y conclusión ha de ser fuerte,
lógica e indestructible. Puesto que de ello se deriva la veracidad y la persuasión de
nuestro argumento.
EFICACIA
Medios probatorios.
En Colombia el código general del proceso habla de los medios probatorios los
cuales encontramos en el artículo 165 de la siguiente manera:
«Son medios de prueba la declaración de parte, la confesión, el juramento, el
testimonio de terceros, el dictamen pericial, la inspección judicial, los documentos,
los indicios, los informes y cualesquiera otros medios que sean útiles para la
formación del convencimiento del juez.
El juez practicará las pruebas no previstas en este código de acuerdo con las
disposiciones que regulen medios semejantes o según su prudente juicio,
preservando los principios y garantías constitucionales.»
Entonces en resumidas cuentas los medios probatorios son:
El testimonio: que lo hacen personas que pudieron haber percibidos los hechos
que se discuten en un litigio.
El juramento
La declaración de parte: una de las partes es interrogada con una serie de
preguntas respecto al hecho que se discute.
El dictamen pericial: es un estudio que hace un experto en temas que el Juez no
tiene conocimiento, para aclarar los hechos al Juez.
La inspección judicial: es cuando el Juez se dirige personalmente al lugar de los
hechos o cuando se dirige al lugar que puede aportarle más pruebas para resolver
un caso.
Los documentos
Los indicios: son definidos como señal de que posibilita saber si algo ocurrió.
Además de los medios probatorios antes mencionados, el artículo 175 del código
de procedimiento civil deja la puerta abierta para que cualquier otro medio
probatorio que con el avance de la ciencia surja sea permitido siempre y cuando
cumpla la finalidad de darle claridad al Juez sobre los hechos que se discuten.
Debido a la posibilidad antes mencionada, la prueba de ADN, es un medio
probatorio relativamente nuevo a través de la cual se puede comprobar la
paternidad de una persona.
Tipos de controversia
a someterse?
Debe buscarse asesoramiento local sobre el sistema de tribunales local, los plazos de
procesamiento de reclamos, la objetividad del poder judicial, la calidad del poder judicial y si
tuvo experiencia en disposiciones contractuales similares, si los procedimientos del tribunal
son claros y se respetan, el costo del litigio, y el costo y el tiempo implícitos en la aplicación de
fallos. Es probable que una parte gubernamental prefiera someterse a su propio sistema de
tribunales, pero una empresa operadora, en especial si es extranjera, probablemente no esté
dispuesta a someterse a un sistema que desconoce y a la posibilidad de que los tribunales
locales se muestren reacios a fallar en contra de los intereses del Gobierno. En casos en los
que participen prestamistas extranjeros, es posible que también deseen evitar los tribunales
locales. La solución de compromiso suele consistir en aplicar un procedimiento de solución
provisional de diferencias y proceder luego al arbitraje (véase el punto 5, a continuación).
Esto debe estar especificado en el contrato. También es posible que las partes deseen
identificar tribunales específicos dentro del sistema de un país, como los tribunales
comerciales, o un mecanismo de arbitraje administrado por los tribunales. Las leyes
que determinan qué jurisdicción corresponde a una situación particular pueden ser
confusas y, en ocasiones, opuestas entre sí, en especial si una transacción implica
personas de distintas nacionalidades o servicios que se suministran en un tercer país,
con varios tribunales con fundamentos para sostener que la transacción corresponde a
su jurisdicción.
A fin de evitar o limitar esa posibilidad, la cláusula de jurisdicción puede redactarse de
la siguiente manera:
Una variación sería: “En beneficio de la Parte B, la Parte A se somete a la jurisdicción
exclusiva de los tribunales [ ]”.
Es posible que ese formato sea recomendable en casos en los que la aplicación de fallos se
dé en el extranjero y en los que esos tribunales consideran que una cláusula sobre jurisdicción
exclusiva restringe su capacidad de aplicar fallos (en especial, fallos de arbitrajes).
Es posible que haya casos en los que las partes deseen contar con flexibilidad en
relación con las jurisdicciones o en los que una parte con mayor poder de negociación
desee someter a la otra parte a una jurisdicción, sin sacrificar su propia flexibilidad
para elegir una jurisdicción. En esos casos, puede ser adecuado utilizar una cláusula
de jurisdicción no exclusiva, como, “Las partes se someten a la jurisdicción de los
tribunales [ ]”.
Inmunidad soberana ante jurisdicción y la ejecución: la inmunidad ante la
jurisdicción de un Estado surge de la idea de que sería inadecuado que los tribunales
de un Estado sostuvieran que otro Estado está bajo su jurisdicción. Por ende, las
entidades estatales son inmunes ante la jurisdicción de los tribunales de otro Estado.
En general, las entidades estatales tienen la posibilidad de renunciar a esa inmunidad.
Los Estados también tienen inmunidad ante la ejecución, ya que se considera
inaceptable que los tribunales de un Estado confisquen la propiedad de otro Estado.
También es posible renunciar, en general, a esa inmunidad.
¿Por qué esa diferencia entre argumentos interpretativos admisibles e
inadmisibles?
¿Por qué sí resulta admisible el argumento teleológico o el que apela a la voluntad de legislador y
no, en cambio, esos otros cuatro que hemos puesto como ejemplos de argumentos
interpretativos rechazables: el argumento del gusto personal, el argumento partidista, el
argumento teológico y el argumento estético? Prácticamente ningún jurista, en nuestro medio,
admitiría aquellos argumentos del gusto personal, partidista, teológico o estético como
fundamento válido de una interpretación, por mucho que los mismos sean plenamente
respetables en cuanto rectores de las elecciones que tienen lugar en otros ámbitos distintos del
de la decisión jurídica, en cuanto guías de elecciones puramente personales de un sujeto. ¿Por
qué?
¿Qué notas diferencian los argumentos interpretativos admisibles de los inadmisibles? Las dos
siguientes: habitualidad y vinculación a algún valor central del sistema jurídico-
político. La habitualidad significa que los argumentos interpretativos funcionan al modo de los
tópicos de que hablaba Theodor Viehweg, es decir, que reúnen las siguientes características
interconectadas:
son muy usados en un momento histórico dado, aparecen con mucha frecuencia en las
sentencias y la literatura jurídica en general a la hora de fundamentar las interpretaciones;
gozan de consenso anticipado entre los expertos en Derecho y los avezados al lenguaje jurídico,
de manera que se los acepta sin cuestionamiento como referencias o argumentos que deben
emplearse al tiempo de interpretar las normas;
por ello, el significado que avalan pasa a verse como un significado justificado de la norma, de
modo que sólo mediante otro argumento admisible puede ser combatida la preferencia
significativa así sentada.
Un argumento teológico no tiene en nuestra cultura jurídica ninguna de esas tres propiedades
conexas; un argumento teleológico tiene las tres. Por tanto, la praxis cuenta en cada momento
con sus reglas, ligadas, naturalmente, al contexto histórico, social, político, etc. La tipificación de
esas reglas no necesita su positivación bajo forma de normas jurídicas (aunque puede darse),
pues tiene lugar siempre, y de modo mucho más eficaz, conjuntamente en la doctrina y en la
actuación judicial.