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UNIVERSIDAD NACIONAL “DANIEL ALCIDES CARRIÓN”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS


ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO

“AÑO DE LA UNIDAD, LA PAZ Y EL DESARROLLO”

RESUMEN DE LOS PRINCIPALES


TEMAS DE LA TERCERA Y CUARTA
UNIDAD
Alumna:
Rojas Bustillos Sarvia Oriely

Catedrático:

Dr. Ernesto Cesar Huaringa Revilla

Materia:

Argumentación, Interpretación y Logica

PASCO-2023

Resumen de temas de Tercera y Cuarta Unidad


1.El enfoque lógico y el enfoque retórico en un proceso jurídico

La lógica formal permite demostrar, en un razonamiento deductivo, la verdad de la


conclusión por su relación necesaria con las premisas que se han aceptado previamente,
en cambio la retórica concierne a los valores que permiten a los sujetos adherirse a estos
con cierto nivel de intensidad variable y no de necesidad lógica absoluta. El campo de la
retórica es, en efecto, el de las elecciones y decisiones razonables que hay que tomar en
un contexto específico, en el marco de la jerarquía de valores que lo configuran en su
totalidad

La nueva retórica de Perelman, como estudio de las herramientas necesarias para tomar
decisiones en torno a los valores, y no para se emplea elegir entre lo verdadero y lo falso,
como si se tratase de una hipótesis científica que se pretende corroborar, es decir, en
aquellas tesis generalmente aceptadas por todos en un contexto pero que sirven
solamente como punto de partida para tomar decisiones y para provocar la acción del
otro.

La forma como se asume el uso del lenguaje tanto en lógica formal como en la nueva
retórica. Podríamos sostener que entre más se sistematizó la lógica más se descuidaron
los problemas concernientes al manejo del lenguaje ordinario. Así, en lógica formal el
lenguaje tiene que ser siempre unívoco y explícito. Pero el lenguaje ordinario, propio de la
argumentación, nunca es explícito; en él, el sentido de una noción siempre lleva implícito
un sinnúmero de concepciones que la hacen más bien confusa, y siempre se hace
necesaria la argumentación retórica para la escogencia y decisión de un de ellas (esto es,
de las concepciones que se asocian a dicha noción) como la más razonable en una
situación dada.

Pues bien. Si planteamos el tema de los casos difíciles en el derecho en perspectiva de


los cuatro principios que distinguen la nueva retórica de Perelman de la lógica formal,
tendríamos que convenir en que las decisiones judiciales no se reducen a la puesta en
práctica de un ejercicio lógico-formal de “justificación interna” (como proponen Alexy y
McCormick) que evidencie la validez de una decisión cuyo fundamento es que se ha
llegado a una conclusión a partir de una premisa mayor, esto es, la norma, y una premisa
menor que funciona como una instancia de la misma. Vale decir, para Perelman, una
decisión judicial no se limita al ejercicio de subsunción de hechos en normas.

Por otra parte, el ejercicio de “justificación externa”, al que según hemos dicho se acude
frente a casos difíciles, estaría en función, no de la corrección o fundamentación de la
norma, con el propósito de mantener la univocidad y coherencia lógica una decisión
tomada (McCormick), sino para determinar en qué casos es indispensable ampliar el
sentido literal o formal de una norma y a veces limitarlo, en función del espíritu que le dio
el legislador

Concluimos, refiere al que el juez desempeña en el marco de los casos difíciles, es decir,
de quien, además de tomar una decisión, debe motivarla frente al auditorio. si limitamos la
labor del juez al ejercicio de la justificación lógico-formal de una decisión, estaría más
cerca de ser un lógico o autómata que un juez. Esto teniendo en cuenta dos elementos:
primero, una decisión judicial no se toma en el vacío o el solo marco de estructuras
formales, sino en un contexto y en función de un auditorio, por lo tanto, las decisiones
tomadas deben ser justificadas y, como hemos dicho, motivadas; segundo, a juicio de
Perelman, la labor del juez no es, en estricto sentido, imparcial, y mucho menos
ahistórica: pues este está llamado a representar y defender precisamente los valores de
una comunidad concreta que lo ha “legitimado” para tales propósitos, por lo es que
determinante su responsabilidad e integridad. Al respecto las razones que da para
justificar su decisión y para rechazar las objeciones reales o eventuales que se le podrían
oponer, suministran una muestra de razonamiento práctico, mostrando que su decisión es
justa y conforme al derecho, es decir, que la misma toma en cuenta todas las directivas
que le ha dado el sistema de derecho que él está encargado de aplicar sistema del cual
ha recibido su autoridad y su competencia, sin faltar a las obligaciones que le impone su
conciencia de hombre honesto.

2.Estructura de un argumento jurídico.

La estructura del argumentación jurídico, la cual tiene una apariencia lógica, aun cuando
no se trata de una inferencia deductiva. En realidad, solamente reproduce de manera
sintetizada el proceso que se conoce como subsunción de los hechos en la norma para
producir una norma individualizada aplicable al caso concreto. Esta forma de
razonamiento constituye un procedimiento de comparación, que tiene una estructura
parecida a la del silogismo, por lo que tradicionalmente es denominado “silogismo
jurídico”. La conclusión sobre la aplicación de la norma se sigue de las premisas de
conformidad con las reglas de inferencia aceptadas por el sistema jurídico. La
reconstrucción silogística de la justificación tiene por objeto demostrar la correspondencia
entre la norma y el caso que justifica la subsunción de los hechos, así como el deber de
aplicar la norma. Más que la interpretación, representa la forma del razonamiento jurídico.

La validez de las premisas se acepta como dada, y tiene la siguiente forma:


 Primera premisa o base normativa; esto es, la disposición jurídica que se debe
aplicar, y que se conoce como premisa normativa,

 Segunda premisa, que refiere los hechos y constituye la premisa fáctica, y

 Conclusión, que individualiza la norma y constituye la decisión jurídica sobre la


aplicación y significado de la norma.

3.Fundamento de hecho y de derecho en una sentencia

Para nuestro Tribunal “La sentencia exterioriza una decisión jurisdiccional del Estado,
consta en un instrumento público, y es la materialización de la tutela jurisdiccional que
llena su función al consagrar un derecho mediante una declaración afirmada de que la
relación sustancial discutida se encuentra en los presupuestos legales abstractos, y como
consecuencia de lo cual, establece, en la sentencia una norma concreta para las partes,
de obligatorio cumplimiento.

Los fundamentos de hecho de las sentencias consisten en las razones y en la explicación


de las valoraciones esenciales y determinantes que ha llevado a la convicción que los
hechos sustento de la pretensión se han verificado o no en la realidad: en cambio, los
fundamentos de derecho consisten en las razones esenciales que han llevado al juez a
asumir o no un hecho dentro del supuesto hipotético de la norma jurídica, lo que supone
también que debe hacerse mención a la norma que resulte o no aplicable al caso sub litis”
Es decir, se refieren a los argumentos legales y jurídicos utilizados por el juez o tribunal
para sustentar y justificar su decisión en un caso. Como parte rigurosa que conforman la
estructura de una sentencia, su función principal es la de respaldar su validez y la
legalidad. Asimismo, proporcionan una base sólida para la resolución del conflicto.
Dentro de la sentencia, los fundamentos de derecho citan la legislación, preceptos y
demás fuentes jurídicas que se han aplicado para resolver el litigio. En paralelo, incluyen
su análisis a la luz del caso en particular. Lo anterior implica una garantía para el que está
siendo juzgado y el medio para que resulte posible el recurso oportuno al que hubiere
lugar.
Así las cosas, se traducen como el soporte racional y jurídico de la decisión tomada por el
tribunal, al explicar las razones detrás de la resolución adoptada. Avalando a su vez la
aplicación de los principios y normas legales seleccionados para el caso. Esto es
primordial en aras de garantizar la transparencia y legitimidad de la sentencia.

4.Teoría de la prueba lógica y prueba jurídica.


 Acepciones de la palabra prueba.
La palabra prueba tiene tres acepciones en el campo del Derecho:
a) Alude a la demostración de la verdad de un hecho, de su existencia o
inexistencia. Es el establecimiento, por los medios legales, de la exactitud de
un hecho que sirve de fundamento a un derecho que se reclama
b) refiere a los medios de prueba, o sea, los medios de convicción, considerados
en si mismos.
c) Se habla de la prueba para referirse al hecho mismo de su producción, a la
circunstancia de hacerla valer ante los tribunales. En este sentido, por ejemplo,
se dice que la prueba incumbe al actor o al demandado.

 Objeto de la prueba.
Lo que debe probarse son los hechos, no el Derecho. Deben acreditarse los
hechos jurídicos en general y los actos jurídicos en particular. El Derecho, de
acuerdo a lo dispuesto en el artículo 8 del Código Civil, no necesita probarse.
Lo anterior tiene dos excepciones:
a) Cuando la norma de Derecho emana de la costumbre: deberá probarse
mediante cualquier medio de prueba, en el ámbito civil; y a través de los dos
medios de prueba que establece el Código de Comercio, en el ámbito mercantil
(algunos afirman, sin embargo, que se trata de una excepción aparente, pues lo
que debe probarse son los hechos que sirven de supuesto para la existencia de la
costumbre).
b) Cuando la norma de Derecho está contenida en la ley extranjera.
El artículo 411 número 2 del Código de Procedimiento Civil establece que podrá
oírse informe de peritos sobre puntos de derecho relativos a una legislación
extranjera.
.
 El “Onus probandi” o carga o peso de la prueba.

“Onus” viene del latín, y significa la carga que portaban las mulas. De ahí que se
hable de “la carga de la prueba”. La necesidad de probar no es jurídicamente una
obligación, sino una carga. La obligación consiste en un vínculo jurídico que
implica la subordinación de un interés del obligado al interés de otra persona, so
pena de sanción si la subordinación se infringe; la carga, en cambio, supone la
subordinación de uno o más intereses del titular de ellos a otro interés del mismo.
Por lo tanto, el litigante no está obligado a probar, la ley no lo obliga a ello; pero si
no proporciona la prueba, sus pretensiones no serán acogidas por el juez.

 Clasificación doctrinaria de los hechos jurídicos, para los efectos probatorios.


a) Hechos constitutivos: son aquellos que producen el nacimiento de un derecho o
de una situación jurídica antes inexistente (por ejemplo, un contrato, un
testamento). Se subclasifican en genéricos y específicos. Los hechos constitutivos
genéricos son los comunes a toda relación jurídica o a un cierto grupo de
relaciones jurídicas. Los específicos son los particulares de una relación jurídica
determinada. Los hechos constitutivos genéricos no necesitan probarse. Por
ejemplo, la capacidad, el objeto, la causa; la ley presume su existencia y su
ausencia deberá probarla la parte contraria como un hecho impeditivo. Los hechos
constitutivos específicos deben probarse. Así, en la compraventa, será necesario
probar que se acordó por una parte dar tal cosa y por la otra pagar tal precio.
b) Hechos impeditivos: son aquellos que impiden la generación válida de una
relación jurídica (por ejemplo, los vicios del consentimiento): deben probarse por
quien los invoca.
c) Hechos modificativos: son aquellos que alteran en su contenido o efectos la
relación jurídica (por ejemplo, las modalidades): deben probarse por quien los
alega. d) Hechos extintivos: son aquellos que hacen desaparecer una relación
jurídica o sus efectos (por ejemplo, los modos de extinguirse las obligaciones.

 Clasificación de los medios de prueba.


a) Pruebas orales y escritas. Pruebas orales son aquellas que consisten en
declaraciones hechas ante el juez: por ejemplo, testigos, confesión judicial.
Pruebas escritas son aquellas que consisten en instrumentos que emanan de las
partes o de terceros.
b) Pruebas preconstituidas y pruebas a posteriori o simples. Pruebas
preconstituidas son las que se crean de antemano, antes que haya litigio: escritura
pública, por ejemplo. Pruebas a posteriori o simples, son las que nacen durante el
curso del juicio: por ejemplo, prueba testifical.
c) Prueba plena y prueba semiplena. Prueba plena es la que basta por si sola para
establecer la existencia de un hecho: escritura pública, confesión judicial de parte,
por ejemplo. Prueba semiplena es la que por si sola no basta para establecer la
existencia de un hecho: por ejemplo, prueba testifical.

 Enumeración de los medios de prueba. Nuestro Derecho admite los siguientes


medios de prueba:
a) Los instrumentos públicos y privados.
b) Los testigos.
c) Las presunciones.
d) la confesión judicial de parte.
e) la inspección personal del juez.
f) El informe de peritos.
Los cinco primeros están consagrados en el artículo 1698 del Código Civil,
mientras que el último se establece en el artículo 341 del Código de Procedimiento
Civil. El artículo 1698 alude también al juramento deferido, medio de prueba que
fue derogado por la Ley número 7.760.

 Valor probatorio de los medios de prueba.


Se entiende por tal la fuerza relativa que cada medio de prueba tiene, como
elemento de convicción, respecto de los demás. Así, la confesión judicial de parte y
el instrumento público producen plena prueba, es decir, bastan por sí solos para
establecer la verdad de un hecho. Los demás medios de prueba, por lo general,
producen prueba semiplena, debiendo complementarse con otros medios
probatorios.

5.Criterios del análisis del texto jurídico, criterios para redactar textos jurídicos

El profesional del derecho debe tener en cuenta que los estudios generales de lenguaje
son la base de su carrera para poder emprender adecuadamente el estudio del derecho.
El primer criterio es que conozcan los aspectos generales de la gramática castellana para
poder aplicar de manera correcta el uso de los signos de puntuación y la coherencia en la
sintaxis de sus escritos.

El segundo criterio es el conocimiento y uso de un buen vocabulario. La carrera de


Derecho ya posee sus propios tecnicismos, y estos se pueden encontrar en los distintos
diccionarios jurídicos. Todo abogado conoce mejor su carrera cuando llega a emplear los
instrumentos necesarios de esta.Aparte de manejar el lenguaje jurídico, es recomendable
que los abogados también estudien de manera correcta el uso de los sinónimos y
antónimos para poder enriquecer su bagaje profesional y así poder plasmar la
terminología necesaria en cada documento. Para esto se recomienda al abogado contar a
su vez con un buen diccionario de sinónimos y antónimos.

El tercer criterio recae en el abogado, pues debe saber escribir bien. Es aquí donde un
curso de redacción general ayudaría mucho. Pero si uno, no llegó a realizarlo mientras
cursaba la carrera de Derecho, entonces debería empezar por hacerlo. Algo que olvidan
la gran mayoría de abogados, es que tienen a su alcance la predisposición para poder
escribir, ya sean poemas, cuentos, pensamientos, etc. Si el profesional del derecho
comienza a hacer de la escritura un hábito, la misma práctica le ayudará a relacionarse
mejor con la terminología y a la hora de redactar un documento, verá sus progresos
cuando empiece a darse cuenta por sí mismo, que su redacción es entendible y
coherente. Uno de los secretos para obtener una buena redacción, es la práctica; de este
modo, al redactar sus demandas, denuncias, minutas, etc., dejará no solo una buena
impresión en sus documentos, sino una calidad legible que lo diferenciará de los otros
profesionales.

Como cuarto criterio de la buena redacción, es formarse el hábito de la lectura. Mientras


más lea un abogado, podrá enriquecer su léxico. Pero no solo debe remitirse a leer textos
jurídicos o normas legales, sino que debe leer obras, novelas e incluso textos filosóficos.
Este es otro de los secretos por el cual todo profesional del derecho mejorará la calidad
de sus escritos. Cuando uno lee un libro, no solo su mente se traslada a otro mundo, sino
que el lector se enriquece de toda la cultura, el estilo y el contexto que el autor plasmó a
su obra.

 La importancia de la redacción jurídica

La redacción debe ser clara y precisa, debe abstenerse de emplear una imperiosa
y elegante gama de metáforas. Lo que se plasme y exprese en el escrito, deben
ser enunciados de fácil comprensión para quien los lee.

Lo importante de toda buena redacción es tomar consciencia que la escritura debe


ser el reflejo de un correcto pensamiento. Plasmar la terminología correcta, no
siempre resulta sencillo, para ello hay que leer, estudiar y sobre todo practicar. Si
cerramos nuestra mente ante la realidad que existe en las palabras, no nos
ayudará a mejorar ni como profesionales, ni como buenos redactores, puesto que
nuestro cerebro no se ejercita. La redacción para el profesional del derecho, no
debe ser visto como algún elemento opcional, sino obligatorio. La fluidez en el
léxico –como en la escritura– solo se logra con la praxis.

Queda por demás recordar que los escritos y documentos jurídicos de mejor
trayectoria y reconocimiento, fueron redactados por profesionales del derecho que
constantemente llegaron a explorar las cavilaciones más profundas de lo que
concierne al estudio de la sintaxis y la gramática, logrando desarrollar una correcta
función. Empero, esta función para el profesional del derecho, no es nada fácil,
sobre todo porque el abogado debe comenzar a interesarse en el lenguaje y poder
enriquecerse de todo lo que le ofrece, no en vano Nietzsche decía “el que
encuentra el lenguaje interesante, por sí mismo se distingue de quien no lo admite
más que como medio de pensamientos interesantes.”

Pero ¿cómo es el lenguaje jurídico?

El derecho debe y tiene que expresarse a través del uso del lenguaje común,
reconociendo sus reglas y captando sus pautas. No se trata aquí, que el abogado
requiera de “otra lengua” para poder expresarse, pero si requiere de un amplio
vocabulario común y jurídico. El derecho como una ciencia social, necesariamente
ha de expresarse en el lenguaje que la sociedad emplea.

Gran parte de la importancia de la redacción jurídica, no recae en investigar sobre


la función expresiva del lenguaje, dado que lo trascendente y primordial aquí, es
investigar los aportes del lenguaje jurídico y la comunicación que este logra
transmitirnos. En la obra de Hernández Gil, podemos reconocer cómo opera la
función comunicativa del lenguaje jurídico, lo cual es muy diferente a la del
lenguaje común, este autor afirma que: “El lenguaje y el derecho son productos
culturales muy próximos entre sí. La similitud radica en que el derecho está
enunciado en el lenguaje; la ciencia jurídica tiene un objeto formulado
lingüísticamente antes que aquello que lo describa. Pero la mayor sinonimia no
consiste en esa reproducción verbal o estricta, sino en que el derecho, como el
lenguaje, desempeña una función comunicativa en la convivencia social, por lo que
es otro lenguaje.

Es así como podemos notar que gran parte de la importancia en la redacción


jurídica, recae en la función expresiva del lenguaje jurídico, de tal manera que el
hecho que el derecho se exprese mediante el lenguaje común, pero que se
comunique mediante un lenguaje no-común, es lo que hace que el lenguaje
jurídico sea un lenguaje especial.
 La calidad del estilo en la redacción jurídica

La finalidad del estilo dentro del lenguaje jurídico, no es otra más que convencer o
persuadir a los destinatarios del derecho que se pretende obtener. Para esto,
notamos que Olivecrona Karl, considera que el lenguaje jurídico siempre emplea
un estilo persuasivo, al indicar: “ El propósito de todas las disposiciones jurídicas,
pronunciamientos judiciales, contratos y otros actos jurídicos, es influir en la
conducta de los hombres y dirigirla de ciertas maneras. El lenguaje jurídico tiene
que ser considerado como un medio para este fin, es un instrumento de control
social y de comunicación social. Podemos llamarlo lenguaje directorio, por
oposición al lenguaje informativo.”

Tampoco debemos olvidar que el estilo del lenguaje jurídico en la redacción


depende de quien lo utilice y para quienes lo emplean. Es por ello, que no
podemos generalizar las palabras de Olivecrona y sostener que siempre (para
todos los casos), el estilo del lenguaje jurídico tenga que ser persuasivo, por
ejemplo, en el caso de las jurisprudencias, en vista que aquí, se pueden emplear y
recurrir a varios estilos.

Antiguamente las leyes empleaban un lenguaje que estaba dirigido a conmover los
sentimientos de las personas para crearles una consciencia colectiva en
determinados casos. Se trataba de un lenguaje legal, que consistía en una oratoria
sentimentalista. Un ejemplo claro se daba en la legislación penal, cuando se
utilizaba fuertes epítetos sobre la atrocidad en ciertos delitos (los de lesa majestad
y los perpetrados contra la religión y la moral). De este modo, el estilo persuasivo
que empleaban en los documentos de la antigua legislación penal, buscaba
hacerse respetar recurriendo a la pompa de un lenguaje mayestático.

Actualmente en los escritos jurídicos, se sigue empleando el estilo persuasivo,


pero ya no es lo adecuado, porque el legislador contemporáneo ya sabe que por
razones sociológicas, su misión no consiste en convencer, sino en ordenar. Esta
es una de las razones por las cuales las leyes hacen uso del poder de su
autoridad, la cual no consigue recurriendo a un lenguaje persuasivo (en el caso de
las normas), sino en el orden que le da a la ley. Lo mismo va para los abogados en
los documentos que redactan, pues más que buscar la convicción, se debe buscar
la claridad, concisión y objetividad de lo que se está pretendiendo.

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